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Crónica de un último adiós




Puesto que polvo eres y a ser polvo tornarás

Génesis 3,


Por José Obswaldo Pérez

Las aguas del río El Castrero, en San Juan de los Morros, Guárico, recibieron calidamente y acompañadas de pétalos de rosas las cenizas de la profesora Irma Mendoza, en un gesto humano y sensible de sus familiares de dejar acá in memorian los polvos de quien en vida dedicó toda su querencia al Guárico; con ello se simbolizaba el último adiós y se cumplía un deseo que algún día ella había pronunciado.

Las exequias de la profesora Irma Mendoza, traídas por sus familiares de Caracas (especialmente por su hermana, la profesora Fanny Mendoza), fueron recibidas en la Biblioteca Pública Rómulo Gallegos; allí, un grupo de amigos, familiares, ex-alumnos, compañeros de trabajo y profesores, se trazo el destino de trasládanos al Balneario El Castrero, para finalmente presenciar el acto de esparcimiento de sus cenizas en el río, y así compartir su último adiós.

-Irma, no se ha ido. Irma se hizo luz, resumió en palabras tras palabras, uno de sus mejores amigos, el profesor Alexis Tosta. Sentencia que rompía aquellas imágenes, como ocurre siempre en nuestros íntimos momentos, cuando se presenta la pregunta acerca de la vida y la muerte. Tosta habló en nombre de los familiares y los amigos de Caracas.

Por su parte, el doctor Argenis Ranuarez- cronista municipal de San Juan de los Morros-, los hizo en nombres de sus amigos guariqueños, en nombre de la academia y de sus alumnos. “Del espíritu guerrero de Irma Marina Mendoza, queda y quedará, mientras cada uno de nosotros tenga un acto de fe; mientras uno de sus alumnos, de sus amigos, de sus compañeros de trabajo o de sus admiradores -entre de los cuales me encuentro- tengan vida, habrá Irma Marina Mendoza viva, viva en la presencia gratificante de la memoria”.

Su sobrino Miguel Pepe Mendoza fue el encargado de esparcir las cenizas de su tía Irma, en una cascada de agua cristalinas y sonoras de la una de la tarde, donde el viento suave abrazaba, cordial, los cuerpos de todos los que presenciamos el acto de desprendimiento, porque así nacemos y así morimos; socializamos, creamos lazos, amistades, tenemos familia, seres a quienes amamos más allá de la muerte, pero de quienes tarde o temprano hemos de desprendernos físicamente. Y volvía la reflexión íntima sobre la vida y la muerte entre quienes presenciamos ese acto de amor de la familia.

Ese mediodía, entre el agua de un río, el cielo y el sol, el suave viento llevaba las cenizas y el espíritu de nuestra querida amiga Irma; volaba y quizás algunos nos la imaginamos libre, ahí de pies junto a los otros, con el ruido de la cascada, y enfrente de una poza de aguas tranquilas. Las emociones iban, venían; mientras veíamos aquel pequeño salto recordábamos a Irma, sentíamos la mutua compañía al reconocer que en las cenizas regadas en el agua iba su espíritu y nos figurábamos su recuerdo, lo que de ella se nos queda en la memoria, cada quien con una parte de la Irma que conocimos.

El viento suave y el cielo, los rayos del sol apacible, fueron también compañía propicia para traer a nuestra imaginación los recuerdos que de ella teníamos, porque en el eterno tiempo que existe, los seres humanos tenemos el propio tiempo, el que nos toca vivir, para después quedar en el recuerdo, en la memoria de cada persona que nos conoció: los amigos, los familiares, los seres que nos amaron o que nos odiaron, cada uno de ellos se queda con un trozo de nuestra historia.

Quizás desde este día, la profesora Irma Mendoza amanece con el sol que se refleja en las aguas de El Castrero, o más allá en la vuelta de un riachuelo o las mismas aguas del río Guárico; o, en cualquiera partes de estas tierras anchas e inmensas, saludando a los hombres y mujeres que visitan este lugar y respiran su naturaleza, ese llano que, en los días de verano, es un horizonte infinito, pero en las tardes, cuando el horizonte y el sol se unen, se convierte en espejo de uno mismo; y ahí Irma tendrá un interlocutor incansable para seguir contando historias, que ya no estarán en las páginas de algún artículo o libro sino frente a nuestros ojos, cuando veamos el inmenso horizonte, porque las historias que leemos no son sólo las de la historiadora sino las que, al leer, nos leemos a nosotros mismos.

NOTA: Las exequias de la profesora Irma Mendoza fueron esparcidas en El Castrero, el día 25/11/2009, a eso de la una de la tarde. [full_width]
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Los vínculos familiares de don Simón Rodríguez en el Guárico colonial.

Dr. Felipe Hernández G.

Profesor Titular. UNESR


Durante el período colonial en Venezuela, la corona española ejercía dominio absoluto sobre la propiedad de la tierra. La propiedad territorial agraria se inició con las figuras jurídicas representadas por las Capitulaciones y las Mercedes de Tierra, expresadas en el repartimiento de Peonías y Caballerías entre los conquistadores, quienes estaban obligados a construir en los solares asignados, cultivar la tierra o realizar actividades ganaderas en el tiempo estipulado.


Para la segunda mitad del siglo XVI adquieren especial relevancia las ocupaciones de hecho de grandes extensiones territoriales, y a partir del año 1591 se intentó legalizar esta situación con los llamados remates y composiciones de tierras, precedidos por las respectivas denuncias de las tierras baldías o realengas ocupadas.

En ese sentido, en investigaciones sobre composiciones y venta de tierras en el partido de Santa María de Ipire durante el período colonial, se ha determinado que las más antiguas operaciones realizadas al respecto, corresponden a Miguel de Ledesma, quien actuando en nombre de Diego de Ledesma, el 02 de diciembre del año 1740, es reseñado vendiendo una legua de tierras de hato en las riveras del río Chivata. 
Casi dos años después aparece el nombre de un bisabuelo del maestro don Simón Rodríguez, se trata de don Mathías Rodríguez-Gil, quien efectúa el remate de unas tierras que fueron de su hermano Juan Rodríguez-Gil, así como la posesión de un hato de ganado mayor en Ipire y un rincón de tierra al lado de la quebrada de Santa Inés, eso fue exactamente, el 18 de enero de 1743. En la misma fecha, Pedro de Ledesma, efectúa el remate de un sitio de hato en Ipire. Y al año siguiente Joseph Becerra realiza otro remate en el sitio de Zuata.
En 1759, el citado bisabuelo don Mathías Rodríguez, realizó en medianía con su yerno Julián García, una nueva composición de tierras de pasto en jurisdicción de Ipire, entre la quebrada Santa Inés y Coporo. 
La genealogía de esta familia Rodríguez, según investigaciones realizadas por la historiadora Irma Mendoza, sería la siguiente:
Don Mathias Rodríguez-Gil nació en La Vega, Caracas, hijo de los canarios Juan Rodríguez Garbuso y Francisca Gil. Se casó en 1696 con Apolonia Díaz, natural de Buenavista (Tenerife – Islas Canarias), hija de los canarios Francisco Martínez y Polonia Díaz. Fueron padres de siete hijos, a saber: Juan de la Cruz, que fue casado con Josefa Duarte, Bartolomé, Rosa María que se casó con Francisco Manchal, María Pascuala que fue casada con José Esparragoza, Margarita casada con Florencio Rodríguez, Paula Polonia que se casó con Julián García, Miguel, y Antonio, Rodríguez Díaz.

Antonio Rodríguez Díaz fue casado con María Teresa Álvarez Carneiro, y son los padres Juan Rafael y Rosalía Rodríguez Álvarez.
El presbítero Juan Rafael Rodríguez Álvarez, quien según el obispo Mariano Martí (1998), nació en el pueblo de El Sombrero, el 09 de octubre de 1746, era doctor y bachiller en leyes antes de ser ordenado sacerdote, además de muy reputado letrado, que le valió para ocupar el cargo de Secretario de la Real y Pontificia Universidad Santa Rosa de Lima de Caracas. Su hermana doña Rosalía Rodríguez Álvarez, fue la madre del músico caraqueño Cayetano Rodríguez y de don Simón Rodríguez, según la mayoría de los biógrafos del maestro del Libertador.
En las biografías oficiales se indica que Rosalía Rodríguez Álvarez nació en Caracas el 25 de febrero de 1743, sin embargo, en investigaciones realizadas por don Manuel Aquino (1996), determinó que esta nació en El Sombrero, al igual que su hermano Juan Rafael Rodríguez, lo que es muy probable, a sabiendas que el Guárico todo pertenecía a la provincia de Caracas, y por lo tanto quien nacía en cualquier lugar de su jurisdicción, era por extensión caraqueño. Fue doña Rosalía, casada en primeras nupcias en 1759, con don Alejandro Aseste y Reina, de quien enviudó en 1765. De esa unión procrearon una hija de nombre Petrona Aseste y Reina-Rodríguez, quien se casó con Francisco López, hijo del pintor Juan Pedro López, convirtiéndose así, en concuñada de los músicos Manuel Sucre y Bartolomé Bello, padre de don Andrés Bello.
Simón y Cayetano, nacieron, respectivamente, en 1771 y 1774, durante la viudez de Rosalía, quien en 1799 fungió de fiadora del presunto padre de estos, Alejandro Carreño, en la hipoteca de una casa en La Candelaria, Caracas.
Quizá desencantada porque Alejandro Carreño optó por los hábitos sacerdotales en lugar del matrimonio, Rosalía contrajo nupcias nuevamente en 1780 con Ignacio Abay, de quien tuvo otra hija, de nombre María Josefa Joaquina Abay Rodríguez, nacida en 1781. Infiere el historiador Alberto Calzavara (1987), que doña Rosalía Rodríguez residió en Caracas hasta 1792, año en que viajó a Santa María de Ipire, donde falleció en 1799. Lo que permite inferir, que la madre de Simón Rodríguez fue enterrada en el pueblo de Santa María de Ipire, o en alguna capilla en su hato Mahomito o en su jurisdicción. Es muy probable que Rosalía Rodríguez haya vivido en Santa María de Ipire entre 1792 y 1799, es decir, durante siete años, seguramente en Mahomito. A su muerte tenía 56 años de edad. 
En un censo de población de Santa María de Ipire efectuado en 1781, aparece reseñada una mujer de este nombre (Rosalía Rodríguez) como dueña del sitio de hato Mahomito, y en el año 1800, su hija Petrona Aseste y Reina-Rodríguez de López, extendió un poder a los santamarieños Ignacio y Manuel Balza, para que hicieran la repartición de los bienes dejados por su madre Rosalía Rodríguez en Santa María de Ipire.
Se cree que el presbítero Juan Rafael Rodríguez Álvarez, nacido en El Sombrero y hermano de Rosalía, influyó de manera decisiva en la formación del ilustre pensador caraqueño, por cuanto fue él, el responsable de su cuido, guía y educación.
Como se puede ver, el bisabuelo de Simón Rodríguez: don Mathías Rodríguez-Gil, el abuelo: don Antonio Rodríguez Díaz, sus tíos abuelos: Julián García y su esposa Paula Polonia Rodríguez Díaz de García, y su madre: Rosalía Rodríguez Álvarez, fueron propietarios de tierras y hatos en jurisdicción de Santa María de Ipire en el Guárico Colonial, donde probablemente fue enterrada. Además el hecho que su tío Juan Rafael Rodríguez Álvarez y su madre hayan nacido en el pueblo de El Sombrero es un indicativo que también tuvieron propiedades en su jurisdicción durante el período de la colonia y ss.  


Correo: 
felipehernandez56@yahoo.es

REFERENCIAS 
AQUINO D. Manuel. (1996): Los Rodríguez de Don Simón. San Juan de los Morros: Diario El Nacionalista. P. 6. 
BRITO FIGUEROA, Federico. (1961): La Estructura Social y Demográfica de Venezuela Colonial. Caracas: Tipografía Venevas, c. a. 
CALZAVARA, Alberto. (1987): Historia de la Música en Venezuela. Caracas: Fundación Pampero. FUNDACIÓN POLAR. (1990): Diccionario de Historia de Venezuela. Caracas: Editorial Ex Libris. LARA, Gabriela. (2009): La Educación en tiempos de Simón Rodríguez. En: http://historiografias.blogspot.com/2009/11/la-educacion-en-tiempos-de-simon.html MARTÍ, Mariano. (1998): Documentos relativos a su visita a la Diócesis de Caracas. Caracas: Biblioteca de la Academia Nacional de la Historia. 
MENDOZA, Irma Marina. (2006): Composiciones y venta de tierras en Santa María de Ipire. Santa María de Ipire: III Encuentro de Geohistoria de Santa maría de Ipire. RANGEL P. Egilda e Irma M. MENDOZA. (2008): El mantuanaje caraqueño en los llanos del Guárico Colonial. Aproximación a su estudio. Valle de la Pascua: XII Encuentro de Cronistas e Historiadores del Estado Guárico. 11, 12 y 13 de abril de 2008. RODRÍGUEZ, Adolfo. (1998), Historia de la Tierra de Ipire. San Juan de los Morros: Fundación Guariqueña para la Cultura. Ediciones Sabaneras No. 3. Gráficas Los Morros, c. a. 
RODRÍGUEZ, Adolfo. (2009): Parentescos Familiares de Don Simón Rodríguez en el Estado Guárico. Publicado en: http://fuegocotidiano.blogspot.com/2009/02/parentescos-familiares-de-don-simon.html 
ROJAS, Reinaldo. (2005): Simón Rodríguez: Ese desconocido. En: Hechos y Personajes de nuestra Historia. Barquisimeto: Fondo Editorial Buría. Zona Educativa del estado Portuguesa.
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Un adiós a Irma

El amor de Irma por el Guárico fue infinito, desde el año 1999 aquí se aquerenció, casi toda su acción investigativa en el campo de la historia la encausó hacia la Historia Regional y Local del Guárico. Como paleógrafa oficial en el Archivo General de la Nación, fueron muchos los guariqueños que acudieron a ella, para reconstruir cadenas titulativas de la propiedad territorial en esta entidad, a quien pudo ayudar, lo ayudo, con tesón, con desprendimiento, sin otro interés distinto al de servir. Así fue su vida.


por Felipe Hernández G.
Cuando muy temprano en la mañana del miércoles 11, los amigos Egilda Rangel Porras, primero y Arturo Álvarez D’Armas después, me enteraron de la muerte de Irma Mendoza, lo primero que acudió a mi memoria fue la confesión de San Agustín: “Como es la vida, así es la muerte”. Porque Irma Mendoza murió como vivió ¡luchando! ¡Soñando!. Ya lo dijo el poeta Virgilio, “El sueño es hermano de la muerte”. Es miércoles 11 de noviembre de 2009, horas antes, a la 1 y 45 minutos de la madrugada, en el Hospital Clínico Universitario de Caracas, después de una tenaz batalla por la vida, se nos fue Irma Marina, como le gustaba que le llamasen. Educadora por vocación y convicción e historiadora de profesión y oficio de acrisolados quilates. Ante el dolor que produce la partida, escribió Baudelaire, que “el tiempo devora la vida”, y afloran los recuerdos de lo que se ha vivido. En esta infausta hora, cuando la tristeza por la amiga ida nos asola, solo recordar parte de su trayectoria vital para la posteridad, alienta. Así, recordamos que a Irma la conocimos en el año 1986, cuando se desempeñaba como presidenta de la Junta Calificadora Nacional del Ministerio de Educación. Desde entonces comenzamos a tratarnos y se inició una larga y fructífera amistad, que se prolongó en el tiempo y se acrecentó en el afecto.

Nos encontramos nuevamente en los pasillos y en las aulas del Centro de Altos Estudios Alejandro de Humboldt de la Universidad Santa María en Caracas, donde realizamos el doctorado en Historia, que condujo sabiamente la mano y el pensamiento del eminente historiador y gran venezolano que fue el doctor Federico Brito Figueroa, y otros preclaros maestros como Alfonso Rumazo González, Manuel Pérez Vila, Pedro Felipe Ledezma, Juan Bautista Fuenmayor, Ramón A. Tovar, Nikita Harwich Vallenilla, Ramón Lozada Aldana, Reinaldo Rojas, Raiza Vivas de Daza, Carmen Saín de Gutiérrez, y otros. Ahí se consolidó la amistad, y a ella se sumaron amistades comunes como la de Miriam Meza de Borges, María Egilda Rangel Porras, José Marcial Ramos Guedez, Manuel Carrero, Nidia Cárdenas, José María Surga, Blanca Sánchez Blasco, Elsa Barrios Romero, Damelis Yegüez, Elis Freitas, Lucila Lista, Blanca Montoro, Emma Martínez, Cecilia Vivas, Diógenes Molina, y muchos más.

Volvimos a encontrarnos cuando ocupó la Secretaría de Educación y Cultura del estado Guárico en el año 1999, durante la primera gestión como gobernador de Eduardo Manuitt Carpio, la conseguimos haciendo equipo con la profesora Belkys Figuera Carpio. De ahí, por solicitud del para entonces rector, doctor Federico Brito Figueroa, pasó a la Universidad Rómulo Gallegos, como profesora de Postgrado en la maestría en Historia, donde junto con el doctor Elis Mercado, formó un gran equipo que permitió abrir y consolidar las maestrías en Historia en San Juan de los Morros, Valle de la Pascua y Altagracia de Orituco. Por expresa solicitud suya, formamos parte de ese equipo; fue y ha sido arduo el trabajo; de ahí han egresado un significativo número de postgraduados en Historia, profesionales guariqueños que son, en buena medida, hechura de Irma.
Téngase entre ellos, en San Juan de los Morros, a: Jeroh Juan Montilla, Mayerling Colmenares, Adriana De Abreu, Gledys Da’ Silva, Aura Marina Betancourt, Pablo Pérez, Aura Gómez, Oneida Martínez, y otros. En Ortiz: José Obswaldo Pérez Ascanio. En Calabozo: Ubaldo Ruiz y Eduardo López Sandoval. En Valle de la Pascua: Mélida Loreto de Díaz, Rosa María Álvarez, Carmen Diamora García, Antonio Campos, Maritza Márquez, y Yusdalis Celis. En Las Mercedes del Llano: Sorángel Ruiz Castro, Orietta Ortiz Mendoza y Xiomara Romero Abas. En Zaraza: Marlin Acosta y Lisbeth Rondón Rengifo. En Tucupido: Yamira González. En Altagracia de Orituco: María Luna. En El Socorro: Nervis Carpio. En Santa María de Ipire: María Mercedes Sarmiento Márquez; y en San José de Tiznados: Mariali Gondelles Bolívar.
Fue largo el surco de semillas sembradas por Irma en el Guárico, muchas de ellas florecientes y dando frutos, otras por florecer. A muchas nos tocará encausarlas para que germinen sus trabajos finales de grado. Ella hizo lo suyo. Era su sueño.
El auditorium y la Casona Universitaria, son mudos testigos de los pasos de Irma Mendoza, de las sesudas asesorías y de las importantes investigaciones historiográficas sobre el Guárico todo, que de ahí salieron, todas asesoradas por ella.
No sólo como profesora del Postgrado en Historia dictó cátedra Irma. Aquí en Guárico también lo hizo como investigadora, ponente y conferencista en encuentros, congresos, seminarios, conversatorios, coloquios y jornadas llevados a cabo en nuestra entidad. Muchas veces la acompañamos, en otras coincidimos, y a otras envió su ponencia para que la leyeran. Así, siempre nos alentó y nos acompañó en todos los Encuentros de Historiadores y Cronistas Guariqueños realizados en Valle de la Pascua, no faltó a ninguno. Pero también la vimos en Calabozo, en Camaguán, en San Juan de los Morros, en San Sebastián de los Reyes, en Chaguaramas, en Las Mercedes del Llano, en Ortiz. Ahí quedan sus ponencias. Investigaciones realizadas con gran rigurosidad, donde observamos un particular conocimiento y una especial maestría en el uso metodológico de la ciencia de la historia, aplicando las categorías de totalidad y lo interdisciplinario en la goehistoria guariqueña. Fundamentaciones hechas con información y documentos de fuentes de primera mano, obtenidas en el Archivo Arquidiocesano de Caracas, el Archivo General de la Nación, la Academia Nacional de la Historia, el Registro Principal del estado Guárico y de sus municipios, entre otros.

De ahí salió su ensayo "Presencia de la mano de obra esclava de origen africano en el Guárico colonial. Siglo XVIII", publicado en: Resonancias de la Africanidad. Libro escrito a cuatro manos con Marcial Ramos Guédez, Marisa Vannini de Gerulewicz y Jesús García, y publicado por el Fondo Editorial del IPASME, en el año 2005.También en la prensa regional dejó su impronta, son muchos los ensayos, crónicas y artículos publicados en los diarios El Nacionalista, La Prensa del Llano, La Antena, y en otras publicaciones regionales.

Considero que Irma Mendoza y Arturo Álvarez de D’ Armas, cada uno por su lado, son pioneros de los estudios sobre la negritud y la africanidad en el Guárico, cuando nadie hablaba de la presencia esclava en estos confines, levantaron ellos su voz y comenzaron a escribir. Está vivo en nuestro recuerdo el homenaje que en su honor organizaron Arturo Álvarez D’ Armas y Jeroh Juan Montilla, fue en el Teatro de Bolsillo de la Casa Artesanal, en la calle Róscio de San Juan de los Morros, el día viernes 11 de julio de 2008. Le correspondió el honor de leer el discurso de orden, al doctor José Marcial Ramos Guédez, un discurso sentido, como solo puede hacerlo un amigo, conocedor de la vida y la trayectoria académica y profesional de la homenajeada, todo un maestro. Y de moderador fungió Jeroh Montilla. Todavía retumba en mis oídos, la voz grave, como de trueno del doctor Argenis Ranuarez Angarita, “¡Aquí estoy Irma Marina! Vengo a rendirte homenaje…”, sencillamente magistral. Adolfo Rodríguez, presentó una hermosísima semblanza que tituló: Irma Mendoza: Una emoción al servicio de la Historiografía Llanera. Edgardo Malaspina, al final de sus palabras, en un gesto de caballerosidad, le entregó un hermoso ramo de flores. También estuvimos y hablamos: Oldman Botello, Miriam Meza de Borges, Ubaldo Ruiz, Oneida Martínez, y Fabiola Bolívar. En mi ponencia, además de un exordio sobre la dimensión humana e intelectual de Irma Mendoza, leí una semblanza biográfica sobre monseñor Rafael Chacín Soto, en razón que ella siempre me manifestó su interés como investigadora por este polifacético sacerdote, de quien decía, “se había escrito y estudiado poco”, especialmente sobre su personalidad y su obra, así como sus aportes a Valle de la Pascua y al Guárico. Consideraba que era una tarea pendiente. Del Padre Chacín después volvimos a hablar muchas veces, dado su interés porque se conmemorara su centenario en el año 2010. En líneas generales, el homenaje fue un acto sencillo, ameno, como en familia, muy sentido. Homenaje en vida, como debe ser.

El amor de Irma por el Guárico fue infinito, desde el año 1999 aquí se aquerenció, casi toda su acción investigativa en el campo de la historia la encausó hacia la Historia Regional y Local del Guárico. Como paleógrafa oficial en el Archivo General de la Nación, fueron muchos los guariqueños que acudieron a ella, para reconstruir cadenas titulativas de la propiedad territorial en esta entidad, a quien pudo ayudar, lo ayudo, con tesón, con desprendimiento, sin otro interés distinto al de servir. Así fue su vida.

Hoy ha arribado al puerto de todos los dolores, como católica y fiel devota de la Virgen del Carmen, acude a su cita con el Creador, nos queda su accionar de docente e historiadora comprometida y militante, traducido en el importante legado, que lo constituyen su ejemplo, sus enseñanzas, su obra, que perdurarán en el recuerdo de quienes fuimos sus amigos, sus compañeros de sueños y esperanzas, de quienes fueron sus alumnos, y de todos aquellos que la irán conociendo a través de su obra escrita legada a la posteridad. Quizás sin saberlo, Irma hizo de la vida un combate, y se enfrentó a ella con amor, que es el arma más poderosa, según el decir de Aldous Huxley. Eterna paz. En Valle de la Pascua, a los 11 días del mes de noviembre del año 2009.

Dudas y Certezas

La humanidad ( entendida como aquello que somos tu y yo ) vive la vida entre un "Gloria a Dios en las alturas" y un "Gloria al Hombre en los abismos". Vida que vivo yo entre la colisión cósmica de dos concepciones opuestas entre sí. ................................................................................................................................................ Por Daniel R Scott
A mi sobrina Maria E. Scott, licenciada en Filosofia egresada de la UCV
y eterna testigo de mis perplejidades.
"Quizás el clímax de la compasión de los intelectuales cristianos sería orar por el físico atómico que puede escindir el átomo pero ignora la música de los Salmos o la vigorosa prosa de los pasajes de la Pasión ( Calvin Miller, en "Sed de Significado" )
La humanidad ( entendida como aquello que somos tu y yo ) vive la vida entre un "Gloria a Dios en las alturas" y un "Gloria al Hombre en los abismos". Vida que vivo yo entre la colisión cósmica de dos concepciones opuestas entre sí. ¿Cuál camino escoger cuando el humo de los destrozos y de los escombros se haya disipado por completo y vuelva a brillar en los cielos el sol, la luna y las estrellas? Vida dividida entre dos mundos, entre los reinos de la luz y la oscuridad. Un pensar en Dios cuando estoy en ti, un pensar en ti cuando estoy en Dios. El aroma de tu piel indígena y el aroma de los cirios de Dios siguiendome a todos lados, sin darme tregua ni dejarme vivir en paz. Dolorosa escisión del alma y de los afectos más íntimos. Tortura de todo aquel que se sepa pensante y le dé por pregonar ideas e ideales: extender la mano inquieta al fruto prohibido. No es el fruto lo peligroso para el hombre y para la historia, sino el acto físico y mental de extender los dedos sedientos de conocimiento y placer. Y día a día, quizá sin saberlo, somos expulsados una y otra vez del huerto del Eden. Lo dijiste tú, viejo filósofo de seminarios y universidades, hijo legítimo de los instintos del siglo: el conocimiento pleno y verdadero se resume en un simple e inofensivo "Saber con sabor", pero ¡cuánto nos ha costado esa simple formula! Es una formula pequeña en extensión como las de Einstein, pero que genera explosiones de hongos nucleares cuando se lleva a la práctica. ¡Cuanto nos ha costado! ¿Es la sabiduria sorber hasta la médula todo lo que el mundo oculta y ofrece? Si acaso fuesemos sóphos de cuerpo y alma, estaría muy bien, pero siempre acarreamos ruina, dolores y desgracias con las locuras de esa libertad que no conoce barreras ni frenos. Prefiero la intuición y la prudencia que el "saber con sabor"
II
La verdad trascendente y suprahistórica, para serlo y poder pasar como tal en los hormigueros humanos de los siglos, no tiene que estar necesariamente comprimida entre los chatos hechos verídicos del llamado acontecer histórico verificable que los libros registran en sus páginas. ¡Que triste manera de concebir las crónicas del hombre! Es allí donde fallaron los marxistas de la Europa oriental. A Marc Chagall lo marginaron en Rusia por pintar vacas que vuelan y el "realismo socialista" ni era realismo ni era socialista. Ignoraron los poderes liberadores y creadores del espiritu y de la imaginación a la hora de relatar toda acción humana. Existe mucho de falaz en el nucleo de una historia real y mucho de auténtico en el espíritu de una invención humana. Por eso, yo le doy más crédito a la Biblia del pueblo hebreo que a "Algo de mi vida" de un Erich Honecker.
III
Fría noche de cielo invernal. Ya dejó de llover. La luna y una estrella se asoman y evaden por un boquete que dejan las nubes preñadas de agua y relámpagos. En las soledades de la medinoche, alguien camina en busca de una farmacia de turno. Salta sobre los riachuelos de barro y basura dejados por la lluvia de hace unos minutos. Ese alguien -nadie lo sabe- dialoga con Dios. Un Dios en el que, en raros momentos de escepticismo, no desea creer. Pero no puede evadirlo, no puede huir de Él. ¿Es Dios mito, mentira, hipótesis imperfecta? ¿El opio de los pueblos de Marx? ¿El licor idiotizante de Lenín? Igual da: no puede huir de Él. Es como huir de esa brisa de lluvia que moja el rostro. Nadie oyó a ese alguien musitar con esos labios que se mueven silenciosos: "Con boca cristiana y corazón pagano te invoco desde los atrios de tu creación. Las litúrgicas gotas de agua aderezan mi oración. Dime: ¿donde estás? ¿Llenas la creacion con la plenitud de tu presencia o solo moras en los corazones de unos pocos hombres buenos? Responde: ¿Te ocultas travieso detrás de las constelaciones o cabalgas invisible sobre los lomos de aquella estrella que parpadea silenciosa su lejanía de años-luz? ¿Es la luz de la luna la sonrisa de tu semblante velado? Pero responde: ¿He de buscarte ávido en las páginas de algún texto sagrado? A veces nada parece ya tan claro como lo fue ayer, cuando la santa credulidad era la armadura que guardaba mi pecho y la aureola de mi cabeza. Y, no obstante, sigo pensando en tu esencia como algo tan vasto e inconmensurable que todo lo llena y desborda, como los mares indomables llenan el lecho marino. ¿Sabes? No deseo las cosas que desgastan los años del tiempo, ni los cargos que encumbren hasta el ridículo mi vanidad, ni las riquezas que llaman a la falsa adulación humana, ni las hazañas gloriosas que grabadas queden en los milenarios bronces de la memoria colectiva. Dame mas bien el rango y la jerarquía de ser llamado hijo tuyo, la dicha infinita de sentir en la piel de mi alma un solo pero eterno roce de tu amor. Si existes ( cosa que a veces dudo ) calma la quieta tormenta de mi soledad existencial, sacame del frío y vacío foso del universo, dandome la inagotable abundancia de tu eterna compañía.
IV
Somos esclavos ciegos de una barata erudicción patentada en los laboratorios del escepticismo humano. El siglo XX nos dio la ciencia y la técnica, pero nos arrebató el espíritu, la posibilidad de creer más allá de lo que hay o vemos en el universo Algo me dice y asegura que no lograremos con ese trueque sobrevivir ni alcanzar la ilusion de la dicha. ¡No es otra cosa que oropel disfrazado del oro más fino! Toda encrucijada vital e ineludible en esto se resume: creer sin ver o razonar con evidencias. Yo prefiero creer iluminado por las teas que brotan del alma, sin prestar atención a ninguna evidencia externa a mi ser. Te digo "¡Cree!" La pura y simple palabra "creer" es el mensaje redentor. ¿Y que cosa es creer dirás? Pues creer que Dios es "luz de mi corazón y pan de mi alma, fuerza que fecunda mi ser y los senos de mi pensamiento" ( San Agustín ) Dejar de luchar, bajar la guardia, desarmarnos de toda especulación estéril. Saborear el dulce néctar de aquella fe ancestral que nada investigaba y que recibía a Dios en la serenidad del espíritu. ¡Un descansar en la palabra "creer"! Y yo creo.
V
Peregrinar y entrar por los atrios de la fe sencilla y sin ostentación del hombre descalzo y sin letras que supo el secreto de hacer de su Dios una catedral, ejercitar pacientemente el espíritu en las ciencias ocultas de la devocion que nada pregunta y que de rodillas besa al infinito. Hacer de un "¡Aleluya!" las paredes de oro y mármol que alberguen mi existencia y me de las alas infatigables que me remonten a las cumbres inaccesibles de esa existencia que la sabiduría humana no pueda ver o conocer. Mi anhelo, la meta única y suprema de todos mis sentidos juntos es decir: "Te ruego me muestres tu gloria" ( La Biblia)