Felipe Hernández

La historia regional y local del Guárico (Nombres y hombres que la han escrito).

FELIPE HERNÁNDEZ G.
UNESR-Cronista del Municipio Leonardo Infante

A propósito del curso de Historia Regional de la maestría en Historia de Venezuela que dicta la Universidad Rómulo Gallegos en Valle de la Pascua, es importante hacer algunas precisiones sobre esta rama de la historia, y destacar que son muchos los cronistas, historiadores e investigadores que en el pasado y en el presente han dado significativos aportes  historiográficos sobre el devenir del Guárico. Historias, investigaciones y testimonios que estás recogidos en libros, revistas, periódicos, hojas sueltas, correspondencias, amén de los documentos que reposan en los archivos de los diversos entes públicos y privados, así como en repositorios particulares y familiares. Todos, fuentes de incalculable valor historiográfico.  

En ese orden de ideas, téngase presente, que la Historia Regional es una de las ramas más recientes de la Historia, desarrollada principalmente a partir de la segunda mitad del siglo XX gracias al aporte de la Escuela de Annales, escuela francesa interesada por la renovación de los métodos históricos. Para la Escuela de Annales la Historia Regional constituye una corriente académica renovadora y de avanzada en la investigación histórica.

Tal como lo dice su nombre, la Historia Regional busca estudiar la historia de regiones particulares en vez de analizar a las grandes civilizaciones estudiadas tradicionalmente por la historia común. En este sentido, la Historia Regional emerge como un buen complemento que da especificidad a los grandes procesos históricos.

De acuerdo a sus exponentes más importantes (Lucien Febvre, Marc Bloch, Fernand Braudel y Jacques Le Goff), la Historia Regional se interesa por el análisis de las realidades históricas específicas de las regiones. Es por esto que a lo largo de su desarrollo, ha producido interesantes estudios sobre diferentes comunidades tanto de Europa como de América y otros espacios geográficos.

Si no se escriben las historias regionales es imposible llegar a la integralidad de la historia nacional. Cabe decir que la importancia de la historia regional radica en que pretende siempre ubicar los perfiles socio-económicos, políticos y culturales de las sociedades regionales y locales, a eso que los mexicanos llaman matria y en Venezuela, pequeña patria o terruño. De ahí que haya necesidad de exponer qué sucedió en diferentes períodos de tiempo en un lugar o zona determinada.

De acuerdo con lo expuesto, el devenir histórico del Guárico siempre ha tenido cultores que se han ocupado de escribir sobre su acontecer y reconstruir su acaecer en el contexto regional y local. Reconocidas y meritorias en el pasado o en el presente han sido las obras, escritos, documentos, testimonios, así como la labor reconstructiva realizada por: Adolfo A. Machado, Adolfo Rodríguez, Alberto Hernández, Alejandro Berroeta, Alfonso Espinoza, Andrés Esteban Scott, Ángel Rafael Acosta, Argenis Ranuarez Angarita, Arturo Álvarez D’Armas, Azucena Martínez. / Blas Loreto-Loreto. / Carlos Alfonzo Vaz, Carlos Juvenal Chirinos, Carlos Laya, Carlos López Garcés, Carlos Palacio, Carmen Emperatriz Sierra, Celestino Peraza, César Díaz Ledezma, Concha Rachadell.  / Daniel Scott, Darío Laguna, Degnis Romero. / Edgar Ballén Cáceres, Edgardo Malaspina, Eduardo López Sandoval, Elisa Pineda de Belisario, Enrique Olivo. / Faustino Morales, Felipe Hernández González, Félix Manuel Belisario, Fernando Aular, Fernando Carrasquel, Fernando Rodríguez Mirabal, Francisco Colina, Francisco Monroy Pittaluga, Francisco Javier Peña, Francisco Rodríguez, Franklin Santaella Isaac. / Germán Fleitas Beroes, Germán Fleitas Núñez. / Héctor Zamora. / Irma Marina Mendoza. / Jeroh Juan Montilla, José Antonio De Armas Chitty, José Francisco Martínez, José Francisco Torrealba, José Jesús Loreto-Loreto, José Rafael Viso Rodríguez, José Obswaldo Pérez Ascanio, José Rodríguez Sáez, Juan Suárez Ávila, Julio De Armas Mirabal. / Laura Requena de Pérez, Lisandro Contreras Velásquez, Lorenzo Rubín Zamora, Lorenzo Zaraza, Lucas Guillermo Castillo Lara, Luis Barrios Cruz, Luis José Acosta Rodríguez, Luis Loreto, Luis Pérez Guevara. / Manuel Abrizo, Manuel Álvarez Díaz, Manuel Aquino, Manuel Soto Arbeláez, Marco Aurelio Vila, Mario Torrealba Lossi, Máximo Salazar Carchidio, Miguel Álvarez Díaz; Miguel Funes, Miguel Rojas, Miriam Meza de Borges, Modesto Manuitt-Manuitt, Moisés Rodríguez. / Noel Lugo / Oldman Botello. / Parminio González Arzola, Pedro Calzadilla Álvarez, Pedro Díaz Seijas, Pedro Natalio Arévalo, Porfirio Torres. / Rafael Acosta, Rafael Cabrera Malo, Rafael Chacín Soto, Rafael López Castro, Ricardo Alcalá, Ricardo Montilla, Rogelia Mayo Torrealba. / Sael Ibáñez, Salvador Lara, Simón Contreras Velásquez, Socorro Armas. / Tito Sierra Santamaría. / Ubaldo R. Ruiz. / Víctor Loreto, Víctor Manuel Ovalles Carlomán, Víctor Vera Morales. / Yuni Bautista Rojas, y un largo etcétera.

Aunada a la acción cultural de los investigadores, historiadores, cronistas oficiales y no oficiales de la historia general del Guárico, de sus municipios y parroquias, un importante número de ciudadanos desarrollan actividades en las distintas áreas culturales e históricas de alcance local, regional y nacional. Esta premisa permite asegurar, que la historia nacional, regional y local son historias posibles, pero con la condición de incorporar el problema del espacio-tiempo y el análisis teórico, puesto que ese espacio a definir es a la vez una hipótesis a demostrar y un instrumento analítico.

El desafío historiográfico que se impone es el de abordar una historia regional que, a partir de  una conceptualización teórica adecuada, desmitifique a la Región Histórica, aceptando que para determinados problemas otros enfoques como la microhistoria pueden resultar muy positivos. De igual modo replantearse la historia política significará cuestionar una historia nacional forjada por hombres predestinados o descontextualizada de  procesos macros tanto económicos como políticos.
domingo, noviembre 10, 2013

La transferencia de la propiedad territorial en el Guárico colonial

Por FELIPE HERNÁNDEZ G.
UNESR/Cronista de Valle de la Pascua
felipehernandez56@yahoo.es

Largo y complejo fue el proceso de ocupación y apropiación de la tierra en la historia colonial venezolana, una diversidad jurídica contenida en las Leyes de Indias así lo establecía. Desde sus inicios se diseñó una jurisprudencia de la propiedad de la tierra, que iba o pretendía controlar la corona española por temor a que se fundasen pequeños feudos, sin embargo, la realidad americana va imponiendo sus métodos y una clase privilegiada logra el dominio y apropiación de la tierra.

En un principio el dominio absoluto de las tierras descubiertas en las Indias Occidentales correspondía por derecho al Estado Metropolitano, y se legisla con especificidad, las otorgadas a las primeras poblaciones y las pertenecientes a la Corona, al respecto el historiador F. Brito Figueroa, en su obra sobre: La Estructura Colonial Venezolana (1978), dice: … ‘fuera de las tierras, prados, pastos, montes y agua que por particular gracia o merced se hallaren concedidas a las ciudades, villas o lugares de las Indias o a otras comunidades o persona, todo lo demás de este género, y especialmente lo que tuviesen por romper o cultivas es y debe ser de su Real Corona’ (p. 141).

Es importante señalar, que la formación de la propiedad territorial en las colonias hispanoamericanas, con carácter de propiedad privada se debe buscar en las primeras bases jurídicas como fueron las mercedes, para así legalizar las ocupaciones fraudulentas de las tierras cuyo proceso comienza a manifestarse en la última década del siglo XVI; acompañada con repartos de tierras ya que hubo repartimientos o mercedes de tierra y repartimiento de indios para los trabajos, pero una y otra institución se diferenciaban claramente, sobre este aspecto el historiador Eduardo Arcila Farías, en su obra sobre: El Régimen de la Encomienda en Venezuela (1966), expone:

Las mercedes de tierra solían estar a cargo de los cabildos, en tanto que la institución de la encomienda siempre dependió de los gobernadores o de los virreyes. Cuando estas últimas autoridades ejercían la facultad de distribuir tierras, no confundían los títulos territoriales con los de las encomiendas. La propiedad del suelo entrañaba derechos de disposición hereditarios que no regían en las encomiendas. Además, la merced de tierras, como su nombre lo indica tenía por objeto la propiedad de la tierra, en tanto que los títulos de encomienda no solían hablar del dominio del mismo. (p. 284).

En atención a lo expuesto, en Venezuela, en el contexto general característico de la formación económico-social precapitalista colonial, los indicadores del proceso de formación de la propiedad latifundista, se expresan mediante:


  1. El establecimiento de una sólida doctrina jurídica metropolitana e hispanoamericana, sobre la cual se instauraba el derecho de disfruta de la propiedad territorial por parte de una minoría, descendientes, en ciertos casos, de los primeros conquistadores y pobladores del territorio. 
  1. El ejercicio del control por parte de esa minoría —–bloques endogámicos de familias, aliadas consanguínea y territorialmente— no sólo sobre la riqueza social tierra, sino también sobre los elementos jurídicos que garantizaban la transferencia de ese bien público al dominio privado y, a la par, el ejercicio del control sobre el elemento que garantizaba la tenencia de la tierra: la mano de obra.

Según estas premisas, el proceso de transferencia de tierras en los Llanos del Guárico en los siglos XVII y XVIII, lo ejemplifica el caso del presbítero Jerónimo de Rebolledo de Villavicencio, quien fundó en 1712 el pueblo de San Andrés de Aricapano de Barbacoas. El caso es como sigue: El padre Rebolledo de Villavicencio, del mantuanaje sansebastianero, propietario del hato “El Islote” y de las tierras de las inmediaciones; primero recogió los indios caribes, güires, píritus y de otras etnias, que deambulaban por las riberas de los ríos Guárico, Memo y Orituco, y luego fundó el pueblo.

Era padre Jerónimo de Rebolledo, hermano de los también sacerdotes, Agustín de Rebolledo de Villavicencio, fundador del hato Belén, en jurisdicción de Las Mercedes del Llano; de Luis de Rebolledo de Villavicencio, y emparentado consanguíneamente con el capitán Gonzalo de los Ríos Armendáriz de Rebolledo, fundadores del pueblo de Paya. Otro hermano suyo de nombre Andrés de Rebolledo fue encomendero, y se conjetura, que en su honor le dio la advocación: San Andrés de Aricapano al pueblo de Barbacoas. Como se puede ver, todo un clan y una trama familiar, con profundos vínculos con el poder administrativo y eclesiástico colonial, propietarios de buena parte de la geografía de los actuales municipios Ortiz, Mellado, Chaguaramas y Las Mercedes del Llano en el estado Guárico; y del municipio Urdaneta en el sur del estado Aragua.
jueves, septiembre 13, 2012

La esquina de La Torre

Por  Felipe Hernández

En la toponimia de la ciudad de Valle de la Pascua, la esquina de La Torre está ubicada al sureste de la plaza Bolívar, en el cruce de las calles Atarraya y Guasco. Su nombre deviene del frontal de la antigua iglesia de La Candelaria de Valle de la Pascua (templo derribado en 1955), que tenía forma de campana de Gauss invertida, el cual desde mediados del siglo XIX y por mucho tiempo fue el edificio más alto del poblado.

Esquina de La Torre. (Fotografía cortesía de la Dra. Teresa Peña de Silveira).


Históricamente, por su ubicación geográfica es una de las esquinas con mayor tradición y referencia, puesto que en sus adyacencias está situada la Iglesia Catedral de Nuestra Señora de la Candelaria, que es la patrona de ciudad. Además, según lo expuesto por el obispo Mariano Martí, en su obra: Documentos Relativos a su Visita Pastoral de la Diócesis de Caracas. Tomo II, en el año 1873 cuando estuvo en este sitio, en sus inmediaciones tenía su casa de habitación el canario Juan González Padrón, lugar donde residían su esposa e hijas (vivienda situada posiblemente en el lugar donde estuvo el abasto “Sol de oro” y actualmente están ubicados los comercios “La Cuevita” y otros más.

Sin confirmación se especula, que en el otro extremo de la esquina (donde está la tienda “La Llanera”, tuvo asiento la casa de habitación de algún teniente de justicia mayor de finales del período colonial.


La fotografía que acompaña esta crónica, se corresponde con una vivienda construida en las últimas décadas de la segunda mitad del siglo XIX, que estuvo ubicada en dicha esquina, hasta los años sesenta del siglo XX, cuando fue derribada, para construir el edificio de la tienda “La Llanera” de los hermanos griegos Basilio y Ángelo Yanopoulos.

Dicha vivienda, como bien se aprecia en la fotografía, era una construcción de bahareque de dos plantas con sus balconcitos, techo de tejas de dos aguas y muy altas puertas. Ahí vivió el presbítero Pedro José Miserol, y posteriormente, don Ricardo Sutil. Luego la casa pasó a ser propiedad del médico, Dr. Mario Soto, bien que a su muerte heredó su hija, doña Juana Soto de Salazar, casada con el tucupidense Chicho Salazar.
Hasta que fue derribada en los años sesenta del siglo XX, en dicha vivienda tuvieron su sede los establecimientos y comercios siguientes: en la esquina, Sastrería “La Mejor” de don Carlos Zambrano; al lado, “Casa Henry”, un bazar de quincalla y otros géneros, propiedad de un ciudadano norteamericano llamado Mister Henry; y finalmente “Trajes Araujo” del trujillano don Rubén Araujo, casado con la vallepascuense, doña Hilda González. En la casa vecina, propiedad del farmaceuta, Dr. Antonio Aranguren, estaba el local de la farmacia “Llanera”.

Hoy día, la otrora muy conocida esquina de La Torre, es mejor conocida por el nombre de esquina de “La Llanera”, diagonal a la Catedral, cargada de historia y referencia obligada del centro de la ciudad, por ser lugar donde confluyen la espiritualidad, el encuentro y el esparcimiento propio de la plaza Bolívar y otros lugares, algunas de las principales oficinas y entes públicos, así como expendios de todo tipo y condición de la Atarraya y calles vecinas, donde se desenvuelve el comercio citadino. Espacio siempre bullicioso, con sus buhoneros, tiendas y ventorrillos para todos los gustos, que atienden las demandas de los habitantes y visitantes de nuestra creciente y populosa Princesa Guariqueña.

Valle de la Pascua, 20 de junio de 2012.

Felipe Hernández  es doctor en Historia de Venezuela y profesor titular del Núcleo de la Universidad Simón Rodríguez de Valle de la Pascua.
domingo, junio 24, 2012

Don Pedro Ramón Salcedo, la humildad hecha poeta

Por: FELIPE HERNÁNDEZ G.│ UNESR//Cronista Municipal felipehernandez56@yahoo.es



El viernes 16 de marzo de 2012 fue bautizado en los espacios de la Casa de la Cultura “Lorenzo Rubín Zamora” de Valle de la Pascua, el poemario Sendero, llano y amor de Pedro Ramón Salcedo Herrera, poeta llanero natural del caserío Santa Clara de Manapire, en las inmediaciones de Santa Rita, el parque Aguaro-Guariquito, Cabruta y el Orinoco medio, donde nació en 1935, aquerenciado en Valle de la Pascua, donde ha echado raíces sin olvidar las vivencias de aquellas inmensidades donde el horizonte uniéndose con las nubes es el límite.

El poemario fue publicado por la Fundación Editorial el perro y la rana del Sistema Nacional de Imprentas, Colección Ernesto Luis Rodríguez, que en Guárico preside el poeta Salvador Lara, quien a su vez fungió de presentador en el acto.

Leer esta producción poética, es comprender que la única forma de ser poeta es ser uno mismo. Cuando se intenta ser los otros, gustar a los otros, sorprender a los otros, deja de tener valor la poesía, porque la autenticidad de la poesía está en el descubrimiento sustancial del recorrido por los intersticios de la condición humana, resultado de la inmersión en el abismo de las angustias, de las vivencias y de los recuerdos. En la obra de Pedro Ramón Salcedo se evidencia que la poesía tiene valor solo si descubre la teluridad que brinda su experiencia en la vida campechana, puesta al servicio de su frágil condición de ser humano con arraigados sentimientos por lo autóctono, que es lo que siente suyo.

Considérese, que la poesía no es sino el canto afinado del hombre en su largo camino hacia la eternidad. Manifestación de impotencia para mantenerse en el silencio primordial de las cosas. Por eso la poesía de Pedro Ramón Salcedo es un grito modulado de sus vivencias llaneras, así están expresadas en su poemario Sendero, llano y amor. Poesía de la tierra escrita con la humildad de un hombre sencillo que desde su finitud, brinda a quien quiera leer su producción poética con su fuerte amor por la tierra que lo vio nacer, por el llano guariqueño que le marcó el sendero desde sus entrañas. En sus versos puede palparse como una marca indeleble, la teluridad que antes marcó el destino de otros bardos compenetrados con el terruño, como Francisco Lazo Martí, Julio César Sánchez Olivo, Alberto Arvelo Torrealba, Germán Fleitas Beroes y tantos otros poetas llaneros. Es el legado innegable de un hombre de la sabana lanzado a los cuatro vientos del llano.

Estas afirmaciones nos remiten a una poética con un fondo manifiesto de añoranza no como paisaje, no como ecología, sino como patria, como vientre del hombre. Esa conciencia de que las palabras son aproximaciones hacia un fondo común que nos pertenece a los seres humanos solo por serlo, solo por formar parte de él. En el poema “La brisa del morichal” escribe:
 La brisa del morichal / suspira con las palmeras, / se mueve sobre las olas / en las lagunas llaneras, / palpitan los pajonales / en tiempos de tolvanera, / alegra los mastrantales / en noches de primavera...
En tales términos, la palabra inspiración sale sobrando para Herrera. Más que estar inspirados es necesario sentir la vida, palparla por encima de la técnica. Que el oficio y la técnica sean alas y no la cárcel de la palabra. Y si los sentimientos no se dicen, de cualquier modo se sufre, pues la trayectoria vital de Pedro Ramón Salcedo trasluce que como poeta escribe por necesidad fisiológica y ontológica, como por un fatalismo, porque para él, la poesía, más que una vocación, es un canto, un destino o una misión por todo lo vivido.

Por eso en Herrera se aprecia que el acto poético es un acto de reconocimiento de sí mismo, tal como lo plasma en el poema “Enamorando el estero”, cuando dice:

 Soy brioso como un corcel / corriendo por la sabana, / dueño de la tierra llana / cuando la veo florecer, / decir llano es un placer / para el hombre cantador, / y para mí es un honor / al llano pertenecer, / como cada amanecer / refulgente como el sol.

Versos en décimas, que para este guariqueño son sentidas añoranzas de lo que hemos sido, lo que somos y esperamos seguir siendo.

            Valle de la Pascua, abril 2012.

viernes, mayo 18, 2012

La avenida Rómulo Gallegos de Valle de la Pascua

Por FELIPE HERNÁNDEZ G.
felipehernandez56@yahoo.es

En materia de vialidad, durante el primer gobierno del Dr. Rafael Caldera Rodríguez (1969-1974) se construyeron más de siete mil kilómetros de carreteras y se pavimentaron más de 5.300 kilómetros en todo el país.

En lo que al estado Guárico refiere, a principios de enero de 1970, fue culminada la ampliación y remodelación de la avenida Rómulo Gallegos de Valle de la Pascua, la cual hasta entonces se había llamado avenida Táchira.

A la inauguración asistió el presidente de la República, Rafael Caldera, acompañado del gobernador del estado Guárico, Dr. José Ignacio González Aragort, el presidente del Concejo Municipal del Distrito Infante, Sr. Manuel Oropeza Fraile y los concejales del Partido Social Cristiano Copei, profesor Miguel Vilera del Corral y Abelardo Álvarez.

En el periódico Palestra Popular, en la edición de la primera quincena del mes de febrero de 1970, el periodista J.J. Montenegro, reseñó el acto de inauguración, de la manera siguiente:

“La Avenida llamada ahora “Rómulo Gallegos” fue inaugurada por el Presidente de la República, Dr. Rafael Caldera. Como se pudo ver, un mes antes de la inauguración, los trabajos fueron redoblados, es decir, los obreros y personal técnico trabajaron día y noche para tener listo el trabajo de construcción de la vía...”.

Antes de 1970, la avenida Rómulo Gallegos, se llamaba avenida Táchira, nombre dado en los años cincuenta, en un acto de adulancia al dictador Marcos Pérez Jiménez. Anterior a los años cincuenta se le llamó Calle Abajo y calle de Los Coleadores.

Otra obra vial de importancia en el Guárico, durante ese período, fue la culminación de la construcción de la Carretera Nacional Troncal 11, que desde la población de Paso Real de Macaira, se prolonga hasta la carretera de la Costa. “Esta obra fundamental pasó a ser la de mayor trascendencia e impacto para el progreso de San José de Guaribe y demás poblaciones del Nororiente del estado Guárico”, por la facilidad para comunicarse con el Oriente del país y con la capital de la República.

En septiembre de 1971, durante la gestión del gobernador, Dr. David Itriago Sifontes, se construyó en terrenos del sector Las Adjuntas de San Juan de los Morros, el Campo de Aterrizaje de esa ciudad.

REFERENCIAS
ALCALÁ G. Ricardo. (2007): San Juan de Ayer. San Juan de los Morros: Publicaciones de la Alcaldía del Municipio Juan Germán Roscio. Editorial Miranda. Segunda edición. p. 54.
HERNÁNDEZ G. Felipe. (2011). Historia Económica y Social del Guárico. En preparación.
PALESTRA POPULAR. (1970): El Presidente de la República visitó Valle de la Pascua. Valle de la Pascua, 1ª. Quincena de febrero de 1970. p. 10.
ROJAS-ROJAS, Miguel. (1995): Apuntes sobre la Historia de San José de Guaribe. Caracas: Instituto Universitario Armando Reverón, Geografía Viva, Fundación Reveroniana, FUNDACULGUA y Ateneo de Guaribe. p. 111.


Felipe Hernández es  doctor en Historia, Cronista Municipal de la Ciudad de Valle de la  Pascua
sábado, abril 21, 2012

15 de Enero: Día del maestro




FELIPE HERNÁNDEZ G.
felipehernandez56@yahoo.es
UNESR/Cronista Municipal


El 13 de enero de 1945, el Presidente de la República, general Isaías Medina Angarita decretó la celebración del Día del Maestro, el 15 de Enero de cada año, como un homenaje permanente a los educadores venezolanos.

Sus antecedentes se remontan al 15 de enero de 1932, cuando en la sede del antiguo “Colegio Vargas”, ubicado entonces en la esquina de Cují de Caracas, se fundó la Sociedad Venezolana de Maestros de Instrucción Primaria, que cuatro años más tarde se convirtió en la Federación Venezolana de Maestros. El primer Presidente de la Sociedad… fue el notable educador y dirigente gremial Miguel Suniaga. Luis Beltrán Prieto Figueroa fue el Secretario de esta primera directiva, y más tarde lo eligieron tercer Presidente de la Sociedad como sucesor de Roberto Martínez Centeno.

En 1952, durante la dictadura de Marcos Pérez Jiménez, la celebración se cambió al 29 de noviembre, fecha del natalicio de don Andrés Bello, por su condición de maestro del Libertador. Sin embargo, caída la dictadura el 23 de enero de 1958, se volvió a instituir la fecha fijada por Medina, la del 15 de enero, hasta la actualidad.

La idea inicial de celebrar el Día del Maestro surgió en el seno de la Primera Convención del Magisterio, celebrada en Caracas entre el 25 de agosto y el 5 de septiembre de 1936. Esta Asamblea soberana creó la Federación Venezolana de Maestros, cuyo primer Presidente fue Luis Beltrán Prieto Figueroa.

En el estado Guárico, la Federación Venezolana de Maestros fue fundada en 1936 por el vallepascuense, Prof. Héctor Zamora, quien fue su primer presidente, acompañado de un grupo de maestros, entre quienes estaban Miriam Mirabal, Leoncio Corro, Evelia de Gabis y María Yépez. A nivel regional, también han sido presidentes de la FVM, los profesores Antonieta de Peralta, Gloria de Tovar, Alberto Arévalo, Edith Ruiz de Sáa y Freddy Rodríguez Zamora. En Valle de la Pascua, entre otros, han dirigido el gremio, los docentes Rafael Vidal Guía, Elpidio Barrades, Miguel Martínez Vicent, Lisandro Suárez y Clorinda Martínez.

La sede de la Federación Venezolana de Maestros-Seccional Guárico, ubicada en la avenida Bolívar de San Juan de los Morros, fue donada por don Ricardo Montilla, en su primera gestión como gobernador del Guárico. El acto de donación se efectuó el día 7 de enero de 1947.

En 1937, para la construcción de la sede nacional de la FVM en Caracas, su primera directiva solicitó apoyo económico a los entes públicos nacionales, regionales y municipales. De la solicitud enviada a los concejos municipales del estado Guárico, en el archivo del Concejo Municipal del Municipio Infante, reposa una nota que da cuenta del aporte de esta Corporación, dice así:

En sesión ordinaria del Concejo Municipal del Distrito Infante, del día 15 de octubre de 1937, bajo la presidencia de José Ángel Ledezma y de los concejales: Antonio Arias Moreno, Jesús María Rodríguez, Juan Moreno Arzola, Miguel García Méndez y Antonio César Belisario… Se puso en consideración una nota de la Federación Venezolana de Maestros solicitando una ayuda para la construcción de la Casa del Maestro… se aprobó una ayuda de veinticinco bolívares; igualmente el sindico procurador municipal, ciudadano Miguel García Méndez, expone que “considerando lo significativo del proyecto de dicha Federación, está dispuesto a contribuir con la mitad de su sueldo durante tres quincenas y pide a la Secretaría, lo haga del conocimiento de la referida entidad”.

Feliz día del Maestro 2012.
viernes, enero 13, 2012

La vista del Obispo Mariano Martí a Valle de la Pacua

Dr. FELIPE HERNÁNDEZ G.
UNESR / CRONISTA DE VLP
felipehernandez56@yahoo.es

El obispo Mariano Martí, nacido en España en 1721, doctor en Derecho Civil y Eclesiástico, presidió la Diócesis de Venezuela desde 1770 hasta el año de su muerte, ocurrida en Caracas en 1792. Entre 1772 y 1784 visitó casi todo el territorio de la Provincia de Caracas, inspeccionando personalmente las iglesias parroquiales, capillas, oratorios y conventos, en las ciudades, villas, pueblos, lugares, doctrinas, misiones, sitios, haciendas y hatos de Tierra Firme.

La larga visita del Obispo fue registrada en innumerables folios. Mariano Martí fue meticuloso y prolijo como un naturalista, antecesor de Alejandro de Humboldt, en su recorrido por la Venezuela pecaminosa de la segunda mitad del siglo XVIII, va describiendo el paisaje, los topónimos, los lugares y sitios por donde pasa, la estación del año, las clases sociales, así como el tipo de construcción y el estado y la dotación de las iglesias, capillas, oratorios y altares.

Día 9 de febrero de 1783, salimos del pueblo de Tucupido, a las tres y cuarto de la tarde, y llegamos a las nueve y cuarto al sitio nombrado el Valle de la Pascua, en la casa o hato de don Juan González Padrón, ocho leguas largas. En el camino no deja de haber algunas quebradas, que ahora están secas, y también hay algunas montañuelas o arboledas, que hacen algo penoso el camino. El día 10 de febrero de 1783, salimos de dicho Valle de la Pascua, o hato a las tres y media de la tarde, y llegamos a las ocho y tres cuartos de la noche a este pueblo de Chaguaramas, distante ocho leguas largas. El camino, llano y bueno. En el Valle de la Pascua, en el dicho hato o casa de González Padrón, en uno de sus aposentos, hay una Capilla con su altar, en donde no se ha celebrado Missa desde que murió el señor Madroñero (el obispo Diego A. Diez Madroñero, murió en Valencia en 1769), y servía para desde allí ministrar el Santíssimo Viático a los que viven inmediatos. Antes de llegar a este pueblo (Chaguaramas), como a unas tres leguas, poco más o menos, pasamos el sitio llamado La Tigrera, hato o casa de don Vicente Rodríguez Camejo, y en el corredor abajo hay una Capilla y altar en donde no se dice Missa desde que murió el señor Madroñero, y tal vez servirá para ministrar el Santíssimo Viático a los enfermos inmediatos. La capilla del Valle de la Pascua está cubierta de palma, pero la de La Tigrera está cubierta de teja como toda la casa. La del Valle de la Pascua es bajo la invocación de San Felipe Neri, y la de La Tigrera es bajo la invocación de San Antonio de Padua, pero el sitio de La Tigrera es o lo llaman de Santa Ana.

Desde el día 9 de febrero que sale de Tucupido hasta el día 14 de marzo de 1783, cuando abandona Chaguaramas con rumbo hacia el pueblo de Lezama en el Orituco, transcurren un mes y dos días, era pleno verano, al igual que en los demás pueblos y lugares de la Provincia de Venezuela que visitó, observó y corrigió los métodos empleados en la enseñanza de la doctrina cristiana, tanto en poblados criollos como en misiones y pueblos de adoctrinamiento. Fue riguroso y severo en la corrección de las distintas clases sociales: indios, pardos, negros y blancos. Aunque se dice que fue benigno en sus enmiendas, no vaciló en apelar al “brazo secular”, es decir, a la fuerza pública, y hasta a la cárcel, para someter a los incorregibles.

Bernardino Requena, blanco, soltero, vive mal con una mulata, hija de Joseph Matute, soltera. Ambos viven en el Valle de la Pascua, inmediatos, y ella y su padre viven en una tierra que el dicho Bernardino les dio, o les permitió que viviesen en dicha tierra, porque dichos padre e hija son unos pobres. En presencia de este Cura queda prevenido este Teniente de Justicia Mayor de mandar (para cuyo efecto está ya llamado) al dicho Requena que saque de sus tierras al dicho Joseph Matute y a su hija, y que sino la saca luego, los sacará el mismo Teniente.

Joseph Fernández, blanco, casado, vive mal con una samba que tiene en su casa del Socorro, distante de acá como unas veinte leguas. Queda prevenido este Teniente de Justicia Mayor de sacar de la casa de dicho Fernández, y sus contornos a la dicha samba, y será conveniente ponerla acá en este pueblo (Chaguaramas) en alguna casa honrada y la mantengan.
Andrés Arévalo, mestizo o mulato, soltero, vive mal con Francisca Arévalo, su prima hermana, soltera. Ambos viven en el Valle de la Pascua, en casas inmediatas, como a distancia de unas tres o cuatro cuadras. Queda prevenido este Teniente, en presencia de este Cura, de quitar de esta jurisdicción o Parroquia al dicho Andrés y de ponerlo en la cárcel, siempre que volviere sin ser casado con otra mujer o sin traer dispensa, que será difícil conseguirla, para casarse con la dicha Francisca.

Las autoridades de Chaguaramas responsables de cumplir las instrucciones dadas por el obispo Martí, en su visita, eran: cura Joseph Antonio Cabrera, teniente justicia mayor, don Nicolás Arzola y juez de llanos, don Nicolás Gutiérrez.

De la visita del obispo Martí, la decisión más importante, fue la creación de la nueva Parroquia o Curato del Valle de la Pascua:

He concedido licencia para que con motivo de ministrar el Viático a los enfermos de una legua, se celebre Missa en los Oratorios del Valle de la Pascua y de La Tigrera…, y también para el mismo fin del Viático en los Oratorios de Belén y de Santa Juana, que todos son de esta Parroquia… Conviene que en el dicho Valle de la Pascua se erija una nueva Parroquia, y para esto tiene don Ilario tomada la razón y noticias convenientes.

Vinieron luego las diligencias de mensura y trámites, en los cuales intervinieron representantes del Rey Carlos III de Borbón, del Obispo, proceso que concluye el 10 de febrero de 1785, cuando comienza solemnemente el Curato de Nuestra Señora de la Candelaria del Valle de la Pascua. Don Nicolás Casimiro de Arzola y Betancourt, Teniente Justicia Mayor de Chaguaramas, representa al gobernador Manuel González de Navarra en el acto de creación del Curato, el cual constituye el acto oficial del nacimiento de Valle de la Pascua como pueblo. El primer párroco designado para conducir los destinos del nuevo curato, fue el presbítero Domingo Lander.

LA CALLE MARTÍ
El obispo Mariano Martí es recordado en Valle de la Pascua, a través de la eponimía de la Calle Martí, calle de corta extensión, apenas tres cuadras, localizada en la urbanización Guamachal. En sentido Norte-Sur, nace en las inmediaciones de la calle Los Pinos, frente a la vivienda de doña Rosa Padrón de Pérez (Familia Pérez Padrón) y finaliza en la avenida Circunvalación, al frente de la entrada principal del Instituto Universitario de Tecnología de Los Llanos.

REFERENCIAS
DE ARMAS CHITTY, J. A. (1979). Historia del Guárico 1532-1800. Tomo I. San Juan de los Morros: Universidad Rómulo Gallegos. p. 156.

HERNÁNDEZ G. Felipe. (2006): Historia de Valle de la Pascua. En los Llanos del Guárico. 1725-2000. Caracas: Tipografía de Miguel Ángel García e hijo. p. 164.

MARÍN, Carlos Alfredo. (2010): “La visita del Obispo. La Venezuela pecaminosa de don Mariano Martí”. Memorias de Venezuela Nº 13. Caracas: Ministerio del PPP la Cultura / Centro Nacional de Historia. Abril 2010. p. 15.

MARTÍ, Mariano. (1998): Documentos Relativos a su Visita Pastoral de la Diócesis de Caracas. Tomo II. Caracas: Biblioteca de la Academia Nacional de la Historia. Fuentes para la Historia Colonial de Venezuela. Tercera Edición. pp. 488-494.

En Valle de la Pascua, a los dieciséis días del mes de julio de 2011.
lunes, julio 25, 2011

Don Miguel Álvarez Díaz: Un canario de excepción

Aún cuando existe la tendencia de recordar a los muertos exaltando sus virtudes, que en este caso tenía muchas; en esta oportunidad el recuerdo estuvo orientado hacia la persona que fue Miguel: humano, humilde, franco, sincero; defendiendo a los canarios y la canariedad a toda costa, tendiendo la mano amiga cuando era necesario.
Don Miguel Álvarez Díaz, durante una reciente entrevista
a la viceconsejera de Emigración y Cooperación
con América del Gobierno de Canarias.
Tomado de Canarias en el Mundo

A Julio Vicente Álvarez Matamoros, dilecto
hijo de Miguel y doña Hilda, reconocido artista
en España, quien en los años 80 fue nuestro
alumno en las aulas del Liceo José Gil Fortoul

Por: FELIPE HERNÁNDEZ G.
UNESR-Núcleo Valle de la Pascua

Este pasado siete de junio se cumplió un año del sensible fallecimiento de ese canario de excepción que fue don Miguel Álvarez Díaz, tan doloroso momento fue recordado por muchos de los que fuimos sus amigos. La actividad central fue realizada en la emisora radial donde la doctora Norka Ruiz Cadenas mantiene viva esa parte de Miguel que fue su Programa “Ondas Canarias”. Convocados para la ocasión nos dimos cita, entre otros, su esposa doña Hilda Matamoros, su hijo Miguelito, la profesora María Estevaliz Quintero, presidenta del Hogar Canario en Valle de la Pascua; además de los profesores Aquiles Lugo y José Manuel Celis, quien junto con Norka y el operador Jorge Luis Coa Faramalla desarrollamos una amena tertulia, amenizada por música canaria y las muchas llamadas telefónicas de amigos que testimoniaban una vez más, su amistad y su recuerdo a Miguel. Muy sentida la llamada de su hermana desde los Islas Canarias y de su hija desde Madrid.

Aún cuando existe la tendencia de recordar a los muertos exaltando sus virtudes, que en este caso tenía muchas; en esta oportunidad el recuerdo estuvo orientado hacia la persona que fue Miguel: humano, humilde, franco, sincero; defendiendo a los canarios y la canariedad a toda costa, tendiendo la mano amiga cuando era necesario. Motivo que sirvió para que la profesora María Estevaliz Quintero estuviese de acuerdo en crear en el Hogar Canario, una Cátedra donde se exaltará no sólo la vida y obra de Miguel, sino además, realizar permanentes ciclos de charlas, conferencias y actividades sobre el devenir canario en estos lares. Esta idea está en plena sintonía con lo que fue la vida y el pensamiento de Miguel, quien “siempre vivió como si fuera a morir mañana que equivale a no morir nunca". Porque él como difusor del pensamiento y del sentimiento canario, estará siempre presente. No es casual, que la premisa existencialista de la filosofía establezca, que la materia existe pero es necesario que un ser pensante la identifique, la reconozca; y este importante papel de la conciencia, privativo del hombre, es al mismo tiempo una condición para la existencia de la materia misma en nuestro pensamiento. Quizás esas apreciaciones me motivaron a escribir sobre don Miguel Álvarez, el 14 de noviembre de 2008, en ocasión de la visita que dispensaran al Hogar Canario de esta ciudad, el embajador de las Islas Canarias en Venezuela y autoridades del Gobierno Canario, lo siguiente:

DON MIGUEL ÁLVAREZ DÍAZ, …canario de excepción, ciudadano cabal, excelente amigo, conductor por años del Programa Radial “Ondas Canarias”, además de contertulio y participante habitual en jornadas, conversatorios, congresos y encuentros sobre historia regional y local en nuestra ciudad y en el estado Guárico en general, lo que le ha convertido en cronista oficial de los canarios y la canariedad en el Guárico, fuente testimonial de obligada consulta y suerte de oráculo de respetada referencia para el estudio de todo lo referente al devenir de los canarios en estas tierras, donde por siempre han dado un muy valioso aporte de sacrificio y trabajo, en aras del desarrollo de estos pueblos, amen de la cuota genética con la que han prolongado su estirpe en Valle de la Pascua y el Guárico por generaciones. En definitiva, don Miguel Álvarez Díaz, es capaz de soplar el viento de la historia y sacar de la rutina a los canarios asentados en estas tierras, abriéndoles puertas y ventanas sobre el mundo de donde vienen o vinieron sus antepasados.

A quienes conocimos, tratamos y fuimos amigos de Miguel, su muerte sólo ha logrado hacernos comprender que lo grande y trascendente puede presentarse con ropaje de sencillez, parecer cotidiano y normal lo que luego otros verán como excepcional. Su vida fructífera le dio pasaporte para que, aun muerto, siga entre nosotros y su recuerdo nos estremezca cuando constatemos, en los hechos futuros, la profundidad de sus luchas y de su pensamiento.

En Valle de la Pascua, a los ocho días del mes de junio de 2010.

martes, junio 22, 2010

La mitología como inspirador referencial en la poesía sobre el llano de Arturo Álvarez D´Armas

Por: FELIPE HERNÁNDEZ G.
Profesor Titular UNESR
felipehernandez56@yahoo.es

La serie de poemas dedicados al llano del poeta Arturo Álvarez D’Armas demuestran que este escritor de la negritud, que además de poeta, es crítico literario, fotógrafo, investigador y bibliógrafo, se manifiesta también con singular habilidad y pureza en la creación literaria.

Caraqueño de nacimiento, la Universidad Rómulo Gallegos lo trajo al Guárico, y el sol de la sabana lo obnubiló para que transitara los mil caminos del llano en pos del horizonte de la ruta galleguiana, así, un día con su esposa Lesbia, plantó su huella en los confines que unen al Guárico y al Apure, y desde la apacible y bucólica población de Puerto Miranda, con las resolanas de marzo invoca a las musas de la mitología para presentarnos su aedos llanero, diciéndonos:

domingo, mayo 02, 2010

El padre Chacín, un educador humanista

lunes, enero 25, 2010

DE VALLE DE LA PASCUA A ACHAGUAS… PASANDO POR SAN FERNANDO (Con cien leguas de por medio)

por DR. FELIPE HERNÁNDEZ G. UNESR – Núcleo Valle de la Pascua felipehernandez56@yahoo.es felipehernandez56@hotmail.com

Con cien leguas de por medio…” frase del poema “Cajón de Arauca Apureño” que escribió el poeta Julio César Sánchez Olivo en Valle de la Pascua en el año 1956. Canto a la nostalgia y la melancolía, ante la pena que da el adiós por lo que hemos vivido y creemos no volver a ver y vivir, canto a la apureñidad que es como decir la llaneridad toda. Segundo himno de los apureños. Poema que hizo canción el eximio cantante guariqueño Ángel Custodio Loyola, y muchos otros han continuando cantando.

Tomamos prestada esa frase emblemática para subtitular esta crónica, que es una referencia a la conmemoración del Centenario del Natalicio de Don Julio, acontecimiento feliz que se ha estado celebrando durante todo el año 2009, a través de reuniones, conferencias, conversatorios, escritos, actos recordatorios, y cuyo clímax tuvo lugar los días 23, 24 y 25 de octubre del corriente año, en la población de Achaguas, que es igual a decir, la tierra del Nazareno y del río Matiyure.
Como es sabido, don Julio César Sánchez Olivo nació en la Parroquia Guachara, Municipio Achaguas, del Estado Apure, el día 21 de Octubre de 1909, por lo cual, la Comisión desde un primer momento se planteó como objetivo central, darle participación en las actividades a realizar, a gente que estuvo de una u otra forma relacionada con su quehacer intelectual, tanto en su Apure nativo como en el resto del llano venezolano.
Como miembro de la Comisión Nacional designada por la Dirección de Cultura del Ejecutivo de Estado Apure y por el Centro de Estudios del Llano de la Universidad Rómulo Gallegos (CELLUNERG), asistimos a Achaguas, a respaldar al profesor Argenis Méndez Echenique, Cronista Mayor de Apure, quien la presidió, junto con el cronista del municipio, profesor Elisur Lares Bolívar, la cronista adjunta, profesora Luisa Martínez, la alcaldía, el Concejo Municipal, la Casa de la Cultura y las fuerzas vivas de Achaguas y San Fernando, quienes realizaron un importante trabajo de organización para que los actos estuviesen a la altura de tan meritorio y ejemplar ciudadano, orgullo del gentilicio apureño y llanero. Sentimiento recogido en la expresión de Elvin Barreto Guedez, cuando en su disertación nos dijo: “Julio César Sánchez Olivo fue portador de una ética que hoy venimos a reivindicar”.
La Casa de la Cultura “Cantante Carlos Guevara” de Achaguas, sirvió de escenario para realizar tres jornadas de intenso y fructífero trabajo intelectual y folclórico, donde se resaltó lo mejor del ciclo vital del conocido poeta sabanero, expresado en sus diversas facetas: poética, política, intelectual, comunicacional, ciudadana y humana.
La conferencia central la dictó el doctor Adolfo Rodríguez, reconocido académico e historiador guariqueño, quien realizó una magistral disertación de la vida y obra del Poeta llanero, titulada “Julio César Sánchez Olivo, mensajero de resonancia étnica”, donde hizo énfasis en “los vaticinios de Sánchez Olivo acerca de un mundo llamado Apure que no morirá jamás”. Las ponencias presentadas por participantes de los estados Apure, Barinas, Cojedes, Guarico, Miranda y Vargas, constituyeron todo un aporte antológico para el conocimiento de la vida y la obra del poeta. Entre otras, son emblemáticas:
- “Conversación con don Julio, Agosto de 1986” presentada por el Cronista de Maracay, profesor Oldman Botello.
- “La teluridad en la poética de don Julio César Sánchez Olivo” del profesor Felipe Hernández, de la Universidad Simón Rodríguez – Núcleo Valle de la Pascua.
- “El llano desde la pasión y la nostalgia. Un acercamiento impresionista a la obra poética de Julio César Sánchez Olivo”. Del escritor cojedeño Julio Rafael Silva.
- “Julio César Sánchez Olivo y su labor investigativa”. Presentada por el cronista de Achaguas, Elisur Lares.
- “La poesía de Sánchez Olivo desde el enfoque de la versoterapia”, por Ramón Ojeda Cruzate, Cronista de Elorza.
- “La trayectoria política de Sánchez Olivo”. Del profesor Elvin Barreto Guedes de la Universidad Simón Bolívar – Núcleo El Litoral.
- “Vida y obra de Sánchez Olivo”, del Cronista de Guasdualito, Aldo Márquez.
- “Canto llanero al gran poeta apureño”. Presentada por el escritor barinés, Miguel Ángel Nieves, entre otras.
En cada uno de los trabajos leídos, se vigoriza la idea que para el llanero la poesía de Sánchez Olivo es como un acicate, un referente para toda la vida, para la eternidad, para orgullo de sus familiares y parientes: María Elena Sánchez Maldonado y Ana María Gil Sánchez (sobrinas del poeta, hija la primera y nieta la segunda, de su hermano Teodorito Sánchez Olivo), quienes en representación de la familia del homenajeado estuvieron presentes en los actos.
Un reconocimiento especial, merece la actuación de la Orquesta Sinfónica Juvenil del Municipio Achaguas, que nos deleitó con sus selectas interpretaciones. Del igual manera, son dignas de reconocerse las atenciones dispensadas por el profesor Méndez Echenique, por la alcaldesa, Claritza Jiménez de Garbi, los concejales Orlando Cordero y “Chichita” Landaeta; el director de la Casa de la Cultura, cantante y folclorista Ramón Ojeda, el cronista y la cronista adjunta, Elisur Lares y Luisa Martínez, la profesora Rosa Simona Ojeda de la Sociedad Bolivariana, el profesor Pedro Pablo Olivares y las profesoras Lilian María Méndez y María Soledad Moreno de Cortéz, así como los poetas y folcloristas apureños: Omar Moreno Gil, Rómulo Eudoro González Blanco, José Ramón Mejías (Samanela), Demetrio Hernández, Valentín ¿?, Cristóbal Jiménez y Ramón Oviedo; y de Barinas, los poetas Miguel Ángel Nieves y Reinaldo Arias, entre otros. En esta jornada centenaria sobre el insigne poeta apureño, como en su verso, una vez más nos llevó: Por el rumbo de la vida / del mediodía hacia el ocaso, / llevando el llano por dentro / marchas con tu recio ánimo, / porque a tu alma de poeta / bien la templó el sol de marzo… y por ahí se va la obra de un hombre que asumió compromisos políticos y literarios sin hacer grandes distinciones entre uno y otro, entendiendo su acción como una extensión de su actividad ciudadana, que le permitía acceder y divulgar la vida y las costumbres ancestrales del hombre del llano, con la esperanza de preservarlas y quizás moralizarlas y al mismo tiempo inocular su muy particular visión del mundo, que le legó al futuro, y como una pequeña contribución a la posteridad, en su poética nos deja testimonio de su experiencia y de sus sentimientos.
En Valle de la Pascua, a los ocho días del mes de diciembre del año 2009.
sábado, diciembre 19, 2009

Los vínculos familiares de don Simón Rodríguez en el Guárico colonial.

Dr. Felipe Hernández G.

Profesor Titular. UNESR


Durante el período colonial en Venezuela, la corona española ejercía dominio absoluto sobre la propiedad de la tierra. La propiedad territorial agraria se inició con las figuras jurídicas representadas por las Capitulaciones y las Mercedes de Tierra, expresadas en el repartimiento de Peonías y Caballerías entre los conquistadores, quienes estaban obligados a construir en los solares asignados, cultivar la tierra o realizar actividades ganaderas en el tiempo estipulado.


Para la segunda mitad del siglo XVI adquieren especial relevancia las ocupaciones de hecho de grandes extensiones territoriales, y a partir del año 1591 se intentó legalizar esta situación con los llamados remates y composiciones de tierras, precedidos por las respectivas denuncias de las tierras baldías o realengas ocupadas.

En ese sentido, en investigaciones sobre composiciones y venta de tierras en el partido de Santa María de Ipire durante el período colonial, se ha determinado que las más antiguas operaciones realizadas al respecto, corresponden a Miguel de Ledesma, quien actuando en nombre de Diego de Ledesma, el 02 de diciembre del año 1740, es reseñado vendiendo una legua de tierras de hato en las riveras del río Chivata. 
Casi dos años después aparece el nombre de un bisabuelo del maestro don Simón Rodríguez, se trata de don Mathías Rodríguez-Gil, quien efectúa el remate de unas tierras que fueron de su hermano Juan Rodríguez-Gil, así como la posesión de un hato de ganado mayor en Ipire y un rincón de tierra al lado de la quebrada de Santa Inés, eso fue exactamente, el 18 de enero de 1743. En la misma fecha, Pedro de Ledesma, efectúa el remate de un sitio de hato en Ipire. Y al año siguiente Joseph Becerra realiza otro remate en el sitio de Zuata.
En 1759, el citado bisabuelo don Mathías Rodríguez, realizó en medianía con su yerno Julián García, una nueva composición de tierras de pasto en jurisdicción de Ipire, entre la quebrada Santa Inés y Coporo. 
La genealogía de esta familia Rodríguez, según investigaciones realizadas por la historiadora Irma Mendoza, sería la siguiente:
Don Mathias Rodríguez-Gil nació en La Vega, Caracas, hijo de los canarios Juan Rodríguez Garbuso y Francisca Gil. Se casó en 1696 con Apolonia Díaz, natural de Buenavista (Tenerife – Islas Canarias), hija de los canarios Francisco Martínez y Polonia Díaz. Fueron padres de siete hijos, a saber: Juan de la Cruz, que fue casado con Josefa Duarte, Bartolomé, Rosa María que se casó con Francisco Manchal, María Pascuala que fue casada con José Esparragoza, Margarita casada con Florencio Rodríguez, Paula Polonia que se casó con Julián García, Miguel, y Antonio, Rodríguez Díaz.

Antonio Rodríguez Díaz fue casado con María Teresa Álvarez Carneiro, y son los padres Juan Rafael y Rosalía Rodríguez Álvarez.
El presbítero Juan Rafael Rodríguez Álvarez, quien según el obispo Mariano Martí (1998), nació en el pueblo de El Sombrero, el 09 de octubre de 1746, era doctor y bachiller en leyes antes de ser ordenado sacerdote, además de muy reputado letrado, que le valió para ocupar el cargo de Secretario de la Real y Pontificia Universidad Santa Rosa de Lima de Caracas. Su hermana doña Rosalía Rodríguez Álvarez, fue la madre del músico caraqueño Cayetano Rodríguez y de don Simón Rodríguez, según la mayoría de los biógrafos del maestro del Libertador.
En las biografías oficiales se indica que Rosalía Rodríguez Álvarez nació en Caracas el 25 de febrero de 1743, sin embargo, en investigaciones realizadas por don Manuel Aquino (1996), determinó que esta nació en El Sombrero, al igual que su hermano Juan Rafael Rodríguez, lo que es muy probable, a sabiendas que el Guárico todo pertenecía a la provincia de Caracas, y por lo tanto quien nacía en cualquier lugar de su jurisdicción, era por extensión caraqueño. Fue doña Rosalía, casada en primeras nupcias en 1759, con don Alejandro Aseste y Reina, de quien enviudó en 1765. De esa unión procrearon una hija de nombre Petrona Aseste y Reina-Rodríguez, quien se casó con Francisco López, hijo del pintor Juan Pedro López, convirtiéndose así, en concuñada de los músicos Manuel Sucre y Bartolomé Bello, padre de don Andrés Bello.
Simón y Cayetano, nacieron, respectivamente, en 1771 y 1774, durante la viudez de Rosalía, quien en 1799 fungió de fiadora del presunto padre de estos, Alejandro Carreño, en la hipoteca de una casa en La Candelaria, Caracas.
Quizá desencantada porque Alejandro Carreño optó por los hábitos sacerdotales en lugar del matrimonio, Rosalía contrajo nupcias nuevamente en 1780 con Ignacio Abay, de quien tuvo otra hija, de nombre María Josefa Joaquina Abay Rodríguez, nacida en 1781. Infiere el historiador Alberto Calzavara (1987), que doña Rosalía Rodríguez residió en Caracas hasta 1792, año en que viajó a Santa María de Ipire, donde falleció en 1799. Lo que permite inferir, que la madre de Simón Rodríguez fue enterrada en el pueblo de Santa María de Ipire, o en alguna capilla en su hato Mahomito o en su jurisdicción. Es muy probable que Rosalía Rodríguez haya vivido en Santa María de Ipire entre 1792 y 1799, es decir, durante siete años, seguramente en Mahomito. A su muerte tenía 56 años de edad. 
En un censo de población de Santa María de Ipire efectuado en 1781, aparece reseñada una mujer de este nombre (Rosalía Rodríguez) como dueña del sitio de hato Mahomito, y en el año 1800, su hija Petrona Aseste y Reina-Rodríguez de López, extendió un poder a los santamarieños Ignacio y Manuel Balza, para que hicieran la repartición de los bienes dejados por su madre Rosalía Rodríguez en Santa María de Ipire.
Se cree que el presbítero Juan Rafael Rodríguez Álvarez, nacido en El Sombrero y hermano de Rosalía, influyó de manera decisiva en la formación del ilustre pensador caraqueño, por cuanto fue él, el responsable de su cuido, guía y educación.
Como se puede ver, el bisabuelo de Simón Rodríguez: don Mathías Rodríguez-Gil, el abuelo: don Antonio Rodríguez Díaz, sus tíos abuelos: Julián García y su esposa Paula Polonia Rodríguez Díaz de García, y su madre: Rosalía Rodríguez Álvarez, fueron propietarios de tierras y hatos en jurisdicción de Santa María de Ipire en el Guárico Colonial, donde probablemente fue enterrada. Además el hecho que su tío Juan Rafael Rodríguez Álvarez y su madre hayan nacido en el pueblo de El Sombrero es un indicativo que también tuvieron propiedades en su jurisdicción durante el período de la colonia y ss.  


Correo: 
felipehernandez56@yahoo.es

REFERENCIAS 
AQUINO D. Manuel. (1996): Los Rodríguez de Don Simón. San Juan de los Morros: Diario El Nacionalista. P. 6. 
BRITO FIGUEROA, Federico. (1961): La Estructura Social y Demográfica de Venezuela Colonial. Caracas: Tipografía Venevas, c. a. 
CALZAVARA, Alberto. (1987): Historia de la Música en Venezuela. Caracas: Fundación Pampero. FUNDACIÓN POLAR. (1990): Diccionario de Historia de Venezuela. Caracas: Editorial Ex Libris. LARA, Gabriela. (2009): La Educación en tiempos de Simón Rodríguez. En: http://historiografias.blogspot.com/2009/11/la-educacion-en-tiempos-de-simon.html MARTÍ, Mariano. (1998): Documentos relativos a su visita a la Diócesis de Caracas. Caracas: Biblioteca de la Academia Nacional de la Historia. 
MENDOZA, Irma Marina. (2006): Composiciones y venta de tierras en Santa María de Ipire. Santa María de Ipire: III Encuentro de Geohistoria de Santa maría de Ipire. RANGEL P. Egilda e Irma M. MENDOZA. (2008): El mantuanaje caraqueño en los llanos del Guárico Colonial. Aproximación a su estudio. Valle de la Pascua: XII Encuentro de Cronistas e Historiadores del Estado Guárico. 11, 12 y 13 de abril de 2008. RODRÍGUEZ, Adolfo. (1998), Historia de la Tierra de Ipire. San Juan de los Morros: Fundación Guariqueña para la Cultura. Ediciones Sabaneras No. 3. Gráficas Los Morros, c. a. 
RODRÍGUEZ, Adolfo. (2009): Parentescos Familiares de Don Simón Rodríguez en el Estado Guárico. Publicado en:
http://fuegocotidiano.blogspot.com/2009/02/parentescos-familiares-de-don-simon.html 
ROJAS, Reinaldo. (2005): Simón Rodríguez: Ese desconocido. En: Hechos y Personajes de nuestra Historia. Barquisimeto: Fondo Editorial Buría. Zona Educativa del estado Portuguesa.
domingo, noviembre 22, 2009

Un adiós a Irma

El amor de Irma por el Guárico fue infinito, desde el año 1999 aquí se aquerenció, casi toda su acción investigativa en el campo de la historia la encausó hacia la Historia Regional y Local del Guárico. Como paleógrafa oficial en el Archivo General de la Nación, fueron muchos los guariqueños que acudieron a ella, para reconstruir cadenas titulativas de la propiedad territorial en esta entidad, a quien pudo ayudar, lo ayudo, con tesón, con desprendimiento, sin otro interés distinto al de servir. Así fue su vida.


por Felipe Hernández G.
Cuando muy temprano en la mañana del miércoles 11, los amigos Egilda Rangel Porras, primero y Arturo Álvarez D’Armas después, me enteraron de la muerte de Irma Mendoza, lo primero que acudió a mi memoria fue la confesión de San Agustín: “Como es la vida, así es la muerte”. Porque Irma Mendoza murió como vivió ¡luchando! ¡Soñando!. Ya lo dijo el poeta Virgilio, “El sueño es hermano de la muerte”. Es miércoles 11 de noviembre de 2009, horas antes, a la 1 y 45 minutos de la madrugada, en el Hospital Clínico Universitario de Caracas, después de una tenaz batalla por la vida, se nos fue Irma Marina, como le gustaba que le llamasen. Educadora por vocación y convicción e historiadora de profesión y oficio de acrisolados quilates. Ante el dolor que produce la partida, escribió Baudelaire, que “el tiempo devora la vida”, y afloran los recuerdos de lo que se ha vivido. En esta infausta hora, cuando la tristeza por la amiga ida nos asola, solo recordar parte de su trayectoria vital para la posteridad, alienta. Así, recordamos que a Irma la conocimos en el año 1986, cuando se desempeñaba como presidenta de la Junta Calificadora Nacional del Ministerio de Educación. Desde entonces comenzamos a tratarnos y se inició una larga y fructífera amistad, que se prolongó en el tiempo y se acrecentó en el afecto.

Nos encontramos nuevamente en los pasillos y en las aulas del Centro de Altos Estudios Alejandro de Humboldt de la Universidad Santa María en Caracas, donde realizamos el doctorado en Historia, que condujo sabiamente la mano y el pensamiento del eminente historiador y gran venezolano que fue el doctor Federico Brito Figueroa, y otros preclaros maestros como Alfonso Rumazo González, Manuel Pérez Vila, Pedro Felipe Ledezma, Juan Bautista Fuenmayor, Ramón A. Tovar, Nikita Harwich Vallenilla, Ramón Lozada Aldana, Reinaldo Rojas, Raiza Vivas de Daza, Carmen Saín de Gutiérrez, y otros. Ahí se consolidó la amistad, y a ella se sumaron amistades comunes como la de Miriam Meza de Borges, María Egilda Rangel Porras, José Marcial Ramos Guedez, Manuel Carrero, Nidia Cárdenas, José María Surga, Blanca Sánchez Blasco, Elsa Barrios Romero, Damelis Yegüez, Elis Freitas, Lucila Lista, Blanca Montoro, Emma Martínez, Cecilia Vivas, Diógenes Molina, y muchos más.

Volvimos a encontrarnos cuando ocupó la Secretaría de Educación y Cultura del estado Guárico en el año 1999, durante la primera gestión como gobernador de Eduardo Manuitt Carpio, la conseguimos haciendo equipo con la profesora Belkys Figuera Carpio. De ahí, por solicitud del para entonces rector, doctor Federico Brito Figueroa, pasó a la Universidad Rómulo Gallegos, como profesora de Postgrado en la maestría en Historia, donde junto con el doctor Elis Mercado, formó un gran equipo que permitió abrir y consolidar las maestrías en Historia en San Juan de los Morros, Valle de la Pascua y Altagracia de Orituco. Por expresa solicitud suya, formamos parte de ese equipo; fue y ha sido arduo el trabajo; de ahí han egresado un significativo número de postgraduados en Historia, profesionales guariqueños que son, en buena medida, hechura de Irma.
Téngase entre ellos, en San Juan de los Morros, a: Jeroh Juan Montilla, Mayerling Colmenares, Adriana De Abreu, Gledys Da’ Silva, Aura Marina Betancourt, Pablo Pérez, Aura Gómez, Oneida Martínez, y otros. En Ortiz: José Obswaldo Pérez Ascanio. En Calabozo: Ubaldo Ruiz y Eduardo López Sandoval. En Valle de la Pascua: Mélida Loreto de Díaz, Rosa María Álvarez, Carmen Diamora García, Antonio Campos, Maritza Márquez, y Yusdalis Celis. En Las Mercedes del Llano: Sorángel Ruiz Castro, Orietta Ortiz Mendoza y Xiomara Romero Abas. En Zaraza: Marlin Acosta y Lisbeth Rondón Rengifo. En Tucupido: Yamira González. En Altagracia de Orituco: María Luna. En El Socorro: Nervis Carpio. En Santa María de Ipire: María Mercedes Sarmiento Márquez; y en San José de Tiznados: Mariali Gondelles Bolívar.
Fue largo el surco de semillas sembradas por Irma en el Guárico, muchas de ellas florecientes y dando frutos, otras por florecer. A muchas nos tocará encausarlas para que germinen sus trabajos finales de grado. Ella hizo lo suyo. Era su sueño.
El auditorium y la Casona Universitaria, son mudos testigos de los pasos de Irma Mendoza, de las sesudas asesorías y de las importantes investigaciones historiográficas sobre el Guárico todo, que de ahí salieron, todas asesoradas por ella.
No sólo como profesora del Postgrado en Historia dictó cátedra Irma. Aquí en Guárico también lo hizo como investigadora, ponente y conferencista en encuentros, congresos, seminarios, conversatorios, coloquios y jornadas llevados a cabo en nuestra entidad. Muchas veces la acompañamos, en otras coincidimos, y a otras envió su ponencia para que la leyeran. Así, siempre nos alentó y nos acompañó en todos los Encuentros de Historiadores y Cronistas Guariqueños realizados en Valle de la Pascua, no faltó a ninguno. Pero también la vimos en Calabozo, en Camaguán, en San Juan de los Morros, en San Sebastián de los Reyes, en Chaguaramas, en Las Mercedes del Llano, en Ortiz. Ahí quedan sus ponencias. Investigaciones realizadas con gran rigurosidad, donde observamos un particular conocimiento y una especial maestría en el uso metodológico de la ciencia de la historia, aplicando las categorías de totalidad y lo interdisciplinario en la goehistoria guariqueña. Fundamentaciones hechas con información y documentos de fuentes de primera mano, obtenidas en el Archivo Arquidiocesano de Caracas, el Archivo General de la Nación, la Academia Nacional de la Historia, el Registro Principal del estado Guárico y de sus municipios, entre otros.

De ahí salió su ensayo "Presencia de la mano de obra esclava de origen africano en el Guárico colonial. Siglo XVIII", publicado en: Resonancias de la Africanidad. Libro escrito a cuatro manos con Marcial Ramos Guédez, Marisa Vannini de Gerulewicz y Jesús García, y publicado por el Fondo Editorial del IPASME, en el año 2005.También en la prensa regional dejó su impronta, son muchos los ensayos, crónicas y artículos publicados en los diarios El Nacionalista, La Prensa del Llano, La Antena, y en otras publicaciones regionales.

Considero que Irma Mendoza y Arturo Álvarez de D’ Armas, cada uno por su lado, son pioneros de los estudios sobre la negritud y la africanidad en el Guárico, cuando nadie hablaba de la presencia esclava en estos confines, levantaron ellos su voz y comenzaron a escribir. Está vivo en nuestro recuerdo el homenaje que en su honor organizaron Arturo Álvarez D’ Armas y Jeroh Juan Montilla, fue en el Teatro de Bolsillo de la Casa Artesanal, en la calle Róscio de San Juan de los Morros, el día viernes 11 de julio de 2008. Le correspondió el honor de leer el discurso de orden, al doctor José Marcial Ramos Guédez, un discurso sentido, como solo puede hacerlo un amigo, conocedor de la vida y la trayectoria académica y profesional de la homenajeada, todo un maestro. Y de moderador fungió Jeroh Montilla. Todavía retumba en mis oídos, la voz grave, como de trueno del doctor Argenis Ranuarez Angarita, “¡Aquí estoy Irma Marina! Vengo a rendirte homenaje…”, sencillamente magistral. Adolfo Rodríguez, presentó una hermosísima semblanza que tituló: Irma Mendoza: Una emoción al servicio de la Historiografía Llanera. Edgardo Malaspina, al final de sus palabras, en un gesto de caballerosidad, le entregó un hermoso ramo de flores. También estuvimos y hablamos: Oldman Botello, Miriam Meza de Borges, Ubaldo Ruiz, Oneida Martínez, y Fabiola Bolívar. En mi ponencia, además de un exordio sobre la dimensión humana e intelectual de Irma Mendoza, leí una semblanza biográfica sobre monseñor Rafael Chacín Soto, en razón que ella siempre me manifestó su interés como investigadora por este polifacético sacerdote, de quien decía, “se había escrito y estudiado poco”, especialmente sobre su personalidad y su obra, así como sus aportes a Valle de la Pascua y al Guárico. Consideraba que era una tarea pendiente. Del Padre Chacín después volvimos a hablar muchas veces, dado su interés porque se conmemorara su centenario en el año 2010. En líneas generales, el homenaje fue un acto sencillo, ameno, como en familia, muy sentido. Homenaje en vida, como debe ser.

El amor de Irma por el Guárico fue infinito, desde el año 1999 aquí se aquerenció, casi toda su acción investigativa en el campo de la historia la encausó hacia la Historia Regional y Local del Guárico. Como paleógrafa oficial en el Archivo General de la Nación, fueron muchos los guariqueños que acudieron a ella, para reconstruir cadenas titulativas de la propiedad territorial en esta entidad, a quien pudo ayudar, lo ayudo, con tesón, con desprendimiento, sin otro interés distinto al de servir. Así fue su vida.

Hoy ha arribado al puerto de todos los dolores, como católica y fiel devota de la Virgen del Carmen, acude a su cita con el Creador, nos queda su accionar de docente e historiadora comprometida y militante, traducido en el importante legado, que lo constituyen su ejemplo, sus enseñanzas, su obra, que perdurarán en el recuerdo de quienes fuimos sus amigos, sus compañeros de sueños y esperanzas, de quienes fueron sus alumnos, y de todos aquellos que la irán conociendo a través de su obra escrita legada a la posteridad. Quizás sin saberlo, Irma hizo de la vida un combate, y se enfrentó a ella con amor, que es el arma más poderosa, según el decir de Aldous Huxley. Eterna paz. En Valle de la Pascua, a los 11 días del mes de noviembre del año 2009.
viernes, noviembre 13, 2009

La teluridad en la poética de don Julio césar Sánchez Olivo

Julio César Sánchez Olivo
Por Felipe Hernández G*.
UNESR – Núcleo Valle de la Pascua

felipehernandez56@yahoo.es
felipehernandez56@hotmail.com



Venimos a Apure, a la hermosa población de Achaguas, atendiendo la amable invitación que nos formulara el ilustre amigo, Cronista Mayor de Apure, don Argenis Méndez Echenique, a la conmemoración del Centenario del nacimiento de don Julio César Sánchez Olivo (21/10/1909 - 22 /04/1988). El mejor tributo de esta entidad y de Venezuela a uno de sus más reconocidos y preclaros poetas del siglo XX.


Fue don Julio César Sánchez Olivo un héroe, si su vida la seguimos en el sentido que dio Augusto Mijares a ese término, al escribir: “La humanidad ha dado siempre el título de heroísmo no al combatir vulgar, sino a una íntima condición ética, que es lo que pone al hombre por encima de sus semejantes: héroe es el que resiste cuando los otros ceden; el que cree cuando los otros dudan; el que se rebela contra la rutina y el conformismo; el que se conserva puro cuando los otros se prostituyen”.


Leer la obra de don Julio César Sánchez Olivo, y especialmente su poemario Por el Rumbo del Recuerdo, es asistir al llamado de la tierra a través de una voz sólida, de honda raigambre llanera. Poemas donde nada es casual, donde tanto la medida de cada verso como la textura de los símbolos, mayormente llaneros, interactúan en función de un minucioso enunciado general, para que cada imagen, cada palabra resulte imprescindible. Pudiéndose decir, que cuando Sánchez Olivo da rienda suelta a la magia que crean las palabras, nos ofrece una poesía de gran fuerza telúrica, lírica y épica, a la cual no son ajenas las reflexiones filosóficas y existenciales, que no disminuyen ni enajenan su intensidad estética.


La popularidad de sus versos se explica por los temas sacados de la vida y del paisaje cotidiano del habitante de las llanuras apureñas y venezolanas, y por el uso de formas métricas y estróficas de atractiva sonoridad y de larga tradición popular, heredadas de nuestro pasado hispánico: el octosílabo, la copla, la décima, el romance. Sus imágenes aunque casi siempre sencillas, son producto de una elaboración poética rica y compleja, elaboradas con los recursos de la cotidianidad de su diario vivir en una tierra que le es todo.


Es por eso que sus versos, responden a una vocación profundamente humana y universal. Un profundo contenido reflexivo, netamente existencial, que universaliza la angustia del poeta ante el mundo y la vida por lo que sabe suyo, y la expresión estética candorosamente elaborada, presentada en imágenes de la más variada especie para pintar al llano, apoyándose en un lenguaje a veces, aunque no siempre, típicamente popular, y muy frecuentemente traducida en imágenes sencillas, porque … el no conoce los moldes / que han fabricado los técnicos, no sabe lo que es gramática / ni que cosa llaman metro… sino que su forma por venir del llano, no dificulta captar y comprender plenamente su sentido.


Parafraseando a Argenis Ranuarez Angarita, se puede afirmar, que la vida de Sánchez Olivo, es la vida del llanero en el espacio al cual pertenece, en su territorio, en su llano, con un alto grado de desarrollo de la interacción recíproca de la naturaleza: Ella alimenta su cuerpo y su espíritu. De esa naturaleza vive, y vive en armonía: la meta alcanzada será la victoria cumplida que hacen del Sánchez Olivo un “hombre completo”, capaz de tener conciencia de si mismo y de “los demás”,
Su riqueza creadora es tal, que en efecto, en sus décimas es común que prácticamente todos sus versos contengan imágenes de hermosísima factura y de muy fácil comprensión. Así lo podemos apreciar en su Carta a José Natalio Estrada:


Por el rumbo de la vida
del mediodía hacia el ocaso,
llevando el llano por dentro
marchas con tu recio ánimo,
porque a tu alma de poeta
bien la templó el sol de marzo
en las sabanas de Arauca
y te la pulió el carrao
con sus cantos que son gritos
angustiados sin descanso,
cuando en las noches de agosto
llama el amigo extraviado,
según dice la leyenda
que ha de tener de cierto algo. (…)

Como se puede ver, la teluridad en la poética de Sánchez Olivo se expresa en sus versos, impregnados con el sabor de la tierra llanera y el amor hacia ella, hacia todo lo que con ella acompaña y la ejerce en sustancia, porque según el decir de Luis Felipe Ramón y Rivera: “Todo lo que no es sustancia es vanidad”, y en palabras del filósofo alemán Emmanuel Kant: “una supuesta edad de oro sólo existe en los imaginarios de quienes no les importa la libertad como el camino que dignifica y fortalece la existencia humana en un mundo libre”. Ya decía Víctor Hugo, "La libertad es, en la filosofía, la razón; en el arte, la inspiración; en la política, el derecho”.
Es esa libertad la que va a nutrir lo telúrico, expresada con gran peso en su llaneridad, dándole plenitud a su trayectoria vital. Y ello mucha importancia posee desde el punto de vista de la concepción literaria y de la ubicación de su lenguaje lírico. El universo de la infancia, de la sabana, del llano, del rebaño, del horizonte, una expresión que exige, y al construirla sitúa al vate dentro de la vieja tradición de la poesía llanera, afincándose en la teluridad de la vida campesina llanera, prisionero y tributario del paisaje de las tierras bajas, con toda su manera de hacer y de decir, con todo un léxico peculiar, presente en hombres como Alberto Arvelo Torrealba y Francisco Lazo Martí, por memorar a los hegemónes en este tipo de canto. No es fácil zafarse al peso de una habitud tan densa como la literatura de la llaneridad, esconder las voces del hechizo del entorno del paisaje llanero. Debería más bien entenderse como una contribución, como un almojarifazgo a ese orbe de panoramas, costumbres - mores patrii -, vivencias, familia, amistades, lecturas; como un sumergirse en el pozo de la memoria y allí retomar fuerzas para volver a emerger en el real y duro, pero magnífico por la altura de su reto del presente y del futuro. Gran tiempo con el cual medirá el bardo, la fuerza de su mensaje y de su inteligencia. Más por de pronto, dedica Julio César Sánchez Olivo casi todo su Por el Rumbo del recuerdo, a un descolgarse en el tiempo, por una escalera de vocablos, que es como un anclaje impregnados de aquella circunstancia: cielo y palma, lirio sabanero y garzas, llanerías y cantares, esteros y palma sola, encierro y rodeo, quesera y hato, llano y leyenda, copla y arpa, sabana y soledad, toro y llanero, caballo y cantar, horizonte y lejanía, camino y corral, joropo y mastranto,… llanura bravía.


"Ahí fue donde yo nací,
en pleno Cajón de Arauca,
donde las mañanas huelen
a floración de sabana,
que es un perfume que pone
buena y olorosa el alma.
(...)
¡Oh, mi llanura preciosa,
siempre generosa y brava!...
¡Enorme… toda horizontes,
lo mismo que la esperanza…!”

Ese perfil humano y poético de Julio César Sánchez Olivo lo devuelve con prodigalidad por los placeres recibidos en el trato con poetas amigos, mediante la interpolación en las estrofas de versos de ellos, otras veces sus nombres, o recuerdos van y vienen. Como cuando rememora su afecto por José Natalio Estrada Torres, por Carlos Rodríguez Rincones, por José García, por Carlos Castillo, por el Indio Figueredo, por Pedro Elías Hernández, por Reinaldo Espinoza Hernández, o por el poeta Andrés Eloy Blanco, de quien cita:


“Esta es mi patria. En mi río
siento lo mío más mío,
porque aquí recuerdo yo
que luchando brazo a brazo
con la sangre de un flechazo
un indio me bautizó”.

Honora así aquel pensamiento de Epicuro en sus máximas capitales, que dice: "De los bienes que la sabiduría ofrece para la felicidad de la vida entera, el mayor con mucho es la adquisición de la amistad".


En ese mismo sentido, también es posible precisar en su poética, esa sensibilidad telúrica que se expresa como una vocación auténtica en la canta, los corríos, los decires y la poesía, la cual aflora con la sola remembranza de la vida llanera, siempre motivo para la emoción y la reflexión. A la sabiduría de la tierra de origen y a su hábitat la convierte de manera espontánea en poesía, expresada en versos que fluyen de manera natural y fácil, porque las imágenes con que se expresa las extrae de la esencia misma de la tierra y del sentir del llanero, manifestándose en una dádiva interpretativa de él mismo en su entorno, impregnándole un sentimiento sensible a lo telúrico, que expresa una inmensa pasión por el llano y una profunda originalidad que forma parte del sentimiento y la expresión de los llaneros.


En ese orden de ideas, Adolfo Rodríguez en un análisis de la obra de don Julio César Sánchez Olivo, dice lo siguiente:


“en ella se aprecia una teluridad, lo que hace que el legado de su obra, expuesto en cada uno de sus libros sea un Texto sagrado de los llaneros; pronunciamiento ante el avasallamiento etnocida, pueden catalogarse los poemas de Sánchez Olivo, recogidos en el poemario “Por el rumbo del recuerdo” (1978, 1975), con versos mayoritariamente escritos en la década del cincuenta, a manera de respuesta a la descomposición cultural como reforzadora de la política de "cemento armado", Sánchez Olivo habló en nombre del llano y de los llaneros y como lo falsificado era, sobretodo, la autenticidad expresiva de la región. Expone así su "ars poética":

"Mi verso viene del llano / y vuelve al llano: / de allá viene, hacia allá va, / por el rumbo del recuerdo. / Como me lo dio la tierra asimismo lo devuelvo / rudo, orgulloso, sencillo sin adornos forasteros".


Arremetiendo asimismo contra la música "disfrazá", es decir "la otra falsificá" que "se los juro, por Dios santo, del llano no tienen ná". Territorialidad y correspondiente cultura: "Llanura de mi cariño / dentro del pecho te cargo; / tu me enseñaste a ser hombre / y me diste lo que valgo". Agregando líneas luego: "porque no soy letrado, / doy lo que me dio la tierra".


Un modo de ser leal, agradecido, recíprocante, como se desprende del único relato del libro "La leyenda del carrao". "Para mi lo que vale / es ser del llano un buen hijo". La autenticidad que es aliada de la lealtad, y que en el caso de Sánchez Olivo es expresión de una continuidad, cuya alteración puede ser fatal: "mi calidad no la cambio / ni por el oro más fino". Fatal para la vida del llanero, cuya perennidad reside en la persistencia de la especificidad de su cultura y su espacio:
"Ese Juan Bruno Espinosa, / José Natalio no ha muerto, / como no morirás tú / ni tampoco moriremos / los que llevamos metido / muy hondo al llano por dentro / pues nuestra alma forma parte del llano inmenso”. Añadiendo que "cuando se acaben los rumbos / y el horizonte… allá lejos…/ entonces José Natalio, / si es verdad que estamos muertos / aunque andemos caminando / muy vivos de carne y huesos.

Finalmente, a manera de conclusión, diremos, que la poesía de Julio César Sánchez Olivo nos transporta a esa inmensidad que es el llano, a esa distancia que expresa lejanía, manifestándose de manera recurrente a través de imágenes metafóricas que son como una cierta voz que encuentra eco en parte de nosotros, haciéndonos vibrar con su contacto.


Su poesía retrata esa cotidianidad de la vida, de las faenas, propias de estas tierras de Dios, tan proclives a las gestas heroicas y a las ventoleras levantiscas, presentándolas como un sino, como que si eso fuera lo que nos tocara cual destino manifiesto, “porque nosotros somos venezolanos”. Porque el llano es Venezuela. Leer la poesía de Sánchez Olivo es revivir ese amor por el llano. Su ars poético nos pone en contacto con una parte de nosotros mismos, con lo que somos, haciéndonos sentir más nuestro terruño, avivando el sentimiento de querencia y arraigo por eso que llaman patria.


Oír por ejemplo, una interpretación de “Cajón de Arauca apureño” es grandioso, no sólo por lo que evoca y cada quien trata de completar con memorias propias del almanaque. Sino porque además rescata para todos, un orgullo, una índole, una raíz esquiva pero propia que nadie puede quitarnos, una tal reciedumbre, un sí se puede a pesar de todo, una individualidad y tozudez colmadas de ternura, marcas de fuego, que nos hacen libres frente a las dictaduras de cualquier naturaleza y otros amarres.


Lo que hay en la en la poesía, en la música, en la obra de ese auténtico llanero que fue don Julio César Sánchez Olivo, es un valor indómito de lo venezolano, que no se encuentra presente en ninguna otra expresión cultural vernácula, y que frente a la soledad, la distancia, la escasez y el olvido, propone una forma de vida que trastoca la idea de que: “íngrimo e ingrávido nos mira el llano desde los ojos de un llanero”. Así lo vio Sánchez Olivo, por eso su obra constituye una emoción vital incomparable que despierta el amor que llevamos por dentro y no nos deja. Por eso y más, mientras llueve el peligro, los invito a leerlo, a rescatar y preservar su vigencia, a escucharlo en la música, a conocerlo. Porque como dijo el poeta Efraín Subero: “Julio César Sánchez Olivo es un hombre a quien el olvido no puede olvidar”.

REFERENCIAS

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http://www.analitica.com/va/arte/actualidad/cdt/3888645.asp
ARVELO TORREALBA, Alberto. (2004): Antología poética con la segunda versión de Florentino y El Diablo. Caracas: Monte Ávila Editores. (Selección y prólogo de Ángel Eduardo Acevedo).
BAQUERO NARIÑO, Alberto. (1990): Joropo: Identidad llanera. Bogotá: Empresa Editorial Universidad Nacional de Colombia.
HERNÁNDEZ G. Felipe. (2009): El llanero venezolano. Expresión telúrica y sociohistórica. Caracas: Universidad Nacional Experimental Simón Rodríguez.
HERNÁNDEZ G. Felipe. (2008):Sobre Julio César Sánchez Olivo y su presencia en Valle de la Pascua. Publicado en: http://fuegocotidiano. blogspot.com/2008/03/sobre-julio-csar-snchez-olivo-y-su.html
LARES BOLÍVAR, Elisur E. (1987): Cronología vital de Julio C. Sánchez Olivo. San Fernando de Apure: Publicaciones del Cronista del Estado Apure. Biblioteca de Historia Apureña No. 3.
MÉNDEZ ECHENIQUE, Argenis. (2008): Julio César Sánchez Olivo. Ilustre intelectual apureño. Hacia el Centenario de su natalicio. Publicado en:
http://guaricopina.blogspot.com/2008/12/julio-csar-snchez-olivo.html
MIJARES, Augusto. (1980): Lo afirmativo venezolano. Caracas: Ediciones Dimensiones.
PÉREZ, José Obswaldo. (s/f): El lenguaje del conquistador. Blog: Fuego Cotidiano.
RAGO A. Víctor. (1999, Enero): “Llano y llanero: contribución al estudio del forjamiento de una imagen”. Boletín Antropológico del Centro de Investigaciones Etnológicas. Vol.45, pp.27-47. Mérida: Universidad de los Andes.
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SÁNCHEZ OLIVO, Julio César. (1978): Por el Rumbo del Recuerdo. San Fernando de Apure: Impresa por Litografía e Impresora Ayacucho.
VALLENILLA LANZ, Laureano. (1984): Disgregación e Integración. Obras Completas. Tomo II. Caracas: Universidad Santa María. Centro de Investigaciones Históricas.

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Felipe Hernández es doctor en Educación.Profesor de la Universidad Simón Rodríguez, Nucleo Valle de Pascua, donde ejerce la investigación y la docencia. Es colaborador de la Revista Electrónica Fuego Cotidiano.
lunes, octubre 26, 2009
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