Herencia cerrera

En la foto mi papá Ramón Pérez, cuando cumplía sus 93 años

¡Qué triste fue la muerte de mi abuela!, exclamó todavía sin creer. Y, en pocas horas, armó una red de interconexiones de antepasados que terminaron en la historia de una parte de nuestra familia.


Por José Obswaldo Pérez

Las voces de los recuerdos avivaban en la memoria que surcaba en su mente evocaciones familiares. Entre un soplo de brisa veranera de Pascua de Resurrección, mi padre se ocupó de encender su sano juicio  y echo a volar su mente  como mariposas revoleteando al amanecer. ¡Qué triste fue la muerte de mi abuela!, exclamó todavía sin creer. Y, en pocas horas, armó una red de interconexiones de antepasados que terminaron en la historia de una parte de nuestra familia.


Mi padre Ramón Cenobio de la Santísima Trinidad [Linares] Pérez acabó su vejez discapacitado, gracias a una hipertensión no controlada que lo encegueceó. Pero su trágica condición la superaba por su neurastenia o hipocondría de no cree que le había caído la primavera en un estado de minusvalía que le quitó la mitad de la vida, como gustaba decir. Había nacido el 29 de octubre de 1928, en una Venezuela rural y empobrecida, gobernada por el dictador Juan Vicente Gómez (1908-1935). El hombre de la pezuña, como lo denominó don Rómulo Betancourt— el líder político que papá admiraba mucho—, el fundador del Partido Acción Democrática y que, después, la organización partidista fue catalogado como el Partido del Pueblo. Tiempo en que dos procesos históricos dominaban el período y extiende sus efectos hasta nuestros días: Los sucesos de la Semana del Estudiante y su secuela más perdurable, el surgimiento de un nuevo tipo de oposición en las voces de una generación de jóvenes que debutan en la lucha política. También, con el nacimiento de papá, se produce otro acontecimiento importante en la vida económica del país: el comienzo de la explotación comercial del petróleo, que sella la transformación de Venezuela en una nación minera, creándose una nueva visión de Estado y un modelo rentista que orientará la vida venezolana.
El lugar de su nacimiento fue el caserío Las Patillas, un viejo asentamiento histórico ubicado hacia la parte noroccidental de la población de Ortiz. Allí, en aquel vecindario, donde había echado las raíces fundacionales nuestro pueblo, creció como todo niño campesino aprendiendo y trabajando en las labores domésticas que marcaban la vida lugareña. Desde los 18 años se hizo arriero de ganado, fue su primer trabajo luego de vender dulces y conservas en el pueblo. Con el tiempo se superó, fue ayudante de topografía  y se convirtió en Operador de Maquinarias Pesadas, oficio con que se le reconoció toda su vida y con el cual ayudo honradamente a levantar a su familia.
Fue hijo de María Esperanza Pérez Salvatierra y de Martín Linares Báez, este último el abuelo que nunca conocimos porque murió antes que mis hermanos y yo naciéramos. De este ascendiente nuestro sólo hemos oído su mal carácter y su vida casi déspota. Sin embargo, siento una pena por él aunque sus genes han sobrevivido en dos de sus nietos. Creo que en Aida o en Wilfredo se replica ese mal temperamento de nuestro verdadero abuelo paterno que nunca lo vimos ni siquiera en un retrato o imagen fotográfica. Siempre para nosotros fue Juan Tovar, el segundo marido de nuestra abuela María Esperanza. Él era parapareño, natural de un sitio llamado Las Tunas. Jamás se casaron; pero, vivieron juntos por más de 50 años. Una pareja envidiable que comulgo en el respeto como seres humanos. De esta unión nació mi tío Reyes, cuyo nombre completo es Epifanio de los Reyes [Tovar] Pérez, quien vino al mundo el seis de enero de 1948 y fue bautizado el 19 de enero de ese año. Fueron sus padrinos de bautismo los esposos Narcisa Pérez y Ramón Rodríguez y la tía Victoria, Eligia Victoria [Tovar] Pérez, ya fallecida, quien nació el 23 de diciembre de 1945. Fue bautizada el 10 de febrero de 1946, siendo sus padrinos sacramentales los hermanos Perfecto y Socorro Díaz, o esta última nuestra vecina de casi toda una vida en Bucaral. Hijos de Felix Díaz, propietario del Fundo Corocito, cerca de Puepe. La tía Victoria casó con Pablo Curbelo, fundadores de la familia Curbelo Pérez.
De aquel abuelo retrechero sólo sabemos lo que nos ha contado nuestro padre y familiares cercanos. Como ya dije, se llamó Martín Linares Báez; quizás oriundo de la Villa o, también, de La Platilla o de Parapara; pero, seguro, era cerrero, de esa zona alta y de montaña dedicada a la agricultura donde pasó parte de su juventud. De aquella orografía mestiza, de colores cálidos donde el  paisaje moldea el carácter de sus hombres. Simona Báez, su madre, sí era parapareña (o de los Báez de San Juan de los Morros), perteneciente a familias agricultoras de la región. Fue hacia 1927,  cuando la abuela Esperanza –con 19 años— conoció al abuelo Martín en el Caserío Puepe. En ese entonces, aquella comunidad era un gran vecindario de Ortiz, donde los vecinos se dedicaban a las labores conuqueras. Pero, también, celebraban el tiempo de la abundancia, la fiesta de la cosecha, los tiempos de Cuaresma y la navidad.
De aquel rejunte, como decía en el Llano, nació mi padre Ramón Pérez (como ya dije su nombre de pila fue Ramón Cenobio de la Santísima Trinidad [Linares] Pérez), siendo su padrino don Nicanor Rodríguez—el famoso monaguillo Nicanor de Casas Muertas—; después vinieron en este orden un varón (fallecido en el parto), Berta Mercedes (nacida en Ortiz,  el 4 de abril de 1931 y bautizada el 16 de julio de 1941; fueron sus padrinos de bautismo Perfecto Díaz y Socorro Díaz). Más tarde, en el año 1933, la pareja de estableció en la Ciudad de Calabozo— en un intento por buscar nuevos aires y nueva vida—, en un sitio denominado La Horca- donde actualmente se haya ubicada la Represa-, donde tuvieron vega y casa de bajareque. Allí nace Martina,  el 3 de marzo de 1934, siendo bautizada en la Iglesia Parroquial de Todos los Santos de Calabozo,  el 15 de enero de 1935;  Lina (fallecida niña) y Pompeya (también fallecida niña). Nuevamente se regresan a Ortiz y aquí nacen Candelaria, casada con el oriental José Marcano —mi padrino de bautismo— y fundadora de la familia Pérez Marcano;  y Pablo Vidal, nacido el 4 de julio de 1938 y bautizado el 8 de abril de 1939. Fueron sus padrinos Martín Salvatierra y María López. De estos mencionados para cuando escribo sólo queda el tío Pablo Pérez, ya muy envejecido y enfermo.
Me han contado, según decía la abuela Esperanza, que el tío Pablo es el más parecido físicamente al abuelo Martín Linares Báez, por su carácter y por lo mal intencionado. No juzgaremos estas opiniones contra aquel anciano desconocido por quien mi padre sentía cierta nostalgia y tristeza a la vez, ya que no volvió a verlo más en su hogar. Decía mi papa que su padre decidió un día marcharse  de la casa después de una discusión con nuestra ascendiente. Dicen que eran contantes estas peleas familiares que mi abuela no lo soportó más. A mi abuelo Martín, entre su terquedad, tampoco no se dejaba curar una bronquitis crónica; esa que, finalmente, lo llevó a la tumba. Murió en San Juan de los Morros, en 1942. Solo y abandonado.
“Yo tenía 14 años cuando nos enteramos de la muerte de mi papa”, me contó mi padre,  entristecido una tarde veranera, meciéndose en su hamaca.

El oficial calaboceño Pedro Pérez participó en el quinto  asedio a Puerto Cabello, el 10 noviembre de 1823

El general Pedro Pérez había nacido en la Villa de Todos los Santos de Calabozo probablemente a finales del siglo XVIII (Rodríguez,2001) , fue testigo de todos los desmanes que realizaron los partidarios de la corona española por parte del oficial Eusebio Antoñanzas en esta región a los partidarios de la causa republicana, a partir de mayo de de 1812 y posteriormente José Tomás Boves que después de ser puesto en libertad ,empuñó las armas y seguir con las mismas atrocidades a su paso, por las distintas localidades donde combatía a los patriotas


Por José Manuel Aquino

 Una gran parte de la población de Calabozo, vieron con simpatía  el proceso de independencia, a partir de 1810  y después de los acontecimientos del 19 de abril de ese lapso de tiempo, se sumaron a todas las disposiciones e iniciativas  acordadas  por la recién creada Junta Suprema de Caracas. De igual manera admitieron con beneplácito la firma el acta de emancipación del gobierno de español  el  5 de julio de 1811, tanto las autoridades de su ayuntamiento como los  demás miembros de las instituciones del gobierno local. Así como también numerosas familias de esta comarca se acogieron a los ideales republicanos de libertad ,igualdad, prosperidad,seguridad entre los cuales se pueden indicar algunos de los siguientes apellidos :Hurtado,Delgado ,Parpacèn,Camacho de los cuales los historiadores han estudiado sus aportes a este periodo histórico; mientras otras personalidades que obtuvieron un momento de gloria en ese lapso de tiempo ,sufrieron  un olvido historiográfico. Uno de esos  casos es la del general Pedro Pérez.

Este prócer de la independencia venezolana, nacido  en la Villa de Todos los Santos de Calabozo probablemente a finales del siglo XVIII (Rodríguez,2001) , fue testigo de todos los desmanes que realizaron los partidarios de la corona española por parte del oficial Eusebio Antoñanzas   en esta región a los partidarios de la causa republicana, a partir de mayo de de 1812 y posteriormente José Tomás Boves que después  de ser puesto en libertad ,empuñó las armas   y seguir con  las mismas atrocidades   a su paso, por las distintas localidades donde combatía a los patriotas, como el enfrentamiento en el Paso de San Marcos en el rio Guárico, donde asesinarían al oficial Pedro Aldao y seguidamente en los combates del  sitio de la Puerta en 1813. Dando como  resultado la pérdida de la Segunda República, obligando a este oficial independentista Pedro Pérez, junto a otros guariqueños  a pasar al otro lado del rio Apure, para continuar lucha por la independencia.

La alternativa para estos  soldados partidarios de la causa republicana, principalmente los procedentes de Ortiz, Calabozo y San José de Tiznados a  continuar la lucha por la causa  republicana por los  llanos apureños, al conocerse las titánicas acciones emprendidas por José Antonio Páez con su ejército conformado de llaneros procedentes de la provincia de Barinas y las localidades  del Casanare neogranadino  desde 1815. Pedro Pérez  se incorporó a este contingente castrense al igual que muchos  guariqueños en ese lapso de tiempo como  Diego Parpacén, Hermenegildo y Antolín Mujica, Roso Vilera, Juan Ángel Bravo, Luciano Hurtado entre otros soldados. Su primera incursión de insurgente de importancia de este guariqueño fue la Campaña del Centro, que tenía como objetivo el Libertador  Simón Bolívar, llegar triunfante a la ciudad de Caracas en 1818.

Será  el día 6 de febrero de 1818, con la famosa  acción de la toma de las flecheras en las que  participó este oficial guariqueño Pedro Pérez, con otros 49 jinetes desnudos con las  sillas flojas y las gruperas sueltas, atravesar el rio Apure bajo las órdenes de  los coroneles Francisco Aramendi y Cruz Paredes para apoderarse  de las 14 embarcaciones que estaban en el apostadero de  la otra orilla (Páez, ), con la finalidad transportar la totalidad de los 4000 soldados y  pertrechos de guerra , sin alertar a los defensores de la corona española y  tratar de sorprender al general Pablo Morillo que estaba en Calabozo, bajo la mirada y asombro del Libertador Simón Bolívar y los miembros de la oficialidad que lo acompañaba.

     La actuación parcial de este prócer republicano fue reseñada por Tomás Antonio ´Domínguez, a finales del siglo XIX, en diferentes medios impresos para esa época ,de los cuales el historiador y miembro  de la Academia Nacional de la Historia, Telesco Mac Peharson, incorporó un ensayo de este autor, en su  Diccionario ,Histórico ,Geográfico ,Estadístico del Estado Miranda en 1891, permitiendo conocer   su  desempeño como militar al servicio de la república del cual la historiografía para ese tiempo no la había tomado en cuenta. En este artículo señala, que a pesar de  estar a las disposición de José Antonio Páez, este soldado conformó como miembro de la milicia que emprendió el viaje desde la aldea del Setenta, ubicada en las inmediaciones de la jurisdicción del Municipio  Muñoz, en el Estado Apure  a finales del mes  mayo de 1819, para  la campaña de la Nueva Granada comandada por el Libertador Simón Bolívar. Por tanto siguió, la  tormentosa ruta, de  cruzar el río Arauca, luego entrar a territorio neogranadino, con el fin de  pasar el llano inundado, hacia los Andes para llegar al corregimiento del a municipio de Paipa actual Departamento Boyacá (Mac Peharson, 1891.p 406)

      Participando  en los dos enfrentamientos de importancia en territorio neogranadino para culminar con éxito la Campaña de la Nueva Granada: la  batalla de Pantano de Vargas el 25 de julio de 1819, yendo detrás de los 14 lanceros a caballo que comandaba el coronel Juan José Rondón que iniciaron la remontada para vencer a sus oponentes en la refriega, y posteriormente  salir victorioso en el encuentro bélico del 7 de agosto de ese mismo lapso de tiempo en Boyacá (Mac Peharson,1891,p 406),  en el cruce del rio Teatinos por las inmediaciones de Tunja. Luego de salir triunfantes en ambas  contiendas  el Libertador Simón Bolívar  sigue su ruta triunfal a la ciudad de Santa Fe de Bogotá, y comisiona al coronel José Mirabal y al oficial Pedro Pérez guariqueño a la ciudad de Calabozo, con el fin de  requerir información de los acontecimientos  en esta región por donde estaba el general Pablo Morillo y el brigadier Miguel de la Torre y dar también la buena nueva de los laureles obtenidos en tierras colombianas. De esta manera, este destacado patriota participó en esa gran epopeya por estas tierras neogranadinas, junto a sus paisanos Hermenegildo  Mujica, Florencio y José Jiménez  Madrid, Julián Mellado de los cuales la historiadores han escrito sus hazañas, al igual que el nativo de Santa Rita de Manapire, Juan José Rondón sin que a este patriota se le haya mencionado su actuación por esa región.

     Este destacado soldado también participó en la cruzada más importante del proceso de independencia venezolano ,la Batalla de Carabobo el 24 de Junio de 1821, como  miembro de esa comitiva que estaba formada  para el combate  en la primera división del ejército patriota, a la disposición del general  José Antonio Páez, con quien también  siguió luchando a su lado hasta sacar definidamente con   la toma de Puerto Cabello en noviembre de 1823, formando  parte del contingente militar  de 1500 soldados, que estuvo   los primeros días del mes de noviembre de ese año en El Palito y de esta manera ser testigo ,ver partir a los soldados  de la corona española  en territorio venezolano .Luego  tuvo la misión de luchar contra la facción guerrillera  realista de los Güires en 1824,por el Alto Llano de la Provincia de Caracas al lado de prominentes jefes patriotas  como lo fueron los coroneles Judas Tadeo Piñango en Calabozo  y José María Zamora en Chaguaramas, (Andrade y Valderrama, 2010, p 5 ).

    Después de la disolución de la Gran Colombia  en1830, este destacado oficial patriota   seguiò activo en el ejército venezolano hasta 1840.Siempre  a la disposición de José Antonio Páez, para combatir  las diversas insurrecciones que se presentaron durante varios periodos presidenciales: la de 1831,cuando el general José Gregorio Monagas desconoce en Aragua de Barcelona, la Constitución Nacional  vigente para ese tiempo; igualmente estuvo en primera línea para aplacar a los sediciosos al mando de Santiago Mariño, Diego Ibarra Pedro Carujo, Pedro Briceño  Méndez  entre otros en la llamada Revolución de las Reformas ,que derrocaron al doctor José María Vargas en 1835  y luego peleó contra las revueltas de los hermanos Juan Pablo Y José Francisco  Farfán en 1837.

Para el ensayista y abogado Tomás Antonio Domínguez citado por Mac Pherson  (1973), el  general Pedro Pérez  fue un consumado defensor del modelo de gobierno  de corte centralista al comenzar la guerra civil en 1859,por tanto se opuso a los postulados  de los sistemas  federalistas y modelos económicos  de orientaciones liberales (Rodríguez,2001), al considerarlos no acorde para  la unidad de la nación. Después de pasar la turbulencia política  con la llegada de Antonio Guzmán Blanco en 1870 de la  década anterior, vivió los últimos años de su vida narrando sus momentos de gloria en Calabozo, gozando de vitalidad de un guerrero a pesar de llegar a los 80 años, para luego fallecer sin un reconocimiento significativo, por ser un soldado a carta cabal al servicio de la patria. Solamente tuvo la intención   de reconocerle  sus méritos, el doctor Ignacio Oropeza Blanco, al solicitarle que al morir, cortarle un brazo para embalsamarlo, con la finalidad   llevarlo a un Museo Nacional que se estaba conformando en la capital de la República en esos tiempos y así, se le recordase su trayectoria como gran soldado de la patria; pero a pesar de contar su aprobación, esta acción no se pudo materializar, motivado que  al momento de su deceso el galeno no se encontraba en la ciudad.

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