Casi dos décadas de Fuego Cotidiano

En esta primera parte de la historia de Fuego Cotidiano son diversos los temas tratados; pero, nuestro fuerte ha sido la historia, el relato y la crónica de hechos pasados. Aunque estos tópicos, en verdad, no han sido nuestra única preocupación ni nuestro eje principal. Desde un principio lo dijimos: somos un espacio para las ideas.


Imagen web.

Por José Obswaldo Pèrez

Influenciado por una época de auge de los llamados webblog en Venezuela, por allá por los años ochenta, dos décadas después nacería Fuego Cotidiano, un día 12 de junio del 2006, como una expresión de esa irrupción de los medios digitales en nuestro país. Pero, sobre todo, marcado por un debate intelectual, en medio de una crisis político-social y económica, donde los ciudadanos buscaban un cambio hacia un nuevo futuro. De ese contexto, empezamos armar un proyecto, una idea y un espacio fundamentado en la tradición de las revistas culturales. Sí, en la web, un hito indispensable de nuestro siglo XX, que compartimos con otras numerosas publicaciones nacidas al fogón de aquella era.

Nos había inspirado el presente nombre, una de esas crónicas de nuestro estimado profesor Earle Herrera, quien dictaba la cátedra de Periodismo de Opinión en nuestra querida Escuela de Comunicación Social de la UCV. Así pues, bautizamos esta página y comenzamos a ejercer nuestro experimento electrónico, seducido por la novedad de las nuevas redes sociales. Aparecería nuestros primeros post que, en el lenguaje de los bloggers, significa las entradas del blog; es decir, los artículos o noticias que se publican de forma periódica en los webblog. Recuerdo que las primeras entradas se refieren a la Música en Ortiz, artículos que había publicado primero en El Siglo de Maracay y en el Diario El Nacionalista de San Juan de los Morros.

La idea no fue crear una bitácora personal. Más tarde se sumarían las colaboraciones generosas de Arturo Álvarez D’ Armas, Jeroth Montilla y Felipe Hernández, investigadores e historiadores de reconocida pluma regional e internacional. Después, Eduardo Sandoval, Edgardo Malaspina y Adolfo Rodríguez, nos ofrecerían contribuciones espontaneas y una presencia regular entre nuestros lectores. Pero, quizás, le esté hablando de una primera etapa que despertaba con el amanecer de un nuevo siglo lleno de esperanzas y, desde luego, con muchas incertidumbres.

En esta primera parte de la historia de Fuego Cotidiano son diversos los temas tratados; pero, nuestro fuerte ha sido la historia, el relato y la crónica de hechos pasados. Aunque estos tópicos, en verdad, no han sido nuestra única preocupación ni nuestro eje principal. Desde un principio lo dijimos: somos un espacio para las ideas. Es decir, para la creación y la creatividad. Tampoco sería sincero que este proyecto no admita sus errores, nada ha sido color de rosa y no nos avergüenza confesar nuestras omisiones y equivocaciones. Por lo tanto, agradecemos las críticas, cuando son objetivas y bien intencionadas.

Pero, tampoco, es mucha vanidad señalar que nuestros colaboradores, visiones, criterios y preferencias, al principio vistos con desdén, han sido consagrados por la silenciosa aprobación de lectores numerosos. En ese silencio, nos ha sorprendido que tuviéramos y tengamos seguidores internos y foráneos de nuestro país. Hoy descubrimos que somos un referente historiográfico en diferentes motores de búsqueda en la web. Pero, también, hoy sabemos que se nos citan en publicaciones impresas y que, simplemente, no somos solo literatura sino también investigación científica social.

Como toda historia tiene una segunda parte, la revista Fuego Cotidiano ha pasado a una nueva etapa como agente activo en la vida cultural del Guárico y más allá de sus fronteras regionales. A partir de la crisis social que sigueperecedera en nuestro país, y por los efectos del confinamiento originados por la enfermedad pandémica de la Covid-19, nos pusimos a repensar nuestro papel como publicación dentro de una visión de emprendimiento: hacer de Fuego Cotidiano una empresa privada, en el viejo término de usanza. Más allá de la asociación independiente, del lucramiento o de las ganancias. Desde luego, el hombre no sólo vive de palabras, sino que él también tiene que completar sus necesidades primarias.

Como decía, además, aquel famoso presentador de noticias de CBS Evening News, Dan Rather, quien escribió en The New York Times, en 1986, un artículo sobre los medios de comunicación. En su texto, Rather decía: “La información es un negocio. Siempre lo ha sido. Los periodistas lo entienden y lo aceptan. Pero el periodismo es algo más también. Es un faro que guía a los ciudadanos de una democracia a encontrar su camino.La información es un componente de una sociedad libre. La información es un negocio, pero también una responsabilidad pública…”.

Compartimos totalmente esta opinión y nos acogemos a este principio. Somos un medio independiente, sin un gran grupo mediático o empresarial detrás. Tampoco contamos con un muro de pago para acceder a lo contenidos. Así pues, esta ayuda, sumada a los ingresos derivados de la publicidad y los patrocinios, resulta clave para garantizar nuestra sostenibilidad y hacer posible que podamos seguir publicando historias locales que son parte del mundo Hace 17 años, cuando Fuego Cotidiano apareció, entendíamos que se debía recorrer un tramo importante antes de pedir el apoyo de los lectores. Hoy, con unas cifras de difusión y un perfil de usuario muy satisfactorios, Fuego Cotidiano ofrece un fondo periodístico cultural lo suficientemente importante como para justificar esta petición. Esta publicación cuenta con 764205 visitas, es decir, un promedio de 100 visitas diarias y más 500 mensuales, sólo en Venezuela, según certificación de Google Analytics.

Decíamos que, en esta etapa, la cual considero significativa, es buena para hacer una pausa en el camino y reflexionar sobre la marcha de la Revista Fuego Cotidiano, ahora que editamos en versión PDF y en físico – aun cuando es un poco artesanal-, como una muestra de los cambios internos que hemos introducido. Y que, sin duda alguna, aquí juega un papel importante y generoso José Manuel Aquino, nuestro Greente Editorial, quien ha aportado ideas para mantener la vida de nuestra publicación, especialmente, en la construcción de un staff de colaboradores.

Permítaseme referirme a Aquino como un articulador cultural y un relacionista público, especialmente casi circunscrito en la Ciudad de Todos Santos de Calabozo, donde opera su arsenal cultural. De modo que este balance, de casi una década, nos llena de estímulos; otras consideración valiosa es que nuestra página web se desarrolla en la plataforma de Google, empresa que nos ha brindado el soporte para la creatividad de forma gratuita.

De una y otra manera, estas experiencias positivas nos invitan a continuar en nuestro trabajo para seguir siendo una expresión libre y un espacio para las ideas, en un abierto dialogo a veces contradictorio, pero que busca la empatía con nuestros seguidores para avivar esas ideas y esas palabras.

Quizás dieciséis años no sean muchos para esta creatura, pero esperamos mañana decir: ¡Hola, aquí estamos!

José Obswaldo Pérez es periodista y editor de Fuego Cotidiano.

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