EL ESCUDO DE VALLE DE LA PASCUA

DR. FELIPE HERNÁNDEZ G.
felipehernandez56@yahoo.es

“Un flash back me permite la imagen del padre Chacín y de Guillermo Loreto Mata en el patio de nuestro viejo liceo de La Pascua. Dos humanistas que le dieron tanto a varias generaciones. Ojala a alguien se le ocurra nombrarlos en los pasillos de la casa donde impartieron enseñanza. Ojala las calles de su pueblo los recuerden”.


ALBERTO HERNÁNDEZ LORETO
OJALA VALLE DE LA PASCUA PUEDA DECIRLO CON TODAS SUS LETRAS
El Periodiquito de Aragua, 25/02/2009.
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1.-El Escudo de la Ciudad de Valle de la Pascua se hizo público por vez primera a principios del mes de febrero del año 1985, cuando se conmemoró el Bicentenario de la ciudad. El padre, monseñor Rafael Chacín Soto lo confeccionó e hizo su presentación en acto público en el Hotel Colón de nuestra población. El acto estuvo enmarcado en la programación de las actividades de la XVII Feria de la Candelaria, de la que fue presidente el señor Arturo Socorro Vera y la reina de la Feria, la señorita Susana Polo Díaz. En esa ocasión, en el acto el Padre Chacín distribuyó entre los presentes afiches con el escudo e hizo una apología del mismo.

2.-La descripción del escudo es como sigue: El gonfalón o estandarte de estilo inglés, esta dividido o cortado en cuatro cuarteles o campos con fondo blanco o argén, distribuidos de la manera siguiente: a la izquierda un solo campo, con la Catedral de Nuestra Señora de la Candelaria majestuosa, como blasón. A la derecha tres campos: el superior en forma de triangulo escaleno, conteniendo como pieza una mano que sostiene una antorcha, y una rueda o engranaje. En el centro un campo en forma de paralelogramo romboide, con la cabeza de una res como blasón; y en la parte inferior, un semitriangulo con blasones representados por las figuras de una mata de maíz y otra de sorgo con su espiga y su panoja respectivamente.
Los blasones o muebles simbolizan lo siguiente:

- La Catedral de Nuestra Señora de la Candelaria en oro raso, como símbolo representativo de la religiosidad, la fe, la hospitalidad y el homenaje a la Santa Patrona de la ciudad, la Virgen de la Candelaria. Cumpliendo de esta manera con la tradición heráldica, donde es común que las armerías cívicas y eclesiásticas muestren una iglesia. Su presencia constituye un reconocimiento al conjunto o congregación de los fieles cristianos, ya sea de modo total o particular.
- La mano encarnada con la antorcha encendida en oro y la rueda dentada o engranaje en sable negro sumada, representan la libertad, el deporte, el trabajo, el progreso y el avance científico.
El engranaje en movimiento está surmontado en la flama de la llama. Ello expresa de qué manera el trabajo honesto se conjuga con el deporte para generar progreso, desarrollo, gloria y bienestar.
- La cabeza de res en recuentro, recortada en oro y acornado en sable, y las plantas de maíz y sorgo en sinople o verde con las espigas en oro, simbolizan la vocación y la riqueza agrícola de la zona donde está enclavada la ciudad, siendo esos tres rubros los de mayor producción y representatividad en la región, como actividad económica fundamental de sus moradores.

Para la comprensión de todos los símbolos o muebles colocados en los cuarteles, en el gallardete inferior en blanco o argent, grabada en sable, la divisa: Fe, ciencia y trabajo y en el centro la fecha 1985, en recuerdo del Bicentenario que se conmemoraba y el avance experimentado por la población después de 200 años.

La corona o cimera está constituida por otro gallardete, también en argent con la divisa: Valle de la Pascua en sable, que es el nombre de la Ciudad y debajo la fecha 1785, como referencia a la creación del Curato de Nuestra Señora de la Candelaria del Valle de la Pascua, que fue decretado por el obispo Mariano Martí en su visita pastoral efectuada en 1783, es decir, dos años antes, cuando decretó la separación del sitio, del Curato de Chaguaramas.

En los lados izquierdo y derecho, se aprecian como soportantes acoladas, hojas en sinople o verde, y flores de pascua, bejuquillo o campánulas de color púrpura, en alusión a la planta que según la tradición le da nombre a la ciudad, por su abundancia en el sitio al momento que el colonizador puso su planta en la zona.


3.-A veinticuatro años recién cumplidos del diseño de un escudo para nuestra ciudad, por voluntad e iniciativa propia de su primer cronista, monseñor Rafael Ángel Chacín Soto, su configuración demuestra la preocupación de este Sacerdote por plasmarlo para perpetuar la historia de La Pascua, lo que constituye un gesto de fidelidad sin compromisos que le enaltece.

En su diseño se aprecia un profundo conocimiento de la heráldica, entendida como la ciencia del blasón, es decir, de las reglas de composición de los escudos de armas; sabiduría que puso en práctica para interpretar y representar el devenir y las características económicas y sociales de la población que representaba como pastor de almas y cronista, legándole a la posteridad un escudo con distintivos emblemáticos que la honran y honran el gentilicio vallepascuense, así como nuestra identidad, por cuanto constituye un código coherente para la identificación de esta ciudad.

A manera de conclusión, la fidelidad demostrada del padre Chacín a Valle de la Pascua, genera una deuda, la cual todos los vallepascuenses estamos llamados a reconocer y saldar. Un modo de hacerlo es a través de la acción resolutiva de los honorables representantes del municipio, oficializando el Escudo que nos legó, por cuanto es un patrimonio de la ciudad y de su gentilicio; que las nuevas generaciones y sus habitantes en general deben conocer, respetar y preservar.

Valle de la Pascua, 26 de febrero de 2009.

Roscio (des)inmortalizado

Por ANGELO DONNARUMMA BOSCO*

San Juan de los Morros, capital del Estado y ciudad universitaria y turística, fundada el 26 de Mayo de 1780 tiene como nombre de municipio nada más y nada menos que el epónimo Juan Germán Roscio Nieves, nacido en San Francisco de Tiznados el 17 de Marzo de 1763. Desde muy joven consagró su vida en la lucha para la libertad de Venezuela; maestro, padre de todas las batallas por los derechos y deberes; principal fundador de la República. Roscio, como teórico de la independencia, tuvo que hacer valer las leyes para combatir las malas costumbres y la corrupción que reinaba en todas las áreas; imponiendo un régimen de absoluta austeridad y obediencia de sus deberes sin distinción y entrega política, no muy fácil en una revolución sin disciplina.

Roscio actúo siempre con sus principios de incorruptibilidad y fidelidad a la patria. Bolívar define a Roscio como un “CATON” prematuro en una república sin leyes, por su integridad y honestidad; seguramente si Bolívar hubiera tenido en sus filas varios Roscio se consolidaría la primera república en menos tiempo. Andrés Bello le confirió un especial sitio a su protector llanero ubicándolo en su gloria de la “ALOCACION”. Sabio maestro, icurrutible magistrado. Fue uno de los pocos fieles colaboradores de Simón Bolívar, el Libertador. El lo honro con los cargos mas importantes de la República, fue vicepresidente de Venezuela y principal redactor del Acta de la Independencia, el 19 de Abril de 1810. Roscio fue un abnegado de la honestidad al servicio de la PATRIA. El espíritu igualitario que animo a Roscio durante el resto de sus días, en 1817 argumentó que una autoridad es legítima si defiende a todos por igual.





Han pasado 199 años con tanto hecho histórico de este prócer de la libertad y no se nota ningún reconocimiento, ya sea nacional o regional. En los últimos 50 años han desfilado innumerables gobernadores y alcaldes y a ninguno se le ocurrió rendirle reconocimiento a este prócer de la libertad, hijo guariqueño, uno de los principales colaboradores de Bolívar. Los roscíanos debemos pedir al ciudadano alcalde Franco Gerratana y al ciudadano gobernador William Lara que glorifiquen el nombre del tiznadeño Doctor Juan Germán Roscio Nieves, rindiéndole honores con una estatua ecuestre, con una Plaza que lleve el nombre “Juan Germán Roscio” es lo menos que se puede hacer por el máximo constitucionalista de Venezuela.


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* Angelo Donnarumma Bosco es empresario, expresidente y fundador de la Cámara de Comercio del municipio Juan Germán Roscio, Guárico. Venezuela. Colaborador regular de varios medios de comunicación regional.

Doña Bárbara: 80 Años

La intrahistoria de la narración es un relato paralelo y asombroso. Gallegos estaba escribiendo una novela ambientada en el llano venezolano que se titularía. La casa de los Cedeño, pero que luego trocó por La coronela, y es por ello que se traslada en la Semana Santa de 1927 a San Fernando de Apure, a trabajar in situ.
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Por Rafael Arraíz Lucca* En el colofón de la primera edición de Doña Bárbara puede leerse 15 de febrero de 1929. La editorial Araluce, de Barcelona, la publica a cuenta del autor, ya que según Ramón de Araluce: “Su novela es muy buena, pero usted en España es un desconocido y el libro no lo va a comprar nadie”. La segunda edición, de 1930, es de la misma editorial y por cuenta de ella, cuando ya era un hecho que se trataba de un éxito editorial inesperado. Sólo entonces, el maestro Gallegos dejó de afrontar con su bolsillo la edición de su libro. El mismo año se publica por primera vez en Venezuela y lo hace la editorial Élite, de Guruceaga, quien era pariente del novelista. Desde entonces y hasta nuestros días son in numerables las ediciones y las traducciones de la Ópera Mago nade gran escritor La intrahistoria de la narración es un relato paralelo y asombroso. Gallegos estaba escribiendo una novela ambientada en el llano venezolano que se titularía. La casa de los Cedeño, pero que luego trocó por La coronela, y es por ello que se traslada en la Semana Santa de 1927 a San Fernando de Apure, a trabajar in situ. Él mismo relata en el prólogo de la edición de Doña Bárbara, publicada por el Fondo de Cultura Económica de México, en 1954, con motivo de los 25 años de su aparición, de dónde salieron los personajes de su novela. Dice, aludiendo a Pirandello: “A mi se me acercaron los míos en un lugar de la margen derecha de Apure, una tarde de abril”. Se los va presentando un señor Rodríguez quien, naturalmente, ignora que eso está haciendo. Aunque nuestro autor no lo dice expresamente, el episodio ha debido ser como una revelación. Tiempo después, Andrés Eloy Blanco llegó a asegurar que el personaje de Doña Bárbara estaba inspirado en Francisca Vásquez de Carrillo y que la imaginación de Gallegos fue bastante más allá de lo que ofrecía esta señora de carne y hueso, de quien expresa mente el autor se negó siempre a revelar su identidad. En cualquier caso, lo cierto es que para febrero de 1928 el novelista decide detener la hechura de los primeros pliegos de La coronela en las prensas de Gunceaga porque está Satisfecho con el resultado. Aborta el proyecto, ordena romper lo impreso y se va a Europa con el manuscrito. Su esposa, doña Teotiste, va a operarse una rodilla con un especialista en Italia. Decepcionado con su trabajo, intenta lanzar por la borda las hojas sueltas de su novela fallida, pero doña Teotiste lo persuade de qué no lo haga y, finalmente, opta por guardar el cartapacio, en lo que probablemente haya sido una navegación tormentosa. La estadía en Bologna iba a tomar tiempo, ya que la recuperación de la operación de su mujer lo requería. Allí, sin ofuscaciones, se avino con lo que ten escrito, lo corrigió hasta el cansancio durante los meses bologneses de junio, julio y agosto y se lo llevó a Barcelona concluido. Allí se publicó, como vimos, en febrero de 1929, con el título afortunado con que se reconoce este clásico de la literatura hispanoamericana. Esto que relato he podido hacerlo gracias a los trabajos de Juan Liscano, Efraín Subero y José López Rueda, quienes dedicaron mucho tiempo al estudio de la obra gallegiana. En relación con la novela, propia mente, recuerdo que su lectura me subyugó desde el principio, que de ella salí hacia La trepadora y Canaima, que no había llegado a los veinte cuando las leí, estimulado por el fervor de mi madre y mi abuela, que eran tan gallegianas como fueron luego garcíamarquianas. El 15 de febrero de 2009 es una oportunidad para celebrar la obra clásica de la dicotomía civilización-barbarie, optando por lo primero, naturalmente. ___________
*Rafael Arraíz Lucca es ensayista, poeta, historiador y profesor venezolano.

¿ Dónde Nació el llanero?

sábado, febrero 14, 2009
Adolfo Rodríguez se refiere de manera más precisa a Humboldt, como el iniciador de la literatura que admite la existencia del autodenominado gentilicio de los Llaneros.

Por Eduardo López Sandoval

El Sitio donde nació el Llanero está ubicado en el Municipio Ortiz, en la mitad de la vía entre la ciudad de Ortiz y Calabozo, en la mitad de la carretera de hoy, como era la mitad del camino cuando lo transitó el Obispo Mariano Martí, quien en Documentos relativos a su visita Pastoral de la Diócesis de Caracas, en el aparte dedicado al "PUEBLO DE SANTA ROSA DE LIMA DE HORTIZ", lo vio con estas palabras:


Este Pueblo de Vecinos Españoles estuvo agregado al de Parapara, hasta el año de 1776, que se desmembró del, y con las formalidades de derecho, (…). Confronta con el Oriente con el pueblo de San Francisco de Cara, distante 14 leguas, y hasta el lindero divisorio que es la cumbre del Serro Pedregal, hay legua y cuarto; Por el poniente con el Pueblo de Tiznados distante 11 leguas, y hasta el lindero divisorio, que es la Cumbre del Pueblo de Hortiz, hay legua y cuarto; por el Norte con el pueblo de Parapara distante dos y media leguas, y hasta el lindero divisorio, que es la Cumbre del Serro de Carguata, hay una legua; y por el Sur, con la Villa de Calabozo distante 20 leguas, y hasta el lindero divisorio que esl Hato del Caiman, inclusive, hay 10 leguas.".

Del momento en que nació el Llanero como etnia, nos dice el Llanerófilo Miquel Izard, quien es uno de los más reconocidos Llanerólogos del viejo continente, citado por Adolfo Rodríguez, el más respetado Llanerólogo del nuevo continente, que de su obra Imagen de los Llanero Venezolanos, página 52, cito: “obsérvese que en 1799, cuando Humboldt registra, en el texto escrito por primera vez la existencia del mencionado gentilicio, estaba adquiriendo una tremenda importancia la economía ganadera, en virtud de las necesidades de suministro de carne tanto para el creciente consumo interno como para la exportación, que obliga a la administración colonial a la asunción de medidas cada vez más perentorias para conquistar el llano y aprovechar su ingente riqueza pecuaria.”.




Más adelante, en la página 153, Adolfo Rodríguez se refiere de manera más precisa a Humboldt, como el iniciador de la literatura que admite la existencia del autodenominado gentilicio de los Llaneros. Humboldt lo reveló con estas palabras:

"Después de haber pasado dos noches a caballo y buscando en vano bajo grupos de palmera de moriche algún amparo contra los ardores del sol, llegamos antes de anochecer al pequeño fundo de El Caimán, llamado también La Guadalupe. Es un hato de ganado, es decir, una casa aislada en la estepa, rodeada de algunas chocillas techadas con cañas y cueros.".

Después de años, de este sitio haberse perdido de los alcances de la historiografía patria, lo hemos encontrado. El Fundo El Caimán está en el Hato El Corozo, en un espacio de trabajo que los actuales propietarios denominan Potrero Caimán, es el mismo sitio desde donde el sabio alemán Alejandro Von Humboldt, en el año 1799, dio a conocer al mundo la existencia de la nueva etnia denominada Llanero y que fue visitada una veintena de años antes por el Obispo Mariano Martí, además, fue escenario donde se escenificaron eventos de la Guerra de Independencia de Venezuela. El libertador Simón Bolívar se encontraba el 14 de marzo de 1818 en este Sitio.

Por la importancia que el hecho del descubrimiento de este Sitio significa para nuestra historia, nos hacemos partícipe de una programación que tendrá como objetivo presentarle este lugar a los Historiadores, Investigadores, Cronistas, medios de comunicación y público en general, este programa lo realizarían las autoridades de los Municipios Ortiz y Calabozo, y el Centro de Estudios del Llano, CELLUNERG.

Llanero, para la programación que se alude, se realizaría un Encuentro de Historiadores en el Municipio Ortiz, jurisdicción bajo la cual se encuentra el lugar donde nació el Lanero, el 07 de marzo de 2009, mes aniversario de la estada de Bolívar en estos llanos, y mes aniversario, también, de la permanencia del Sabio alemán en estos llanos, donde le sacó la Partida de Nacimiento al Llanero colombovenezolano.

Llaneros, Llanerólogos y Llanerófilos, manifiesten sus inquietudes referidas a lo tratado en este escrito a las autoridades mencionadas, o al descubridor del lugar donde nació el Llanero, al correo electrónico eduardolopezsandoval@yahoo.es.


Saludos, desde Calabozo, la capital del Llano integral colombovenezolano.



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Pedagogía de la llaneridad

Mi antiguo profesor de historia, Eduardo Camps Vega, ha puesto en debate en el blog del escritor Jeroh Montilla una reflexión sobre el concepto de llaneridad, al cual le da poca importancia ( realegándola a una discusión simplista) y la subyuga a una mera perspectiva geográfica y espacial: de lo urbano a lo rural; de la civilización a la barbarie en mero discurso galleguiano.


Por José Obswaldo Pérez

LA LLANERIDAD no es un concepto vano y sí un hecho fenomenológico producto de una “conjunción histórica de varias culturas”, como señala Mariano Herrera Cerpe. Su significado va más allá de eventos, es sociológico y biológico: y, al mismo tiempo, implica todo lo que conforma la identificación identitaria de la cultura llanera. El lenguaje, la simbología, los valores, las costumbres, su quehacer, su tipología y cualquier conjunto de elementos culturales como mitos, ritos y creencias.


La llaneridad se entiende como los rasgos históricos y culturales que identifican al hombre de nuestras comunidades llaneras dentro de un paisaje humano, en este caso el guariqueño. Esta noción está entrañablemente asociada a la identidad regional, que no es otra cosa que el reconocimiento de los ”otros”, y se distingue de nuestra nacionalidad (Rago A, Víctor,1999) con una conceptualización de “alteridad sociocultural” (Rodríguez, Adolfo, 2008).

La llaneridad tiene una significación propia, y su sostenibilidad cultural una pedagogía que” se transmitía directamente, de adulto a jóvenes, mediante las múltiples formas del aprendizaje” (IZARD 1988: 28). Esa enseñanza partía de un intercambio de experiencias y conocimientos que hoy debemos rescatar y aprovechar para la construcción de conocimientos e investigaciones sobre la cultura llanera. El método freireano sirve aquí para desarrollar el concepto y poner en práctica una educación socializada desde las aulas de clase dentro de una pedagogía crítica, por medio de la cual se haga posible reinterpretar la sociedad y la historia a la luz de los nuevos cambios sociales, culturales, económicos y políticos de la región. Se trata de una educación sencilla y de integración, no de invasión cultural.

Mi antiguo profesor de historia, Eduardo Camps Vega, ha puesto en debate en el blog del escritor Jeroh Montilla una reflexión sobre el concepto de llaneridad, al cual le da poca importancia ( realegándola a una discusión simplista) y la subyuga a una mera perspectiva geográfica y espacial: de lo urbano a lo rural; de la civilización a la barbarie en mero discurso galleguiano. Pero, sin embargo, recojo de él una conclusión de que la llaneridad es algo así como “una prolongación” de la conquista europea. Y subrayo esto porque creo en esta premisa conceptual de la evolución ribeireana de las sociedades y grupos sociales, la cual no se reduce a sólo una composición étnica entre indígenas y españoles. Hay otro componente en esa cosmogonía mestiza, ligada a los límites libertarios y a la fuerza de trabajo que se inició en los hatos ganaderos, en las rochelas y cumbe llaneras: los negros africanos.

La negritud, imagen del café con leche, es el tercer elemento en la construcción de nuestra cultura venezolana que, en la América hispana y en nuestras regiones llaneras, dio paso a la cimentación de una nueva cultura única o como lo llama el doctor Adolfo Rodríguez: una nueva neoétnia. Su definición epistemológica nos sirve para identificar, desde la perspectiva histórico antropocultural, al hombre llanero o la llaneridad como producto de ese contacto étnico-cultural. El paisaje y la cultura convivencial, con relación estrecha con el trabajo de las vaquerías, donde la fuerza y la habilidad constituyeron los elementos esenciales de la forja y supervivencia de la identidad llanera. Pero, sobre todo, los elementos culturales constitutivos del ser criollo, concebidos como "llaneridad" han sido objeto de enseñanza de la historia, verbigracia, el pionero de Guárico Adolfo Rodríguez. Los llaneros aprendieron a domesticar animales y a practicar la ganadería, actividad que se usó para la construcción del Estado-nacional, más el propio pellejo que colocaron estos hombres en el triunfo de la Guerra de la Independencia.

BIBLIOGRAFÍA

ÁLVAREZ ÁLVAREZ La etnografía como modelo de investigación en educación. http://www.ugr.es/~pwlac/G24_10Carmen_Alvarez_Alvarez.html
CAMPS VEGAS, EDUARDO (2009). La llaneridad. historiografias.blogspot.com/2009/01/la-llaneridad.html.
CHARIER, ALAIN (2000) Le Mouvement Noir au Venezuela: Revendication identitaire et modernité. Paris: L'Harmattan.
HERRERA CERPE, MARIANO (1985) Reflexiones acerca de un grupo cultural popular: los llaneros de Venezuela. Barcelona: Revista Boletín americanista. No. 35
IZARD, MIGUEL (1988) Orejanos, Cimarrones y arrochelados: Los llaneros del Apure‎. Barcelona Sendai Ediciones.
RAGO A, VÍCTOR (1999, Enero). Llano y llanero: contribución al estudio del forjamiento de una imagen. Boletín Antropológico del Centro de Investigaciones Etnológicas. Vol.45, p.27-47. Mérida: Universidad de los Andes.
RODRÍGUEZ, ADOLFO (2008). La llaneridad venezolana en el siglo XXI entre etnocidios y etnogénesis. historiografias.blogspot.com/2008/09/la-llaneridad-venezolana-en-el-siglo.html



Remembranzas de la feria y el reencuentro

DR. FELIPE HERNÁNDEZ G. *
felipehernandez56@yahoo.es

A petición del Presidente del Comité Organizador del XVI Reencuentro de la Feria de la Candelaria 2009, profesor Ramón Correa Ochoa, he aceptado con entusiasmo hablar en este "Reencuentro" que es nuestro. Estoy aquí para compartir con Ustedes que gentilmente han venido a este encuentro en el reencuentro a pasar un día de solaz y esparcimiento. Gracias a todos.

Antes de hacer algunos señalamientos puntuales, considero procedente ofrecer algunas precisiones históricas generales sobre el origen de lo que han sido las ferias en el mundo. Existe consenso para admitir, que la palabra feria proviene del vocablo Feriae, que significa días de fiesta. Probablemente las ferias tienen su origen hacia el año 600 antes de Cristo. Se habla de pruebas que datan su existencia antes del comienzo de la Era Cristiana, sin precisar ni la época ni su carácter, aún cuando si se sabe que tal acontecimiento estaba relacionado con ciertas festividades religiosas. Es así como allí se estrechan los vínculos entre la religión y el comercio, de tal manera que era costumbre acotar inmediato al lugar del culto, una zona convenientemente delimitada para el ejercicio de la actividad comercial. Posteriormente con el fin de aumentar sus negocios, los comerciantes introdujeron espectáculos y diversiones para atraer al público. Fue de esa manera que ciudades como Babilonia, Atenas, Roma y otras de la antigüedad pasaron a ser grandes centros comerciales.

En Europa se crearon importantes ferias a partir del año 427 después de Cristo, entre las cuales figura la feria anual de St. Denis, que se estuvo realizando con notable éxito hasta el año 1777; la feria de San Lázaro creada en el año 800 y la de Flandes en el 960 después de Cristo. De las tantas celebradas en Paris, cobra importancia la feria de St. Germaine, primera celebrada en un gran edificio permanente, construido en torno a ella en 1485 y destruido por un incendio en 1753. De Londres, la mayor de las ferias comerciales era la de St. Bartholomew, creada en 1102, decadente durante el siglo XVII, pero continuó celebrándose hasta el año 1855.
Fueron notables también las ferias de Nijni – Novgorod y Moscú en Rusia, Leipzig y Francfort en Alemania, Sinigaglia en Italia y Medina del Campo en España. Como se puede notar, la relación entre feria, religión y comercio nos viene desde sus propios orígenes, la cual no es inocente sino procurada e intencionada, ya que ahí los representantes de cada uno de esos sectores hacen su negocio.

De allá, de la vieja Europa, nos vinieron estas viejas prácticas; que pudieran encontrar semejanza en algunas jornadas mágico-religiosas y de diversión que realizaban nuestros pueblos originarios, salvo que estas por el modo de producción colectivista o comunal en que se desenvolvían, no predominaba el interés comercial.

En tal sentido, las tradiciones de los aborígenes localizados en el área del Orinoco Medio, eran producto de la indudable confluencia de culturas prehispánicas procedentes de diversos espacios, para quienes los llanos constituían una región periférica o Hinterland, culturalmente pobre, con una productividad marginal, rodeada en gran parte por culturas de mayor complejidad socio-cultural, que les determinó más bien un papel de intermediarios, en materia de comercio, particularmente en lo que respecta a la producción de aceite de tortuga y pescado, hecho que originaba grandes ferias anuales en ciertas épocas. Una red de intercambios que alcanzaba hasta la región de Los Andes, la Selva Amazónica y el Bajo Orinoco.



En ese orden de ideas, antes de la venida de los españoles, nuestra región era tierra de comunidades nómadas, que practicaban el trueque comercial de productos agrícolas de fácil cultivo o recolección, por proteínas obtenidas de la pesca en los ríos o en la caza de animales de todo tipo. Por ejemplo, el río Unare era una especie de “vía salaria”, porque su curso navegable servía para transportar la sal desde los centros indígenas de Píritu.
En los tiempos que corren feria y comercio se sienten uno sólo, en ocasiones con autosuficiencia como para montar tienda aparte al margen de la religión.
En el caso de nuestra Feria de la Candelaria, Feria de Palma y Sol o la Feria de Valle de la Pascua, tiene como referente para su celebración, la festividad religiosa, y en ese sentido, la iglesia católica ha sido siempre la tradicional aliada. En otrora, era la iglesia la que concedía los espacios. Son actividades propias e ineludibles de la Feria, la peregrinación de la Santa Patrona, la Virgen de la Candelaria; la elección de la reina, el desfile inaugural, los toros coleados, las corridas y el reencuentro. Las actividades se desarrollan en las instalaciones del Parque de Ferias “General Emilio Arévalo Cedeño”, que agropecuaria, industrial y artesanalmente está acondicionado para albergar las actividades programadas para la cita anual, así como en otros espacios públicos y cerrados de la ciudad.
La historia de la Feria de la Candelaria comenzó en diciembre del año 1939, siendo su presidente el señor Juan Zamora Arévalo y la primera reina la señorita Luisa Margot Hernández Zamora, las festividades se desarrollaron en los espacios de la llamada Laguna del Pueblo, es decir, en estos terrenos, donde hoy estamos celebrando este XVI Reencuentro de Vallepascuenses y Vallemetidos. Luego se retomaron en el año 1948, asistiendo el presidente Rómulo Gallegos.
Después de un prolongado receso, para retomar en firme la idea de las ferias que hemos venido celebrando hasta hoy, fue en el año 1969, cuando a proposición del padre Rafael Chacín Soto, quien cuestionaba que las fiestas patronales que era lo que se realizaba en ese entonces, convirtiesen durante esos días a la Plaza Bolívar y los alrededores de la Iglesia, en un lugar contrario a las normas de convivencia y buen vivir, especialmente en lo atinente a la realización de juegos de envite y azar y al consumo de bebidas alcohólicas.

Para lograr su objetivo, el Padre Chacín motivó a los entonces jóvenes Manuel Oropeza Fraile, Arturo Socorro Vera y Nery Celestino Parra, para que retomaran la idea de realizar unas ferias a la altura y condición de progreso de la ciudad. Así se inició la que vino a ser la segunda etapa de las ferias en Valle de la Pascua, realizándose la primera en 1969, presidida por Manuel Oropeza Fraile, y el apoyo determinante del Concejo Municipal, la Cámara de Comercio y Producción del Distrito Infante y la Asociación de Productores Agropecuarios (APADI). En esa primera edición, fueron coronadas como reinas las tres concursantes que se presentaron, señoritas: Perla Veitía (Reina de la agricultura), Isabel Bolívar (Reina de la industria) y Piedad Campagna Méndez (Reina de la ganadería). Lo demás es historia conocida hasta hoy, cuando estamos celebrando de manera ininterrumpida la número cuarenta y uno.

En cuanto al Reencuentro, que es lo que estamos celebrando en este momento, el de hoy es el número XVII, puesto que el primero se realizó en el año 1993, en ocasión del cumplimiento de los primeros XXV años de la Feria. La directiva de esa XXV Feria de la Candelaria, estuvo presidida por el doctor Manuel Fernández, e integrada además por la profesora María Margarita Riobueno, Ramón Celestino Tovar, Marisol Ramírez Montes, Oscar Correa, y quien les habla, entre otros, quienes quisimos conmemorar ese primer cuarto de siglo de la Feria, atendiendo el requerimiento de diversos sectores de la sociedad vallepascuense que venían planteando su deseo de volver a ver todo aquello que se había dejado atrás, a través de un reencuentro. La reina de la feria fue la señorita Damelis Guerra. El orador de orden de ese primer Reencuentro fue el periodista del diario Ultimas Noticias, el vallepascuense Humberto Álvarez, conocido popularmente como “Camuco Álvarez”.

Fue así como se nombró una directiva que se encargó de su organización, la misma quedó integrada por la señora Gloria García de Bellorín, quien la presidió, junto con la señora Gladys Hernández Zamora, doctor Emilio Carpio Castillo, doctor Rafael Seijas González y su esposa Gladys, don Jocho López, señor Pedro Armas Salazar, el cronista de la ciudad, profesor Luis Fernando Melo, señora Hidelcira Martínez de Moisés, Profesora Miriam Hernández de Fernández, señora Julieta Zamora de Oropeza, señora Graciosa de Carpio, señor Tomás Ramos Espinoza, señora Gladys Alayón de Felizola, señor Celso Belisario, entre muchos otros. Todas las reuniones organizativas de ese primer Reencuentro se hicieron en la casa de habitación de la señora Gladys Hernández Zamora y su esposo Celso Belisario, que estaba ubicada en la esquina de las calles González Padrón cruce con Descanso, frente a la Clínica Guárico, a una cuadra de la Plaza Bolívar. Lamentablemente esta edificación, que pudo ser un museo, a la muerte de Gladys fue vendida, permitiendo las autoridades municipales que fuese demolida.

La fiesta de ese primer reencuentro se realizó el sábado 6 de febrero de 1993, en el boulevard de la Plaza Bolívar. Hubo exposición de fotografías, antigüedades y fueron homenajeados los músicos Rufo Pérez Salomón, Eleuterio Navarro y Pastor Hernández, paralelamente se realizó el gran baile del reencuentro con la participación de estos músicos y con la orquesta de los Antaño del Estadio, en la calle Real frente a la Plaza Bolívar.

La invitación al público para que asistiese, decía: “tu pueblo te invita cordialmente a un fraternal reencuentro que se efectuará el día sábado 6 de febrero con motivo de la celebración de la vigésima quinta Feria de la Candelaria. Contamos con tu presencia porque estamos seguros de que la misma impondrá a tu feria y a su pueblo, esa llaneraza nota que anima y vivifica el espíritu de todos los que aquí vivimos, nacimos o crecimos”. Eso fue hace 17 años.

Sea propicia la ocasión para rendirle un tributo a esa excelsa dama, orgullo del gentilicio vallepascuense como fue Gladys Hernández Zamora, recordando para ella, las estrofas de un poema que en el 1957 escribió a las muchachas de La Pascua, el eximio poeta zaraceño, guariqueño, venezolano y universal que fue Ernesto Luis Rodríguez, dice así:


Valle de aromas el pelo / pascua de miel la sonrisa / hecho de luna, de brisa / de girasol en desvelo, / es el diciembre del cielo / eterno abril de la aurora / fiesta del arpa sonora / azul del hondo universo / hasta su nombre es un verso / Gladys Hernández Zamora.

Hechas estas acotaciones de rememoración, precisemos: ¿Qué es un Reencuentro?, ¿Qué es el Reencuentro de Feria? Como aquí se le llama.

Es un día de reunión, para el compartimiento, el esparcimiento y el solaz en familia, con los amigos, con nuestros conocidos, con los seres queridos que en esta vida agitada que nos agobia no nos permite frecuentar, ni ver las veces que quisiésemos, para encontrarnos con los paisanos que por las razones o las circunstancias que sean, optaron por vivir en otros lugares distintos de la llamada por el historiador mexicano Luis González González “la matria”, que no es otra cosa que el lugar donde nacimos, donde alguna vez vivimos, donde cultivamos amistades, afectos y querencias por su gente, sus espacios, lugares; es decir, por todo aquello que le da placer y satisfacción al espíritu.

En otras palabras, es un día de fiesta, por eso el Reencuentro vallepascuense se hace en el marco de Feria, la Feria de la Candelaria, que es una fiesta en honor a nuestra excelsa patrona la Sagrada Virgen de Nuestra Señora de la Candelaria, un legado que nos dejaron como herencia nuestros antepasados, es decir, aquellos que le dieron fisonomía urbana y humana a este pedazo de suelo llanero que se llama Valle de la Pascua, donde tuvimos la suerte de nacer, de crecer, de convivir y de vivir una infancia y una juventud feliz, de la cual nos nutrimos y nos dio fuerza para seguir adelante y poder llegar hasta donde cada uno de nosotros hemos llegado, sin rencor, sin resentimiento, siempre en espíritu de superación y lucha para salir adelante. Eso en buena medida se lo debemos a la tierra que nos recibió, que en nuestro caso es este pedazo de suelo guariqueño.
El Reencuentro viene a ser lo telúrico, es decir esa sensibilidad que se expresa como una vocación auténtica en la canta, los corríos, los decires y la poesía, la cual aflora con la sola remembranza de la vida del vallepascuense, que es la vida del llanero, que siempre tiene un motivo para la emoción y la reflexión. A la sabiduría de la tierra de origen y a su hábitat la convierte de manera espontánea en poesía, expresada en versos que afloran de manera natural y fácil, porque las imágenes con que se expresa las extrae de la esencia misma de la tierra y de su sentir, manifestándose en una dádiva interpretativa de él mismo en su entorno, impregnándole un sentimiento sensible que es producto de las vivencias y de los recuerdos, que bien se puede apreciar en la poesía de don Julio César Sánchez Olivo, que expresa una inmensa pasión por el llano y una profunda originalidad que forma parte del sentimiento y la expresión de los llaneros, como cuando dice:


"Mi verso viene del llano / y vuelve al llano: / de allá viene, hacia allá va, /
por el rumbo del recuerdo. / Como me lo dio la tierra asimismo lo devuelvo /
rudo, orgulloso, sencillo sin adornos forasteros".
Una verdad espiritual y filosófica de las personas, que muchas veces huye de si misma, muchas veces tiene miedo de si mismo, pero a su vez es demasiado curioso, lo que le obliga a volver siempre sobre si mismo, más allá del bien y el mal, como decía Nietzsche, porque ¿Qué es el recuerdo? A decir del escritor Julio Cortazar en su novela Rayuela, “el recuerdo es el idioma de los sentimientos, un diccionario de cosas y perfumes que vuelven como los verbos y los adjetivos en el discurso…” Porque aunque sabemos que el tiempo pasó y que las cosas ya no son, ni volverán a ser iguales, quizás necesitamos convencernos de eso, lo cual constituye un triunfo de la supervivencia y del virtuosismo humano frente a la adversidad.
Viene a ser, pues, la historia de los hombres fabricada sobre la base de las cosas menudas e indispensables para vivir. En potencia, se vislumbra la importancia de comprender el sentido y la valía de lo local-regional, recordando que en la vida sublunar, la casa es y será el primer albergue del hombre. El lugar donde el ser humano digiere y construye su primer eslabón de vida en el tiempo. Da sus primeros pasos y se prepara en una mini-geometría espacial para luego salir a otro trazado a cordel y escuadra llamado barriada. A posteriori, busca la parroquia y la ciudad, aprendiendo la palabra y lo telúrico del lugar. Todavía más, el hombre concibe en la triada señalada lo atinente al modus vivendi de su microespacio y en progresivo irá percibiendo el acervo cultural de su región.
No olvidemos que nuestra vida se construye a base de hechos concretos, que perduran en el tiempo, que viven latentes en el recuerdo de cada quien, un recuerdo que se mantiene vigoroso cada vez que visitamos una localidad, cruzamos por donde se levanta una casa, un monumento, una iglesia, una plaza, una escuela, un parque, una calle, la distracción, y la tradición culinaria propia, por eso visitamos aquellos terruños donde un día jugamos o donde nuestros padres dejaron su aporte.
Cuando somos capaces de mantener viva nuestra identidad, hablando con nuestros seres queridos, enseñando como nuestra historia personal nos ha forjado, es que somos capaces de descubrir que nuestra historia es lo que llamamos tradición. Expresada en el sentimiento del que cada uno de nosotros es portador del orgullo y la esperanza de todo un pueblo. De este pueblo, de Valle de la Pascua.
Por eso, el Reencuentro es un buen pretexto por reencontrar lo que alguna vez fuimos. Para el sabor y el encuentro con la gente de La Pascua, que aún logran contener la devastadora impersonalidad urbana de las grandes ciudades, es eso lo que nos anima a dar una vuelta por esta feria. Sabiendo que la hospitalidad de los pascuenses es refrendada en cada uno de sus habitantes, que somos cada uno de nosotros, o los que vienen porque tienen a alguien a quien visitar. Parafraseando al poeta de la llanura, el guariqueño Francisco Lazo Martí, cuando en su verso nos dice:
Como en aquellos días del venturoso tiempo ya lejano, en pos de mis pasadas alegrías, vuelvo a tender la vista sobre, el llano.

Y náufrago en la noche sin ribera, mi espíritu se abstraepensando que de un mar desconocido el llano es una ola que ha caído, el cielo es una ola que no cae.

Sin lugar a dudas el reencuentro de los vallepascuenses es un evento que seguirá dando de que hablar, dejando huellas imborrables en la historia de Valle de la Pascua, y en la memoria de su gente y de los visitantes, porque en él se consuma el ideal de lo que hemos sido, de lo que somos y de lo que queremos ser.

Muchas gracias.
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*Discurso de Orden pronunciado por el doctor Felipe Hernández, durante el XVII Recuentro de Feria, Valle de la Pascua, Parque de la Laguna del Pueblo, 07 de febrero de 2009.

Parentescos familiares de don Simón Rodríguez en el estado Guárico

Se cree que el Pbro. Juan Rafael Rodríguez, nacido en El Sombrero y hermano de Rosalía, influyó de manera decisiva en la formación del ilustre pensador caraqueño.



Por Adolfo Rodríguez*

Don Simón Rodríguez
En sus investigaciones sobre Composiciones y venta de tierras en Santa María de Ipire, la profesora Irma Mendoza, determina que las más antiguas operaciones al respecto corresponden a Miguel de Ledesma en nombre de Diego de Ledesma el 2.12. 1740 vendiendo una legua de hato en las riveras del río Chivata. Casi dos años después aparece el nombre de un bisabuelo de Don Simón Rodríguez: