Oldman Botello

De Pancha Vásquez a Roberto Vargas

Por Oldman Botello

En estos días, silenciosamente, se están conmemorando los 90 años de la publicación, el 15 de febrero de 1929, de la más representativa obra narrativa de Rómulo Gallegos, salida de las prensa de Editorial Araluce, de Barcelona, ocasión propicia para recordar a aquellos personajes que no fueron ficción, sino de carne y hueso, que eran tan llaneros como “la dañera” y llegados a conocimiento del autor en su viaje al hato La Candelaria en abril de 1927; hato legendario fundado por los Araña o Arana de Villa de Cura y luego de Calabozo, a mediados del siglo XVIII y que para el tiempo de la visita de Gallegos era propiedad, desde 1915, del general Juan Vicente Gómez, representado por personas de su confianza; era supervisor de las propiedades gomecistas en el Llano de Guárico y Apure, el coronel Daniel Rodríguez Garmendia, quien recibió órdenes del dueño en Maracay, de atenderlo a cuerpo de rey.
El primer personaje que sale al paso es la propia Doña Bárbara, personificada por doña Francisca o Pancha Vásquez, analfabeta, mujer hombruna, a la que corría fama de arrojada, buena con el revólver y para la brujería; era el carbón antes del diamante, según frase feliz de Andrés Eloy Blanco, que fue su abogado. Francisca vivió hasta los años treinta del siglo pasado y murió en un agosto en el hato La Trinidad de Arauca, cuando esperaba al vapor Arauca que la conduciría a San Fernando para tratamiento médico. Era dueña del hato La Chiricoa, hoy refundido en La Trinidad de Arauca; se lo compró don José Natalio Estrada Torres, nieto de aragüeños de San Sebastián, ganadero, poeta y cineasta. Pancha está sepultada en dicho hato, al sur de Mantecal y Rincón Hondo, en sepulcro acondicionado por Estrada que fue su amigo y protector.
De Santos Luzardo se comentó que en el personaje de la novela había algo de los eternos duelos entre los Manuitt de Chaguaramas y otra familia. Otro personaje pintoresco en la vida real fue Ángel María Nieves, que aparece en la novela como María Nieves, el que cruzaba el Apure con un chaparro en la mano, conduciendo el ganado al otro lado, en Puerto Miranda, chaparreando a los caimanes que asomaran su fea figura con siniestras intenciones Había nacido posiblemente en Apure o Guárico el 16 de julio de 1882 y murió en San Fernando, con gusanos en la nariz y en el cerebro, el 17 de febrero de 1946. Su madre, doña Bárbara Rosa Nieves y sus hijas Emilia y Justina Nieves vivieron en Maracay, en Calicanto, frente a la Casa de la Cultura; estaban concertadas en la casa de don Enrique Dorta Serrano, comerciante maracayero y aquí murieron; Justina en el ancianato de El Limón, ya nonagenaria en los años noventa. Su nombre lo lleva un puentecito sobre un caño en Uverito, Guárico y el gran puente sobre María Nieves el Apure frente a San Fernando, su lugar de trabajo. Cuando le avisaron por telégrafo la muerte, Gallegos, que era candidato presidencial, envió 100 bolívares a la familia, por transferencia telegráfica.
El gran informante de Gallegos en el hato La Candelaria (llamado Altamira en la novela) fue Antonio José Torrealba, el renco; cunavichero, despensero, corpulento, medio literato empecinado con la mitología griega y le puso a una yegua el nombre de Proserpina; él puso a Gallegos en autos del hato, las costumbres llaneras, mitos, leyendas y tradiciones de la sabana. EL novelista, cuando fue Presidente le preguntó qué deseaba: “Quiero ser jefe civil de Cunaviche y un radio de pilas”. Gallegos lo hizo nombrar con el gobernador de Apure Dr. Pedro Elías Hernández y le envió el radio de pilas en el que escuchaban el noticiero Panorama Universal, con el locutor Francisco Fossa Andersen. Murió en San Fernando el 14 de julio de 1949 de diabetes congénita. Se supo que había pasado tres días en el monte comiendo miel de aricas. Eso desató la crisis.
Carmelito es otro personaje. Su nombre era Rafael Anselmo Luna, nativo del Bajo Apure. Falleció en San Rafael de Atamaica y dejó familia, algunos de cuyos bisnietos residen en Maracay y en Linares Alcántara. En cuanto al doctor y general Roberto Vargas, nativo de Ortiz, fue personaje a medias de Lorenzo Barquero y el Dr. Francisco Mier y Terán Carreño, dueño del hato guariqueño de La Rubiera y descendiente directo de los rubios españoles. Vargas era atrabiliario, conservador, pero también fue educador y colega de José Martí durante su estada en Caracas; y guerrillero antigomecista. El bachiller Mujiquita es la personificación del poeta Párica Párraga, que fue condiscípulo de Gallegos en Caracas, quien lo encontró en Camaguán de secretario de la jefatura civil. Antes fue compañero de Maisanta en las guerrillas de Apure hasta que se convenció que tumbar gobiernos no era como tumbar carutos. El nombre de Pajarote “zambo, canilludo y desgalichado” como lo describe Gallegos, se lo asignó este mismo. Su verdadero nombre era Pedro Manuel Sánchez, o Perucho. Hombre cordial pero reservado, que le extendió la mano a Gallegos para saludarlo y ponérsele a la orden para lo que saliera. Míster danger o señor Peligro fue representado por Aurelio Inneco, italiano residente en Apure, llamado musiú Inneco, cuya foto me la prometieron hace años sus nietos en Maracay; pero musiú Inneco no era como Míster Peligro, sino un hombre bonachón, honrado y de prestigio en Apure. Debemos terminar diciendo que el encargado del hato La Candelaria era don Manuel Sánchez Veracierta, quien recibió la orden de su supervisor de atender muy bien a Gallegos y su comitiva. Era ganadero en hato aparte y hombre de algunos recursos económicos que murió anciano en San Fernando, donde residen sus familiares. Estos son los personajes de Doña Bárbara en la vida real.
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sábado, marzo 16, 2019

Lila Seijas Iribarren

Doña Lila, con 75 años de edad, había nacido en Barquisimeto de un hogar descendiente de distinguidas familias locales de lo cual se sentía justificadamente orgullosa sin envanecerse por ello. Entre sus ascendientes figuran el prócer de Araure Comandante Juan Guillermo Iribarren, precisamente epónimo municipal de su ciudad natal, Barquisimeto

Doña Lila Seijas Iribarren, una mujer con don especial.

por Oldman Botello
El viernes 7 de abril falleció en la ciudad de Altoona, Estados Unidos, doña Lila Seijas Iribarren, dama muy conocida en el Guárico central por sus dotes de gran personalidad y por ser activa dirigente del gremio de los criadores porcinos de la entidad y de otras organizaciones de Ortiz y San Juan de los Morros..

Doña Lila, con 75 años de edad, había nacido en Barquisimeto de un hogar descendiente de distinguidas familias locales de lo cual se sentía justificadamente orgullosa sin envanecerse por ello. Entre sus ascendientes figuran el prócer de Araure Comandante Juan Guillermo Iribarren, precisamente epónimo municipal de su ciudad natal, Barquisimeto; fue tío suyo don Lino Iribarren Celis, destacado historiador larense que fue miembro de la Academia Nacional de la Historia. Su padre fue el profesor Antonio Seijas, integrante de las primeras promociones del Instituto Pedagógico de Caracas.
Desde muy joven, Lila Seijas fue al exterior donde estudió en importantes colegios de Londres; entre sus condiscípulas figuró doña María del Pilar de Borbón y Borbón, hermana del rey emérito Juan Carlos I de España y tía del actual monarca Felipe VI; doña Pilar de Borbón distinguió con su amistad a Lila Seijas. En Canada siguió cursos de porcicultura y otros referidos a la misma materia lo que le sirvió para colocarse muchos años al frente de la finca Acapralito, de la empresa Agroseijas, de Ortiz, vía Dos Caminos, sitio que siempre estuvo abierto para los innumerables amigos de Lila y de su fallecido hermano el ingeniero agrónomo José Antonio Seijas, el popular Negro Seijas.SEIJAS 2
Lila Seijas, radicada definitivamente en la finca, llegó a ser concejal del municipio Ortiz, donde defendió a capa y espada al pueblo que estaba siendo víctima de la terrofagia de una extranjera. Tuvimos el honor de conocer a Lila Seijas a través del fallecido cronista de Parapara, don Félix Manuel Belisario y mantener la amistad por más de treinta años.

Hace algún tiempo doña Lila entregó la finca a sus hermanos y que hoy es liderada por el teniente coronel Luis Seijas Iribarren. Estuvo un tiempo en San Juan de los Morros y luego se fue a Estados Unidos, a la ciudad de Altoona, donde reside su hermana Cristina con su familia. Allá contrajo matrimonio con un profesor universitario jubilado. Hace unos años comenzó a sufrir de enfermedad renal y en los últimos meses debió ser dializada diariamente. Su cuerpo, cansado de sufrir, sucumbió el viernes de la semana pasada, sumiendo en la tristeza a sus familiares y a la legión de amigos en el estado Guárico y en Aragua. Atendiendo a su última voluntad, su cuerpo fue cremado y permanecerá un tiempo en los Estados Unidos. Que en paz descanse la gran amiga. Que la tierra te sea leve.

Fuente: Diario El Nacionalista
martes, abril 18, 2017

Soplones y declarantes contra Zamora



Por Oldman Botello

El general Ezequiel Zamora luego de detenido en la Sierra del Sur de Villa de Cura, en Guambra, comenzando el camino hacia Tacasuruma o Belén, fue sometido en Villa de Cura a juicio criminal entre abril de 1847 y en julio del mismo año cuando fue sentenciado en primera instancia a la pena de muerte. Quien ordenó seguir el juicio fue el Dr. José Santiago Rodríguez, abogado caraqueño, político conservador, exministro y amigo del general Páez; tenía el cargo de Auditor General de Guerra y comisionó para incoar el juicio contra Zamora, preso en la cárcel de Villa de Cura, al Dr. N. González Méndez, Juez de 1° Instancia del Circuito y como secretario al subteniente José Pardo Gil y luego asumió este puesto Alfonso Brizuela. Los médicos que reconocieron los cadáveres en la batalla de Los Bagres fueron los doctores Juan Manuel Manzo y José Rafael Briceño; el fiscal lo fue el licenciado Juan Martínez, hombre despreciable y traidor quien después de ser amigo entrañable y con quien viajó Zamora a los Tiznados y otros lugares para predicar el liberalismo, se volvió conservador y acusó de todo lo malo a Zamora en tribunales. El Jefe Político de Villa de Cura o jefe civil era el comerciante y terrateniente Aureliano Otañez; luego pasó a ser juez de la causa el Dr. Manuel Alfonso, de la godarria de La Victoria y quien más adelante, fiel a su credo godo, falló contra los indios de Turmero en un litigio por sus legítimas tierras. Estos fueron los funcionarios a la orden del Gobierno para juzgar al general Ezequiel Zamora.

Los soplones y declarantes en contra fueron casi todos villacuranos, de las clases pudientes, comerciantes usureros y hacendados. Todos conocían a Zamora, pero cuando cayó preso se ensañaron con él; vieron sus intereses en peligro y accionaron con todo su poder de común acuerdo con el régimen conservador de Caracas liderizado por el general José Tadeo Monagas (después se convirtió en liberal por conveniencia).

Del sumario instruido contra el líder Zamora extraemos quiénes fueron esos declarantes; no los inventa quien esto escribe sino que están en el expediente de 1847 publicado por Manuel Landaeta Rosales, Antonio Leocadio Guzmán y Laureano Villanueva en tres obras diferentes. El primer declarante fue Wenceslao González, con grado de sargento, de 61 años, agricultor, habitante de Los Bagres quien echó el cuento ante el juez, secretario y fiscal, de lo que vio en su lugar de residencia. Luego vino José Jaén, quien había guardado rápidamente su ropa y enterrado su dinero al saber que venía la invasión de Ezequiel, a quien mucho conocía y manifestó en su declaración ser “amante como el que más del orden, las instituciones y las leyes”.

Un grupo de esas figuras villacuranas enemistadas con Zamora por querer entregar la tierra al campesinado, denunciaron al caudillo porque contrario a la Constitución, había solicitado el voto para sí en las elecciones de 1846. Esos firmantes fueron: Joaquín Jaén, pariente del anterior; Juan Martínez, el fiscal traidor; Benito Martí Manzo, abuelo del poeta calaboceño Francisco Lazo Martí; Luis María Ceballos, Jacinto Santaella, José Jaén, Braulio Otañez, Nicolás Ovalles, villacurano muerto en 1861, fue concejal y tío-abuelo del Dr. Víctor Manuel Ovalles Carlomán; José Joaquín González Ascanio, caraqueño radicado en Villa de Cura y bisabuelo de los González Gorrondona; Fortunato Torralva; José Jacinto Fuentes, de notables familias terratenientes esclavistas del valle del Tucutunemo; Delfín Fernández y Jesús Peraza. Fueron delatores de Zamora acusándolo de todo lo que quisieron para engordar el expediente: Francisco Gil Ceballos, Trinidad Celis, barquisimetano radicado en La Villa, casado con Rosalía de Ávila y Bolívar, pariente del Libertador, nacida en Parapara, es decir, en la sierra al sur de San Juan de los Morros, San Antonio de La Platilla; Fausto Celis Ávila, su hijo; José Antonio Istillarte, de Cagua, criado en Villa de Cura; José Ramón Hernández Motamayor, genearca de la familia Hernández Pérez; Joaquín Paúl, hermano de Coto Paúl, quien se radicó en La Villa y vivió en San Francisco de Tiznados y Ortiz, donde murió; Socorro Telles, de Magdaleno, herrero, murió de cólera en 1855; Eustaquio Barreto, arrendatario de la hacienda Tocorón y casado con Belén Quero; Dr. Jaime Bosch, médico y músico (Caracas 18114-Vilal de Cura 1890); Pedro Bofill, de padre español realista, yerno de don Benito Martí Manzo; Cayetano Ayala, emparentado con los Ayala Bofill y ascendiente de los Capriles-Ayala; Braulio y Aureliano Otañez, siempre en el lado de los godos, latifundistas y comerciantes agiotistas.

 Fueron descendientes suyos dos Aureliano Otañez: un canciller de Cipriano Casto y un canciller de Pérez Jiménez. La cabra siempre tira al monte.

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miércoles, febrero 01, 2017

El patrimonio de Ortiz en sus viejas casas

El centro histórico de Ortiz presenta varios ejemplos de esas viejas casas de fines del siglo XIX o comienzos del XX en las que se usaron los antiguos materiales y sistemas constructivos


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Prof. Oldman Botello

INTRODUCCIÓN

Recogemos en estas notas, varios inmuebles vinculados al pueblo dieciochesco de Santa Rosa de Lima de Ortiz, analizados desde su significación dentro de lo que se llama Cuadrilátero Histórico, extendido hasta el sector Las Mercedes; todos los lugares estudiados en esta ponencia son del siglo XIX. Se excluye la iglesia matriz por ser mixta, una parte construida en el siglo XIX, las bases y un 80% de la estructura de ladrillos en obra limpia y la parte final del siglo XX. Son las únicas construcciones que permanecen en pie o en ruinas como relictos del siglo XVIII.


La arquitectura colonial y sus derivados en los siglos XIX y XX


Nuestros viejos alarifes o maestros de albañilería siguieron las pautas de los pueblos españoles y sus materiales constructivos. Don Carlos Manuel Moller, caraqueño experto en arte colonial nos explica […] nuestras casas no fueron palacios con alardes de refinamiento en que los estilos dejaron honda huella; su lujo no consistía en exuberantes decoraciones; lucían por su sencillez y nobleza; eran ricas por sus vastas proporciones, por su ámbito luminoso y fresco que convidaba a vivirlas, a gozar de su holgura capaz para toda grandeza, a reposar con placidez en la serenidad de su ambiente”. (Revista El Farol, N° 192, enero 1961) Casas que no solo fueron para vivir, sino que estéticamente representaban una manera de expresarse. Esos alarifes construyeron casas y diversos inmuebles con altas ventanas y patios interiores para que hubiese libre circulación del viento.

Las leyes de Indias, muy certeras, ordenaban que en los pueblos fríos las calles fueran trazadas anchas y en las calientes y cerca del mar, estrechas, para evitar el acceso de piratas y que se fundasen cerca de ríos para proveerse. Desde un comienzo y así se establece las leyes indianas, de la plaza principal debían salir de sus cuatro esquinas las calles del pueblo y las manzanas –regularmente de 100 metros- hasta configurar un damero o cuadrícula, reminiscencias romanas y árabes. (Recopilación de Leyes de Indias, (1973) Madrid: Ediciones Cultura Hispánica, (I) En la América hispana es muy extraño un pueblo que no siga la forma de tablero de ajedrez español, a menos que lo impida la topografía del terreno como en los pueblos andinos.

Las casas viejas de Ortiz



El centro histórico de Ortiz presenta varios ejemplos de esas viejas casas de fines del siglo XIX o comienzos del XX en las que se usaron los antiguos materiales y sistemas constructivos como el ladrillo o adobe, la tapia y rafa, las tejas y el bahareque con embarrado, más vegetales como las palmas, la madera para los horcones, guafas y muy tardíamente el bambú y algunos bejucos o sarmientos. De todos estos sistemas podemos apreciar en las casas orticeñas.

La más importante a nuestro juicio por su arquitectura y por su antigüedad es la llamada Casa de Alto, en la calle Las Mercedes con la calle San Juan y amenazada de ruina a pesar del abandono y de los parches que so pretexto de restauraciones, se le han cometido a través de los años. La tradición señala que allí estuvo por corto tiempo la sede de la Gobernación del Guárico cuando el general Joaquín Crespo la trasladó provisionalmente mientras él se iba a la guerra. Es una casa de tapia y rafas, muros de ladrillos, con piso superior al cual se accede por escalera de madera. La sección de planta superior tiene el techo a cuatro aguas y la contigua a dos aguas. La superior cuenta con dos balcones con antepechos. Las columnas del corredor interior son de madera. Las tres ventanas de la casa contigua tienen repisa y quitapolvo. La planta en forma de “L” es característica en este tipo de inmueble en Venezuela.

La Nuñera



Inmensa casa donde hoy funciona la Casa de la Cultura “Dr. Luis Acosta Rodríguez” de Ortiz. Es sorprendente el cambio que ha tenido en el tiempo. La conocimos en los años setenta y estaba bastante maltrecha. Luego la Alcaldía local la restauró y la convirtió en Casa de la Cultura, con biblioteca, sala de exposiciones y algunas dependencias de la Alcaldía. Es también una casa en forma de L, con sendos corredores columnados, tejas y su patio central. Fue la residencia del doctor y general José Ramón Núñez, secretario general del general Joaquín Crespo y su amigo personal. La actual sede de la Alcaldía también restaurada, perteneció igualmente a la familia Núñez. Con varias ventanas selladas y el interior muy intervenido para que funcionen oficinas municipales.

Casa de los Utrera



La casa de doña Alida Utrera es de las significativas de Ortiz, en la calle San Juan. Cuenta con su portón de madera, antiguo, con broches de metal y tres hermosas ventanas altas, enrejadas con repisa y quitapolvos originales.

Casa de “La Espuela de plata”.


El pueblo orticeño ha querido ver en este inmueble actualmente en muy técnico proceso de restauración por empresa privada, la casa del mismo nombre que aparece como ficción en el libro de Miguel Otero Silva Casas muertas. Data del siglo XIX y su planta es en “L”. Dos de sus ventanas tienen repisa y quitapolvo con balaustres. La puerta de madera de la fachada principal ostenta a ambos lados pilastras con acanaladuras. Fue construida de tapia y rafa, techo de madera y tejas, con un gran alero con canecillos de madera como soporte. Entre otros usos que ha tenido estuvieron el Registro Subalterno y casa de comercio.

La Rodriguera



Inmueble que perteneció a doña Águeda Polanco, luego a Justo Flores, quien la vende a la educadora doña Beatriz de Rodríguez en 1936 y allí funcionó una escuela para niñas regentada por la notable institutora. Cobró relieve el inmueble porque en 1953-1954 la visitó el escritor barcelonés Miguel Otero Silva para que doña Beatriz y su hijo Nicanor Rodríguez le suministraran alguna información sobre el pueblo, personajes, el paludismo, las vivencias, etc, que darían origen a la novela ficcionada Casas Muertas, publicada en 1955. Tiene casa de comercio y en la calle transversal la entrada principal para evitar el ruido de la calle Bolívar cuando era carretera, antes de ser inaugurada la vía del Llano, actual avenida “Dr. Roberto Vargas”.

Se nos quedan en el tintero otros inmuebles importantes como la casa de los Di Caro, de dos plantas, que en 1933 fue adquirida por el general Juan Alberto Ramírez, presidente del estado Guárico; la de los Rodríguez Trujillo, ejemplo de casas principales del pueblo, ubicada frente a la plaza Bolívar y que perteneció originalmente al boticario señor Herrera; la casa de comercio San Antonio, que perteneció a don Domingo de Silos Rodríguez Moreno, con las puertas para el comercio por la calle Real o Bolívar y la principal por la calle transversal, para evitar el movimiento de la carretera y el sol de la tarde; la casa de la familia Hurtado Donaire, residencia y contigua la casa de comercio. Los puentes llamados Blanco, Rondonero, apellido que recuerda a los dueños del hato Morrocoy, más allá de Dos Caminos y el puente Anastasiero, para recordar el nombre de una de las hijas del general Guzmán Blanco, al parecer todos del tiempo en que gobernaba el Ilustre Americano. Cito un texto del destacado arquitecto restaurador y profesor universitario Graziano Gasparini: […] las muestras valiosas de nuestra arquitectura colonial van desapareciendo por obra de la ignorancia, que para justificar los exabruptos cometidos, intenta ocultarse tras la carreta del progreso”. (Gasparini, 1962: 182)

FUENTES:


GASPARINI, Graziano. (1962) La casa colonial venezolana. Caracas: Editorial

Armitano

___________________. (1965) La arquitectura colonial en Venezuela. Armitano

Editores.

Patrimonio Cultural del municipio Ortiz. (2005) Caracas: IPC

Recopilación de Leyes de Indias. (1973) Madrid: Ediciones Cultura Hispánica

jueves, septiembre 08, 2016

Miranda y Aragua

Por Oldman Botello


Se está escribiendo y hablando sobre el bicentenario del fallecimiento en el arsenal de La Carraca, del generalísimo y ahora almirante en jefe, Francisco de Miranda (a algunos diputados de alguna legislatura guariqueña, que no la presente, dispusieron que el municipio cuya capital es Calabozo se llame Sebastián Francisco de Miranda, que es su filiación completa, pero nunca usó, como se puede ver claramente en su firma en el Acta de Independencia. Es que esta gente nunca busca asesores.

Francisco de Miranda, cuyo nombre está inscrito en el intradós del Arco de la Estrella de París al lado de otros grandes, tiene diversas vinculaciones con Aragua. Desde el 19 de mayo de 1812 se hallaba en Maracay, en la hacienda La Trinidad, vía El Limón, inmueble en completa ruina hoy día, pese a tantos homenajes y conmemoraciones. Allí le acompañaban entre otros: Antonio Muñoz Tébar, secretario de Estado y Relaciones Exteriores, muerto en Aragua en La Puerta en1814; José de Sata y Bussy, Juan Germán Roscio, Talavera, José Vicente Mercader, Francisco Esteban Ribas, pariente de José Félix; y el inefable Juan Fernández de León, marqués de Casa León, dueño de la casa y hacienda; otras veces se reunían en la casa de la hacienda Piñonal, la más grande de la ciudad y propiedad del prócer Luis López Méndez.

Miranda despachaba desde La Trinidad una tras otra la correspondencia a numerosos amigos y correligionarios y hasta Bolívar, que terminaría echando del país a Miranda, le escribió en 1812, luego del abandono de Valencia, donde permanecían alzados los canarios: “Yo he sacado estos pueblos del abatimiento en que estaban. Espero lograr lo mismo con las tropas. Contésteme usted a La Cabrera dando las órdenes que tenga a bien. Su súbdito y amigo, Bolívar. Me parece que usted hará un bien indispensable con presentarse por estos países. Ut supra” Los países eran los pueblos de Aragua y Carabobo.

Luis López Mendez a comienzos del siglo XIX era propietario de la rica hacienda Piñonal. Casó con una maracayera, María Francisca Da Costa Romero y al enviudar contrajo nuevo matimonio en 1800 con la caraqueña Josefa María Rodríguez Núñez y Miranda, prima suya y sobrina del generalísimo Miranda, pues su madre era hermana del prócer. Fue su descendencia con esta última, Antonio y María Rosario López-Méndez Rodríguez-Núñez, casada con Victoriano Amitesarove. Por el ADN de uno de sus descendientes, en el gobierno de Chávez se buscaron las cenizas de Miranda en el arsenal de La Barraca. El único hijo de los Amitesarove-López Méndez, José María, nació en Maracay en 1830.

La primera estatua levantada al generalísimo Francisco de Miranda en Venezuela fue la de Villa de Cura, figura pedestre, obra original del escultor Rafael de la Cova e inaugurada cuando dicha ciudad era capital del estado Miranda en 1895 y el presidente del estado el general Ignacio Andrade, que de esa ciudad saldría a la Presidencia de la República, como Crespo anteriormente.

Miranda falleció preso en La Carraca el 14 de julio de 1816, en pleno aniversario de la Revolución Francesa, donde participó. Fue a causa de una apoplejía, lo que es lo mismo un accidente cerebro vascular. Fundador de la masonería en Venezuela, no dejaron de castigarlo los curas post-portem. Pedro José Morán, que acompañó al prócer en sus últimos momentos, escribió a otros amigos de Miranda, los comerciantes Duncan Shaw y Compañía de Londres, lo siguiente: “En esta fecha, a la una y cinco minutos de la mañana, entregó su espíritu al Creador mi amador señor Don Francisco de Miranda. No se me ha permitido por los curas y frailes le haga exequias ningunas, de manera que en los términos que expiró, con colchón, sábanas y demás ropas de cama, lo agarraron y se lo llevaron para enterrarlo; de seguidas vinieron y se llevaron todas sus ropas y cuanto era suyo para llevarlo”. Tenía 66 años de edad. En tiempos de Pérez Jiménez fue echada abajo su casa natal, airosa, alta, de ventanales, en el centro de Caracas. Hombre admirable por mil títulos.


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lunes, julio 18, 2016

De la Villa a Carabobo por la patria

Oldman Botello

Nació en Villa de Cuera en 1798 y de corta edad se vinculó en la lucha por la patria libre; se trata del capitán José Hernández, quien en 1811 se incorporó como soldado raso a las fuerzas insurgentes. Siempre estuvo al lado de grandes jefes patriotas, como Bolívar, Páez y Miranda.

Fue de esos hombres sencillos, que no hacen bulla pero en su accionar deja sus fuerzas en pro del objetivo trazado. Basta como ejemplo que en 1812, a un año apenas de su ingreso a la milicia patriota, ya ostentaba el rango de cabo primero. En Ortiz se mostró valiente en lo que presumimos haya sido su bautizo de plomo bajo el comando del entonces capitán turmereño, el pardo Pedro Arévalo y el 23 de matyo de 1812 se le vio pelear con denuedo bajo el comando de Juan Paz del Castillo en su pueblo natal y en San Juan de los Morros. El 20 de junio se hallaba nada menos que bajo la égida del generalísimo Francisco de Miranda en los sucesos de San Mateo y La Victoria, que terminó con la capitulación de La Victoria y el triunfo del canario Domingo Monteverde que no respetó el convenio con Miranda.

El cabo José Hernández luchó al lado del español patriota Vicente Campo de Elías en la cruenta batalla de Santa Catalina, en el Guárico central, el 14 de octubre y allí en el campo de la acción recibió dos heridas de bala de consideración. Una vez repuesto de sus lesiones, se reincorporó y el 14 de febrero, siempre bajo el comando de Campo de Elías se fajó en la primera acción de La Puerta contra las hordas del terrible coronel de caballería José Tomás Boves, donde fueron derrotadas las fuerzas insurgentes. Fue una carnicería horrible entre el desfiladero y la sabana.

En la batalla de San Mateo el 25 de marzo de 1814 fue testigo al lado de Simón Bolívar del sacrificio de Antonio Ricaurte en el polvorín de la Casa de Alto. Volvió a La Puerta donde fueron nuevamente derrotados, siempre por Boves. En este año sangriento donde cayó la II República, recibió su ascenso, bien ganado, a sargento.

Cuando la guerra se desplazó por fuerza de las circunstancias a otros escenarios, el sargento José Hernández anduvo con el general Santiago Mariño en Cariaco, en tiempos del llamado Congresillo. Con el general Bermúdez se la jugó en Aragua de Barcelona el 11 de agosto de 1814.

En los comienzos de 1820, José Hernández ya es todo un experimentado guerrero, pero sigue con su grado de sargento a pesar de sus esfuerzos en el combate. Ahora le correspondió estar al lado del coronel Manuel Valdez y pasó a la Nueva Granada; en Ocaña sirvió con un jefe como Manuel Manrique, que estaba en el Estado Mayor del ejército.

Ya al final de la guerra, el villacurano José Hernández participó al lado del general José Antonio Páez en Carabobo y allí se ganó como premio a su actividad el Escudo de Carabobo que portaba orgulloso. Siguió con el caudillo llanero a Naguanagua en 1822 y estuvo entre los que asediaron a Puerto Cabello hasta que se rindió la plaza. Corolario de su accionar fue la obtención de otra presea, la de los expugnadores de la ciudad porteña, último bastión de la lucha en el centro del país. Otro orgullo más para el sencillo personaje aragüeño. En 1825, en plena paz fue ascendido a teniente y en 1826 a capitán. En 1834, siendo comandante del batallón “Valeroso Anzoátegui” solicitó cédula de inválido, porque las heridas y molestias en el fragor de la lucha le importunaban la vida. Los Reformistas de 1835 lo detuvieron porque no se plegó a sus requerimientos. En 1836 obtuvo licencia temporal con goce de sueldo y su cédula de inválido. José Hernández, cuya fecha y lugar de fallecimiento se desconocen, tomó estado y dejó descendencia. Un auténtico patriota cuyas acciones en la guerra son desconocidas por la mayoría en la tricentenaria Villa de Cura y en Aragua.

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domingo, abril 03, 2016

El Asalto de Ortiz en 1862. Un episodio de la Guerra Federal

Oldman Botello

Introducción

Presentamos a continuación, el acaecer de un hecho de anpas registrado en Ortiz en diciembre de 1862 Y que es desconocido en la historia local. Ocurrió avanzada ya la Guerra de Federación, movimiento social y político que conduciría en 1864 al igualitarismo social y ponde fue figura descollante el general del Pueblo Soberano, Ezequiel Zamora (1815-1859), título que le fite otorgado en San José de Tiznados en 1846, en momentos cuando se movilizaba la insurrección campesina y antiesclavista que fue el bautizo militar en grande del prócer del Federalismo.

Prolegómenos.

La Guerra Federal comenzó el 20 de febrero de 1859 cOflel grito de guerra proferido por el general Tirso Salaverría en Coro y que inmediatamente siguió su curso en todo el país. donde a sangre y fuego se batieron los ejércitos contendientes, el de la oligarquía civil y militar enquistada en el poder desde 1830 y el de las fuerzas populares que acaudillaron fundamentalmente el general Ezequiel Zamora, -el general Juan Crisóstomo Falcón, y los generales Tirso' Salaverría, Manuel Ezequiel Bruzual, Francisco Linares Alcántara (llamado luego el Gran Demócrata), y coronel Antonio Guzmán Blanco y en el Guárico figuras como Manuel Borrego y Zoilo Medrano, parapareños; Donato Rodríguez Silva, de San Francisco de Cara, Aragua; Francisco Esteban Rangel, de Canuto (hoy La Unión de Canuto, jurisdicción de San Lorenzo de Tiznados y de Ortiz), Esteban Álvarez Meza, de Parapara; José de Jesús González (El Agachado), hijo de esclava, de El Consejo, estado Aragua; Celestino Bolívar, Juan Esteban Rodríguez y otros: ..

En el Guárico hubo encuentros armados a granel, unos llJás importantes que otros. Por ejemplo la toma de C81abozoen varias oportunidades, el combate indeciso de .la laguna, palmar y caño de Coplé, Santa María de Tiznados o Lecherito, combates en Chaguaramas, San José y San Francisco de Tiznados, etc. Así continuó la guerra de desgaste, basta la firma del Tratado de Coche pqr las fuerzas en pugna y que marcó el triunfo de la Federación, que a juicio de los mamadores de gallo de la Caracas de esos años "no dejó sino centavos negros y negros con centavo".

El asalto de Ortiz

En la continuación de la guerra y específicamente en el Guárico central, el día de la Virgen Inmaculada, el 8 de diciembre de 1862 a las ocho de la mañana, los orticeños recibieron su desayuno de plomo por parte de las fuerzas federales comandadas por el general- Manuel Borrego, acompañado por los oficiales Juan Esteban Rodríguez, Celestino Bolívar, Juan Pérez, José Ruido y otros. Defendían la plaza las tropas de la oligarquía al mando del comandante Henrique Mujica, y los subalternos Juan Francisco Loreto, ortíceño, Juan Ramón Mirabal, calaboceño, Pedro Ramos (homónimo del general turmereño que comandó la batalla de Santa Inés en 1859 en Barinas), capitán Miguel Marchena, apureño f teniente Pedro García. El jefe político del cantón era el calaboceño Ramón Viso. .

Antes de iniciar las acciones y como militares formales, el general Manuel Borrego, por voz de Juan Esteban Rodríguez y Celestino Bolívar, solicitaron al comandante Henrique Mujica, la entrega de la plaza para evitar derramamiento de sangre. El mensaje escrito fue llevado por una mujer, seguramente acompañante de las tropas, tal como se vería en las fuerzas de la Revolución Mexicana en 1914. Se desconoce el nombre de la mensajera, la cual entregó el papel y después de leerlo,' el comandante Mujica, con ella misma envió la respuesta como corresponde a un' hombre de honor: "La defenderemos con el honor y la lealtad que caracterizan a los empleados que la representan" .

A los diez minutos comenzó la andanada de plomo contra el fortín donde estaba acantonada la fuerza defensora y que posiblemente estuvo en el lugar donde hpy se encuentran el Centro Cultural "Juan Germán Roscio" y la escuela del mismo nombre. Hubo muchos tpuertos por parte de los atacantes y más de veinte heridos de consideración. El fuego fue ininterrumpido hasta las cinco de la tarde cuando las fuerzas federalistas se declararon en derrota por la falta de armas y municiones. Un herido de los guerrilleros no pudo ser rescatado por el fuego vivísimo que hacían desde el fqrtín y se fueron sin él. El parte gubernamental dice que el ejército oligarca tuvo cinco heridos leves y que solo fue muerto un honrado de padre de familia que pescó un balazo sin tener arte ni parte en aquella matazón.

Al día siguiente, nueve de diciembre, aniversario de la batalla de Ayacucho y 59 años antes de la fundación de Puerto Ayacucho, capital de Amazonas, volvió a presentarse, muy recuperado, el ejército de la Federación, pero no entró en batalla porque el espionaje dio la novedad de que en la noche llegaron refuerzos desde Villa de Cura al mando del coronel villacurano León Rodríguez Guerrero, comandante de la División Guárico. Se retiraron, pues, sin disparar un tiro, discrecionalmente .
El 29 de enero siguiente, año 1863, hubo otro intento d, asaltar a Ortiz que fue repelido y muerto el jefe atacante, comandante Rafael Hurtado. Los demás com¡:pñeros huyeron hacia la sierra como informó el coronel León Rodríguez Guerrero a la superioridad. .
Esos fueron dos de los innumerables hechos históricos acaecidos en jurisdicción de Ortiz en tiempos de la llamada Guerra de los cinco años o Federación Brava, que"a fin de cuentas aniquiló a las fuerzas de derecha u oligarcas "hasta como núcleo social" al decir del genera¡ Guzmán Blanco, uno de los que usufructuaron a manos llenas el triunfo federal.

FUENTES:

ALVARADO, Lisandro (1953) Historia de la Revolución Federal en Venezuela. Caracas: Ediciones del ministerio de Educación
BOTELLO, Oldman. Historia General del Guárico. precolombina. siglo XXI. (Inédita) Gaceta Oficial, 1862.
sábado, marzo 19, 2016
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