Beatriz, la maestra
Allí, en aquella vieja casona, iban los muchachos, hembras y varones, a recibir las primeras letras de manos de doña Beatriz de Rodríguez. Eran jóvenes pálidos, macilentos por los rastros de la pobreza, el paludismo y la fiebre española.
Por José Obswaldo Pérez
LA ESCUELA era un caserón, ubicado en el viejo camino del ganado. La llamaban la Casa Atravesada porque sobresalía en el medio del camino hacia el llano. Había sido propiedad del General Joaquín Crespo Torres y ahora la habitaban los Rodríguez. Allí, en la Casa Atravesada, realiza una ardua labor, casi altruista, en medio de un pueblo de miserias, abandonado y decadente.
Allí, en aquella vieja casona, iban los muchachos, hembras y varones, a recibir las primeras letras de manos de doña Beatriz de Rodríguez. Eran jóvenes pálidos, macilentos por los rastros de la pobreza, el paludismo y la fiebre española. La maestra Beatriz de Rodríguez se mantenía solemne en medio de un salón improvisado, en una habitación de aquella casa. Con voz pausada, enseñaba las letras del abecedario; la aritmética elemental, las buenas costumbres y un poco de historia. Esa que conocía muy bien por sus ancestros familiares.
Su nombre de pila era tan largo que cada onomástico era el recuerdo de un familiar cercano: Beatriz Benigna Ramona de las Mercedes Rodríguez Sierra. Había nacido el 21 de Junio de 1883, bajo un ambiente de innegables costumbres. Hija del general Pedro Pablo Rodríguez y doña María Dolores Sierra García. Ambos fueron personas respetables y publicas. Se llamaba Beatriz en honor a su bisabuela Beatriz Rodríguez, casada con Don Enrique Sierra[1]. Pero también Benigna y Ramona por sus tatarabuelos.
De este matrimonio son también: Consuelo, Froilán Ramón Tiburcio de Las Mercedes y Petra Antonia Rodríguez Sierra.
Su formación escolar estuvo bajo la tutela del prebístero Doctor Juan Bautista Fransichini[2], venerable prelado de la Iglesia Católica, quien se residenció aquí con su familia. Además, entre sus maestros cuentan a José Ramón Núñez, Josefina Del Villar, Ricardo Núñez Gómez, entre otros.
Contrajo nupcias en el año de 1907 con el general Don Nicanor Arturo Rodríguez Moreno[3], hijo de Don Fernando Rodríguez Vargas y Doña Evarista Moreno Vilera. Del matrimonio nacieron cuatro hijos. Una niña que falleció a nacer; Fernando Antonio, que murió a los pocos días con gripe. Nicanor y Arturo Rodríguez, quienes lograron sobrevivir de las enfermedades palúdicas. Dos figuras importantes del quehacer cultural del pueblo orticeño.
En 1911, Doña Beatriz de Rodríguez fue designada maestra de la Escuela Federal para niñas y en 1913, fungía como su directora. En el mes de marzo de ese año, se habían rendido exámenes preparatorios por parte de la junta examinadora conformada por los señores Domingo Meléndez Roscio y Juan Marrón Cabrera. “Las alumnas dieron pruebas de aprovechamiento”, reseña una edición de la fecha de El Nuevo Diario de Caracas.
Doña Beatriz fue una buena lectora. Le gustaba el canto y la poesía. De puño y letra tenía un cuadernito con varias canciones de la época. Evandro Matute Aguirre, juez y escritor orticeño, la describe de la siguiente manera:
“(…) Orticeña siempre. Erguida en la penuria de esta tierra.
Y empecinada. Tercamente afanada en construir
Ella vivió el ayer de las sólidas casas. Y después, la yerme soledad de Ortiz. Mientras muchos huían.
Ella percibió el desgarrador mensaje da las casas muertas. Y Aquí formó su hogar. Aquí tuvo sus hijos.
Y con la hidalguía de noble matrona nos legó a todos una lección cívica de fortaleza, dignidad y sencillez.
Porque aquí también fue maestra y en se a muchos niños. Iluminando en sus conciencias la historia de Ortiz y de la Patria.
Ella es maternal símbolo. Como agua copiosa para tierra seca.
Esposa y madre ejemplar.
Maestra generosa.
Mujer perseverante y heroica.
Todo un símbolo de Ortiz. De aquel que ha sido grande en la obra y el esfuerzo.”[4]
También, don Miguel Otero Silva la retrata en ella, el personaje de la señorita Berenice en su celebre novela Casas Muertas de la siguiente manera:
“Era una mujer pálida, de una pulcritud impresionante. Siempre olorosa a jabón y a agua de río. Siempre recién bañada y vestida de blanco…”
Aunque en una cédula que le expidió el Ministerio de Educación la reseñaba como una mujer “blanca, de ojos verdes y cabello rubio”.
Fue una dama virtuosa y religiosa. El primer liceo del municipio Ortiz lleva su nombre, por su abnegación magistral en pro su pueblo y sus dotes de altruismos. Falleció el 1 de Agosto 1961. Aún algunos orticeños, muchos de sus alumnos, la recuerdan.
[1] De este matrimonio es Críspulo Enrique Sierra Rodríguez, quien casó en Ortiz el 25 de Agosto de 1856, con Natalia García Moreno, hija legítima de Juan José García y Bárbara Moreno. De este matrimonio procrean a: Rita, María Dolores y Antonio Sierra García.
[2] PEREZ A, JOSE OBSWALDO (2005, 02 marzo). El Padre Juan Bautista Franceshini. San Juan de los Morros: Diario El Nacionalista, p 5.
[3] Había sido comerciante, político y distinguido personaje de la aristocracia burocrática de Ortiz. Llegó a ser concejal y presidente del Concejo Municipal, en el año uno. Asimismo, participó en diversas funciones y actividades públicas. Fue Jefe Civil de San Juan de los Morros (en aquel tiempo perteneciente a la Jurisdicción de Aragua) y luego del pueblo del Señor San José de Tiznados, donde falleció a causa de una fiebre palúdica.
[4] MATUTE, EVANDRO (1971). Ortiz. , p 11