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Pedro Infante: recordando su visita a Valle de la Pascua en el centenario de su nacimiento… (18/11/1917 – 2017).

A finales de los años cuarenta y durante la década de los cincuenta del siglo XX, en el Teatro Manapire de Valle de la Pascua y en otros espacios de la ciudad, se presentaron muchos artistas nacionales e internacionales, entre otros: los mexicanos Pedro Infante, Javier Solís, y Los Panchos; la vedette puertorriqueña La Tongolele, y los venezolanos, Ángel Custodio Loyola, Alfredo Sadel, Lila Morillo y Los Torrealberos, Rafael Montaño, siempre acompañados de artistas de la localidad.

FELIPE HERNÁNDEZ G.
UNESR/Cronista del municipio Leonardo Infante
felipehernandez457@yahoo.com
El 18 de noviembre de 2017 se cumplieron cien años del nacimiento de gran mito de la música y el cine mexicano y latinoamericano, Pedro Infante, cantante y actor nacido en Guamúchil, Mazatlán (Sinaloa) el 17 de noviembre de 1917, murió el 15 de abril de 1957 a la edad de 39 años, en un misterioso accidente de avión piloteado por él.
La conmemoración de su nacimiento no solo se celebra en México, sino también en Venezuela donde tuvo y aún tiene tantos fans, puesto que la música mejicana durante muchos años, estuvo sembrada en el corazón de los venezolanos. Las canciones de Pedro Infante sonaban en las miles de rockolas diseminadas en los bares y botiquines de los pueblos y carreteras, así como, en las pocas radios que existían en el país en los años cincuenta, al igual que las canciones de Jorge Negrete, Agustín Lara, Miguel Aceves Mejías, Javier Solís, Antonio “Tony” Aguilar, Lola Beltrán, Lucha Villa, y otros tantos.
A finales de los años cuarenta y durante la década de los cincuenta del siglo XX, en el Teatro Manapire de Valle de la Pascua y en otros espacios de la ciudad, se presentaron muchos artistas nacionales e internacionales, entre otros: los mexicanos Pedro Infante, Javier Solís, y Los Panchos; la vedette puertorriqueña La Tongolele, y los venezolanos, Ángel Custodio Loyola, Alfredo Sadel, Lila Morillo y Los Torrealberos, Rafael Montaño, siempre acompañados de artistas de la localidad.
Pedro Infante durante su desempeño como actor y cantante, varias veces estuvo en Venezuela. Caracas, Maracay, San Juan de los Morros, Villa de Cura, Valle de la Pascua, Las Mercedes del Llano y Tucupido estuvieron entre las ciudades donde se presentó, y además de cantar, dio serenatas, interactuó con los lugareños y se divirtió.
En cuanto al tiempo histórico, corrían los meses finales del año 1948, en el país los fuertes rumores del golpe de Estado que se gestaba contra el gobierno del presidente Rómulo Gallegos era un tema de conversación cotidiano en las esferas del mundo político nacional, golpe de Estado que se materializó el 24 de noviembre de 1948, cuando Gallegos es traicionado por su ministro de Guerra, Carlos Delgado Chalbaud. En el Guárico, la visita de Pedro Infante y de tantos otros artistas nacionales e internacionales coincide con la llegada de las compañías petroleras a la entidad, tiempo cuando se iniciaron una serie de cambios en los modos de vida y en el paisaje de los pueblos del oriente del Guárico, primero en El Sombrero y luego en Las Mercedes del Llano, Valle de la Pascua, Tucupido y Roblecito.
De la estancia del artista en Valle de la Pascua, se recuerda que ello ocurrió el 7 de noviembre de 1948, fecha en que fue inaugurado el Teatro Manapire. Vino contratado por el administrador del cine, Armando Ubieda, para que actuara como figura estelar, dada su condición de artista de moda, famoso y con una gran afición en toda Venezuela. En sus presentaciones la receptividad del público era espectacular, sobre todo por la sencillez y humildad que irradiaba a través de sus cálidas interpretaciones. En la memoria colectiva pervive el nombre de Eleazar Higuera, hombre popular, llamado cariñosamente “Loro”, quien acompañó y sirvió de guía al actor y cantante y al trío Janixio en sus actuaciones y aventuras por la ciudad, por Las Mercedes del Llano y Tucupido.
Infante se hospedó con los integrantes del trío durante una semana en la pensión “Coromoto” de doña Carmen Pumar. Aquello era un jolgorio, gran cantidad de aficionados y público en general se concentraba al frente de la posada para verlo y saludarlo. Desde allí, en la camioneta del dueño del cine Royal, José Rafael Álvarez, Eleazar Higuera lo llevó a Tucupido y a Las Mercedes del Llano. Pedro Infante cobraba por cada presentación, Bs. 5.000,00, una verdadera fortuna para ese entonces, que permite inferir la prosperidad que vivían estos pueblos.
Cada noche, al terminar la presentación en el cine, Higuera lo llevaba junto con los integrantes del trío Janixio a recorrer los bares del pueblo. Una noche lo invitaron a dar una serenata, solicitud que aceptó muy gustoso, yéndose con su trío a cantarle a una bella joven vallepascuense de nombre María Álvarez, quien vivía por la calle Retumbo. Tal era el espíritu bohemio y aventurero del artista, que llegó a amanecer en una esquina del centro de La Pascua, cantando y bebiendo con los amigos. En sus paseos por la ciudad se percató del tipo calzado que usaban los vallepascuenses, las típicas alpargatas, indagando donde podía comprar unas, le informaron que en la esquina de El Camarín, en la pulpería de don Silvestre Olivo. Dado su espíritu despreocupado, se quitó los zapatos y se fue caminando en medias hasta la citada bodega. Un par de alpargatas costaba Bs. 3.50. Muchos llegaron a mirarlo caminando por las calles centrales del pueblo, vestido con una franela y calzado con sus alpargatas.
Rememora María Lorena Guevara Armas (2016): “…Pedro Infante estuvo en Valle de la Pascua. Mi mamá y mis tíos contaban cuando vieron al famoso cantante mexicano caminar por la plaza Bolívar y la calle Atarraya. Mi mamá jamás olvidó que lo vio, en la esquina de la Iglesia, ponerse unas alpargatas que le habían regalado…”; y Efrén H. Hernández López (2015) dice: “Mi tío, Arturo López Infante… relata que cuando vino Pedro Infante a Valle de la Pascua, se sentó en las escaleras del cine Manapire y le regaló un cigarrillo a una persona de apellido Pellicer que era contemporáneo con mi tío…”.
En Las Mercedes del Llano, Pedro Infante pidió prestada una bicicleta y se fue a dar una vueltecita por los lados de la plaza Bolívar, acompañado de una multitud de personas que le seguía, dándole vivas y pidiéndole autógrafos.
En Tucupido lo esperaban sus aficionados con ansiedad. Una noche Eleazar Higuera lo llevó junto con el trío Janixio. Ante una multitud que colmaba el cine América, regentado el señor Cherubini, el famoso cantante fue presentado. Un excelente espectáculo, el público aplaudía a rabiar cada vez que finalizaba de interpretar sus famosas canciones rancheras y boleros-rancheros tan de moda en ese momento, entre otras: Amorcito corazón, Cielito lindo, Flor sin retoño, Historia de un amor, La Calandria, Tu solo tú, Angelitos negros, Las mañanitas, Entre copa y copa, Cien años, Carta a Eufemia, Paloma querida, Tu enamorado, Mi cariñito, la genta emocionada aclamaba ¡Otra! ¡Otra! ¡Otra! Y el charro mexicano, emocionado seguía cantando: Aunque me cueste la vida, El mil amores, La cama de piedra, Camino de Guanajuato, y muchas otras… Terminada la presentación, el cantante se fue con la gente del pueblo a dar serenatas. En un establecimiento a donde llegó con su séquito de aficionados, le regalaron un litro de aguardiente claro “El Carmen”, un limón y un poco de sal, tomó un poco de estos ingredientes en el dorso de su mano y echándose un trago exclamó: ¡Esto es mejor que tequila!
En el centenario del ídolo, los vallepascuenses, mercedenses y tucupidenses que disfrutaron sus presentaciones en noviembre de 1948, le recuerdan no solo por poseer una imponente presencia física, sino también por lo que transmitía a través de su voz. Con su carisma y sencillez podía darle el tono adecuado a una canción con sentimientos de "fiesta, enojo, o tristeza", condición que ha trascendido aún después de muerto y que se resume en: “Saber interpretar. No es cantar una canción que se diga de memoria y no digas nada".

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¿Existió el Prócer Pedro Hernández?

Por Adolfo Rodríguez
Carlos A. López Garcés, destacado historiador y cronista del municipio José Tadeo Monagas del Estado Guárico, en su trabajo “Una Acción de Guerra en El Calvario en 1820”, se pregunta de un posible combate en ese pueblo guariqueño el mencionado año, como de la existencia del General Pedro Hernández, del cual nada informa el Diccionario de Historia de Venezuela ni otras fuentes publicadas.
Así que me permito referir datos al respecto y una conjetura a ser confirmada:
En las memorias de Miguel D. Méndez sobre el general Juan José Rondón, citadas por Rodríguez Amaral (1973), se relaciona un incidente entre Hernández y Juan José Rondón a punto de batirse en duelo. Encuentro en San Diego, probablemente San Diego de Cabrutica, en que Rondón, realista entonces, inquiere:
“¡Alto¡ ¿Quien vive?” Y responde Hernández: “Patria”. A lo cual “Se embisten, pero ambos son ágiles. Chocándose varias veces, sin lograrse herir. Barajándose los lanzazos. Y Rondón que dice:
-anda vete, que puede ser que algún día nos volvamos a tropezar.
Y contesta Hernández:
-anda vete, demonio, siento que no he podido agujerarte el cuero.
“Luego fueron muy buenos amigos”
Una nota biográfica, suscrita por “Somos en Chaguaramas”, el 19 de abril de 1847, publicada en El Liberal de Caracas, 649 del 1.5.1847 y titulada “El General de Brigada Pedro Hernández”, informa de su muerte en Cabruta el 21 de febrero de ese año, y que habría nacido el 10 de octubre de 1792, sin indicar el sitio. Pudiendo ser fuese esa población guariqueña. Agregando que comienza “su carrera como soldado de caballería en 1811. Luego como sargento a las órdenes del coronel Francisco González Moreno. En 1812 bajo el mando del coronel M. Villapol, encontrándose con el General Piar en 1813 con el rango de alférez y al año siguiente con el general José Francisco Bermúdez
Que “con orgullo” se le recuerda “como uno de los bravos de entonces en la defensa personal que hizo en la jornada del 12 de setiembre, "cuando habiendo dado con otros ginetes una cruda carga a los enemigos, muerto su caballo, quedóse en medio de más de 30 de ellos, arrollándolos y conteniéndolos con su espada hasta que fue socorrido por a sus compañeros. Testigo, aún vivo, el comandante Lorenzo Belisario, que fue de sus salvadores y presenció que Hernández había hecho exhalar el último suspiro a 7 de sus adversarios, con cuyos cadáveres se había formado una trinchera que no se atrevían a salvar los que aún le rodeaban"
Que en 1815, siendo “jefe de guerrillas, salva en San Diego de Cabrutica a los patriotas José y Manuel Rodríguez que se hallaban en capilla, derrota al comandante Lamuño y al famoso Rondón, aún realista, quien huyó. Acción salvadora que repite en el Chaparro, con Antonio José Sotillo, rescatando de la muerte a Prudencio Camacho, de Calabozo, y a Manuel Pereira de Cura.
Asimismo que participa activamente, el 31 de mayo de 1816, en el asalto “al pueblo de Piedra, proporcionando las embarcaciones necesarias para pasar el Orinoco. Derrota en Moytaco el 8 de junio al Coronel D. Juan Sánchez y el 9, en Orocopiche al coronel don Juan Puche, capturando a dichos jefes.
“Es ascendido a coronel el 11 de abril de 1817 al derrotar, En San Félix, con la caballería, los batallones de Barbastro y Cachirí, que mandaba el Tconel. D. Nicolás María Ceruti.
“Cedeño, en San Fernando de Cachicamo, comenzando 1820 sabe que en Ocumare del Tuy están presos unos vecinos que, aunque poco notables, merecían aquel tratamiento por patriotas, y dispuso que Ramón Hernández(sic), no obstante guerrillas españolas en Chaguaramas, Orituco y Taguay, con 125 hombres, arribe a Ocumare en la madrugada del 25-4, sin que fuese notado su movimiento en todo el tránsito, asalta la plaza guarnecida por 500 veteranos, liberó los encarcelados y regresó el mismo día, dejándolos pasmados.
“Contrae nupcias en 1818 matrimonio con Luciana Tablante. Se residencia en las cabeceras de Caycara concluida la guerra. Le otorgan despachos de general en 1829. Salió de Espino en octubre de 1846 con un escuadrón de 300 hombres listo a participar en las revueltas de ese año”. Intenta convencerlo en Espino un “corifeo guzmancista”. Pero a poco fallece.
¿Estuvo en una acción en El Calvario, donde lo acompañaba Hipólito Rondón? No es descartable que fuese así, en la oportunidad en que acude desde Cachicamo hacia Ocumare del Tuy, dado que toda la región intermedia se encontraba ocupada por los realistas, especialmente El Calvario, una especie de contrafuerte ante el poderío patriota auspiciado hacia Oriente por Pedro Zaraza, Cedeño y los Monagas..
Detalles que no aclaran del todo las interrogantes planteadas por el estimado amigo de Orituco, pero abundan en la necesidad de drenar cuanto se pueda en una historia plagada de lagunas. .


El golpe contra Gallegos

Nadie salió a la calle en ninguna parte a defender el gobierno de don Rómulo Gallegos, traicionado por Delgado Chalbaud, su ministro de Guerra, a quien acogió en su casa de España en tiempo del exilio gomecista, tratándolo como un hijo.

Oldman Botello
El 24 de julio de 1948 vinieron a Maracay el presidente Rómulo Gallegos y el ministro de Guerra Tcnel. Carlos Delgado Chalbaud; se reunieron en el cuartel de haras y remonta de San Jacinto y en un aparte, el comandante del Agrupamiento N° 4 y Guarnición de Maracay, Tcnel Jesús Manuel Gámez Arellano, andino natural de La Azulita, estado Mérida (nació en 1911), puso en autos al ministro de lo que se tramaba; Gámez era más antiguo que su superior. En octubre era conocido de todo el mundo que se preparaba un golpe. El telegrafista de Miraflores y el de Maracay se pusieron de acuerdo con una clave cuando estallara la insurrección, llamaría a la Gobernación, que ocupaba don Ramón Pardo, oriundo del estado Falcón y criado en Puerto Cabello, dirigente fundador de Acción Democrática en 1941. Reventó la situación e hizo crisis cuando el Alto Mando militar emplazó al presidente Gallegos y solicitó la expulsión del país de Rómulo Betancourt, expresidente de la junta Revolucionaria que derrocó al general Medina Angarita. Ocho días antes del 24 de noviembre se vinieron sigilosamente a Maracay el presidente del Congreso, don Valmore Rodríguez, zuliano, sindicalista y periodista; el presidente de la Cámara de Diputados Luis Lander (a) Bepo; acompañado de los ministros Manuel Pérez Guerrero, de Hacienda; Ricardo Montilla, de Agricultura y Cría; Raúl Leoni, del Trabajo; Edmundo Fernández, de Sanidad; los dirigentes Carlos Andrés Pérez y Roberto Villalobos Ferrer, gobernador de Aragua tras el golpe contra Medina Angarita. Se hospedaron en la residencia del gobernador en la actual sede del Comando de la IV División Blindada, quinta “Franchet D’Esperay”. La idea era asumir desde Maracay el Gobierno si detenían a Gallegos; poco después pensaron mejor y Valmore fue llevado a un sitio secreto menos vulnerable que la casa del gobernador, trasladado por el secretario general de AD en Aragua, José Trinidad Ramones Romero, tachirense.
La clave transmitida a mediodía desde Miraflores a Maracay era la señal. Caracas estaba movida, preso el presidente Gallegos y numerosos militares y civiles. Los dirigentes en Maracay se trasladaron a la sede de la Gobernación, frente a la plaza Girardot, menos Luis Lander que se fue a radio Maracay y desde allí anunció el derrocamiento de Gallegos y pidió al pueblo salir a la calle a defender el Gobierno. Nadie salió. Había indisposición popular contra el gobierno de AD caracterizado por el sectarismo. A nadie le importaba Gallegos y su mandato. Gámez Arellano vino y manifestó que todo estaba perdido, los cuarteles de Maracay en su mayoría no le obedecían, todos estaban alzados. Los líderes permanecieron en la gobernación hasta cuando llegó el mayor Manuel Ojeda Guía y los reunió para detenerlos, sin atropellos. Fue uno de los que defendió el gobierno de Isaías Medina. Eran las 9 de la noche y todos pasaron en calidad de detenidos a la Escuela de Aviación Militar que comandaba el coronel Abel Romero Villate, tachirense criado en El Limón y compadre de Pérez Jiménez. Gámez Arellano, sabedor de la posición del legendario aviador, había recibido instrucciones telegráficas de Gallegos de cañonear la base, lo cual no pudo realizarse por la precipitación de los acontecimientos que cumplieron su objetivo en pocas horas. En La Victoria, un grupo capitaneado por el teniente Hugo Montesinos Castillo intentó hacerse fuerte y en una emboscada resultó herido por activistas de AD el mayor Enrique González Pachano, comandante del cuartel Montilla.
En Aragua fue designado gobernador por la Junta Militar que presidió el ministro de Guerra de Gallegos, pasado para el enemigo, el Dr. Arnaldo Pacanins (tío de la modista Carolina Herrera, cuyo apellido de soltera era Pacanins Niño). En Maracay, por resolución de la Guarnición se constituyó una Junta de Administración Municipal integrada por los concejales Godofredo González, Dr. Ulpiano Madrid, Pedro M. Martínez, Roberto Pérez y Francisco Russo. En declaraciones para el diario El Gráfico, Godofredo González dijo que las arcas municipales estaban en quiebra. “La investigación que se ha practicado nos ha revelado que la Municipalidad debe cerca de medio millón de bolívares; aun cuando no se pruebe desfalco alguno, es necesario convenir en que la administración municipal fue un verdadero desbarajuste”. Integraban el concejo depuesto: Ramón Narváez, quien lo presidía; Dr. Aquiles Fernández Ortiz; Fanny Bravo, primera mujer concejal; Carlos Colmenares y Alfonso Núñez. A poco fue designado un nuevo gobernador, el mayor Alejandro Fernández Ortiz, militar retirado que fue gomecista y hermano del médico citado anteriormente y quien realizó una importante labor administrativa en Aragua. A él se debe la urbanización Lotería de Aragua en Alayón, la creación del cuerpo de bomberos de Maracay y otras obras sociales.
Así transcurrió en Maracay el 24 de noviembre de 1948. Nadie salió a la calle en ninguna parte a defender el gobierno de don Rómulo Gallegos, traicionado por Delgado Chalbaud, su ministro de Guerra, a quien acogió en su casa de España en tiempo del exilio gomecista, tratándolo como un hijo. La mayor parte de estos datos inéditos nos fueron proporcionados en 1988 por el comandante Gámez Arellano y don Ramón Pardo, en su residencia de la avenida Las Delicias y figuran en nuestro libro Historia de Aragua, publicado por la Academia Nacional de la Historia en una primera edición en 1995 y otra simultánea por el gobernador de Aragua, Carlos Tablante Hidalgo.
oldmanbotello@hotmail.com
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El roble de la esquina del Roble/Monólogo

Eduardo López Sandoval

PRESENTADOR: Corren aún las primeras horas mucho antes del amanecer que se anuncia deforme, contrahecho e incierto en esta llanura. Igual que antes de llegar los hombres a esta tierra plana, la sombra de la palma es larga al salir el sol y decrece al éste subir hasta los copos del Roble que sirvió de guía para hacer la calle que se llamó dos siglos después de llegar los barbudos a estas llanas tierras Carrera Doce.

El Director de esta obra de teatro de la Villa de Todos los Santos de Calabozo, es Usted. (Director, empecemos el trabajo teatral).

El actor de la obra es este vetusto árbol. Nombre científico: Quercus robur. Nombre común: Roble. Entre nosotros los calaboceños se conoce a este Ciudadano como el Roble de la Carrera 12 –Ciudadano porque él es de los primeros habitantes, de los más estimables y adestrados ciudadanos: este árbol es la ciudad. Y hoy hablará de sus experiencias viejas...

Escenario: Esquina del Roble, Villa de Todos los Santos de Calabozo. Que se ubica frente al Banco Venezuela, de ayer; que era el Banco Federal anteayer; trasanteayer el Banco Principal. Pero tras trasanteayer, era un corral de vacas jorras donde una soga de cuero al pescuezo de un maute sirvió la doméstica caza de un jaguar. Al toro encerao, los colmillos del gato grande lo salvaron del cuchillo de Eduvigito García, el matarife de la casa de hato de don Eduardo Celis Saune, que tenía su casa de habitación en los espacios del llamado Gran Hotel Guárico hoy. Hotel Mencey ayer. Este torito, fue el último vacuno que sirvió de almuerzo a un felino en las sabanas de esta Mesa que es el casco de la ciudad hoy, donde se ubica la ciudad de Todos los Santos. Cuenta el Padre Loreto, que estudiante aún, en el Seminario de Calabozo, que para ese septiembre del año 1926 funcionaba donde es el actual Colegio Coromoto, frente a la Plaza Bolívar, plaza que honra la memoria del Libertador Simón Bolívar, quien sabe SI POR AHORA… El seminarista Loreto, en compañía de un nutrido grupo de compañeros de estudio, se aventuró a incursionar a la recientemente inaugurada Plaza Urdaneta. Esta plaza, que honra al prócer maracucho, Rafael Urdaneta, se inauguró el 24 de julio de 1926, el programa del evento, publicado el 20 de julio en el periódico de la ciudad, que “El Diario” se llamaba, dice: “Por disposición del ciudadano Presidente del Estado, el próximo 24 de los corrientes, aniversario del Natalicio del Libertador y a la vez del Benemérito J. V. Gómez, será celebrado en esta ciudad de acuerdo con el siguiente PROGRAMA: (…) A las 10 a.m. Inauguración solemne de la Plaza Urdaneta …”.

Visitar la nueva plaza era una aventura que significaba salir de la ciudad, por ocho cuadras, para adentrarse en la sabana de los peligros del campo llanero. Y el riesgo, ¡por cortos pasos del camino no se hizo tragedia! Al aproximarse a la Plaza Urdaneta, cercanía que marcaban con la sombra del Roble, ya se preparaban para ver el ganado del General Sarmiento, ciertamente lo vieron, pero barajustados corriendo hacia ellos por el caminito que luego es la Carrera Doce, asustados como huyendo de las garras de la muerte venían hacia los jóvenes el ganado espantado. Los seminaristas todos, olvidando el nimio objetivo de esa tarde, -el visitar la plaza que los llaneros dedicaron a un maracucho, al General Urdaneta-, corrieron en atropello. Corrieron y corrieron para echar el cuento. Luego la historia la oyeron en la cercana ciudad, se enteraron que un becerro amarrado en el tronco de este Roble fue la comida de un tigre. El animal, sin libertad primero, y sin vida después. Pudiéramos hacer incómodas remembranzas citando algún adagio que hable del Derecho Humano a la Libertad y a la Vida, quien entrega mansamente su Libertad, ya no tiene que decir nada por la Vida … Pero un becerro es un animal … Pero dejemos que un testigo de excepción nos hable de los hechos que pasaron. Oigamos a un protagonista…

(La iluminación desde la completa oscuridad hace el amanecer con las sombras largas que se acortan de Este a Oeste).

ROBLE: Yo, que soy roble. Yo, que fui un bosque entre muchas especies del Llano, ahora estoy solo en la calle principal de la principal ciudad de estos Llanos Colombovenezolanos, la Villa de Todos los Santos de Calabozo. Le doy nombre a una esquina, la más conocida de este Llano. Yo, que nací y crecí en este pedazo de tierra, hoy les contaré algunas de las hojas de la Historia de la cual soy testigo. Yo, veo en la esquina frente a mí el Banco Bicentenario, a viejitos de edad y a muchos jóvenes que son viejitos de esperanzas, en largas colas casi todos los días, que son los días laborables donde no se hace ninguna labor transformadora, menos creadora, para cobrar los hambreados sueldos mínimos en el banco, mínimos y totales, porque no alcanzan para comprar un templero para la sopa de la familia … Soy testigo presencial de los sucesos importantes de esta Mesa de Calabozo, de los menos trascendentes por lo lejano, soy testigo referencial de TODOS los sucesos de este pueblo y del mundo… , por lo contado por ustedes bajo mi sombra. Yo, que cargo con poco más de seiscientos años, que soy testigo de la soledad sin nombre, en mi juventud vi hombres lampiños vestidos con lanzas, tiznados de rojo, arcos y flechas. Tiznados de onoto, desnudos sobre su tierra. Años más, y contemplé veloces los hombres barbudos, cubiertos de ropas, armas de fuego y cruces en sus peludos pechos. Galopaban sobre caballos que hacían vibrar la tierra, se hicieron acompañar por otros animales cuadrúpedos. De pronto, dentro de un corto espacio de cien años, se reprodujo el ganado hasta que atiborraron toda esta tierra llana que baña al río Orinoco, del vibrar menudo, parco y perceptible de sus cascos. Los mismos indios que caminaban sobre sus pies desnudos por el Llano de su propiedad, ahora galopan sobre los cascos de los caballos de peludos dueños, sobre la misma tierra, pero ahora ajena. Siempre desnudos sobre su antigua propiedad.

En 1695 se fundó sobre esta misma mesa el pueblo de indios JESÚS NAZARENO DE CALABOZO, este conglomerado humano fue la progenitora de la VILLA DE TODOS LOS SANTOS DE CALABOZO, fue quien marcó la idea del derecho de existir bajo el sol. Los misioneros capuchinos, al borde de siglo, realizaron el primer intento evangelizador en esta Mesa de Calabozo.

El Historiador Lucas Guillermo Castillo Lara escribe el texto “VILLA DE TODOS LOS SANTOS DE CALABOZO”, colosal obra que como fundamental que es de la historia de este conglomerado social llanero, también es fundamento de la presente perorata. El título del libro se complementa con ”El derecho de existir bajo el sol”, frase que deja ver la lucha valerosa de los clérigos fundadores en contra de los terratenientes, que apoyados por su característico poderío económico, y casi siempre actuando en gavilla con el poder político de Caracas y Madrid, tal Goliat contra David, guerreaban contra El derecho de existir bajo el sol de esta VILLA DE TODOS LOS SANTOS DE CALABOZO.

Escribe Castillo Lara un Aparte que denomina sabiamente, “Con empeño y ardor a defender a Calabozo”. Indica que en el año 1742 la autoridad eclesiástica representada por el recién electo prefecto, Fray Prudencio de Braga, solicita ante el Teniente Justicia de Calabozo, Enrique González Araña, se depongan testigos conocedores de la existencia del pueblo de indios Jesús de Nazareno de Calabozo, tiempos cuando no había señal alguna de posesión de hatos de ganado por estos llanos. Se preparaba una acción judicial contra la sentencia que le confería estas tierras de Calabozo al hatero Diego Domínguez de Rojas, cito: “Los testigos debían declarar, entre otras cosas, sobre las leguas que había desde la Villa y Misión de Nuestra Señora de los Ángeles a las casas de moradas y hato de Domínguez de Rojas y como éste se hallaba introducido dentro de su jurisdicción.”, dice Castillo Lara.

La estrategia de los padres capuchinos convertidos en abogados de El derecho de existir bajo el sol, apuntaba a probar que este sitio de hato antes había sido el pueblo de indios Jesús de Nazareno de Calabozo, por lo que no podían argumentar la data de la Posesión que decía tener, “pues cuando los Misioneros fundaron a Jesús de Nazareno de Calabozo las tierras de San Diego, estaban desiertas y realengas.”.

Este sitio, como el Hato El Caimán, el lugar donde nació el llanero, -el sitio donde el barón de Humboldt hizo la primera descripción científica de esta neoetnia, el llanero-, también estaba perdido de nuestra Historiografía. Recién, en este siglo, un Historiador también ha encontrado a Jesús de Nazareno de Calabozo, más bien reencontrado con viejas lecturas de la obra VILLA DE TODOS LOS SANTOS DE CALABOZO, de Castillo Lara.

La serendipia ocurre cuando en investigación de campo que realizaba este Historiador calaboceño, con su hermano Ubaldo Ruiz, también Historiador y calaboceño por más señas, en búsqueda de tres de los cinco manantiales que rodean a la iglesia de la Misión de los Ángeles, (difíciles de acceder, por el estado de abandono que sufren en este siglo XXI, como los otros manantiales de esta Mesa de Calabozo, como son La Aguada, Pozo Azul, La Arestinga, Elsita, La Piscina, La Tapita y Tinajón, entre otros, desatendidos), conversaban acerca del manantial que se ubica en el sitio del primer conglomerado humano fundado sobre esta Mesa de Calabozo, en el pueblo que el religioso fundador llamó Jesús de Nazareno de Calabozo. Y se preguntaron, ¿dónde está este sitio hoy en el último trimestre de 2015? Y se respondieron: Dicho sitio se encuentra en el llamado Hato San Diego, el mismo que dio pelea a esta Villa de Todos los Santos para que justificara su existencia por el “Derecho de existir bajo el sol”, el mismo que está ubicado hoy en la vía que va de Calabozo a Palo seco, inmediatamente después del Hato Tierra Bella. El mismo que los testigos a favor de la existencia bajo el sol ubican en su declaración así: “Todos los testigos estaban acordes en afirmar, que había cuatro leguas desde la Villa hasta las casas y corrales de Dominguez…”. Es el mismo sitio que yo desde mi altura estoy viendo ocupado, primero por el pueblo de indios JESÚS NAZARENO DE CALABOZO, desde el año 1695.

En 1724, más con cruces que con armas, fundaron la ciudad, la Villa de Todos los Santos de Calabozo, los barbudos con vacas y encomiendas de indios, no querían que los barbudos con caballos, esclavos y armas, les compitieran por su derecho a existir bajo el sol. Los primeros dueños de esta tierra, los indios, parecen destinados por los dioses de los barbudos a ser desplazados de sus dominios. Son los mismos indios que al final de mi Carrera Doce, hoy, en el semáforo más cercano a mis verdes ramas, piden limosna sobre la tierra arrebatada, ahora visten con franelas tiznadas color rojo rojito. Pero siguen desnudos sobre su misma tierra. Doscientos años antes, estos mismos indios, que luchan por su derecho a existir bajo el sol de la Carrera Doce, se les hizo volver la hoja del espejito de la Libertad y la Igualdad. Se hizo la Independencia de Venezuela, de España y de la Gran Colombia. El cañón de las armas de fuego y de las puntas de las lanzas, se apuntaron entre los originales dueños de estas tierras, cruzados con la tinta sangre de la raza de hombres negros desplazados de su continente, África. Siempre desnudos sobre su misma tierra. Siempre. Siempre, mientras mis hojas verdes rumoren al paso del viento que viene desde donde nace el sol de septiembre. Siempre. Siempre recordaré a Bolívar, a Páez y a Urdaneta. Plaza Urdaneta, Plaza Bolívar, Plaza Sucre y Plaza Páez, en el orden de mi distancia. Las plazas que marcan los cantos de los poetas que le entonan sus musas a la Villa de Todos los Santos de Calabozo. Los dueños de los nombres de estas plazas estuvieron en la batalla donde se hizo Venezuela. Sólo Antonio José de Sucre, y el caballo de sus ideas de libertad, no se cuentan en los partes de guerra de esta batalla. La estatua de Sucre fue en algún momento sacrificada, hoy fue rebautizada como Plaza de los Obispos. Años antes, en 1800, el sabio Alejandro de Humboldt, en su Viaje a las Regiones Equinocciales del Nuevo Continente, dice: “Encontramos en Calabozo, en el corazón de los llanos, una máquina eléctrica de grandes discos, electróforos, baterías, electrómeros, un material casi tan completo como el que poseen nuestros físicos en Europa. No habían sido comprados en los Estados Unidos todos estos objetos; eran la obra de un hombre que nunca había visto instrumento alguno, que a nadie podía consultar, (…) El Sr. Carlos del Pozo, que así se llamaba aquel estimable e ingenioso sujeto, había comenzado a hacer máquinas eléctricas (…)”. Esto lo dijo Humboldt en 1800. 68 años después, la Academia de Ciencias de Berlín envió a uno de sus académicos a probar lo que había informado Humboldt, especialmente lo referido a la existencia en estos Llanos de un pez que descargaba electricidad para defenderse, es nuestro conocido temblador. Sí, 68 años para reaccionar; sin duda los más adelantados científicos de la época no soñaban las comunicaciones de ahora, pero para nosotros es difícil imaginarnos la incomunicación del siglo XIX. 68 años. Vimos en un soleado y seco mes de abril de 1868 al viajero alemán Carl Sachs, médico por más señas, quien dentro de sus tareas. Dice, “tenía curiosidad de saber si la obra de este hombre ingenioso había sido conservada, y, por tanto, poco después de mi llegada pregunté por los aparatos eléctricos de Carlos Pozo”, lo dirigieron a la llanura al sudeste de la ciudad, que luego fue escenario para el teatro de la Batalla de Calabozo, y hoy es el aeropuerto de la ciudad.

Dice Sachs: “donde vi varios pararrayos montados en altos palos y conectados con tierra mediante cadenas de hierro (…) De hecho no he tenido conocimiento de que las terribles tempestades, que en los meses de lluvias se descargan diariamente sobre la región, hayan tenido alguna vez por resultado un incendio en Calabozo”. Este pasaje de Carl Sachs debería estremecer nuestra conciencia de llaneros, 68 años después habíamos olvidado las enseñanzas de Carlos del Pozo, tal lo cuenta el médico alemán, y hoy doscientos y tantos años después, no lo queremos recordar. En Wikipedia dice de la creación de este hermoso invento, que ha salvado tantas vidas en el mundo como las hojas de todos los árboles de esta Mesa de Calabozo, que su inventor fue, y cito: “En 1749 Benjamín Franklin inició sus experimentos sobre la electricidad; defendió la hipótesis de que las tormentas son un fenómeno eléctrico y propuso un método efectivo para demostrarlo. En 1749 inventó el pararrayos en América y quizás, independientemente, también fue inventado por Prokop Diviš en Europa en 1754.”

Pero de la invención independiente, en este Llano, por el calaboceño Carlos del Pozo, no dice nada. El científico primero de todas estas tierras, que se destacó por la invención de manifestaciones relacionadas con la electricidad, tiene una avenida con su nombre, -si se pudiera llamar avenida a este oscuro callejón-, sin bombillos eléctricos. De los llaneros escribió el amigo Carl Sachs en Calabozo, cito textualmente: “Al Norte de aquí, los llamados llaneros forman una clase propia de gente de color nacida por la mezcla de las diferentes razas del país: roja, blanca y negra.”. Al Norte de Calabozo, en la Mesa de Paya, al Sur de Ortiz, es el lugar donde Humboldt escribió el primer registro científico acerca del llanero, donde nació el llanero o más bien donde se le saca la Partida de Nacimiento al llanero. Citamos al Sabio “Hombres desnudos hasta la cintura y armados con una lanza recorren a caballo las sabanas.”. A estos mismos llaneros, dieciocho años después, -ahora sí en tiempos de guerra-, el Libertador Simón Bolívar arenga, “Llaneros, vosotros sois invencibles”, Proclama del 17 de febrero de 1818, que este próximo 17 de febrero cumple su bicentenario, que lanza desde El Sombrero; por primera vez alecciona a los habitantes de la región de los llanos de una manera consagratoria. Les dice el Libertador a los llaneros: “Un ejército de hombres libres, valiosos y vencedores, no puede encontrar resistencia; la victoria marcha delante de nosotros; y Venezuela verá rendirse o perecer a sus crueles conquistadores –Llaneros- vosotros sois invencibles; vuestros caballos, vuestra lanza y estos desiertos, os libran de la tiranía. Vosotros seréis independientes a despecho del imperio español”. Esos son los llaneros que acompañaron a Urdaneta, Páez y a Bolívar en aquella mañana del 12 de febrero de 1818 en la llamada Batalla de Calabozo, que bien debe llamarse la Batalla de Venezuela. Bolívar venía con Urdaneta desde San Fernando, Páez recién se le había unido con 5.200 hombres, el 9 de febrero los independentistas cruzaron el río Apure en dirección a esta ciudad. Enterado Morillo se puso en marcha de inmediato. El día 10 arribó con 1.800 hombres a Calabozo para reforzar la guarnición local de sólo 650, así el grueso de las fuerzas realistas se encontraban destacadas en Calabozo, ciudad que fue fortificada con un parapeto de tierra, cuatro reductos y una casa fuerte. (No olvidemos llaneros, por favor, el reducto, que de él hablaremos pronto, de esta palabrita nos dice la red: “Reducto es una obra, bien permanente bien temporal, destinada a refugio…”). La Batalla de Calabozo fue una derrota aplastante para los realistas. Se vieron forzados a refugiarse en la ciudad. El jefe realista, con su golpeado ejército queda reducido a la ciudad de Calabozo. Bolívar ordenó poner sitio a la ciudad y ofreció indulto a Morillo, quien terminó evacuando a Calabozo dos días más tarde, trasladándose a El Sombrero, donde se le dio derrota en la Batalla del Samán el día previo al 17 de febrero de la Proclama que hoy quiero recordar.

Saltemos ahora 200 años, vengamos a la Plaza Urdaneta.

En los cortos días de este siglo, en el año 2002, tiempos de golpes de Estado, uno de los locos del pueblo, -violento-, de cuyo nombre no quiero acordarme por ahora, quien se declaraba fiel seguidor de uno de los bandos en conflicto, -el trastornado estaba con el Poseso; en la cumbre de su desvarío concluyó que el busto de la Plaza Urdaneta no era el de Bolívar, por tanto era el de un escuálido, había que ajusticiarlo. Y en lo más profundo de mi cofia guardo este recuerdo, fui testigo, vi a un desquiciado con la razón de un revolucionario, descabezar con un largo objeto contundente, la estatua del General Rafael Urdaneta, la misma estatua que hizo Leonel de Jesús Muñoz Bracho, Escultor, descendiente de la etnia aborigen de los Añü, del estado Zulia, quien inducido por Miguel Rivero, también artista plástico zuliano, quien durante una visita a Calabozo le comentaron que en esta ciudad existía una plaza Urdaneta, y que no tenía busto. Esta inquietud la llevó al Zulia el artista, y los zulianos respondieron obsequiando a este Llano el busto que en el 2002 fue decapitado por el orate revolucionario. Este grupo de zulianos murieron casi todos en un trágico accidente el 23 de julio de 1995, cuando viajaban para los actos protocolares del establecimiento del busto, hecho ocurrido en el trecho llamado Las Maravillas, el artista zuliano Leonel de Jesús Muñoz Bracho fue uno de los dos sobrevivientes, perdió una pierna y estrechó su amistad con esta tierra por las atenciones que le brindamos ante el accidente, y nos dijo Gracias obsequiándonos la obra Los Fundadores que está en la Redoma de la Avenida 23 de Enero, en la entrada de la ciudad. Los maracuchos planearon celebrar el 23 de octubre, fecha del cumpleaños del prócer, la estatua ya la había traído el artista plástico Miguel Rivero, 10 de los amigos maracuchos murieron en el accidente, pero contra esta adversidad la estatua fue instalada, en la inauguración Julio Portillo editó las palabras de homenaje. Pero el busto fue decapitado por un enajenado que se dice revolucionario, a quien mientan Cirio. Ante la ausencia del busto del homenaje al último presidente de la Gran Colombia, el maracucho Rafael Urdaneta, los calaboceños esta vez laboraron para Calabozo un nuevo busto. El Maestro Martín Funes guio a Jorge Wuanqi, artista peruano, discípulo del eminente escultor, para que hiciera un nuevo busto, y lo instalaron otra vez.

Pero.

Pero un mal día del 2014, en el entrar de una noche oscura, nóminos maleantes, innombrables y presuntos revolucionarios, presuntamente actuando bajo la dirección de Cirio, el loco violento, quien, -presuntamente, repito hasta redundar-, dictaba ordenes desde el Centro Geriátrico de Macaira, -como loco. Siguiendo precisas instrucciones secuestraron a Rafael Urdaneta. Los plagiarios no comunicaron nada acerca del destino de la imagen del prócer por un largo tiempo en que los calaboceños, y yo personalmente como guardián de la estatua, pensábamos que posiblemente eran capaces de seguir el conocido modus operandi de estos orates, con el cual ya se presentaron, y le cortaran la cabeza. Nos preguntábamos, ¿Su destino será el del busto de Sucre, que de su plaza fue sustituido en tiempos de la Presidencia de un llamado Carlos Andrés Pérez? Pregunta que se hicieron con callada protesta los calaboceños. Ante esta disconformidad callada de un pueblo, después que habían colocado en el puesto de Urdaneta una estatua a pie, que parece la de un oficial que complació en su ejercicio a los intereses de un Imperio Insular, que la más destacada actuación fue que en una escaramuza se escondió cobarde en un reducto... Simbólicamente a la Plaza de Rafael Urdaneta, -quien sí ofreció su pecho por la existencia libre de esta Patria-, la convierten en un reducto más. Recuérdese que “Reducto es una obra, bien permanente bien temporal, destinada a refugio…”).

Recordamos una frase del caraqueño Simón al maracucho Rafael, poco antes de morir dijo: "El no habernos compuesto con Santander nos ha perdido a todos". Simón José Antonio de la Santísima Trinidad Bolívar y Ponte Palacios y Blanco, se lo dijo a su gran amigo, el General Rafael José Urdaneta Farías, antes de iniciar su último viaje… Hoy, con la metáfora que nos permite esta poesía, acerca de las palabras del Libertador, podemos decir que Rafael y Simón somos tú o yo, y/o cualesquiera de ustedes… Pregunto, ¿Quién representa a quien nos pierde a TODOS en este teatro de socialismo? ... Me despido a la llanera y despedirme no quisiera, con esta palabra, SALUDOS. Que significa salud para TODOS, porque en el hospital que alcanzo a ver desde mis copos no hay médicos, y en la farmacia no hay medicinas. ¡Salud!.

Me despido más aún porque no encuentro manera, con un poema del mismo Historiador al que se ha hecho referencia, que contrapuntea con la idea de estos mismos orates que atropellan a Rafael Urdaneta, que atropellan la historia de Calabozo todo, con la loca idea de cambiar el nombre de Calabozo, porque según ellos le insinúa la idea de cárcel y pretenden rebautizarla con el penoso nombre de Ciudad de la Libertad, el poema dice:

CALABOZO


Hay un pueblo con forma de hoz.


Y corazón de árboles grandes,

que se los traga el calor:

del sol que pica,

de la tierra que nace con la muerte.


Caminaron … caminaron … caminaron.


Ese pueblo nació por cansancio:

Lo fundaron en febrero.


En desquite por sus heces,

la tierra les regaló:

… una flor entre los saetales.

Doña Carmen Ovalles

Juan flores zapata.

Doña Carmen Ovalles era la partera del Pueblo Abajo y más allá…..

Por mas de 20 años ejerció su Ministerio del Poder Popular para la salud y el bienestar de nuestras parturientas en San Juan de los Morros.

Era como un susurro. Una suave brisa de la mañana. No se sentían sus pasos. Nuestros padres nos enseñaron a pedirle la bendición. Desde el año 1940 6 ( seis) de cada diez sanjuaneros (as) nacimos en sus brazos de cariño y bondad Atendía a familias pudientes y a vecindarios pobres y pobrisimos Nunca cobro : lo que ustedes me puedan dar era el precio de su consulta. Todo el pueblo la lleno de amor y cariño.

Enseñaba fe , alma y caridad. Nunca una palabra fuera de tono. Al pedirle la bendición respondía ; Dios me lo bendiga y me lo favorezca y me lo haga útil y honrado. Amen… respondían nuestras madres. Mama Carmen y eso.. anda sola.. . No mijo con DIOS y la Virgen respondía en voz baja. Casi susurros.

Al verle llegar mi mama exclamaba Doña Carmen le voy a preparar un cafecito..no Maria , respondía, voy a Pueblo Nuevo que una paciente me esta manchando...hay que andarle rápido y como una burbuja de sol se perdía en la polvareda de la calle. Y debajo del brazo su paraguas del sol y de la lluvia. Era caminante del fulgor y del brillo permanente del amor hecho Dios. Pasito a pasito no había lluvia ni sol que la detuviera.

Tenia una fe profunda en la vida y la trasmitía. Sin escándalos sin bulla sin estruendo. No puedo mas ..gemía la parturienta y las palabras le salían llenas de lagrimas y ella le respondía.. no..no dale seguro , que tu eres una gran mujer. Descansa. Tu vas ver que si puedes Vamos…vamos ya va a salir y…. salía un ser humano lleno de vida y de gloria .Y al primer llanto de vida … Ya esta ¡¡ . Dios es muy grande mujer. Rápido pésame la vela a San Ramón y el agua caliente. Y sola llena de amor rezaba su

“ Padre Nuestro que estas en los cielos.. santificado sea tu nombre..” y una lagrima de satisfacción y amor debía llenarla de felicidad. En cientos de partos, normales y difíciles, nunca tuvo una perdida¡¡..

Una sociedad que se ha mostrado diligente para aplaudir y premiar a políticos que luego han resultados truhanes, ladrones y malandros, nunca se ha ocupado de señalar a pioneros de la Salud y de la Atención a nuestros humildes enfermos como Doña Carmen Ovalles y tantos otros. Su recuerdo sera una placa herrumbrosa, si acaso, en el cementerio de la ciudad.


Doña Carmen Ovalles era la partera del Pueblo Abajo y mas allá…..

Atendio cientos de partos normales y de alto riesgo nunca tuvo una perdida. Atendia las familias pudientes y le quedaba tiempo para atender a sectores pobrísimos Con su sombrilla atravesaba caminos de sol y lluvia. Lucianero, Sabana Grande, Cumbres, Don San Ramon Nonato y la Virgen Maria le acompañaron en el rezo oportuno y consolador siempre y nunca abandonaron a sus pacientes,. Por 40 años de servicios de esta noble Madre Publica..nunca una perdida. 40 dias de reposo, una cuarentena, y mucho cuidado con la dieta.. Que Dios la tenga en su gloria. Se lo merece. Una sociedad que se ha mostrado diligente para aplaudir y premiar a políticos que luego han resultados truhanes y malandros, nunca se ha ocupado de señalar a pioneros de la Salud y de la Atención a nuestros humildes enfermos , como Doña Carmen Ovalles y otros verdaderos apostoles de la bondad.

Vamos a rezar ; Padre Nuestro que estas en el Cielo …. Doña Carmen Ovalles era la partera del Pueblo Abajo y mas alla…..

Atendio cientos de partos normales y de alto riesgo nunca tuvo una perdida. Atendia las familias pudientes y le quedaba tiempo para atender a sectores pobrísimos Con su sombrilla atravesaba caminos de sol y lluvia. Lucianero, Sabana Grande, Cumbres, Don San Ramon Nonato y la Virgen Maria le acompañaron en el rezo oportuno y consolador siempre y nunca abandonaron a sus pacientes,. Por 40 años de servicios de esta noble Madre Publica..nunca una perdida. 40 dias de reposo, una cuarentena, y mucho cuidado con la dieta..



Que Dios la tenga en su gloria. Se lo merece. Se lo ha ganado.

Una sociedad que se ha mostrado diligente para aplaudir y premiar a políticos que luego han resultados truhanes, robones y malandros, nunca se ha ocupado de señalar a pioneros de la Salud y de la Atención a nuestros humildes enfermos , Su recuerdo sera una placa herrumbrosa si acaso,en el cementario de la ciudad.

Por mas de 20 años de sirvió al pueblo sin vacaciones, sin prestaciones , sin bonos, sin cesta ticket , sin días libres ni puentes … Ni el pueblo, ni nosotros que recibimos sus hermosos servicios , ni los gobiernos de ningún partido hemos sabido valorar los hermosos e invalorables de DOÑA con mayúsculas CARMEN OVALLES. . Mientras a políticos miserables, arpíos y robones se les dan placas y homenajes a esta Pionera de la Caridad Publica se le condena al numero herrumbroso, de una placa en el cementerio… si acaso.


Juan flores Zapata. Juanflores080@hotmail.com
0241-8342578