El lugar del nacimiento


Juan German Roscio nació en el hato de la familia, en una zona aledaña de la Parroquia San Francisco de Tiznados. La posesión estaba ubicada geográficamente en un sitio llamado La Guamita- aún hoy es un viejo topónimo-, a unos cinco kilómetros de la referida comunidad.


Por José Obswaldo Pérez


Una documentación judicial ubicada en el Archivo Principal de San Juan de los Morros nos permite valorizar con nuevas miradas la trama social sobre los títulos de propiedad de La Guamita, el lugar donde nació Juan Germán Roscio. Especialmente porque este expediente nos ha permitido no solamente hacer un análisis documental sobre dicha posesión-un fundo dedicado a la cría de ganado vacuno y caballar fundado en el siglo XVIII-, sino que también desentraña aspectos de la vida de los herederos, registro que en octubre de 1960, el historiador José Antonio Armas Chitty dio con este legajo compuesto de varios folios.
Este bien fue adquirido por don Juan José Roscio, en el tiempo de sus vínculos comerciales con hacendados de la zona. Estaba ubicado al norte de San Francisco de Tiznados, uno 5 kilómetros del pueblo (Botello, 1998; p.95). Constaba de tres leguas de tierra determinadas por los linderos que se especificaban de  la siguiente manera: Norte: Paso Real de Quebrada Grande, Loma Alta de la Batea, Portachuelo de la Guayabita, Salto de Coronado, Salto Hicotea, al Salto de Palambra. Sur: Paso Real de Changuango, a Boca de La Ceiba. Naciente: Boca del Sapito, Agua Arriba del Río Mapire hasta el Paso Real de Quebrada Grande. Poniente: Cerrito del Obispo, Ojo de Agua, al Paso del Changuango.
La posesión estaba ubicada geográficamente en un sitio llamado La Guamita, aún hoy es un viejo topónimo en la Parroquia de San Francisco de Tiznados, municipio Ortiz. Su nombre corresponde al diminutivo de Guama, según nos ha explicado el acucioso investigador don Arturo Álvarez D´ Armas, autor del trabajo Apuntes sobre el Estudio de la Toponimia Africana en Venezuela, donde expone que el vocablo guama proviene de Couama , el cual “es una fibra producida en Segal y en la zona del Cauca (Colombia). Guama es apellido. En Brasil, en la ciudad de Belém do Pará, existe un río y un suburbio con el nombre de Guamá” (1981; p. 12). El nombre del lugar deriva del fruto del guamo y es un fitotopónimo de la familia de las leguminosas Inga sp, un árbol inerte, coposo y ramoso.
Al morir la viuda doña Paula María de Nieves, ésta autorizó a su yerno Juan José Meléndez y Pereira “para hacer las competentes particiones” de sus bienes a sus hijos herederos. Sin embargo, no fue necesario realizar el reparto por cuanto los sucesores masculinos decidieron donar sus derechos a su hermana doña Paula María Roscio Nieves. Argumentaban Juan Germán y José Félix Roscio, entre otras cosas, que doña Paula era su única hermana, la cual estaba carga de hijos y, principalmente, porque ellos habían disfrutado de aquel bien. El traspaso y la donación se realizó en 1803, tal como lo explica en la certificación expedida el 12 de octubre de 1819 por el Teniente Coronel de las Reales Ejecitos y Comandante Militar del Pueblo de San Francisco de Tiznados, don Julián Nieves.
Además, este hecho lo corrobora la propia Paula quien dice que la herencia fue otorgada antes de la insurrección independentista. Contaba con varias piezas de esclavos, algunos fueron utilizados por el general realista José Tomas Boves para incorporarlos a su ejército. Cuenta doña Paula María Roscio que tres de ellos, dos habían  sido separados de la milicia por inválidos y se mantenía vivos; mientras otro había muerto en batalla. Así lo testifica más tarde su hija, en un documento “… Desde que mi madre falleció, he mantenido y mantengo en mi poder las piezas de esclavos que esta dejo, sosteniéndolos con mí agencias tanto estos como como lo que se han procreado después…”
En  el Registro Subalterno de Villa de Cura, se localizan venta de esclavos de dicha Paula hacia 1844 y 1845. En un testimonio, la hija de los Roscio solicitaba escritura de venta de un esclavo llamado Marcos, “mi criadito” que vende a don Ascensión Arana, un vecino de San Francisco de Tiznados, en 150 pesos.
En aquel hato, el viejo don José Roscio contrajo nupcias con doña Paula María Nieves, mestiza,  natural de La Victoria e hija de don Juan Pablo Nieves quien era dueño de extensas tierras en la región tiznaeña. Paula María “por descender de india, acarreó a su hijo [Juan Germán Roscio] el inconveniente para su ingreso al Colegio de Abogados” (Rodríguez, 1981). Allí, también, nacieron sus seis hijos. Sin embargo, a partir de 1836, la hacienda fue heredada por doña Juliana Meléndez de Yánez y sus sucesores. Juliana y sus hijos, entre ellos Encarnación Yánez Meléndez, estaban a cargo de la administración de fundo.
El 26 de julio de 1865, Alejandro Yánez Meléndez, hijo de Juliana, representado a su madre antepone un escrito ante el Juez Departamental de Ortiz, Buenaventura Martínez     Monasterio, donde solicitaba “instruir una justificación de testigos” para aclarar los linderos de la hacienda que erróneamente fueron omitidos en los testimonios de 1819. En el documento se pide a los evacuados a declarar sobre tres puntos fundamentares:1) los orígenes familiares de doña Juliana, 2) constar la herencia de aquel bien, 3) manifestar si los tíos de doña Juliana, cedieron su parte de la herencia a su madre.
Para esta oportunidad, el juez aprobó evacuar las pruebas, donde testifican como testigos Juan José Delgado, mayor de 77 años de edad; Ramón Acuña, mayor de 45 años; Tiburcio González, de 55 años; Domingo Carruido, de 45 años  y Crisóstomo Jiménez, de 60 años. Todos vecinos de Distrito Santa Catalina de Sena de Parapara. Los cuatro primeros eran labradores mientras el último era de profesión criador, quienes bajo juramento reconocieron los respectivos linderos de la posesión.
Los últimos herederos de la Guamita fueron los hermanos Encarnación y Alejandro Yánez Meléndez, al parecer los dos únicos hijos de doña Juliana. Encarnación fue agricultor y funcionario público; fue miembro de la Junta Parroquial de San Francisco de Tiznados. Contrajo matrimonio en la Iglesia Parroquial de Santa Rosa de Lima de Ortiz, el 28 de noviembre de 1866, con Josefa Romero Báez, hija de Tomás Romero y de Juana Báez. Fueron testigos de la boda Evangelista y Eduviges Romero. Mientras Alejandro esposo en 1870 con Dolores Romero Báez, con descendencia.

Bibliografía
ARCHIVO PRINCIPAL DE SAN JUAN DE LOS MORROS.
ÁLVAREZ D’ ARMAS, ARTURO (1981). Apuntes sobre el Estudio de la Toponimia Africana en Venezuela. San Juan de los Morros:
PARRA MARQUEZ, HECTOR (1971). El  Dr. Juan German Roscio. En; Boletín de la Academia Nacional de la Historia: Volumen 54, Números 213-216, p.30.
BOTELLO, OLDMAN (1998). Los Tiznados. Orígenes de San Francisco y San José de Tiznados. Caracas: Congreso de la Republica. Ediciones de la Cámara de Diputados.
RODRÍGUEZ, ADOLFO (1982). Juan German Roscio. El guariqueño universal 1763-1821.San Juan de los Morros: Publicación auspiciada por la Sociedad Bolivariana del Estado Guárico.


Don Simón Rodríguez y su peculiar método para enseñar anatomía.


Edgardo Rafael Malaspina Guerra
1
El gran maestro Simón Rodríguez


Simón Bolívar llamó a su maestro, don Simón Rodríguez, el Sócrates de Caracas, el mejor hombre del mundo, filósofo cosmopolita, sin patria, sin hogar, sin familia, ni nada. En efecto, Simón Rodríguez decía que no quería ser como los árboles que echan raíces  en un lugar, sino como el viento, el agua, el sol y todo lo que marcha sin cesar.
2
Su carácter y perfil psicológico moldean sus pasos y sus obras: lector de cuanto libro caía en sus manos; escritor vehemente en el momento de defender a su pupilo , el Libertador; políglota, traductor, viajero, aventurero, socialista utópico, anarquista en el sentido bakuniano del término al no aceptar las formalidades sociales a la hora de construir el nuevo modelo de los países americanos recién liberados, hecho que paradójicamente  lo convertía en un republicano.
3
Simón Rodríguez, Maestro con mayúscula, es el prototipo del educador integral, cuya mística y dedicación en la labor de enseñar es el gran  ejemplo para todos los profesionales venezolanos por cuanto siempre aprendemos y enseñamos.
4
Como médico y profesor de Historia de la Medicina quisiera destacar el hecho curioso donde vemos a Simón Rodríguez en su papel de profesor de Anatomía, ya que por lo visto ningún campo de las ciencias y las artes le fue ajeno.
En 1839,  lo encontramos en Valparaíso en el barrio de la Rinconada, donde mantenía la escuela más desierta del lugar. Entre las originalidades de esa escuela nos recordaba el mismo señor Lastarria  de haber oído hablar  como Don Simón enseñaba anatomía. Un testigo presencial  vio a sus discípulos  colocados a ambos lados de la sala, y a Don Simón pasearse delante de ellos completamente desnudo  “para que se acostumbraran al cuerpo humano”. (Augusto Orrego Luco)

Ortiz reclama 917 km2 de su superficie territorial


El parlamentario José Camejo aboga por una revisión de la Ley de División de Política Territorial para corregir imprecisiones legales.

El parlamentario José Camejo aboga por una revisión de la Ley de División de Política Territorial para corregir imprecisiones legales.

En una comunicación dirigida a la alcandesa del municipio Ortiz, Ana Ospino, el exparlamentario y exalcalde de la misma localidad, José Camejo, solicitó la reactivación de un estudio sobre la modificación de la ley Político Territorial del estado Guárico, a fin de corregir las alteraciones y errores que se presentan en la Gaceta Oficial No.22, promulgada el 16 de septiembre de 1993.

El exparlamentario señaló que Ortiz reclama el reconocimiento 917 Kilómetros cuadrados de su superficie territorial que se le ha excluido por error en los dos últimos censo de 1990 y 2011. Explicó que en el empadronamiento del año 1990, Ortiz contaba con 5.081 km2 y en el censo del año 2011, la superficie era de 4.164 km2, mermando su área territorial.

Indicó que la superficie en reclamación comprende varios caseríos y comunas tales como: Matamayor, San Antonio, Los Robres, El Auyamal, Las Raíces, Mi Vaquita, Puepe, San Rafael, Los Hoyos, Los Colonias, Gamarra y La Caimana. “Todas estas comunidades mantienen relación directa con la Alcaldía de Ortiz y todas sus autoridades. Igualmente, desarrollan sus actividades económicas en Ortiz”, dijo.

Camejo remendó la conveniencia de aprobar una nueva ley de División de Política Territorial que, junto el previsto nuevo censo poblacional, permita organizar el espacio para atender los requerimientos administrativos y burocráticos del Situado Constitucional y los circuitos electorales.
Igualmente, el dirigente de Acción Democrática explicó que esta revisión debe partir del Informe Técnico que realizó la Oficina de Catastro de la Alcaldía de Ortiz y la Coordinación Regional de Catastro de los Llanos, en fecha del 01 de febrero del año 2015.


Actividad artística de Eulalio Toledo Tovar en su tiempo histórico

Este destacado artista nace en El Sombrero, Estado Guárico, en 1914, año cuando se inicia la Primera Guerra Mundial, en momentos en que Austria-Hungría le declara la guerra a Serbia por el asesinato de Archiduque Francisco Fernando y de su esposa en Sarajevo.

José Manuel Aquino




 La acción del hombre es fundamental para lograr sus objetivos propuestos en distintas actividades realizadas a través del tiempo, conjugando los elementos materiales e intelectuales para dar respuesta a una necesidad del ser. Estas consideraciones son necesarias para comprender tanto de manera individual o colectiva a los seres humanos. En este sentido, las artes plásticas están orientadas a conjugar la imaginación o visión de la realidad del creador, en este caso del artista que en tantos de los casos es el protagonista, y de tal manera irá enfocando su óptica con el empleo de distintos elementos físicos mediante distintas técnicas en la búsqueda de la belleza.
En consecuencia, el artista trata de expresar una realidad tomando unos criterios bien definidos en una obra de arte, la cual se analizará dentro de una caracterización generalizadora que tendrá por nombre corriente o tendencia artística que en muchos casos el autor va enfocando su particularidad para observar esa realidad que quiere trasmitir en un momento dado a partir de los constantes cambios. Por tanto, estudiaremos el trabajo de un maestro de las artes plásticas, su dimensión y trascendencia desde una visión global a partir de su trayectoria profesional en su tiempo histórico, y en este caso de la actividad artística del pintor y escultor guariqueño Eulalio Toledo Tovar.


Este destacado artista nace en El Sombrero, Estado Guárico, en 1914, año cuando se inicia la Primera Guerra Mundial, en momentos en que Austria-Hungría le declara la guerra a Serbia por el asesinato de Archiduque Francisco Fernando y de su esposa en Sarajevo. Como consecuencia del enfrentamiento bélico, disminuye la actividad comercial en todos los órdenes de la urbe; en este mismo tiempo histórico el general Juan Vicente Gómez en Venezuela consolida su poder con una nueva constitución y a su vez aumenta el control de la actividad ganadera con la compra de grandes latifundios, el comercio y la actividad industrial de este ramo tanto para sus familiares como funcionarios de confianza; por tanto, la actividad política, social y económica de la población va a repercutir en la vida de los pobladores: escasez de productos importados, reacomodo de la actividad comercial, descapitalización de los comerciantes no afectos al gobierno de Gómez, mientras se consolidan los empresarios afines al gobernante, en lo político el alzamiento de Emilio Arévalo Cedeño que transita por diversas localidades del país en abierta rebelión.

En lo que respecta a las artes plásticas, cuando Eulalio nace estaba comenzando el auge y consolidación de una asociación artística principalmente de pintores pertenecientes al denominado Círculo de Bellas Artes que se había fundado en 1912 por los estudiantes de la Academia de Bellas Artes de Caracas, para combatir los métodos de orientación académica que impartían sus maestros, lo cual permitió un cambio en la pintura venezolana en la segunda década del siglo XX, no solamente en cuanto a técnica sino también en la temática.

Eulalio, hijo de Gregorio Toledo y de Paula Tovar, realiza sus estudios de primaria en la ya mencionada localidad guariqueña de El Sombrero, cuando viaja a Caracas le acompañan sus hermanos Benigna y José. En la década de los años 30 comienza sus estudios de artes y de pedagogía en la Escuela de Artes Aplicadas, donde demostró, según sus biógrafos, en esta primera etapa un academicismo por el apego estricto a las normas y técnicas trabajadas en los talleres de formación docente. Su talento sobresale con la utilización de colores fríos y cálidos con una caracterización determinada en su aplicación en través paisajes y escenas de la vida rural (Weidner, 2013). Estos trabajos son expuestos en distintas exposiciones en Caracas, con tanto éxito que también los presenta en Nueva York en el año 1939, donde recibe diploma de reconocimiento por la calidad de los mismos.


En este mismo sentido, la década siguiente va a ser de gran significación para este gran maestro que sigue realizando exposiciones de su calidad artística, combinándola con la actividad docente en el Instituto Pedagógico de Caracas y en otros centros educativos capitalinos hasta el año 1945. Los cambios políticos ocurridos en el país a la llegada del poder de la Junta Revolucionaria de Gobierno que desarrolla un plan de formación artística en el exterior para noveles artistas, Eulalio es seleccionado por el estado Guárico, siendo gobernador su coterráneo Ricardo Montilla, que le otorga una beca para cursar estudios de pintura en el Politécnico de México en el año 1946.
En su estada de estudios en México, Eulalio entra en contacto con los máximos exponentes del movimiento artístico Realismo Social en esa nación: Diego Rivera, David Siqueiros, José Clemente Orozco, entre otros, que exponen temas referente a las condiciones políticas, económicas y sociales de esa nación a través de la pintura mural de la cual adopta las técnicas del fresco, el óleo y el mosaico que van a ser de gran importancia en la realización de sus futuras obras de arte, una vez que regresa al país en 1948; establece residencia en Valencia, Estado Carabobo, cuando esta ciudad comienza a dar sus pasos para convertirse en una de las ciudades más importantes de la nación por su acelerado proceso de industrialización, bajo un modelo desarrollista en esos tiempos. Desde esa época desarrolla una amplia y larga actividad artística y docente tanto en la Escuela Arturo Michelena, de la que fue cofundador y en el Liceo Pedro Gual.

Desde esta perspectiva, es necesario realizar una consideración especial de la obra muralista de este artista por su caracterización y estilo en la pintura latinoamericana dentro de la corriente realista social. Mientras los más destacados exponentes del realismo social mexicano resaltaron su influencia notoria de la revolución de 1917, destinada a socializar el arte en reacción a la pintura tradicional destacando los temas de las injusticias sociales a través del tiempo; además de reivindicar también las masas populares, campesinos y obreros desde una orientación ideológica definida, mediante la utilización de nuevos materiales en distintos espacios gubernamentales. De la misma manera prominentes pintores venezolanos utilizaron este estilo como: Gabriel Bracho, César Rengifo y Pedro León Castro y también realizaron la misma temática como hace referencia Alfredo Boulton, citado por Noriega (1989).

En cambio los murales de Toledo Tovar representan otra temática realista social mediante las aspiraciones del colectivo en busca de un bienestar a través de la monumentalidad de sus obras realizadas tanto en Caracas como en Valencia, donde desarrolló mayormente su actividad artística. Una obra que merece ser señalada por su importancia tanto temática y técnica, la elaborada en la antigua sede de la Facultad de Derecho de la Universidad de Carabobo en el año 1962, donde muestra el cuerpo de una maja desnuda, con sus brazos abiertos y llevando en una mano un texto que simboliza el conocimiento y en la otra una balanza que representa la justicia y la equidad. De igual manera, realizó en el Instituto Pérez Celis de Valencia, en el año 1957, ubicada entre la calle Páez con Montes de Oca, dos obras: una que representa la actividad académica universitaria a través del desarrollo de la clase de un galeno con sus alumnos en la rama de la medicina y otra una comparación de la medicina ancestral con la medicina actual. Además de estas obras se pueden destacar otras de este estilo en el liceo Pedro Gual (1951), donde ejerció la docencia y en el Hospital Central de Valencia (1978), entre otras.

En cuanto al trabajo en el lienzo se destacó notablemente con su técnica y temática paisajista, de la cual realizó gran cantidad de exposiciones que le permitieron obtener distinciones por sus temas nativistas, fue premiada en el IX y XV Salón Arturo Michelena por las obras Frutos del país en 1951 y Campesinos leyendo en 1957. De la misma manera, sus obras han sido objeto de estudio, como el realizado en el año 2011, en la Galería de Arte Nacional por la licenciada en Arte y especialista en Museos, Carolina Balza, por la calidad de sus obras. Además incursionó con gran éxito en la escultura con trabajos hechos en bronce y tallas en piedra de las cuales demostró dominio en el arte de modelar diferentes figuras. De la misma manera, se destacó por realizar investigaciones en el ámbito artístico publicando Semblanza del pintor Arturo Michelena en 1963 y posteriormente realizó un estudio de la actividad artística del pintor Herrera Toro. Asimismo, trabajó en la restauración de los murales históricos de la Casa Páez en Valencia, en 1976, siendo premiado por dicha labor.
Dentro de este marco, ejerció también la docencia en las instituciones: Pedro Gual y Martín J. Sanabria de la ciudad de Valencia desde el año 1948 hasta 1980; destacando no solo por su dominio en la asignatura Historia del Arte sino también en la utilización de estrategias didácticas para la comprensión del hecho artístico a través del tiempo, tal como lo señala uno de sus alumnos en los años 60, Napoleón Franceschi (2013). Al mismo tiempo, impartió clases de pintura a futuros artistas plásticos como es el caso del falconiano, Phael Díaz, que en su perfil lo nombra como su profesor de Pintura Artística (Díaz,2010).

Por último, destacamos la vinculación de este destacado artista con su pueblo natal, El Sombrero, Estado Guárico, que desde muy joven se residenció en Caracas a continuar sus estudios, pero siempre estuvo vinculado con el lugar donde nació. Publicó en el año 1976 una obra del prócer de la Independencia Coronel Julián Mellado: Héroe lancero de la Independencia, publicada por la Gobernación del estado Carabobo, en el cual recoge la vida y trayectoria militar de este personaje coterráneo, también donó a la Alcaldía del Municipio Mellado un cuadro con la imagen de este patriota con la técnica efecto lluvia que empezó a emplear con gran destreza por los años 70.
La trayectoria a su actividad artística e intelectual a través del tiempo ha sido muy bien valorada, una institución educativa lleva su nombre en Tocuyito, Municipio Libertador del estado Carabobo. Del mismo modo, todavía se realizan exposiciones de sus cuadros con el fin de que las nuevas generaciones conozcan sus técnicas y temática; al igual que su obra muralista está esparcida por toda la ciudad de Valencia, símbolo de una integración de las artes con la actividad empresarial, en esta una de las ciudades más importantes del país. Este artista, Eulalio Toledo Tovar, supo cumplir con su momento histórico con su trabajo, cuando la capital del Cabriales, Valencia, se preparaba para afrontar los retos del proceso de sustitución de importaciones, para convertirse en una referencia industrial en Latinoamérica.




REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS

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Bolívar Dionisio. 1978. De Cero a Ocho Cifras. Caracas.
Correo del Orinoco (2011).Pinturas ontológicas. www.correodelOrinoco.gob,ve Candelaria-redes-homenaje
Da Silva, Miguel (2017), Historia Sencillas de ayer y siempre. Volumen II .WW. Calameo.Co.Books.
Díaz, Phel. (2010). Perfil.Https//es.Catia.Com.
Franceschi, Napoleón (2013), Recuerdo de Napoleón Franceschi (Memorias y Desmemorias 1948-2013).Publicado como libro digital.NFhistoria.net
Galería de Arte Nacional (2012) Pinturas ontológicas. https://issuu.com.Fundación.
Noriega, Simón (1989), Realismo Social en la Pintura Venezolana1940 1959.Ula.Consejo de publicaciones .Mérida, Venezuela.
Páez de Topel, Cora (2007).La producción Muralista de Toledo Tovar. Calameo. Historias sencillas de ayer y siempre
Toledo Tovar, Eulalio (1993). Julián Mellado: Héroe Lancero de la Independencia. Fundaculgua. Ejecutivo del Estado Guárico.
Toledo Tovar, Eulalio (1976). Julián Mellado: Héroe Lancero de la Independencia. Ejecutivo del Estado Carabobo.
Weinder, Josefina (2016). La Historia de Frida Añezzen Carabobo a partir de 1950.

Dimensión educativa de Simón Rodríguez en su tiempo histórico, desde una visión transdisciplinaria


Este trabajo se destaca en una  visión transdisciplinaria  su concepción educativa para Latinoamérica en momentos, cuando estos nacientes países alcanzaron y consolidaron su independencia de España. Desde esta perspectiva  la relación temporoespacial es clave para  comprender su acción educativa innovadora en momentos en que otros educadores valiosos también presentaban sus propuestas en referencia al hecho educativo.

Por José Aquino


Cuando hacemos referencia al Maestro Simón Rodríguez, que en el mes de octubre de 2019 se cumplieron  250 años de su nacimiento, es necesario no solamente recordar esta fecha conmemorativa  con discursos descriptivos y alegóricos, sino destacar esta  fecha  con un análisis y estudio comparativo de su ideario, al igual que también  estudiar  la dimensión educativa dentro del contexto histórico en que le tocó actuar  tanto a finales del siglo  XVIII y primera mitad del siglo XIX. En tal sentido, en este trabajo se destaca en una  visión transdisciplinaria  su concepción educativa para Latinoamérica en momentos, cuando estos nacientes países alcanzaron y consolidaron su independencia de España. Desde esta perspectiva  la relación temporoespacial es clave para  comprender su acción educativa innovadora en momentos en que otros educadores valiosos también presentaban sus propuestas en referencia al hecho educativo.
    Este proceso dialéctico estará determinado primeramente abordado por confrontación con  un modelo educativo  alternativo a  la concepción filosófica dominante , dentro del cual este insigne maestro defendía por considerar el más acorde  para combatir un modelo educativo  atrasado y descontextualizado del momento histórico que  estaba sucediendo no solo en América con el modelo colonialista impuesto por España sino también, en Europa por los distintos cambios ocurridos  a consecuencia  de  la Revolución Francesa y la consolidación de los ideales de la Ilustración. En sus reflexiones es un opositor consuetudinario  de  un proceso educativo  escolástico que   reproduce fielmente la  concepción del modelo español de mantener el control  férreo  en todas sus facetas del territorio  que inicialmente se encargaría de enseñar a leer, escribir y contar, y a aceptar la religión católica mediante textos, estilos cartillas y el catecismo o impulsar ( Ortuño, 2010) a través de un modelo educativo estratificado para cada uno de estos grupos étnicos,  el  cual especificaba el rol dentro de esta sociedad colonial.
     En lo referente al modelo educativo instaurado por el sistema colonial al cual se oponía Rodríguez, donde el maestro  en las escuelas debía inculcar al educando en la clase la repetición al pie de la letra las lecciones desarrolladas sin que el libre pensamiento actuara dentro de una lógica real y concreta en la elaboración de las conclusiones finales de cualquier aspecto del conocimiento. Por tal motivo, este singular maestro propone en su ensayo una serie de propuestas novedosas, estrategias de aprendizaje al Cabildo de Caracas en el año 1794, entre las cuales   destaca también la de formalizar e impulsar la educación pública, la creación de nuevas escuelas y la formación de buenos profesores; de esta forma, argumentaba que se podría incorporar más alumnos de los diferentes sectores sociales al proceso educativo  y de esta manera lograr la disminución progresiva de la escuela particular, entre otros aspectos.

     Estas reflexiones no deben ser estudiadas desde una simple propuesta particular  de este caraqueño que recibió la licencia para ejercer la educación de primeras letras en 1791 por la corporación municipal, producto de una corta trayectoria de educador. Estos planteamientos vienen dados por un conjunto de consideraciones basadas en profundos cambios que se debatían y se ponían en práctica en Europa, modelos educativos modernos que sustituían la orientación educativa escolástica de corte medieval, citada anteriormente, en momentos cuando el liberalismo inspirado en el racionalismo que da lugar al gran movimiento intelectual  llamado Ilustración   que nació  en Francia, Inglaterra y Alemania y se propagó por todo Europa  que impulsó cambios  en  lo económico, político, social y cultural durante el siglo XVIII y comienzos del siglo XIX con la finalidad de desmontar definitivamente el modelo instaurado desde la Edad Media, de los cuales el maestro Rodríguez había leído y analizado a través de la bibliografía actualizada  que  llegaba de manera clandestina  a las  colonias americanas y en especial a  la ciudad de Caracas.
    En lo que respecta a ese modelo educativo propuesto por los grandes propulsores de la ilustración Jean Jacques Rousseau, Enmanuel Kant, Montesquieu, John Locke entre otros, en Europa con una caracterización político social inspirada en los principios de igualdad, libertad, fraternidad, experimentarán modelos de aprendizajes que cambiarán el enfoque puesto en marcha por el orden monárquico bajo el liderazgo del orden feudal  en las escuelas de Europa, a través de las propuestas educativas, centradas en fomentar las capacidades intelectuales de los educandos desde una visión integral en un contexto histórico de cambios geopolíticos impulsados por el liberalismo económico que exigía  un sistema productivo competente a los cambios de paradigma. Por tanto, Simón Rodríguez coincidía plenamente con estos grandes pensadores; en cuanto que el  proceso educativo debía ser laico sin las ataduras del clericalismo y del  estamentalismo, para formar un ciudadano capaz de asumir los retos que demandara el nuevo orden  inspirado  en el verdadero sentido humanista  que durante siglos no se había tomado en cuenta por haber jerarquizado el sentimiento religioso  sobre la libertad de pensamiento.
     Una vez que sus propuestas no fueron tomadas en cuenta por el Cabildo de Caracas en 1795, comienza su peregrinar en busca de  mejorar sus conocimientos en un mundo de  libertades. Llega a Kingston, Jamaica donde aprende el idioma inglés y a su vez enseña el castellano a  unos niños en una academia .Sigue su recorrido a la ciudad norteamericana de Baltimore, donde trabaja en una imprenta  que le va ser de gran utilidad, porque sus conocimientos  le servirán para realizar los moldes  para imprimir sus libros posteriormente.  Luego en 1898  llega a tierras galas , específicamente en Bayona en tiempos de efervescencia política, donde se estaba gestando la Revolución Francesa. Por tanto, en el epicentro de estos hechos  históricos discute con intelectuales los nuevos enfoques de aprendizaje propuestos por los insignes pedagogos, entre los cuales se puede señalar al suizo, Johan Pestalozzi quien proponía ideas en cuanto al desarrollo individual y libertad en la educación de los educandos, para que estos puedan actuar y pensar abiertamente  con todo lo que les rodea; a partir de la observación de la experiencia y al  interés por las actividades escolares; por tanto no se enseña nada que los estudiantes no puedan ver (Ortega,2008).
     De igual manera intercambiaba opiniones de otros destacados pedagogos como las de  Jean Jacques Rousseau que planteaba  la relación que deben tener   los educandos con el medio ambiente y la naturaleza, además de debatir la tesis propuesta por este ilustre pensador sobre el contrato social, en cuanto a la conciliación individual del ciudadano que debía tener con la comunidad en el ambiente escolar, con el fin de obtener mejor resultado en el proceso de aprendizaje se traslada a la ciudad de París, donde hace amistad con Fray Servando de Teresa de Mier, sacerdote mexicano con quien realiza trabajos de traducción en distintos idiomas, en  obras de gran importancia para la colectividad; de igual manera realiza estudios de perfeccionamiento de  asignaturas en especial en la química y la física que tenían gran demanda por darle importancia en esos tiempos a las ciencias naturales, de esta manera este gran maestro estaba con un conocimiento pleno de todos  los grandes cambios  que ocurrían no solamente en el plano pedagógico sino también de manera integral en todos los órdenes de ese momento histórico, partiendo del modelo liberal a finales del siglo XVIII y comienzos del siglo XIX que obligó a generar cambios en las  nuevas estructuras sociales, políticas y culturales a través de la puesta en práctica de una  postura filosófica racionalista  de la cual se sustenta la Ilustración .
    Por tanto, la estada de Rodríguez en  la capital  francesa va a ser importante, porque ahí va a reflexionar acerca de cuál es el rol que va tener en su lucha por cambiar  el régimen colonial en la América hispana, con el fin de que libere a  sus habitantes de la hegemonía española que durante más de 300 años ejerce el control con la monarquía. Rodríguez está convencido de que sin un cambio de gobierno de orden republicano no puede haber avances sustanciales en las escuelas en esos territorios y la mejora de calidad de vida de sus pobladores  con criterio de igualdad social. Estas consideraciones se las hace saber a uno de sus discípulos, a Simón Bolívar, cuando se reúnen en París en 1803, en que es necesario luchar por la independencia en esas regiones para liberarlas de la opresión y construir unas naciones prósperas, donde el ciudadano sea el eje de su propio destino. Una vez consolidada la independencia en 1823 en gran parte del territorio hispanoamericano regresa a este continente después de un largo peregrinaje  por tierras europeas, con el fin de aportar sus ideas de cómo debe ser el proceso educativo en estas naciones.
    Este insigne maestro estaba convencido  que un cambio político era necesario para desarrollar un cambio  educativo, inspirado en principios expresados por Montesquieu, referente a que las leyes deben adecuarse al pueblo para que fueran decretados,  con el fin de que no resulten de una imposición ejecutiva; por tal motivo, este precepto rector esbozado por el gran maestro, en lo que respecta a la dinámica escolar debe resultar de consideraciones después de amplias  reflexiones compartidas  por la  idiosincrasia de los pueblos, de esta manera los ciudadanos respetarían y acatarían  un modelo educativo; del mismo modo, la educación debe adaptarse a las peculiaridades de cada nación, en particular con el fin de determinar las  potencialidades  y debilidades para establecer un modelo educativo pertinente; por consiguiente considera que ningún sistema educativo debe ser impuesto. De estos principios nace el carácter innovador de la propuesta educativa de este maestro cuando llegó a Colombia luego de su ausencia.
      La mente de este gran maestro estaba llena de proyectos, los cuales quería ver puestos en práctica en el continente americano una vez obtenida la independencia, en su llegada a Bogotá en 1823 instala una escuela de oficios, la cual fracasa por falta de recursos, no se amilana ante las adversidades y sigue proponiendo proyectos educativos por regiones ecuatorianas, peruanas y bolivianas, los cuales fracasan por diferente índole, ya sea por la parte  económica o la incomprensión de los gobernantes provincianos y la sociedad, como fue el  caso específico en la ciudad de Cuzco al cuestionar su modelo pedagógico de inspiración roussoniana, sin tener la más  mínima argumentación lógica para desecharlo al catalogarlo los sectores conservadores de  inadecuados.
    Tomando en cuenta lo anteriormente expuesto, debemos realizar un estudio comparativo de la dimensión pedagógica del maestro con otro educador que tuvo gran actividad docente durante el mismo tiempo histórico, el educador Joseph Lancaster, oriundo de Gran Bretaña, que realizó métodos pedagógicos en Inglaterra que lograron experimentarse no solo en Europa sino también en América, en momentos cuando Samuel Robinson empezaba a desarrollar su praxis escolar en tierras americanas; con el fin de determinar la dimensión educativa de este venezolano en su tiempo histórico a pesar de no haberse desarrollado a plenitud en el sistema escolar de esos tiempos; el modelo  educativo empleado por este europeo denominado Instrucción mutua en escuelas inglesas y aplicado también  con éxito  en Canadá, México, Argentina y Colombia entre otras naciones con  programas de instrucción  masiva   en momentos en que los centros educativos  no contaban con suficientes educadores para ocuparse de las labores docentes; por tanto tuvieron que utilizar monitores para cada grupo, estos eran alumnos destacados que enseñaban a los más pequeños, mientras recibían  las  orientaciones y supervisiones de los maestros; esto permitía que un solo docente pudiera trabajar con más de un centenar de escolares, la historiografía para la época señala que hasta 1000 educandos.       
     En este contexto tenemos que este método fue empleado por Lancaster para los niños en edad escolar de los sectores populares en Inglaterra en ese tiempo, por tanto  podemos decir que tenía un carácter clasista, ya que el presupuesto para el pago  de sueldos a los docentes era para  los hijos de las clases altas. Por tanto, este método de estudio utilitarista tenía un propósito y exclusividad definidos para un sector de la sociedad. En lo que respecta al continente americano precisamente en Bogotá, el general Francisco de Paula Santander, siendo presidente en 1825 asume el modelo por situación económica de otra índole, las  finanzas de Colombia estaban en condiciones precarias para el pago de los docentes debido a que  el gobierno  empezaba a recuperarse de los embates de la guerra de independencia. En cambio la propuesta pedagógica de Simón Rodríguez estaba centrada en la igualdad social, sin exclusión. Su modelo para todos los educandos  no tuvo éxito no solamente  por falta de recursos para él  pago de los docentes, sino también porque las autoridades provinciales y sectores pudientes cuestionaron sus métodos de aprendizaje, a pesar de compartir con estos  los ideales  de la Ilustración seguían manteniendo  mentalidades de corte  feudal (Montano, 2015).
    Desde esta perspectiva, el método empleado por Lancaster estaba conformado por las normas más  rígidas con la  exclusividad para  enseñar leer y escribir a través de una serie de pasos que el monitor va evaluando paso a paso, para lo cual se guiaban de carteles o afiches. Este modelo de aprendizaje era básicamente  para la formación primaria en  lectura, escritura, gramática, dibujo, canto y aritmética,  bajo una de didáctica  memorista y repetitiva de carácter  rígido, mediante la estrategia de la obtención de premio y castigo en el aprendizaje, con el fin de lograr conductas esperadas de los niños en edad escolar; por tanto estaba limitada a un primer nivel de formación escolar. En cambio la propuesta pedagógica de Simón Rodríguez estaba centrada en la formación integral del estudiante en todo nivel del proceso educativo, buscando siempre ir  más allá del aprendizaje de las herramientas básicas, lectura, escritura y aritmética; irá a la creatividad y a la innovación tanto individual y colectiva, mediante  el aprender haciendo y transformando en contacto siempre con todo  lo que lo rodea a través  del afecto al lugar como eje de transformación no solamente del ambiente escolar, sino  también de la comunidad y la región, con una formación   basada en valores tanto ciudadanos como de republicanos libres,  para de esta manera deslastrarse de cualquier vestigio colonial, tal como lo señaló también su discípulo, Simón Bolívar, específicamente en la Carta de Jamaica, 1815, y en el discurso de instalación del Congreso de Angostura, 1819, (Aquino, 2019),
     En consecuencia de expuesto, este ensayo trata de determinar desde una visión transdisciplinaria poder llegar a comprender  todas las dimensiones, desde la filosófica sustentada por este visionario educador, Simón Rodríguez, que en su momento histórico estaba  basada en la racionalidad para explicar el porqué  de las cosas, desde  una visión humanista  que  a través de la educación lograra la igualdad social en las recién independizadas  naciones y siendo el  modelo republicano la forma de  gobierno apropiado para dar al ciudadano un nivel de vida próspero y productivo con unos valores éticos que le darán el soporte necesario para mantener un orden institucional en libertad y de justicia social, tal como lo concibieron los libertadores.
     Este ilustre educador, Simón Rodríguez, desde su comienzo en su rol de docente, entendió que la práctica  educativa  era indispensable  para la formación de ciudadanos críticos y creativos, por eso combatió el método de aprendizaje tradicional de formación filosófica escolástica,  impuesto  por los conquistadores  con el fin de mantener las estructuras coloniales y sistema de gobierno impositivo. Por tal motivo, siempre propuso un modelos alternativo de aprendizaje y en su praxis educativa implementó  propuestas innovadoras, para producir un cambio en las mentalidades de los educandos de este continente y así buscar alcanzar el máximo bienestar  posible de los pobladores de estas nacientes repúblicas como diría uno de los discípulos, destacado estadista y el más trascendente del continente americano en el siglo XIX y de vigente proyección aun para los tiempos actuales del siglo XXI,  Simón Bolívar.
Referencias bibliográficas
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Padiso, Juan (2007) escuela de la Ilustración, www.facebook.com.
Palazuelos, Oscar (2014). Escuela Lancasteriana. www.monografías.com; Trabajos de Educación 107 (Educación Escolar).
Rodríguez, Simón (1975) Obras Completas (dos volúmenes). Caracas
Rodríguez, Simón (2004). Inventamos o Erramos, Caracas, Monte Ávila


La historia de la mujer del escritor

La hija de un destacado ex ministro del gobierno de Juan Vicente Gómez y esposa de un escritor norteamericano estaba involucrada en una trama de pasión y muerte; era la protagonista principal de un relato digno de una novela de Conan Doyle (1859-1930), el autor inglés y creador de Sherlock Holmes o simplemente un caso de clínica siquiátrica.

JOSE OBSWALDO PEREZ

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IMAGE Reproducción JOP | Virginia Pereira Álvarez.

HACE UN TIEMPO la prensa norteamericana se hizo eco de la historia de la doctora Virginia Pereira Álvarez. La profesional de la medicina de origen venezolana -residente en Estados Unidos-, hacía de su vida un escándalo en 1928. El affaire, como la titularon algunos medios periodísticos, re­sultó un caso curioso y sensacional para los mass media estadouniden­ses. La hija de un destacado ex mi­nistro del gobierno de Juan Vicente Gómez y esposa de un escritor norteamericano estaba involucrada en una trama de pasión y muerte; era la protagonista principal de un relato digno de una novela de Conan Doyle (1859-1930), el autor inglés creador de Sherlock Holmes o simplemente estábamos al frente del entramado de un caso de clínica siquiátrica.

Todo empezó en la primavera de 1927, cuando los esposos Hus­sey-Pereira sufrieron un accidente en un viaje automovilístico cerca de Collegeville, un borough del condado de Montgomery. En aquel evento, nada lamentable, Virginia presentó una contusión cerebral y su marido, a penas, excoriaciones leves. Cuando ocurrió el incidente, la doctora Virginia Pereira Álvarez prestaba sus servicios profesionales en el West Philadelphia Hospital for Women de Norristown, Filadel­fia. Allí fue atendida por sus cole­gas.
Aquel día marcó un antes y un después en la vida de esta mujer que se convirtió en la figura cen­tral de una larga serie de eventos ampliamente publicitados por los medios locales de Estados Uni­dos; pero también por las agencias internacionales. Su marido definió aquellos acontecimientos como una “tragicomedia de errores” que al final socavaron la vida marital de aquella pareja.

Guayanesa de sangre llanera
Virginia Pereira Álvarez fue guaya­nesa, nacida en Ciudad Bolívar, en 1886. Hija del periodista orticeño Ismael Pereira Álvarez, ex ministro del General Juan Vicente Gómez, quien había servido en diversos períodos como el Secretario de Es­tado, Ministro de Guerra y Secreta­rio de Marina de Guerra, y de doña Heraclia López, dama de casa, también natural de Ciudad Bolívar. Fue la mayor de cinco hermanos: Ismael Aníbal, Alejandro, Héctor y América Pereira Álvarez. Ninguno utilizó el apellido materno.
Ismael Aníbal se hizo periodista  como su padre. Fue el fundador de la Asociación de Cronistas Deportivos de Venezuela y redactor de Deportes del Diario El Universal de Caracas, en la especialidad de ciclismo; pero, también, se desempeñó en la fuente política como lo comprueba una entrevista que  le realizó al Capitán Luis Rafael  Pimentel, Director Ejecutivo del recién fundado partido cooperativista  de izquierda Bloque de Avance Nacional (BAN). Fue defensor de Derechos Humanos y miembro del Partido Comunista de Venezuela (PCV). En 1936 fue expulsado del  país por el gobierno del general Eleazar López Contreras (El Universal, 27 de junio de 1936). Casó con Vivita de Pereira.
Alejandro se gradúa de abogado en la UCV y más tarde obtiene en el Paraninfo de esa Casa de Estu­dios el grado de Doctor en Ciencias Políticas. En una reseña del Diario El Universal, del 15 de enero de 1911, se le califica de “inteligente y acucioso estudiante de la juven­tud venezolana”. Más tarde, ejerce como juez en el estado Carabobo y es designado Director de la Escuela de Derecho de la Universidad de Carabobo, en el año 1934. Casó con María de Lourdes de Pereira, con descendencia (La Esfera, lu­nes 25 de abril de 1927. No.39).
Por su parte, Héctor fue diplo­mático, se desempeñó como cónsul de Venezuela en Puerto Rico y en Filadelfia, Estados Unidos, desde 1911, manteniéndose en esa fun­ción durante tres años. Posterior­mente, fue profesor de español en la Universidad Médica de Hahne­mann. Igualmente, se desempeñó en el Departamento Comercial para América Latina de Pensilvania hasta su muerte en 1932. Dejó tres hijos, Gladys, de 17 años; Dorothy, de 10 años y Donald, de cinco.
América se desposo con el di­plomático F. Armando de Pedraza. También, vivió en Filadelfia y se desconoce si dejó familia.

Mujer de precoz feminismo
Virginia Pereira Álvarez fue una mujer sobre saliente y culta. Ade­lantada en su “feminismo”. En 1902, obtuvo el título de Profesora Normal expedido por el Colegio Nacional de Niñas de Caracas, lue­go de cumplir con todos los requi­sitos de Ley y de presentar un exa­men individual ante una Junta de 22 profesores de distintas materias curriculares, con el cual alcanzó la calificación unánime de sobresa­liente en grado máximo en  todas y en cada una de las materias (Reco­pilaciones de Leyes y Decretos de Venezuela, 1902; p.248-249). Así que fue una de las primeras edu­cadoras normalistas de Venezuela, producto de los cambios pedagógi­cos del país. Su padre la homenajeó con un trabajo ensayístico titulado Profesorado Normal de la Mujer Venezolana (1903), publicado por la Imp. Editorial de Soriano Sucs. Relata su progenitor que se graduó el 18 de agosto de 1902, en el Cole­gio Nacional de Niñas, dirigido por la señorita Francisca M. Andueza. Aunque fue estudiante un tiempo del Colegio de Nuestra Señora del Socorro.
Cuando obtuvo el título de pro­fesora con el “sobresaliente en toda y cada y cada una de dicha materias con el número máximo de puntos que dispone la ley”, contaba con 16 años y fue homenajeada con todos los honores. Virginia solicitó su grado, de acuerdo a un resuelto del Ministerio de Instrucción Pública, el nueve de mayo de ese año. Un testimonio de su hacer pedagógico lo demuestra una resolución del 16 de octubre de 1903 del Ministerio de Instrucción Pública,  donde se le nombraba miembro  de la Junta Examinadora de las señoritas Jose­fina Osorio, Francisca L Machado, Emilia Lafée, Trina Menginou, Carmen Galarraga y Ana L. Bre­mont, alumnas del Colegio Nacio­nal de Niñas de Caracas, en la cual manifestaron que deseaban optar al grado de Maestras. Elementales de segunda enseñanza en dicho Instituto. Además de la señorita Virginia, la Junta estaba compues­ta por su padre el  General Ismael Pereira Álvarez, Doctor Enrique Delgado Palacios, Profesor M. M. Villalobos y la señora Julia Soto de Garban (Recopilaciones de Leyes y Decretos de Venezuela, 1903; p.231-232).
Asimismo, la Memoria que presenta el Ministro de Instrucción Pública al Congreso del año 1905, da cuenta de la presencia de la se­ñorita Virginia durante un examen realizado el 15 de julio de 1906. Dice el documento:
“A las 3 p. m. del día de hoy se practicó el examen de Geografía de Venezuela (2 sección) de que es Profesora la señorita Virginia Pereira Álvarez, encontrándose presentes las 40 alumnas de que consta esta asignatura. Transcurrido el tiempo que marca la ley la Junta examinadora se declaró satisfecha aprobando a todas las alumnas y calificando de sobresalientes a las señoritas: Lucía Toledo, Aída Ellul, Adela Osorio, Carmen Badillo, An­gelina Ortiz “, entre otras jóvenes.
También, fue una de las primeras mujeres que optó en la Universidad Central por el grado de Bachiller en Filosofía, en la cual presentó el trabajo titulado Hidratos de carbono. Ideas generales (Imprenta Bolívar, 1910). Así, desafió todos los estereotipos de la época. Cuando se le examinó en Caracas, en 1910, tal hecho fue un suceso curioso, “pues además de los examinadores asistieron numeroso público y hombres de Ciencias, así sería el asombro que causaba el acontecimiento”.
El hecho lo narra una crónica del periódico El Noticiero-Diario de la Tarde-, en su edición del 30 de agosto de 1910:
“Ayer en la mañana optó en la Universidad Central al título de Bachillerato, la distinguida señorita Virginia Pereira Álvarez, ante una junta presidida por el doctor Alber­to Smith y compuesta, además, por los doctores Enrique Delgado Pala­cios, Luis Soriano, E. Gómez Fran­co y José Miguel Crespo Vivas. En la concurrencia había muchos hombres de ciencias, tales como los doctores Agustín Aveledo, Miguel Ruiz, Elías Toro, Núñez de Cáce­res, Obelmejías, Abrahams, Ovalles y alumnos de todos los cursos. Hallábase también allí el ilustrado orador sagrado Padre Mendoza, el presbítero doctor Calixto González y el aventajado Director del Cole­gio Francés, padre Michaud...”
Más tarde – y por primera vez-, esta joven mujer se matricula en la Universidad Central de Venezuela, junto con treinta estudiantes más, para estudiar la profesión de la medicina. Era la única mujer. Allí cursó estudios entre 1910 y 1912 obteniendo, en el primer año de la carrera, notas sobresalientes en las unidades curriculares de Anatomía, Histología, Microbiología, Física y Química Médica. Dicho acon­tecimiento mereció que el general Juan Vicente Gómez, Presidente de la República de Venezuela, se refiriera a ella durante el mensaje anual al Congreso Nacional, el 19 de marzo de 1911, como resultado de su gestión gubernamental sobre “los avances que ha tenido la mujer venezolana a estudiar ciencias en nuestra Universidad Central, habiéndole tocado a la señorita Virginia Pereira Álvarez iniciar el luminoso derrotero”, señala el periodista Luis Correa.
Dado a sus extraordinarios co­nocimientos, Virginia Pereira con­cursó como docente de la UCV, en calidad de estudiante, puesto que el Concurso de Oposición celebrado el 7 de septiembre de 1911, ganó el cargo de preparadora de la Cátedra de Química y Física Médica de esa Casa de Estudios, asistiendo  al profesor de la cátedra, el doctor G. D. Palacios, en una importante investigación sobre química pato­lógica tropical, donde su nombre aparece como colaboradora en el prefacio de esta obra. También, Vir­ginia formó parte de un curso para estudiantes sobre Química Agrí­cola, promovido por el Ministerio de Fomento para familiarizar a los jóvenes con las operaciones de esta materia.
Durante sus estudios, Pereira Álvarez fue becada por el Ejecu­tivo Nacional, según resolución de 23 de setiembre de 1910, por la cual se le pensionaba con Bs. 100 mensuales, para que continúe sus estudios superiores en la Uni­versidad Central.(Gaceta Oficial, número 11.112).
En un artículo, escrito en inglés, para la publicación de la Asociación Norteamericana de Mujeres Universitarias (Journal of the American Association of University Women, en inglés), Virginia P. Álvarez, hace un análisis del sistema educativo venezolano para la época; así, como sobre las enfermedades prevalentes en el país. En este escrito, su autora testimonia su experiencia durante el primer año de su carrera en Venezuela.
“Hasta ahora, he sido la única mujer en tomar una carrera en la Universidad Central, aunque la universidad ha estado abierta a las mujeres desde hace algún tiempo. Las ventajas son las mismas para ambos; pero, en verdad, los hom­bres no aceptan a las mujeres con buen agrado”.
Sin embargo, como sostiene Ro­dríguez Jiménez (1964; p.311) “al principio tuvo que sufrir hostilidad declarada, amarguras sin cuento, burlas...”. No obstante, el doctor Miguel González (2009), profesor de la cátedra de Historia de la Me­dicina de la Escuela Luis Razzeti de la UCV, relata que  “Virginia debió tener un carácter fantástico e impresionante. Nunca hubo una mujer estudiando medicina y la primera que ingresa es la mejor de todo el grupo, eso es llamativo”.
Por su parte, Willmen Ortega (2009), en su libro La Asociación General de Estudiantes en Vene­zuela refiere sobre las manifesta­ciones encontradas entre las postu­ras de movimiento estudiantil y la joven estudiante de medicina. “Una de ellas tiene que ver con la acla­ratoria que hiciera Virginia Pereira Álvarez, primera mujer cursante de los estudios médicos en la UCV y destacada preparadora de la cátedra de química y física médica, quien, al hacer uso de las páginas de El tiempo, trata de aclarar un malen­tendido entre el bachiller Núñez Carrillo y el rector Guevara Rojas, a raíz de la elaboración por parte de los estudiantes de medicina de una hoja suelta en donde exigían su renuncia. Para limar las aspere­zas, Pereira Álvarez hizo pública la conversación que sostuvo con Núñez Carrillo, en la que aclaró le habían tomado su firma sin su autorización, creándole problemas con el rector Rojas quien le había dispensado favores y ante el cual no deseaba aparecer como un desa­gradecido”.
Con 26 años, Virginia se verá obligada a trasladarse a los Esta­dos Unidos en 1912, porque Juan Vicente Gómez clausuró la Uni­versidad (debido a la huelga de los estudiantes que solicitaban la re­nuncia del ministro Felipe Guevara Rojas en ese año). Allí continúa sus estudios de medicina. Se establece en Filadelfia, matriculándose en el Woman’s Medical College of Pennsylvania, donde se graduó en el 1920. En esta institución se le recordará como una de sus mejores estudiantes extrajera. Fue así que, en 1917, recibió como premio una beca internacional para apoyarla en sus estudios médicos, otorgada por la Asociación Norteamericana de Mujeres Universitarias, cono­cida por sus siglas en inglés como AAUW (American Association of University Women), la cual se le re­novó por cuatro años consecutivos. El premio denominado Latin Ame­rican Fellowship consistía de mil dólares establecido por este gremio feminista para fomentar las rela­ciones de amistad con estudiantes féminas de las repúblicas latinoa­mericanas y para apoyarlas en la preparación para servicios públicos de sus naciones.
En aquel evento, donde concur­só junto con 10 participantes, la jo­ven venezolana obtuvo un porcen­taje de 99.9 de 100 puntos. Lo más cercano para esta alta puntuación fue hecho por otros concursantes que alcanzaron sólo 95 puntos. La joven ganadora premiada fue receptora de muchas felicitaciones por los integrantes de la facultad de medicina y amigos.
Al recibir el premio, Álvarez manifestó que, una vez termina­dos sus estudios, pensaba fundar en su país una institución para la prevención y cura de enfermedades infantiles. Tal establecimiento se necesitaba, en gran medida, porque la tasa de mortalidad infantil era, en extremo, alta en Venezuela.

El amor llega
Un año antes, la doctora Pereira Ál­varez había contraído matrimonio con el investigador norteamericano Lindley M. Hussey - nacido Pen­nsylvania, el 13 de agosto 1884-, quien vivía en Los Ángeles, Esta­dos Unidos, con quien –al parecer- no tuvo descendencia. Hussey era químico y farmaceuta de profesión, dedicado a los estudios farmaco­lógicos y quimioterápicos. Pero, también, se destacó como escritor, cuyo talento literario se manifestó en diversos artículos para revistas científicas y literarias, como la prestigiosa The American Mer­cury. Es autor de la novela Odalis­que, publicada en 1927; obra que narra, en estilo costumbrista, las aventuras de una señorita venezo­lana en Venezuela y Nueva York. Este libro fue tributado a su mujer a “quien será para mí la siempre bien amada”, dice en su dedicatoria.
Aquel hombre, dos años mayor que Virginia, la había conocido en Caracas, en una de esas fiestas oficiales del Gobierno de Juan Vicente Gómez y empresarios petroleros norteamericanos. En esos días, ambos, terminaron enamorándose. Lindley había quedado atrapado por aquella morena de ojos negros y singular belleza. Su matrimonio se anunció el 26 de marzo de 1919, en The Philadelphia Inquire, donde se publicó la licencia matrimonial de los contrayentes: Virginia P. Álvarez, 6015 Ossage ave y Lindley M. Hussey, 5254 webster st.

Un triunfo en el exterior
El 16 de junio de 1920, Virginia P. Álvarez Hussey recibió el título de médico, en la Woman’s Medical College of Pennsylvania, con su tesis de grado sobre quimioterapia. Aquello fue un acontecimiento que la prensa nacional, como el diario caraqueño El Universal, se dio eco de la noticia y la calificó de “in­sólita”. Por otra parte, el autor de Al filo de los años veinte: expo­siciones y crítica de la pintura en Venezuela, Simón Noriega, también asume como asombroso aquel suceso y agregaba que “… un periódico de Filadelfia reporta­ba que, cuando Virginia optó por estudiar esa carrera, sus parientes la contrariaron y sus amigos la pros­cribieron “.
Más tarde, la joven médica abandonó el internado para iniciar estudios de cuarto nivel en me­dicina interna con el doctor A.C. Morgan, profesor de Posgrado de la Facultad de Medicina de la Universidad de Pensilvania. Sus investigaciones con él se basaron principalmente sobre enfermedades cardiacas y pulmonares. Además, de manera regular, estuvo traba­jando en la clínica ambulatoria genitourinaria de la Universidad Médica de Jefferson, bajo la di­rección del Dr. S.W. Jackson. Sus conocimientos en este centro de salud serán muy importantes para el estudio de enfermedades comu­nes de Suramérica. Con su marido, también, investigó sobre ciertos fármacos que parecía mejorar el tratamiento de la lepra (Journal of the American Association of University Women. V.15, Año 1921-22; p.21).
En 1921, después de retornar a Venezuela, trabajó en Caracas con su esposo en un proyecto de investigación sobre el tratamiento de la lepra con aceite Chaulmugra. Este procedimiento médico había estado estudiando para tratar a los enfermos de esta  enfermedad en el país. Sin embargo, tantas difi­cultadas surgieron que finalmente desistieron del estudio y regresaron a los Estados Unidos. Durante su permanencia en Caracas, Virginia y su esposo Lindley M. Hussey compartieron experiencias con los doctores A. Benchetrit, quien fuera director del Leprosorio de Cabo Blanco e impulsor del proyecto; el médico colombiano Juan Francisco Pesticott, Andrés Eloy de la Rosa, entre otros destacados especialistas sobre leproserías
Por otra parte, la doctora Virginia Pereira Álvarez conoció y trató el caso del poeta cumanés Cruz María Salmerón, a quien le ordenó un tratamiento a base de ampollas de heterogetílico, con el fin de agilizar el movimiento manual del paciente. Sobre esta y otras enfermedades publicó trabajos de investigación en la Gaceta Médica de Caracas, Vol. 22 Nº 20, convirtiéndose en la primera mujer que hizo un artículo científico en 1939.
En referencia a esta aseveración, el doctor Jaime Requena Mandé, de Biblios (citado por el Boletín Antropológico de la Universidad de los Andes, Julio–Diciembre, 2015. Nº 90, pp. 151-186) informó durante su conferencia titulada ‘Algo más de un siglo de publicaciones científicas en Venezuela: una revisión bibliométrica que “en la base de datos plana que maneja sobre ciencia en Venezuela hay registradas, desde el año 1893 a 2015, 181 mil 664 entradas, 61mil 320 trabajos y 56 mil 449 autoras y autores. El primer artículo científico en el país se publicó en 1893, de Dominici Otero, y la primera mujer que hizo una publicación científica fue Virginia Pereira Álvarez, en 1939, en la Gaceta Médica de Caracas”
 También, trabajó en el Labora­torio de Bacteriología del entonces Ministerio de Sanidad y Asistencia Social, el cual dirigió el doctor Analdo Gabaldón, en el estudio del paludismo en Venezuela. Integró parte del equipo de médicos del Instituto de Higiene, también, bajo la dirección del doctor Gabaldón. Según el profesor Augusto Germán Orihuela, quien ha sido quizás la primera persona que ha publicado un artículo de opinión sobre esta mujer venezolana en el diario El Nacional, indicó que la doctora Virginia realizó importantes estu­dios en la UCV y en Nueva York, la cual requiere una revalorización histórica.
Entre otras facetas de su vida, la investigadora venezolana se des­tacó como poeta y narradora. Es autora de la novela El Ávila mira hacia abajo, con la cual concurrió al certamen de novelas inéditas his­panoamericanas y fue publicada en la Revista Nacional de la Cultura (RNC), en su edición número 1-50, en el año de 1946. Dicha obra fue escrita originalmente en inglés y traducida al español por su misma narradora. También formó parte de la Junta Directiva de la Sociedad Bolivariana de Venezuela, como delegada de Ciudad Bolívar y ter­cera vocal a nivel nacional.

Amor y celos
Como las investigaciones sobre la lepra se paralizaron, la pareja decide regresa a EEUU en 1927. Vuelven a su hogar en Parkerford, a seis millas de Pottstown, Ches­ter, en una acogedora mansión. Virginia regresa a Nueva York, al Centro Clínico Privado de Lans­downe, donde colabora con la doctora Susan R. Corson. Pero los episodios de celos fueron afectando su relación personal.  No hay nada más cruel en una historia de amor que la mentira. Pero, la galena ve­nezolana estaba afligida a la idea de perder a su marido. Aunque no es­taba segura de que su historia fuera de amor, su paroxismo intermitente de obsesiones e impulsos la llevaría a la paranoia, a un delirio sistemá­tico y coherente, creyéndose lo que decía.
Fue en julio de 1928, después de una investigación, cuando la policía descubrió que Virginia alu­cinaba todo; inventaba sus propias historias de celo. Desde el punto de vista médico, el Dr. H. Metz Miller, superintendente del hospital psiquiátrico local la examinó y dijo que estaba loca. Aunque voceros del  centro de salud dijeron a la prensa que la paciente se encontra­ba, de manera temporal y mental­mente, desequlibrada debido a una terrible tensión mental o emocio­nal. Así fue, la médico recayó con sus obsesiones y, en una trama inventada, confesó a la policía que había asesinado a su marido Hus­sey y su amante, la cual Virginia denunciaba como la “otra mujer”.
-No puedo creerlo; los he ma­tado a ambos; puedo asegurarlo. Recuerdo haber visto a mí .esposo caer del auto cuando dispare dos veces, y ella también cayó. Ambos están muerto y los maté yo, y vi la sangre corre- dijo la médico a los policías del condado.
Pero su esposo y su amiga fue­ron encontrados con vida y salud, en un bungalow (búngalo o chalet para artistas), cerca de Sergeants­ville en Nueva Jersey, tres días después que la doctora Hussey había dicho que los había matado. El señor Hussey confesó al Jefe de la Policía de Montmery que su acompañante se llamaba Grace Tet­low Saauveur, una adinerada dama divorciada con tres separaciones encima, hija del millonario Henry J. Tetlow, un fabrícate de perfumes de Filadelfia y hermana de un reco­nocido escritor de ese estado. Vivía en Broad Axe, cerca del municipio de Ambler.
Otro de sus episodios de locura fue aquella noche del 16 de no­viembre de 1928, en el Condado de Montgomery, Pensilvania, cuando fue hallada inconsciente por la señora M. Cherriere, quien dirige una casa de apartamentos. Se había intentado suicidar. Tenía dos heri­das en el pecho y apretada en sus manos una pistola calibre 32. En una mesita cercana había una nota escrita a puño, con la siguiente ins­cripción “A quien pueda interesar”.
“Nadie es responsable por mi muerte. Hussey ha sido muy amble y bueno conmigo, él no tiene nada que ver con mi muerte. Simplemente estoy destrozada y no quiero vivir más”. La anotación estaba firmada como Virginia Hussey.
Al día siguiente fue recluida en estado crítico en el Misericordia Hospital de la localidad y, durante ese lapso, fue sometida a un tra­tamiento y observación médica. Sufría de trastorno mental, según sus antecedentes médicos. Dos meses después de su rehabilitación fue dada de alta y se fue a vivir con su hermano, Héctor; pero, sólo por unas pocas semanas. En seguida, alquiló un apartamento en avenida Larchwood, a pocas cuadras don­de su esposo vivió. Los amigos dijeron a la prensa que Hussey subvencionaba a su esposa con una pensión semanal y la visitaba casi diariamente para verla en su habi­tación. Lindley se había retirado a New England a encontrar paz y sosiego literario para terminar un nuevo libro.

La separación
Virginia y Lindley conciliaron su matrimonio en 1929. Pero, la pareja continuó teniendo problemas y, finalmente, se divorciaron en 1943. Siete años antes, la médico había entablado un juicio judicial contra la amante de su esposo, la señora Grace Tetlow Saauveur, por supuesta enajenación del cariño de su esposo. En 1934, un tribunal de Common Pleas Court de Pensilva­nia, se pronunció a su favor según un informe periodístico de Tyrone Daily Herald.
El veredicto del tribunal llegó a su clímax durante dos días de asombrosos testimonios, lo que le permitió al jurado compuesto por 12 jueces deliberar durante cuatro horas y 15 minutos. Durante sus alegatos, la Dr. Álvarez Hussey dio cuenta de una batalla de siete años para recobrar el amor de su marido. “El corazón deshecho de Dr. Vir­ginia Álvarez, hija de un estadista venezolano, tuvo hoy una valora­ción de $25,000, cantidad conque fue rescindida por  los daños de alienación del cariño de su mari­do, otorgadas por 12 magistrados contra una dama divorciada, pro­minente y rica”, destacaron medios impresos de la época.
Sin embargo, la señora Grace Tetlow Saauveur apeló la decisión y el juez Albert S.C. Miller, des­pués de una revisión del caso, le concedió a la amante la invalidez del veredicto. Por lo tanto, Virginia perdió a su marido y los $25,000.

De nuevo a Venezuela
Regresó a Venezuela en 1938 y funda la Sociedad Venezolana de Bacteriología, Parasitología y Me­dicina Tropical de la Universidad Central de Venezuela; pero, no se sintió bien recibida y regresó a Es­tados Unidos, donde se concentró en sus investigaciones hemáticas. Al parecer, Virginia Pereira Álva­rez había manifestado al presidente de la República, Eleazar López Contreras, su interés de revalidar su título de médico y ejercer la profe­sión en su país, tal como lo reveló en una carta dirigida al mandata­rio nacional, el 9 de diciembre de 1939.
Sin embargo, Arturo Uslar Pie­tri, quien era ministro de Educación Nacional, le manifiesta al secretario de la Presidencia  de  la  República,  Doctor Tulio Chiossone, que según un informe emanado de la Direc­ción de Educación Secundaria, Superior y Especial del Despacho a su cargo se indicaba lo siguiente:
“La Doctora Virginia Pereira Álvarez no ha hecho por escrito ninguna solicitud acerca de la re­válida de su Título, ni al Ministerio ni al Consejo Universitario, que es a quien corresponde conocer del asunto.
Verbalmente ha manifestado su deseo de que dicha reválida se le conceda sin presentar examen y alega que para la época en que ella se graduó no se exigía tal requisito en Venezuela.
Parece ser que en efecto en dicha época se concedieron algunas reválidas en tal forma; pero la Ley actual en su artículo 81 establece que “los venezolanos que hayan obtenido en el Extranjero títulos que permitan ejercer en los respec­tivos países alguna de las profesio­nes a que se refieren la Ley Orgá­nica de la Instrucción y la presente Ley, pueden obtener el equivalente título venezolano mediante un exa­men integral de tres horas”.
Más adelante, el ministro Uslar Pietri explica que este asunto pro­cedimental rige la Ley que acaba de citarse, y así lo expresa el Con­sultor Jurídico de este Ministerio en el memorándum que a continua­ción se transcribe:
“El examen de reválida del Título de Doctor en Medicina de la señora Virginia Pereira Álva­rez no puede verificarse sino de acuerdo con las disposiciones de la Ley vigente, y de ninguna manera mediante las posiciones de la Ley que regía para 1920, pues ésta ya no existe por haber sido derogada en todas y cada una de sus partes por los estatutos legales sucesivos. Por lo Tanto, mal puede acogerse la solicitante, para verificar el acto de reválida, a disposiciones ya sin ningún efecto legal, por ser inexis­tentes en la actualidad”.
Luchadora por los derechos de la mujer
Virginia Pereira Álvarez fue una mujer con un empuje social admi­rable. No sólo en su vida intelec­tual y académica sino en su postura ideológica y en su emancipación femenina en pro de la igualdad de los derechos de la mujer (Rodrí­guez Jiménez, 1964; p.58). Durante el tiempo que estuvo en Venezuela, Virginia participó en algunas acti­vidades políticas. En 1941, formó parte de un grupo de damas de la sociedad caraqueña organizadas en pro de la candidatura de Isaías Medina Angarita, la cual aupaba demandas democráticas en el país. En este sentido, fundo la Agrupa­ción Independiente, con un directo­rio presidido por ella, junto con la señora Lola Rangel de Rodríguez y la señorita Carmen Rosa Rodrí­guez. Dicha organización se dedicó a promover el derecho al voto de la mujer a que este estaba privada en Venezuela (El Candidato de las mayorías venezolanas; p.141). En esta circunstancia, Virginia revivía su sangre política que venía de sus ancestros. Primeramente, empezan­do por su padre, quien muy joven se había formado en la política en tierras de Guárico; o por el linaje de los Álvarez, líderes regiona­les que pertenecieron a esa casta de políticos liberales federalistas que, algunas veces, aparecían bajo la  roja bandera goda, y otras bajo la amarilla bandera liberal, y sus diversas ramificaciones.
En el campo científico, Virginia fue una gran investigadora venezo­lana. No ejerció la medicina como tal, como lo atestiguan los docto­res S. de Wittl Ludlum y William Drayton, ambos de Filadelfia. Su pasión siempre fue la investiga­ción. Uno de los grandes aportes fue el uso de mercurio en diferentes infecciones mediante la utilización de inyecciones intramusculares, propuesto en algunos casos, en enfermedades intestinales crónicas que parecían incurables.
La doctora Virginia Pereira Ál­varez falleció el sábado 12 de abril de 1947, a la edad de los 58 años, a causa de una hipertensión maligna y un infarto cardíaco, según pu­blicó The Wisconsin State Jour­nal, – un periódico del Estado de Pensilvania-. En aquella ocasión, la Sociedad Bolivariana de Venezuela se pronunció sobre este lamentable hecho:
“Dolorosa sorpresa nos ha cau­sado la muerte de la señora doctor Virginia Pereira Álvarez, acaecida recientemente en Filadelfia, Es­tado Unidos de América, donde se encontraba residenciada desde hacía largo tiempo- Distinguían a la apreciable compatriota relevantes dotes de cultura, bondad, de talento y vasta preparación, y ostentaba el mérito de habido la primera dama venezolana graduada en Ciencias Médicas (Revista de la Sociedad Bolivariana: órgano de la Socie­dad Bolivariana de Venezuela, No 15-22 Coop de Artes Grafica, 1944; p.712).
Igualmente, el Colegio de Médi­co de Caracas suscribió un acuerdo de duelo con motivos de su muerte. Los restos de esta destacada inves­tigadora venezolana fueron sepul­tados en el Cementerio Fernwood Lansdowne, Pennsylvania, Estados Unidos.
Bibliografía                  
Fuentes heMeroGráficas                        
Diario El Universal, 1911
The Wisconsin State Journal
Revista de la Sociedad Bolivariana: órgano de la Sociedad Bolivariana de Venezuela, No 15-22
Gaceta Médica de Caracas, Vol. 22 Nº 20
Revista Nacional de la Cultura No.1-50       
Journal of the American Association of University Women. V.15, Año 1921
The Philadelphia Inquirer, 1928
Boletín del Archivo Histórico de Miraflores, pp. 154-160

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* Periodista, docente e historiador venezolano