Pedro Sivira: La escritura es una revolución

domingo, septiembre 25, 2016


A finales de la década de los 90, entrevisté al escritor Pedro Sivira para la estatal Agencia Venezolana de Noticias (Venpres), donde el intelectual guariqueño converso sobre aspectos de su obra. En homenaje al recordado poeta transcribimos parte de esa conversación inédita.

Por José Obswaldo Pérez

Pedro Sivira Reyes:El petróleo cambio
por metal la mentalidad del venezolano/Foto JOP

Pedro Sivira Reyes (Las Mercedes del Llano, 1946), narrador, ensayista y poeta de provincia. Es uno de los intelectuales guariqueños que, con su imaginación y su pluma, entre batallas quijotescas, ha impuesto un estilo literario en la región. Uno de los intelectuales calificados muy bien para hablar del contexto literario local, sin descartar a ningún otro. Sivira Reyes es de esos cultores de la literatura regional, silenciosos, quienes trabajan con uña y constancia por rescatar y dibujar a un estado abandonado y decadente de políticas culturales. Habrá muchos Pedro Sivira, mejores aún, con cuerpos, almas, rostros y palabras de Llano. Aquí donde el poeta y los sueños se cuajan bajo la luna o con el canto vagabundo y ebrio de la noche.

De su obra literaria cuenta con Extrañas Coincidencias (IUPEM, 1951, Tentativa (Grafi Aragua 1975), El Paso de la Historia (Editorial Los Llanos, 1982), Los Fantasmas y los residentes (2da ed. 1993) y La W.C. Company (Editorial Cultura, SRL, 1993). Desde un rincón de la redacción de El Nacionalista, su lugar de trabajo, Sivira accede hablar, sin retórica y sin ínfulas de escritor. Es una conversación sobre el libro Los Fantasmas y los residentes, catalogado como novela de la historia del petróleo, en la que narra a un pueblito pobre alrededor de un campo petrolero, descubriendo sus miserias humanas y las ilusiones de la gente maravillada con el advenimiento del oro negro, el cual para Sivira será un elemento ideológico que cambiará la conciencia histórica del país.

- Encuentro en Los Fantasmas un poco de tu niñez reflejada….

-La niñez, casi toda, está reflejada en la novela del petróleo, en el tomo uno y dos. Son vivenciales; pero, tomando elementos de la realidad. Se hace una especie de inserción e injerto entre lo que significa un campo petrolero y lo que uno, durante su niñez, fue producto de todas esas alternancias sociales.

_ ¿Entonces, puede considerarse Los Fantasmas y los residentes como una autobiografía?

_ Todo trabajo literario tiene un porcentaje considerable de la biografía del autor. Pero, también, están los elementos… Hay personajes que son tomados de la realidad, más transformado por la sique del autor, novelado, con algo del contexto o de la imaginación.

-¿Cómo lo explicas?

-Bueno, todo sueño que tiene el autor fluctúa en esos caminos, desde lo claro y lo oscuro. Se narra propiamente el núcleo del nacimiento de un pueblo, como casi todos los pueblos de Venezuela, emergidos gracias a una explotación momentánea de una riqueza minera.

-Pero, dime ¿Cómo es ese pueblo que describes en la novela?

-Hablarte del nacimiento de ese pueblo, producto de la explotación petrolera, es decirte de la existencia de las ciudades que nacen al calor de una riqueza minera o cualquier explotación industrial. Es un pueblo cosmopolita con grupos de extranjeros, un gran movimiento, un índice altísimo de funciones delictivas, muchos juegos… Allí se plantea, concretamente, más que todo, el cosmopolitismo de una pequeña población.

-¿Lo que has hecho te ha valido para ser un hombre crítico?

Yo creo es un reto importante. No crítico, porque la palabra misma es muy seria y académica. Yo considero que crítico es todo buen lector. Yo lo que he hecho, como medio de vida, es acercarme al periodismo para ayudar la sobrevivencia. Sí, he comentado la literatura regional y, ciertamente, no hay un gran movimiento aquí; pero, he tratado cumplir con esos vacíos con la aproximación de la literatura nacional, latinoamericana e incluso, la gran literatura universal, como alimento y estímulo al faltante que tenemos en la región.

-No crítico propiamente. Más bien, un comentarista, alguien que trata de unificar los puentes de lo local, lo regional y lo nacional con lo universal. Especialmente, ese es mi trabajo. Por eso cobro y me pagan.


¿Cree que la novela regional puede ser universal?

-Mira, Antón Chejov dijo que escribas sobre tu región y será universal. Yo creo en esa primicia chejoviana. Claro, está la cuestión del tratamiento lingüístico; es lo que enaltece el tema. Fíjate, la constante de la narrativa, la poesía y el ensayo son primicias fundamentales, como dice Faulkner: el amor, la pasión y el odio. Son principios básicos de la humanidad que nunca han pasado de vigencia como tema. Yo creo que el truco está en lo que te plantees o con qué lenguaje vas a tratar en el tema a desarrollar.

-¿Tú no crees que el escritor de provincia está aislado?

_ Esa pregunta te la respondo robándole las palabras a José Balza, quien en el Teresa Carreño de Caracas le preguntaba sobre el aislamiento de escritor de provincia y me decía: “A esa vaina no hay que pararle”. Él dice que eso no tiene nada que ver. Ese aislamiento, en ese sentido, no existe y el escritor comprometido o que tiene esta vocación lo que debe hacer es darse un baño de cultura universal e irse a todas las fuentes clásicas. Además, debe tener una consistencia y una personalidad madura. Yo no creo en el aislamiento.
-Ahora, no hay que confundir que a ti te reseñen en los centimetrajes de la gran prensa capitalina; lo significativo es hacer el trabajo porque realmente la gran importancia del escritor viene después de la muerte. En vida no va a pasar nada…

El petróleo como literatura
-Yo he tratado de analizar la influencia del petróleo, esa riqueza negra en la conciencia histórica de nosotros. Esa riqueza invirtió los valores de los venezolanos. Aquí lo que están protagonizando los hechos históricos son otros valores. El elemento que, en la realidad, es el ser pensante, el que puede sembrar una fuerza ideológica para enrumbar y consolida el país no existe.
- En tu novela planteas una ideología del petróleo. ¿Tú crees en el escritor comprometido?
-Eso de pertenecer a adeco o copeyano o bolchevique… el sólo hecho publicar tus ideas en el papel escrito o imprimirlas…

-Pero, eres algo reaccionario en tus ideas


-Bueno, busque tú la izquierda o la derecha no tiene nada que ver; porque toda, en todo momento en sí, la escritura es una revolución, milites en la izquierda o en el centro o en la derecha. Yo lo que creo, no en un intelectual puro, sino en el poder mismo de la palabra escrita.

Antonio José de Sucre, o su asesinato en la Mesa de Calabozo, otra vez


Por Eduardo López Sandoval

 Comenzaremos nuestra ponencia con cita del historiador Tomás Polanco Alcántara: "el símbolo de la continuidad de Bolívar era Antonio José de Sucre. Paulatinamente, por su talento personal, por sus dotes intelectuales y por su espíritu altivo, digno y limpio, Sucre se fue convirtiendo en el complemento indispensable de Simón Bolívar. [...] Respetado por los argentinos, los chilenos y los peruanos, admirado por los bolivianos y quiteños, sin enemigos en Venezuela y en la Nueva Granada y con todos sus antecedentes, Sucre estaba destinado a ser el natural sucesor de Bolívar".

“Sin embargo eso no sucedería. De camino a Quito, adonde iba a reunirse con su familia, fue emboscado y asesinado el 4 de junio de 1830 en la sierra de Berruecos, ubicada en Colombia. (…). Al escuchar las noticias de su muerte Bolívar dijo: "Lo han matado porque era mi sucesor".

Antonio José de Sucre fue un ciudadano ejemplar maltratado por los semejantes de su tiempo, de tal tamaño fue el maltrato que fue cobardemente asesinado, y es particularmente asesinado por los calaboceños de este tiempo, de hoy, de este octubre de 2016, por nosotros.

Para plantear la gravedad de este contenido pedimos derecho de palabra ante la Cámara Municipal de este Municipio, el derecho de palabra no fue otorgado, el contenido de esta ponencia es el discurso que leería ante los Concejales y el pueblo si me hubieran permitido ejercer mi sagrado derecho a expresarme. Contextualizar, por favor, vamos a leer como un munícipe a sus autoridades municipales. Leo fracción del frustrado discurso:

Un accidente de tránsito con muertos es un hecho común en las carreteras. En las vías del Llano, normalmente rectas, la alta velocidad de los vehículos se presta para la ocurrencia de estos lamentables hechos. Si a esto le sumamos alguna irregularidad en la vía, como un sorpresivo desvío en el camino, las probabilidades del accidente aumentan. Como ocurre en la Avenida Antonio José de Sucre a la altura del Barrio Arauca, donde por ilícita venta de los terrenos que correspondían y corresponden a la construcción de esta avenida, se provoca un ligero desvío.

Denuncio: los integrantes de los pasados ayuntamientos, que vendieron fraudulentamente los espacios de la avenida, son culpables por suscribir esta acción delictual, pero ustedes, -la actual Cámara-, son igual de culpables por la Omisión de no corregir el entuerto. Les cuento, hace poco me ocurrió un conato de accidente provocado por la fraudulenta venta de los terrenos destinados para la construcción de la Avenida Antonio José de Sucre. Conducía normalmente por la avenida cuando un joven escolar, que pasaba la isla, perdió el equilibrio en esa la raya de la muerte, donde para pasar hay que hacer maromas como un equilibrista de circo. El adolescente, parece que su cuerpo se iba hacia el lado contrario por el que venía un camión, y al tratar de escabullirse del golpe pasó a este lado de la avenidita. El frenazo quedó marcado en la vía y marcó también la imperiosa necesidad de que hiciera hoy esta denuncia: Los espacios que están entre el llamado Seminario San José y el caminito de dos vías que le dicen avenida deben ser dedicados a la amplitud de ésta. Estos espacios están ocupados con fraude a la Ley. Lo documentos originales de la donación de los terrenos de parte de la municipalidad a la Iglesia dicen meridianamente que por el norte el Seminario limita con la carretera que va hacia Paso El Caballo. Vale esta reflexión sensibilizadora, de ocurrir un hecho como el que por centímetros no nos pasó a nosotros, -sino ha ocurrido ya-, ojalá no le pase a algún familiar o amigo de las autoridades que hoy tienen la posibilidad y la obligación de corregir esta grave falta. La historia los juzgará.

La mal llamada Avenida Sucre no califica como avenida. La isla debe cumplir principalmente con ser una división vial, para los vehículos, y un espacio para el reposo del peatón. Esta elemental función no la cumple en tanto es tan estrecha que es un hilo para equilibristas circenses. La isla de la avenida Sucre, tuvo la previsión de los gobernantes de mediados del siglo pasado para tener suficiente espacio como para que se realizaran otras actividades, bien pudiera ser una zona verde o un paseo. Pero el diseño que ha obligado la gestión corrupta de algunos funcionarios sólo permite que se haga una línea que llamaremos la raya de la muerte. Que se hizo con suficiente premeditación y alevosía que debe ser juzgada por la historia.

La historia debe juzgar también el maltrato con que los calaboceños nos hemos ensañado en contra del hombre que entregó su vida por la existencia libre de este país, Antonio José de Sucre. Hablemos de Historia. Esta avenida debería nacer en la avenida Francisco de Miranda, como inicialmente era la espaciosa carretera de tierra, pero por una decisión, quizás tan fraudulenta, caprichosa y corrupta como la recién referida, se vendió la calle para la construcción de una bomba de gasolina. La avenida hoy no termina en otra vía, finaliza en una estación de servicios. Bien pudiéramos decir que la avenida nació sin pies y la corrupción le ha carcomido el cuerpo. El ahorcamiento de la vía ha sido tal, en estos momentos de julio de 2016, es tan estrecha, que es una desvergüenza llamar avenida a esta callecita de doble vía, que debe estar llena de corrupciones administrativas que requieren hoy la intervención de esta honorable cámara. Ojalá.

Tienen ustedes la tarea de restablecer a Sucre en el lugar que Calabozo no ha querido darle. De no hacerlo estarían de nuevo como traicioneramente disparándole en la Montaña de Berruecos. No lo asesinemos más por favor.

Razono la gravedad de nuestra aseveración. En Calabozo existía una Plaza Sucre, les informo. En 1930, con ocasión del Centenario del cobarde asesinato del Mariscal Sucre, se inauguró la Plaza Sucre en los espacios de la llamada Plaza El Carmen o Plaza de los Obispos. Tomo de la inauguración de esta plaza, pasaje del discurso de orden que en esta ocasión dictó el ilustre calaboceño Blas Loreto: “Este excelente monumento que confiesa celosa fe; y amor al arte, a la naturaleza y al progreso, resaltará para siempre en aquel antiguo rincón ciudadano que fue una vez florecido arrabal folklórico y después circo de toros, al que Monseñor Sendrea convierte pronto en Calvario artístico, afirmándose más tarde la denominación popular de Plaza del Carmen, transformada en 1930, Centenario de Berruecos, para recibir el busto del Gran Mariscal y llamarse hasta el once del pasado abril, Parque “Sucre”. En compensación, el ilustre Concejo Municipal decretó, con todas las de la ley, el Parque “Sucre”, acordonándolo de lado y lado de la principal avenida del Centro Administrativo, grandiosa, aunque única, zona de expansión con que cuenta para su futuro civil, la ilustre cuna de Lazo Martí, Sanojo, Daniel Mendoza y el Dr. Juan Vicente González Delgado, expresidente de la República.”. Más adelante, en descripción del urbanismo de la ciudad, dice el orador: “Al Sur suburbanamente, cautiva el esquema del moderno Parque “Sucre”…”.

Por lo que se conoce de la historia de hoy, el tal Parque Sucre nunca se hizo, tan siquiera los espacios destinados para su construcción están en la memoria del pueblo. Del busto que pomposamente se inauguró en el centenario, nadie sabe nada. Está fundido en nuestra memoria, para no especular, por ahora, que está materialmente fundido, porque fue infamemente vendido como chatarra, si era de bronce.

Lo considerado hasta ahora nos llama al cumplimiento del deber no cumplido para con la ciudad, y especialmente para la memoria del Mariscal Sucre, pronto a cumplirse el Bicentenario de su muerte. Proponemos que esta Cámara Municipal, en el estricto uso de sus atribuciones, realice las decisiones que corrijan los errores:
Uno.- Que se rescate EL Plan de Desarrollo Urbano Local, que en ese marco se reintegren los espacios destinados a la Avenida Sucre a la sociedad calaboceña.

Dos.- Que se construya el Parque Sucre. Para esta propuesta tomo idea del Profesor Ubaldo Ruiz. Proponemos que la Plaza Sucre se haga en los espacios que están al final de esta Avenida Sucre, a la altura del Barrio San José. Estos espacios beneficiarían a todos los llaneros de los Llanos Colombovenezolanos, se vería beneficiada vuestra gestión de servidores público, saldamos una deuda con la Memoria de Sucre, de manera mucho más cercana beneficiamos al Barrio San José, a Cañafistola, a Brisas de Orituco y a todos los Vicarios.

Tres.- que se le asigne al Cronista de la ciudad la tarea de verificar la veracidad histórica del presente discurso, y que realice las investigaciones que tiendan a determinar el destino del busto de Antonio José de Sucre.

Tienen ustedes la oportunidad de empezar la reconstrucción de la Villa de Todos los Santos de Calabozo. Quisiera terminar, con la venia de ustedes, con Albert Einstein: «Somos arquitectos de nuestro propio destino».

Gracias.

Correo: eduardolopezsandoval@yahoo.es

Doña Guillermina Herrera Trujillo

Por Domingo Silo Rodríguez Trujillo

Doña Guillermina Herrera
Doña Guillermina Herrera Trujillo fue una gran dama, una gran educadora; ejerció el cargo de maestra en su pueblo natal San José de Tiznados, donde nació en la primera década del siglo pasado, en el hogar formado por el matrimonio de Don Teófilo Herrera Medina y Doña Ángela Trujillo Rojas y sus dos hermanos Ángel Domingo y Augusto.

Doña Guillermina Herrera formo parte del personal docente del Grupo Escolar Juan German Roscio, conformando una trilogía de extraordinarias maestras con sus paisanas doña Rosa Rodríguez Medina y la señorita Consuelo Nedeer Rojas. Yo tuve el honor de contarme entre los alumnos de estas tres sabias mujeres.

Doña Guillermina, a finales de los años 50, consiguió cambio para la ciudad de Caracas. Allí, además, de trabajar en varios planteles educacionales, obtuvo el título de maestra normalista en el Instituto de Mejoramiento Profesional del Ministerio de Educación y su labor educativa la finalizó en los primeros años de los 70, en el primer gobierno del Dr. Caldera, cuando fue jubilada.

Finalizada su carrera pedagógica doña Guillermina regresa a su Estado Guárico; pero, a la ciudad de San Juan de los Morros, donde fija su residencia en un inmueble de su propiedad adquirido años antes, ubicado en la calle Salías de esta ciudad. Allí vivió unos cuantos años, poniendo en práctica otra destreza que Dios le dio, las manualidades ya que era una excelente bordadora y tejedora; y sus manteles, sabanas, centros de mesas, abrigos que confeccionaba era muy del gusto de la clientela que tenía. Ya después de varios años de estar residiendo en San Juan volvió a Caracas, ya muy entrada en años con su hijo, mi querido primazo Jesús Emilio, uno de sus tres hijos que procreó: José Guillemo, el mayor, ya fallecido y Mireya, también, muerta prematuramente.

En la primera mitad de los años 90, la maestra y gran dama que fue Doña Guillermina falleció a los casi noventa años en la ciudad de Caracas, donde se encuentra sepultada. La última vez que la vi con vida fue cuando vino darnos el pésame a mi padre quien era su compadre, a mis hermanos y a mí por la muerte de nuestra madre Josefina Trujillo Herrera, quien era su prima hermana por partida doble quien cariñosamente le llamaba (Mina).

Actualmente, aquí en San Juan de los Morros viven la mayorías de sus nietos hijos de José Guillermo. Si actualmente me tocara hacer abstracción de la familiaridad tan cercana que me unía a ella, diría lo mismo que escrito. Porque la tía Mina fue un ejemplo, como madre, como educadora, como mujer luchadora y emprendedora y, si algún día alguien escribiese la historia de los educadores guariqueñas habrá una mención para ella. Honor a quien honor merece.

(Texto tomado de la cuenta del autor en Facebook: https://www.facebook.com/domingosilo.rodrigueztrujillo)

El patrimonio de Ortiz en sus viejas casas

El centro histórico de Ortiz presenta varios ejemplos de esas viejas casas de fines del siglo XIX o comienzos del XX en las que se usaron los antiguos materiales y sistemas constructivos


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Prof. Oldman Botello

INTRODUCCIÓN

Recogemos en estas notas, varios inmuebles vinculados al pueblo dieciochesco de Santa Rosa de Lima de Ortiz, analizados desde su significación dentro de lo que se llama Cuadrilátero Histórico, extendido hasta el sector Las Mercedes; todos los lugares estudiados en esta ponencia son del siglo XIX. Se excluye la iglesia matriz por ser mixta, una parte construida en el siglo XIX, las bases y un 80% de la estructura de ladrillos en obra limpia y la parte final del siglo XX. Son las únicas construcciones que permanecen en pie o en ruinas como relictos del siglo XVIII.


La arquitectura colonial y sus derivados en los siglos XIX y XX


Nuestros viejos alarifes o maestros de albañilería siguieron las pautas de los pueblos españoles y sus materiales constructivos. Don Carlos Manuel Moller, caraqueño experto en arte colonial nos explica […] nuestras casas no fueron palacios con alardes de refinamiento en que los estilos dejaron honda huella; su lujo no consistía en exuberantes decoraciones; lucían por su sencillez y nobleza; eran ricas por sus vastas proporciones, por su ámbito luminoso y fresco que convidaba a vivirlas, a gozar de su holgura capaz para toda grandeza, a reposar con placidez en la serenidad de su ambiente”. (Revista El Farol, N° 192, enero 1961) Casas que no solo fueron para vivir, sino que estéticamente representaban una manera de expresarse. Esos alarifes construyeron casas y diversos inmuebles con altas ventanas y patios interiores para que hubiese libre circulación del viento.

Las leyes de Indias, muy certeras, ordenaban que en los pueblos fríos las calles fueran trazadas anchas y en las calientes y cerca del mar, estrechas, para evitar el acceso de piratas y que se fundasen cerca de ríos para proveerse. Desde un comienzo y así se establece las leyes indianas, de la plaza principal debían salir de sus cuatro esquinas las calles del pueblo y las manzanas –regularmente de 100 metros- hasta configurar un damero o cuadrícula, reminiscencias romanas y árabes. (Recopilación de Leyes de Indias, (1973) Madrid: Ediciones Cultura Hispánica, (I) En la América hispana es muy extraño un pueblo que no siga la forma de tablero de ajedrez español, a menos que lo impida la topografía del terreno como en los pueblos andinos.

Las casas viejas de Ortiz



El centro histórico de Ortiz presenta varios ejemplos de esas viejas casas de fines del siglo XIX o comienzos del XX en las que se usaron los antiguos materiales y sistemas constructivos como el ladrillo o adobe, la tapia y rafa, las tejas y el bahareque con embarrado, más vegetales como las palmas, la madera para los horcones, guafas y muy tardíamente el bambú y algunos bejucos o sarmientos. De todos estos sistemas podemos apreciar en las casas orticeñas.

La más importante a nuestro juicio por su arquitectura y por su antigüedad es la llamada Casa de Alto, en la calle Las Mercedes con la calle San Juan y amenazada de ruina a pesar del abandono y de los parches que so pretexto de restauraciones, se le han cometido a través de los años. La tradición señala que allí estuvo por corto tiempo la sede de la Gobernación del Guárico cuando el general Joaquín Crespo la trasladó provisionalmente mientras él se iba a la guerra. Es una casa de tapia y rafas, muros de ladrillos, con piso superior al cual se accede por escalera de madera. La sección de planta superior tiene el techo a cuatro aguas y la contigua a dos aguas. La superior cuenta con dos balcones con antepechos. Las columnas del corredor interior son de madera. Las tres ventanas de la casa contigua tienen repisa y quitapolvo. La planta en forma de “L” es característica en este tipo de inmueble en Venezuela.

La Nuñera



Inmensa casa donde hoy funciona la Casa de la Cultura “Dr. Luis Acosta Rodríguez” de Ortiz. Es sorprendente el cambio que ha tenido en el tiempo. La conocimos en los años setenta y estaba bastante maltrecha. Luego la Alcaldía local la restauró y la convirtió en Casa de la Cultura, con biblioteca, sala de exposiciones y algunas dependencias de la Alcaldía. Es también una casa en forma de L, con sendos corredores columnados, tejas y su patio central. Fue la residencia del doctor y general José Ramón Núñez, secretario general del general Joaquín Crespo y su amigo personal. La actual sede de la Alcaldía también restaurada, perteneció igualmente a la familia Núñez. Con varias ventanas selladas y el interior muy intervenido para que funcionen oficinas municipales.

Casa de los Utrera



La casa de doña Alida Utrera es de las significativas de Ortiz, en la calle San Juan. Cuenta con su portón de madera, antiguo, con broches de metal y tres hermosas ventanas altas, enrejadas con repisa y quitapolvos originales.

Casa de “La Espuela de plata”.


El pueblo orticeño ha querido ver en este inmueble actualmente en muy técnico proceso de restauración por empresa privada, la casa del mismo nombre que aparece como ficción en el libro de Miguel Otero Silva Casas muertas. Data del siglo XIX y su planta es en “L”. Dos de sus ventanas tienen repisa y quitapolvo con balaustres. La puerta de madera de la fachada principal ostenta a ambos lados pilastras con acanaladuras. Fue construida de tapia y rafa, techo de madera y tejas, con un gran alero con canecillos de madera como soporte. Entre otros usos que ha tenido estuvieron el Registro Subalterno y casa de comercio.

La Rodriguera



Inmueble que perteneció a doña Águeda Polanco, luego a Justo Flores, quien la vende a la educadora doña Beatriz de Rodríguez en 1936 y allí funcionó una escuela para niñas regentada por la notable institutora. Cobró relieve el inmueble porque en 1953-1954 la visitó el escritor barcelonés Miguel Otero Silva para que doña Beatriz y su hijo Nicanor Rodríguez le suministraran alguna información sobre el pueblo, personajes, el paludismo, las vivencias, etc, que darían origen a la novela ficcionada Casas Muertas, publicada en 1955. Tiene casa de comercio y en la calle transversal la entrada principal para evitar el ruido de la calle Bolívar cuando era carretera, antes de ser inaugurada la vía del Llano, actual avenida “Dr. Roberto Vargas”.

Se nos quedan en el tintero otros inmuebles importantes como la casa de los Di Caro, de dos plantas, que en 1933 fue adquirida por el general Juan Alberto Ramírez, presidente del estado Guárico; la de los Rodríguez Trujillo, ejemplo de casas principales del pueblo, ubicada frente a la plaza Bolívar y que perteneció originalmente al boticario señor Herrera; la casa de comercio San Antonio, que perteneció a don Domingo de Silos Rodríguez Moreno, con las puertas para el comercio por la calle Real o Bolívar y la principal por la calle transversal, para evitar el movimiento de la carretera y el sol de la tarde; la casa de la familia Hurtado Donaire, residencia y contigua la casa de comercio. Los puentes llamados Blanco, Rondonero, apellido que recuerda a los dueños del hato Morrocoy, más allá de Dos Caminos y el puente Anastasiero, para recordar el nombre de una de las hijas del general Guzmán Blanco, al parecer todos del tiempo en que gobernaba el Ilustre Americano. Cito un texto del destacado arquitecto restaurador y profesor universitario Graziano Gasparini: […] las muestras valiosas de nuestra arquitectura colonial van desapareciendo por obra de la ignorancia, que para justificar los exabruptos cometidos, intenta ocultarse tras la carreta del progreso”. (Gasparini, 1962: 182)

FUENTES:


GASPARINI, Graziano. (1962) La casa colonial venezolana. Caracas: Editorial

Armitano

___________________. (1965) La arquitectura colonial en Venezuela. Armitano

Editores.

Patrimonio Cultural del municipio Ortiz. (2005) Caracas: IPC

Recopilación de Leyes de Indias. (1973) Madrid: Ediciones Cultura Hispánica