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El lenguaje del conquistador

Podemos considerar que el topónimo Llanos de Paya es un apelativo común, y descriptivo en cuanto al hecho de referirse a una planada o llanura en que la presencia de “paja” la caracteriza semánticamente como “llanos de paja”, pero no es tan claro, en cambio, que se puede considerar como descriptivo el topónimo Paya referido a un caserío.
                                                                                                             por José Obswaldo Pérez
1. La toponimia hispánica: Los Llanos de Paya
LA CONQUISTA EUROPEA trajo consigo un proceso de plasticidad cultural[1] mediante el lenguaje y el contacto físico del colonizador, cuyo resultado transcultizador produjo un rápido mestizaje (provisto de una aculturización) entre el indio y el negro. Esta transferencia cultural se refleja en la toponimia hispana regional, especialmente en topónimos indoeuropeos o indohispánicos[2]. Un ejemplo local son los nombre de los lugares del municipio Ortiz, donde subyacen topónimos antiguos que aparecen en las Crónicas de India, en mapas y planos de Cartografía Nacional. 

Estos nombres surgen desde el primer contacto de los primeros grupos de colonizadores con tierra adentro, y forman parte del patrimonio histórico local. Topónimos como Paya, Tiznados, Ortiz, entre otros, son un simple ejemplo de estudio. Una exposición etiológico de la toponimia hispánica o europea - siguiendo la metodología de Dick o Salazar Quijada- es necesario hacer algunas consideraciones que nos remontan, necesariamente, al estudio de la historia de la ocupación de la Península Ibérica; ya que muchos de los topónimos traídos por los conquistadores a América y, en especial a Venezuela, son productos de las diferentes invasiones ocurridas en la región Española antes de la conquista de Hispanoamérica. España, antes de integrase como Estado, estuvo ocupada por diferentes grupos humanos. Originalmente por pueblos prehistóricos que legaron al patrimonio español topónimos de origen muy antiguo; los últimos de ese periodo fueron los iberos y los celtas, quienes dejaron en la Península nombres de lugar como evidencia de su estadía en ese territorio. Luego aparecen las ocupaciones de los fenicios, griegos, cartagineses, romanos, germanos y por último los árabes, que permanecieron en España por ocho siglos (S. VII- S. XV), lo que explica la gran cantidad de topónimos árabes en el territorio español actual. Todas estas ocupaciones dejaron una nomenclatura como evidencia histórica de su paso por esta área geográfica. Estas diversas designaciones de lugar forman parte hoy del patrimonio toponímico español, el cual fue trasladado a Hispanoamérica como habla de un vivido lenguaje histórico. Al abordar la investigación de la toponimia hispánica regional debe estudiarse con sumo cuidado, a fin de buscar sus últimos orígenes, para no caer en contradicciones o en análisis superficiales e incompletos de etimologías. Este es un aspecto importante que habrán de tomar en cuenta los toponimistas e historiadores. Ramón Menéndez Pidal, en su libro Toponimia Prerrománica Hispana publicado en 1952, nos ofrece una serie de consideraciones fundamentales en torno al problema de los topónimos españoles antes de invasión de la Península por parte de los romanos. Igualmente, en el año de 1967, el investigador Manuel Rabanal en su Obra Hablas Hispanitas, se refiere a los topónimos célticos y gallegos, retomando conceptos expuestos por el autor anterior y estudiando otras designaciones no tratada por Menéndez Pidal y conocida por él. Sería importante para el estudio de la toponimia guariqueña conocer estos dos libros clásicos y otras publicaciones semejantes para establecer un estudio comparativo entre los topónimos indicados en tales textos con nombre geográficos venezolanos. Por otra parte, el estudio histórico de la toponimia hispánica debe ser abordado tomando en consideración las observaciones sobre etimologías que podemos encontrar de un topónimo o nombre de lugar, así como incluir un análisis de datos históricos como fecha de fundación, fundadores, hechos importantes ocurridos en el lugar, monumentos y otras concomitancias del acontecer histórico que dieron origen a los topónimos en referencia. 

En este sentido se quiere explicar que la toponimia hispánica histórica de la región, requiere de un tratamiento especial y, si se quiere, de un análisis distinto a resto de la toponimia española que a diario se incorpora a la geografía guariqueña, la cual puede ser tratada normal y rigurosamente mediante una metodología especifica. 2.-Los llanos de Paya: la conformación del espacio geográfico En la microregión del municipio Ortiz existen nombres hispánicos antiguos que aparecen en la cartografía histórica de Venezuela, nombres comunes, que son productos de la necesidad diaria de denominar accidentes de lugar; los cuales se incorporan, cada día más, a la geografía regional en forma dinámica; muchas veces, desplazando los nombres indígenas o topónimos históricos, los cuales deben ser tratados tal como sus dinamismos los impone; para evitar, en lo posible, cambios innecesarios y para garantizar su correcta incorporación al patrimonio toponímico regional o local. Un ejemplo es el topónimo los Llanos de Paya, cuya transparencia parte desde la perspectiva espacio-temporal, “denotando” una cosa (un territorio, un pueblo o un núcleo poblacional), que si bien tal “denotación” no ha sido la misma a lo largo de los siglos; porque, ésta“connota”, al mismo tiempo, otra explicación motivadora ( un lugar caracterizado por la presencia de pajonales y pequeños cerros); una tal “connotación”, que ha quedado fosilizada en el nombre actual del pueblo (o caserío) Paya o Mesa de Paya, sólo puede ser averiguada con seguridad a través del estudio etimológico y histórico-documental; es decir, mediante la investigación del pasado (historia), pero que no puede ser a través de la indagación del presente (es decir, mediante el estudio geográfico). Podemos considerar que el topónimo Llanos de Paya es un apelativo común, y descriptivo en cuanto al hecho de referirse a una planada o llanura en que la presencia de “paja” la caracteriza semánticamente como “llanos de paja”, pero no es tan claro, en cambio, que se puede considerar como descriptivo el topónimo Paya referido a un caserío. Históricamente, los Llanos de Paya es un topónimo antiguo. Tiene su inició documental en los llamados Hatos de Paya, que surgen en las encomiendas y en las Actas del Cabildo de Caracas. El Cronista de India Jacinto de Carvajal (1648) mencionó el lugar entre “… el Guárico, río que tiene el nacimiento suyo en los llanos de Paya y la Sierra de San Sebastián…”[3]. Los llanos de Paya aparecen en el contexto geográfico como una “necesidad de intensificar el control colonizador y, posteriormente, dará paso a centros hegemónicos y sub-hegemónicos de acuerdo a los intereses políticos administrativos dominantes “(Rodríguez, 1994:30). De allí nace el Partido Paya, como una unidad geográfica que, posteriormente, originará al Valle de Ortiz o Partido Ortiz y otras jurisdicciones locales a través de la conformación de sus espacios. Pero comencemos a estudiar el término genérico llanos, que, etiológicamente, proviene del latín “planas” o “planaria”, el cual significa “lisa, apacible, planicie”. De allí, también, deviene el vocablo llanero(a)[4]

Se trata de una voz que los castellanos conservaron de la antigua lengua de los visigodos conquistadores de España, en el siglo V de la era Cristiana; y representa un carácter geográfico general, caracterizado por porciones de tierras, de poca elevación sobre el nivel del mar. El término es obra de la nobleza de los conquistadores de Castilla, de Navarro y de Aragón, quienes transplantaron junto con su empresa de conquista el fenómeno cultural de una comarca sometida en el proceso de consolidación del reino español como lo era Andalucía, a los llanos de la Provincia de Venezuela. El cuadro de conquista y colonización de los llanos puede ser dividido en tres etapas fundamentales: la primera, correspondiente a la protagonizada por Cristóbal Colón en Agosto de 1458; la segunda, corresponde a los viajes de comprobación; pero circunscrita únicamente a las costas durante 1499 hasta 1502 y la tercera, se refiere a los viajes costeros menores, siendo más importante el área llanera realizada por Vicente Yáñez Pinzón en 1499, quien fue el primero en penetrar el Río Orinoco hasta Cabruta y de allí hasta los raudales de Atures, en el Amazonas. Pero fue una conquista tardía. Aún no había lugares demográficos –pueblos o villas-, que sirvieran como puntos de referencias. Arístides Rojas (1941) explica que los “llanos”, en termino general, son sabanas dilatadas regadas por ríos caudalosos con montañas o grupos de árboles, con mesas de pocas elevaciones sobre el nivel del suelo, refugio de los rebaños y del hombre, cuando en los días de invierno las llanuras se convierten en delatados mares; y el llanero de las deheses deja el lazo por el remo y la canoa. Una vegetación tropical la caracteriza y la índole de sus moradores, raza fornida, ágil, valerosa, libre como la dilatada llanura, donde el llanero, sobre el rápido caballo se señoreaba de los elementos indomables. Estos factores naturales influyeron en el proceso demográfico de la sociedad colonial (Brito Figueroa, 1975: 136). De allí que los llanos fueron sometidos a distintos procesos y etapas del descubrimiento, conquista, colonización, independencia y desarrollo. Los tres primero aspectos fueron tardíos, así como también su desarrollo económico no estuvo en concordancia con el avance cultural del resto del territorio. Víctor Rago A, profesor e investigador de la Escuela de Antropología, FACES, Universidad Central de Venezuela, señala que el término "llanos"- desde la perspectiva americanista-, es empleado con plena conciencia de que se trata de un vocablo, por así decirlo, especializado (Cfr. Humboldt, 1956: 167), que designa un ámbito geográfico y cultural con características ciertamente particulares, pero cuyo inventario no contiene aquéllas que, desde una perspectiva parcial e interesada, han acabado por labrar la imagen del Llano y del llanero que con posterioridad se ha impuesto[5]. Explica Rago que cuando los europeos entran en contacto con el mundo americano, el Llano en cuanto realidad geográfica ya existía. Dice el investigador: “Y no sólo existía como medio biofísico, sino que se hallaba habitado por numerosos pueblos aborígenes. No obstante, por mucho que éstos hubieran contraído con el medio que los albergaba relaciones de índole específica –y no es concebible que pudiera ocurrir de otra manera- el Llano, en el sentido de lo llanero, y cualquiera que sea la interpretación que se haga de aquellas relaciones, no había aparecido aún, si se nos permite decirlo así. No podría afirmarse, pues, que los indígenas que poblaban el medio llanero para el momento de la presencia europea fueran llaneros. Dueños del territorio, claro está que lo eran –al menos en un sentido particular de filiación territorial-; pero llaneros no, puesto que el propio territorio no había recibido la denominación con la que posteriormente sería conocido, y esa denominación no consistía simplemente en una operación de rotulación práctica -suerte de bautismo instrumental, para comodidad de los invasores- sino en una operación de provisión de significado”. (1999:28-29) 3.-Una frontera étnica y cultural Adelina Rodríguez (1987: 81) infiere que los llanos son tierras de pastos, cuyas particularidades climáticas y su vastedad de paisaje la hacen “zona de refugio, especie de frontera (subrayado nuestro)”. Una frontera, que, desde punto vista toponímico, alude a una realidad a la ubicación extrema o periférica, y que supone una idea de “tierra abierta”. Todas las colectividades humanas, desde los tiempos más remotos, han desarrollado prácticas o sistemas para delimitar de algún modo el territorio: sea para hacer explícita una relación de propiedad o pertenencia, sea para señalar los límites de un determinado derecho o jurisdicción. Podría afirmarse que, en la práctica, marcar límites (en el sentido de establecer algún tipo de frontera sobre el terreno) ha sido una de las maneras mediante las cuales el hombre ha ejercido lo que se ha dado en llamar sentido de la territorialidad[6]. Esta relación fundamental del hombre con el medio generó un conjunto de elementos etnoculturales y patrones de vida como la oralidad, la alimentación y los bailes, entre otras elementos que constituyeron una síntesis de ese proceso de mestizaje o choque cultural: un collage del pueblo mestizo culturalmente creada en ese paisaje geográfico que llamamos el Llano. Así como sabemos que lo andaluz es solamente de Andalucía, amalgama de muchas culturas de remotos países y tiempos, sin ser de ellos, con huellas de todos, nuestro llanero es de nuestros llanos una forja especial y genuina[7]. Un proceso que daría, igualmente, origen al caudillismo, como fenómeno cultural del meeting pot, a partir de modos, costumbres y actitudes heredadas de caciques indígenas. La necesidad de suplantar el Rey, cuya autoridad no fue más respetada, impulsó ese tipo de liderazgo. El primer caudillo reconocido fue Antonio Sedeño, de quien dieron fe los indígenas que, desde Paria hasta el Orinoco, le venían huyendo. Murió en los llanos guariqueños de Tiznados, envenenado por su propia sirvienta. En otros aspectos, diversos autores coinciden en afirmar que la región llanera reunió condiciones necesarias para que en ella se formara esta tipología étnica: la de los llaneros. Por otro lado, el doctor Adolfo Rodríguez – autoridad regional en el estudio etnohistórico de los llanos guariqueños- sostiene que los llaneros constituyen una de las etnias de filiación mestiza, que surgen del encuentro de los pueblos autóctonos de América con los grupos humanos procedentes de Europa y África. “Un mestizaje que se localiza en la región de los Llanos de las actuales repúblicas de Venezuela y Colombia y que no se expresa en una dinámica estrictamente social y cultural, sino que tiene importantes implicaciones de orden ambiental derivadas de la presencia —en la misma región— de los grandes rumiantes (bovinos y equinos) venidos también de Europa, más o menos en la misma época: el siglo XVI”. (Rodríguez, Adolfo. En: M. E. Romero, 1991). El citado autor señala que este fenómeno cultural que se denomina llanero, es una denominación que no quiere decir simplemente que habita en el llano. Es algo más profundo y complejo. Es el ser humano surgido de un intenso mestizaje, plenamente adaptado al llano; por lo que hace referencia al conocimiento que tiene el mismo y al sometimiento de su clima (según los cambios y las periodicidades que ocurren durante todo el año). A esto se debe añadir la tendencia a cohabitar una vida aislada en medio de grandes extensiones de tierras, en el hato o en el conuco. Todas estas características, más el factor de supeditarse de hecho toda la economía a una sola actividad monoproductiva (ganadería), creó un tipo de manifestación única: la cultura llanera. De allí que toda transformación societaria hacia los llanos estará a cargo de los misioneros jesuitas y franciscanos, quienes impulsaron toda manifestación cultural aborigen y mestiza, pese a que imponían el patronato espiritual y económico del cristianismo, fuente de poder y razón de ser de los hijos de Ignacio del Loyola. Allí se establecieron formidables ganaderías y hatos famosos. Así llegó la vaquería y el caballo para la unión perfecta que condicionaría, a su vez, la vida cotidiana de estas categorías étnicas, las cuales aportaron técnicas al manejo directo de las vacadas mediante ese “esquema tetraedral” en que se ejecuta la producción en el hato llanero: sabana, res, caballo y hombre (Rodríguez, 1981). El citado autor sostiene la tesis del cimarronaje[8] como uno de los principales factores que permitirán la conquista de los llanos y, por otra parte, explica que el espacio será “… la base fundamental de los procesos de interacción, intercambio y relación que dan lugar a la actual sociedad guariqueña” (1994: 32). Según el referido autor, el medio y el espacio será el mediador decisivo. “Todo hace presumir que el vasto paño de tierra constituido por lo que en el siglo XVII se denominó el Partido Paya, es el escenario donde surge la cultura neoamericana de los llaneros colombo-venezolanos. No sin razón durante la primera mitad de ese siglo representó el eje de la economía de la provincia de Venezuela cuando los cueros se convierten en el principal producto de exportación. Mientras que en la segunda mitad de dicho siglo, fue el abastecedor más importante de la carne que consumían los habitantes de la capital de esa provincia sin que dejase de proveer, asimismo cueros para la importación y contrabando” (Rodríguez, 1994: 46-47). Rodríguez (1994) señala que en ese extenso espacio geográfico se localiza algunos de los más antiguos casos de llanerización de etnias indígenas; y agrega que, en contexto de lo que había sido el Partido de Paya, tuvo lugar buena parte de la historia del heroísmo étnico llanero venezolano. Asimismo indica que, al menos a 10 kilómetros de Mesa de Paya, al sur de Ortiz, Alejandro de Humboldt encontró en 1800, unos hombres que caracterizó como “llaneros”. De este modo, Paya como hidrotopónimo y sistema hidrográfico (un río de 82 Km. de curso que nace en la serranía de Los Paredones o Loma del Tigre, al sur de San Sebastián de los Reyes, que recoge aguas del Vilchez, el Parapara, el Carguita, el Chirgüita y otros menores) es un término genérico que nada tiene que ver con el río. Su nombre pareciera derivar del vasco y según el lugar, éste topónimo admite diversas interpretaciones: tierra de escanda (“paya”), cabaña de techumbre vegetal cubiertas con “paya” o piedra por derivación deformada del “pal-“. Sin embargo, otros autores refieren que el nombre es de origen africano a partir de la modificación del fonema palatal lh que se observa en la pronunciación popular de ciertas regiones de Brasil, caso como: muyé, para mujer; fiyo, para hijo; paya, para paja, entre otras. Es interesante destacar que, en un sector de Barquisimeto de la Provincia de Venezuela, existió un poblado en 1749 con este nombre “… barrio que llaman Paya de casa pajizas en donde vive mucha gente de color”[9] Otras explicaciones sobre el término son los que algunos investigadores lingüistas explican sobre la letra [j] tal como la conocemos hoy se pronuncia en castellano y que en el siglo XII no existe como fonema velar [ja, jo, ju]. Se resolvía en [y] y en [ll] con sonido palatal [yate]. Procedía del grupo latino /ly/ ante vocal, escrito [le,li], palea para palia; palla por paya. En leones antiguo muliere correspondía mujer; conciliu por conceyo; colione por coyon; colia por coya. Por otra parte el grupo /gy/ daba la misma derivación: Pelagiu por Palayo; foguea por haya. Estos resultados, en muchas ocasiones, pasaban desapercibidos para los copistas al escribirlos al papel, debido a alternancia de las letras i, y, gi. Estas evoluciones son normales en el paso del latín vulgar a la lengua romance. Curiosamente el Diccionario de la Real Academia Española (DRAE) no trae una definición de paya (ni de palla) aunque si contiene definiciones de: ·Palllador: coplero y cantor popular y errante ·Payador: Cantador popular errante. ·Payada: Canto del Payador. Certamen poético y musical de dos payadores. ·Pallar: Americanismo. Escoger la parte más rica del mineral. Improvisar coplas, en duelo con otro cantor. En Perú, Judía blanca gruesa. Planta que la da (Phaseolus pallar). Lóbulo de la oreja. ·Pallaco: Mineral bueno que se recoge entre los escombros de una mina abandonada. ·Pallaco: En Chile, se trata de un mineral aprovechable que se recoge en una mina abandonada. ·pallada: En América del Sur, es el canto del pallador o payador. ·pallador: América del Sur, Cantor popular errante. ·pallas: En Perú, cierta danza indígena. El DRAE, también, agrega que pallador proviene del quechua pállay, recolectar: “porque el pallador escoge las palabras”. Sin embargo, en su Diccionario Etimológico, Corominas explica que “pallar” es una americanismo que significa “improvisar coplas en controversia[10], concordando con la etimología y explicación del DRAE. También, Corominas hace derivar pajar de paja, y asegura que “pallar” es una palabra documentada en Aragón en el año 1101. Etimológicamente, pajar procede del latín palearium, que significa lugar donde se pone la paja. Palearium viene de palea, paja. Otras palabras latinas similares son pallaris, relativo al vestido, ya que palla significa vestido talar de mujer, capa corta que usaban los antiguos galos. Insiste, sin embargo, que la grafía Payar utilizada en varios países latinoamericanos es historiadamente incorrecta y que no se corresponde con la pronunciación de las zonas que distinguen ll de la y. Finalmente, algunos lingüistas e historiadores consideran que la palabra “paya” es de origen quechua y significa “hacer de a dos”, pero que tiene otras acepciones, como en Perú que significa amante o concubina. Por ejemplo, algunos autores (Agagliate, 1992; Botello, 1994; Idler, 1997) sostienen que Paya es voz caribe (cumanagota o chaima), la cual designa a una bebida que fabricaban los indígenas con casabe fermentado, batata y papelón. En definitiva, creemos que Paya proviene de latín paleam y paleares (tierra adecuadas a la paya, a los cereales) “lugar de paya, tierra de cereales” y su relación está vinculada al auge de ganadería en los llanos, como representativo de una realidad fisiográfica. NOTAS [1] El concepto fue desarrollado por el Uruguayo Ángel Rama. Rama denominó "la plasticidad cultural", para referirse al proceso integrador de la transculturación. [2] Nos referimos con este concepto al proceso de aculturización y recombinación que sufren las palabras tanto indígenas como europeas en su empleo para la comunicación y denominación de los lugares. Léase el artículo de ESTEVA FABRECAT, CLAUDIO (1989)” La Hispanización del Mestizaje Cultural en América”. España: Universidad de Barcelona. [3] CARVAJAL, (FRAY) JACINTO (1956): Relación del descubrimiento del río Apure hasta su ingreso en el Orinoco. Madrid: Edime. Esta obra fue escrita en 1648 y editada en León (España) en julio de 1882. [4] SUAREZ, JULIO CONCEPCIÓN (2001) Diccionario Toponímico de la Montaña Asturiana. Oviedo: Editorial KFK [5] RAGO A, VÍCTOR (1999, Enero). Llano y llanero: contribución al estudio del forjamiento de una imagen. Boletín Antropológico del Centro de Investigaciones Etnológicas. Vol.45, p.27-47. Mérida: Universidad de los Andes. [6] TORT, JOAN (Abril 01, 2003): Toponimia y marginalidad geográfica. Los nombres de lugar como reflejo de una interpretación del espacio. En: Scripta Nova Revista electrónica de geografía y ciencias sociales. Vol. VII, núm. 138 [7] BAQUERO NARIÑO, ALBERTO (1990): Joropo: Identidad llanera. Bogotá: Empresa editorial Universidad Nacional de Colombia. [8] El término proviene de la palabra cimarrón, el cual se aplicó al ganado doméstico que escapaba a las montañas en la Isla Española. Luego los colonizadores llamaron cimarrón a los indios que habían huido de las encomiendas; y ya en 1530, se había comenzado a llamar así a los negros fugados. A los esclavos rurales que huían de las plantaciones o haciendas hacia el monte se les decía cimarrones, pero al esclavo doméstico que escapaba de uno u otro poblado, le llamaban “huido”. De este modo que le término fue utilizado por los españoles para nombrar a los esclavizados/as quienes huían de minas, casas y haciendas para construir espacios de autonomía y libertad al margen del cautiverio esclavista. Estos rebeldes respondieron con la guerra a la violencia física y simbólica que desplegó el Estado colonial y más tarde republicano (De Friedemann, 1993: 36). [9] Veáse DE SANTIESTEBAN, MIGUEL : “Viaje muy puntual y curioso que hace por tierra (…) desde Lima hasta Caracas, en el año 1740”. En: Boletín de la Academia Nacional de la Historia. Caracas. Tomo XLVIII, no. 191, Julio-Septiembre de 1965. p. 450. También citado por RAMOS GUÉDEZ, JOSÉ MARCIAL (2001): Contribución a la Historia de la Culturas negras en Venezuela colonial. Caracas, Instituto Municipal de Publicaciones de la Alcaldía de Caracas. p. 41. [10] COROMINAS, JOAN (1954) Diccionario crítico-etimológico de la lengua castellana. Berna, T. .I.,p 54.32 HEMEROBIBLIOGRAFÍA AGAGLIATE M, RENATO (1992): El Río que tenía alas. Caracas: Dirección de Cultura. Universidad Central de Venezuela. ALVARADO, LISANDRO (1953): Glosario de voces indígenas de Venezuela. Obras Completas. Caracas: Ministerio de Educación. BAQUERO NARIÑO, ALBERTO (1990): Joropo: Identidad llanera. Bogotá: Empresa editorial Universidad Nacional de Colombia. BOTELLO, OLDMAN (1999): Parapara y vuelaplumas. Orígenes y Evolución Histórica. Trabajo no publicado. _______________________(1990): Toponimia Indígena de Aragua. Maracay: Publicaciones del Concejo Municipal Girardot. Oficina del Cronista de la Ciudad. CARVAJAL, (FRAY) JACINTO (1956): Relación del descubrimiento del río Apure hasta su ingreso en el Orinoco. Madrid: Edime. CASTILLO LARA, LUCAS G (1984): San Sebastián de los Reyes. La ciudad Trashumante. Tomo I. Caracas: Biblioteca de la Academia Nacional de la Historia. CHIOSSONE, TULIO (1980): Formación Jurídica de Venezuela en la Colonia y la República. Caracas: Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas. Universidad Central de Venezuela. COROMINAS, JOAN (1954) Diccionario crítico-etimológico de la lengua castellana. 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Caracas: Cecilio Acosta. SUAREZ, JULIO CONCEPCIÓN (2001) Diccionario Toponímico de la Montaña Asturiana. Oviedo: Editorial KFK TORT, JOAN (Abril 01, 2003): Toponimia y marginalidad geográfica. Los nombres de lugar como reflejo de una interpretación del espacio. En: Scripta Nova Revista electrónica de geografía y ciencias sociales. Vol. VII, núm. 138.
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El nombre de Francisco de Miranda

La noticia es reciente, tan reciente que podemos decir que es actual, es presente. Esta situación claramente justifica el decir de los estudiosos de la filosofía de la historia, que nos indican que no hay periodos en la historia, que toda historia es contemporánea, que la historia es de hoy en cuanto hoy la estamos estudiando.

Eduardo López Sandoval*
( eduardolopezsandoval@cantv.net)




INTROITO: MIRANDA ES HOY.



En la edición del periódico Ultimas Noticias correspondiente al día 09 de marzo del presente año, en la página 16, aparece una información titulada: “12 solicitudes de revocatorio proceden. CNE: COMISIÓN DE PARTICIPACION POLITICA Y FINANCIAMIENTO ESTUDIA 91 CASOS”. En ésta se recoge la declaración de: “La presidenta del ente comicial, Tibisay Lucena”. Pero no nos interesa hoy la noticia, aunque resalte en demasía lo actual del tema de política que trata. En el cuerpo de la información se nos dice: “La rectora ofreció esta información luego de dictar una conferencia a los cadetes de la Escuela Naval de Venezuela, Almirante Sebastián Francisco de Miranda, ubicada en la localidad de Mamo, Vargas.”. Y es esto lo que nos interesa, el nombre Sebastián Francisco de Miranda, que es el nombre del prócer de la independencia de Hispanoamérica, quien se hizo conocer con el nombre de Francisco de Miranda.

¿Omisiones o qué?

Por Arturo Alvarez D´Armas



En los últimos días algunas personalidades, investigadores y políticos nos han dejado con algunas dudas relacionadas con sus afirmaciones o respuestas. Allí preguntamos fue el periodista, es un gazapo o finalmente un duende de los talleres del periódico el culpable de lo editado.



El día 28 de abril de 2007, la investigadora Lulú Jiménez Saldivia escribe un interesante artículo sobre Venezuela y las naciones caribeñas (El Nuevo País. Caracas, página 11). Todo va muy bien hasta decir que el señor Patrick Manning, es Primer Ministro de San Vicente y las Granadinas. El señor Manning es el Primer Ministro de la República de Trinidad y Tobago.
El sábado 28 de abril, Globovisión emite un interesante programa denominado Biografía, dedicado a Antonio Leocadio Guzmán. El entrevistado es el destacado profesor Carlos Alarico Gómez y parte de su respuesta fue decir que Guzmán fue el introductor del Positivismo en Venezuela. Sabemos que Antonio Leocadio fue enviado a España entre 1812 o 1813 regresando a Venezuela en 1823 y lleno de mucho liberalismo. El positivismo fue creado años más tarde por Augusto Comte (1798-1857). Comte fue secretario y colaborador de Saint-Simon entre 1818 y 1824. Su principal obra es “Curso de filosofía positiva”, escrito entre 1830 y 1842. Las ideas positivistas llegaron a Venezuela con un grupo de científicos de origen alemán traídos por el gobierno de Antonio Guzmán Blanco, siendo uno de ellos Adolfo Ernst, naturalista, bibliógrafo y filólogo. Su máximo esplendor es bajo la dictadura de Juan Vicente Gómez. Entre sus representantes tenemos a: José Gil Fortoul, César Zumeta, Laureano Vallenilla Lanz y Pedro Manuel Arcaya entre otros.

En una entrevista a Pompeyo Márquez, realizada por Hernán Lugo-Galicia leemos: “En 1940, cuando Pompeyo Márquez tenía 18 años de edad fue preso por criticar el allanamiento a la UCV y el asesinato de Eutimio Rivas, un estudiante universitario”. No se si fue Pompeyo o Lugo-Galicia, pero Eutimio Rivas fue abaleado la mañana del 10 de febrero de 1937, en la Universidad Central de Venezuela por las fuerzas policiales de la Gobernación del Distrito Federal, mientras hacían una protesta contra el gobierno del General Eleazar López Contreras.

El 19 de abril de 2007 la mayor parte de la prensa nacional (Caracas y la provincia) publicaron sendos avisos informando que ese era el día de la “declaración de la Independencia”. Craso error. Todos sabemos que el 19 de abril de 1810, fue un movimiento para restaurar y defender los derechos de Su Majestad Don Fernando VII. La independencia como sabemos todos vino más tarde.

Finalmente llegamos a la biografía de Gustavo Machado donde se encuentran una serie de omisiones como las siguientes:

En las páginas 13 y 14, Manuel Felipe Sierra toma una entrevista aparecida en la revista Bohemia, realizada por el periodista Edgardo de Castro y no sale en la bibliografía. Igualmente dejan de aparecer en las citas bibliográficas Plinio Apuleyo Mendoza (página 22), la historiadora Felícitas López portillo (página 89), Dámaso Rojas (seudónimo de Eleazar Díaz Rangel), quien entrevista a Machado para la revista Elite (páginas 105 y 106).
En la página 83 aparece Abel Romero Villate con el grado de coronel y en la página 85 el mismo Romero Villate es general. En la página 95 se habla de los partidos que suscriben el Pacto de Punto Fijo (AD, COPEY y URD) y no pone el año de la firma de ese acuerdo. En la página 98 nombra al general José María Castro León y es Jesús María Castro León.

La pregunta que hacemos los legos en estas cosas de la historia es: Dónde están los historiadores.

Fuentes consultadas:
Alcaldía del Municipio Chaguaramas. Declaración de la Independencia de Venezuela. En: La Antena. San Juan de los Morros: 19 de abril de 2007. p. 7.
Alcaldía del Municipio Sebastián Francisco de Miranda. Declaración de la independencia de Venezuela. En: La Antena. San Juan de los Morros: 19 de abril de 2007. p. 7.
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Microbiografía/ Manuel Aquino Delgado

Don Manuel y yo fuimos dos grandes amigos. Mi amistad se remonta cuando fui designado Cronista Municipal de Ortiz, cuya juramentación me tocó recibir en la XIX Convención de Cronistas Oficiales de Venezuela, celebrada en la Asunción, Nueva Esparta, Margarita, en el año 1990. Mi presentación estuvo a cargo de mi amigo y colega Oldman Botello, entonces cronista de la Ciudad de la Villa de Rey de San Luis de Cura.


por José Obswaldo Pérez

LA ÚLTIMA VEZ QUE CONVERSÉ con don Manuel Aquino fue para concertar un proyecto que él había sugerido durante una conversación, de esas que solíamos hacer un domingo de cada mes, cuando lo visitaba aquí en su casa y que yo, tentativamente, había titulado como Pedro Aquino: el Conde arruinado. Un personaje histórico por el cual me había fascinado y que don Manuel consideraba como su antepasado. Era un conde arruinado, endeudado con proveedores de las casas comerciales y por la entrada en vigencia de la Ley de Quita y Espera del general José Antonio Páez.

Pedro Aquino era ganadero, propietario de hatos en Tiznados, Guaitoco, Chirgua y La Soledad. Todos ubicados en la jurisdicción de Ortiz. Durante la Guerra Federal, Pedro Aquino hastiado de deudas se alzó en esos predios de Ortiz, para capitanear las banderas de la revolución. Se vino a El Sombrero, donde hizo desmanes y asaltos como el que le realizó al ganadero Juan Rodríguez Tosta. Luego pasó a Barbacoa, situándose en el sitio Cinforino, donde conformó una guardia de malhechores que, a veces, atacaba a la población de Barbacoa. Pero, las fuerzas militares de esa localidad lo rechazaron mil veces; y, en una oportunidad, le mataron a siete de sus hombres. En El Sombrero entraba cuando quería, causando alarma y temor en la población.

Pedro Aquino era de El Calvario, hijo de Félix Aquino y Petronila Mosqueda. Sus hijos fueron: Félix de la Cruz, Juan Gregorio, Agueda e Isabel Aquino y Ponte Mosquera. Murió en la Misión de Los Ángeles de Calabozo, durante unas elecciones parlamentarias. La noticia recorrió el país, hecho que celebró el periodista Juan Vicente González en el Diario de la Tarde.

Don Manuel y yo fuimos dos grandes amigos. Mi amistad se remonta cuando fui designado Cronista Municipal de Ortiz, cuya juramentación me tocó recibir en la XIX Convención de Cronistas Oficiales de Venezuela, celebrada en la Asunción, Nueva Esparta, Margarita, en el año 1990. Mi presentación estuvo a cargo de mi amigo y colega Oldman Botello, entonces cronista de la Ciudad de la Villa de Rey de San Luis de Cura y, al mismo tiempo de la hoy, Ciudad de Maracay, quien solicitó a la entonces junta directiva de la Asociación de Cronistas de Venezuela (ACV) el beneplácito para que acertarse mi incorporación en representación de un pueblo histórico como nuestra querida localidad de Santa Rosa de Lima de Ortiz. De allí trascienden muchos recuerdos y vivencias de nuestro querido don Manuel Aquino. Y, desde luego, allí nació la amistad de un hombre que dominaba, con su memoria fructífera, la historia de muchos pueblos del Guárico. Datos históricos de documentos que había leído en diferentes repositorios eran de su fácil recordación. Era como una biblioteca viviente consultada por historiadores y cronistas venezolanos.

Esa amistad estaba complementada con su afecto por nuestro querido pueblo orticeño. Y, la razón, es que los antepasados de Don Manuel eran del pueblo de Ortiz. Domínguez era un apellido de la Villa de Todos los Santos de Calabozo, que luego pasó a establecerse en Santa Rosa de Lima de Ortiz, con doña Catalina Domínguez, hija de Doña Ventura Antonia de la Santísima de la Trinidad Domínguez y Márquez[1]. Doña Catalina se casó, pues, en Ortiz con Juan Páez y de la unión matrimonial nacieron: Demetrea, Juana Inés y Froilán Páez Domínguez. Demetrea Páez Domínguez, bisabuela de Don Manuel Aquino, se casó con Manuel Delgado, su bisabuelo, ambos oriundos de Ortiz, quienes más tarde se residenciaron en Barbacoa. Los Páez Delgados serán una de las primeras legiones de colonos orticeños que se asentarán en Barbacoa. De este matrimonio nacerá Rosa Manuela Delgado Páez, quien contrae nupcias con Toribio Aquino Páez[2], y serán los padres de Don Manuel Aquino Delgado.

En el II Encuentro de Cronistas e Historiadores celebrado en Ortiz, el 23 de Agosto de 1997, Don Manuel nos dejó un interesante documento titulado La Odisea de un hijo de Albión después de la Batalla de La Puerta, en el cual recoge el testimonio del militar británico Richar Vawell -autor del libro de memorias Campañas y Cruceros-, que “después de la segunda batalla de La Puerta, disperso deambuló íngrimo y solo, franqueando montañas abruptas y hondonadas hasta topar con el soldado patriota Vicente Artahona, nativo de Ortiz, quien vivaqueaba por aquellos lugares, pero conocedor de la zona, lograron llegar a Ortiz y de incógnitas fueron recibidos por el Venerable cura párroco, el anciano Don Cayetano Guacardo, que aunque de origen español, simpatizaba con la causa repúblicana”[3].

Dice Don Manuel que, posteriormente, Vicente Artahona “será uno de aquellos lanceros indomables del Escuadrón de Dragones comandado denodadamente por el Coronel Julián Mellado, hasta que muere heroicamente en Carabobo, el 24 de Junio de 1821”[4].

Don Manuel fue hombre respetable. Recuerdo que en las Convenciones de Cronistas, a la que pude asistir, él hacía sentir su presencia y su palabra de desistimiento a los asuntos inherentes a la organización o a las cuestiones propias del evento cuando estos se desviaban de los estatutos o de los procedimientos acordados por el gremio. Eso lo hacía ser un hombre polémico y cuestionador, hasta el extremo de calurosos debates, como expresión activa de quien conformaba la representación del Tribunal Disciplinario Nacional de la ACV.

Don Manuel fue un hombre de iniciativas. Una de ella fue la creación de la Asociación de Cronistas Oficiales Seccional estado Guárico, fundada el 26 de noviembre de 1992, aquí en este pueblo y esta casa. Se conformó una junta presidida por Don Manuel, como Cronista Oficial de El Sombrero. Yo fui designado como Secretario de Organización y Relaciones Pública, como cronista de Ortiz; secretario tesorero, José Antonio Silva, como cronista de Calabozo. Suplentes: Enrique Olivo, cronista de San Juan de los Morros y Josué Jiménez Guillén, cronista de Cabruta. Fue un intento efímero de una organización que buscaba la unificación de todos los cronistas oficiales de nuestra región.

Un año después, el 17 de diciembre de 1994, don Manuel presenta un Informe a la I Asamblea Regional de Cronistas del Estado Guárico, donde reconocía la poca participación de los cronistas guariqueños en la naciente organización gremial. “Por un dejo de no disimulada apatía no hemos dado a nuestra institución, el valor, el sustantivo lugar que ocupamos en el espectro cultural guariqueño como para que se nos respete y se nos otorgue el orden de prelación que nos corresponde como por ejemplo, en otros estados del país[5]

No podemos seguir dispersos- señala en el documento-, muy cierto es, que cada uno de nosotros, como individuo, en el municipio que representamos, estamos dándoles prestigio a la asociación. Pero la Asociación vive de la abstracción y nosotros (los cronistas) aureolados de prestigio como individuos, cuando les decía, que enaltecemos a la asociación vale invocar el viejo refrán de que ‘por la maleta se conoce el pasajero’. Es decir, que si los cronistas somos prestigiosos, la asociación por su razón debe ser grada en superlativo[6]

He aquí, condensado, en el Manuel Aquino, algunas facetas de la cual compartí, y la que hay que buscar en los dispersos artículos de prensa, ensayos, discursos, y entre otros documentos dispersos, la personalidad de un ciudadano bueno y hombre de cultura, que nos legó con su vertical actuación pública y su forma de concebir la historia local una forma transparente de hacer Historia, de cara a un pueblo y a su mejor destino. Mucho habrá de escribirse sobre este admirado cronista guariqueño, quien fue un celoso custodio del patrimonio cultural del municipio Mellado.
NOTAS

[1] Según Jesús Loreto Loreto en Linajes Calaboceños (1990)
[2] CELIS LUGO, FELIX (2006). A Don Manuel Aquino. En el primer mes de su muerte. San Juan de los Morros: Diario La Antena
[3] AQUINO DELGADO, MANUEL (1997,23 Agosto). La Odisea de un hijo de Albión después de la Batalla de La Puerta. Ortiz: II Encuentro de Historiadores y Cronistas
[4] Ídem
[5] AQUINO DELGADO, MANUEL (1994, 17 Diciembre). Informe a la I Asamblea Regional de Cronistas del Estado Guárico. El Sombrero.
[6] îdem

EL ABC DE LA LIBERTAD DE PRENSA

Controlar los medios de comunicación ha sido siempre una tentación política. Regímenes represivos sin libertad de prensa llegan a extremos increíbles para silenciar a los periodistas. Los nuevos medios son más difíciles de controlar que los tradicionales, pero también lo es la calidad de lo que publican. El Correo de la Unesco, en su edicción número 4 (2007), nos trae un analisis sobre el tema escrito por Peter Coles, desde Londres, Reino Unido, el cual recogemos ( o copiamos) en nuestro blog, para reflexión de nuestro asiduos nautalectores.
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Según el último sondeo de la empresa Roy Morgan sobre la percepción que los australianos tienen de las distintas profesiones, publicado en abril de 2007, el periodismo es una de las menos apreciadas, con sólo un 12% de entrevistados que piensan que los reporteros tienen normas de ética y honestidad “altas” o “muy altas”. En la encuesta, los periodistas salen peor parados que los diputados (16%) pero quedan por delante de los vendedores de automóviles (4%) y de los agentes inmobiliarios (9%). Con todo, una de las primeras acciones después de un golpe de estado suele ser la toma de control de los medios de comunicación por parte de los nuevos líderes, que piensan que éstos tienen un gran poder de influencia sobre la opinión pública. Según el Instituto Internacional para la Seguridad de la Prensa (INSI), en el último decenio han sido asesinados en todo el mundo más de 1.000 periodistas y profesionales de los medios de comunicación. Algunos de estos crímenes despiertan la atención internacional, como el asesinato, en octubre de 2006, de Anna Politkovskaya, corresponsal especial del diario independiente moscovita Novaya Gazeta y ganadora del premio Mundial UNESCO/Guillermo Cano de Libertad de Prensa en su edición de 2007. Pero decenas de otros periodistas menos célebres corren cada año con el mismo destino. El indio Prahlad Goala, del diario Asomiya Khabar circulaba en moto cerca de su casa, en el este de Assam, cuando fue derribado por un camión y apuñalado hasta la muerte. Según el Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ), Goala estaba investigando la presunta relación de los servicios forestales locales y el tráfico de madera. Los periodistas –como todos los demás ciudadanos– están protegidos por el Artículo 19 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948. Sin embargo, esta ley no se cumple. Al contrario, en los regímenes represivos, los periodistas son encarcelados por hablar. (Nota del Editor de este blog: recomendamos el trabajo La libertad de prensa en el mundo 2007. Mapa de Reporteros Sin Fronteras (PDF, 3,46 MB) Más).

La promoción de la libertad de prensa “Una de las tareas de la UNESCO, por medio de su División para la Libertad de Expresión, Democracia y Paz, es asistir a los Estados Miembros que desean adaptar o transformar sus legislaciones en materia de medios informativos en base a principios internacionalmente reconocidos, respetuosos con la libertad de expresión”, dice Sylvie Coudray, especialista del programa en la UNESCO. Además, la UNESCO utiliza el 3 de mayo, Día Mundial de la Libertad de Prensa, “para poner de relieve la importancia de los medios de comunicación independientes en los procesos democráticos”, agrega. Asimismo, cada vez más organizaciones no gubernamentales, entre ellas el CPJ, Reporteros Sin Fronteras (RSF), el Artículo 19, el Intercambio Internacional por la Libertad de Expresión (IFEX) y la Federación Internacional de Periodistas (FIP), publican puntualmente alertas regionales sobre los abusos contra la libertad de prensa y presionan a los gobiernos implicados. “Un elemento clave de la promoción de la libertad de expresión y de prensa en el mundo es dar al tema la máxima visibilidad posible”, dice Coudray. Y hay varias sorpresas, como la que demuestra que las democracias occidentales no tienen el monopolio de la libertad de prensa. El Índice Mundial de Libertad de Prensa 2006 de la ONG Reporteros Sin Fronteras, que puntúa a 168 países según toda una serie de criterios, sitúa a Estados Unidos compartiendo el 53º lugar con Botswana, Croacia y Tonga, y por detrás de Costa Rica (29º puesto). Las primeras 15 plazas las ocupan países europeos.

La rápida transformación de los medios Mientras tanto, los medios informativos están experimentando cambios vertiginosos, lo que ofrece nuevas oportunidades de esquivar la censura. En primer lugar, la mayoría de los periódicos de países desarrollados cuentan con versiones en línea, y, además, muchas de las nuevas fuentes de información en Internet, como Yahoo!, no tienen siquiera versión en papel. No obstante, sobre todo, el nacimiento de las bitácoras o ‘blogs’ ofrece a cualquiera la posibilidad de producir información, creando una nueva generación de “periodistas ciudadanos”. En marzo de 2007, Technorati, un motor de búsqueda de bitácoras, contaba ya 70 millones de ellas, y se estima que cada medio segundo nace una nueva. El fenómeno de los blogs y del periodista ciudadano plantea también desafíos nuevos. Los regímenes represivos utilizan herramientas cada vez más sofisticadas para rastrear los blogs con contenidos que consideran inconvenientes, llegando incluso a forzar a los proveedores de servicios de Internet a identificar a los autores de estas páginas para arrestarlos. Por otra parte, habría que analizar también la fiabilidad y la imparcialidad de la información que publican estos ‘blogs’. Timothy Balding, Director General de la Asociación Mundial de Periódicos, lo expresó muy bien en la inauguración de la conferencia “Nuevos medios informativos: la dimensión de la libertad de prensa”, que se celebró en febrero de 2007 en la Sede parisiense de la UNESCO: “Este fenómeno responsabilizará aún más a los periodistas profesionales, que tendrán que aumentar cada vez más sus exigencias en materia de verificación de datos, de honestidad y de objetividad”. Esta nueva afición del público a no ser únicamente lector, sino también autor de noticias, ha tenido repercusiones en los medios de información tradicionales. Así, en sus versiones electrónicas proponen al público enviar comentarios por correo electrónico o mensaje telefónico, o fotos y vídeos desde sus teléfonos móviles. Para Rosenthal Calmon Alves, de la Universidad de Texas en Austin (Estados Unidos), esto no supone una amenaza, pues, como declaró en la citada conferencia de la UNESCO, “da al periodismo una oportunidad de sobrevivir haciéndose más inclusivo y estando más a la escucha de las comunidades a las que sirve”. Con todo, a veces no hacen falta nuevas tecnologías para vencer la censura. Los medios tradicionales, y en particular la radio, a veces obtienen valiosos resultados. SW Radio Africa emite en onda corta para Zimbabwe desde las afueras de Londres (Reino Unido). “En Zimbabwe prácticamente nadie tiene conexión a Internet de banda ancha”, dice Gerry Jackson, director de la emisora, “y las conexiones son lentísimas”. Radio Africa usa también los mensajes a móviles, donde el desafío consiste en dar noticias en menos de 30 palabras, e Internet. “De lo que se trata es de hacer todo lo posible para burlar la censura. Y quien quiere, puede”.

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San Juan de los Morros: Un sitio santificado por el río

El sitio San Juan es un topónimo antiguo y data, según los documentos, desde 1594. Aparece en relación con las primeras expediciones de reconocimiento o de “entradas” de conquistadoras de Santiago de León de Caracas, organizadas en los siglos XVI y XVII, en búsqueda de oro, específicamente en las llamadas Minas de San Juan.


por JOSÉ OBSWALDO PÉREZ


EL NOMBRE DEL SITIO SAN JUAN, con que se conoce hoy a la ciudad de San Juan de los Morros, en el estado Guárico, se le debe al río, su principal afluente; y el nombre de este tributario corresponde a un hagliotopónimo hispánico, cuya motivación es devocional. Agua y río, religión y fe, son una consultación de los mitos de los hombres desde los tiempos de la colonización de los llanos. La iglesia católica dejó, a través de los conquistadores, el simbolismo de bautismo, el fuego y el agua, los ritos del solsticio y la fertilidad en la denominación de los lugares. Por eso la santificación natural del espacio geográfico por el dominio espiritual del lugar forma parte de los Hombres. De este modo, este topónimo nos remite al “universo ibérico”, a la nomenclatura de los santos y santas como fuente de inspiración perenne de las localidades (Goicu, 2002: 304; Dick, 2000:227).

De allí que término San Juan es aplicado a otros accidentes como en el nombre de las Minas de San Juan, o los llamados Morros de San Juan, o también en la denominación de Serranías Grandes de San Juan ( como así se le ubica en documentos historiográficos de 1660) que, antiguamente, los indígenas llamaban paurario[1]. A ese hecho, común en la toponomástica, lo denominamos translación toponímica, siempre cuando ocurre el desplazamiento del designativo de un accidente por otro.

El sitio San Juan es un topónimo antiguo y data, según los documentos, desde 1594. Aparece en relación con las primeras expediciones de reconocimiento o de “entradas” de conquistadoras de Santiago de León de Caracas, organizadas en los siglos XVI y XVII, en búsqueda de oro, específicamente en las llamadas Minas de San Juan. En esos primeros años los conquistadores habían intensificado el interés por la explotación de las minas, así como la persecución de indígenas, presuntamente caribes, y su esclavización a través de las encomiendas (Rodríguez, 1981: 42 – 46). No obstante, el Gobernador Sancho de Alquiza organizó racionalmente la explotación de las minas de oro de los ríos San Juan, La Platilla, San Gregorio y Tiznados, eje del poblamiento de los Llanos de Paya. Con dichas Ordenanzas quedaba establecida la explotación de minas de oro en la Provincia de Venezuela, explotación que contó con la mano de obra indígena y negra, cuya participación en la economía fue verdaderamente importante (Troconis de Veracoechea, 1992: 58).

La conquista a “tierra adentro” o hacia los llanos siguió dos direcciones: el camino viejo hacia el Sur, por los Valle del Tuy medio y bajo, entre montañas espalderas, y más allá hacia los confines del llano inmenso y despoblado. La otra hacia el Este, a las provincias de Píritu y Cumanagoto, en los limite con la Gobernación de la Nueva Andalucía.

Históricamente, el sitio San Juan, hoy San Juan de los Morros, no surge por una simple casualidad (como habían sugerido en el pasado algunos historiadores románticos). Estudios recientes realizados por los doctores Irma Mendoza y Adolfo Rodríguez, así como por los estudiantes del Postgrado de Historia de Venezuela de la Universidad Rómulo Gallegos, han abierto debates y nuevas interpretaciones en torno al origen de esta localidad. Ya es sabido que, desde los inicios del siglo XVII, cuando los españoles emprendieron las primeras entradas expedicionarias por el camino de los llanos, en la búsqueda de castigos contra los indios Caribe y las apetencias por la riqueza de oro, se estableció evidentemente la importancia creciente de las incursiones militares y cristianas en el poblamiento interior llanero, principalmente en los intentos de expansionismo territorial lideralizados por el Capitán Garci González de Silva (Castillo Lara, 1984: 17-19).

De hecho, el sitio San Juan es producto del efecto colonizador, mediante merced solicitada por los conquistadores, Garci González de Silva y Mateo Díaz de Alfaro al Gobernador de la Provincia de Venezuela, Don Diego de Osorio, con fecha 20 de mayo de 1594. Dichos terrenos comprendían desde lindero de la ribera derecha del río Bocachica hasta el sitio denominado El Jobo, que para la fecha fueron otorgados por las autoridades españolas como una recompensa –o dádiva- a las dos hidalgas figuras por sus labores en favor de la conquista de la Provincia de Venezuela.

Podemos decir que el topónimo San Juan constituye la primera etapa en la toma de posesión de la tierra (Acosta Saignes, 1955, Tomo I: 10-13), lo cual envuelve alguna referencia con dos puntos nucleares de la conquista: la propiedad del territorio por el dominio de los caminos terrestres y lacustres, mediante la emigraciones espontáneas y la colonización hispánica; y, la conquista espiritual de las localidades, mediante las encomiendas y misiones religiosas. Los primeros permitirán el reconocimiento de ese espacio, que le permitirá dominar las “arterias básicas” de la comunicación oriente-occidente y viceversa; y, los segundos, garantizarán la continuidad de la presencia de las emigraciones para la implantación de nuevas fundaciones, misiones, hatos, credos y otras cosmovisiones (Rodríguez, 1991:105).

Muchas ciudades, pueblos y lugares en Venezuela llevan nombres españoles, generalmente porque sus conquistadores o fundadores querían conservar el recuerdo de sus patrias. Otra forma de denominación consistía en poner nombres de santos a lugares, por ser descubiertos en días en que el calendario católico atribuía a determinado santo, santa o devoción (lo que en toponimia llamamos hagliotopónimos) (Mier: citado por Gerbi, 1978, 340-341).

De este modo, el río San Juan será un denominador de la realidad local y, a su vez, imprimirá su marca geográfica. El río, como accidente geográfico, es un hidrotopónimo de naturaleza física (por cuanto se trata del curso de las aguas), mientras que el nombre de San Juan es un hagliotóponimo, de naturaleza antropocultural, referido a las creencias o efemérides religiosas, o bien, al culto de los santos. Así lo expresa el conquistador poblador Garci González de Silva:


“… el río que llamamos San Juan, hasta Real Viejo que yo dicho Capitán poblé cuando descubrí las dichas minas de San Juan"

Otros de los aspectos destacado en el sitio San Juan es que su fundación tiene como fin la de cortar la ruta de entrada de los indios Caribes venidos desde el Orinoco, en frecuentes expediciones guerreras, hacia las regiones centrales del país. Como se desprende de los documentos del Conquistador Garci González, la conquista de tierra adentro dio paso a la fundación de hatos, mediado del siglo XVII. A partir de estos establecimientos ganaderos se formaron espontáneamente pueblos llaneros como San Juan de los Morros.

Un dato interesante que aporta la historiadora Irma Marina Mendoza (2004) son los bienes que poseía el Marques Don Francisco de Mijares y Solórzano en 1668, en el sitio los Morros de San Juan, lo cual hace presumir que el poblamiento del lugar se había realizado mucho antes. Dice la investigadora que la consulta de las fuentes primarias dispersas en los diferentes repositorios documentales del país, pueden abrir muchas hipótesis sobre la fundación de esta u otras localidades.

BIBLIOGRAFÍA



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CASTILLO LARA, LUCAS G (1984): San Sebastián de los Reyes. La ciudad Trashumante. Tomo I. Caracas: Biblioteca de la Academia Nacional de la Historia.
DICK, MARIA VICENTINA DE PAULA DO AMARAL (2000). A investigação lingüística na onomástica brasileira. Frankfurt am Main
GERBI, ANTONELLO(1978). La naturaleza de las Indias nuevas. De Cristóbal Colón a Gonzalo Fernández de Oviedo. Trad. de Antonio Alatorre. México, FCE, Gráfica Panamericana.
GOICU, SIMONA (2002): Le culte des saints dans la toponymie romane. En: EMILI CASANOVA I VICENÇ M. ROSSELLÓ. Congrés Internacional de Toponímia i Onomàstica Catalanes.
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RODRIGUEZ, ADOLFO (1992) “Definición de la Neoétnia Llanera Colombo-Venezolana como utopía realizada” en: Romero Moreno, María Eugenia (1992): Café, Caballo y Hamaca. Visión Histórica del Llano. Coedición: Quito, Ecuador, Talleres Abya-Yala y Orinoquia Siglo XXI, Santafé de Bogotá, Colombia.
TROCONIS de VERACOECHEA, ERMITA (1982). “Contribución al estudio de la formación de algunos pueblos de Venezuela”. Buenos Aires: Separata VI Congreso Internacional de Historia de América.

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[1] AGI. Santo Domingo 207. Archivo Academia Nacional de la Historia. Traslados. Volumen No. 109-V-II, p 367