El Diario de Rufino Blanco Fombona

Diarios de mi vida" abarca un turbulento período de unos casi treinta años que recoge las peripecias íntimas, políticas, diplomáticas y literarias del controversial autor, siendo a mi ver lo más interesante el injusto presidio que sufrió luego de ser nombrado gobernador del distrito federal Amazonas, al oponerse al odioso y denigrante monopolio del caucho.
.................................................................................................................................. Por Daniel R Scott "Hay, sobre todo incesantes contradicciones, ataques de mal humor, caprichos que le llevan a atacar hoy a Jesús para alabarlo mañana, tan repetidas veces como para que el propio autor concluya descubriendo, gracias al diario, lo que sus contemporáneos supieron desde siempre, que era un ser contradictorio, en perpetua oscilación, un ser extremado, de rápidas pasiones, gobernado por esta inclinación a confiar en el espontáneo furor, en el espontáneo goce y a volver de ellos bruscamente" ( Angel Rama ) Acabo de leer y releer "Diarios de mi vida" de Rufino Blanco Fombona. He remarcado citas, pensamientos, frases o palabras incomprensibles y casi en desuso que en el texto abundan por doquier. En la contraportada de esta edición impresa por Monte Avila Editores Latinoamericana a un módico precio ( hay que aplaudir esta iniciativa de abaratar el costo de los libros al Estado ) una sucinta semblanza del autor: "Fue una de las personalidades más atractivas de la cultura hispanoamericana de la primera mitad del siglo XX. Escritor de múltiples inquietudes e invenciones -diplomático, editor, anarquista, novelista, poeta-, crítico en todos los frentes, su personalidad avasallante eclipsó, en muchos casos, la importancia de su obra, contribuyendo a la creación de una leyenda acerca de su vida" Hombre de temperamento bilioso, cuesta creerlo poseedor de un espíritu sensible capaz de labrar buena poesía o libros tan bien escritos como sus "Mocedades de Bolivar", una delicia para leer. "Diarios de mi vida" abarca un turbulento período de unos casi treinta años que recoge las peripecias íntimas, políticas, diplomáticas y literarias del controversial autor, siendo a mi ver lo más interesante el injusto presidio que sufrió luego de ser nombrado gobernador del distrito federal Amazonas, al oponerse al odioso y denigrante monopolio del caucho. Estos largos meses de cautiverio, lejos de ser malgastados en ayes, quejas y lamentos inútiles, fueron dedicados a la acción racional, productiva y creadora. En efecto: No solo enseñó a leer y a escribir a sus humildes compañeros de infortunio, además escribió la que fue una de sus novelas más conocidas: "El hombre de hierro", demostrando asi que para el hombre de temple la adversidad es terreno abonado y fértil para sembrar y cultivar las flores más bellas del espíritu humano. El mismo Rufino escribiría meses después: " El hombre de hierro ha sido un éxito colosal. Un exito colosal... en Caracas satisface a los autores locales" Una buena parte del diario abarca los días de Cipriano Castro, al que le interesó el poder por el poder, el que no pensaba sino en bailar y bailar, el mismo que se acostaba con mujeres cada día más bellas y jovenes, el que, en fin y para no alargar más la lista, manoseaba y besuqueaba a niñas de escuela vestidas de blanco. Bueno, no me lo creáis a mí, que tan solo soy lector, eso lo decía el propio Rufino Blanco Fombona. Que se nos presente alguien que desmienta las páginas de su diario. Cierto o falso, lo cierto es que el caudillo andino cuenta con las glorias de reposar en el Panteón Nacional y tiene en su haber el asesinato sumarial de Antonio Paredes, a "aquella esperanza, aquella gallardía, aquella dignidad, aquella protesta, aquella hermosura moral y física" ( Rufino Blanco Fombona ) Pero ese es otro capítulo de nuestra historia del cual otro día hablaremos con más calma. No deseo seguir analizando esta obra porque considero más provechoso que sea el propio Rufino Blanco Fombona el que haga oir su voz, el que hable de sí mismo, como lo hizo con otra obra suya titulada ¿Bolivar visto por sí mismo? No recuerdo. Quiero que hable él y que se le oiga a él. Que exprese sus preocupaciones políticas y sus inquietudes literarias, para que se vea cuan poco o mucho ha avanzado la intelectualidad y la sociedad venezolana: "En nuestro país tenemos, hoy, un imperativo máximo. Hay que crear ciudadanos. Hay que crear gobernantes. Hay que crear ideales. Hay que encarnar esos ideales en la masa que pueda comprenderlos y en las élites que puedan realizarlos" "No debemos fabricar leyes y leyes, en serie. Basta con que las que existen se cumplan. Una ley mediocre que se aplica es preferible a un ideal que todos burlan" "Alejarnos política y económicamente de los Estados Unidos, mientras se pueda, pero sin dejar de estudiarlos" "...que son en Venezuela los de doblar el espinazo, aceptar sin discutir la voluntad del amo, de sus queridas, de sus paniagudos, sacrificar todo y a todas horas la dignidad propia y los ideales... "Se vive creyendo que la política no es una ciencia experimental que debe estudiarse, sino un menester bajo, de ciegos e impreparados, que saben sonreir, adular, engañar, o tomar trincheras" "La política de esta gente se reduce a inquirir y comentar lo que hacen o dejan de hacer, lo que piensan o dejan de pensar el Presidente y los de su entourage" "Nuestra gran revolución futura será la revolución del pan y de la escuela" "Y un gran pueblo piensa en la trascendencia de sus actos" "Nadie está contento con su suerte. Todo es lamentaciones. Detrás de las querellas contemplo el porvenir, tan brumoso, de este desgraciado y fragente fragmento de tierra, donde sólo sonrie la naturaleza" "En un país desgraciadamente personalista como el nuestro, cada grupo busca, no una bandera sino un hombre" "En Venezuela el peor gobierno es preferible a la mejor de las revoluciones" "A Gil Fortoul le sobra talento, no le falta carácter y el patriotismo no está del todo ausente de su corazón. Pero el amor a los empleos públicos, de que ha vivido durante toda su vida, y el temor de perderlos, priva en él sobre lo demás" "Cambiar el ambiente, revolucionandolo, por cuantos medios logren nuestra inteligencia y nuestras manos, es preparar un mundo mejor" "No existe en estos seres altruismo alguno, ni siquiera en forma de amor al terruño. Nada sino apetitos vulgares, rastreros. ¡Qué ausencia de nobles propósitos!" "La poesía está en la vida y no en las canciones; en lo que otros llaman prosa y no en lo que otros llaman poesía. En la vida de todo hombre superior, en lo que él hace, piensa, goza y sufre; en sus emociones, en sus ambiciones, en sus ideas, y sobre todo en sus actos hay poesía" Es necesario que los sueños se conviertan, por obra y gracia de nuestra voluntad, en realidades" "¿Será cierto que los poetas estamos condenados a la soñación, mientras los fuertes obran y crean? No. No. El ensueño es noble, entre otras cosas, por cuanto puede traducirse en acción. El mayor poeta es aquel que se expresa en actos nobles, trascendentales" "Me levanto, enciendo la vela, cubriendo la luz con libros para que no la vean de fuera y me pongo a escribir. Escribir es el consuelo de los escritores" "Es increible lo que gozo con la bella expresión literaria, sea en verso, sea en prosa, que la haya escrito yo, que la haya escrito otro" "¡Me parece todo con tal derecho a existir! ¡Me parece todo tan necesario y bello, para la suprema armonía del mundo! ¡Qué bueno es comprenderlo todo, amarlo todo: poetas, músico, filósofos, vinos, civilizaciones, pueblos, razas! ¿Por qué vamos a cerrar nuestra alma a nada que pueda enriquecerla?" Rufino Blanco Fombona moriría en 1943 mientras viajaba a la Argentina. El 23 de Junio de 1975 sus restos fueron trasladados al Panteón Nacional, sitio de próceres y gente eminente. Mucho después, a principios del 2003, el "bailómano" de Cipriano Castro fue a hacerle compañía en el mismo sagrado recinto patrio. Ya sabéis, por aquello de "La planta insolente del extranjero ha profanado el sagrado suelo de la patria". En este país, no hay nada que suene y funcione mejor que las frases grandilocuentes.

Simón Bolívar dijo siempre no

Antonio García Ponce*
Desde 1813 hasta 1830, Simón Bolívar se planteó a menudo un dilema: ser estadista o ser guerrero. Y, en funciones de estadista, fue constante su deseo de ejercer el poder de manera temporal. Veamos: 1.- Victorioso en Caracas, dice en la asamblea celebrada el 2 de enero de 1814 en el convento de los religiosos Franciscanos: Compatriotas: yo no he venido a oprimiros con mis armas vencedoras: he venido a traeros el imperio de las leyes: he venido con el designio de conservaros vuestros sagrados derechos. No es el despotismo militar el que puede hacer la felicidad de un pueblo, ni el mando que obtengo puede convenir jamás, sino temporariamente, a la república (Obras completas, volumen VI, Madrid, Maveco de Ediciones, 1992, p. 67). Ya en octubre del mismo año no estaba en el poder, sino derrotado, en Ocaña. 2.- De nuevo victorioso, en Angostura, se dirige a los venezolanos el 22 de octubre de 1818: …Elegid por magistrados a los más virtuosos de vuestros conciudadanos y olvidad, si podéis, en vuestras elecciones, a los que os han libertado. Por mi parte, yo renuncio para siempre la autoridad que me habéis conferido, y no admitiré jamás ninguna que no sea la simple militar, mientras dure la infausta guerra de Venezuela. El primer día de paz, será el último de mi mando (Ob. cit., p. 144). Meses después, el 15 de febrero de 1819, en su discurso ante el Congreso de Angostura, pronuncia las más terminantes palabras que definen lo muy temporal de su presidencia, palabras que ya todo el pueblo conoce. Y cuando ese congreso lo elige Presidente, dice otra vez, en forma terminante, el 20 de febrero: La Soberanía Nacional me ha honrado nuevamente encargándome del Poder ejecutivo bajo el título de PRESIDENTE INTERINO DE VENEZUELA (p. 171). 3.- El Congreso constitutivo de la gran Colombia, reunido en Cúcuta en 1821, lo elige Presidente, y acepta la designación, el 1º de octubre, con las siguientes salvedades: …Estoy profundamente penetrado de mi incapacidad para gobernar a Colombia, no conociendo ningún género de administración. Yo no soy el magistrado que la república necesita para su dicha: soldado por necesidad y por inclinación, mi destino esta señalado en un campo, o en cuarteles. El bufete es para mí un lugar de suplicio. Y agrega: …No admitiré el título de presidente sino por el tiempo que dure la guerra, y bajo la condición de que se me autorice para continuar la campaña a la cabeza del ejército, dejando todo el gobierno del estado a S.E. el general Santander… (p. 193). En efecto, la Constitución aprobada prohibió al Presidente ejercer el poder ejecutivo mientras estuviese en campaña. Además, estableció en su artículo 107 que la duración del Presidente será de cuatro años, y no podrá ser reelegido más de una sin intermisión. Durante aquellos cuatro años, Bolívar nunca despachó como presidente, y ni siquiera estuvo en la capital (Bogotá). 4.- Cuando venció el periodo constitucional de 4 años, el Congreso quiso reelegir a Bolívar, pues la Carta Magna lo permitía. El Libertador, de nuevo, se negó, e invocó para ello el ejemplo de Jorge Washington, con las siguientes palabras: …La honrosa lección que me ha dejado el héroe ciudadano, el padre de la gran república Americana no debe ser inútil para nosotros. El pueblo quiso nombrarlo nuevamente para la suprema magistratura; generosamente mostró el peligro de continuar indefinidamente el poder público en manos de un individuo. El héroe fue oído, el pueblo de la gloria, de la libertad y de la dicha, de la virtud fue dócil; la república Americana es, en el día, el ejemplo, y tan sublime lección me dice lo que debo hacer; también Colombia sabrá seguir noblemente a su hermana mayor (Ob. cit., volumen III, p. 402). Se refería el Libertador a la famosa renuncia, conocida con el nombre de Farewell Address, que hace Jorge Washington al declinar una segunda reelección, en 1797, y donde dice que ha tomado la resolución de no presentarse para una nueva reelección, y pedía que se le hiciese justicia al tomarse su declinación como un estricto respeto a todas las consideraciones que deben vincular a un ciudadano obediente con su país. Es más, a Santander le escribe desde Perú, el 4 de junio de 1826: El pueblo colombiano ha ordenado, por el órgano de sus representantes, que ningún ciudadano le sirva en la presidencia del estado más de ocho años. Yo he sido seis años jefe supremo, y ocho presidente; mi reelección, por tanto, es una manifiesta ruptura de las leyes fundamentales (p. 403). 5.-Los asuntos del gobierno y de la marcha de la guerra se complicaron con el problema de Páez y la Cosiata. Bolívar va a Caracas, somete a Páez pero se distancia de Santander. Se opta, entonces, por el recurso de convocar un Congreso que introduzca reformas en la Constitución. Se reúne la Convención en Ocaña, que no conduce a nada. Partidarios de Bolívar dan un golpe en Bogotá y lo llaman a ejercer la dictadura. Bolívar acepta, con la protesta de las mentes liberales más lúcidas de Europa y otros lugares. Se convoca, como rectificación y para volver a la constitucionalidad, a un nuevo Congreso. Ante este cuerpo constituyente, Bolívar dice, el 2o de enero de 1830: La República será feliz, si al admitir mi renuncia nombráis de presidente a un ciudadano querido de la nación: ella sucumbiría si os obstináseis en que yo la mandara. Oíd mis súplicas: salvad la República: salvad mi gloria que es de Colombia. Disponed de la presidencia que respetuosamente abdico en vuestras manos (volumen VI, p. 290). Y se prepara para marchar a Europa. 6.- La Constitución de Colombia de 1830 decía en su artículo 83: El Presidente y Vicepresidente de la República durarán en sus funciones, ocho años, contados desde el día 15 de febrero, y no podrán ser reelegidos para los mismos destinos en el siguiente período. Y la Constitución de Venezuela de 1830 decía en su artículo 108: El Presidente durará en sus funciones cuatro años, y no podrá ser reelegido inmediatamente, sino después de un periodo constitucional por lo menos. *Médico y Doctor en Historia. Trabajo inédito

EN LOS 80 AÑOS DE LAS ACCIONES Y PRISIÓN DE LOS ESTUDIANTES DE LA GENERACIÓN DEL 28

El Conversatorio se realizó en la casa de habitación de don Alejandro Jiménez, ubicada en la calle principal del caserío, a un lado de la carretera nacional Las Mercedes del Llano – El Calvario – Calabozo. Ahí fuimos recibidos y atendidos gentilmente por la anfitriona, Carmen E. Sierra quien dijo las palabras de bienvenida y agradeció la asistencia.
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“La juventud es la época de la épica, del
sacrificio y del arrojo. Esos jóvenes que apenas
si alcanzaban los 20 años de edad, respondieron
positivamente a las exigencias de su tiempo. Fueron
jóvenes de su tiempo, por eso debe recordarse
su gesta”.


José Antonio Silva Agudelo.
Palenque, 13/12/2008.


FELIPE HERNÁNDEZ G*.
felipehernandez56@yahoo.es

EN LAS POSTRIMERÍAS DEL AÑO 2008, coincidiendo con el llamado tiempo de adviento de los cristianos, quizás por ser el tiempo que antecede a la navidad, tiempo reservado en nuestras vidas para reflexionar, meditar y recordar, fuimos convocados para este sábado 13 de diciembre de 2008, por los amigos cronistas e investigadores, profesor Oldman Botello y doctora Carmen Emperatriz Sierra Viloria, a participar en un Conversatorio en el sitio de Palenque, para recordar el Octogésimo Aniversario de los sucesos adelantados por 252 estudiantes universitarios contra el régimen despótico y cruel del general Juan Vicente Gómez, que desde 1908 de manera tiránica gobernaba a nuestro país. Acción que le dio nombre y marcó a la llamada Generación del 28, como se les identifica en la Historia de Venezuela.

A la convocatoria asistimos, el doctor Rubén Páez Díaz (Presidente del Ateneo de Calabozo y organizador de las Jornadas de Historia en el municipio Miranda), profesora Erlinda León, doctor José Antonio Silva Agudelo (Cronista de Calabozo), profesor Ubaldo Ruiz (UNERG), doctor Eduardo López Sandoval, don Italo Jiménez Laya (Cronista de Camaguán), profesor Félix Celis Lugo (Cronista de El Sombrero), Ysnardo Canigliaro, profesor Néstor León, Simón Fernández, Joaquín Páez Díaz y las señoras Eva de Silva y Orfelina Brito (de Calabozo), además de don Alejandro Jiménez y don Salvador Aquino Blanquez (habitantes de Palenque), los prenombrados don Oldman Botello (Cronista de Maracay y de los pueblos y gentes del Guárico) y la doctora Carmen Emperatriz Sierra Viloria. Quien escribe la crónica, asistió desde la ciudad de Valle de la Pascua.

El Conversatorio se realizó en la casa de habitación de don Alejandro Jiménez, ubicada en la calle principal del caserío, a un lado de la carretera nacional Las Mercedes del Llano – El Calvario – Calabozo. Ahí fuimos recibidos y atendidos gentilmente por la anfitriona, Carmen E. Sierra quien dijo las palabras de bienvenida y agradeció la asistencia.

Antes de iniciar el Conversatorio el profesor Oldman Botello solicitó leer la ponencia que llevó, titulada: Conversatorio sobre Palenque en los 80 años de la Generación de 1928: Los perseguidos de 1928, perseguidores en los 60. El presidio de Palenque”. En la ponencia el autor hace una breve semblanza introductoria de las características y condiciones geográficas, físicas y demográficas de Palenque, La China y El Coco, como área histórica en estudio, calificada por el periodista y telegrafista Luis Evaristo Ramírez en su obra, como “lugares donde se viene a morir”, dada su experiencia cuando estuvo detenido ahí.

Luego hace una descripción del llamado presidio al aire libre de Palenque y El Coco, descritas como “barracas techadas con láminas de zinc, sobre columnas de troncos de palma llanera, sin paredes, cuyo espacio lo ocupaban varias cintas de alambre de púas no muy espaciadas entre sí…dentro de la alambrada, el pollino o excusado”. Los uniformes de los presos son descritos de la manera siguiente: “pantalones de liencillo blanco y franjas azules horizontales, dos botones en la bragueta y sus bolsillos, más una blusa de la misma tela provista de un bolsillo”. El “uniforme” lo completaban los grilletes colocados en los tobillos, lo cual no le permitía a los presos (políticos o comunes) desplazarse con rapidez. Vigilados permanentemente por sargentones y cabos de preso que sofocaban cualquier desliz con azotes dados con una “verga” de toro. La comida la constituía fundamentalmente “granos no siempre en buen estado, plátanos sancochados y café aguarapado”.

Los presidios de Palenque, La China y El Coco fueron establecidos en el año 1926, cuando se inició la construcción en los llanos de la carretera El Calvario – Las Mercedes del Llano, a partir de la troncal Calabozo – El Sombrero. Estas carreteras formaban parte del proyecto de vialidad del general Juan Vicente Gómez. Obras que estuvieron a cargo del ingeniero villacurano Luis Eduardo Power. En acotación del doctor José Antonio Silva Agudelo, dicha carretera se iniciaba en Cagua y llegaba hasta la población de Soledad al sureste del estado Anzoátegui, en la margen derecha del río Orinoco donde limita con el estado Bolívar.

Se destacó que durante la dictadura de Juan Vicente Gómez, en Venezuela hubo muchos presidios, entre otros, en el estado Guárico se nombraron dos que estaban localizados en el municipio Infante: el Banco Telesfero y La Pereña, también hubo presidios en San Juan de los Morros; sin embargo, la prisión de Palenque adquirió notoriedad a consecuencia de los sucesos de la Semana del Estudiante en febrero de 1928, por los estudiantes que allí fueron confinados como presos políticos junto con presos comunes; y por el levantamiento militar del 07 de abril también de ese año.

A Palenque fueron llevados en calidad de prisioneros, 16 de los 252 estudiantes detenidos por protestar contra el régimen. Procedían trasladados desde la Colonia Bolívar, en la población de Araira, en el estado Miranda. En información expuesta por Oldman Botello, fueron ellos:

1.- Antonio Anzola Carrillo. Natural del estado Lara. Llegó a ser Ministro de Educación.
2.- Eduardo Celis Sauné. Natural del estado Carabobo.
3.- Rafael Chirinos Lares. Presidente de la Federación de Estudiantes de Venezuela (FEV). Llegó a ser viceministro.
4.- Enrique García Maldonado. Natural de Los Teques, estado Miranda.
5.- Nelson Himiob Alvarenga. Escritor y diplomático.
6.- Pedro Juliac. Médico.
7.- Guillermo López Gallegos. Abogado.
8.- José Antonio Marturet. Natural de Caracas. Diplomático.
9.- Inocente Palacios. Caraqueño, emparentado con el Libertador, por descender de don Bonifacio Palacios y Blanco, quien fue hermano de doña Concepción Palacios y Blanco, madre de Simón Bolívar.
10.- Ricardo Razetti, hijo. Comerciante y fotógrafo artístico. Sobrino del sabio Luis Razetti.
11.- Antonio Sánchez Pacheco. Natural del estado Táchira.
12.- Germán Stelling.
13.- Luis Felipe Vegas.
14.- Luis Villalba Villalba. Abogado y profesor universitario.
15.- Juan Gualberto Yánez. Caraqueño (1904 – 1977). Médico traumatólogo y maestro de destacadas figuras de la especialidad en el Hospital Vargas.
16.- Clemente Parpacén.

Casi todos ellos nombrados en la novela Fiebre de Miguel Otero Silva, obra que fue recordada porque ahí su autor, (que también formó parte de la Generación del 28), recrea lo acaecido en Palenque; así como las obras La Carretera de Nelson Himiob Alvarenga, Aquí se viene a morir, de Luis Evaristo Ramírez, Viva Arévalo Cedeño. El libro de mis luchas de Emilio Arévalo Cedeño, y Una Inocente Historia de Inocente Palacios.

Todos los estudiantes antes nombrados fueron “uniformados” con los pantalones de liencillo blanco y franjas azules horizontales, con dos botones en la bragueta y bolsillos, una blusa de la misma tela provista de un bolsillo, y grilletes sesentones en los tobillos, “porque esa era la orden que tenían los carceleros”.

Durante el tiempo que funcionaron los presidios de Palenque, La China y El Coco y se adelantaban los trabajos en la carretera, fueron numerosas las muertes que ocurrieron, como consecuencia de enfermedades endémicas como el paludismo y la disentería, también por hambre, maltratos y por intentos de fuga hacia la sabana abierta. Lo que le dio validez a la consigna que identificaba al régimen gomecista, para que el pueblo ironizara:
Unión, Paz y Trabajo.
Unión en las cárceles.
Paz en los cementerios, y
Trabajo en las carreteras
.

Los coroneles que actuaron como jefes de la prisión de Palenque, fueron: Amadeo Campero, Roberto Torres Velasco, ¿? Varela, Rodolfo C. Piña, y Jacinto Clinovis Maldonado.

Se hizo mención a dos intentos de asaltar Palenque que hubo. Uno por el general Emilio Arévalo Cedeño y otro urdido por don Ricardo Montilla y el coronel Luis Felipe Hernández para liberar a los estudiantes. Este segundo intento fue debelado, y los estudiantes fueron trasladados a El Sombrero.
Mención especial merecen la participación en el Conversatorio, por las intervenciones de don Alejandro Jiménez y don Salvador Aquino Blanquez, quienes son nativos de la comunidad de Palenque, donde además siempre han vivido. Especialmente Salvador Aquino Blanquez, llanero de 81 años, quien en un ejercicio de historia oral, recurriendo a la memoria y a la experiencia nos permitió acercarnos a la vida cotidiana y a información no registrada en las fuentes tradicionales. Con mucha seguridad dio testimonio de información que le transmitió su madre, recuerdos de los lugares donde estaban los presidios, donde según afirma todavía quedan vestigios y describió como era su construcción.


Sabemos que la experiencia y la información que aportó son datos subjetivos, es decir no muestran verdades precisas o reconstrucciones veraces, más sin embargo, en alguna medida contribuye a la toma de conciencia, alimentando el surgimiento de nuevos puntos de vista, nuevos debates y en consecuencia, fomenta la posibilidad de un enriquecimiento mucho mayor del conocimiento histórico y del fenómeno histórico en estudio.
Afirmó que en Palenque los comisarios y generales eran quienes verdaderamente ejercían la autoridad. Cada preso cargaba un grillo “pegado” en los tobillos de entre 30 y 40 kilos de peso aproximadamente y un escolta que les seguía a todas partes, con un látigo hecho con una “verga” de toro, para azotar a quien no hiciese el trabajo forzado con prontitud, intentase fugarse o se alzara.
La jornada de trabajo forzado comenzaba antes de las seis de la mañana y terminaba a las seis de la tarde. A cada hombre después de darle un posillo de café aguarapado, se le asignaba la tarea que debía realizar ese día, y se le entregaba un pico, una pala o una chícora.
Solamente se hacían dos comidas al día: un desayuno a eso de las diez de la mañana, casi siempre harina de maíz (especie de fororo o atole) con agua y en la tarde entre las 3 y 4 de la tarde el almuerzo, generalmente de granos y topochos.


Una de las tareas era la apertura de hoyos. Cada hombre tenía que abrir diario 51 hoyos con una medida equivalente a dos cuartas de profundidad y medio metro de ancho aproximadamente por cada costado, donde se le pudiese dar vuelta a cada estante antes de clavarlo de manera definitiva.

La llamada Ley de Tareas del régimen contemplaba los trabajos forzados, esta fue aplicada con rigor a los presos que engrillados construyeron la carretera en el sector del presidio. Lugar donde los estudiantes fueron humillados y ofendidos en sus derechos civiles y ciudadanos.
Palenque y La China fueron hatos que pertenecieron a Félix Galavís, general tachirense muy afecto al régimen.


Según Salvador Aquino Blanquez en el hato Palenque había 35.000 cabezas de ganado. El hato El Punzón tenía una extensión equivalente a 42.000 hectáreas.


Se recordó que según testimonio del escritor Eduardo Casanova, dada la talla de las personalidades que integraron la Generación del 28, fue llamada por muchos intelectuales, el “sindicato de la inteligencia”.


Vale dejar constancia, que el profesor Oldman Botello entregó a los asistentes, además de la ponencia leída, la fotocopia de una acuarela que fue pintada por el estudiante preso Enrique García Maldonado, titulada “Campamento de Palenque en 1928”. En ella se observa claramente como era la prisión, la forma como estaban dispuestos los caneyes cercados con alambre de púas y el celador. También entregó un muestrario fotostático de fotografías, en una de ellas destaca un promontorio de grilletes sesentones arrumados en el patio de una casa, en la población de El Sombrero.


Finalmente se puede afirmar, que el Conversatorio resultó provechoso, porque le permitió a los asistentes ubicarnos en la realidad que le tocó vivir a los presos comunes y a los estudiantes que fueron confinados en las prisiones de Palenque, La China y El Coco. Denotándose la ausencia absoluta de derechos humanos. Los recuerdos nos enseñan como las personas piensan, vieron y construyeron su mundo y cómo expresaron su entendimiento de la realidad.

De ahí que podamos decir, que los relatos orales producto de las experiencias, vivencias y lecturas nos introducen al conocimiento de la experiencia individual y colectiva. Esta experiencia es un dato subjetivo, es decir no muestra verdades precisas o reconstrucciones veraces, pero si permite realizar una reconsideración de los hechos históricos hasta alcanzar su reconstrucción lo más cercana posible a la verdad histórica.

El acuerdo más importante del Conversatorio fue la tarea encomendada al cronista del Calabozo, doctor José Antonio Silva Agudelo para que diligencie ante las autoridades del municipio la construcción en Palenque de una plaza en homenaje a los Estudiantes de la Generación del 28 que ahí estuvieron confinados pagando prisión por delitos políticos en condiciones tan adversas.
Sitio de Palenque - Parroquia El Calvario, estado Guárico; 13 de diciembre de 2008

* Profesor Universitario. UNESR. Historiador.
En la ciudad de Valle de la Pascua, a los catorce días del mes de diciembre del año dos mil ocho
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Los Paúl de Ortiz

Esa conexión la tiene, primeramente, Don Francisco Antonio Paúl, el segundo hijo de los siete que tuvo el vizcaíno Don Francisco Antonio de Paúl Alberga[1] en matrimonio con la caraqueña Doña Petronila Terreros. Se trata del más destacado de los Paúl Terreros (Ignacio, Felipe Fermín, Joaquín, Francisca, María y Petronila son sus otros hermanos), quien era conocido como Coto Paúl, debido a la enfermedad de bocio que padecía.
POR JOSÉ OBSWALDO PEREZ
DOÑA CRISTINA LORETO PAÚL siempre les contaba a sus hijos que en aquel cuadro del Acta de la Independencia, pintado por el pintor Martín Tovar y Tovar en 1820, aparecía un familiar lejano, cuyos recuerdos habían trascendido por las memorias de sus antepasados. Ciertamente, entre los firmantes, estaba el general Francisco Antonio Paúl Terreros, personaje fundador de la familia Paúl en Ortiz; pertenecientes a los linajes beneméritos de la Venezuela colonial. Pero, allí, en mismo retrato de Tovar y Tovar, también estaba su hermano el doctor Felipe Fermín Paúl, quien había sido contratado para la defensa de las tierras de Ortiz, a solicitud de un grupo de familias orticeñas que amparaban sus ejidos de su vecina Parapara. Al parecer, de alguna u otra forma, los Paúl están ligados con la historia orticeña.

Esa conexión la tiene, primeramente, Don Francisco Antonio Paúl, el segundo hijo de los siete que tuvo el vizcaíno Don Francisco Antonio de Paúl Alberga[1] en matrimonio con la caraqueña Doña Petronila Terreros. Se trata del más destacado de los Paúl Terreros (Ignacio, Felipe Fermín, Joaquín, Francisca, María y Petronila son sus otros hermanos), quien era conocido como Coto Paúl, debido a la enfermedad de bocio que padecía.

Nació en Caracas, en 1773 e inició estudios de Derecho y se incorporó como abogado al respectivo Colegio en 1807. Luego se destacó, entre 1810 y 1820, como combatiente de la guerra de la independencia y miembro de la Sociedad Patriótica; fue firmante del Acta de la Independencia del 7 y anunciada luego el 5 de Julio. Es exiliado en Curazao y muere por paludismo en Barranquilla, Colombia. Casó con doña María Josefa de Jesús Almeida de Miranda, hija de don Antonio José Almeida Rosales y Ana Antonia de Miranda y Rodríguez, sobrina carnal por su madre del general Francisco de Miranda[2]. Tuvo como hijos a: Mauricia, quien casó con Pedro Alcántara[3] y murió muy joven; Juan Antonio, Emilia[4] y Magdalena Paúl Almeida[5]. La dos últimas permanecieron señoritas hasta la vejez.


Araíz de la muerte Don Francisco Antonio Paúl, el libertador Simón Bolívar le escribe una carta a su hermana María Antonia, fechada en Lima, el 7 de Abril de 1825 reconociendo la virtud este prócer de nuestra gesta independentista y, en gratitud, ordenó a su hermana el auxilió a su viuda esposa de “sus miserias”, que le entregará de sus manos la cantidad de 500 pesos que luego abonaría de su peculio[6].

Su hijo, Juan Antonio, el segundo de sus vástagos, es quien procrea la línea de los descendientes de los Paúl guariqueños. Era criador de ganado en San Francisco de Tiznados, donde tenía bienes de fortuna[7] y se había establecido allí cargado con una numerosa familia. Se alistó a las fuerzas revolucionarias del general Ezequiel Zamora, quien fue su amigo y ayudo a conformar el Ejercito del Pueblo Soberano en San Francisco de Tiznados[8]. Fue administrador de propiedades del general José Antonio Páez en 1851. Desde la década de los sesenta es funcionario público, ocupando el cargo de secretario del Juzgados del municipio Ortiz. Casó con doña Concepción Navarrete[9], nieta de don Francisco Navarrete, propietario del Hato Aguas Negras[10] en San Francisco de Tiznados y de doña Prudencia Pereira. Entre sus hijos cuentan: Emilia, Columba, Francisca Antonia y José de Jesús Paúl Navarrete. Emilia Paúl Navarrete casó el 4 de junio de 1882 con Manuel Antonio Sierra, hijo reconocido de Josefa Matute. Fueron testigos de la boda el músico e intelectual aragüeño Tomás Federico Rodríguez y Críspulo Henrique Sierra[11].

El 21 de julio de 1845, el doctor Joaquín Paúl Alberga solicitó en Caracas varias certificaciones, a favor de sus sobrinas Emilia y Magdalena Paúl Almeida. Don Joaquín Paúl, abogado, Juez de Primera Instancia de Villa de Cura y que se estableció en los valles de Aragua con su familia, ejerciendo con tino y honradez, varios cargos públicos de honor y de confianza[12]. De su matrimonio con la señora María Salomé Aranguren Meléndez en segundas nupcias y de Teresa Pulido en primeras, tuvo los siguientes hijos: don José Paúl, que muró célibe; don Jesús María Paúl, Francisco Antonio Paúl, el coronel José María Paúl y los generales Juan Nepomuceno y Juan de Jesús Paúl Aranguren.


En un documento ubicado en el Registro Principal de San Juan de los Morros[13], las hermanas Columba y Francisca Antonia Paúl Navarrete conceden poderes a su primo el General José de Jesús Paúl Aranguren[14], para que gestione ante el gobierno nacional una pensión por 20 pesos, es decir por 200 bolívares, u otra remuneración para sus tías señoritas Emilia y Magdalena Paúl Almeida por el Ejecutivo como hijas del Ilustre Prócer de la Independencia Francisco Antonio Paúl Terreros. En este sentido, el Gobierno, previo a un informe de la Junta Directiva del Montepío Militar, acordó una justiciera pensión a Emilia y Magdalena Paúl, extendiéndole una Cédula con el goce del respectivo monto solicitado[15].

En 1876 vivían en Ortiz los hermanos Ignacio, Felipe Fermín y José Antonio Paúl Navarrete.

Doña Agueda Epifanía Paúl Navarrete, nació en Ortiz en 1883; hija de don Felipe Fermín Paúl y Trinidad Navarrete. Casó en 1901 con Antonio Jacinto Loreto Arana[16], hijo de don Carmelo Loreto y doña Ana Juliana Arana. Son sus hijos: Cristina, Carmen, Francisca y Beatriz Loreto Paúl.

En 1953, Doña Agueda Paúl vendía sus propiedades y derechos de tierra que tenía en San José de Tiznados, herencia que había adquirido de su difunto esposo Antonio Jacinto Loreto y de su padre Felipe Fermín Paúl. Entre sus bienes contaban Combote.

Cristina, la primera de los Loreto Paúl, nació el 11 de enero de 1905 y falleció en 1981. Casó con el sanjosdeño don Ernesto Rodríguez Medina, hijo del intelectual José Ángel Rodríguez Trujillo y doña Virginia Medina. De este matrimonio nacieron: Carmen Josefina (+), Teresa de Jesús (+), José Avelino, Margot Lourdes, Mercedes Josefina, Ernesto José, Cristina Ramona y Ligia Josefina Rodríguez Loreto. Esta ultima viuda de Vicente Baloa y madre de nuestro amigo y hermano Ernesto Baloa Rodríguez.
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La foto corresponde a Doña Agueda Paúl Navarrete y su esposo don Antonio Jacinto Loreto. La misma quizás fue tomada en Villa de Cura, donde tenían propiedades, según nos cuenta doña Ligia Rodríguez Loreto.
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Los perros de la guerra

D' Evereux era un militar aventurero, arrogante e imponente, de origen irlandés nacido en Wexford en 1778. Tiene entre su hoja de vida su participación en la sublevación en Irlanda de 1798; fue obligado al exilio, convirtiéndose luego en ciudadano norteamericano, residenciándose en Baltimore, por poco tiempo; allí comenzó hacer nueva vida y empleándose en barcos cargueros. 

Por José Obswaldo Pérez



A Daniel R Scott
LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA en Hispanoamérica encontró en los militares europeos un buen negocio para hacerse dinero. La actividad de reclutamiento de legionarios y su asistencia es (y ha sido, hasta la actualidad) un negocio que se oferta abiertamente y que cuenta entre sus clientes a gobiernos y empresas multinacionales, que lo prefieren no solo por la efectividad de sus resultados, sino también por la “discrecionalidad” política y, en ocasiones, porque resulta más barato. Tal es el caso del general John d'Evereux, el mismo quien levantó en 1820 una legión irlandesa en la acción militar de Chaguaramas, estado Guárico.