¿Puede el ser humano vivir al margen de la civilización?

El joven hallado en Berlín tras pasar cinco años en el bosque no es el primero que decide apartarse de la sociedad | El cine y la literatura han tratado el tema de diversas maneras

Fotograma de la película "Into the wild" dirigida por Sean Penn
por DIEGO GIMÉNEZ


El 5 de septiembre un joven fue hallado en Berlín tras pasar con su padre cinco años apartado de la civilización. Aparentemente, a la edad de doce años, y tras la muerte de la madre por un accidente de tráfico, el padre decidió llevarse a su hijo a vivir aislado de la sociedad. Según el relato del joven llegaron a vivir en madrigueras que ellos mismos construían.
En las primeras páginas de la Política Aristótelesdefine al ser humano como aquel "animal que habla", "que tiene logos". Para el estagirita la intersubjetividad humana pone de manifiesto que el hombre es un ser social que sólo puede alcanzar la excelencia en convivencia con otros seres humanos. El lenguaje constituye la base de la sociedad y en su historia va plasmando la vida y, concretamente, vida cultural, en un sentido amplio del término, que trasciende el sustrato animal. Es decir, que va más allá de los instintos, para bien y para mal.
La del joven de Berlín, no es la primera historia de personas que viven al margen de la sociedad. El cine y la literatura han tratado el tema de maneras diversas. Unas de las películas más conocidas es L'enfant sauvage de Truffaut que recoge la historia real de Víctor, un niño francés que fue hallado en Saint-Sernin. Aparentemente se crió en el bosque y era incapaz de pronunciar palabra alguna. El doctor Jean-Marc-Gaspard Itard intentó "socializarlo". El caso planteó muchos interrogantes filosóficos como el efecto del contacto social durante los años de formación o si las ideas y características que no definen al ser humano son innatas o adquiridas.
En España, por los años cincuenta, también hubo un caso de enfant sauvage con Marcos Rodríguez Pantoja, que vivió sólo desde los siete años hasta los diecinueve en una zona apartada de Sierra Morena y donde su único referente social fue una manada de lobos. El director de cine, Gerardo Olivares, llevó la historia a la gran pantalla con Entrelobos.
Aunque podríamos decir que éste no es el caso del joven hallado en Berlín, las historias de personas que deciden dejar la sociedad y que terminan con un final trágico tampoco faltan. En 2005 el director alemán Werner Herzog realizó Grizzly Man (atención con los spoilers) un documental sobre Timothy Treadwell, un ecologista entusiasta de los osos grizzly que abandonó la sociedad para ir a vivir en una isla de Alaska. El joven acabó siendo devorado junto a su novia por los osos. En el documental Herzog traza con maestría la líena que separa naturaleza, humanidad, sociedad y locura.
En la misma línea, en 2007 Sean Penn filmó Into the wild, una película basada en la historia de Christopher McCandless (atención con los spoilers), un joven norteamericano que en 1990, tras terminar sus estudios universitarios, decidió alejarse de la sociedad. De forma progresiva el joven se fue aislando socialmente cada vez más hasta que terminar en Alaska sólo. Murió de inanición después de comer unas plantas venenosas.
La película de Sean Penn está basada en un libro que recoge la historia de McCandless. La literatura no carece de ejemplos en este sentido, desde Enkidu en la Epopeya de Gilgamesh a Mowgli en El libro de la selva pasando por Robinson Crusoe, la ficción no ha dejado de reflexionar sobre la relación entre hombre, sociedad y el lugar que ocupa en ella.
En el caso del joven de Berlín, la historia ha acabado bien para él y parece estar adaptándose bien a la sociedad. No es el caso que relata el último premi llibreter de literatura, Sukkwan Island de David Vann que presenta la terrible historia de un padre y un hijo que deciden convivir en una isla solitaria, otra vez, de Alaska. El padre arrastra a su primogénito a una espiral de autodestrucción que marca el ritmo y el tono de la obra. Así, se lee, "tenía miedo de caer, él también, como si su padre lo arrastrara." En el libro, hay una escena en la que el padre, en un ejercicio despreciable de egoísmo, intenta llamar la atención de su hijo fingiendo un suicidio y se lanza por un barranco. No fallece y el hijo lo atiende hasta que se recupera. En la historia presumiblemente real del joven de Berlín, éste decide volver a la sociedaddespués de que el padre falleciera tras una caída. ¿Cómo ha de estar una persona para privar a su hijo de cinco años de sociedad? Cinco años que pueden llegar a ser básicos en la formación y estabilidad de una persona.
En la Ética Nicomáquea Aristóteles afirma que las virtudes no se producen "ni por naturaleza ni contra naturaleza, sino que nuestro natural (esencia) puede recibirlas y perfeccionarlas mediante la costumbre". Para el filósofo, ética y política van de la mano. Sólo en sociedad el hombre puede llegar a la virtud propia de su esencia como animal político. Así, afirma "el hombre es un ser social y dispuesto por naturaleza a vivir con otros... Y si el ser feliz radica en vivir y actuar, y la actividad del hombre bueno es por sí misma buena y agradable -como hemos dicho al principio- y lo que es nuestro es también agradable, somos capaces de percibir a nuestros prójimos más que a nosotros mismos".



La voz de las mujeres libias

Las mujeres aspiran a incorporarse con plenos poderes en el Gobierno de transición y a desempeñar un papel más relevante en la sociedad


Una maestra sostiene una bandera libia del bando rebelde,
en el primer día de colegio en Trípoli.- JOSEPH EID (AFP)
FRANCISCO PEREGIL /Elpais.com
Respeto. Esa es la palabra que más se oye estos días en la boca de muchas mujeres libias. Dado que muchas arriesgaron la vida y la libertad durante la revuelta, transportando municiones o asistiendo a heridos, ahora intentan organizarse para reclamar su parte en el nuevo Gobierno de transición que se está fraguando estos días en Bengasi. Saben que con el poder será más fácil combatir los agravios.


"Mi problema es que sonrío mucho y los hombres pueden pensar que quiero algo con ellos", comenta Ibtihal el Mgeri, de 21 años. "Tengo que esforzarme siempre en mantenerme seria para que no se malinterpreten mis intenciones". Su amiga Nahla Mukasabi, le dice: "No te preocupes, tú hazte la seria ahora y cuando te cases ya podrás reírte todo lo que quieras".

Nahla, que vivió tres años en el norte de Europa, es una de las pocas mujeres que llevan en Trípoli el cabello descubierto. "Mi sueño es viajar sola por el mundo. Y llegar a Libia y que me respeten, que no me estigmaticen". El de su amiga Sarah Omar, de 24, es hablar sin miedo. "Las mujeres aquí no teníamos derechos. Toda la gente hablaba por nosotras, pero no podíamos decidir. A mí me echaron de la universidad donde estudiaba Turismo porque dije que Trípoli era una ciudad que debería cuidar mejor su patrimonio y limpiar sus calles".
Todas se quejan de lo que llaman una sociedad asfixiante. "Tengo una amiga que cuando ya no puede más en su casa se monta en cualquier taxi y pide que le den una vuelta por la ciudad. Simplemente, para respirar", comenta Nahla. Andar a solas no siempre resulta aconsejable. Hacer deporte, ni se menciona. "Aquí, por el hecho de andar por la calle sola ya te insultan", señala Alaa Murabit, de 22 años. "En estos días la gente trata de ser mejor persona. Por eso ayer nos ocurrió lo que nunca antes había pasado: un hombre nos dijo algo y otro le recriminó su conducta. Antes eso era inconcebible. Aunque vayas tapada de la cabeza a los pies, te dicen algo. Has de ir acompañada, aunque sea por un niño".

Alaa Murabit, de 22 años, y Sofia Alharezi, de 25, registraron el 16 de septiembre una ONG con el nombre de La Voz de las Mujeres Libias. Ambas son creyentes, llevan el velo en la cabeza, se criaron en Canadá, pero viven en Libia desde hace 12 y 3 años. "Aquí a la mujer se la empieza a respetar cuando tiene un hijo, no una hija. Cuando vine de Canadá a los 16 años mi madre me decía que saliera a la calle con mi hermano de cinco años. Y yo me reía, porque él no iba a impedir que nadie me violase. Pero cuando la gente empezó a llamar a casa diciendo que me habían visto en el coche por la ciudad, mis padres les callaban la boca diciéndoles: 'iba con el hermano".

Ahora, Sofia y Alaa pretenden darles un espacio a las mujeres para que cuenten sus casos de violencia machista. "En Libia, una de cada tres mujeres, según la ONU, ha sido golpeada o violada o se ha abusado de ellas. Y muchas no saben siquiera que eso está mal. Si vas a contarle a otra mujer que tu marido te ha pegado te dirá que es por tu culpa. Y en cuanto a las denuncias de violaciones... Esto no es como El Cairo, donde viven ocho millones de personas. Aquí somos seis millones en todo el país. Nos conocemos todos. Si denuncias una violación estás marcando también a tu hermana, que ya no podrá casarse nunca", indica Alaa.
-Tal vez Gadafi no era el culpable de todo esto, -sugiere Sofia-. La situación de la mujer ya era mala antes de que llegase él.
-¡Claro que lo es!-, le contesta Alaa. -Gadafi puso a los hombres en una situación degradante y ellos, para sentirse superiores, degradaban aún más a la mujer. Mi madre me enseñaba fotos de ella, cuando vivía el rey, en las que iba con falda por las rodillas en Trípoli y en la calle nadie te decía nada. Gadafi trajo la cultura del irrespeto.
Farida A. Kobar, de 67 años, esposa de un antiguo diplomático, recuerda que Gadafi siempre hablaba en defensa de la integración de la mujer en todos los puestos de trabajo. "Las ponía de guardaespaldas y hasta nombró a cuatro o cinco ministras. Pero, en realidad, eran sus amantes. En la sociedad nunca se vieron esos cambios", comenta. "Ojalá ahora no ocurra lo mismo. Nosotras somos el 60% de la población de este país. Pero me temo que el presidente Abdel Yalil tiene miedo de los radicales religiosos. Y ellos no quieren a las mujeres. Pretenden que sigamos haciendo las mismas labores de siempre: enseñar en las escuelas y cuidar a los pobres, que es lo que hago yo".
En el mismo discurso público donde el presidente prometió un país con ministras y embajadoras, Mustafá Abdel Yalil anunció que la base jurídica del país iba a ser la sharía, o ley islámica. En principio, la implantación de este código basado en el Corán, implica para las mujeres la prohibición de actos como fumar o viajar sin la compañía de un hombre en distancias largas. A excepción de Farida y Nahla, todas las mujeres consultadas en este artículo se mostraron a favor de la sharía.
,

Educación e Historia

por José Obswaldo Pérez
La educación, dentro el devenir histórico, constituyen un fenómeno social enmarcado dentro de una relación sincrónica y discontinua del saber-poder, como proceso del pensamiento originadas de prácticas sociales[1]. Ambas categorías están fundamentadas en las teorías sobre historia epistemológica de las ciencias de Canguilhem y la historia del saber de Foucault. Presupuestos teóricos que nos acercan a una analogía entre la educación y la historia, a través del acontecimiento[2] y el análisis arqueológico como experiencia histórica; que,  a su vez,  plantean  una reescritura y una mirada retrospectiva, geometral y sistemática del hecho educativo a través de su producción historiográfica.

Entre esa relación de ciencia y  saber se recorre un dominio de cientificidad y un territorio arqueológico que busca una nueva vertiente epistemológica para abordar el objeto de estudio a través de lo que hoy llamamos Historia de la Educación como campo disciplinar. Pensando más allá de toda una vanidad de conocimientos, tal como Michel Serres lo ha señalado, después de la bomba nuclear de Hiroshima, la ciencia como fetiche benefactor del género humano se se derrumbó y “por primera vez quedaba cuestionada la ciencia: no era forzosamente productora de bienestar… fue el primer golpe al narcisismo científico[3].

La educación, como episteme del saber, constituye un discurso y un objeto que, según Foucault  conforma un pensamiento implícito en la sociedad, un pensamiento anónimo configurado a partir de ciertas reglas de formación y transformación, y que resulta condición de posibilidad tanto de una teoría como de una práctica o de una ciencia, en particular[4].

Comprender la educación como un fenómeno histórico es concebirla como una de las instituciones encargadas de la preservación de la conciencia social y cultural, por lo tanto, se le debe considerar inserta en la matriz referencial de los pueblos y sociedades. La educación – y debemos reiterarlo- es un hecho socialmente histórico y, como tal, los hechos sociales son en esencia el objeto de investigación de las Ciencias humanas. Es decir,  en la dialéctica del oficio de historiar, nada hay más importante  que el centro de la realidad social, materia prima sobre la cual el científico trabaja para construir los hechos u objetos de estudios[5]. La realidad social -expresada por la vía espiritual o material- son los elementos sobre los cuales actúa el investigador, cuando estos forman parte del entorno de una comunidad.

La educación, también como documento de reflexión y constitución orgánica de sistemas escolares,  no es solamente un espacio para el desarrollo sostenible del saber pedagógico sino que, más bien complementa la noción de sustentabilidad histórica[6]que, más allá de una apreciación semántica, está basada en la necesidad social de una conciencia sobre valores del pasado; es  decir,  un modelo de tipificaciones que justifiquen su institucionalidad a través del tiempo. Esto implica ver a la historia de la educación como una reactualización hermenéutica (interpretación) de las reliquias de su discurso, más allá del mero conocimiento filológico del significado del texto o los archivos estudiados.




Notas Bibliográficas

[1]VILLAMIZAR, CARLOS (2008,17 Abril).El papel de la historia de la educación en la construcción del objeto histórico "relación saber poder" en los subsistemas de Investigación de la universidad venezolana actual. ULA: Revista Evaluación e Investigación - Vol. 002, No. 001
[2] Acontecimiento es aquí definido como herramienta metodológica y crítica del análisis histórico de la arqueología. Ver  CASTRO, EDGARDO (2006).El vocabulario de Michel Foucault. Un recorrido alfabético por sus temas, conceptos y autores. Editorial Prometeo.
[3] SERRES, Michel. (1993) La Travesía de los Saberes. En: Revista de la Universidad Autónoma Latinoamericana, Unaula Nro 13. Medellín, p. 22.
[4]Foucault, MICHEL (1969).La Arqueología del Saber. México: Siglo XXI Editores, p.322-3; ver también su trabajo El Sujeto y El Poder.
[5] BRADUEL, FERNAND (1970). La historia  y las Ciencias Sociales. España  Alianza Editorial
[6] El concepto es desarrollado por el autor como una tesis sobre la preservación de la memoria histórica y como un presupuesto complementario de la noción de desarrollo.
,

Propiedad en tiempos bicentenarios

No pocos gritaron: La soberanía regresa al pueblo de donde salió. Pero otros, más avispados, precisaron que en verdad no era al pueblo donde debía retornar la soberanía sino a la “propiedad suficiente”.

Por: HÉCTOR ACOSTA PRIETO

Parte de la historiografía española atribuye a los inadecuados manejos de Carlos IV y el intrépido Manuel Godoy la ocupación francesa de la península ibérica en 1808. Aunque algunos le echan toda la culpa a Godoy, ambos fueron entrampados en el Tratado de Fontainebleau, enmarañado acuerdo firmado en la ciudad del mismo nombre, según el cual Francia y España se repartirían Portugal, como castigo a este último por su alianza con Inglaterra. A cambio, España dejaría pasar las tropas francesas por su territorio.

Como las tropas de Napoleón se detenían en las ciudades y pueblos de las provincias hispanas más tiempo del necesario, los hombres y mujeres de a pie, el rey, su séquito y asesores ­incluido Godoy­ poco a poco se convencieron que los 100.000 soldados franceses no tenían ningún interés en proseguir hacia su pactado destino.

El 17 de marzo, un motín preparado por la gente del príncipe Fernando le estalla a Carlos IV en Aranjuez y le obliga a abdicar en favor del primero. Los franceses aprovechan el desbarajuste y le tienden a los 2 una emboscada en Bayona, y provocan un inequívoco vacío de poder.

Los vivos de entonces se apresuraron a preguntarse en manos de quién o de quiénes quedaba entonces la soberanía, si Carlos y Fernando estaban poniendo la cómica ante Napoleón.

No pocos gritaron: La soberanía regresa al pueblo de donde salió. Pero otros, más avispados, precisaron que en verdad no era al pueblo donde debía retornar la soberanía sino a la “propiedad suficiente”. Ecuación aparentemente sencilla, la soberanía se traslada desde el rey, dueño y señor de bienes y súbditos, a los poseedores de propiedades suficientes, a los señores dueños de bienes y personas.

La Caracas de 1810 recogerá estos criterios de soberanía. En el Censo General levantado para la elección de los diputados del 11, no sólo se especifica la “calidad de cada individuo, su edad, estado, patria, vecindario, oficio, condición, sino también, y muy especialmente, “si es o no propietario de bienes raíces o muebles”.

El Congreso, que se reunirá en marzo del año siguiente, no quiere limpios en su seno. Ni los electores se salvan: Aquel que no viva en casa propia y quiera votar deberá tener el apoyo del vecindario, que certifique que es propietario “por lo menos de 2.000 pesos en bienes muebles o raíces libres”.

En 1830 la cosa se hará más exigente. Ningún elector podrá serlo si no demuestra ser dueño de una propiedad raíz que alcance el valor libre de 100 pesos. Si quiere ser elegido, la propiedad deberá ser de 2.000 pesos, o tener “una renta o usufructo de 500 pesos anuales…”. José Tomás Pereira, electo diputado por Coro en el Congreso separatista de Valencia de aquel año, no pudo demostrar que tuviera esa renta por lo que, a solicitud de 10 vecinos, su elección le fue anulada.


@hectoracostap

Fuente: Diario EL NACIONAL



Héctor Acosta Prieto es Licenciado en Historia por la Universidad de Venezuela (1986).Actualmente se desempeña como Profesor de la Maestría de Historia de Venezuela Republicana, adscrita a la Facultad de Humanidades y Educación de la Universidad Central de Venezuela. Es Profesor Agregado en el escalafón universitario.
,

Crónica de un tiempo difícil

Me estoy cansando de argumentar y tengo más deseos de discurrir sin pretensiones de tener que demostrar la lógica de mis argumentos.

Por Fernando Henrique Cardoso*
A veces me dan ganas de ser más cronista que articulista. Me explico: de un articulista se espera que argumente, de manera lógica y concatenada, sobre un asunto cualquiera. Ahora bien, el cronista puede divagar. Me estoy cansando de argumentar y tengo más deseos de discurrir sin pretensiones de tener que demostrar la lógica de mis argumentos.

Empiezo por hacer una confesión. El jueves 1º de septiembre, después de un placentero almuerzo con los buenos amigos que todavía se toman el trabajo de seguir celebrando mis ya cumplidos 80 años, llegué al Instituto a las 5.30 p.m. Recibí a un antiguo colaborador y amigo, a quien no veía en mucho tiempo (actualmente general del Ejército, para más señas) y me dispuse a mostrarle la exposición sobre el Brasil de antes y después del Plan Real, que preparó el Instituto FHC para servir a las nuevas generaciones y, quién sabe, despertar el interés de algún investigador. A las 7 p.m., terminada la visita a la exposición, recibí un recado de una de mis asesoras: que no me olvidara del artículo para el primer domingo de septiembre.

Más grave aún: el viernes, a las 7 a.m., debía salir de la casa rumbo al aeropuerto para ir a Montevideo, a invitación de mi amigo el ex presidente de Uruguay (1985-1990), Julio Sanguinetti. ¿Qué hacer?

Tenía en mente dos temas para este artículo. Algunas reflexiones sobre la crisis de la economía de los países ricos y nuestra experiencia en lidiar con la cuestión o, algo más candente, los límites de la "limpieza" llevada a cabo por la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, y mis declaraciones al respecto.

Temas serios. Lo confieso, me faltó energía para discutir a fondo esas cuestiones en dos horas -que era el tiempo que me quedaba- aunque no me faltaba el apetito para emitir algunas opiniones como cronista (sin querer ofender los bríos de los verdaderos cronistas).

Vamos pues. Primero, la crisis financiera de los países ricos y nuestro "legado", palabra pretenciosa y tan engañosa como la expresión que estuvo de moda, "herencia maldita".

En el caso de los países ricos, es indiscutible que lo que causó la crisis fueron más los excesos del sistema financiero y la creencia ciega en las autocorrecciones del mercado, que el gasto gubernamental y la crisis fiscal, si bien ésta también existe.

En el caso de Brasil durante los años '90, fueron las dificultades en las cuentas externas y, sobre todo, las especulaciones contra la moneda nacional - el "contagio" - complicadas también por las fragilidades fiscales. Allá como aquí, por las mismas razones o sin razón aparente, las agencias evaluadoras del riesgo desempeñaron un papel importante para suscitar dudas sobre la liquidez y la solvencia.

Pero hasta ahí llegan las similitudes. Ni teníamos la posibilidad de picar y transformar las hipotecas en "derivados", pues el crédito inmobiliario era pequeño, ni de impulsar hacia el Banco Central el desastre financiero de bancos y similares.

En nuestro caso, también hubo cierta "socialización de las pérdidas", es decir, la tesorería (y todos los contribuyentes) acabó pagando parte de los desatinos de los banqueros y especuladores. Pero en pequeña proporción: El grueso fue pagado por los propios banqueros audaces. Sus bienes quedaron indisponibles y perdieron sus bancos. Eso fue el Programa de Estímulo a la Reestructuración y Fortalecimiento del Sistema Financiero Nacional (PROER).

Y los bancos públicos estatales, cuando los gobernadores tomaban dinero prestado y no pagaban, fueron privatizados o cerrados. En esos casos también hubo algo de aumento de la deuda pública federal, justificable para impedir la posibilidad de excesos futuros. Eso fue el Programa de Incentivos para la Reducción del Sector Público Estatal en la Actividad Bancaria (PROES).

En los Estados Unidos y Europa ¿qué vemos? Inundación de dinero público a través de los bancos centrales para salvar al sistema financiero, sin penalización alguna contra los responsables. Y, aun por encima, cortes drásticos en los presupuestos, sin aumento de impuestos, ¡haciendo que los menos favorecidos pagaran por los desvaríos de los más ricos! Peor aún: todo esto sin que la economía recupere su dinamismo.

En Europa, hay un tumulto para ver si algún país paga por los empréstitos que sus bancos hicieron a los países ahora en dificultades, o si sería el Banco Central Europeo -es decir, todos- el que pagaría. Siempre, además de eso, hay recortes drásticos en el presupuesto para poner en orden las cuentas fiscales. Resultado: pocas posibilidades de crecimiento en los próximos años. ¿Basta para entender?

Cuando desde aquí gritábamos contra la desregulación (llegué a apoyar la tasa Tobin, un impuesto sobre las transacciones financieras internacionales - que casi todos los economistas condenan - para crear un fondo de solvencia de los países endeudados), nos vienen con la misma receta: restricciones fiscales y nada más, salvo uno que otro empréstito del Fondo Monetario Internacional cuando la situación ya estaba desesperada. Quien a hierro mata, a hierro muere.

La confusión, ahora es "de ellos" y, como es "de ellos" y ya no existen ellos sin nosotros, hay que poner las barbas a remojar pues la recesión en marcha acabará por alcanzarnos. En cuanto a eso, los sueños de un Grupo de los 20 (países industrializados y emergentes) que actuara para regular el mercado financiero murieron en la recta final.

No aprendimos nuestra lección: además de las pregonadas restricciones fiscales, seguimos las reglas de Basilea, esto es, nuestro Banco Central puso freno a las especulaciones y la irresponsabilidad en el sistema financiero desde tiempos del PROER y el PROES. Y no descuidamos tener un Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (BNDES), activo en los programas de transferencia de ingresos a los más pobres y de aumento real del salario mínimo desde 1994 a la fecha.

En cambio, deberíamos aprender de los países ricos que no se debe jugar con la corrupción pública. En Alemania, el gran consolidador de la Unión Europea, Helmut Kohl, pagó un precio muy alto de perder el voto en 1998 por no querer decir quién lo ayudó en las elecciones. Y recientemente un importante ministro se vio obligado a renunciar, acusado de plagio académico.

Así, ahora que se empezó a hablar de la limpieza, creo que en Brasil debemos apoyar las iniciativas en ese sentido (desde una Comisión Parlamentaria de Investigación hasta los actos de la presidente, estimulándola para llegar más allá), sin dejar que ningún gobierno o partido, ni siquiera de la oposición, se apodere de la bandera de la moralización. Eso sería visto luego como maniobra política y perdería apoyos en la sociedad, que está cansada de tanta impunidad.

De ahí a pensar, como piensan algunos, que estamos queriendo apoyar gobiernos o salir bien en la foto, es desconocimiento de las motivaciones reales o insensatez de quien no ve más lejos: las fuerzas de la corrupción están más arraigadas en el poder de lo que parece. Sin táctica, persistencia y visión del futuro, será difícil contenerlas.

© 2011 Agencia O Globo

(distribuido por The New York Times Syndicate)

Fernando Henrique Cardoso es sociólogo y escritor, fue presidente de Brasil de 1995 a 2003
,

Microbiografía/ Eladio Simón Matute Matute

Por José Obswaldo Pérez

En su ejercicio como médico integró parte del equipo sanitario que atendió la epidemia de Ortiz, en 1899. 


Eladio Simón Matute Matute fue un destacado médico de Ortiz, nacido en 1858.  Hijo de don  Vicente Matute Acosta, un portentoso ganadero de la localidad; y de doña Juliana Matute, pariente consanguínea, ambos oriundos de San Nicolás de Paya. Casó con doña  Guadalupe Cisneros en 1883, de cuyo matrimonio nacieron Eladio, Paz, Horacio y Moisés Matute Cisneros.

Eladio Matute obtuvo el título de doctor en Medicina en la Universidad de Caracas, la hoy UCV, el 30 de junio de 1876; una vez que culminó sus estudios de Bachiller y licenciado en medicina en la misma Casa de Estudio[1]. Formó parte de la Sociedad de Ciencias Físicas y Naturales de Caracas [2]. Circulo científico donde compartió experiencias con notables hombres de ciencia y médicos de la sociedad caraqueña.

En su ejercicio como médico integró parte del equipo sanitario que atendió la epidemia de Ortiz, en 1899. Con él formó parte su paisano  y pariente José María Graterol Matute, también egresado de la UCV  y el doctor Eulogio Velázquez, oriundo de Mucuchíes y graduado de médico en Paris, en 1869. Especialista en fiebre amarilla, porque su tesis doctoral versó sobre “La Fièvre Jaune”[3].

También, Matute formó parte de los hombres de liberalismo local. Fue dirigente del partido Liberal Amarillo en Ortiz, donde transcendió como una figura pública. Fue Diputado por el Estado Miranda entre los años 1893-94. En un telegrama dirigido desde Ortiz, el doctor Eladio S. Matute le reclama al doctor José Ramón Núñez en tono molesto: “Solo hay dos contrarios. El Partido Rojista se componía de la escoria de aquí y con sus tres promotores, Constantino Matute, Julián Morichales y Mariano Polanco, componían treinta personas”[4].

Fue dueño en Guardatinajas de la posesión Las Animas, cerca de San José de Tiznados, tierras que fueron heredadas de su padre don Vicente Matute. Se trataban de unas 80 leguas, equivalentes a 139.680 has, y que históricamente la Corona Española le concedió al Conde de La Graja, don Fernando Ignacio Ascanio, el título de composición sobre un terreno entre los ríos Chirgua, Tiznados, Caño de Agua Verde y Las Galeras del Pao. Región con mucha agua y forraje en  la estación de verano[5].

Sobre su descendencia familiar podemos señalar: Eladio Matute Cisneros, nacido en 1882, cursó estudios en el liceo Alejandro Humboldt de Calabozo y se graduó de Ingeniero Civil, el segundo de esta profesión en Ortiz, después del general Roberto Vargas Díaz. Heredó 8 leguas y media (14.849 has) de tierra de la Posesión Las Animas, conocida como  terrenos matuteros en Guardatinaja. Falleció en un accidente de tránsito[6].  Paz, nació en 1884 y casó con el orticeño Jesús Nicomedes Rodríguez Marrón,  el 17 de Mayo de 1905. Sobre los dos menores restantes de los Matute Cisneros no tenemos mayor información de sus vidas más allá de su fecha de nacimiento: Moisés,  nacido  en  1888 y Horacio Teodoro de la Encarnación, el 26 de marzo de 1895.



[1]UNIVERSIDAD CENTRAL VENEZUELA (1912). Anales de la Universidad Central de Venezuela, p.96
[2] Actas de la Sociedad de Ciencias Físicas y Naturales de Caracas, 1867-1878
[3] Landaeta Rosales, Manuel (1903). Los venezolanos en el exterior. Caracas: Tip. J.M. Herrera Irigoyen & Ca.,p.33
[4]  Navas Blanco, Alberto (1998). El comportamiento electoral a fines del siglo XIX venezolano. Caracas: UCV, p.84
[5] Información suministrada por el Doctor José Antonio Silva, Cronista Municipal del  Municipio Francisco de Miranda, estado Guárico.
[6] Ídem