Acerca de la cuestión agroalimentaria venezolana (seis).
Queremos dejar claro y taxativo testimonio, que tenemos un compromiso existencial con la definición de acertadas políticas, para atender socialmente y de manera integral, a la enorme cantidad de personas que hoy lamentablemente han sido arropadas por la pobreza general que nos asiste
Por Jesús Cepeda Villavicencio.
Nuestra comida debería ser nuestra medicina y nuestra medicina debería ser nuestra comida.
Todos los esfuerzos que se hagan por mejorar la organización del SAV, deberían contar con el beneplácito de quienes de una u otra manera, tienen responsabilidades dentro de él. Con mucho pesar he podido observar que esto no es así, y en el artículo de esta semana, expongo y complemento aún más, lo que expresamos en la entrega anterior, y que insisto, es parte de una visión, que en ningún momento he pretendido se convierta en una infalible posición. Pero de lo que sí estoy seguro, es que los actores más débiles de esta larga y complicada cadena, son los productores primarios y los consumidores finales, ya que ellos dependen de lo bueno, regular o malo que ocurra en la organización del sistema. (Por ejemplo; de ellos no depende que las vialidades agrícolas están destruidas, de ellos no depende que la ciencia y la tecnología agroalimentaria permanezca rezagada en el país, de ellos no depende que los venezolanos no tengamos poder adquisitivo, porque la institucionalidad del salario fue demolida en Venezuela). Pero, por estas y muchísimas otras circunstancias, es que se necesita un protagonismo más activo, tanto de los que producen, como de los que consumen, que a la postre somos todos, para enfrentar con firmeza a una descomunal macrocefalia burocrática, que ha hecho del SAV, una de las instituciones más infuncionales del país.
En la actualidad las políticas rectoras del SAV, se dictan a través de cinco ministerios: a) Ministerio del Poder Popular para la Agricultura y Tierras, b) Ministerio del Poder Popular para la Alimentación, c) Ministerio del Poder Popular para la Agricultura Urbana, d) Ministerio del Poder Popular para la Pesca, y por último, las FANB, que controla todo y a ella no la controla nadie. Todos estos ministerios, están constituidos a su vez, por innumerables institutos autónomos adscritos a cada uno de ellos, que también actúan, como su burócrata jefe lo dictamina. Esta desmedida y clientelar mente absurda burocratización del SAV, ha tenido como consecuencias desastrosas, el desmontaje de todo el andamiaje estructural agroalimentario nacional, lo que ha favorecido e impulsado una descomunal corrupción, sostenida por las crecientes importaciones de alimentos ( aunque hay que recalcar que a partir del año 2015, esta tendencia, como ha ocurrido en todas las otras importaciones de bienes no alimentarios, también ha decaído, por las razones ya comentadas con anterioridad). Una vez creado el Ministerio para la alimentación y entregada su tutela a las FANB, advertimos sobre los gravísimos inconvenientes que se derivarían de su implementación, sin que estas tuviesen las más mínimas consideraciones. En teoría, el régimen pretendía “favorecer” los subsidios directos en alimentación a las familias de escasos recursos y para ello creó el polémico programa de los CLAPs, que terminó siendo, como es público y notorio, un escándalo, por el grosero y clientelar populismo que se instaló con dicho programa. Queremos dejar claro y taxativo testimonio, que tenemos un compromiso existencial con la definición de acertadas políticas, para atender socialmente y de manera integral , a la enorme cantidad de personas que hoy lamentablemente han sido arropadas por la pobreza general que nos asiste, pero ello debe darse en el marco del más estricto respeto a la DIGNIDAD HUMANA ( mayúsculas ex profeso), y por eso elevamos nuestra modesta voz de protesta,contra el hambre que sufre en carne viva nuestra población. Hambre que por supuesto no padece, el pequeño sector social que se ha venido beneficiando con las políticas de este régimen, y que nos ha colocado como una de las naciones más desiguales del planeta, por no decir la más.
El otro elemento que consideramos oportuno resaltar en este alocado proceso político (rogamos disculpas a quienes nos leen, por no encontrar, otro adjetivo, distinto a la locura), pero cómo? se puede entender esta proliferación de organismos nacionales, a los que hay que sumarles la “genialidad “de algunos gobernadores que no conformes con lo ya descrito, han venido creando nuevas instancias, que se “supone”, son para atender la actividad agropecuaria y la alimentación de sus respectivos pueblos. Al final todo este entramado ha terminado siendo un eficiente molino para trillar esfuerzos (enormes duplicidades), y dilapidar los escasos recursos destinados al agro. Por eso insistimos en la necesidad de establecer una direccionalidad de políticas agroalimentarias, que emanen de un solo ministerio y de pocos institutos autónomos adscritos a él, como bien aclararemos más adelante, pero este, tiene que estar circunscrito en su direccionalidad, por una triada compuesta de tres ejes fundamentales; una nueva legislación , la descentralización de las regiones agrícolas y el plan nacional agroalimentario de largo plazo. Como se pensó una vez, cuando de manera conjunta se planteó la necesidad de la implementación de dos leyes orgánicas de manera simultánea; la ley orgánica que daba lugar al plan agroalimentario y la ley orgánica de ordenación del territorio.
A propósito de los esfuerzos que se hacen por la reinstitucionalización del país a todos los niveles, donde obviamente, lo agroalimentario debe ser considerado en su adecuada dimensión, nos atrevemos a proponer dentro del marco de las necesarias vías transicionales, fusionar los respectivos ministerios en uno solo, con un conjunto de institutos adscritos a él (un instituto autónomo nacional de tierras, un instituto autónomo de investigación y asistencia técnica agropecuaria, un instituto autónomo nacional de suelos, un instituto autónomo nacional de riegos y drenajes, un instituto autónomo nacional de vialidad agrícola, un instituto autónomo nacional de electrificación rural, un instituto autónomo nacional de pesca, y una empresa nacional de silos y almacenamientos) para evitar las nefastas consecuencias referidas en anteriores párrafos, y crear sobre sus concepciones originarias, el ministerio del ambiente y los recursos naturales renovables, en el entendido que no podremos hablar de desarrollo agroalimentario, sin que esto funcione de manera coordinada con todo lo referido a los aspectos ambientales. Es apremiante la necesidad de superar el rentismo y el extractivismo, por cierto, precisamente uno de los actos más voraces y ofensivos contra la naturaleza, provienen del extractivismo primitivo que se instauró en nuestro país, con ese adefesio denominado Arco Minero del Orinoco, que refleja no solo el cinismo como detestable práctica política, sino una de las más graves violaciones, a los tratados y pactos que sobre la materia ha suscrito nuestro país.
Quiero finalizar la presente entrega, respondiendo algunas interrogantes que me han formulado con razonables preocupaciones, algunos amigos, preguntando el por qué? del plan de largo plazo, cuando la situación es apremiante en el aquí y el ahora. Al respecto aclaro, que el plan cuenta con un conjunto de propuestas de acciones inmediatas, como las referidas al capítulo cerealero, porque por allí está planteado el inicio de los programas de acción hacia el SAV. Los cereales son cultivos elásticos que reaccionan en el muy corto plazo, ante los estímulos correspondientes, además de poseer la virtud de ser la materia prima fundamental para activar los circuitos agroindustriales y cárnicos en el país, estos aspectos serán tratados en capítulos posteriores..
HACIA LA REINSTITUCIONALIZACIÓN DEL PAÍS Y EL RESCATE DE LA DEMOCRACIA. Continuaremos.
Jesús Cepeda Villavicencio es ingeniero agrónomo, MsSc en Desarrollo Rural, doctor en Ciencia de la Educación, profesor universitario jubilado, ensayista y político.