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Es navidad


FELIPE HERNÁNDEZ G.

La Navidad en Venezuela, al igual que en la mayoría de los países que la celebran, es motivo de encuentros familiares, brindis por la paz y la prosperidad, interpretación de música especial: -aguinaldos y gaitas, en nuestro país- y preparación de elaborados manjares y bebidas.

Infaltables en la Navidad, son las Misas de Aguinaldo, celebraciones Litúrgicas propias de la novena de Navidad celebradas entre el 16 y el 24 de diciembre, como característica propia de la iglesia venezolana, ya que en este período de espera penitente no se permiten cantos alegres dentro de las celebraciones, sin embargo solamente para Venezuela la Iglesia Católica ha hecho una excepción, principalmente por ser estos cantos una tradición de veneración al nacimiento de Jesucristo arraigada en los fieles por generaciones, permitiendo los cantos de aguinaldo como animación de la misa sustituyendo todos los cantos litúrgicos con su música habitual por aguinaldos. Como única condición, la iglesia impone que las misas de aguinaldo sean celebradas de madrugada o al despuntar el alba.

En las principales ciudades, las conmemoraciones religiosas se han ido reduciendo al recinto de las iglesias católicas, en las cuales se instalan elaborados pesebres y grandes arreglos de flores de Navidad y se celebran las misas dominicales y la misa de media noche el 24 de diciembre, con música de aguinaldos y fuegos artificiales. Los centros de compras, avenidas principales, plazas y zonas comerciales, son adornados con múltiples luces y grandes pinos artificiales profusamente decorados.

En lo que a Valle de la Pascua refiere, hoy la navidad tiene características diferentes a las de la ciudad bucólica de hace treinta o cuarenta años, solo se mantienen algunas tradiciones de otrora, otras se perdieron o fueron sustituidas por nuevas formas de expresión del regocijo popular.

Se fueron las patinatas en la Plaza Bolívar y en las calles del centro de la ciudad, así como las comparsas de muchachos de los diversos sectores que de madrugada se movilizaban para en grupos llegar a la plaza donde se confundían en actitud festiva. Hermosa tradición navideña que la delincuencia y la inseguridad despacharon a los anales del recuerdo que pervive en la mente de quienes la vivieron. Hoy la plaza ha perdido ese encanto y el temor acosa a quienes osan transitarla.

Las misas de aguinaldo se mantienen por la participación de las instituciones y algunas organizaciones públicas y privadas, entre ellas: Alcaldía, Concejo Municipal, Cuerpo de Bomberos, Contraloría, Circuito Penal, Prefectura, Instituciones de Educación Superior, La Feria de la Candelaria 2013, Sociedad Socorro Mutuo, Cámara de Comercio, Asociaciones Agrícolas, entre otras. La inseguridad le ha robado el público a esta tradicional actividad religiosa, aunque sigue manteniendo su fuerza expresiva de alegría y creatividad.  
En todas las iglesias católicas de Valle de la Pascua, una vez más, este 2012 se realizaron tan singulares misas, especialmente hermosas y magistrales fueron las de la Catedral de Nuestra Señora de la Candelaria, oficiadas por el párroco Pedro Gijs, y en la Iglesia Santísima Trinidad de Guamachal, oficiadas por los padres Virgilio y Miguel Ángel.

Los fuegos artificiales de ayer: triquitraque, bengalas, luces de colores, estrellitas, salta pericos, cebollitas, entre otros, aunque prohibidos por las autoridades, han quedado para niños de corta edad, ante la potencia sonora y el poder destructivo de “artefactos” como los llamados fosforitos, tumba ranchos, mata suegras, cohetes y bim laden que contaminan y aturden a los ciudadanos, amén de las muchas víctimas, especialmente niños y jóvenes, que deja el uso irresponsable de dichos fuegos artificiales, sin contar el sufrimiento que padecen las pequeñas mascotas, especialmente los perros y los gatos.

Mucho del sabor de la navidad de antaño se ha perdido. La condición de pueblo permitía a sus habitantes conocerse, visitar y brindar con familiares y amigos en fiestas particulares o en locales como el Club de Leones y el hotel San Marco, con agrupaciones musicales locales o nacionales, como la Orquesta Los Melódicos de Renato Capriles, entre otras.

Sin embargo, mucho de la navidad queda todavía, además de los grupos de aguinaldo, para compartir hemos ganado los intercambios de regalo y los amigos secretos, tan populares en muchos hogares y en instituciones públicas y privadas. Un indicio, de que el fervor por la navidad se ha tornado en una actividad económica, son la celebración del día de Santa Bárbara, los estrenos, el espíritu de la navidad, el Niño Jesús y los Reyes Magos, los regalos, junto con el árbol de navidad y San Nicolás o Santa, que han desplazado al tradicional Pesebre, aunque se mantiene el Nacimiento, cuyas benefactoras son fundamentalmente las instituciones educativas, que como actividad pedagógica realizada por alumnos y maestros, promueven en las escuelas, con entusiasmo, gran creatividad y esfuerzo.

En la gastronomía navideña, a pesar de lo costoso de sus ingredientes, la hallaca es la reina del plato navideño, al que se suman como infaltables integrantes, la ensalada de gallina, el pan de jamón y el pernil horneado y/o el asado negro, así como el dulce de lechosa, la torta negra y el panetone.

En Navidad al igual que en el resto del país, Valle de la Pascua se viste de fiesta y se engalana con su mejor ambiente, es época de sabor y festejo, de reuniones y encuentros, de calidez y felicidad, y se adecúa a los tiempos que vivimos, porque lo que se ha ido pervive en el recuerdo.


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Las mil y una historias


Por Adolfo Rodríguez 


Todo hace presumir que cuanto colma la paciencia de Andrés Oppenheimer en su libro !Basta de historias! La obsesión latinoamericana con el pasado y las 12 claves del futuro (Bogotá, 2010), no es más que esa larga tradición discursiva que  distrae de la realidad y pospone, hasta más nunca, las alternativas para un desarrollo autosostenido y sustentable. Esa manipulación del pasado  a la medida del prestidigitador de turno y que, en América Latina, según dicho autor, retarda el acceso a la  economía del conocimiento y su mascaron de alta tecnología  (software y patentes de industria). La nueva tierra prometida que, de acuerdo a sus reportajes y entrevistas,  subyuga, por igual, al  este y al oeste, norte y sur, izquierdas y derechas, socialistas y capitalistas, democracias y dictaduras. Considerando Oppenheimer que un llamado al futuro desoído en la casi total vastedad hemisférica, con excepción de Chile y Brasil. Recomendando, a quienes resuelvan alcanzarlos, proveerse de “una dosis de humildad para darse cuenta acerca de la verdadera posición” en que se encuentran nuestras “grandes universidades y centros de investigación en el contexto mundial”  Sus modelos óptimos, a su entender, la China comunista y Corea del Sur, entre otros. Despliega información acerca de rankings  publicados  en el Suplemento de Educación Superior del Times de Londres o en China, que exhiben, según aquél, cómo de un total de 200 universidades, apenas la UNAM de México figura en el puesto 190. Destacando, el otro, solamente la de Sao Paulo y la UBA argentina, en el numeral 140.  Rezago que atribuye al prurito atascador de preferir el pasado antes que el presente.  Acotando que países con éxitos en el desarrollo sugerido, como  India y otras zonas asiáticos, poseyendo “historias milenarias”, no las  magnifican, ya que de un millón doscientos y pico mil estudiantes cursando ingeniería en China, sólo 16.300 lo hacen  en  historia y  1.520 en filosofía. Que, en mi parecer, no implica ignorancia por parte de aquella juventud orientada a la ciencia y la tecnología, en cuanto al poderoso patrimonio  étnico y natural que los circunda. Si no que éste opera de manera implícita, insinuándose desde el hogar y emanando de cada cosa, palabra, compostura,  adscribiendo, de buen grado, casi siempre, a cuantos las rozan. Saberes y sensaciones que infiltran los más soberbios revestimientos. El mismo Openheimer  historiza y hasta apela al recurso emocional, al sugerir, en la búsqueda de las alternativas postuladas, paranoias que remiten a  dogmatismos históricamente recurrentes. Su experticia, a través de un largo periplo mundial,  la condensa en 400 páginas, de las cuales cuarenta son para referencias bibliográficas y acerca del modo de insertarse en una onda, que, según cifras que suministra, generan el setenta por ciento del producto mundial bruto, en términos de servicios y patentes industriales, frente al decreciente valor de las materias primas. Las claves finales de su propuesta son: educación como “tarea de todos” (programa brasilero), conceptualizar el desarrollo a partir de un PIB educativo, invertir en educación preescolar, capacitar y mejorar el estatus social de los maestros, incentivarlos salarialmente, propiciar pactos de buena voluntad entre actores nacionales (por más que se tuerzan la vista), estimular praxis hogareñas en función educativa, superar el  aislamiento, captar inversionistas de alta tecnología, edificar una “educación internacional”, etc. Estrategias que, a mi parecer,  serán cada vez más pertinentes, válidas, funcionales y atractivas, si se inscriben en los intransferibles marcos culturales de cada país.

Henrique Avril: El fotógrafo de la misión del mapa nacional (año 1901)


Don Luis Avril perteneció al movimiento impreso de Barinas en el siglo XIX, y trabajó para el general Ezequiel Zamora en los inicios de la Guerra Federal en 1859, como su consejero político le dio la idea y le diseñó el sistema de trincheras que hicieron posible el triunfo de Zamora en la batalla de Santa Inés.

 POR FELIPE HERNÁNDEZ G
Considerado el primer reportero gráfico y corresponsal viajero de Venezuela, el fotógrafo Henrique Avril nació en Libertad de Barinas, estado Barinas en 1866, fue hijo del francés Emilio Avril y de María Bauden, dama de origen suizo. Su abuelo, Luis Avril, vino de Francia a Venezuela cuando Napoleón III restableció el imperio francés en 1852.
Don Luis Avril perteneció al movimiento impreso de Barinas en el siglo XIX, y trabajó para el general Ezequiel Zamora en los inicios de la Guerra Federal en 1859, como su consejero político le dio la idea y le diseñó el sistema de trincheras que hicieron posible el triunfo de Zamora en la batalla de Santa Inés.
Al mismo tiempo, Henrique tenía dos tíos, Felipe (quien fundó la Sociedad Francesa de Fotografía en 1851) y Edward quien como fotógrafo participó en una exposición organizada por la asociación. Estos dos familiares son los que involucran al joven Henrique en la fotografía, cuando su padre lo envía a París para realizar estudios que se desconoce si llegó a culminar.
Henrique Avril publicó sus primeros trabajos en la revista Photo–Gazelle de la cual recibe sus primeros reconocimientos. También trabajó para su hermano Emilio en la revista capitalina “El Cojo Ilustrado”, donde publicó su extenso trabajo durante veintitrés años. Aquí publica aproximadamente trescientas veintitrés imágenes, entre las cuales se encuentran varias pictografías.
Interesado en conocer el territorio nacional, recorrió los veinte estados del país, registrando en su lente los inicios del desarrollo de las ciudades, costumbres, personajes y paisajes. En este vasto trabajo artístico, Avril capturó imágenes por el Centro, el Llano y el Oriente del país, ganando el título de “Primer Reportero Gráfico de Venezuela”.
A raíz de la desaparición de “El Cojo Ilustrado”, Avril siguió ejerciendo su labor reporteril en la revista de “Actualidades” de don Rómulo Gallegos y en “El Nuevo Diario”.
En 1901, el presidente Cipriano Castro creó La Misión del Mapa Nacional, para levantar los planos y mapas geofísicos de las pequeñas localidades de Venezuela. Como director de dicha Misión, el presidente Castro designó al ingeniero Santiago Aguerrevere y entre los funcionarios que la integraron estuvo el fotógrafo Henrique Avril, quien entre los años 1902 y 1906, en cumplimiento de las obligaciones propias de su trabajo, visitó algunas localidades de la Sección Guárico del Gran Estado Miranda.
La obra de Henrique Abril constituye un importante legado a la posteridad, de la cual se conservan en archivos de la capital de la República y en archivos particulares, muchos testimonios fotográficos del paisaje y de los pueblos del Guárico, especialmente de: Altagracia de Orituco, Tucupido, Valle de la Pascua, Zaraza, Santa María de Ipire, vistas de los ríos Orituco y Unare, y el pueblo de El Chaparro en el estado Anzoátegui, entre otras poblaciones. Las fotografías del Guárico corresponden al período 1902-1906.
Henrique Avril murió en Puerto Cabello, el 27 de junio de 1950 a los 84 años.

18 de octubre de 1945: Golpe de estado o revolución





Felipe Hernández G.
UNESR / CRONISTA DE VLP
felipehernandez457@yahoo.es

Este 18 de octubre de 2012 se cumplieron 67 años de un hecho que cambió la política venezolana. El 18 de Octubre de 1945 culminó una crisis política que se gestó en los últimos años del período del presidente Isaías Medina Angarita. Ese día cayó la dinastía andina que gobernaba desde el 22 de octubre 1899, -finales del siglo XIX-, con la llegada de Cipriano Castro y los Andinos al poder. Es el inicio de una nueva etapa donde estarán presentes nuevos actores políticos.

El hecho se inició con una insurrección cívico-militar liderada por Rómulo Betancourt y Marcos Pérez Jiménez que llevaría a deponer al general Medina Angarita. Aunque los dirigentes de Acción Democrática lo bautizaron como "revolución", para muchos historiadores fue un golpe de Estado cívico-militar, que tuvo como principales cabecillas a Rómulo Betancourt y Marcos Pérez Jiménez.

El 17 de octubre de 1945, Medina es informado de los preparativos del complot, lo cual parecía confirmar el mitin realizado el mismo día por AD en el Nuevo Circo de Caracas, el cual constituía un virtual llamado a la insurrección. Las órdenes impartidas de acuartelar las guarniciones de Caracas y Maracay y de arrestar a tres de los cabecillas militares (Pérez Jiménez, Julio César Vargas y Horacio López Conde) desencadenan el alzamiento.

En la mañana del 18 de octubre de 1945, estalla la revuelta en el Escuela Militar de La Planicie en Caracas. Por la tarde, se había extendido a los cuarteles de San Carlos, La Planta y Miraflores, en Caracas y la guarnición de Maracay. El cuartel de San Carlos es retomado por el gobierno, mientras se generalizan los tiroteos en las calles de Caracas. En la noche de ese día, al analizar la situación Medina se niega a atacar la Escuela Militar y así evitar la muerte de los cadetes, muchos de los cuales habían sido sus alumnos años atrás. Por la mañana del 19 de octubre, las noticias de que la aviación y la plaza de Maracay se encontraban en manos de los alzados y de que el Cuartel San Carlos había sido tomado por grupos de civiles insurrectos determinan la decisión de Medina de rendirse. Esa misma noche se constituye en Miraflores una Junta de Gobierno presidida por Rómulo Betancourt, la cual inició una nueva etapa en la vida política del país y para muchos la entrada de Venezuela en el siglo XX.

El Presidente Medina fue la víctima de una insurrección contra un sistema de gobierno que él heredó, democratizó y modernizó. Pocos presidentes venezolanos han podido repetir desde entonces las palabras que tradicionalmente dirigía Isaías Medina Angarita al Congreso, año tras año: «...que por su causa no había en Venezuela ni un solo exiliado, ni un preso político, ni un partido disuelto, ni un periódico clausurado, ni una madre que derramara lágrimas por la detención o el exilio de un hijo...». Expresiones de un gobernante de profunda vocación y convicción democrática, no conocida por Venezuela hasta ese momento.
Tal como comenta el historiador Manuel Caballero, “el 18 de octubre de 1945 más que una fecha es una incitación al desencadenamiento de las pasiones”. Por esto, a pesar de los años transcurridos, este acontecimiento que dividió la historia contemporánea venezolana en dos, sigue y seguirá generando polémicas.

En sus cuatro años de gobierno Medina Angarita llevó a cabo importantes reformas en el orden económico y administrativo. Instituyó el Seguro Social Obligatorio; promulgó la Ley de Impuesto sobre la Renta, las repúblicas escolares, y emprendió la construcción de importantes obras urbanísticas en las principales poblaciones del país. Asimismo, llevó adelante la Reforma Petrolera de 1943, hizo aprobar una Ley de Reforma Agraria, y dio inició a importantes obras públicas. Su gobierno coincidió con los años de la Segunda Guerra Mundial, circunstancia que resultó decisiva para su orientación política, tanto en el orden interno como en el internacional, en ese sentido, firmó la Carta de las Naciones Unidas y se alineó con los países democráticos del mundo y con la Unión Soviética, frente a las potencias del Eje nacifascista formado por Alemania, Italia y Japón.

Fueron profundas las vinculaciones del presidente Medina Angarita con el estado Guárico y con su gente, puesto que fue casado con la dama zaraceña, doña Irma Felizola Fernández de Medina Angarita, quien lo acompañó como primera dama de la república durante su gestión. Fue doña Irma Felizola, hija del inmigrante italiano Guillermo Felizola y de doña Angelina Fernández Toro de Felizola, próspera familia ganadera establecida por generaciones en la ciudad de Zaraza y extendida por todo el Oriente del Guárico, especialmente en los municipios Zaraza, El Socorro, Santa María de Ipire y Valle de la Pascua, constituyendo una estirpe que con ahínco y amor a la tierra se ha dedicado por siempre a la producción agrícola y pecuaria.  

El cerro de Boves. Un Topónimo del Municipio Santa María de Ipire


FELIPE HERNÁNDEZ G.
UNESR/Cronista de Valle de la Pascua
felipehernandez457@yahoo.es




La toponimia tradicionalmente se ha definido como el estudio y significación del nombre de los lugares localizados en un espacio geográfico. Es una rama de la onomástica que se ocupa del estudio integral, en el espacio y en el tiempo de los aspectos históricos, geográficos, lingüísticos, antropológicos, sociológicos y económicos, que permitieron y permiten que un nombre de lugar o sitio se origine y subsista en el tiempo.
En este sentido, existen en Venezuela, fundamentalmente, topónimos de tres orígenes: indígenas, hispanos y africanos, dichas denominaciones recuerdan la memoria de personas, lugares o hechos que tienen significación histórica o social para el pueblo venezolano, los cuales se han integrado al patrimonio geoespacial, en distintas etapas del desarrollo histórico nacional.
Las consideraciones hechas, sirven de fundamento para exponer que en la geografía del municipio Santa María de Ipire del estado Guárico, subsiste el topónimo Cerro de Boves, posiblemente en alusión al lugar de alguno de los combates que libró el sanguinario jefe realista, José Tomás Boves, en su suelo. Entre ellos, el combate de “El Salado” sitio localizado en las sabanas de Santa María la Vieja, en el cual el asturiano derrotó al general patriota Manuel Carlos Piar, el 16 de octubre de 1814.
En el lapso 1813-1814, la actuación protagónica de Boves en las acciones bélicas fueron determinantes para la caída de la Segunda República. Los historiadores J. A. De Armas Chitty (1978) y Adolfo Rodríguez (1998), informan que en el sitio de La Corona, a dos kilómetros del pueblo de Santa María de Ipire, Boves logró uno de sus primeros triunfos,… y “en el Chaparral de El Manguito corrió más de una vez sangre de republicanos. No lejos del pueblo, en el Cerro de Boves, el asturiano cometió degüellos sin cuento”.
De esas acciones, en suelo santamarieño existió el topónimo La Corona. Sitio que se localizaba en inmediaciones de la aguada “El Guamo”, donde probablemente acampó Boves con sus huestes, en marcha de Barcelona a San Fernando de Cachicamo. En la actualidad el sitio está urbanizado y son puntos de referencia, la calle “El Merecure” y el “Matadero Viejo” en la vía hacia el sector “Taparito” a la entrada de la población.
El llamado Cerro de Boves es una pequeña altura o loma localizada en las inmediaciones del caserío “Juan Domingo” al suroeste de Santa María de Ipire, en cuya cima está o estuvo colocada una cruz de tamaño mediano, que tradicionalmente ha sido llamada la “Cruz de Boves” y/o el “Ánima de Boves”. Supuestamente en algún tiempo, los lugareños celebraban en el sitio velorios de cruz de mayo.
Al caserío Juan Domingo se llega, desviándose en la carretera nacional El Socorro-Santa María, por una carretera de granzón que está después del puente Santa Inés, que conduce hasta el caserío Los Garzones, al pueblo de Altamira, a San Fernando de Cachicamo y Puerto Requena en las márgenes del río Orinoco, etc. A pocos kilómetros de dejarse la carretera nacional está la finca “Piedras Blancas”, un poco más adelante la vía se bifurca en una “ye”, a la izquierda conduce a Altamira y demás sitios, y a la izquierda a los caseríos Las Bateas, Las Burras, Juan Domingo, entre otros.
El “Cerro” se localiza en la sabana de las llamadas “tierras felizoleras”, a un lado de un viejo camino real ganadero que desapareció cuando construyeron la carretera que une a Santa María de Ipire con la Faja Petrolífera del Orinoco. Dicho camino llegaba a la población de El Socorro, pasando antes por el cerro Buena Vista y los sitios de Los Muerticos, El Varguero y Las Araguatas.
Se infiere que el topónimo pudiera devenir del sangriento combate de El Salado, ocurrido en las mismas sabanas aunque en lugar distante del mismo, donde ante la superioridad de las fuerzas del cruel asturiano y sus huestes realistas, muchos patriotas ofrendaron su vida por la libertad de la patria, quedando su sangre derramada en las sabanas del suroeste santamarieño, y dejando para la posteridad, en un punto de la sabana el topónimo que recuerda al sanguinario Boves.
En el proceso de transferencia de la propiedad territorial, las llamadas tierras felizoleras, a través de la figura de compra-venta fueron propiedad del productor agropecuario José Manuel Panzarelli y en la actualidad son un parcelamiento surgido de una invasión de campesinos de los caseríos vecinos. En las inmediaciones de las sabanas de El Salado o “El Salao” se encuentra ubicada la Estación Experimental “La Iguana” de la Universidad Nacional Experimental Simón Rodríguez.
FUENTES
Bibliográficas
DE ARMAS CHITTY, José Antonio. (1978): Historia del Guárico. 1532-1800. San Juan de los Morros: Publicaciones de la Universidad Rómulo Gallegos.
HERNÁNDEZ G. Felipe. (2011): Aportes Históricos sobre el pronunciamiento de los cabildos y los pueblos del Guárico a favor de la causa patriota. San Juan de los Morros: XI Congreso Nacional de Historia Regional y Local: Ministerio de la Cultura / Centro Nacional de Historia / Archivo General de la Nación / UNERG.
HERNÁNDEZ G. Felipe. (2007): El Núcleo Valle de la Pascua de la UNESR. Apuntes históricos. Valle de la Pascua: Talleres de A.C. Estampas Llaneras SRL. p. 44.
LÓPEZ CONTRERAS, Eleazar. (2004): Bolívar conductor de tropas. Caracas: Ediciones de la Presidencia de la República. pp. 219 ss.
RODRÍGUEZ, Adolfo. (1998): Historia de la Tierra de Ipire. San Juan de los Morros: Gráficas Los Morros, CA. Fundación Guariqueña para la Cultura. Ediciones Sabaneras Nº 3. pp. 42, 43.
ZARAZA, Lorenzo. (1933): La Independencia en el Llano. Caracas: Editorial Elite. pp.214 ss.
Testimonios
Sr. Antonio Apodaca.
Sr. Arturo González y sus hijas: Diana Gabriela y Keila González Zamora.
Lic. Feliamar Torrealba.
Sr. Rafael Quintana (Caballo).
Sr. Tarsicio Gil Guillen.
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Un apellido riojano en Ortiz

Por José Obswaldo Pérez
LOS NAVARRETE ERAN RIOJANOS, descendientes de Pedro Rodríguez, caballero de la Villa de Navarrete, España. De allí es donde tomó su apellido y este nombre estuvo presente en la conquista de Baeza y regiones de América y el mundo. También, de este linaje tiene en su haber famosos caballeros que dieron lustre y gloria a su nombre en la conquista del mundo. Entre los que cuenta al maestre de campo don Alonso de Navarrete, quien tomó parte en la célebre batalla de San Quintín, bajo el reinado de Felipe II y dio el triunfo militar a las fuerzas españolas frente a las francesas. Fue caballero del hábito de Santiago. Lo apodaban "el Dentudo".

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El paludismo y otros morbos en Ortiz en el periodo 1880-1885

Por Oldman Botello

Introducción
Es conocida la suerte que corrieron los pueblos llaneros de Guárico y Apure durante las recurrentes epidemias de paludismo que azotaron durante el siglo XIX y comienzos del XX. En la presente investigación damos a conocer unos apuntes sobre las estadísticas acerca del paludismo y otras enfermedades que afectaron la zona de Ortiz en el primer lustro de la octava década del siglo XX, a la luz de la documentación existente en los libros de defunciones del Registro Municipal de Ortiz donde se conservan intactos y afortunadamente muy bien cuidados, listos para documentar la historia del pueblo. El paludismo y otras enfermedades recurrentes en Ortiz.

El paludismo es señalado como una enfermedad infecciosa endémica producida por el género Plasmodium y que se transmite a los humanos por la picadura del zancudo anopheles, en las especies Plasmodium facilparum, Plasmodium vivax, Plasmodium malarie y Plasmodium Ovale. Caracterizase la enfermedad por fiebres de los tipos intermitente, remitente, tercianas, cuartanas; la esplenomegalia y la presencia del parasito en la sangre, invadiendo y destruyendo los eritrocitos. La más común en el área en estudio son las tercianas, una fiebre intermitente transmitida por el P. Malariae; la cuartana cuando están separados por dos días de apirexia, producida por el mismo Plasmodium malariae; la intermitente, que aparece por accesos con intervalos apireticos mas o menos alejados. Piretico se refiere a la fiebre. La esplenomegalia al aumento de volumen o hipertrofia del bazo.

Otras enfermedades que aparecen en el lapso estudiado son la fiebre amarilla tambien llamada vomito negro y tifus icteroides; es producida por la picadura del mosquito Stegomia fasciata o Aedes Aegypti. Entre 1854-1855 una epidemia de fiebre amarilla arraso en los estados Aragua y en el Guárico norte, aniquilando decenas de personas en pocos meses que permaneció en el área. La hidropesía marca también un número considerable de victimas en Ortiz. Esta es una enfermedad caracterizada por la acumulación de líquido seroso trasudado en una cavidad o en el tejido celular. En su proceso tiene como características la fiebre, anemia, parestesia y diarrea, seguidos estos síntomas por la aparición siibita de edema. (Diccionario terminológico de ciencias médicas Salvat, 1981) Parestesia es la sensación anormal, rara, alucinatoria, táctil, térmica, etc., de los sentidos o de la sensibilidad general. También estuvieron presentes como morbos en esos años el tétanos infantil, pulmonía, disentería y tuberculosis. Las condiciones sanitarias de Ortiz y su gente en sus campos y en los pueblos llaneros en general en esos tiempos, además de la formación de charcos y lagunas durante el periodo lluvioso, contribuían al desarrollo de las enfermedades.

La presencia del paludismo es abordada por Rolla Hill y Elías Benarroch en 1940, después de estudiar en 1927 las epidemias, de la siguiente manera: "[...] los llanos en general son pianos, compuestos de depósitos de aluvión, mezcla de arena y arcilla en proporción variable. Aunque el terreno fuera poroso, que no lo es, las tremendas lluvias del verano, desde abril hasta diciembre, no podrían ser arrastradas inmediatamente por el Orinoco y sus afluentes, resultado de esto es que la Llanura se inunda gradualmente hasta poco más de un metro de profundidad cerca de los ríos y caños y a menor profundidad en los demás [...] el problema de la prevención del paludismo en los llanos es de difícil solución". (Hill-Benarroch, 1940: 11).

La epidemia en los setenta-ochenta del siglo XIX
En 1879, el gobernador del Guárico Antonio Bravo informaba al ministerio del Interior que la salud estaba afectada en su jurisdicción, y en vez de cesar, aumentaban los casos de fiebre y advertían informes venidos de Parapara, Ortiz, San José y San Francisco de Tiznados, que habían ascendido los casos. (AGN. Int. y Justicia (CMXCVm): 350; Botello, 2007: 98) La población de Ortiz en 1881 de acuerdo al Censo Oficial era de 9.657 habitantes, distribuidos 7.120 en Santa Rosa (el casco de Ortiz y campos aledaños) y 2.537 en Las Mercedes, al norte de la población, en su área urbana y la rural. En ambas jurisdicciones había 1.641 casas. (Censo Oficial de 1881: 315) Dicha población de Ortiz abarcaba el campo y la ciudad. Los vecindaños rurales existentes para la época en Ortiz eran: El Banco, La Cañada, Cañafístula, Capote, Mesa de Paya, San Pablo (o El Rincón de San Pablo), El Hato, Morrocoyes, El Tintal, Antón Pérez, Las Patillas, Puepe, Los Robles, Rinconcito, Veladero, La Cuesta, Campanario, Las Tinajas, etc.

Cuando comenzó el ataque en 1879 fueron designados en julio para atender a los enfermos por el Gobierno nacional los doctores Eulogio Velásquez y José María Graterol, quienes se distribuían para tratar de llegar adonde se les requería. En su informe revela que entre el 25 y el 31 de agosto de 1879 se registraron 125 enfermos y dos defunciones cuando se celebraban en medio del pesar y el duelo las fiestas en honor a Santa Rosa, invocada para la salvación de los enfermos. Se quejaba el médico de la presencia de brujos y charlatanes que complicaban la situación. Explotaban los bolsillos de los pobladores haciéndoles ver que tenían alfileres, sapos, cangrejos, espinas, porque eran "vainas echadas". Acusaba a las comadronas de los casos de tétanos infantil; y en parturientas "por haber reventado el cordón umbilical y dejado la placenta en la matriz", provocando fiebre puerperal; un boticario receto dosis de sulfate de quinina para una supuesta fiebre palúdica que resulto pleuresía o pulmonía, por lo que las dosis de quinina eran mortales de necesidad. (Botello, 1994: 44) La enfermedad no escatimaba edad, condición ni clases sociales, en la ciudad o en el campo. Hemos seleccionado de los años 1880 a 1885 algunas personas o familias destacadas del pueblo para que se tenga una idea de la conflagración. Murieron Marciana Dusuchet; Isabel, Pedro y Manuel Marrón, María de la Luz Carpio de Ereira y su hijo José María Ereira, emparentados con el doctor Roberto Vargas; Jacinta Parejo, homónima de la esposa del general Joaquín Crespo; Damaso Sierra Rodríguez, cuñado del Dr. José Ramón Núñez, secretario del Gral. Crespo; Casilda Arana, Crispulo Sierra, la niña María Luisa Huncal, de tres meses; Rafael Rangel, de tres años, hijo del general Francisco Esteban Rangel; Alberto Vargas Montiel, medio hermano del Dr. Roberto Vargas, muerto de pulmonía y esposo de Bárbara Arana; Pedro Beroes Gerdé, muerto de ocho años.

En 1884 murió Basilio Requena, de 34 años que según el acta de defunción era "gafo de nación". Así lo consagro el secretario de la jefatura civil para la posteridad. Son apenas una muestra de quienes murieron en Ortiz por diversas causas, pero en primer término de paludismo. En las actas consultadas en los libros de defunciones municipales, con frecuencia no se hacía constar la causa de muerte, por lo que los datos presentados son una muestra apenas de las defunciones registradas. A continuación la estadística de morbilidad en el periodo en estudio:

Enfermedad
1880
1882
1883
1884
1885
Fiebre
127
94
46
19
28
Disenteria
8
1



Tetanos
6
7


1
Hidropesia
6
8
14
6
12
Pulmonia
7
9
30
11
15
Tuberculosis
6
6
7

5
Lepra


1



Fuente: Actas de Defunciones. Registro Municipal de Ortiz


Como puede observarse, la causa del mayor índice de mortalidad lo tiene la fiebre palúdica en todas sus manifestaciones, que en 1880 represento la agobiadora cifra de 127 casos; en 1882 de 94, un 0,97% aproximado de la población total de Ortiz, incluyendo los sectores Santa Rosa y Las Mercedes, que en el censo de 1881 se estimó en 9.657 habitantes. El año 1880 afecto más el paludismo al igual que en 1882, 1883 y en los posteriores descendió un tanto el número de fallecidos. Es notable también el número de muertes a causa de la pulmonía que en 1883 ascendió a 30 casos mortales y en todos los años cuya estadística presentamos, es la segunda causa de mortalidad en Ortiz y su entorno, seguido por la hidropesía que causo 14 muertes en 1883. Otros morbos comunes en el periodo en estudio fueron el cáncer, pujos, males hepáticos, ascaridiasis, tifoidea, tuberculosis, tétanos infantil, alferecía, lepra y difteria. Uno murió envenenado, otro por culebrilla, un ahogado en el rio Paya y dos muertes por senilidad, uno de los cuales frisaba los 104 años. En total, las siete plagas de Egipto abatidas sobre Ortiz y sus afligidos habitantes.

* El autor de  este  trabajo es cronista de Girardot, estado Aragua
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La transferencia de la propiedad territorial en el Guárico colonial

Por FELIPE HERNÁNDEZ G.
UNESR/Cronista de Valle de la Pascua
felipehernandez56@yahoo.es

Largo y complejo fue el proceso de ocupación y apropiación de la tierra en la historia colonial venezolana, una diversidad jurídica contenida en las Leyes de Indias así lo establecía. Desde sus inicios se diseñó una jurisprudencia de la propiedad de la tierra, que iba o pretendía controlar la corona española por temor a que se fundasen pequeños feudos, sin embargo, la realidad americana va imponiendo sus métodos y una clase privilegiada logra el dominio y apropiación de la tierra.

En un principio el dominio absoluto de las tierras descubiertas en las Indias Occidentales correspondía por derecho al Estado Metropolitano, y se legisla con especificidad, las otorgadas a las primeras poblaciones y las pertenecientes a la Corona, al respecto el historiador F. Brito Figueroa, en su obra sobre: La Estructura Colonial Venezolana (1978), dice: … ‘fuera de las tierras, prados, pastos, montes y agua que por particular gracia o merced se hallaren concedidas a las ciudades, villas o lugares de las Indias o a otras comunidades o persona, todo lo demás de este género, y especialmente lo que tuviesen por romper o cultivas es y debe ser de su Real Corona’ (p. 141).

Es importante señalar, que la formación de la propiedad territorial en las colonias hispanoamericanas, con carácter de propiedad privada se debe buscar en las primeras bases jurídicas como fueron las mercedes, para así legalizar las ocupaciones fraudulentas de las tierras cuyo proceso comienza a manifestarse en la última década del siglo XVI; acompañada con repartos de tierras ya que hubo repartimientos o mercedes de tierra y repartimiento de indios para los trabajos, pero una y otra institución se diferenciaban claramente, sobre este aspecto el historiador Eduardo Arcila Farías, en su obra sobre: El Régimen de la Encomienda en Venezuela (1966), expone:

Las mercedes de tierra solían estar a cargo de los cabildos, en tanto que la institución de la encomienda siempre dependió de los gobernadores o de los virreyes. Cuando estas últimas autoridades ejercían la facultad de distribuir tierras, no confundían los títulos territoriales con los de las encomiendas. La propiedad del suelo entrañaba derechos de disposición hereditarios que no regían en las encomiendas. Además, la merced de tierras, como su nombre lo indica tenía por objeto la propiedad de la tierra, en tanto que los títulos de encomienda no solían hablar del dominio del mismo. (p. 284).

En atención a lo expuesto, en Venezuela, en el contexto general característico de la formación económico-social precapitalista colonial, los indicadores del proceso de formación de la propiedad latifundista, se expresan mediante:


  1. El establecimiento de una sólida doctrina jurídica metropolitana e hispanoamericana, sobre la cual se instauraba el derecho de disfruta de la propiedad territorial por parte de una minoría, descendientes, en ciertos casos, de los primeros conquistadores y pobladores del territorio. 
  1. El ejercicio del control por parte de esa minoría —–bloques endogámicos de familias, aliadas consanguínea y territorialmente— no sólo sobre la riqueza social tierra, sino también sobre los elementos jurídicos que garantizaban la transferencia de ese bien público al dominio privado y, a la par, el ejercicio del control sobre el elemento que garantizaba la tenencia de la tierra: la mano de obra.

Según estas premisas, el proceso de transferencia de tierras en los Llanos del Guárico en los siglos XVII y XVIII, lo ejemplifica el caso del presbítero Jerónimo de Rebolledo de Villavicencio, quien fundó en 1712 el pueblo de San Andrés de Aricapano de Barbacoas. El caso es como sigue: El padre Rebolledo de Villavicencio, del mantuanaje sansebastianero, propietario del hato “El Islote” y de las tierras de las inmediaciones; primero recogió los indios caribes, güires, píritus y de otras etnias, que deambulaban por las riberas de los ríos Guárico, Memo y Orituco, y luego fundó el pueblo.

Era padre Jerónimo de Rebolledo, hermano de los también sacerdotes, Agustín de Rebolledo de Villavicencio, fundador del hato Belén, en jurisdicción de Las Mercedes del Llano; de Luis de Rebolledo de Villavicencio, y emparentado consanguíneamente con el capitán Gonzalo de los Ríos Armendáriz de Rebolledo, fundadores del pueblo de Paya. Otro hermano suyo de nombre Andrés de Rebolledo fue encomendero, y se conjetura, que en su honor le dio la advocación: San Andrés de Aricapano al pueblo de Barbacoas. Como se puede ver, todo un clan y una trama familiar, con profundos vínculos con el poder administrativo y eclesiástico colonial, propietarios de buena parte de la geografía de los actuales municipios Ortiz, Mellado, Chaguaramas y Las Mercedes del Llano en el estado Guárico; y del municipio Urdaneta en el sur del estado Aragua.
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Una insurrección campesina en el Guárico

Pedro Aquino, quien había participado, en 1845 en el ataque a Calabozo, fue uno de los que dirigieron el movimiento en el Guárico.

POR FELIPE HERNÁNDEZ

felipehernandez56@yahoo.es

La Insurrección Campesina de 1846 fue un movimiento insurreccional de carácter popular y social que estalló en varias zonas agropecuarias de Venezuela en septiembre de 1846 y que se extendió hasta mayo de 1847. En términos generales, dicha insurrección no fue más que la expresión de una situación que tenía sus raíces en la grave crisis económica que sufría el país desde 1842; en el descontento de diversos sectores del agro (hacendados, hateros, arrendatarios, arrieros, peones, esclavos, entre otros) con respecto a las medidas económicas y fiscales aplicadas por el gobierno presidido desde 1843 por el general Carlos Soublette. En las campañas oposicionistas del Partido Liberal, su máximo líder, Antonio Leocadio Guzmán, acusaba de oligarca a Soublette, al ex presidente José Antonio Páez, quien seguía siendo el hombre fuerte del régimen, y a sus partidarios que controlaban el comercio y las finanzas de Caracas.

Después de la insurrección que en Villa de Cura acaudilló Juan Silva en 1844; en la Provincia del Guárico en septiembre de ese año, Juan Celestino Centeno encabezó un levantamiento en el Orituco, y en diciembre de 1945 los hermanos Juan y José Gabriel Rodríguez asaltaron la cárcel de Calabozo. A pesar de que todos estos alzamientos fueron sofocados por las fuerzas del gobierno, evidenciaban el alto grado de descontento social existente. En tal sentido, todas estas revueltas estuvieron signadas por la necesidad de conseguir mayores reivindicaciones sociales, sobre todo para las clases sociales bajas involucradas en las mismas.

La Rebelión Popular fue iniciada por Francisco Rangel en el sitio de Tacusuruma, cerca del pueblo de Magdaleno en Aragua, quien se alzó porque las autoridades le habían arrebatado unas tierras que él defendía como suyas y además le habían impedido votar en las elecciones primarias de 1846. Aclamando a Guzmán, se dirigieron a Guigue y asaltaron la hacienda de Yuma, propiedad del abogado y político paecista Ángel Quintero, donde mataron a su mayordomo, hirieron a algunas personas y liberaron a los esclavos. Aunque el movimiento fue derrotado a los pocos días, Ezequiel Zamora fue reconocido como jefe de sus propias fuerzas a las que unió con las de Rangel con el título revolucionario de "General del Pueblo Soberano".

Otra región a la que se extendió la rebelión, fue la de los llanos, particularmente en Guárico y Barinas. Pedro Aquino, quien había participado, en 1845 en el ataque a Calabozo, fue uno de los que dirigieron el movimiento en el Guárico.

A Zamora y Rangel se incorporaron otros grupos al mando de Zoilo Medrano y Jesús González, alias El Agachado, en la zona de San Francisco de Tiznados. El 29 de septiembre, en la Laguna de Piedra, se libró una batalla en la cual las fuerzas gubernamentales, mandadas por el coronel Francisco Guerrero, dispersaron a los rebeldes y se apoderaron de su bandera amarilla, color representativo del partido Liberal. Las actividades guerrilleras de Zamora y Rangel se extendieron desde los meses de diciembre de 1846 hasta febrero de 1847. No obstante, el general José María Zamora quien comandaba las fuerzas del gobierno, los fue cercando, hasta que el 1 de marzo de 1847 en el sitio de Pagüito en jurisdicción de Villa de Cura, se dio la batalla definitiva, en la que fueron derrotados Zamora y Rangel y dispersadas sus tropas. El 14 de marzo, "el indio" Rangel fue muerto por una patrulla del gobierno y su cadáver conducido a Villa de Cura; mientras su cabeza cercenada fue enviada a Caracas, acto que fue rechazado por el nuevo presidente de la República, José Tadeo Monagas, quien se había juramentado el 1 de marzo de 1847. Por su parte, Ezequiel Zamora fue capturado en la noche del 25 de marzo al pie del cerro Juana Caliente, en las cercanías del río Palambre, jurisdicción de San Francisco de Tiznados. Luego de esto, fue conducido a Villa de Cura, donde se le abrió juicio. Después de las capturas de Rangel y Zamora, la rebelión comenzó a perder fuerza a lo largo del territorio nacional. Así, en el transcurso del mes de mayo, tras la rendición de El Agachado, la revuelta finalizó.

En definitiva, la insurrección campesina de 1846, no fue más que la expresión violenta y armada de la lucha de clases entre explotadores y explotados, participando en la misma peones, jornaleros, esclavos y manumisos, en la búsqueda de condiciones de mayor igualdad.
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Un pueblo de españoles en las bocas del Manapire

Felipe Hernández G.
felipehernandez56@yahoo.es

Santa Rita de Manapire, pueblo llanero, ubicado al sur del estado Guárico, en el municipio Las Mercedes del Llano, con una altitud de 135 msnm, se encuentra enclavado entre dos importantes ríos del llano guariqueño, al este el río Manapire, el cual nace en jurisdicción del caserío Las Piedras en el municipio Chaguaramas, en las montañas ubicadas al sur de Altagracia de Orituco, atraviesa todo el municipio Infante hasta desembocar en el Orinoco. Al oeste le atraviesa el río Aguaro. En su jurisdicción, hacia el sur, en la vía hacia los sitios de Médano de Gómez y Garcitas, se encuentra el Parque Nacional Aguaro-Guariquito.

Informa el historiador J. A. De Armas Chitty en su obra Historia del Guárico, Tomo I, que la Parroquia Santa Rita de Manapire fue creada el 5 de septiembre de 1781, según decreto del Ilustrísimo Monseñor Mariano Martí, bajo la advocación de Santa Rita de Casia. Desde esa fecha se hace presente lo que será el devenir de la Parroquia, pues el Cura de Cabruta, monseñor Félix Ignacio Montero, al enterarse de la creación de la nueva parroquia, solicitó su traslado a ella, aunque contaba solamente con 250 pesos anuales. Su primer párroco fue el padre Silvestre Pérez.

Monseñor Martí cuando visitó Cabruta se interesó porque se crease un pueblo de españoles en las bocas del Manapire“lugar que tiene buenas tierras para sembrar todo género de frutos, y con esta circunstancia y la del comercio por este Orinoco, se puede establecer acá un pueblo de españoles que podrá ser útil a la provincia de Caracas, que no tiene otro puerto en Orinoco”. No desconoce el Prelado “la importancia que tiene Cabruta, como pueblo inmediato a la confluencia de muchos ríos”.

El principal motivo de la creación de este curato fue que muchos españoles alegaban que no podían cumplir con la iglesia debido a los ríos crecidos que tenían que atravesar.

El lugar donde surgió el pueblo de Santa Rita de Manapire, está localizado a unos pocos metros al norte de la actual población, en el lugar conocido como “Perro Flaco”; según la tradición oral que se ha trasmitido de generación en generación.

Declarada la Independencia, se suscitaron diferentes actividades políticas y militares en área geográfica actual de las poblaciones de Las Mercedes del Llano, Santa Rita y Cabruta. En tal sentido, el 5 de septiembre de 1811 la Gaceta de Caracas reseña el traslado de 700 mulas desde Guayana hasta el Puerto de Cabruta. En abril de ese mismo año, 200 realistas atacaron a Cabruta. Numerosos pobladores de Sana Rita se declaran a favor de la independencia y colaboran con la causa patriótica. En agosto de 1813 el jefe supremo del ejército realista y gobernador de Cumana, Juan Manuel Cajigal se reúne con Boves en Santa Rita. Aquí Boves decide desobedecerle y actuar por su propia cuenta para apoderarse del país. El 21 de febrero de 1814 el coronel patriota Agustín Arrioja, derrota a las tropas de Alejo Mirabal en Cabruta. En 1814 el Ejército Libertador de Oriente reconoce la anexión de Cabruta y Santa Rita y son considerados bastiones liberados. En 1816 los patriotas fueron derrotados en la batalla de Butaque, a tres leguas de Santa Rita. En febrero de 1817 Manuel Sedeño derrotó a los realistas en Cabruta. En noviembre de 1817 los patriotas, bajo el mando de Zaraza, se reúnen en Belén, cerca de Las Mercedes, y parten hacia el sitio de La Hogaza, batalla donde son derrotados por el general La Torre. En 1818 Bolívar ordena reclutar hombres en Santa Rita y Cabruta. Ese mismo año Bolívar visita Cabruta para entrevistarse con el general Pedro Zaraza, pero este no se presentó y el Libertador abandonó ese puerto el 13 de enero con rumbo a Caicara.

En el siglo XIX, el pueblo de Santa Rita fue quemado en dos oportunidades, siendo la última durante la Guerra Federal. Existe consenso que los primeros pobladores que se establecieron en el lugar, fueron las familias del Gral. Teodoro Velásquez Méndez, Perfecto Brizuela, Ramón Cecilio Rivero, Rafael Ortiz, Francisco Álvarez y Juan D. Leal, entre otros.

En el año 2000, fue creado el Liceo "Creación Santa Rita", cuya primera directora fue la Prof. Iris Camaripano, para el año 2012, el director es el Prof. Freddy Brizuela. Y el sacerdote de la comunidad, el párroco Ibrahim Gómez. Las festividades en honor a la santa patrona “Santa Rita”, se celebran el 22 de mayo de cada año.

Valle de la Pascua, 9 de agosto de 2012.
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¿ El nuevo rostro de Bolívar?

Buscar la faz de un héroe que pudiera complacer a quien encargó el trabajo

POR ELÍAS PINO ITURRRIETA |  EL UNIVERSAL

El presidente venezolano, Hugo Chávez, desveló una imagen
 digitalizada del rostro de Simón Bolívar.
El parto de los montes. En eso concluyó el espectáculo presentado por el presidente Chávez para la develación del nuevo rostro de Bolívar. Nada nuevo, ni siquiera las patrañas con las cuales sazonó la muestra de lo que se esperaba como un descubrimiento capaz de cambiar los anales de la nacionalidad. No se comentarán ahora las patrañas, para solamente detenernos en la imagen familiar que apareció ante nuestros ojos acostumbrados a contemplarla desde 1826, por lo menos, pese a que esperábamos una revolución iconográfica que pudo llevarse a cabo si los "científicos" encargados de la misión hubiesen cumplido su papel a cabalidad.

El vínculo de la imagen presentada por el Presidente con el célebre retrato pintado por José Gil de Castro en Lima, a la altura de 1826, y para el cual posó el retratado, es evidente. Es la imagen de un blanco criollo en la cima de su poder, sin las marcas que el tiempo debió reflejar en su cara, sin evidencia de las penalidades que soportó después de quince años de inclementes campañas, sin rastros de una enfermedad que lo acosaba desde la víspera y pesaba inexorablemente en un organismo sometido a los estragos de la guerra y a las presiones de la política. Gil de Castro hizo feliz a su modelo, quien ordenó copias para su familia y para sus allegados, regocijado de verse como se veía después del trabajo de un pincel dispuesto a disimular los rasgos que pudieran disminuir la imagen de un hombre que había llegado triunfal hasta las cúspides del incario. "Es un retrato mío hecho en Lima con la más grande exactitud y semejanza", escribió Bolívar a Sir Robert Wilson y a su hermana María Antonia cuando les envió reproducciones de la obra. Pero, ¿era así, físicamente, el hombre que distribuía unas muestras tan atrayentes de su efigie? El propio Libertador aclara el enigma poco antes de que le hicieran el retrato, pues escribe a Fernando Peñalver así: "Mi salud está ya descalabrada... comienzo a sentir las flaquezas de una vejez prematura". También dice a sus parientes, los Rodríguez del Toro: "[estoy] encanecido en el servicio de la patria". Después dice a Santander: "Ud. no me conocería porque estoy muy acabado y muy viejo, y en medio de una tormenta como esta represento la senectud". Es evidente que Gil de Castro maquilló muchas arrugas y muchos infortunios a la hora de reconstruir la imagen que agradó a su modelo, no en balde se trataba, más que de hacer un trabajo fidedigno, de fabricar una imagen susceptible de funcionar en un comprensible proyecto de naturaleza política.

Algo semejante han hecho los "científicos" a quienes encargó el presidente Chávez el trabajo de reconstrucción. Buscar lo más parecido a la pintura de Gil de Castro para presentar la faz de un héroe que pudiera complacer a quien encargó el trabajo y al resto de los venezolanos acostumbrados a solazarse en la pose majestuosa del padre. Pero no es la reconstrucción que debía esperarse, si se estudió con seriedad el cráneo del grande hombre que moría lleno de dolencias en 1830. El grande hombre a quien vio así un amigo leal y cercano, Joaquín Posada Gutiérrez, once meses antes de su fallecimiento: "Pálido, extenuado; sus ojos tan brillantes y expresivos en sus bellos días, ya apagados (... ), los perfiles de su rostro, todo en fin, anunciaba en él, excitando una vehemente simpatía, la próxima disolución de su cuerpo, y el cercano principio de su vida inmortal". El grande hombre a quien retrató en cinco dibujos fundamentales José María Figueroa, pintor bogotano que se ocupó de recoger sin remilgos las señales de acusado deterioro dejadas por el tiempo y por la enfermedad en la fisonomía del personaje; unas imágenes que parecieron "dolorosamente fieles" al General Tomás Cipriano de Mosquera y a los miembros del gabinete de Bolívar, quienes presentían con alarma su muerte. Los "científicos" al servicio del presidente Chávez obviaron esos "detalles", que seguramente hubiesen sido los adecuados para reconstruir con exactitud, con seriedad, sin tergiversación, las mudas pero elocuentes orientaciones del cráneo. Sin embargo, lo analizaron para que siguiéramos en el solaz de las patrióticas fantasías, sin noticias exactas del declive de un grande hombre ya desaparecido a quien se pretende resucitar para que acompañe los pasos del patrocinador de sus "investigaciones".

Como se tenían elementos y recursos del país y del exterior para llegar a una conclusión plausible de veras sobre la investigación llevada a cabo, no hay elementos para explicar con seriedad los pobres resultados de la reconstrucción del rostro del Libertador que vimos el pasado 24, el parto de los montes en que se volvió lo que pudo ser un acontecimiento digno de encomio, la vuelta a la noria de los símbolos habituales en la que se repiten pasos antiguos e infructuosos para la evolución de la república. De allí que sólo quede la alternativa de una especulación como la siguiente: convenía la representación de un Bolívar sano y vigoroso, de un individuo excepcional que se levanta contra la fatalidad de la decadencia física y política; la exhibición de una portentosa humanidad capaz de sublevarse contra la enfermedad y contra la muerte, lo más parecido a la situación o al papel que pretende representar ahora el presidente Chávez ante el electorado. No es una especulación débil, cuando la Historia y la política dependen del interés de un aventurero.

eliaspinoitu@hotmail.com