La motivación religiosa en el topónimo Villa de Todos los Santos de Calabozo
En el contexto toponímico, el nombre de la Villa de Todos los Santos de Calabozo es una denominación compuesta de naturaleza antropocultural. Es un hagliotopónimo de motivación espiritual y religiosa que se divide taxonómicamente en dos elementos híbridos. Primero, Villa de Todos los Santos, que debe ser una translación toponímica de España.
Por José Obswaldo Pérez
EN EL SIGLO XVIII, la Villa de Todos Santos de
Calabozo era un pueblo de “picota y horca” (Carrasquel, 1943:196). Había
sido fundado por los capuchinos andaluces Salvador de Cádiz y Bartolomé de San
Miguel con el nombre de Nuestra Señora de la Candelaria,
el primero de febrero de 1724. Sin embargo, mucho antes, en 1694, existió un
sitio de vida efímera con el nombre de Jesús de Nazareno de Calabozo,
fundado por el fraile Salvador de Casabermeja. Anteriormente en 1676, Fray
Pedro de Berja había pedido el establecimiento de la ciudad (Vila, 1963). Una real cédula del
15 de febrero de 1738 confirmaba la fundación, pues más
tarde los terratenientes no a
gusto con esta decisión hostigaban
incluso, a través del gobernador, para que les fueran devueltas las tierras
donde estaba la villa. Por consiguiente,
el 14 de septiembre de 1741, el gobernador ordenó que les fueran
devueltas de nuevo las posesiones a los dueños de hatos. El 14 de agosto de
1744, el padre Antonio de Jaén y 62 vecinos solicitaron al Consejo de Indias la
reposición de la villa. El Consejo otorgó el 6 de julio de 1751 lo que le
correspondía a ésta y a las Misiones de la Santísima Trinidad y Nuestra Señora
de los Ángeles, una legua alrededor a cada una. El título de villa fue
confirmado por real cédula el 20 de abril de 1774, autorizada a su vez por el Obispo
de la Provincia de Caracas, el 15 de Diciembre
del año siguiente (De Armas Chitty, 1974: 41-44).
De este modo, con las misiones capuchinas y andaluzas
no sólo llegó al primitivo Calabozo la cruz, como símbolo del cristianismo, la
conquista y la fe, sino también la espada como arquetipo de las armas para la
defensa, protección y ocupación de los llanos, a fin de controlar la
resistencia de tribus indígenas en la zona. Junto con ella, mosquetes,
armaduras, perros, lanzas, provisiones, pendones y toda la investidura militar
de la época se consolidarán en las “misiones escoltas” como una empresa
religiosa-militar que tuvo una intensa importancia en el contexto histórico de
Venezuela colonial (Castillo Lara, 1975; Rodríguez, Mirabal, 1987:192). Con la articulación
de estos elementos y el tutelaje de los misioneros, el asentamiento creció
rápidamente con el comercio generado por el desarrollo de los grandes rebaños
de ganado establecido en los Llanos. Aunque su fundación fue tardía, se originó
al final de la conquista y colonización de Venezuela. Mientras ciudades
importantes como Barquisimeto y el Tocuyo nacieron durante la ola expansionista
y globalizadora del siglo dieciséis, Calabozo empezaba como un enclave
misionero a finales del siglo XVII. Había sido concebido para guarnecer un
asentamiento español anclado a la creciente red de “misiones con escoltas”
que se esparcían hacia los llanos, con el fin abrir paso a la penetración de
criadores con sus rebaños en calidad de “quieta y pacífica” (Rodríguez Mirabal,
1987:193).
En el contexto toponímico, el nombre de la Villa de
Todos los Santos de Calabozo es una denominación compuesta de naturaleza
antropocultural. Es un hagliotopónimo de motivación espiritual y religiosa que
se divide taxonómicamente en dos elementos híbridos. Primero, Villa de Todos
los Santos, que debe ser una translación toponímica de España. Un
desplazamiento designativo de la madre patria que el conquistador trasladó con
toda su carga cultural a las colonias hispanoamericanas y otros lugares como en
el Reino de Brasil. No es exagerado el sentimiento religioso de los primeros
colonos-españoles y portugueses- que llevó a designar a la naciente población
como Pueblo deTodos los Santos. Una herencia de siglos devenida de la
época del cristianismo, y a una regla establecida por el Papa Gregorio el
Grande (590-604). El bautismo no sólo fue un título para el culto público a una
determina persona, sino que pasó a ser una creencia de quien poseía el nombre
de un santo se encontraba bajo la protección del mismo. De allí que años más
tarde, las mismas instituciones eclesiásticas, pueblos y países se erigían bajo
la amparo de un santo. Por eso, unas de las características de la colonización
fue la santificación natural del espacio geográfico para el dominio espiritual
del lugar. La santificación consistía principalmente en la purificación de los
pecados, luego la permanencia de la vida y ascenso al camino de la virtud. En
la purificación estaban incluidos todos los aspectos de la perfección
espiritual: templanza, prudencia, paciencia, humildad, caridad, esperanza y fe
(Goicu, 2002:303-304).
Esta realidad tuvo consecuencias en el plano
toponomástico, en el cual el nombre de este lugar nos remite al “universo
ibérico”, desde una percepción sensible o espiritual de los habitantes,
constituyéndose en fuente inspiradora de la localidad.La denominación de un
lugar por parte de los europeos consistía en poner nombres de santos a lugares,
por ser descubiertos en días en que el calendario católico atribuía a
determinado santo, santa o devoción (Dick, 2000:227). El topónimo Pueblo
deTodos los Santos envuelve dos puntos nucleares de la conquista hacia los
llanos: la propiedad del territorio por el dominio de los caminos terrestres y
lacustres, a través de las emigraciones espontáneas y la colonización
hispánica; y la conquista espiritual de las localidades mediante las
encomiendas y misiones religiosas. Los primeros permitirán el reconocimiento de
ese espacio, que les permitirá dominar las “arterias básicas” de la
comunicación oriente-occidente y viceversa; y, los segundos, garantizarán la
continuidad de la presencia de las emigraciones para la implantación de nuevas
fundaciones, misiones, hatos, credos y otras cosmovisiones (Pérez, 2006;
Rodríguez, 1991:105).
La toponimia religiosa se distingue por el
carácter original de la lengua eclesiástica romana, la cual se basa en vocablos
provenientes de lenguas diferentes. Su raíz cristiana y latina, supone en
primer lugar los aspectos esenciales sobre la antigüedad de una palabra y
segundo, su origen eslavo, en el cual se encuentran en muchas de ellas las
denominaciones que designan la organización del culto, la jerarquía
eclesiástica y el calendario católico. Desde la perspectiva histórica, estas
características tienen una enorme influencia en la conquista del territorio.
Concepción Suárez (2002) señala que su origen tiene
sus comienzos en las transformaciones de ritos y cultos prerromanos lo cual
cumplen una función de “santificación” del entorno natural. El autor citado
explica que una “buena parte del lenguaje toponímico se remonta a costumbres
y referencias culturales preexistentes a la romanización, que, a todo más, sólo
fueron reutilizadas, transformadas, reconvertidas por la cultura latina y la
cristianización ulterior” (2002: 41-64). De este modo, los nombres
referidos a ciertos lugares tienen raíces preindoeuropea, indoeuropea y celta,
los cuales fueron utilizados por el conquistador europeo para nombrar el
entorno natural habitado y, posteriormente, sacralizarlo y luego
cristianizarlo.
El otro elemento taxonómico componente de la Villa
de Todos los Santos es la palabra "Calabozo", la cual
tiene su origen en el latín: Calare (= hender, herir) + Fodere (=
hacer una fosa). Su significado trata de una especie de excavación en roca o en
el suelo utilizado para mantener a los
delincuentes o prisioneros de guerra encerrados y bajo castigo. Al parecer el
topónimo tuvo una cierta evolución: de Calarfodium pasó a Calapozio
(latín hispánico) y finalmente a Calabozo, un perfeccionamiento híbrido
entre el griego y el latín. En estesentido, Corominas y Pascual (1984, I:
747) atribuyen a la palabra calabozo un origen hipotético de la voz
compuesta “calafodium”, en la que podría distinguirse, junto al derivado
“fodium” del latín fodere (‘cavar’) y la forma prerromana “cala”,
el cual significa: ‘lugar protegido, cueva’, probablemente de origen
anterior al celta o al ibero.
En regiones de España, como León y Salamanca, se
registra la etimología calabozo, lo que demuestra que es un fisiotopónimo, es decir, un
nombre motivado por las características físicas del medio o las circunstancias
que los rodean (Pérez, 2006).
Al igual que
Corominas y Pascual, el reconocido lingüista, Fernando Navarro, señala la
posibilidad de que la palabra Calabozo derive directamente de las
palabras latinas fodiareyfodium, voces que su equivalente en
español es “hoyo”. Éste vocablo se utilizaba generalmente para cualquier
agujero excavado en la tierra. “nada de extraño tiene que nuestra palabra
calabozo esté también emparentada con fodium; más concretamente, con el latín
vulgar calafodium, compuesto con una supuesta raíz prerromana cala (subrayado
nuestro) que transmitía la idea de cueva o lugar protegido” (Navarro,
2002). Sin embargo, Calabozo no es una palabra transparente; es decir,
es unapalabra opaca, inexplicable que, por lo menos, plantea interrogantes para
quienes otros, seguramente más acuciosos e interesados, intenten darles
respuesta. Otra interpretación del topónimo es su derivación del prerromano
compuesta por Cala-, que significa lugar protegido y el sufijo –boza,
que significa ‘matorral’. En otras palabras, Calabozo sería como un “matorral
protegido”, que es el nombre también de un instrumento agrícola extremeño;
pero, también, en sardo logudonéscalavojo o calafoju es 'fosa,
barranco', significado adecuado a nuestro topónimo.
Finalmente, dentro del plano toponímico e histórico,
se puede concluir que religión y fe son una consultación de los mitos de los
hombres desde los tiempos de la colonización de los llanos. La Villa de
Todos los Santos de Calabozo es el manifiesto sentimiento religioso de los
primeros colonos y sus descendientes. Una nomenclatura de longitud pomposa,
suerte de un sociocentrismo lugareño (Baroja, 1957; Mitchell, 1988:15)
cuya medición debería indicarnos el grado de cristianismo y fe de aquella
localidad colonial. Pues, resulta que la Villa de todos los Santos de
Calabozo fue posteriormente sede de una de las primeras diócesis fundadas
en Venezuela, después de las de Caracas, Mérida, Guayana y Barquisimeto. Fue
una Diócesis que comprendió gran parte de los territorios llaneros de
Venezuela. Siendo, por lo tanto, sede de un obispado que para muchos podemos
interpretar que tenía una preeminencia espiritual. Pero no olvidemos que
delante de la cruz después vino la espada, también símbolo de protección de la
ciudad. En el siglo XVIII, Calabozo fue una plaza militar importantísima que
constituyó un cerco para reducir a los grupos indígenas y contrarrestar el
contrabando ilegal en la región. Cruz y espada serán la divisa con que se
levantará esta localidad, con buena plaza, cárcel pública, cepo, cadenas y
prisiones. Calabozo, la ciudad protegida, fue muy próspera en el pasado y lo
sigue siendo en el presente. Hoy lleva el nombre simplificado de Municipio
Miranda, en honra a la memoria del Precursor de la Independencia de Venezuela,
General Francisco de Miranda (1750-1816).
Ver también:
Topofilia, lugar y toponimia
Esclavitud y ganadería: Los orígenes antropoculturales de la llaneridad
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