Daniel R Scott

Despertar a la Realidad

Por Daniel R Scott

"Ahora sabemos que somos mortales"( Paul Valéry )

Escasamente un siglo atrás el hombre se divinizó a sí mismo en grado sumo. ¿Por qué? Porque en virtud de sus grandes e indiscutibles logros, le pareció haber subyugado y sometido a su dominio los poderes de la naturaleza y de la materia, proclamándose amo y señor de todo. Por su puesto siempre y desde un principio hubo dolorosas evidencias de que tal pretensión era del todo errada, que era un disparate creerlo. Por ejemplo: Un Titanic al que "Dios no podía hundir", terminó en definitiva hundiéndose en su primera travesía, y no precisamente por Dios, sino por obra y gracia de algo tan inanimado, helado y a la deriva como un gran tempano de hielo. Esto debió haber bastado para echar por tierra las pretensiones humanas de divinización. Pero este acontecimiento, ocurrido en los umbrales del siglo XX casi nuevo y sin abusar, parece que no le dio ninguna lección al género humano. El hombre siguió en su empeño de creerse superior ante la creación. Se siguió considerando la corona de la creación. Un Dios. Si nos tocara definir con breves palabras la arrogante actitud del hombre de los siglos XIX y XX ( en el orden político, social, filosófico, científico y tecnológico, entre varias más que deseo omitir ) se utilizarían las de aquel texto bíblico que dice: "Vosotros sois dioses." Parecían existir, para bien o para mal, motivos mil para tal conducta. El superhombre proclamada por Nietzche, el risible pero peligroso "Reich de mil años" de Hitler, el culto a la personalidad de un Stalin o un Mao, el primer hombre orbitando la tierra dentro de su sofisticado aparato espacial y el histórico y televisado alunizaje de 1969 parecieron, entre otras metas alcanzadas por el hombre, confirmar la tesis de que, ciertamente, el hombre era un Dios. Pero llegado el siglo XXI tal creencia se desvaneció como una neblina ante el sol del mediodía.

Hoy todo ha cambiado. Celebramos con alegría y esperanza el advenimiento del siglo XXI para descubrir muy pronto que no existían globalmente hablando motivos para tal alegría o esperanza. O al menos eso parece. Han sucedido cosas y hechos entre el hormiguero humano que nos han demostrado cuan equivocados estábamos. No somos más resistentes que una telaraña. Abrimos nuestro entendimiento ante nuestra propia finitud. Somos vulnerables como animalitos sin concha ante el soplo de una creación atormentada. Sucesos y fenómenos noticiosos tales como el atentado a las Torres Gemelas, el fundamentalismo islámico, los nacionalismos exacerbados, guerras locales, pequeños genocidios, epidemias sin nombres, terremotos y sunamis nos han abierto los ojos, dejándonos atónitos y obligándonos a reformular los conceptos que nos forjamos respecto a nosotros mismo y al papel que realmente jugamos en este mundo. A lo sumo somos dioses de la mortalidad.

Todo se complica además por lo avanzados de nuestros medios de comunicación. Alguien dijo muy acertadamente que el mundo era una "aldea global." Al respecto Billy Grahan escribió: "Se puede llegar físicamente a cualquier parte en un vuelo de pocas horas, y en pocos segundos por las ondas inalámbricas." Hoy, en esta gloriosa Era de la informática y el internet y otros medios hijos del ingenio humano, esa aldea global se ha reducido a una simple casa llamada "planeta tierra" donde todos parecemos habitar muy juntos y apretados. ¡Es tanto lo que se ha acortado el tiempo y el espacio! En escasos segundos lo que sucede en cualquier parte del planeta se difunde a la velocidad del rayo en las pantallas de nuestro televisores y computadoras. Vencimos las barreras del tiempo y del espacio. Somos algo omnipresentes. Con razón pues el hombre se cree un Dios. Esto es bueno solo en cierta medida porque no solo se difunden las hechos y acontecimientos sino también las tensiones y preocupaciones que ellos encierran. Sigue diciendo Billy Graham: "Esta accesibilidad aumenta la difusión de las tensiones y disensiones." Preocupación, tensión, paranoia. ¿Quién no experimenta un temor paralizante al contemplar las imágenes de un terremoto en un país tan avanzado y de cultura tan milenaria como el Japón o de un océano que se lleva todo lo que encuentra a su paso tierra adentro? ¿Quién no se conmueve ante la guerra fratricida que tiñe de rojo a Libia? Más aun, y que es el tema que vengo desarrollando: ante esas noticias nos invade el temor y tomamos conciencia de nuestra pequeñez, de nuestra insignificancia, de nuestra propia fragilidad y mortalidad. No somos dioses. De nada vale haber construido tan grande civilización, todo es un gran edificio de naipes que cae al menor soplo. Pienso que ese es el sentimiento predominante entre los hombres hoy. No soy pesimista: solo observo.

Sí, "El siglo XXI ha comenzado con la agotadora comprensión de que no hay lugar seguro sobre la tierra."(John Piper ). Esto no es del todo malo. Es buena esa agotadora comprensión si nos ayuda a dar un paso adelante, obligándonos a hacer un minucioso examen de conciencia que nos lleve a saber cuál es nuestro rango real en este mundo. Quizá solo así estaremos capacitados para seguir la máxima del apóstol Pablo: "Digo a todos ustedes que ninguno piense de sí mismo más de lo que debe pensar. Cada uno piense de sí con moderación." Debemos pensar con cordura cual es el papel real que debemos representar y cuál es el límite de nuestras posibilidades y talentos.

Solo así podremos retomar nuestra verdadera grandeza.
21 Marzo 2011
domingo, febrero 26, 2012

Por qué hablo poco de política

Por Daniel R Scott

Días atrás alguien me preguntó extrañado: "¿Por qué no escribes sobre la política y su acontecer nacional? ¿Por qué no ponderas a este o aquel candidato?". Sucede que los temas y contenidos aparecidos en el "Nacionalista", a excepción de dos o tres que me han sido ineludibles, hablan de cualquier cosa menos del activismo político o candidatos a la presidencia. Siendo hijo del fundador de un partido otrora relevante en el país (papá fue co-fundador del partido Socialcristiano en 1946) y pariente de personas que se han destacados en la política nacional y regional, la pregunta es válida. No se equivoquen. Podría escribir sobre lo que me preguntan. Tengo mi opinión, por ejemplo, sobre asuntos tales como las de un confuso Elías Jaua pregonando que la propiedad privada es antinatural y un "invento de occidente", o del contradictorio "Capitalismo Popular" de Corina Machado, o de las publicitadas y bulliciosas propagandas de las elecciones primarias de la Oposición, o de si el socialismo es o no es cristiano, o de si Cristo fue o no el primer comunista o, para no alargar la lista (cosa que detesto), del concepto que tengo de la validez o no de la norma jurídica dentro del contexto político, económico y social nacional, pero deliberadamente, al menos por los momentos, me abstengo de hacerlo. Pero repito: no se equivoquen. Creo de vital importancia que el ciudadano esté muy bien informado de todas estas cosas enumeradas arriba, de todo aquello de lo cual depende el destino de la patria, mucho más cuando tenemos en puertas un proceso electoral delicado que configurará el panorama político, social y económico del país. Sí, hay que estar atento a ello, participar de ello, y cuidarnos de no cometer errores. Revestirnos de formación cívica y sentido común para decidir bien y mejor. Desde ya, mis parabienes a ambos bandos.

Pero también creo que ese mismo ciudadano está desde hace tiempo saturando de lo político o, mejor dicho, de la diatriba política Está harto.. El quehacer político, entendido sencillamente y sin adornos como la forma racional de la sociedad para alcanzar las metas e intereses que beneficien a los diversos sectores de la vida nacional, no es malo y es muy loable. No hay otro camino. Pero el ataque, el insulto y la ofensa es cosa extenuante. Es una guerra civil sin armas ni bajas.
Los medios de comunicación nos bombardean a diario y a quemarropa con la noticia de la diatriba política: enciendo la TV. y me acalora el verbo incendiario del diputado tal, y si abro el prensa nacional veo alcaldes y gobernadores descalificándose mutuamente. Esto cansa. Como dijo Spurgeon: "La mente se cansa si se fija en una sola cosa". O como me dijo un humilde taxista: "Repugna".

Por eso yo escojo hablar de otras materias olvidadas o relegadas a un segundo o último plano. No puede ser que la ignorancia sea tal, que un buen amigo mío vea una foto de Gandhi colgada en la pared de mi estudio y la confunda con una foto de mi papá, u otro amigo crea que Martín Luther King recibió en 1964 un Óscar y no el premio Nobel de la Paz. No lo sabemos todo, es cierto, pero tampoco podemos ignorarlo todo.. Estoy cansado de la fina oratoria de las vidas que carecen de virtud. La fatal ausencia de los valores más elementales me preocupan más que un Hugo Chávez o un Leopoldo López porque dicha ausencia entraña un peligro para el país y por eso cuando escribo hago un llamado a retomar esos valores. Hablo de hombres imperfectos pero buenos que lucharon por dignificar a toda costa al prójimo. Hablo de Dios, del amor al hombre, de la fe que humaniza. De un Antonio Pérez Esclarín que dice: "No permitamos que nos dominen el desaliento y la desesperanza. Desoigamos los gritos que nos invitan a la intolerancia, el odio y la violencia". Hablo de seres de carne y hueso que sacrificaron sus vidas en el altar del amor a sus semejantes. Porque es un craso error creer que todos nuestros problemas son esencialmente políticos. No lo son.

No se me entienda mal. No soy un utópico indocto. Creo en la Nación, en el Territorio, en el Estado y los Poderes que lo conforman. Doy gracias al Creador por no pertenecer a algún grupo étnico carente de territorio. También doy gracias por nuestra independencia y los próceres que la hicieron posible. Creo en esos principios de la Ilustración (¿Otro invento de occidente que hay que abolir?) que dieron origen a nuestras repúblicas e instituciones republicanas. Prefiero la División de Poderes de Locke al sistema de castas de la India. Pero cuando estamos presenciando la desintegración de occidente, debemos hacer un alto y retomar aquellos elementos o factores éticos y espirituales que le dieron su verdadera grandeza y desarrollo a la humanidad.
7 Noviembre 2011
jueves, diciembre 22, 2011

El Quejido

Imagen de  Flor de Acantilado

Por Daniel R Scott


"Percibimos allá en el fondo el quejido y las protestas por lo que tenemos 
y por lo que ocurre en el día a día".
(André Lima)

Suena en el bar de los suburbios de la populosa capital del país una vieja canción de amor y de despechos. Frente a la barra desconchada, simétricamente ordenados, hay ocho taburetes de madera gastada por mil culos de mil borrachos anónimos que han desfilado cada uno en su momento y día por estos recintos de opaca luz. Unos viven aún, otros ya han muerto. Muchos sin un hijo o una esposa que le cerraran los ojos, como aquel señor ya mayor de abdomen inflamado por la cirrosis hepática que leía revistas y periódicos: pasó vaya usted a saber cuántos días en la morgue antes de que su hijo al fin se presentara para identificarlo. No se sabe que es peor: si ser hijo o padre.

Uno de los taburetes está ocupado por un hombre de mediana edad de gafas maltrechas y gastadas. Escribe algunos garabatos de amor sobre un papel arrugado que tomó del suelo. Su amor, una mujer de cerro arriba, lo leerá y quizá ni lo entenderá. Cerca de su mano derecha, como musa, dos cervezas vacías y una tercera a medio terminar. Pronto ira por la cuarta. Dos chiripas diminutas y cobrizas aparecen de la nada y exploran cautelosas el codo derecho del poeta que escribe su ridícula esquela de amor. Justo atrás de él, en una de las dos mesas de formica, el dueño del bar se sienta en pétreo y fastidiado silencio, esperando que alguien diga el ya gastado "Me das otra" o se arme alguna reyerta. Se ha sentado junto al sempiterno bebedor tocado de sombrero rojo que noche tras noches se bebe y fuma la misma cantidad de cervezas y cigarros.

Un gato negro camina sobre la barra, ahuyenta a las chiripas, salta al piso de granito y se detiene hierático ante la reja oxidada que protege al negocio del hampa incontrolada que azota la zona, observando con proverbial impavidez gatuna a los transeúntes y al tráfico automotor copioso a esas primeras horas de la noche. La entrada del negocio está flanqueada por dos arbustos marchitos que la contaminación ambiental no ha dejado crecer.

Suena otra canción. Esta vez el cantante informa que "Villa está sepultado en los suelos de Chiguaguas". Pero a nadie le interesa. Más tarde entran a la taberna unos dos o tres parroquianos con sus rostros de nacimiento cansados no de las sanas labores del día a día sino de los duros e inmisericordes avatares de los años amontonados. Este es un lugar de evasión donde se intenta suprimir la desilusión, el dolor y los desengaños. Cada botella vacía encierra una historia, un suceso, un pesar.
El poeta deja de escribir y fija su mirada en una pared empotrada con viejas botellas de licor cubiertas con el rocío del polvo sin limpiar. El hombre de sombrero rojo sale del local dando tumbos y traspié, total y definitivamente ebrio. Todos se han preguntado cómo hará este buen hombre para que sus pasos tambaleantes lo hagan llegar a su casa sin que lo asalten por el camino.

Cesó la música. Se produce un breve y hondo silencio. Entonces, y solo en ese instante, una garganta suelta un inconfundible y pesaroso quejido etílico que encierra en su brevedad todo el cansancio y todo el hastío de todos los hombres que han existido sobre la faz de la tierra. Se trata del quejido de un hombre apesadumbrado y su sueño roto. Un hombre que en su juventud, aun no invadida de arrugas y canas, soñaba despierto con un futuro que no se cumplió y que jamás le ofreció un "plan B".

Dejé de escribir, hice pedazos la nota de amor y abandoné el lugar

Abril de 2009
jueves, noviembre 03, 2011

El Salmo del Astrónomo

Somos objeto de la amorosa solicitud de ese Dios que nos protege y bendice. Alrededor del mundo son muchos los que dan testimonio de una intervención milagrosa de la Deidad en sus vidas. Habrá sus excepciones pero la excepción no anula la regla. Misterios ante los que debemos guardar silencio.

Por Daniel R Scott

Sigo leyendo el comentario bíblico de William McDonald, y creo que seguiré con él por un largo tiempo. Esta obra de más de mil páginas es erudita, sencilla, devocional y muy práctica, si es que acaso es posible combinar esos cuatro elementos en una obra teológica de naturaleza protestante. Con esta herramienta, y con mi nueva traducción de la Biblia "vida Abundante" estudio largamente, con meditación y reverencia (Dios lo sabe) el Salmo 8, conocido por algunos como el "Salmo del astrónomo" ¿La razón? Más que evidente. Sus versión más representativos, hermosos y llamativos se leen de la siguiente manera: "Cuando miro el cielo de noche y veo la obra de tus dedos-la luna, y las estrellas que pusiste en su lugar-me pregunto: ¿Qué son los simples mortales para que pienses en ellos, los seres humanos para que de ellos te ocupes?" Es el asombro del hombre cuando contrasta la enormidad del universo con su propia pequeñez. Lamentablemente la mayoría de los hombres se quedan con tan solo "¿Que son los simples mortales?" y se vuelven hacia el ateísmo. Millares de estrellas y distancias inmensurables no les permiten pensar en un Dios personal.

Dice MacDonald en su comentario del salmo: "Cuando consideramos los innumerables millones de estrellas, las enormes distancias en el universo, y el poder que mantiene a los planetas en órbita con precisión matemática, la mente siente algo como una sobrecarga de circuitos y nuestro asombro no tiene límites." Y nuestro amigo tiene razón. Para muestra un botón: Se dice que para llegar a la estrella más cercana a la tierra (Próxima Centauro) en un viaje de diez años, ¡habría que viajar a la velocidad de la luz! ¡Un viaje de ida y vuelta a la velocidad de la luz llevaría veinte años! Sin mencionar las complicaciones que traería la Teoría de la Relatividad formulada por Albert Einstein: al llegar estos viajeros a la tierra luego de su viaje de veinte años se encontrarían que en el planeta han transcurrido doscientos años. Un viaje a la velocidad de la luz. Es decir, a 299.816 kilómetros por segundo. La enormidad de las estrellas y las distancias del espacio dejan al hombre más culto pasmado. Con sobrada razón el salmista exclamó lleno de asombro: "¿Qué son los simples mortales?"

Sin embargo la exclamación del dulce salmista de Israel nos quedó incompleta. Su lectura completa es: "¿Qué son los simples mortales para que pienses en ellos, los seres humanos para que te ocupes de ellos?" El punto principal de la oración es que tenemos un Dios personal que piensa y se ocupa de nosotros. Sí, es cierto: somos un punto imperceptible dentro del vasto universo. "¡Sin embargo, Dios tiene interés en cada individuo! ¡Se preocupa personalmente e íntimamente por cada ser humano!" (MacDonald) ¿Y por qué? El salmo da la respuesta: "Los hiciste poco menor que Dios." Es decir, como tradicionalmente decimos, fuimos creados "a imagen y semejanza de Dios." Ajá, hay galaxias y estrellas diseminadas por los espacios infinitos, pero por mucho que esto nos sorprenda, allí no está la imagen de Dios. Es la obra de Dios pero no su imagen. Lo realmente único, sorprendente, digno de admiración, es que en nosotros repose la semejanza del Dios creador del universo. "El hombre comparte con Dios algunas facultades que no son compartidas en ninguna otra parte de la creación" continua diciendo el comentarista bíblico. No debemos sentirnos como huérfanos del universo. La "soledad cósmica" de la que habla el filósofo queda descartada. Somos objeto de la amorosa solicitud de ese Dios que nos protege y bendice. Alrededor del mundo son muchos los que dan testimonio de una intervención milagrosa de la Deidad en sus vidas. Habrá sus excepciones pero la excepción no anula la regla. Misterios ante los que debemos guardar silencio.

Querido lector: termino abruptamente este artículo preguntando: ¿Vives a la altura de esas facultades que compartes con Dios? ¿Has hecho algún esfuerzo para tener comunión con el Dios del cosmos?

1 Agosto 2011
domingo, agosto 07, 2011

Inquietud Materna

Apenas tendría unos cuatro o cinco años y de lo único que me ocupaba antes de entrar oficialmente a la educación formal era corretear por el patio de la casa o subirme a las matas de mangos, guayaba y ciruelas, imaginándolas refugios o castillos. Y soñaba viendo ese trozo de naturaleza cercado de alambres.


Por Daniel R Scott

En alguna oportunidad creo haber dicho enfáticamente y con orgullo en tinta y papel que mi madre, al igual que mi cuñada, siempre estuvo atenta a mis inquietudes intelectuales, en una etapa temprana de mi vida cuando no estaba dotado de una edad que me permitiera tener algún tipo de inquietud intelectual. Pero eso a mamá no le importaba. Quizá, en su sabiduría y bondad, buscaba más bien crear o propiciar las condiciones en las que se despertasen dichas inquietudes. Y si bien se ve, lo logro. Trabajaba como secretaria en el MOP (luego MTC y posteriormente MINFRA ) y en las tardes, antes de llegar a casa, se detenía en el "Baratillito" para comprarme unos pequeños y breves fascículos de una colección infantil titulada: "Mini Enciclopedia Escolar." Apenas llegaba a casa, lo primero que hacía era entregármelos. Estos folletos no pasaban de veinte páginas. Traían un grabado en la página izquierda y su explicación escrita en la página derecha. ¡Pero yo no sabía leer! Apenas tendría unos cuatro o cinco años y de lo único que me ocupaba antes de entrar oficialmente a la educación formal era corretear por el patio de la casa o subirme a las matas de mangos, guayaba y ciruelas, imaginándolas refugios o castillos. Y soñaba viendo ese trozo de naturaleza cercado de alambres. ¿Sería errado decir que esas fueron mis primeras lecturas? ¿Leer los árboles, el trinar de los pájaros, las gotas de lluvia, los gallos de lidia de papá? Quien no aprende a leer el lenguaje oculto de la naturaleza jamás tendrá alma para leer un buen libro. El caso es que no me conformaba con ver los dibujos, sufría intentando descifrar el significado de aquellos complicados signos atrapados en crípticos bloques de párrafos. Con el tiempo y a pesar de mi pereza aprendí a leer y a escribir y se abrieron a mi mente las maravillas de aquellas primeras páginas. ¡Oh la aventura de leer! ¿Cómo se expandía la mente y mi mundo!

Luego mis lecturas se tornaron un poco más serias, demasiado para mi edad. Leí los cuentos de Oscar Wilde, Las aventuras de Simón Bolívar de Vinicio Romero Martínez, que despertó mi amor por el Libertador Simón Bolívar, y un libro que me horrorizó de veras titulado "El Expediente Negro" de José Vicente Rangel y que me hizo tenerle miedo a una extraña palabra que se escribía y sonaba a "Digepol." Las fotos de un torturado Alberto Lovera me sobrecogieron hasta el horror. Entendí entonces con alegría, asombro y estupor que existía un mundo amplio y complicado más allá de mi hogar y del patio de mi casa. El paraíso de mi niñez se fue haciendo barrio, ciudad, estado, país, continente, mundo, universo infinito de los libros de astronomía y de alguna manera que no alcanzo a explicar extravié en algún lugar secreto la naturaleza edénica que disfruté en el patio arbolado de mi casa.

Unos años más tarde mamá me hizo incursionar en literatura aún más seria y sustanciosa, acorde a mi edad y evolución intelectual, y fue así como mi modesta biblioteca en ciernes se fue ampliando con títulos tales como "María Antonieta de Francia," "La Prehistoria," "Historia Natural," "Excavaciones Arqueológicas" y clásicos juveniles como "La Isla del Tesoro," "La Cabaña del Tío Tom," "Moby Dick," "La Hija del Capitán" y, finalmente, con los flamantes tomos vinotinto de la "Enciclopedia Salvat del Estudiante", la primera que tuve y aún conservo como reliquia y tesoro.

Mamá estuvo muy, pero muy pendiente también de lo que "no" podía leer y a continuación pasó a explicar por qué en la siguiente anécdota que hoy me hace reír: En las tardes de 1976, al salir del "Grupo Escolar República del Brasil" no me iba como era de suponer con mis compañeros a jugar trompo, metras o baseball. Mis pasos me llevaban en expectante línea recta y sin vacilación unas cuatro cuadras más allá, a la "Libreria Escolar" ubicada en la "Calle Salías" donde está ubicada actualmente la "Comercial Artigas." El dueño, bondadoso conocedor de mis aptitudes lectoras, me dejaba entrar y deambular a mis anchas entre ese paraíso de libros folletos y revistas de portadas llamativas. ¡Revisaba el más mínimo rincón sin que nadie me molestara o llamara la atención. Una joven empleada de la librería siempre creyó que yo acudía allí porque estaba enamorado de ella, pero nada más lejos de la verdad. Lo mío era ver uno a uno la existencia bibliográfica de las estanterías. Ese era mi amor. ¡Jamás había sido tan feliz como en esos días! Me decidía por cualquier libro mientras esperaba a mamá. Por meses ese fue un ritual entre madre e hijo. Una tarde escogí inocentemente un libro titulado "La Revolución Rusa." Por qué me fijé en él no lo sé. Quizá me llamó la atención la imponente escultura "El Obrero y la Koljosiana" de la escultora soviética Vera Mujica que adornaba la portada. No sabía que la escultura para el Occidente capitalista y cristiano era un símbolo ignominioso. Al fin mamá llegó, tocó la bocina y yo salí del local, abordando el Opel para irnos rumbo a casa. A mitad de camino me preguntó como siempre: "¿Qué libro compraste hijo?" a lo que yo respondí enarbolándolo con orgullo: "La Revolución Rusa mamá." Ella lo vio. Abrió los labios como para decir algo pero los volvió a cerrar. Guardo silencio. Titubeó. No comentó nada como otras veces. Por un momento siguió atenta al volante y al camino. Finalmente respondió/balbuceó, aparentando toda la naturalidad del mundo: "Hijo ese libro no es bueno para ti, no lo entenderás... No debiste comprarlo... Mira, ¿qué te parece si regresamos a la librería y lo cambias por otro?" Y yo acepte sin acertar la razón de su preocupación. Poco después lo supe: en plena Guerra Fría y con el cercano antecedente de un tío y una prima comprometidos hasta la médula en la guerrilla urbana de los años sesenta, mamá temía que su hijo de alguna manera simpatizara y siguiera los mismos pasos y doctrina de mis parientes. Sin contar que mi padre, proamericano irreductible y anticomunista visceral solía vociferar: "Comunista bueno es el que está enterrado dos metros bajo tierra" o "En la primavera de Praga los cañones de los tanques soviéticos no dispararon flores y rosas precisamente." Así pues en la altura de "El Nacionalista" el carro dio marcha atrás y cambié el libro por un título que para colmo nunca leí y olvidé por completo.

Querida década de los setenta: ¡Como quisiera visitar en el viejo Opel con mamá al volante tus libros, cuentos y dibujos infantiles!

7 Abril 2011


El Soldado de la Primera Guerra Mundial

Hoy habrá jaleo, es lo que piensa todo el mundo. El lo sabe. Lo ha visto otras veces. Lo ha vivido. No se engaña. Atisba las líneas alemanas desde su trinchera infestada de ratas y piojos. A su lado, el amigo de la armónica y noches de juerga se nota preocupado. Le tiembla el cigarrillo en los labios.


Por Daniel R Scott



"La Primera Guerra Mundial fue una guerra que nadie quería y una catástrofe que nadie 
pudo haberse imaginado." (Henry Kissinger)


Fue soldado en los aciagos días de la Primera Guerra Mundial o "Gran Guerra." Un francés de uniforme azul apostado en el "frente belga" junto a muchos compatriotas más, haciéndole frente al ejército alemán. Sin poseer la edad reglamentaria se alistó en el ejército, en el 38 regimiento de infantería. En el cuello de su uniforme se observa el numero 23. Era muy joven para lo que vio y le tocó vivir entre 1914 y 1918. Su rostro, mozo, de rasgos finos, estaba hecho para gozar de las cosas buenas que la vida suele ofrecer a la juventud. Pero el asesinato del archiduque Francisco Fernando de Sarajevo en manos de un radical servio precipitó a Europa en un verdadero baño de sangre. "Europa no es cristiana." diría Gandhi.

Hoy habrá jaleo, es lo que piensa todo el mundo. El lo sabe. Lo ha visto otras veces. Lo ha vivido. No se engaña. Atisba las líneas alemanas desde su trinchera infestada de ratas y piojos. A su lado, el amigo de la armónica y noches de juerga se nota preocupado. Le tiembla el cigarrillo en los labios. Es que no vale la pena derramar el don de la juventud en los campos de batalla, donde hombres y caballos terminan descomponiéndose bajo el sol y la lluvia, según sea la estación del año. Por fin el grito destemplado de la oficialidad da la orden de asalto. Los hombres, como hormigas, salen bulliciosos de las trincheras corriendo en línea recta hacia el enemigo. Deben cruzar alambradas, terrenos descubiertos sin ningún tipo de protección, cubiertos de cadáveres, la llamada tierra de nadie. Jadeo, sudor, miedo. Balas que pasan de largo o dan en el blanco. Se esta en manos del azar, de lo que suceda, cualquier cosa. A su lado cae de espaldas el amigo, aquel de la armónica y las noches de juerga y camaradería. Se detiene e intenta levantarlo. "¿Donde te hirieron? ¡Levántate!" Lo alza para dejarlo caer de nuevo. Es inútil: quedo reducido a una maltrecha masa sanguinolenta. El que alegraba nuestras noches de permiso. Se observa brazos y manos: están manchados de sangre. Sigue adelante, impulsado por la impotencia y la ira. Detiene su marcha frente a un soldado alemán hundido hasta el cuello dentro de un pantano. Es que la explosión de las bombas, las lluvias continuas y la tierra removida crean estas arenas movedizas artificiales. ¿Ayudarlo? No es un rostro. Ni aun un ser humano. Es el uniforme enemigo, el que despedazó con un obús al de la armónica, el de las noches de juerga, el del cigarrillo en la boca. Con el tacón de la bota le golpea la cabeza hasta hundirlo varios centímetros bajo el barro. Se trata de otra victima anónima devorada por los campos de batalla. Sigue su marcha y al fin llega a unas pobres ruinas defendidas por los alemanes. Escombros bombardeados y quemados. ¿Que sentido tiene defenderlos? Ahora si viene el combate cuerpo a cuerpo. La lucha se torna feroz, sin tregua, impropia de una Europa civilizada, impropia de los que han leído a los novelistas franceses o estudiado a los filósofos alemanes. Aquí Balzac y Kant no tienen cabida y de nada sirven las manos del violinista o la pluma del escritor. Un verso no es escudo que defiende de la muerte. ¿De que le sirve a nuestro soldado haber leído las obras de Verne? Con su bayoneta atraviesa a su oponente y lo deja clavado del muro calcinado. Intenta sacarla pero resulta infructuoso, se atoró en el cuerpo y del muro. Desiste y toma del suelo el fusil de un soldado caído para continuar la refriega. No hay tiempo que perder. Matas o te matan. De eso se trata la guerra.
Se da la orden de volver a las trincheras. A mitad de camino le sorprende el estallido de una granada. El soldado se cubre en tierra pero unas esquirlas le alcanzan una comisura de la boca. Años más tarde, ya viejo y en otras tierras, en las fotos que se tomó de perfil, podía verse las secuelas de esa explosión. Eso decía su esposa. Se levanta y sigue adelante hasta llegar al refugio de su trinchera sano y salvo. Poco a poco se tranquiliza. Piensa en el del armónica, dejado atrás para siempre, abonando la tierra de nadie. Lamenta su muerte. Los demás también. Repasa mentalmente las muchas veces que la muerte le rozó como una bala enemiga. Respiró un poco de gas mostaza y sobrevivió. Un obús casi lo hace volar en pedazos la noche que montaba una guardia. "Me acababan de relevar," explica, "cuando oí a mis espaldas un gran estruendo. Regresé y sólo encontré trozos de carne y huesos."
Noviembre de 1918. Acabó la guerra. Alto al fuego. El 11 de noviembre se firma un armisticio muy desfavorable para el orgullo alemán. "Los traidores de noviembre" diría años más tarde un nazismo amenazante. Han muerto diez millones de soldados. Andrés Richier, el soldado de nuestro relato, fue condecorado: siempre se ofrecía de voluntario para misiones peligrosas, como buscando más la muerte que la gloria. Fue desmovilizado el 28 de septiembre de 1919 y, al igual que muchos jóvenes de su condición, le dio por recorrer calles silenciosas, noches solitarias y bulliciosos cabarets, buscando reordenar su vida...

Barbacoas, noviembre de 1929. Andrés Richier le obsequia a su prometida una foto con la siguiente dedicatoria: "Mirtala: conserva este recuerdo como yo conservo en mi corazón tu amor." En la foto esta vestido de uniforme. Casi un adolescente. Le contaría a su prometida episodios de la guerra tal cual están descritos arriba. Y yo quise preservarlos en tinta y papel. Contraen matrimonio en 1930 y el 16 de mayo de 1931 les nace su primogénita, María Antonieta Richier Sánchez, una niña con una cara de muñequita que le valió de por vida el apodo de "la nena." .Mi madre.

28 Abril 2011
jueves, abril 28, 2011

El Tercer Día de la Creación

Por Daniel R Scott

Como dije en mi libro que aún no termina de salir de la imprenta (apúrese poeta) mis padres y parte de la familia abandonaron sus respectivos empleos y emigraron al campo, allí donde abunda el mastranto, la palmera, el caño, y el cují, con el alma henchida de nobles proyectos, convencidos que dominarían a la perfección el arte y la técnica de la siembra y la cría de ganado para así levantar el fundo o emporio que sería la reina y envidia de toda la región. Y ¿por qué no? nuestras reses y productos envasados llegarían a abastecer a todo el país y al mundo entero de ser posible. Es que los sueños desenfrenan la cordura. "Y si fracasamos lo volveremos a intentar" afirmaba mi hermano Luis Eduardo desafiante y con convicción. Y yo pensaba "la cosa va en serio."

La familia pues se estableció en una casa rodeada de árboles, vacas, caños, lagunas y una quesera. En los meses de marzo y abril el apamate se adornaba con flor de oro y lo dejaba caer como manto real sobre el suelo llanero. Mamá, amante de la fertilidad de la tierra y del misterioso poder vital oculto en las entrañas de la semilla se ocupó con celo misionero de edificar sobre el amarillento suelo duro como el pedernal un huerto verde, fresco, colorido y jugoso semejante a una maqueta del paraíso perdido del que nos habla la página bíblica, si lo tal es posible, que no hacía juego con la árida geografía circundante. Allí cultivó que yo recuerde pimentón, ají, tomate, zanahoria, cebollín y algunas cosas más. Sus manos, al manipular la tierra, las plantas y las simientes, repetían a pequeña escala el tercer día bíblico de la creación: "que produzca la tierra toda clase de plantas: hierbas que den semilla y árboles que den fruto. " Esta pequeña réplica de Dios que fue mamá demostró la existencia del creador probando científicamente el tercer acto creativo. Como predijo el profeta antiguo, hizo "reverdecer" el desierto. El fuego oculto de estas artes según sé, las heredó de otro enamorado del surco, la semilla regada y la planta de fruto maduro: su padre,  un francés quien también ponía a producir esta tierra azotada por el aliento candente del trópico. Pero su padre merece un capítulo aparte...

Era una tarde lluviosa de julio o agosto de 1975. No logro precisar el mes pero eso no importa. Carece de importancia. Era una llovizna menuda y delicada empeñada en imitar a las neblinas. Mamá, inclinada sobre el huerto, escardilla en mano, abre surcos para la semilla. En su mente y corazón ya ve la planta crecida y el fruto maduro. Desde los corredores de la casa la veo. ¡Que incansable! Parece el cuadro de algún artista famoso. Podría ser inmortalizada por el pincel y el lienzo que cuelga en el museo. ¡Cuántas ricas escenas cotidianas se escapan al ojo del artista! Pero esta vez mamá abusó. Que terca. El frío de la lluvia del llano le caló hasta los huesos. Deja sus labores y entra a la casa temblando de frío. Es un páramo o algo así. Papá la abrigan, la hacen entrar a las cálidas sombras de la habitación y le da un sorbo de su sacrosanto brandy "Capa Negra", haciéndola entrar en calor. Ahí los veo juntos en la cama mientras retumba el trueno sobre el llano y los techos de cinc. Años más tarde, no se la razón, mamá le recordó a mi padre ese episodio en una carta. Sin duda para ella, pura alma sensible, ese gesto significó mucho y la marcó positivamente. Sabe Dios qué valor le dio ella en su corazón. Se lo llevó al sepulcro y al cielo. Por eso, 36 años después, lo escribo para que nadie lo olvide.

25 abril 2011

miércoles, abril 27, 2011

Paseando entre dos pueblos

Al día siguiente decidí dar otro paseo. Cruzo un puente bajo el cual corre tortuoso un rio de aguas pútridas y con basura y animales muertos en sus riberas. Las garzas, los loros y los pericos hace mucho tiempo que se marcharon para no volver jamás


Por Daniel R Scott

Salgo a pasear por este pueblo bucólico, apacible, de gente buena, hospitalaria, laboriosa, dedicada a la siembra y la cría de ganado y en donde nunca sucede algo que perturbe la paz. El cerro desde su altura parece mirar y bendecir la cuadricula de casas adosadas. Alguna vez un bardo soñador le compuso a este cerro unos versos. El paisaje es hermoso. Todo huele a anécdotas y a tradición. Los árboles, altos y frondosos, bordean los caminos ofreciendo nido a las aves y sombra a los viandantes. Los hombres, de un blanco inmaculado o en traje de faena, se inclinan sobre la pared colonial sentados en silletas de madera y cuero, para ver caer la tarde, saludar al transeúnte o hablar con el compadre las últimas y pocas novedades del día. "Se me murió una vaca compadre." "¿Y la comadre cómo está?" "Bien gracias." "Yo debo vender algunas reses." El cielo se ve surcado por una bandada de garzas, loros y pericos. Por la Calle Real un hombre sudoroso arrea dos burros, su única posesión. Más allá, montado en un pollino, un niño sonríe desde una acera artísticamente empedrada, reminiscencia de la época colonial. Es que su padre ató al animal al pie de un árbol y entro a la pulpería para comprar algo de mercancía y tabaco para mascar. En los patios soleados el gallo canta y enamora a la gallina. Una cuadra más allá, en la entrada de la prefectura, dos árboles de porte gallardo y marcial parecen montar guardia. En aquella casa, la enamorada se asoma a la ventana porque sabe que a esa hora con disimulo pasará su hombre amado. Todo no pasa de miradas y suspiros o de una carta furtivamente entregada que una vez ¡vaya susto! una severa matrona de ceño fruncido confiscó para vergüenza de la moza. "Pero aún conservo ocultas y amarradas con un cintillo rosado veinte cartas" confiesa ella a su confidente que muere de envidia. "Es que un hombre debe oler a colonia cara y tabaco fino" dice la matrona a una vecina. Más abajo, a orillas de un rio cristalino y anchuroso donde siglos atrás se asentó el conquistador de tez blanca, con la espada y la cruz, personas preparan con aire festivo el sancocho que hierve sobre el fogón. Los niños nadan y chapotean en el agua. Mientras esperan para comer se cuentan entre carcajadas la última novedad: El cura sacó a la virgen en procesión. Todos se quitaron el sombrero en señal de respeto, menos Antonio porque es protestante, hereje al fin. Ofendido en grado sumo, inmediatamente el cura dio aviso al jefe civil y el ciudadano compareció en el acto ante la máxima autoridad. "A ver...por qué usted no se quitó el sombrero en la procesión?" Y Antonio, sagaz y malicioso, contestó: "Yo solo me quito el sombrero ante mi General Juan Vicente Gómez." Lo dejaron ir de inmediato y el cura quedo chasqueado. "Son cosas del diablo. Los protestantes entierran a sus muertos boca abajo." Alguien comenta que en casa de su compadre no hay que comer, pero eso no parece importar: el padre de familia, carabina al hombro, saldrá a cazar un venado en las cercanías del pueblo. El animal terminará descuartizado sobre la tosca mesa de madera y la carne será salada y colgada al sol. ha caído la noche. Decido ir a mi casa. Me espera mi chinchorro y la manta. Desde el patio ya se ven los luceros de una noche transparente.

Al día siguiente decidí dar otro paseo. Cruzo un puente bajo el cual corre tortuoso un rio de aguas pútridas y con basura y animales muertos en sus riberas. Las garzas, los loros y los pericos hace mucho tiempo que se marcharon para no volver jamás. Los árboles fueron talados. Feos y chatos edificios ocultan de mi vista el cerro al que el bardo le cantó. Emanaciones toxicas y metálicas de interminable tráfico automotor. El hombre destruye el medio y se destruye a sí mismo. La gente no se conoce, no se saluda, y camina apurada y angustiada para dirigirse a quien sabe dónde. Por doquier rostros desconfiados, ceños fruncidos. Inclinados en las paredes los mendigos piden limosna. La palabra "prójimo" está desfasada. Aquí te matan todos los días. Se desconoce el significado de las palabras "Hola", "Disculpe", "¿Cómo está usted?" "Buenos días" Nadie se ven los rostros. Hervor de asfalto que satura los pulmones. Reflejos de vidrio y metal que hieren la pupila. ¡Cemento calentado y vuelto a calentar! Chillidos confusos de bocinas y ulular amenazante de sirenas que asustan al oído. Arrastrar los pies, el alma, el ánimo sobre aceras heridas de postes cableados. Buhoneros gritando y pregonando sus productos de un solo día. La brisa arrastra en remolinos trozos de periódicos y papeles manchados con las salsas de los perros calientes y la hamburguesa. El humo de las frituras y el monóxido de los tubos de escape manchan de tizne los pocos malogrados adornos que ostenta la línea arquitectónica de los nobles edificios que eran nuestro orgullo en el pasado. De aquí a poco el golpe mortal de la piqueta y la embestida de ruidosas máquinas amarillas echaran sus glorias por tierra. Ebrios tendidos a tu paso. Templos profanados con estúpidos grafitis políticos. Vómitos y cagadas de perros en las esquinas. Mil cristales rotos de mil botellas rotas. Alcohol que se ingiere y droga consumida. Y el dedo detrás del gatillo esperando accionar su carga mortal sobre la humanidad del hombre honesto y trabajador. La sangre de Abel que no se cansa de clamar desde la tierra, pidiendo justicia.

El pasado lo pudrió el presente

2 Abril 2011
viernes, abril 22, 2011

Viejo Budare y Piedra de Rio

Mamá siempre fue el corazón de la casa para todo. No hay rincón, pared, pasillo o pasadizo que no guarde algo de su presencia. Decirlo y explicarlo llenarían las páginas de un libro. Pero donde su corazón sabía arder con solícita devoción era en esa humilde habitación que hacía las veces de cocina. 

Antes de iniciar la labor de cambiar el mundo, da tres vueltas por tu propia casa.
Proverbio chino
Por Daniel R Scott
¿Puede algún tipo de tosco artefacto o cachivache sin atractivo en sus formas y líneas tener algún significado o valor especial que lo trascienda haciendo de él algo invaluable y codiciable para alguien? Ciertamente que sí. Los arqueólogos intentan con afán reconstruir el pasado del hombre a partir de restos materiales excavados en el polvo de la tierra. Una simple y aparentemente trivial pieza recuperada puede tener escrita los sucesos de toda una etapa histórica, enriqueciendo nuestra comprensión de la evolución del género humano. Pero no basta ser tan académico ni ir tan lejos para encontrar ese tipo de artefactos. Se podría hablar también de algo así como una "arqueología casera" que nos permite entender a nuestros padres, abuelos y bisabuelos. Existen objetos dentro de una vieja casa como la mía cuyo valor, más que histórico o arqueológico, es humano y sentimental. Tal es el caso de un budare y una piedra de río que yacen silenciosos en la cocina de mamá.

Mamá siempre fue el corazón de la casa para todo. No hay rincón, pared, pasillo o pasadizo que no guarde algo de su presencia. Decirlo y explicarlo llenarían las páginas de un libro. Pero donde su corazón sabía arder con solícita devoción era en esa humilde habitación que hacía las veces de cocina. Allí se le podía ver entre estridentes sonidos de platos, cubiertos, ollas y agua de fregadero. A veces nos reímos de ella porque mientras realizaba sus quehaceres solía quejarse con voz monocorde o pensar en voz alta de manera que quienes no la conocían pensaban que estaba hablando con ellos. Supo hacer de ese lugar un altar donde se ofrendó por entero a su familia y al hogar. ! Que sería de nuestra sociedad hoy de contar con madres dedicadas al oficio de crear un hogar! Es un arte y no una esclavitud, ahora lo comprendo. Eso parece haberse perdido. Desde que amanecía, al mediodía y al atardecer, sus manos preparaban las más suculentas comidas que sin exageraciones de ningún tipo, fueron el sustento de unas tres generaciones de Scott y de muchos otros que no necesariamente portaban nuestro apellido. Desde que se casó, en 1950, hasta que se retiró de sus labores, en 2010, se entregó de cuerpo y alma a la alquimia de los ingredientes combinados en desayunos, almuerzos y cenas. Hoy, cuando ya hace una semana que mamá nos dejó el eterno vacío de su ausencia, entro a la cocina silenciosa y me encuentro con dos emblemáticos objetos que jamás faltaron en su arsenal gastronómico: el budare y la piedra de río...

Tomo el budare en mi mano. Es de hierra sólido, demasiado pesado para los gustos de las damas de la época, ennegrecido por décadas y más décadas de uso. Mi madre lo adquirió en los años del cincuenta y ya no usó otro. Ella no sabía de comprar cosas nuevas para desechar las viejas. Solia encariñarse con las cosas, sobre todo con lo que tenia que ver con sus implementos de cocina. Dios santo, ¡cuántas arepas, panquecas y cachapas se cocieron en la lisa y negra superficie del budare! Llevar la cuenta es harto imposible. En torno a la mesa y a los años muchos niños que hoy ya no somos tan niños degustaron con gula todos los manjares criollos que se podían elaborar en este tosco artefacto de metal. Pero hoy, en el silencio de esta cocina tan llena de historias, recuerdos y vivencias, yo le pregunto a una lágrima y a un suspiro: ¿Cuantas alegrías y tristezas fueron amasadas y cocinadas dentro de ellas? ¿Cuantos pensamientos cruzaron por su mente mientras sus manos juntaban la sal, la harina y el agua? Cosas del pasado, del presente, del futuro. La preocupación por sus hijos. Y quizá dejo caer algunas lágrimas o una sonrisa sobre la mezcla, la harina y la arepa ya cocida.

Y allí puedo ver la piedra del río. También la tomo en mis manos y la examino con el cuidado y cariñoso de quien examina una reliquia. Es ovalada, semejante a un pequeño huevo prehistórico. En esa misma década de los cincuenta, o quizá de los sesenta, en alguna de las tantas excursiones familiares que realizábamos alborozados, mamá la encontró en el lecho del río, le llamo la atención y al instante su mente le encontró una utilidad. A partir de ese entonces y por años y años veías a mamá sobre la mesa dejar caer rítmicamente la piedra sobre la mesa para machacar ajos, trozos de pimentones, ajíes y otras cosas más que no alcanzo a recordar y que le dieron a sus comidas esa sazón tan peculiar. Desde cualquier parte de la casa se podía oír el golpe seco que trituraba y le dejaba escapar la magia a las hortalizas del mercado. Es una piedra de río sólida, maciza, pero observo un detalle curioso: los bordes están ligeramente gastados. ¿Cómo es posible que tal dureza experimente tal grado de desgaste? Lo comprendo: se trata de la mano y los dedos de mamá. Años y años de uso lograron crear un imperceptible desgaste que nos habla de la dedicación sin interrupciones de mi madre a las labores culinarias. Los dedos meñique, índice, medio y anular gastando el lado derecho de la roca y el pulgar haciendo lo mismo en el lado izquierdo. ¿No es esto un monumento y prueba irrefutable de la abnegación materna de la que vengo hablando?

Tomo la piedra y el budare y los guardo como la mejor reliquia y recuerdo que puedo conservar de mi madre. Entre otras cosas de las que luego hablaré

4 Abril 2011
lunes, abril 04, 2011

María A. Richier de Scott

´Mamá fue un ejemplo de sacrificio y abnegación en una mala época donde el sacrificio y la abnegación brillan por su ausencia o son considerados una estupidez. Supo sembrar con los más genuinos actos de bondad y devoción un pedazo de su corazón en el mío.


Por Daniel R Scott
El pasado 26 de marzo del año en curso, poco después del mediodía, falleció María Antonieta Richier de Scott, mi madre y madre de muchos, muchísimos hijos más. No se trata tan solo de sus seis hijos: todos los que se acercaron a su órbita de amor experimentaron la grata sensación de ser hijos suyos. Y fueron muchos. Cumpliría el próximo 16 de mayo ochenta años de edad. Pero Dios dispuso otra cosa. La rapidez con la que partió del lado nuestro dejó a la familia conmocionada. En mi caso todo ocurrió de tal manera que simplemente me cuesta entender que lo tal sucedió. O simplemente no actúo como si mamá hubiese fallecido. Por eso no lloré. Tenía un gran dolor en mi corazón, pero no lloré. En el fondo de ese natural dolor, resplandecía la serenidad. Como le escribí a alguien dos días después del deceso: "No sé qué me pasa. Siento que no murió. Quise llorar y no pude porque me parece que no sucedió nada. Siento su ausencia pero la siento como ese tipo de ausencia que le queda a uno en el alma cuando un ser querido que se va de viaje. Una ausencia que no es el producto de algo definitivo e irremediable como lo es la muerte. Es un viaje. Ella no volverá. Pero nosotros algún día estaremos en el cielo donde ella mora actualmente." Lo dijo el salmista reflexionando sobre la muerte de un hijo: "¿Podré yo hacerle volver? Yo voy a él, mas él no volverá a mí." El Jesucristo en el que ella y yo creemos dijo: " En la casa de mi padre muchas moradas hay. Voy a preparar morada para vosotros." Mamá ya habita una de esas moradas. Allí está, en una casa diseñada para ella, tal cual como ella siempre la soñó y la quiso, y eso debe hacernos felices. ¿Por qué he de estar triste? Es que ya la estoy viendo arreglando con toda calma y solicitud las plantas y la grama de su jardín. Tal cual como ella siempre lo hizo de este lado de la existencia. Ese es su cielo. Esa la morada que Cristo fue a arreglar para ella. El "cielo bíblico" nos es cosa de estar cabalgando beatíficamente nubes etéreas, vestidos de blanco y tocando arpas de oro. El cielo es la transfiguración e inmortalidad de todo aquello que nuestro corazón anhela y ama.

Mamá fue un ejemplo de sacrificio y abnegación en una mala época donde el sacrificio y la abnegación brillan por su ausencia o son considerados una estupidez. Supo sembrar con los más genuinos actos de bondad y devoción un pedazo de su corazón en el mío. Sirva su conducta de ejemplo. Se diga de ella lo que Leo Michelotti dijo de su madre: "Mamá nos entregó su vida, sin guardar nada para sí. Pensó siempre en nosotros, nunca en si misma." Puedo pregonar a los cuatro vientos y al que desee oír que ella fue un tesoro viviente, un ejemplo digno a seguir. Fueron sesenta años dedicadas a la laboriosa formación de hijos, nietos y bisnietos. Y lo que fue mejor: dándonos ese calor humano tan característico y único en ella, calor que se traduce en buenas obras y no en meras palabras. Su legado, ese que pasará de generación en generación y que la habrá de eternizar, jamás se podrá justipreciar. De ella se puede escribir un libro, y no lo digo dominado por algún tipo irracional de sentimiento filial que suele invadirnos cuando fallece un ser querido. Su estilo de vida, lo que hizo y lo que pensó muy bien cuadra dentro de un libro. De hecho, antes de morir me dejó un diario muy bien escrito donde habla de sus vivencias, sensaciones y recuerdos. Ya publicaré algunas notas de ese diario para que el lector juzgue por sí mismo.

En la noche del día de su entierro ocurrió un pequeño milagro: repentinamente floreció su planta preferida, la "Dama de Noche." Se trata de una excéntrica, exótica y bella flor que más bien parece un cruce caprichoso entre un ave y una flor. Sus blanquísimos y largos  pétalos se asemejan al plumaje de un ave nocturna. Se abren al principiar la noche, exhala un perfume exquisito para, finalmente, al despuntar el amanecer, cerrarse para no volverlos a abrir jamás. Me acerqué y la observé entre maravillado e intrigado. Pero... ¡si hacía mucho tiempo que esta flor no se abría a la noche!

En mi tristeza entendí que era mamá despidiéndose de nosotros y diciéndonos que todo está bien, muy bien.
28 Marzo 2011
miércoles, marzo 30, 2011

Diálogos Ideologizados e Ideologizantes

El mundo a lo sumo se puede mejorar pero nunca cambiar en el paraíso terrenal que estos sueñan con la sola ayuda de las ideas.

Foto Cuba independiente
Por Daniel R Scott

Un día de enero de 1995. Como no tenía nada que hacer hoy en la mañana luego de salir de la entidad bancaria, decidí ir a visitar a mi amigo. Hablar con él será mucho mejor que andar por ahí de brazos cruzados viendo como se derraman inútilmente como agua en las calles las horas que pasan impasibles. Y no hay nada peor que una hora que se pasea impasible frente a ti. Solo tengo que caminar unas tres cuadras y ya estaré allí. Y tendré con qué llenar un par de horas, la posibilidad de darle rostro con una acción o persona definidas.

Al llegar me detuve un instante para saludar al personal. Es el mismo personal de otros años, sentado de la misma manera de otros años, conversando las mismas cosas de otros años, con expresión de hastío y de fastidio de otros años, deseando estar en cualquier parte menos allí, al igual que otros años. Pero los entiendo: noble labor la que se realiza aquí, pero no se hace carrera. Así como entras te vas. Saludé y sin muchas ganas de iniciar cualquier tipo de dialogo me desembaracé amablemente de todos y me fui directo a la oficina de mi amigo, que en ese momento se hallaba en compañía de tres jóvenes: otro buen amigo, eterno colaborador de la institución; un joven adornado con los símbolos del "Heavy Metal" y un estudiante pálido, blanco, de piel traslucida, que se define a sí mismo como "pro- stalinista". Me pregunto si conocerá el significado exacto del término. No confiaría en una persona con esa orientación. Al menos no en otro país. Yo no me olvido lo que leí de la colectivización de la tierra y de las terribles consecuencias que le acarreó al campesinado ruso. Cuando alguien le preguntó a Stalin hasta cuando estaría matando gente, éste respondió: "Hasta que sea necesario". Pero es un muchacho, se entiende.

Vaya zoológico pues. Aquí está el siglo XX representado.
Mi amigo al verme se alegró mucho. Es que somos muy buenos amigos.
-Epa Daniel, ¿que tal? me dijo- Estamos hablando de política.
En este país no se habla de otra cosa que no sea política. He llegado a pensar que nuestro subdesarrollo se debe a creer ciegamente que nuestros problemas son eminentemente políticos. Desde 1830 eso creemos.

-Ya veo- le respondí.

Llegué en medio de una animada conversación que no fue interrumpida por mi interspectiva presencia. El joven stalinista o como sea que se llame esbozaba con movimiento de manos y gestos sobreactuados los planes y proyectos del movimiento estudiantil para beneficiar e incluso redimir a las clases sociales desposeídas. Le observé detenidamente y con incredulidad, midiendo no solo el alcance de sus palabras sino su apariencia: la clásica y desfasada jerga revolucionaria, los mismos clichés marxista que circulaban en el pedagógico de Maracay en la década de los setenta y ochenta. Cuando supe de la caída del muro de Berlín en noviembre de 1989 y de la turbulencia política y golpista en la Unión Soviética de 1991 me aseguraba a mí mismo que ya no volvería oír hablar de estas cosas, pero veo que estaba muy equivocado. O este logró escapar del derrumbe del comunismo en la Europa Oriental. Cuando papá intentó explicarle a nuestro querido y buen amigo el abogado Yuri Buaíz lo del debacle del comunismo en Europa, él contestó: "Es que ellos no eran comunistas. Comunista soy yo".

Pues aquí tenemos otro raro ejemplar, la especie en extinción de los "El Comunista soy yo". En la franela, a la altura de su corazón, colgaba un prendedor dorado, negro y esmaltado con la popular efigie del Che Guevara. Me dio por participar de la conversación para fastidiar un poco.

-Por cierto- le dije con un falso tono de interés y de inocencia- ¿qué predican ahora que se derrumbó el muro de Berlín y después de lo que sucedió en la Unión Soviética hace cuatro años? Porque tu hablas y lo que yo oigo me parece tan obsoleto como el Spunik. ¿No sería mejor admitir que el comunismo fracasó y buscar otras alternativas de lucha social?

El buen "pro- stalinista", quien además es el presidente del Centro de Estudiante, captó la mala intención y el sarcasmo implícita en mis palabras. Ordenó marcialmente sus ideas, busco las palabras adecuadas y contesto con sonrisa nada amistosa:

-En Europa Oriental nunca hubo un comunismo como tal. El comunismo presupone la inexistencia del Estado, así que nunca existió. No sabes mucho de estos temas. Lo que si prevalecía fue una burocracia que arruinó la economía y pervirtió al marxismo-leninismo. De manera que no se puede hablar de fracaso tal cual como tu lo afirmas.
-No me convences- le respondí meneando negativamente la cabeza-Y no sigas hablando porque al final ni sabré a donde quieres llegar. Siempre nos vienen con acrobacias intelectuales para explicar lo inexplicable y uno termina tragandose todo el cuento. Pero una cosa es cierta: fracasaron
-Fracasan-señaló mi amigo-porque el comunismo, socialismo o como le llamen no es más que una utopía. Como sistema político es inoperante e inviable. Su unica virtud estriba en poseer elementos que emnoblecen a sus partidiarios.
-No creo que deducir la moral de lo que beneficia a la lucha de clases y asesinar a tus padres si es preciso en pro de los intereses de la revolución sea algo emnoblecedor-objeté yo.
-Bueno-respondió defendiendose-no me refería precisamente a eso. Pero, de todos modos, creo que el Che Guevara fue un fracasado... Como médico, como politico, como guerrillero... No entiendo porque lo endiosan tanto.
Fue un soñador, un idealista-dijo el de la piel traslucida acariciando con orgullo el prendedor que llevaba en el pecho-Eso es lo que necesitamos hoy en día
-De cualquier modo lo que yo digo es que no estoy de acuerdo con eso del que fin justifica y los medios-dije, y mirando al presidente del centro de Estudiantes añadí: Jamás estaré de acuerdo con un Stalin que dijo que ninguna revolucion se puede hacer con guantes de seda, ni mucho menos con un Lenín que decía: "No se puede freir un huevo sin antes quebrar la cascara" o algo semejante a eso, parafraseando... ¿Y todo para qué? Fracasaron después de setenta años de experimentos
-No comparto tu posición-replicó el ideólogo del marxismo-leninismo.
-Esa es tu libertad-le dije-compartir mi posición o no. Yo solo señalo lo que está escrito en la historia. Allí tienes la revolución francesa y la misma revolución rusa que tu tanto admiras: pese a los ideales y a las masas que movieron terminaron por traicionarse a sí misma y engendrar a dos déspotas que hicieron del culto a su personalidad su única política: Napoleón y Stalin. El primero se coronó como emperador, y el segundo fue uno de los asesinos más connotados del siglo XX. ¡Cuantos campesinos no murieron por negarse a la colectivización de la tierra! Y...
-Pero lo mismo sucedió con el Cristianismo-acotó con no poca perversidad el líder estudiantil, sabiendo de mis inclinaciones
-Lo cual corrobora otra tesis mía-me defendí de inmediato-Absolutamente nada se salva de las manos del hombre. Fue Ignacio Burk el que dijo... ¿O fue otro? Bueno el que sea... Dijo más o menos así: "Las ideas pierden fuerza o se corrompen cuando se institucionalizan" y el Cristianismo se institucionalizó, perdió su empuje revolucionario inicial. Pero al menos duro más que tu comunismo de la Europa Oriental. Le abonó el terreno a una Edad Media, fundó monasterios donde se vivía una intensa vida cultural, creó instituciones que, pese al oscurantismo de la época, aún hoy son las bases de la sociedad, pese a que, no te lo niego, el cristianismo no sea hoy más que un cadáver histórico que nadie se atreve a sepultar por respeto, sentimentalismo y reverencia.
-Para ti todo ha fracasado-respondió-Entonces, ¿qué propones en vista de ello? ¿Cruzarnos de brazos y dejar que todo continúe de mal en peor? Con esa mentalidad jamás se habrían logrado muchas de las reformas sociales y políticas que hoy disfrutamos. Tienes algo del oscurantismo de esa Edad Media que tu mencionas. Porque pese a lo que dices sí se han logrado cambios.

Muy buena respuesta, después de todo. Sin duda exagero. O solo quiero molestarle, acicatearle un poco. Me molesta la gente que cree ciegamente en todo, la que cree que nunca se equivoca, esos son los peligrosos, los que crean sistemas totalitarios y hacen de las ideas dogmas que te llevan a la cárcel. Y me molesta esa manía absurda de querer cambiar el mundo. El mundo a lo sumo se puede mejorar pero nunca cambiar en el paraíso terrenal que estos sueñan con la sola ayuda de las ideas. No me gustan mucho. Y en el fondo, quizá yo sea igual a él, otro dogmático, un irreductible. Sin percatarnos de ello atacamos en los demás nuestros propios errores, nos asquea del otro nuestras propias deformidades y, aun peor, alabamos en el prójimo nuestros puntos de vista, que es la peor de las vanidades Creo en las ideas bellas y ennoblecedoras, pero también estoy consciente de como la naturaleza humana se opone a ellas. Me gusta presentar mis puntos de vista pero no sello los corazones con ellas como quien marca a una res con un hierro candente. Es una tontería.
-Los cambios no los niego-aclaré-y luchar por un mundo mejor sería la unica meta que ocupe la atención del hombre. El hombre, cuando deja de luchar o de creer en una idea, muere. Alguien dijo que la grandeza del ideal consiste en luchar por él, alcanzarlo sería solo la recompensa. Pero eso de presentar al mundo un líder o una idea como la panacea a los males de la humanidad es un craso error. Y los pueblos son los que al final sufren. Ahí tienes a Fidel Castro y sus treinta y tantos años de dictadura. Un pueblo que sufre por culpa de un solo hombre que no se sabe si es Martiano o Marxista o simplemente un dictador, otro de tantos de los que ha tenido Latinoamérica.
-Pero son los lideres y las ideas que engendran lo que lleva el mundo adelante-contestó el líder estudiantil- No me vas a negar que gracias a un hombre llamado Marx y a sus ideas surgió el primer estado comunista de la historia. Sin hablar que Lenin, echó abajo el imperio zarista.
-Pero hace falta algo más. Las luchas sociales y políticas están infiltradas por limitaciones y oportunistas de todo tipo. Suelen dañar los principios. Con razón decía Burgess...
-¿Burgess? ¿Qué Burgess?-interrumpió con interés el devoto del Heavy Metal, que hasta ese momento se había mantenido al margen de la conversación, limitándose a mirarnos con cara de no entender mucho-¿Quien es él?
A lo mejor lo confunde con algún intérprete de su música predilecta muerto con una sobredosis de droga.
-Sí, Burgess, Anthony Burgess-continué yo-dijo que solo existía esperanza en la regeneración personal, en el amor... La reforma política había fracasado.
-Regeneración personal, amor, eso me suena muy sospechoso... Ya vas a venir con lo de Cristo y el evangelio... No es que irrespete tus ideas pero creo lo que dijo Lenin: "la religión es un licor idiotizante".
Pero no puedes generalizar-dijo el director-eso no es objetivo. Esa frase debe interpretarse dentro del contexto de la sociedad rusa. La iglesia Ortodoxo era una caricatura del cristianismo bíblico.
-Pero el evangelio sigue siendo una opción válida-afirmé-Una alternativa sin usar. O que no se ha sabido usar. En todo caso la iglesia ortodoxa Rusa no era cristiana: era una parodia del cristianismo. Y pago las consecuencias: sus templos terminaron convertidos en museos o en simples depósitos.
- Eso es cierto: el espíritu del evangelio sigue siendo una alternativa sin usar-dijo mi amigo, quien se limitaba a ver la polémica con cara divertida-debería llevarse a la práctica dentro de modelos políticos.
-Y se puede-añadí yo- Leí algo de eso en alguna parte y hasta lo memoricé, pero no me acuerdo del autor. Es un hombre de apellido Pérez.
-Eres un mal lector- dijo el amigo de la clase obrera-Yo acostumbro tomar notas, hacer resúmenes, elaborar fichas...
-Si, está bien seguiré tu consejo-le respondí interrumpiéndolo-pero memoricé la cita que es lo importante. A ver... dice así: "Es obvio que el evangelio no es una doctrina de estrategia revolucionaria ni un tratado de organización socio-económica, es el espíritu previo a toda táctica y toda organización".
Entonces un funcionario interrumpió la conversación presentando alguna queja contra algún otro funcionario y todo quedó hasta allí. Como se acercaba el mediodía y arreciaba el hambre me fui a casa.
Eso es todo.
1995
viernes, octubre 08, 2010

Virtudes en las Sombras

Por Daniel R Scott

Hojeando los libros y leyendo los grandes titulares de los periódicos de circulación nacional e internacional, a diario nos enteramos de la existencia benefactora de seres que se engrandecieron dando un aporte benéfico a la sociedad, o de personas que se destacaron en cualquier otra actividad propias de su vocación, ya sea en lo político, cultural, científico, artístico, etc. Tenemos de todo: estadistas como Wiston Churchill, Primer Ministro de Inglaterra durante los feroces días de la Segunda Guerra Mundial; grandes cristianos como Charles Spurgeon, quien enseñó a la gente una nueva manera de vivir basado en la fe; pacifistas como Gandhi, quien logó la independencia de la India guiado por los postulados eternos de la No Violencia; científicos como Einstein, quien asombró al mundo con su Teoría de la Relatividad; piadosos como la Madre Teresa de Calcuta, quien dedico décadas a dignificar la vida de los más pobres entre los pobres; escritores como Gabriel García Márquez, quien se gano el Premio Nóbel de Literatura 1982 y pare usted de contar. A veces se trata ( que tristeza) de pobres personajes plásticos o de hojalata de falso brillo, los de la llamada "farandula internacional" que poco o nada dejan de positivo a sus lectores. Sin ofender a nadie ni herir susceptibilidades yo me digo: ¿Que me puede importar a mi que a la actriz fulana o mengana se le haya roto sus medias pantys en la alfombra roja o que una brisa traviesa le descubra a los fotógrafos su ropa interior? Esto último solo refleja estupidez y banalidad pues se trata de un mundillo de plástico que finalmente nihilíza y mata a sus habitantes.

viernes, julio 30, 2010

Cortos pensamientos de largo andar

POR: DANIEL R SCOTT

"De su pluma no saldrá sino lo que dignifica y embellece la vida, aunque la procesión vaya por dentro" , Carlos Cesar Rodríguez

Se me paso por alto que aquella tarde gris cuando vague bajo los finos hilos de la lluvia, era 18 de abril. "Mi historia, algunos casos que recordar no quiero" , Antonio Machado.

Estamos tan mal habituados a ver lo cercano que se nos escapa de la mirada las bellezas que danzan alegres en el infinito.

¡Que domingo tan claro y luminoso! La atmósfera parecía un vasto diamante. El Pariapán vestía su mejor verdor, el cielo nunca había sido tan azul ni se había engalanado con el blanco manto real de las nubes. Aun los prosaicos edificios en construcción parecen bellas y elaboradas artesanías a la diáfana luz del sol. ¡Caudal dominical que rebosa la copa de mi espíritu!
martes, julio 20, 2010

Don Alí Almeida



POR DANIEL SCOTT| FOTOGRAFÍA GUARICOENLINIA.COM|

Este miércoles, nueve de junio, me amaneció demás de temprano con una triste noticia: "Murió Alí Almeida." Asi me lo dijeron, lacónicamente y en toda su desnudez. Yo a mi vez, comuniqué la noticia por mensaje de texto a todos los que pude, que fueron muchos, personas que lo admiraban. Muchos, muchos lo quisieron y quieren. Recuerdo que a varios de mis amigos les dije algo como: "Con la partida de Don Alí Almeida ya casi se extingue una vieja y veterana generación que hizo carrera en las letras, la poesía, la literatura y el periodismo regional." Triste epitafio colectivo, ahora lo veo así. Cuidado si esa generación ya no murió. Tomar conciencia de ello nos deja un mal sabor de boca. En efecto: personas como Parminio González Arzola, Miguel Quintana, Jesus Bandres, Victor Pérez Pérez, Alí Almeida, Antonio Scott Power y otros ilustres que se me escapan de la mente, pero a los que igual le rindo tributo, le dieron con su pluma maestra y aguda, identidad y rostro a las ideas, al civismo, a las posturas políticas y al terruño en general. De muchacho los solía ver a las puertas de "El Nacionalista", dialogando, discutiendo, soñando. Algunos se atacaban entre sí para luego amistarse otra vez. Es lo que me gustaba de esa generación ya ida. Y robando, parafraseando o torciendo un poco el pensamiento de nuestro querido Aquiles Nazoa, diría que Don Alí Almeida constituía un bello ornamento en la arquitectura espiritual del periodismo de San Juan de los Morros. Un caso aparte.

lunes, junio 14, 2010

Carta al cristiano que sufre

Por Daniel R Scott

Al cristiano la existencia le plantea graves problemas y dilemas. El que " no conoce a Dios" vive la vida sin tantas complicaciones teológicas pero el que hizo del cristianismo su estilo de vida no es así. Es decir, el cristiano se crea muchas expectativas con respecto a su porvenir, a como deberían ser las cosas en el futuro Podría decirse que se traza un mapa de su futuro según las pautas espirituales aprendidas y cree que tal mapa es infalible y jamás le dejará perdido en alguna región de la vida. Mejor sería decir que el cristiano, como redimidos por la sangre de Cristo, idealiza hasta el grado más utópico la vida. Y así, llenamos nuestra mente de modelos y esquemas que, aun cuando se inspiran en la Biblia y en nuestros ideales más sagrados y nobles, no dejan de ser en ocasiones cosas prefabricadas e hipotéticas susceptibles de que se cumplan o no.
sábado, mayo 08, 2010

En los dominios de la lluvia


Por Daniel R Scott



¿Qué día es hoy? ¿Domingo en la tarde? No lo sé: el calendario y las fechas a veces se me traspapelan en la memoria. Me digo: los días, las horas los minutos, ¿qué son? Debo organizar esa cosa llamada tiempo y fechas pero por ahora carezco del tiempo y de los ánimos para hacerlo. Dejemos eso para después. El período de sequía parece haberse marchado, y unas nubes grises, vespertinas y frías se ciernen silenciosas, movedizas y pacíficas sobre las lomas y los cerros de mi pueblo. Deseo ir a caminar a ninguna parte, visitar a mi buen amigo ninguna parte. Caminar no sé de donde ni para donde. Algo me impele a huir, a salir corriendo, a respirar libertad primitiva. ¿Parábola de la Humanidad? Vestido pues de riguroso blue jeans de pies a cabeza y con zapatos deportivos me interné a un barrio de esos que aparecen sin previo aviso en el paisaje urbano.

viernes, abril 23, 2010

Dudas y Certezas

La humanidad ( entendida como aquello que somos tu y yo ) vive la vida entre un "Gloria a Dios en las alturas" y un "Gloria al Hombre en los abismos". Vida que vivo yo entre la colisión cósmica de dos concepciones opuestas entre sí. ................................................................................................................................................ Por Daniel R Scott
A mi sobrina Maria E. Scott, licenciada en Filosofia egresada de la UCV
y eterna testigo de mis perplejidades.
"Quizás el clímax de la compasión de los intelectuales cristianos sería orar por el físico atómico que puede escindir el átomo pero ignora la música de los Salmos o la vigorosa prosa de los pasajes de la Pasión ( Calvin Miller, en "Sed de Significado" )
La humanidad ( entendida como aquello que somos tu y yo ) vive la vida entre un "Gloria a Dios en las alturas" y un "Gloria al Hombre en los abismos". Vida que vivo yo entre la colisión cósmica de dos concepciones opuestas entre sí. ¿Cuál camino escoger cuando el humo de los destrozos y de los escombros se haya disipado por completo y vuelva a brillar en los cielos el sol, la luna y las estrellas? Vida dividida entre dos mundos, entre los reinos de la luz y la oscuridad. Un pensar en Dios cuando estoy en ti, un pensar en ti cuando estoy en Dios. El aroma de tu piel indígena y el aroma de los cirios de Dios siguiendome a todos lados, sin darme tregua ni dejarme vivir en paz. Dolorosa escisión del alma y de los afectos más íntimos. Tortura de todo aquel que se sepa pensante y le dé por pregonar ideas e ideales: extender la mano inquieta al fruto prohibido. No es el fruto lo peligroso para el hombre y para la historia, sino el acto físico y mental de extender los dedos sedientos de conocimiento y placer. Y día a día, quizá sin saberlo, somos expulsados una y otra vez del huerto del Eden. Lo dijiste tú, viejo filósofo de seminarios y universidades, hijo legítimo de los instintos del siglo: el conocimiento pleno y verdadero se resume en un simple e inofensivo "Saber con sabor", pero ¡cuánto nos ha costado esa simple formula! Es una formula pequeña en extensión como las de Einstein, pero que genera explosiones de hongos nucleares cuando se lleva a la práctica. ¡Cuanto nos ha costado! ¿Es la sabiduria sorber hasta la médula todo lo que el mundo oculta y ofrece? Si acaso fuesemos sóphos de cuerpo y alma, estaría muy bien, pero siempre acarreamos ruina, dolores y desgracias con las locuras de esa libertad que no conoce barreras ni frenos. Prefiero la intuición y la prudencia que el "saber con sabor"
II
La verdad trascendente y suprahistórica, para serlo y poder pasar como tal en los hormigueros humanos de los siglos, no tiene que estar necesariamente comprimida entre los chatos hechos verídicos del llamado acontecer histórico verificable que los libros registran en sus páginas. ¡Que triste manera de concebir las crónicas del hombre! Es allí donde fallaron los marxistas de la Europa oriental. A Marc Chagall lo marginaron en Rusia por pintar vacas que vuelan y el "realismo socialista" ni era realismo ni era socialista. Ignoraron los poderes liberadores y creadores del espiritu y de la imaginación a la hora de relatar toda acción humana. Existe mucho de falaz en el nucleo de una historia real y mucho de auténtico en el espíritu de una invención humana. Por eso, yo le doy más crédito a la Biblia del pueblo hebreo que a "Algo de mi vida" de un Erich Honecker.
III
Fría noche de cielo invernal. Ya dejó de llover. La luna y una estrella se asoman y evaden por un boquete que dejan las nubes preñadas de agua y relámpagos. En las soledades de la medinoche, alguien camina en busca de una farmacia de turno. Salta sobre los riachuelos de barro y basura dejados por la lluvia de hace unos minutos. Ese alguien -nadie lo sabe- dialoga con Dios. Un Dios en el que, en raros momentos de escepticismo, no desea creer. Pero no puede evadirlo, no puede huir de Él. ¿Es Dios mito, mentira, hipótesis imperfecta? ¿El opio de los pueblos de Marx? ¿El licor idiotizante de Lenín? Igual da: no puede huir de Él. Es como huir de esa brisa de lluvia que moja el rostro. Nadie oyó a ese alguien musitar con esos labios que se mueven silenciosos: "Con boca cristiana y corazón pagano te invoco desde los atrios de tu creación. Las litúrgicas gotas de agua aderezan mi oración. Dime: ¿donde estás? ¿Llenas la creacion con la plenitud de tu presencia o solo moras en los corazones de unos pocos hombres buenos? Responde: ¿Te ocultas travieso detrás de las constelaciones o cabalgas invisible sobre los lomos de aquella estrella que parpadea silenciosa su lejanía de años-luz? ¿Es la luz de la luna la sonrisa de tu semblante velado? Pero responde: ¿He de buscarte ávido en las páginas de algún texto sagrado? A veces nada parece ya tan claro como lo fue ayer, cuando la santa credulidad era la armadura que guardaba mi pecho y la aureola de mi cabeza. Y, no obstante, sigo pensando en tu esencia como algo tan vasto e inconmensurable que todo lo llena y desborda, como los mares indomables llenan el lecho marino. ¿Sabes? No deseo las cosas que desgastan los años del tiempo, ni los cargos que encumbren hasta el ridículo mi vanidad, ni las riquezas que llaman a la falsa adulación humana, ni las hazañas gloriosas que grabadas queden en los milenarios bronces de la memoria colectiva. Dame mas bien el rango y la jerarquía de ser llamado hijo tuyo, la dicha infinita de sentir en la piel de mi alma un solo pero eterno roce de tu amor. Si existes ( cosa que a veces dudo ) calma la quieta tormenta de mi soledad existencial, sacame del frío y vacío foso del universo, dandome la inagotable abundancia de tu eterna compañía.
IV
Somos esclavos ciegos de una barata erudicción patentada en los laboratorios del escepticismo humano. El siglo XX nos dio la ciencia y la técnica, pero nos arrebató el espíritu, la posibilidad de creer más allá de lo que hay o vemos en el universo Algo me dice y asegura que no lograremos con ese trueque sobrevivir ni alcanzar la ilusion de la dicha. ¡No es otra cosa que oropel disfrazado del oro más fino! Toda encrucijada vital e ineludible en esto se resume: creer sin ver o razonar con evidencias. Yo prefiero creer iluminado por las teas que brotan del alma, sin prestar atención a ninguna evidencia externa a mi ser. Te digo "¡Cree!" La pura y simple palabra "creer" es el mensaje redentor. ¿Y que cosa es creer dirás? Pues creer que Dios es "luz de mi corazón y pan de mi alma, fuerza que fecunda mi ser y los senos de mi pensamiento" ( San Agustín ) Dejar de luchar, bajar la guardia, desarmarnos de toda especulación estéril. Saborear el dulce néctar de aquella fe ancestral que nada investigaba y que recibía a Dios en la serenidad del espíritu. ¡Un descansar en la palabra "creer"! Y yo creo.
V
Peregrinar y entrar por los atrios de la fe sencilla y sin ostentación del hombre descalzo y sin letras que supo el secreto de hacer de su Dios una catedral, ejercitar pacientemente el espíritu en las ciencias ocultas de la devocion que nada pregunta y que de rodillas besa al infinito. Hacer de un "¡Aleluya!" las paredes de oro y mármol que alberguen mi existencia y me de las alas infatigables que me remonten a las cumbres inaccesibles de esa existencia que la sabiduría humana no pueda ver o conocer. Mi anhelo, la meta única y suprema de todos mis sentidos juntos es decir: "Te ruego me muestres tu gloria" ( La Biblia)
martes, noviembre 10, 2009

¿El Quiebre del Cristianismo?

A la hora de intentar redimir al hombre de sus dilemas y miserias, fracasó. Sin embargo lo más legítimo y honesto es preguntar: ¿Qué sería hoy de la humanidad de no haber aparecido el cristianismo como fenómeno histórico y religioso?

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Por Daniel R Scott

Se da por sentado que vivimos en una era pos-cristiana cararacterizada por el lamentable quiebre de los valores tradicionales y un deterioro moral y social. Los acontecimientos del día a día parecen avalar sin esfuerzo alguno esta realidad. Se necesitaría estar ciego para negarlo o ser un optimista patológico. Una élite escéptica de intelectuales, al analizar los quebrantos de la sociedad, atribuyen este hecho al fracaso del cristianismo profesado por la cultura occidental en estos últimos dos milenios. A la hora de intentar redimir al hombre de sus dilemas y miserias, fracasó. Sin embargo lo más legítimo y honesto es preguntar: ¿Qué sería hoy de la humanidad de no haber aparecido el cristianismo como fenómeno histórico y religioso?

Un ejemplo sencillo y práctico para responder e ilustrar la pregunta la tenemos en el siguiente relato: Cierto día desembarcan unos hombres en una isla remota donde ¡vaya! todos los isleños se habían convertido al cristianismo algunos años antes. Los visitantes, unos ateos, otros materialistas, procuraron con cualquier tipo de argumentos apartar de la fe al Cacique de la isla, quien tras una larga e infructuosa discusión, al fin dijo resignado: "No puedo seguir discutiendo con ustedes pues son muy instruidos. Pero vengan y les mostraré algo que probará que Cristo vive y que el evangelio es poder de Dios." Tras llevarlos a un lugar abandonado de aspecto macabro les dijo: "¿Ven esa olla? Allí cocinábamos a todos los blancos que venían aquí. ¿Ven esa parrilla? Allí asábamos parte de la carne. Blanco que tocaba esta isla no salía con vida. Lo hacíamos albóndigas y nos lo comíamos. Les aseguro que si Cristo no hubiera venido a cambiar nuestras vidas, ustedes ya no estarían vivos. Ya nos los hubiéramos comido o estuviéramos comiéndolos. En esa olla estarían ustedes, si Cristo no estuviera en este corazón."¿ Moraleja? El mundo sería peor de lo que es de no haber nacido Cristo en un pesebre aquella memorable y poética noche en Belén.

Lo cierto del caso es que ejemplos como los del cacique y los viajeros se pueden multiplicar hasta el infinito: Cuando la revolución industrial trajo su ola de miserias un cristiano fundó "El Ejercito de Salvación" para devolverle a los pobres y a las prostitutas su condición de hijos de Dios; cuando hubo un país oprimido por el imperio británico apareció un Gandhi que sacudió ese yugo de manera pacifica inspirándose en el "Sermón del Monte" predicado por Jesús; cuando la odiosa supremacia blanca y el racismo azotaba a Norteamerica un pastor baptista llamado Luther King venció el odio racial usando como arma la doctrina del amor y la no violencia practicada por Cristo en el siglo primero. ¿Y qué decir de aquel fenómeno de la década de los sesenta conocido con el nombre de "La Generación de Jesús"? Cientos de jóvenes abandonaron la temible cultura psicodélica y encontraron respuestas a sus dilemas e inquietudes en la persona de Jesús. Todos estos movimientos e iniciativas tuvieron su orígen y savia vivificante en el Cristianismo que nunca ha estado ni estará en quiebra.

¿Qué sucede pues hoy en esta era pos-cristiana o postmodernista? Sucede que en esta Era, la mas compleja en la historia de la humanidad, el alud materialista y tecnológico con su carga de hedonismo pornográfico que se nos ha venido encima nos abruma y adormece tanto que somos incapaces de oir y mucho menos practicar el estilo de vida y la doctrina del maestro de Galilea. Alguien dijo muy acertadamente que la nuestra será conocida como la Era de las "listas de cosas que no pudieron hacerse." En esa lista parece estar el nombre de Dios. Pero amigo lector, tenemos que volver a nuestra raíz primordial que es Dios y retomarla como la panacea a nuestros males modernos. Lo dijo Billy Graham: "Estoy convencido de que si la iglesia volviera a su tarea principal de predicar el Evangelio y lograr que la gente se convierta a Cristo, haría un impacto mucho mayor sobre la estructura social de las naciones, que el que lograría con cualquier otra cosa que pudiera hacer."

18 Abril 2009

martes, agosto 18, 2009
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