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La teluridad en la poética de don Julio césar Sánchez Olivo

Julio César Sánchez Olivo
Por Felipe Hernández G*.
UNESR – Núcleo Valle de la Pascua

felipehernandez56@yahoo.es
felipehernandez56@hotmail.com



Venimos a Apure, a la hermosa población de Achaguas, atendiendo la amable invitación que nos formulara el ilustre amigo, Cronista Mayor de Apure, don Argenis Méndez Echenique, a la conmemoración del Centenario del nacimiento de don Julio César Sánchez Olivo (21/10/1909 - 22 /04/1988). El mejor tributo de esta entidad y de Venezuela a uno de sus más reconocidos y preclaros poetas del siglo XX.


Fue don Julio César Sánchez Olivo un héroe, si su vida la seguimos en el sentido que dio Augusto Mijares a ese término, al escribir: “La humanidad ha dado siempre el título de heroísmo no al combatir vulgar, sino a una íntima condición ética, que es lo que pone al hombre por encima de sus semejantes: héroe es el que resiste cuando los otros ceden; el que cree cuando los otros dudan; el que se rebela contra la rutina y el conformismo; el que se conserva puro cuando los otros se prostituyen”.


Leer la obra de don Julio César Sánchez Olivo, y especialmente su poemario Por el Rumbo del Recuerdo, es asistir al llamado de la tierra a través de una voz sólida, de honda raigambre llanera. Poemas donde nada es casual, donde tanto la medida de cada verso como la textura de los símbolos, mayormente llaneros, interactúan en función de un minucioso enunciado general, para que cada imagen, cada palabra resulte imprescindible. Pudiéndose decir, que cuando Sánchez Olivo da rienda suelta a la magia que crean las palabras, nos ofrece una poesía de gran fuerza telúrica, lírica y épica, a la cual no son ajenas las reflexiones filosóficas y existenciales, que no disminuyen ni enajenan su intensidad estética.


La popularidad de sus versos se explica por los temas sacados de la vida y del paisaje cotidiano del habitante de las llanuras apureñas y venezolanas, y por el uso de formas métricas y estróficas de atractiva sonoridad y de larga tradición popular, heredadas de nuestro pasado hispánico: el octosílabo, la copla, la décima, el romance. Sus imágenes aunque casi siempre sencillas, son producto de una elaboración poética rica y compleja, elaboradas con los recursos de la cotidianidad de su diario vivir en una tierra que le es todo.


Es por eso que sus versos, responden a una vocación profundamente humana y universal. Un profundo contenido reflexivo, netamente existencial, que universaliza la angustia del poeta ante el mundo y la vida por lo que sabe suyo, y la expresión estética candorosamente elaborada, presentada en imágenes de la más variada especie para pintar al llano, apoyándose en un lenguaje a veces, aunque no siempre, típicamente popular, y muy frecuentemente traducida en imágenes sencillas, porque … el no conoce los moldes / que han fabricado los técnicos, no sabe lo que es gramática / ni que cosa llaman metro… sino que su forma por venir del llano, no dificulta captar y comprender plenamente su sentido.


Parafraseando a Argenis Ranuarez Angarita, se puede afirmar, que la vida de Sánchez Olivo, es la vida del llanero en el espacio al cual pertenece, en su territorio, en su llano, con un alto grado de desarrollo de la interacción recíproca de la naturaleza: Ella alimenta su cuerpo y su espíritu. De esa naturaleza vive, y vive en armonía: la meta alcanzada será la victoria cumplida que hacen del Sánchez Olivo un “hombre completo”, capaz de tener conciencia de si mismo y de “los demás”,
Su riqueza creadora es tal, que en efecto, en sus décimas es común que prácticamente todos sus versos contengan imágenes de hermosísima factura y de muy fácil comprensión. Así lo podemos apreciar en su Carta a José Natalio Estrada:


Por el rumbo de la vida
del mediodía hacia el ocaso,
llevando el llano por dentro
marchas con tu recio ánimo,
porque a tu alma de poeta
bien la templó el sol de marzo
en las sabanas de Arauca
y te la pulió el carrao
con sus cantos que son gritos
angustiados sin descanso,
cuando en las noches de agosto
llama el amigo extraviado,
según dice la leyenda
que ha de tener de cierto algo. (…)

Como se puede ver, la teluridad en la poética de Sánchez Olivo se expresa en sus versos, impregnados con el sabor de la tierra llanera y el amor hacia ella, hacia todo lo que con ella acompaña y la ejerce en sustancia, porque según el decir de Luis Felipe Ramón y Rivera: “Todo lo que no es sustancia es vanidad”, y en palabras del filósofo alemán Emmanuel Kant: “una supuesta edad de oro sólo existe en los imaginarios de quienes no les importa la libertad como el camino que dignifica y fortalece la existencia humana en un mundo libre”. Ya decía Víctor Hugo, "La libertad es, en la filosofía, la razón; en el arte, la inspiración; en la política, el derecho”.
Es esa libertad la que va a nutrir lo telúrico, expresada con gran peso en su llaneridad, dándole plenitud a su trayectoria vital. Y ello mucha importancia posee desde el punto de vista de la concepción literaria y de la ubicación de su lenguaje lírico. El universo de la infancia, de la sabana, del llano, del rebaño, del horizonte, una expresión que exige, y al construirla sitúa al vate dentro de la vieja tradición de la poesía llanera, afincándose en la teluridad de la vida campesina llanera, prisionero y tributario del paisaje de las tierras bajas, con toda su manera de hacer y de decir, con todo un léxico peculiar, presente en hombres como Alberto Arvelo Torrealba y Francisco Lazo Martí, por memorar a los hegemónes en este tipo de canto. No es fácil zafarse al peso de una habitud tan densa como la literatura de la llaneridad, esconder las voces del hechizo del entorno del paisaje llanero. Debería más bien entenderse como una contribución, como un almojarifazgo a ese orbe de panoramas, costumbres - mores patrii -, vivencias, familia, amistades, lecturas; como un sumergirse en el pozo de la memoria y allí retomar fuerzas para volver a emerger en el real y duro, pero magnífico por la altura de su reto del presente y del futuro. Gran tiempo con el cual medirá el bardo, la fuerza de su mensaje y de su inteligencia. Más por de pronto, dedica Julio César Sánchez Olivo casi todo su Por el Rumbo del recuerdo, a un descolgarse en el tiempo, por una escalera de vocablos, que es como un anclaje impregnados de aquella circunstancia: cielo y palma, lirio sabanero y garzas, llanerías y cantares, esteros y palma sola, encierro y rodeo, quesera y hato, llano y leyenda, copla y arpa, sabana y soledad, toro y llanero, caballo y cantar, horizonte y lejanía, camino y corral, joropo y mastranto,… llanura bravía.


"Ahí fue donde yo nací,
en pleno Cajón de Arauca,
donde las mañanas huelen
a floración de sabana,
que es un perfume que pone
buena y olorosa el alma.
(...)
¡Oh, mi llanura preciosa,
siempre generosa y brava!...
¡Enorme… toda horizontes,
lo mismo que la esperanza…!”

Ese perfil humano y poético de Julio César Sánchez Olivo lo devuelve con prodigalidad por los placeres recibidos en el trato con poetas amigos, mediante la interpolación en las estrofas de versos de ellos, otras veces sus nombres, o recuerdos van y vienen. Como cuando rememora su afecto por José Natalio Estrada Torres, por Carlos Rodríguez Rincones, por José García, por Carlos Castillo, por el Indio Figueredo, por Pedro Elías Hernández, por Reinaldo Espinoza Hernández, o por el poeta Andrés Eloy Blanco, de quien cita:


“Esta es mi patria. En mi río
siento lo mío más mío,
porque aquí recuerdo yo
que luchando brazo a brazo
con la sangre de un flechazo
un indio me bautizó”.

Honora así aquel pensamiento de Epicuro en sus máximas capitales, que dice: "De los bienes que la sabiduría ofrece para la felicidad de la vida entera, el mayor con mucho es la adquisición de la amistad".


En ese mismo sentido, también es posible precisar en su poética, esa sensibilidad telúrica que se expresa como una vocación auténtica en la canta, los corríos, los decires y la poesía, la cual aflora con la sola remembranza de la vida llanera, siempre motivo para la emoción y la reflexión. A la sabiduría de la tierra de origen y a su hábitat la convierte de manera espontánea en poesía, expresada en versos que fluyen de manera natural y fácil, porque las imágenes con que se expresa las extrae de la esencia misma de la tierra y del sentir del llanero, manifestándose en una dádiva interpretativa de él mismo en su entorno, impregnándole un sentimiento sensible a lo telúrico, que expresa una inmensa pasión por el llano y una profunda originalidad que forma parte del sentimiento y la expresión de los llaneros.


En ese orden de ideas, Adolfo Rodríguez en un análisis de la obra de don Julio César Sánchez Olivo, dice lo siguiente:


“en ella se aprecia una teluridad, lo que hace que el legado de su obra, expuesto en cada uno de sus libros sea un Texto sagrado de los llaneros; pronunciamiento ante el avasallamiento etnocida, pueden catalogarse los poemas de Sánchez Olivo, recogidos en el poemario “Por el rumbo del recuerdo” (1978, 1975), con versos mayoritariamente escritos en la década del cincuenta, a manera de respuesta a la descomposición cultural como reforzadora de la política de "cemento armado", Sánchez Olivo habló en nombre del llano y de los llaneros y como lo falsificado era, sobretodo, la autenticidad expresiva de la región. Expone así su "ars poética":

"Mi verso viene del llano / y vuelve al llano: / de allá viene, hacia allá va, / por el rumbo del recuerdo. / Como me lo dio la tierra asimismo lo devuelvo / rudo, orgulloso, sencillo sin adornos forasteros".


Arremetiendo asimismo contra la música "disfrazá", es decir "la otra falsificá" que "se los juro, por Dios santo, del llano no tienen ná". Territorialidad y correspondiente cultura: "Llanura de mi cariño / dentro del pecho te cargo; / tu me enseñaste a ser hombre / y me diste lo que valgo". Agregando líneas luego: "porque no soy letrado, / doy lo que me dio la tierra".


Un modo de ser leal, agradecido, recíprocante, como se desprende del único relato del libro "La leyenda del carrao". "Para mi lo que vale / es ser del llano un buen hijo". La autenticidad que es aliada de la lealtad, y que en el caso de Sánchez Olivo es expresión de una continuidad, cuya alteración puede ser fatal: "mi calidad no la cambio / ni por el oro más fino". Fatal para la vida del llanero, cuya perennidad reside en la persistencia de la especificidad de su cultura y su espacio:
"Ese Juan Bruno Espinosa, / José Natalio no ha muerto, / como no morirás tú / ni tampoco moriremos / los que llevamos metido / muy hondo al llano por dentro / pues nuestra alma forma parte del llano inmenso”. Añadiendo que "cuando se acaben los rumbos / y el horizonte… allá lejos…/ entonces José Natalio, / si es verdad que estamos muertos / aunque andemos caminando / muy vivos de carne y huesos.

Finalmente, a manera de conclusión, diremos, que la poesía de Julio César Sánchez Olivo nos transporta a esa inmensidad que es el llano, a esa distancia que expresa lejanía, manifestándose de manera recurrente a través de imágenes metafóricas que son como una cierta voz que encuentra eco en parte de nosotros, haciéndonos vibrar con su contacto.


Su poesía retrata esa cotidianidad de la vida, de las faenas, propias de estas tierras de Dios, tan proclives a las gestas heroicas y a las ventoleras levantiscas, presentándolas como un sino, como que si eso fuera lo que nos tocara cual destino manifiesto, “porque nosotros somos venezolanos”. Porque el llano es Venezuela. Leer la poesía de Sánchez Olivo es revivir ese amor por el llano. Su ars poético nos pone en contacto con una parte de nosotros mismos, con lo que somos, haciéndonos sentir más nuestro terruño, avivando el sentimiento de querencia y arraigo por eso que llaman patria.


Oír por ejemplo, una interpretación de “Cajón de Arauca apureño” es grandioso, no sólo por lo que evoca y cada quien trata de completar con memorias propias del almanaque. Sino porque además rescata para todos, un orgullo, una índole, una raíz esquiva pero propia que nadie puede quitarnos, una tal reciedumbre, un sí se puede a pesar de todo, una individualidad y tozudez colmadas de ternura, marcas de fuego, que nos hacen libres frente a las dictaduras de cualquier naturaleza y otros amarres.


Lo que hay en la en la poesía, en la música, en la obra de ese auténtico llanero que fue don Julio César Sánchez Olivo, es un valor indómito de lo venezolano, que no se encuentra presente en ninguna otra expresión cultural vernácula, y que frente a la soledad, la distancia, la escasez y el olvido, propone una forma de vida que trastoca la idea de que: “íngrimo e ingrávido nos mira el llano desde los ojos de un llanero”. Así lo vio Sánchez Olivo, por eso su obra constituye una emoción vital incomparable que despierta el amor que llevamos por dentro y no nos deja. Por eso y más, mientras llueve el peligro, los invito a leerlo, a rescatar y preservar su vigencia, a escucharlo en la música, a conocerlo. Porque como dijo el poeta Efraín Subero: “Julio César Sánchez Olivo es un hombre a quien el olvido no puede olvidar”.

REFERENCIAS

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http://www.analitica.com/va/arte/actualidad/cdt/3888645.asp
ARVELO TORREALBA, Alberto. (2004): Antología poética con la segunda versión de Florentino y El Diablo. Caracas: Monte Ávila Editores. (Selección y prólogo de Ángel Eduardo Acevedo).
BAQUERO NARIÑO, Alberto. (1990): Joropo: Identidad llanera. Bogotá: Empresa Editorial Universidad Nacional de Colombia.
HERNÁNDEZ G. Felipe. (2009): El llanero venezolano. Expresión telúrica y sociohistórica. Caracas: Universidad Nacional Experimental Simón Rodríguez.
HERNÁNDEZ G. Felipe. (2008):Sobre Julio César Sánchez Olivo y su presencia en Valle de la Pascua. Publicado en: http://fuegocotidiano. blogspot.com/2008/03/sobre-julio-csar-snchez-olivo-y-su.html
LARES BOLÍVAR, Elisur E. (1987): Cronología vital de Julio C. Sánchez Olivo. San Fernando de Apure: Publicaciones del Cronista del Estado Apure. Biblioteca de Historia Apureña No. 3.
MÉNDEZ ECHENIQUE, Argenis. (2008): Julio César Sánchez Olivo. Ilustre intelectual apureño. Hacia el Centenario de su natalicio. Publicado en:
http://guaricopina.blogspot.com/2008/12/julio-csar-snchez-olivo.html
MIJARES, Augusto. (1980): Lo afirmativo venezolano. Caracas: Ediciones Dimensiones.
PÉREZ, José Obswaldo. (s/f): El lenguaje del conquistador. Blog: Fuego Cotidiano.
RAGO A. Víctor. (1999, Enero): “Llano y llanero: contribución al estudio del forjamiento de una imagen”. Boletín Antropológico del Centro de Investigaciones Etnológicas. Vol.45, pp.27-47. Mérida: Universidad de los Andes.
RANUAREZ ANGARITA, Argenis. (2008): La Tesis Doctoral de Adolfo Rodríguez: Una Biblia sobre el llano, el llanero y la llaneridad. Ponencia leída en el: X Simposio Internacional de Historia de los Llanos Colombo-Venezolanos y I Encuentro Nacional de la Cultura Llanera José León Tapia “Una Visión del Llano Total” 10 al 13 de Julio del 2008. Publicada en: http://historiografias.blogspot.com/2008/09/la-tesis-doctoral-de-adolfo-rodrguez.html
RODRÍGUEZ, Adolfo. (s/f) El llanero: identidad, ficción y utopía. (Mimeo).
RODRÍGUEZ, Adolfo. (2008): La Llaneridad venezolana en el siglo XXI. Ponencia leída en el: X Simposio Internacional de Historia de los Llanos Colombo-Venezolanos y I Encuentro Nacional de la Cultura Llanera José León Tapia "Una Visión del Llano Total". Barinas, 10 al 13 de Julio del 2008.
SÁNCHEZ OLIVO, Julio César. (1982): Andrés Eloy Blanco y su primer poemario en Apure. San Fernando de Apure: Publicaciones del Cronista del Estado Apure, 22. San Juan de los Morros: Editorial Los Llanos.
SÁNCHEZ OLIVO, Julio César. (1978): Por el Rumbo del Recuerdo. San Fernando de Apure: Impresa por Litografía e Impresora Ayacucho.
VALLENILLA LANZ, Laureano. (1984): Disgregación e Integración. Obras Completas. Tomo II. Caracas: Universidad Santa María. Centro de Investigaciones Históricas.

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Felipe Hernández es doctor en Educación.Profesor de la Universidad Simón Rodríguez, Nucleo Valle de Pascua, donde ejerce la investigación y la docencia. Es colaborador de la Revista Electrónica Fuego Cotidiano.

Roscio contra Miranda


por Carlos Maldonado-Bourgoin

UNA conocida sentencia dice: "Las mentes grandes hablan de ideas; las mentes medianas hablan de sucesos; las mentes pequeñas hablan de hechos; y, las mentes pobres hablan de los demás". ¿A cuáles tipos de estas mentes correspondieron Juan Germán Roscio y Francisco de Miranda? Personajes toda¬vía hoy enfrentados en artículos polémicos en este diario. (EL UNIVERSAL, 11-6-96 y 2-7-96).


El maestro Alfonso Rumazo González (Derroteros en artículo con el mismo título) esboza la animosidad perversa del procer provinciano contra el cosmopolita caraqueño, héroe en dos mundos. Roscio y Miranda, al parecer, no se podían ver. Eran vinagre y aceite. En defensa del primero, sale al ruedo literario la profesora Marisa Vannini, con el artículo Roscio, un gran patriota. Versada en la contribución italiana en Venezuela, uno de los números fuertes de la investigadora Vannini es Roscio, descendiente de italiano, el otro es el doctor Francisco Iznardi. Hablan -a nuestro parecer- los referidos articulistas de cosas distintas. El maestro Rumazo cuenta cómo un gran modelo es degradado por la pequeñez y mezquindad humana, la profesora Vannini defiende a un personaje que fue heroico dentro de su convencionalidad.

Los personajes enfrentados son Juan Germán Roscio Nieves (1763-1821) "sabio legislador", "incorruptible magistrado" y "amigo leal", según don Andrés Bello; y, Sebastián Francisco de Miranda Rodríguez (1750-1816), el Precursor de la Independencia de América española, Gran Memorialista del Siglo de las Luces, entre otras calificaciones originales que extenderían el presente comentario, sin ánimo de polémica.

Don Francisco de Miranda tuvo enemigos en Venezuela. Podemos citar a José María de Casas, Miguel Peña, Escorihuela, Tejera, Rafael Diego Mérida y Juan Germán Roscio. No es cierto que el enfrentamiento entre Roscio y Miranda tuviera exclusivos tintes doctrinarios. Tendrían que buscar los indagadores de la historia las raíces de esta repulsión casi de piel entre ambos. Desde antes de la llegada de Miranda a Venezuela en diciembre de 1810, la misión diplomática que va a Londres queda prevenida de buscar al famoso conspirador.

"Miranda, el general que fue de Francia, maquinó contra los derechos de la monarquía que tratamos de conservar y el gobierno de Caracas, por las tentativas que practicó contra la provincia en el año de 1806 (...). Nosotros consecuentes con nuestra conducta, debemos mirarlo como rebelado contra Fernando VII y bajo de ésta inteligencia si estuvie¬re en1 Londres o en otra parte de las escalas o recalados de los comisionados de este nuevo gobierno y se acercase a ellos, sabrán tratarle como corresponde a estos principios...".

Firmaba estas instrucciones Juan Germán Roscio, como secretario de Relaciones Exteriores de la Suprema Junta. El 12 de diciembre de 1810, en tono muy cortés, Roscio solicita a Miranda deponer toda ambición personal y conformarse con las miras del gobierno, reducido a simple rango de ciudadano y espectador de los acontecimientos: "Usted va a aumentar el número de éstos y cuanto mayores sean las ventajas que han proporcionado a usted la ilustración, la ex¬periencia y el conocimiento de las cortes extranjeras, tanto más son las obligaciones que usted ha contraído en favor de un país que le vio nacer...". Este letrado de provincia, independentista de Semana Santa, pedía inhibirse a 'quien era decano y tenía en esa lucha más de veinticinco años. Otros testimonios, como el incidente de un brindis en que Miranda no alzó la copa por Roscio, van llenando de aguas mansas y fétidas la relación entre los dos prohombres.

Juan Germán Roscio, la conciencia jurídica de la Independencia, antes de estos arrebatos patrióticos había sido rechazado de incorporarse al Colegio de Abogados, en 1798, por haber omitido la mención de las calidades de indias de encomienda de su madre y abuela mater¬na. (RODRÍGUEZ, Manuel Alfredo. Los pardos libres en la Colonia y la Independencia. Discurso de incorporación como Individuo de Número de la Academia Nacional de la Historia. Caracas, 1992). Un complejo por esa obsesión de los hijos de España, la "pureza de sangre", moraba en el ilustre letrado. Al ser ungido con los cargos más notables de la recién emancipada provincia, una tónica de gratitud embargaría todas sus posiciones hacia quienes le encumbraron. Fue fiel "ejecutor" de los intereses del mantuanaje, para quienes el evolucionado reformador Miranda era la encarnación del diablo, el que va a levantar a los pardos y a los blancos de orilla, como lo fue su padre, el orgulloso Sebastián de Miranda y Ravelo, que osó ganar pleito a esa clase con el favor del gobernador Solano y Bote, marqués del Socorro, en el siglo XVIII.

Las leyes inexorables de la Revolución hicieron de Miranda su primera víctima. Un patético periplo de mazmorras llevan al héroe en dos mundos a los calabozos de La Guaira, Puerto Cabello, Puerto Rico y San Fernando de Cádiz. En los baluartes porteños comparten Roscio y Miranda cadenas. Roscio escapa de Ceuta en 1816, viaja a Jamaica y Filadelfia, donde el fantasma de su adversado enemigo le daría constancia de su paso fecundo como adelantado de la lihettad interior, antes que de la libertad política. El tema es JRoscio o la mediocridad heroica contra Miranda, la luminosidad frustrada.
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Siglo XVIII: Migración de los Altos Mirandinos a Paya (Parapara)

Por Manuel Soto Arbeláez

PARTE I

Según datos que me han sido dados por doña Aura Oviedo-gran investigadora de la colonización, por parte de los canarios, de los Altos Mirandinos-, se puede colegir que los primeros habitantes de las tierras de Paya, en el actual estado Guárico, vinieron de esa zona del estado Miranda. En efecto, en la dispensa matrimonial que sigue, tomada de la carpeta # 33, año de 1756, del Archivo Arquidiocesano de Ca¬racas, AAC, se puede leer que Juan Thomás de Seixas Y María Margarita Ravelo vivían en Paya, cerca de Parapara, desde 1752. El tenor completo de la solicitud de la dispensa matrimonial, es el siguiente:


"Juan Pascual de Seixas natural de San Diego y residente en San Antonio, hijo de Juan Thomás de Seixas y de María Margarita Ravelo, vecinos del sitio de Paya llanos desta prov. de la jurisdicción de San Sebastián de los Reyes, con Antonia Raphaela natural desta dha. ciudad y residente en ella, hija de Domingo Alonso Fernz y de Mariana Francisca Méndez, dita vecinos della. María Rodríguez Méndez mi abuela, hera hermana de la dha Mariana Francisca Méndez, madre de la referida Antonia Raphaela" (..).

Pascual dice: "mis padres se fueron 4 annos ha a fundarse en Los Llanos, dejando aquí tres hijos y diferentes criados a mi cargo" (..).

Pero, los padres del novio, peticionario de la dispensa, no permitieron el matrimonio, manteniéndole en Paya, en contra de su voluntad.

La vinculación de los Canarios de los Altos Mirandinos con el caserío parapareño también se puede apreciar en la dispensa # 38, de 1754, cuyo contenido es:

"Don Joseph de Orta, morador de San Antonio pide dispensa para casarse con Oriana Mariana de Seyjas, vecina de San Sebastián de los Reyes y residente de Parapara. Joseph Gabriel de Orta es hijo de Blas Martín de Orta y Clara de Azevedo. Oriana lo es de Juan Thomás de Seyjas y María Magdalena de González. Juan Thomás de Seyjas es hijo de María Simona Mendes y Simón de Seyjas (dfts). María Simona Mendes es hija de Catalina Mendes, hermana de Isabel Francisca Mendes, madre de Blas Martín de Orta".

Blas Martín de Orta, el viejo, es uno de los integrantes del grupo de Canarios beneficiados por la donación que hiciera el Marques de Mijares de las tierras de San Antonio de los Altos; mientras que su hijo Blas Martín, el joven, casado con Clara de Azevedo y el nieto, también llamado Blas Martín, se casa con Victoria de Seyjas


PARTE II

De acuerdo a información aportada por doña Aura Oviedo, en el Archivo General de la Nación, AGN, Sección Tierras, año de 1701, se menciona a Blas Martín de Orta en un pleito por linderos entre los primeros canarios que llegaron a San Antonio de los Altos. El litigio fue entre Sebastián Gil contra Antonio González. Viene a colación el dato pues vimos en el artículo anterior como un hijo homónimo suyo se casó con una parapareña de apellido Seyjas, apellido éste tradicional en la región de Paya.

Veamos, de acuerdo a los documentos consulta¬dos, como el actual apellido Seijas ha venido cambiando su grafía:


En una dispensa matrimonial de 1783, carpeta Ns 19 del AAC, Simón Sexas casado con María Rodríguez Méndez, conjuntamente piden al Obispo de Caracas permiso para que su nieto. Nicolás Joseph de Sexas, se case con María Dionisia de Sexa; Nicolás es hijo de Domingo de Sexas y María Candelaria Medrano. Mientras que Domingo es hijo de Simón de Sexas y María Rodríguez Méndez. Posteriormente, en documento eclesiástico ya aludido de1756, el apellido lo escriben Seyjas. Con el tiempo devino a su forma definitiva: "Seijas", siendo muy difundido en toda la zona de Parapara.

Otros apellidos que aparecen en los documentos son Rodríguez, Méndez, Orta, Medrano, Acevedo, Ravelo y Fernández, todos ellos de origen Canario, de los primeros asentados en San Antonio y San Diego de los Altos, que bajaron de estos cerros a poblar a las tierras de la cuenca del río Paya.
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*Ingeniero e investigador venezolano.

Bolívar y los tiranos

domingo, octubre 11, 2009
A lo largo de todo su discurso político expresado en una diversidad de documentos, Bolívar parte de premisas basadas en un respeto profundo a las instituciones republicanas y a la moral pública, de esta forma planteó lo que sigue: “Si no hay respeto sagrado por la patria, por las leyes, la sociedad es un abismo, es conflicto singular de hombres de cuerpo a cuerpo”. 


 por Diego Márquez Castro

 En los tiempos que corren, el nombre de Simón Bolívar se manipula propagandísticamente para justificar lo injustificable y en tal sentido, los ciudadanos de este país no terminamos de salir del asombro al contemplar como tomando por bandera y excusa a este gran hombre, se agasaja, exalta y condecora a gobernantes extranjeros cuyas trayectorias no son precisamente las democráticas sino las de haberse erigido en reconocidos autócratas cuyos regímenes sojuzgan con mano de hierro a sus pueblos. Ante tal situación bien vale repasar el pensamiento del Libertador respecto a lo que él opinaba sobre los tiranos y las tiranías. A lo largo de todo su discurso político expresado en una diversidad de documentos, Bolívar parte de premisas basadas en un respeto profundo a las instituciones republicanas y a la moral pública, de esta forma planteó lo que sigue: “Si no hay respeto sagrado por la patria, por las leyes, la sociedad es un abismo, es conflicto singular de hombres de cuerpo a cuerpo”. Con esto advierte que todo gobernante debe someterse a la Constitución y a las leyes y, cuando no lo hace, el abuso de poder conlleva a una continua conflictividad social y al enfrentamiento entre los ciudadanos; por esa razón afirma la necesidad de cultivar las virtudes y los valores porque “sin virtud perece la República”.

Estas reflexiones conllevan a otras que deben llamarnos la atención a quienes vivimos en la Venezuela de hoy; dice Bolívar: “Es un tirano el que se pone en lugar del pueblo, y su potestad, usurpación”. Buena visión tuvo cuando previó la posibilidad de futuros caudillos y autócratas gobernando a esta tierra nuestra, aun cuando varios de ellos lo hicieran envolviéndose en su nombre y sus ideales. La historia nos habla de situaciones enmarcadas en ese contexto en el pasado y en el presente. Para Bolívar el gobierno que actúa signado por el autocratismo es sumamente peligroso porque afecta negativamente la moral de la sociedad y en consecuencia “…la destrucción de la moral pública causa bien pronto la disolución del Estado”. Esto se traduce en el sometimiento de los poderes públicos a un poder unipersonal y todo el desajuste institucional y social que de tal hecho se deriva.

Su aversión a aquellos gobernantes que buscan perpetuarse en el poder es clara y notoria, por ello cabe destacar en el texto de su discurso ante el Congreso de Angostura estas palabras: “Yo someto la historia de mi mando a vuestra imparcial decisión (…) Si merezco vuestra aprobación, habré alcanzado el sublime título de buen ciudadano, preferible para mí al de Libertador que me dio Venezuela (…) En este momento, el jefe supremo de la República no es más que un simple ciudadano; y como tal quiere quedar hasta la muerte”. Visto está que Bolívar no quiso permanecer en el gobierno sino el tiempo necesario y en tal sentido se mostró partidario de la alternabilidad republicana. Tomando como punto de partida lo expuesto, enfatizó: “La continuación de la autoridad en un mismo individuo frecuentemente ha sido el término de los gobiernos democráticos. Las repetidas elecciones son esenciales en los sistemas populares, porque nada es tan peligroso como dejar permanecer largo tiempo a un mismo ciudadano en el poder. El pueblo se acostumbra a obedecerle, y él se acostumbra a mandarlo; de donde se origina la usurpación y la tiranía. Un justo celo es la garantía de la libertad republicana y nuestros ciudadanos deben temer con sobrada justicia que el mismo magistrado, que los ha mandado mucho tiempo, los mande perpetuamente”. ¿Qué diría Bolívar si viese lo que esta generación de venezolanos confronta en este decenio? Y lo peor ¿Cómo se sentiría al ser comparado con gobernantes que se han atornillado tiránicamente al poder, por décadas, en sus países y que hoy son laureados y glorificados en la tierra que le vio nacer?

Sobre los efectos de una sociedad sometida a la tiranía, en el mismo discurso señaló: “La esclavitud es hija de las tinieblas; un pueblo ignorante es instrumento de su propia destrucción (…) Un pueblo pervertido si alcanza su libertad, muy pronto vuelve a perderla porque en vano se esforzarán en mostrarle que la felicidad consiste en la práctica de la virtud, que el imperio de las leyes es más poderoso que el de los tiranos (…) que las buenas costumbres y no la fuerza, son las columnas de la leyes; que el ejercicio de la justicia es el ejercicio de la libertad”. Y más adelante, Bolívar complementó estos argumentos con otro que nos interpela en el presente venezolano: “Son los pueblos los que arrastran tras sí la tiranía (…) y miran con indolencia la gloria de vivir en el movimiento de la libertad bajo la tutela de leyes dictadas por su propia voluntad (por ello) sólo la Democracia, en mi concepto, es susceptible de una absoluta libertad”. Frente a la tiranía y a los tiranos como forma de gobierno, el Libertador contrapuso un paradigma civilista y democrático: “Dadnos un gobierno en que la ley sea obedecida, el magistrado respetado, y el pueblo libre: un gobierno que impida la transgresión de la voluntad general y los mandamientos del pueblo (…) El sistema de gobierno más perfecto, es aquel que produce mayor suma de felicidad posible, mayor suma de seguridad social y mayor suma de estabilidad política”. Como conclusión, Bolívar nos previene en el sentido de que “no conviene que el gobierno esté en las manos del hombre más peligroso; no conviene que la opinión y la fuerza estén en las mismas manos, y que toda la fuerza esté concentrada en el gobierno”. Sabias palabras.

dmarquezcastro@yahoo.com En: Correo del Caroní. Ciudad Guayana: 4 de octubre de 2009.