Paseando entre dos pueblos
Al día siguiente decidí dar otro paseo. Cruzo un puente bajo el cual corre tortuoso un rio de aguas pútridas y con basura y animales muertos en sus riberas. Las garzas, los loros y los pericos hace mucho tiempo que se marcharon para no volver jamás Por Daniel R Scott Salgo a pasear por este pueblo bucólico, apacible, de gente buena, hospitalaria, laboriosa, dedicada a la siembra y la cría de ganado y en donde nunca sucede algo que perturbe la paz. El cerro desde su altura parece mirar y bendecir la cuadricula de casas adosadas. Alguna vez un bardo soñador le compuso a este cerro unos versos. El paisaje es hermoso. Todo huele a anécdotas y a tradición. Los árboles, altos y frondosos, bordean los caminos ofreciendo nido a las aves y sombra a los viandantes. Los hombres, de un blanco inmaculado o en traje de faena, se inclinan sobre la pared colonial sentados en silletas de madera y cuero, para ver caer la tarde, saludar al transeúnte o hablar con el compadre las últimas y pocas novedades …