El sacrificio como ideología

Que alguien se inmole por la libertad o los derechos civiles en un país donde de ellos quedan los escombros es algo trágico. Una manera de decir, con el más rotundo de los hechos, que sin libertad lo mejor es ver la vida desde el otro mundo.


Por Leonardo Rodríguez
leonroh@gmail.com

Si la vida no tiene sentido, el sacrificio sí. Famoso después de morir, Orlando Zapata no consiguió que el régimen cubano atendiera sus reclamos, casi plegarias, de un trato menos brutal, pero sí que el mundo tuviera oportunidad de apreciar por enésima vez la magnanimidad de los Castro y de más de un corifeo. Me refiero al gesto reilón de Lula en La Habana y a la diplomacia casi mimosa del gobierno de Zapatero con la revolución castrista.

La tradición cubana de inmolación política no tiene competencia en América Latina. Tanto así que el nada apostólico Guillermo Cabrera Infante llegó a escribir, no sin amargura, que el suicidio era la verdadera ideología de su isla. Hace rato que la Cuba castrista cultiva la eutanasia revolucionaria.
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También en Venezuela el sacrificio cobra valor como gesto de protesta. No hace mucho Franklin Brito rompió su última huelga de hambre frente a la sede de la OEA en Caracas. En estos seis años, según su esposa, Brito se amputó un dedo, se cosió la boca y recurrió repetidas veces a la huelga. En su caso, consiguió lo que en Venezuela no es corriente: que el gobierno revocara la expropiación de sus tierras. Para ganar la clemencia del déspota, nada como entregarse al suplicio.
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Que alguien se inmole por la libertad o los derechos civiles en un país donde de ellos quedan los escombros es algo trágico. Una manera de decir, con el más rotundo de los hechos, que sin libertad lo mejor es ver la vida desde el otro mundo. Lo vano es dar un sentido positivo (ideológico) al sacrificio. Los padecimientos de Brito y la muerte de Orlando Zapata son la confesión de un fracaso, no su glorificación.
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En un cuadrito de Gustave Moreau que hace poco vi en un museo de Madrid, una Esfinge acumula cadáveres y banderas en su altar. Pensé, en mi delirio, que se parecía mucho a la Historia.

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Leonardo Rodríguez es escritor y es el autor del blog Eros y loros, así como de otras bitácoras dedicadas a la literatura, al pensamiento y el análisis crítico.
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