Virginia Pereira Álvarez y el papel de los venezolanos en el extranjero

image_alt
caption_here


 

 

Por José Obswaldo Pérez 

Desde tiempos tempranos, los venezolanos han cruzado fronteras no sólo en busca de oportunidades, sino también con el firme propósito de aportar al mundo desde la identidad y el conocimiento propio. En este tejido de relaciones internacionales destaca la figura de la venezolana, doctora Virginia Pereira Álvarez, quien fue homenajeada con un té en la Asociación Pan-Americana de Filadelfia en el año de 1942, con motivo de su participación y su contribución durante la Segunda Guerra Mundial.  Cabe destacar que la Asociación Pan-Americana, desde su fundación, se convirtió en un espacio de diálogo donde líderes de distintas naciones americanas consolidaban la cooperación y el entendimiento mutuo.

 

La doctora Pereira Alvarez se había alistando en la Defensa Nacional de los Estados Unidos y se le asignó un cargo en la brigada relacionado con su profesión médica. Este hecho histórico, sin dudas, se documenta en una edición de la famosa revista literaria venezolana Belliken de ese año - fundada en 1919 y dirigida por su propietario Lucas Manzano-, dónde se menciona que Pereira Álvarez ( quien también era colaborador de la publicación) no sólo participó activamente, sino que desempeñó un rol fundamental en el servicio médico, un frente esencial en tiempos de guerra. Se dice que su labor fue crucial en la identificación de zonas estratégicas con riesgo de ataque, contribuyendo a la protección de civiles, un gesto que, más allá de lo inmediato, reforzó la imagen de Venezuela como un aliado en el escenario global.

 

En el reconocimiento a esta gran venezolana recibió una credencial firmada por  el Comandante en Jefe de las fuerzas de combate aéreo de los Estados Unidos, Brigadier Jhon C Mac Donnell, la cual le fue entregada por el presidente de la Asociación, señor Dougherty.

 

Las relaciones entre Venezuela y Estados Unidos han atravesado distintos matices históricos. Desde los tiempos provinciales que inspiraron la independencia de múltiples naciones hispanoamericanas hasta los acuerdos comerciales y diplomáticos del siglo XX, la figura de Pereira Álvarez es muestra de cómo estos vínculos no sólo se tejían desde las altas esferas gubernamentales, sino también a través del esfuerzo de individuos que comprendían la importancia de la cooperación. En su discurso en la Asociación nuestra médico reflejó ese espíritu: habló sobre la esencia de la identidad venezolana, la memoria histórica y el deber de los pueblos de mantenerse 

unidos ante la adversidad.

 

Es meritorio destacar que en el banquete anual de la Asociación Pan-Americana de Filadelfia, al que asistió el embajador venezolano en Washington, el Dr. Diogenes Escalante, fue testigo de la determinación de Pereira Álvarez y otros hispanoamericanos que, en su actuar, reforzaron la presencia de sus naciones en escenarios internacionales. Más allá de los discursos protocolarios, había una convicción genuina de que el intercambio cultural y la diplomacia humana eran herramientas poderosas para construir la paz.

 

Hoy, al recordar parte de la vida de esta gran mujer, se abre una reflexión sobre el papel de los venezolanos en el extranjero. No son sólo migrantes ni sólo diplomáticos; son agentes de cambio, portadores de una historia rica que, con cada palabra y cada acción, continúan escribiendo nuevos capítulos en el mundo. Como lo hizo Pereira Álvarez, muchos han dejado su huella en tierras lejanas, demostrando que la identidad nacional trasciende fronteras cuando se lleva con orgullo y propósito.

Publicar un comentario