Un paseo por las Casas Muertas
De niño, cuando viajabamos cada mes de julio al hato de papá bordeabamos el pueblo de Ortíz, que era un punto obligado en la ruta a la propiedad. Invariablemente me asomaba por la ventana del "Opel" que conducía mamá y me asombraba al ver aquellas altas, blancas y sólidas caserones coloniales de techos y muros derruidos y no podía entender como alguien pudo abandonar y entregar al basurero de la destrucción lo que a todas vistas habia sido y seguia siendo pese a su postración una verdadera joya arquitectonica sin par. Por Daniel R Scott Cada vez que leo " Casas Muertas " de Miguel Otero Silva las impresiones que recibo son inagotables y muy hondas. Es una obra que no aburre, que no cansa, a la que siempre se le descubre la novedad, todo depende de tus estados de ánimo o inquietudes intelectuales a la hora de leerla: te indignas viendo el ignominioso camino de Palenque, arrastras los pies en el cortejo funebre que lleva a Sebastian al cementerio, me maravilla el extinto…
Sobre el autor
José Obswaldo Pérez
Licenciado en Comunicación Social, con una maestría en Historia de Venezuela. Investigador y ex-cronista de la ciudad de Ortiz, estado Guárico