Historiografía antiliberal

Luis Alfonso Herrera Orellana

Existe un consenso general entre notables historiadores venezolanos, con Germán Carrera Damas y Manuel Caballero a la cabeza, según el cual operaron en algunos períodos de la historia de nuestro país esquemas liberales de ejercicio del poder, que han recibido denominaciones como “República autocrática liberal” o “República democrática liberal”, para distinguirlos de otros períodos, propiamente dictatoriales, en los que no hubo ningún respeto a la libertad de los ciudadanos, pero más allá de ello, para sostener que en esos períodos “liberales”, tanto del siglo XIX como del siglo XX –regímenes como los de Guzmán y Gómez, por ejemplo, en los que supuestamente se habría promovido la libertad económica pero no la política, y durante los gobiernos de la democracia civil, en la que se promovió la libertad política pero no la económica-, sí se aplicaron ideas propias del pensamiento liberal, y se rechazaron otras corrientes políticas como el republicanismo, el socialismo o el militarismo, siendo entonces posible, desde esta interpretación, evaluar qué resultado ha tenido, positivo o negativo, la aplicación del liberalismo en tierras venezolanas.

La historiografía derivada de la obra de los mencionados autores, entonces, considera acertado, al menos desde el punto de vista de esta disciplina, considerar al Partido Liberal Amarillo, Antonio Guzmán Blanco, Juan Vicente Gómez -y quizá hasta a Marcos Pérez Jiménez-, como organizaciones y gobernantes liberales, que aplicaron las propuestas de esta corriente del pensamiento conforme a las circunstancias nacionales, y que, por tanto, a partir de su desempeño es lícito evaluar toda propuesta actual de cambio institucional y ejercicio del poder basada en dicha filosofía moral y política a la luz de los resultados alcanzados por dichas organizaciones y personajes, a favor o en perjuicio de los venezolanos, siendo en tal sentido negativo el balance, al estar entonces las ideas liberales asociadas así a tiranías, privilegios, despotismo, discriminaciones y falta de igualdad ante la ley, lo que en forma directa invalidaría por inútil y acaso hasta inmoral el defender ideas liberales en la Venezuela actual, dado que éstas se habrían aplicado y fracasado en el pasado, por su carácter supuestamente anti-democrático, así como su presunto economicismo radical, prueba de lo cual serían, supuestamente, las medidas económicas aplicadas al inicio del segundo gobierno de Carlos Andrés Pérez, a inicios de la década de los 90 del pasado siglo.

Lo anterior permite comprender por qué Caballero afirmó lo siguiente:“Porque de la confrontación entre el liberalismo irrealizable (el de los tiros) y el liberalismo realizado (el del Benemérito) con la realidad venezolana de 1936, surgió esa crítica y sobre todo esta idea: la libertad (o sea el liberalismo, para hablar en términos políticos y económicos) no basta. Esa crítica y esta idea tienen diversas fuentes, pero la más torrentosa ha sido la marxista en sus diversas ramificaciones o afluentes, moderados o radicales. Ellas podrán contener muchos errores en el diagnóstico y en la medicación, pero han logrado imponer, más que una forma de pensar, lo que también se puede considerar a estas alturas una realidad con apariencias irreversibles: la esterilidad de todo intento por oponer lo individual a lo social. En otras palabras, la convicción generalizada de que la libertad sólo tiene sentido como equilibrio de la igualdad y viceversa. Que la libertad será democrática (o sea, social, ¡descansa en paz Antonio Leocadio!) o sencillamente, no será” (Manuel Caballero, Ni Dios ni Federación. 1998, pp. 167 y 168).

Podría pensarse que el impacto político práctico de esta tradición historiográfica, cuya orientación es tributaria de cierta visión marxista de la Historia, es bajo o nulo, por la poca atención que las mayorías y los centros de formación de opinión pública puedan prestar a los libros y ensayos de los historiadores. Pero tal creencia es equivocada, pues como bien lo afirmó Hayek, estos profesionales ejercen una influencia en la formación de creencias e ideas en toda sociedad muy superiores a la que ejercen los titulares de otras disciplinas, y en especial en la educación básica, entre los comunicadores y medios de información: “…probablemente los historiadores influyen sobre la opinión pública de manera más inmediata y completa que los tratadistas políticos que lanzan ideas (…) En este sentido, el poder directo sobre la opinión pública está por lo menos un paso más cerca del historiador que del teórico” (Friedrich Hayek, El Capitalismo y los Historiadores, 1997, p. 17).

Por supuesto, el limitado espacio de un artículo de opinión no es el apropiado para exponer todas las críticas y refutaciones que cabe dirigir a esta tradición historiográfica, parte de las cuales se hallan en el trabajo de mi autoría “¿Tiranos liberales? ¿Repúblicas autocráticas liberales?” (publicado en el libro Se trata de la Libertad. Galipán, 2015, pp. 89 y ss.), así como en la obra de otros historiadores de prestigio como Elías Pino Iturrieta, Diego Bautista Urbaneja y Rafael Arráiz Lucca, a los que remitimos al lector interesado, pero sí es posible plantear algunas de ellas aquí, dejando en claro que todas ellas parten de una idea de liberalismo y de libertad que ya era conocida, difundida y acogida desde el siglo XVIII, tanto en Europa como en América, y en modo alguno desarrollada con posterioridad a la existencia del Partido Liberal Amarillo, de la autocracia de Guzmán y la tiranía “liberal” de Gómez, lo que anula toda posible refutación a las mismas bajo la acusación de “presentismo”, es decir, de pretender juzgar y evaluar desde el presente, o desde ideas surgidas en un momento histórico posterior, la conformidad o no de la acción política y económica de un gobierno o de un gobernante a esas ideas no existentes en su momento. Esa idea, presente en las obras de autores como Locke, Hume, Smith, Acton, de Mariana, Humboldt, Turgot, Tocqueville, de Vitoria, Bastiat y Menger, entre otros que cabría mencionar, concibe el liberalismo no como una ideología sino como una filosofía moral, política y económica, que demanda la limitación del poder del Gobierno y la mayor garantía de la libertad individual en todos los ámbitos, tanto en el moral como en el político y el económico, pues la asume como una sola y no como muchas “libertades”.

Al respecto, valga indicar entre otras cosas, que las clases políticas dirigentes, con la excepción de algunos pocos gobernantes, no han tenido compromiso con la idea liberal básica de limitación del Poder del Estado, de respeto a la libertad de todas las personas como una indivisible y negativa (es decir, como ausencia de coacción externa arbitraria), y que, por el contrario, su compromiso, en el mejor de los casos, ha sido con el orden, la organización, la seguridad y la paz, todo lo cual se puede lograr ampliando sin límites los poderes del Estado y violando la libertad individual. Entre 1830 y 1935 no hubo funcionamiento efectivo de instituciones liberales en el país, las ideas liberales, en lo económico, fueron más un programa, una aspiración, acaso por simple emoción de parecerse a otros procesos de prestigio, que por compromiso cierto, no fue una política de Estado realizada a favor de la prosperidad de las personas sin discriminaciones, y dio lugar más a esquemas mercantilistas y de privilegios a sectores cercanos al poder, que a marcos para la competencia y el acceso a la propiedad privada.

Por otro lado, se asumió la libertad como libertades, es decir, la libertad política por un lado, la libertad civil por otro, y la libertad económica más allá, cuando la libertad, para que sea efectiva, practicable por quienes integran una sociedad, se debe asumir como una e indivisible, según se entiende desde el liberalismo clásico (desarrollado, por cierto, mucho antes de ser escrita la obra de Hayek). Como en Venezuela la libertad se ha dividido a conveniencia del Poder, se observa que en algunos Gobiernos no democráticos y conservadores se intentó -o aparentó- garantizar las libertades económicas pero no las civiles y políticas, mientras que bajo Gobiernos democráticos como los de Acción Democrática y Copei, se garantizaron “libertades” políticas y civiles, pero no económicas. Los militaristas detestan la libertad en política, y los socialistas la libertad en economía, ambos quieren individuos sumisos y dependientes, no autónomos, más bien súbditos y vasallos, clientes, que ciudadanos libres. Además, como lo afirman juristas como Alberto Arteaga Sánchez, en Venezuela nunca ha existido efectiva independencia judicial, pues el poder político nunca lo ha permitido, lo que es una exigencia liberal irrenunciable.

En tal sentido, en Venezuela, en los siglos XIX y XX predominaron los militaristas, los bolivarianos y los socialistas en el Poder. El XXI lo iniciamos de la mano de un régimen que combinó y aplicó lo peor de esas tres ideologías autoritarias, generadoras de pobreza y de abuso en el ejercicio del Poder. Además, nunca ha existido en este país un partido político cuyo programa de Gobierno se fundamente en ideas liberales, entre otras cosas por el temor a ser calificado como de “derecha” por el elevado número de intolerantes partidos socialistas, socialdemócratas y socialcristianos, que parecen sólo admitir como adversarios en la política a partidos de “izquierda”.La razón de esa intolerancia al liberalismo, en el caso de los defensores de la democracia a inicios del siglo XX, podía originarse en el rechazo al militarismo al que se asoció en forma arbitraria al ideario liberal durante el siglo XIX, pero en el caso de los socialdemócratas y demás variantes socialistas de finales del siglo XX e inicios del XXI, más bien deriva de su temor y resistencia al desmontaje del Petroestado intervencionista y redistribuidor, fuente de privilegios y corrupción con la más absoluta impunidad (es decir, a perder los incentivos a dedicarse a la política).

Ante el terrible contexto nacional de fines del 2016, y ante los enormes desafíos que se presentan a los venezolanos en su tarea de reconstrucción y reorientación de la vida institucional del país, luce oportuno que en espacios propicios para ello, como los de la Academia Nacional de la Historia, la Fundación Rómulo Betancourt, la Casa de Estudio de la Historia “Lorenzo A. Mendoza” o el CELAUP de la Universidad Metropolitana, se debatan planteamientos y críticas como las antes expuestas, pues más allá de las diferencias teóricas, disciplinarias y personales involucradas en el tema, puede tratarse de un asunto del mayor interés nacional, desde que debilitar y eventualmente abandonar esa visión histórica antiliberal, promotora a la vez de elementos negativos como el estatismo, el populismo, el presidencialismo y el mercantilismo, parece ser un paso esencial y necesario si los venezolanos en realidad queremos romper con nuestras instituciones autoritarias y extractivas, que nos han traído a esta crisis humanitaria, y sustituirlas por instituciones liberales e inclusivas, que promuevan las oportunidades, la libertad y la prosperidad, bajo el sistema democrático, el Estado de Derecho y la economía abierta.

Fuente: Diario El Nacional/24/12/16

La educación liberadora o popular y el nuevo espiritu moderno

Por  José Obswaldo Pérez
El proceso de transición de la educación colonial a la  educación republicana comenzó a gestarse en el siglo XIX (1811), con lo cual marca un nuevo momento histórico para la consolidación de la República. Desde sus inicios este periodo historiográfico se conoció como la Integración de la Gran Colombia, modelo de gobierno propuesto con la unión de la Nueva Granada y Venezuela y, posteriormente, con las provincias de Quito y Guayaquil. Durante este tránsito socio-político se marca el nacimiento de la  primera República y, en el lapso de fundación de la Patria, sus fundadores le atribuyeron un papel fundamental a la “instrucción pública”. Luego las constituciones bolivarianas, en especial la de Cúcuta y sus desarrollos legislativos ratificarían esta idea fija: La Educación era la llamada a transformar el viejo orden colonial a partir de la formación de una conciencia en el nuevo ciudadano para cristalizar en sus virtudes la utopía Republicana. Era la materialización del ideario moderno que pretendía transformar el viejo orden para lograr “la felicidad, el progreso, el bienestar” de la patria mediante la transformación de la población en “ciudadanos útiles”.
En la narrativa de estos discursos, se repetían las propuestas de los enciclopedistas y de la Ilustración; pero, en la práctica, con las dificultades para la fundación de un nuevo orden de iguales en una sociedad profundamente desigual; se asumiría con vida propia cuando se instituyera definitivamente la República de Venezuela (1830)[1]. En consecuencia, la endogénesis de este  pensamiento se halla en los discursos y  las posturas filosóficas de Simón Rodríguez, Miguel José Saz, Andrés Bello y Simón Bolívar[2], entre otros contemporáneos de la ilustración criolla que,  a la luz del razonamiento y el idealismo,  intentaron influir en nuevas prácticas pedagógicas en el país. Un revisionismo eurocentrista  animó e impulsó la noción de la educación como servicio público, como expresión de libertad y de derecho humano.  La Revolución Francesa de 1789 había influido en nuestros patricios venezolanos, a  través de documentos y textos  filtrados provenientes  de la Madre Patria.
En 1790, Miguel José Sanz pronuncia un discurso en el cual ridiculiza la enseñanza colonial y señala la necesidad de nuevos estudios, de fundar escuelas y de pagar maestros. Igualmente realiza una fuerte crítica a los mecanismos para iniciar al niño en la educación primaria, enfocándose en dos aspectos fundamentales: El primero,  en la enseñanza religiosa  y el segundo, en el  conocimiento de la lengua castellana. Sanz señala,  insistentemente,  la falta de pertinencia social y el extrañamiento que  vician al sistema educativo colonial. El hecho de que los párvulos comiencen a estudiar el latín sin tener el menor conocimiento de su propia lengua, de que se les instruyan conocimientos del todo inútiles:
 Creen que todas las ciencias se hayan contenidas en la Gramática  Latina de Nebrija, en la Filosofía de Aristóteles, en los Institutos  de Justiniano, en la Curia Filípica y en los escritos teológicos de Gonet  y Larraga  (...) Sin embargo, la decencia, según su opinión,  les impide seguir los trabajos de la agricultura y les hace tratar las artes mecánicas con el más soberano desprecio.
Estas posturas filosóficas,  en  materia de instrucción,  formarán  parte de la  república liberal naciente que concebía a la educación popular como un servicio público encaminado a la integración política y al control social, “configurándose como un servicio financiado con fondos públicos y secularizado, bajo la gestión de los poderes públicos y con finalidades definidas por los representantes de la nación[3].
El nuevo paradigma educativo nacional  propondría constituir una agrupación de individuos sometidos a un mismo poder político en un mismo territorio.  Es así, como  para las últimas décadas del siglo XVIII y primera del siglo XIX,  se notará la presencia de un grupo de universitarios, sacerdotes, funcionarios y maestros, preocupados por formarse y sacar a la  sociedad del oscurantismo en el cual se encontraba. Un  ejemplo  regional lo constituye el  prócer Juan Germán Roscio, abogado  y pensador guariqueño, quien  forjó dentro de la  ilustración y la reflexión religiosa una nueva actitud de repensar el pensamiento local influenciado por las  ideas eurocentristas  de la época[4]. La producción intelectual de Roscio tendrá una gran  influencia del empirismo inglés y del llamado El Círculo de Filadelfia (Estados Unidos de Norteamérica), cuyas ideas políticas se enmarcan en dos  categorías: en la emancipación mental y en la educación de la conciencia del pueblo (Gómez Castillo, 2009: 126).
Para Roscio, la educación fue un tema estratégico para la consolidación de la nueva república. En una oportunidad nuestro patricio guariqueño expresó a Santander en 1820 su opinión sobre las dificultades de la Independencia, manifestándole lo siguiente:
los republicanos franceses tenían una población de veinticinco millones y no obraban contra los franceses realistas con sólo la guillotina y el cañón; a la par de las armas marchaban los instrumentos de persuasión: un diluvio de proclamas, de gacetas, escritores y oradores ocupaban la vanguardia de los ejércitos, llenaban las ciudades, villas y aldeas; los teatros en todas partes, sin fusiles y bayonetas, declamaban contra la tiranía y a favor de la revolución y el republicanismo, y sin efusión de sangre aumentaba el número de republicanos” (Roscio, 1984:148).

Dentro de este proceso de transformación, modernización y construcción social se entablaron una serie de esfuerzos conducentes al cultivo de la razón, manifestando su rechazo a la ignorancia. Los patricios se propusieron desplazar las viejas creencias, suplantándolas por las ideas filosóficas propias de la razón científica, las cuales se convertirían en la base de las instituciones político-sociales, para garantizar la libertad, la igualdad y la propiedad.
El  fin  del  absolutismo desembarcará en esta plataforma de ideas,   las cuales  sirvió de base a las aspiraciones del mantuanaje  criollo para conseguir la emancipación  del imperio español.  Los criollos utilizaron todas las herramientas posibles, en  primer  lugar, la  construcción  de  una  estructura jurídica  y la utilización de medios impresos como estrategia nada desdeñable en  la arquitectura del  nuevo poder. Más  tarde,  logrado los  objetivos de romper el nexo colonial con España y superada la época de la guerra independentista, se plantea la necesidad urgente de educar al pueblo antes que adoptar un sistema de gobierno. La educación se convertía en el vehículo por excelencia para la construcción de esa nueva estructura de  nación y  nacionalidad. Una nueva epistemología del pensamiento brotaba de las cabezas de  los intelectuales y líderes políticos. Afianzar la conciencia y  la  memoria histórica se convirtió, también, en una herramienta necesaria para perpetuar el recuerdo de los Héroes de la Guerra de  la Independencia. La   narrativa del  texto de  historia nacional, a  través de la  pedagogía en esta centuria, se convertía en un medio muy importante para el reconocimiento del proyecto político en marcha y, por lo tanto, los historiadores y la  elite política consideraban necesario, reconocer los esfuerzos de los hombres más destacados, que habían sentado las bases de dicho proyecto  de país.  De esta manera se construye una mitología patria a través de una épica del discurso de nación.
Simón Bolívar, el Libertador, demostraba en sus escritos la comprensión que tenía en tomo a la educación. Bolívar  entendía   este dispositivo como un medio eficaz para superar las desigualdades y elevar los niveles de conciencia social e  histórica. En el Discurso de Angostura (15 de agosto de 1819) pedía al Congreso que priorizara la educación para formar ciudadanos, hombres y mujeres libres, sin la sujeción de la ignorancia y el dogma por los que España había dominado el Nuevo Mundo.
Argumentaba – el  Padre espiritual de la nación-, más que por las armas, por un  nuevo  hombre y  una nueva mentalidad  nacional  a fin de convertir el vasallo monárquico en un ciudadano Republicano. Afirmaba que debían sustituirse los valores divulgados por el absolutismo por valores de libertad, de la igualdad,  propiedad y  seguridad[5].  Apuntaba que  si en la colonia se formaba para ser vasallos y defender al monarca, en la república  el nuevo sujeto se formaría  para la autonomía política con la colaboración de las ciencias y técnicas liberales; por lo que la primera se fundamenta en la fe y el dogma medieval del derecho divino de los reyes y la segunda en la razón, con todas las consecuencias que una y otra cosa suponen en cuanto a los fines o  la  teleología: el uno tiene como referente a Dios y el otro al hombre.
En este sentido, Bolívar en su mensaje al Congreso de Angostura en 1819 refiriéndose a esa gran empresa de reconstrucción de una nueva mentalidad, dice lo siguiente: “Así Legisladores, vuestra empresa es tanto más ímproba cuanto que tenéis que constituir a hombres pervertidos por las ilusiones del error y por incentivos nocivos ... la educación popular debe ser el cuidado primogénito del amor paternal del Congreso: moral y luces son los Polos de una República, moral y luces son nuestras primeras necesidades” (Bolívar, 1984:175).
En las manifestaciones discursivas de los sucesos del 19 de abril de 1810 y del 5 de julio de 1811, la educación - por lo menos en las declaraciones públicas más importantes-, se constituyó en base fundamental para la formación de  un  nuevo sujeto  histórico, bajo el establecimiento y los preceptos de la República liberal,  mediante una educación que auspiciara las categorías de independencia, libertad e igualdad. De modo que, en la letra y en la acción, se desplegaron iniciativas de diverso tenor para instituir y auspiciar la instrucción pública en  las distintas provincias de la república.
Tanto para el bando patriota como el bando realista la educación se convirtió en una estrategia de persuasión a la causa, pero progresivamente se fue consolidando como un vínculo esencial para el fortalecimiento de la República. Inspirado en las ideas de la Ilustración, la educación en contexto de la República naciente buscaba la formación de ciudadanos para el ejercicio de su condición: libre, crítico y respetuoso de las leyes”.

 En más  de  doscientos años de vida republicana el tema educativo siempre estuvo  presente en la gestión y la política pública del Estado, y en las iniciativas individuales y colectivas de los venezolanos y venezolanas que entienden que, frente a otras opciones sociales, la educación es un factor esencial en el desarrollo cultural, político y material del pueblo de Venezuela. Así, de la mano del liberalismo decimonónico había de desarrollarse la escuela en el tiempo de la República, del que por demás el pensamiento del Libertador es tributario, con su fe en la ciencia y la técnica como propiciadores de progreso y civilización.   Pero, dentro de ellas estaban las bases del  nacimiento del pensamiento bolivariano, filosofía endógena que marcaba a la  Patria en su memoria colectiva.  Sin  embargo, el proyecto educativo bolivariano encontró dificultades para implementar un  sistema extendido de enseñanza debido a   la  crisis económica la cual  vivía  la naciente nación que surgía.
Según el discurso histórico de principios del siglo XIX, sólo una elite (política, económica e intelectual) tenían la capacidad de procrear una república, unas  instituciones modernas y en fin, un orden social que significara, en primer lugar (por lo menos teóricamente), la reivindicación del pueblo venezolano a través de la libertad y la justicia y; en segundo lugar, la construcción de una sociedad "civilizada", que se acercara al progreso experimentando por otras naciones del mundo, colocándose casi siempre como ejemplo las Europeas. Esta elite a la  que nos  referimos fue la de los patricios liberales. Aquella en la que se formó el cuartorepublicanismo, el  periodo más largo de la  historia contemporánea de Venezuela, después de la separación de nuestro país de la Gran Colombia (1831)
De modo que las ideas educativas que surgieron al calor de esta concepción, tenían la responsabilidad en la formación de determinados valores, tales como, la moral, el sentido de  pertenencia  o arraigo nacional. También estos valores fueron acompañados por otras cosmogonías ontológicas como la libertad, la igualdad, la civilidad, la democracia, el trabajo productivo, entre otros aspectos filosóficos, que son propios de la cultura moderna occidental. Las ideas racionalistas de la Ilustración y  el liberalismo como dispositivos ideológicos, también, fomentaría nuestro valor histórico por excelencia: la identidad nacional. Pero, su orientación hacia la figura del héroe – como  mito o el hombre predominante- dejó poco espacio protagónico a las masas.  La escuela y el  mito son temas de reflexión más adelante: el culto al héroe estuvo íntimamente ligado o relacionado con la fundación de la república y con la conciencia histórica nacional.
Para  sentar las bases  de la nueva república  y desarrollar una nación era necesario, entre otras cosas, crear  una conciencia histórica. Un  factor clave para que el naciente sujeto se identificara con los procesos económicos, sociales y políticos  con  la nueva república, lo cual se habían adelantado con la lucha emancipadora. Pero, además, con los esfuerzos que la elite dirigente y gobernante estaban poniendo o pretendía poner en marcha. La escolarización de la población y el ordenamiento discursivo fueron los fundamentos ideológicos para construcción de una arquitectura jurídica que estableció los marcos legales, administrativos y pedagógicos dirigidos a orientar el funcionamiento de aquel incipiente sistema educativo, vinculado con el nacimiento del Estado  y la nación venezolana[6].
Tal como sucedió en la elite político-económica latinoamericana, Venezuela, tras haber adoptado el pensamiento ilustrado europeo, concibió también esa misma necesidad axiológica. Pero, guardando las diferencias históricas y culturales, dichas elites pusieron todo su empeño para presentar el proyecto político-independentista como el que convenía a  sus intereses como sociedad; pero, para ello tuvieron que imponerse no sólo al ejército español, sino a toda la cultura que se gestó durante el período colonial, con sus grupos sociales y étnicos. Tres repúblicas sucumbieron durante este proceso de construcción de Estado-nación.




[1] Uzcátegui Pacheco, Ramón Alexander (2010).Itinerario legal de la instrucción pública en el proceso de gestación de la República de Venezuela (1810-1830). Caracas: Revista Anales de la Universidad Metropolitana. Vol. 10, Nº 2; pp.141-167
[2] GUZMAN, CESAR A (1990). Algunos ideas precursoras de la educación venezolana. Caracas: Revista de Ciencias de la Educación. Universidad Católica Andrés Bello. Año 1 - Número 2
[3] Zuluaga Garcés, Olga Lucía (Segundo semestre 1996- primer semestre 1997). De la educación estamental a la educación como servicio público. Universidad de Antioquia Revista Educación y Pedagogía
[4] NUÑO, JUAN (1990). La escuela de la sospecha. Nuevos ensayos polémicos. Caracas: Monte Ávila Editores, pp.125-132.
[5] Rincón Finol,  Imelda (Marzo, 2002). De una educación para la revolución hacia una revolución en la educación. Revista Utopía y Praxis Latinoamericana, año/vol. 7, número 016. Maracaibo: Universidad del Zulia, pp. 81-91
[6] ROJAS, REINALDO (2006, 17 de enero). Educación y nación: la formación del sistema escolar público  en Venezuela, primera mitad del  siglo XIX. Mérida ULA: Revista Heurística No.007,p.

Fusilamiento de Manuel Piar

Felipe Hernández G

El patriota venezolano Manuel Carlos Piar nació en Willemstad, Curazao el 28 de abril de 1774. El año 1811 se unió a Miranda y continuó la lucha tras la capitulación de éste en 1812. En 1814 destituyó a Simón Bolívar y se convirtió en jefe del Ejército Libertador hasta que fue derrotado por Boves en Cumaná. Su ambición por el poder lo enfrentó a Bolívar, quien lo hizo fusilar el 16 de Octubre de 1817, en la Plaza de Angostura (hoy Ciudad Bolívar), luego que un Consejo de Guerra presidido por el almirante Luis Brión lo sentenció a la pena máxima por el delito de lesa patria, conspiración y deserción. Tenía apenas 43 años.

Jalones importantes de su trayectoria militar a favor de la independencia son las batallas libradas en El Morro de Valencia, Pantanero, Güiria, Maturín, Los Magueyes, Los Corocillos, Cumanacoa, Barcelona, Carúpano, El Juncal, Valle de la Pascua (25 de abril de 1814), Paso del Caura, Puga y finalmente la Batalla de San Félix.

Piar con la Guayana en sus manos y tan solo por vencer a las sitiadas Angostura y Guayana La Vieja, entregó a Bolívar el mando de sus tropas para que continuase la campaña, pero Bolívar lo relegó y la urdimbre de la intriga envolvió al vencedor de Chirica, viéndose obligado a separarse del Ejército. No obstante, ya separado, los rumores sobre la inconformidad de Piar y sus presuntos manejos conspirativos llegaron por vía de José Francisco Bermúdez a los oídos del Libertador, quien envió a Manuel Cedeño por su captura en Aragua de Maturín. Más tarde el General Carlos Soublette recibió orden de instruir el proceso “por los crímenes de insubordinados a la autoridad suprema, de conspirar contra el orden y tranquilidad pública, de sedicioso y últimamente de desertor”.
El 14 de octubre de 1817 se iniciaron las diligencias y una vez dictado el auto de proceder, Bolívar nombró el Consejo de Guerra presidido por el almirante Luis Brión... Como fiscal actuó Carlos Soublette y defensor el teniente coronel Fernando Galindo. El 15 de octubre el Consejo lo condenó por unanimidad a ser pasado por las armas y Bolívar confirmó la sentencia sin degradación. Llevado al patíbulo, Piar oyó con desprecio la sentencia. Por dos veces se arrebató con violencia el pañuelo con el que quisieron taparle los ojos y finalmente cuando el pelotón recibió la orden de disparar se abrió la esclavina y gritó: ¡Viva la Patria! Como intentando ahogar con aquella exclamación el ruido implacable de la descarga. El cadáver de Piar fue sepultado en el cementerio El Cardonal de Angostura. Jamás se supo de sus restos.

El 17 de octubre de 1817, Simón Bolívar, jefe supremo de la República de Venezuela, dirige una proclama a los soldados del Ejército Libertador explicando el proceso y ejecución de la sentencia de muerte contra el General, Manuel Piar. “¡Soldados! Ayer ha sido un día de dolor para mi corazón. El General Piar fue ejecutado por sus crímenes de lesa patria, conspiración y deserción. Un tribunal justo y legal ha pronunciado la sentencia contra aquel desgraciado ciudadano, que embriagado con los favores de la fortuna, y por saciar su ambición pretendió sepultar la patria entre sus ruinas. El general Piar a la verdad, había hecho servicios importantes a la República y aunque el curso de su conducta había sido siempre el de un faccioso, sus servicios fueron pródigamente recompensados por el Gobierno de Venezuela...”.

En 1828, en Bucaramanga, Bolívar volvió a justificar el fusilamiento expresando: “La muerte de Piar fue una necesidad política. Fue un golpe de estado que aterró a los rebeldes y aseguró mi autoridad. Nunca ha habido una muerte más útil, más política”, Eso dijo Bolívar.

*Cronista Oficial del Municipio Leonardo Infante
felipehernandez457@yahoo.com

Simón Peres y Aristeguieta Gramcko, dos jóvenes nonagenarios

Eduardo López Sandoval / eduardolopezsandoval@yahoo.es

Dice la nota que el expresidente israelí y premio Nobel de la Paz, cabalgó simbólicamente después de muerto este viernes en su propio funeral. El presidente Obama dijo en los actos fúnebres que, “Su presencia nos muestra que la tarea de la paz aún no ha concluido”.

Simón Peres fue un obelisco de la política internacional hasta después de su muerte. En el sepelio realizado en la ciudad de las tres religiones occidentales, Jerusalén, logró lo que la diplomacia mundial no había logrado en más de seis años: “que el primer ministro, Benjamín Netanyahu, estrechara en Israel la mano del presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abbas, presente en el cementerio nacional del monte Herzl”.

Su hijo Yoni habló en el acto y aludió al buen humor del que Peres hizo gala hasta sus últimos días, contó cómo en una ocasión, cuando le preguntaron sobre el epitafio que le gustaría en su tumba contestó: “MURIÓ ANTES DE TIEMPO”.

Simón Peres brindó su vida por la existencia pacífica de dos Estados vecinos, Palestina e Israel, por la Paz, así como Aristeguieta Gramcko ha hecho su vida por la existencia pacífica de los venezolanos, por la Democracia.

Peres fallece de 93 años con la tarea de la Paz no concluida, el joven Aristeguieta Gramcko, a sus 83 años aún tiene tiempo para concluir la tarea que inició el 23 de enero de 1958, es demasiado joven para morir.

Los entumecidos ancianos dirigentes de la MUD aún pueden oír la Fórmula 23E, que nos dicta este chamo nonagenario: Ante la evidente negación de la salida constitucional del Revocatorio, la AN debe revocar a Maduro por colombiano.

De la decisión del CNE que niega el Revocatorio, dice este joven nonagenario que “La responsabilidad de este golpe de Estado recae no solamente en el Gobierno, principal responsable de esta violación constitucional, sino también en los dirigentes opositores que negociaron secretamente con el Régimen, para diferir el revocatorio hasta el año 2017, a cambio de prebendas que el país desconoce. Es por eso que la oposición debe ser depurada de colaboracionistas, y reestructurada para que verdaderamente represente los intereses de la sociedad civil”.

Sostiene el proponente lo que es una verdad de todos los venezolanos, con la excepción de la más alta cúpula de los poderes, se incluye dentro de esta minoría a la torrecilla del Poder Legislativo elegido el 6D y la dirigencia de la MUD: La salida debe ser ya. La escasez de medicinas y alimentos, y las muertes violentas, como síntomas de la terminal enfermedad que sufre el país, requiere una intervención, ¡ya!, esperar un minuto más de lo que los mecanismos democráticos y constitucionales nos permiten es otro crimen, que si bien los poderes afines a la revolución bolivariana están comprometidos por su Acción, la AN es responsable por su Omisión.

La salida que nos propone el joven es tan democrática y constitucional como el abortado Revocatorio, con un par de diferencias a favor de Venezuela, uno, se puede hacer este año –es efectiva, y dos, no pasa por el Guaire del TSJ ni por el Cabriales del CNE. Se sintetiza así: “Consiste en anular el acto de juramentación de fecha 19 de abril de 2013, mediante el cual Maduro asumió la Presidencia de la República; y declarar la falta absoluta del cargo por ilegitimidad. Seguidamente, declarar abierto el procedimiento establecido en el artículo 233 de la Constitución para la sucesión presidencial cuando se produce dicha falta.

“La Asamblea está obligada a hacerlo, porque Maduro incumple el artículo 41 de la Constitución, que establece como requisito ‘ser venezolano por nacimiento y sin otra nacionalidad’ para poder ejercer el cargo de Presidente de la República. Maduro no ha presentado una Partida de Nacimiento venezolana válida, pese que la Directiva de la AN se lo exigió por escrito el pasado 12 de abril. Además, según el artículo 96, literal b, de la Constitución Política de Colombia, Maduro es ‘colombiano por nacimiento’, por ser hijo de madre colombiana y por haberse residenciado en territorio colombiano durante su juventud. Por si fuera poco, la Partida de Nacimiento que mostró Tibisay Lucena por televisión el 10 de octubre de 2013, está llena de falsedades e irregularidades”.

La AN está obligada, dice Aristeguieta Gramcko, y hace alusión a los eventos del primero de septiembre: “La Asamblea Nacional no debe tener miedo de cumplir con su deber constitucional. Todos los venezolanos la apoyaremos; y de ser necesario saldremos a la calle, como lo hicimos el pasado 1 de septiembre, para lograr el objetivo supremo de rescatar la democracia, liberarnos del yugo cubano, y comenzar la reconstrucción nacional”, nosotros, desde esta orilla izquierda del río Guárico, recordamos que este joven acerca de la Fórmula 23E tiene experiencia, porque fue miembro de la Junta Patriótica que derrocó al dictador Marcos Pérez Jiménez el 23 de enero de 1958.
Asamblea Nacional, ser o no ser, he allí la vaina.

Pedro Sivira: La escritura es una revolución

domingo, septiembre 25, 2016


A finales de la década de los 90, entrevisté al escritor Pedro Sivira para la estatal Agencia Venezolana de Noticias (Venpres), donde el intelectual guariqueño converso sobre aspectos de su obra. En homenaje al recordado poeta transcribimos parte de esa conversación inédita.

Por José Obswaldo Pérez

Pedro Sivira Reyes:El petróleo cambio
por metal la mentalidad del venezolano/Foto JOP

Pedro Sivira Reyes (Las Mercedes del Llano, 1946), narrador, ensayista y poeta de provincia. Es uno de los intelectuales guariqueños que, con su imaginación y su pluma, entre batallas quijotescas, ha impuesto un estilo literario en la región. Uno de los intelectuales calificados muy bien para hablar del contexto literario local, sin descartar a ningún otro. Sivira Reyes es de esos cultores de la literatura regional, silenciosos, quienes trabajan con uña y constancia por rescatar y dibujar a un estado abandonado y decadente de políticas culturales. Habrá muchos Pedro Sivira, mejores aún, con cuerpos, almas, rostros y palabras de Llano. Aquí donde el poeta y los sueños se cuajan bajo la luna o con el canto vagabundo y ebrio de la noche.

De su obra literaria cuenta con Extrañas Coincidencias (IUPEM, 1951, Tentativa (Grafi Aragua 1975), El Paso de la Historia (Editorial Los Llanos, 1982), Los Fantasmas y los residentes (2da ed. 1993) y La W.C. Company (Editorial Cultura, SRL, 1993). Desde un rincón de la redacción de El Nacionalista, su lugar de trabajo, Sivira accede hablar, sin retórica y sin ínfulas de escritor. Es una conversación sobre el libro Los Fantasmas y los residentes, catalogado como novela de la historia del petróleo, en la que narra a un pueblito pobre alrededor de un campo petrolero, descubriendo sus miserias humanas y las ilusiones de la gente maravillada con el advenimiento del oro negro, el cual para Sivira será un elemento ideológico que cambiará la conciencia histórica del país.

- Encuentro en Los Fantasmas un poco de tu niñez reflejada….

-La niñez, casi toda, está reflejada en la novela del petróleo, en el tomo uno y dos. Son vivenciales; pero, tomando elementos de la realidad. Se hace una especie de inserción e injerto entre lo que significa un campo petrolero y lo que uno, durante su niñez, fue producto de todas esas alternancias sociales.

_ ¿Entonces, puede considerarse Los Fantasmas y los residentes como una autobiografía?

_ Todo trabajo literario tiene un porcentaje considerable de la biografía del autor. Pero, también, están los elementos… Hay personajes que son tomados de la realidad, más transformado por la sique del autor, novelado, con algo del contexto o de la imaginación.

-¿Cómo lo explicas?

-Bueno, todo sueño que tiene el autor fluctúa en esos caminos, desde lo claro y lo oscuro. Se narra propiamente el núcleo del nacimiento de un pueblo, como casi todos los pueblos de Venezuela, emergidos gracias a una explotación momentánea de una riqueza minera.

-Pero, dime ¿Cómo es ese pueblo que describes en la novela?

-Hablarte del nacimiento de ese pueblo, producto de la explotación petrolera, es decirte de la existencia de las ciudades que nacen al calor de una riqueza minera o cualquier explotación industrial. Es un pueblo cosmopolita con grupos de extranjeros, un gran movimiento, un índice altísimo de funciones delictivas, muchos juegos… Allí se plantea, concretamente, más que todo, el cosmopolitismo de una pequeña población.

-¿Lo que has hecho te ha valido para ser un hombre crítico?

Yo creo es un reto importante. No crítico, porque la palabra misma es muy seria y académica. Yo considero que crítico es todo buen lector. Yo lo que he hecho, como medio de vida, es acercarme al periodismo para ayudar la sobrevivencia. Sí, he comentado la literatura regional y, ciertamente, no hay un gran movimiento aquí; pero, he tratado cumplir con esos vacíos con la aproximación de la literatura nacional, latinoamericana e incluso, la gran literatura universal, como alimento y estímulo al faltante que tenemos en la región.

-No crítico propiamente. Más bien, un comentarista, alguien que trata de unificar los puentes de lo local, lo regional y lo nacional con lo universal. Especialmente, ese es mi trabajo. Por eso cobro y me pagan.


¿Cree que la novela regional puede ser universal?

-Mira, Antón Chejov dijo que escribas sobre tu región y será universal. Yo creo en esa primicia chejoviana. Claro, está la cuestión del tratamiento lingüístico; es lo que enaltece el tema. Fíjate, la constante de la narrativa, la poesía y el ensayo son primicias fundamentales, como dice Faulkner: el amor, la pasión y el odio. Son principios básicos de la humanidad que nunca han pasado de vigencia como tema. Yo creo que el truco está en lo que te plantees o con qué lenguaje vas a tratar en el tema a desarrollar.

-¿Tú no crees que el escritor de provincia está aislado?

_ Esa pregunta te la respondo robándole las palabras a José Balza, quien en el Teresa Carreño de Caracas le preguntaba sobre el aislamiento de escritor de provincia y me decía: “A esa vaina no hay que pararle”. Él dice que eso no tiene nada que ver. Ese aislamiento, en ese sentido, no existe y el escritor comprometido o que tiene esta vocación lo que debe hacer es darse un baño de cultura universal e irse a todas las fuentes clásicas. Además, debe tener una consistencia y una personalidad madura. Yo no creo en el aislamiento.
-Ahora, no hay que confundir que a ti te reseñen en los centimetrajes de la gran prensa capitalina; lo significativo es hacer el trabajo porque realmente la gran importancia del escritor viene después de la muerte. En vida no va a pasar nada…

El petróleo como literatura
-Yo he tratado de analizar la influencia del petróleo, esa riqueza negra en la conciencia histórica de nosotros. Esa riqueza invirtió los valores de los venezolanos. Aquí lo que están protagonizando los hechos históricos son otros valores. El elemento que, en la realidad, es el ser pensante, el que puede sembrar una fuerza ideológica para enrumbar y consolida el país no existe.
- En tu novela planteas una ideología del petróleo. ¿Tú crees en el escritor comprometido?
-Eso de pertenecer a adeco o copeyano o bolchevique… el sólo hecho publicar tus ideas en el papel escrito o imprimirlas…

-Pero, eres algo reaccionario en tus ideas


-Bueno, busque tú la izquierda o la derecha no tiene nada que ver; porque toda, en todo momento en sí, la escritura es una revolución, milites en la izquierda o en el centro o en la derecha. Yo lo que creo, no en un intelectual puro, sino en el poder mismo de la palabra escrita.

Antonio José de Sucre, o su asesinato en la Mesa de Calabozo, otra vez


Por Eduardo López Sandoval

 Comenzaremos nuestra ponencia con cita del historiador Tomás Polanco Alcántara: "el símbolo de la continuidad de Bolívar era Antonio José de Sucre. Paulatinamente, por su talento personal, por sus dotes intelectuales y por su espíritu altivo, digno y limpio, Sucre se fue convirtiendo en el complemento indispensable de Simón Bolívar. [...] Respetado por los argentinos, los chilenos y los peruanos, admirado por los bolivianos y quiteños, sin enemigos en Venezuela y en la Nueva Granada y con todos sus antecedentes, Sucre estaba destinado a ser el natural sucesor de Bolívar".

“Sin embargo eso no sucedería. De camino a Quito, adonde iba a reunirse con su familia, fue emboscado y asesinado el 4 de junio de 1830 en la sierra de Berruecos, ubicada en Colombia. (…). Al escuchar las noticias de su muerte Bolívar dijo: "Lo han matado porque era mi sucesor".

Antonio José de Sucre fue un ciudadano ejemplar maltratado por los semejantes de su tiempo, de tal tamaño fue el maltrato que fue cobardemente asesinado, y es particularmente asesinado por los calaboceños de este tiempo, de hoy, de este octubre de 2016, por nosotros.

Para plantear la gravedad de este contenido pedimos derecho de palabra ante la Cámara Municipal de este Municipio, el derecho de palabra no fue otorgado, el contenido de esta ponencia es el discurso que leería ante los Concejales y el pueblo si me hubieran permitido ejercer mi sagrado derecho a expresarme. Contextualizar, por favor, vamos a leer como un munícipe a sus autoridades municipales. Leo fracción del frustrado discurso:

Un accidente de tránsito con muertos es un hecho común en las carreteras. En las vías del Llano, normalmente rectas, la alta velocidad de los vehículos se presta para la ocurrencia de estos lamentables hechos. Si a esto le sumamos alguna irregularidad en la vía, como un sorpresivo desvío en el camino, las probabilidades del accidente aumentan. Como ocurre en la Avenida Antonio José de Sucre a la altura del Barrio Arauca, donde por ilícita venta de los terrenos que correspondían y corresponden a la construcción de esta avenida, se provoca un ligero desvío.

Denuncio: los integrantes de los pasados ayuntamientos, que vendieron fraudulentamente los espacios de la avenida, son culpables por suscribir esta acción delictual, pero ustedes, -la actual Cámara-, son igual de culpables por la Omisión de no corregir el entuerto. Les cuento, hace poco me ocurrió un conato de accidente provocado por la fraudulenta venta de los terrenos destinados para la construcción de la Avenida Antonio José de Sucre. Conducía normalmente por la avenida cuando un joven escolar, que pasaba la isla, perdió el equilibrio en esa la raya de la muerte, donde para pasar hay que hacer maromas como un equilibrista de circo. El adolescente, parece que su cuerpo se iba hacia el lado contrario por el que venía un camión, y al tratar de escabullirse del golpe pasó a este lado de la avenidita. El frenazo quedó marcado en la vía y marcó también la imperiosa necesidad de que hiciera hoy esta denuncia: Los espacios que están entre el llamado Seminario San José y el caminito de dos vías que le dicen avenida deben ser dedicados a la amplitud de ésta. Estos espacios están ocupados con fraude a la Ley. Lo documentos originales de la donación de los terrenos de parte de la municipalidad a la Iglesia dicen meridianamente que por el norte el Seminario limita con la carretera que va hacia Paso El Caballo. Vale esta reflexión sensibilizadora, de ocurrir un hecho como el que por centímetros no nos pasó a nosotros, -sino ha ocurrido ya-, ojalá no le pase a algún familiar o amigo de las autoridades que hoy tienen la posibilidad y la obligación de corregir esta grave falta. La historia los juzgará.

La mal llamada Avenida Sucre no califica como avenida. La isla debe cumplir principalmente con ser una división vial, para los vehículos, y un espacio para el reposo del peatón. Esta elemental función no la cumple en tanto es tan estrecha que es un hilo para equilibristas circenses. La isla de la avenida Sucre, tuvo la previsión de los gobernantes de mediados del siglo pasado para tener suficiente espacio como para que se realizaran otras actividades, bien pudiera ser una zona verde o un paseo. Pero el diseño que ha obligado la gestión corrupta de algunos funcionarios sólo permite que se haga una línea que llamaremos la raya de la muerte. Que se hizo con suficiente premeditación y alevosía que debe ser juzgada por la historia.

La historia debe juzgar también el maltrato con que los calaboceños nos hemos ensañado en contra del hombre que entregó su vida por la existencia libre de este país, Antonio José de Sucre. Hablemos de Historia. Esta avenida debería nacer en la avenida Francisco de Miranda, como inicialmente era la espaciosa carretera de tierra, pero por una decisión, quizás tan fraudulenta, caprichosa y corrupta como la recién referida, se vendió la calle para la construcción de una bomba de gasolina. La avenida hoy no termina en otra vía, finaliza en una estación de servicios. Bien pudiéramos decir que la avenida nació sin pies y la corrupción le ha carcomido el cuerpo. El ahorcamiento de la vía ha sido tal, en estos momentos de julio de 2016, es tan estrecha, que es una desvergüenza llamar avenida a esta callecita de doble vía, que debe estar llena de corrupciones administrativas que requieren hoy la intervención de esta honorable cámara. Ojalá.

Tienen ustedes la tarea de restablecer a Sucre en el lugar que Calabozo no ha querido darle. De no hacerlo estarían de nuevo como traicioneramente disparándole en la Montaña de Berruecos. No lo asesinemos más por favor.

Razono la gravedad de nuestra aseveración. En Calabozo existía una Plaza Sucre, les informo. En 1930, con ocasión del Centenario del cobarde asesinato del Mariscal Sucre, se inauguró la Plaza Sucre en los espacios de la llamada Plaza El Carmen o Plaza de los Obispos. Tomo de la inauguración de esta plaza, pasaje del discurso de orden que en esta ocasión dictó el ilustre calaboceño Blas Loreto: “Este excelente monumento que confiesa celosa fe; y amor al arte, a la naturaleza y al progreso, resaltará para siempre en aquel antiguo rincón ciudadano que fue una vez florecido arrabal folklórico y después circo de toros, al que Monseñor Sendrea convierte pronto en Calvario artístico, afirmándose más tarde la denominación popular de Plaza del Carmen, transformada en 1930, Centenario de Berruecos, para recibir el busto del Gran Mariscal y llamarse hasta el once del pasado abril, Parque “Sucre”. En compensación, el ilustre Concejo Municipal decretó, con todas las de la ley, el Parque “Sucre”, acordonándolo de lado y lado de la principal avenida del Centro Administrativo, grandiosa, aunque única, zona de expansión con que cuenta para su futuro civil, la ilustre cuna de Lazo Martí, Sanojo, Daniel Mendoza y el Dr. Juan Vicente González Delgado, expresidente de la República.”. Más adelante, en descripción del urbanismo de la ciudad, dice el orador: “Al Sur suburbanamente, cautiva el esquema del moderno Parque “Sucre”…”.

Por lo que se conoce de la historia de hoy, el tal Parque Sucre nunca se hizo, tan siquiera los espacios destinados para su construcción están en la memoria del pueblo. Del busto que pomposamente se inauguró en el centenario, nadie sabe nada. Está fundido en nuestra memoria, para no especular, por ahora, que está materialmente fundido, porque fue infamemente vendido como chatarra, si era de bronce.

Lo considerado hasta ahora nos llama al cumplimiento del deber no cumplido para con la ciudad, y especialmente para la memoria del Mariscal Sucre, pronto a cumplirse el Bicentenario de su muerte. Proponemos que esta Cámara Municipal, en el estricto uso de sus atribuciones, realice las decisiones que corrijan los errores:
Uno.- Que se rescate EL Plan de Desarrollo Urbano Local, que en ese marco se reintegren los espacios destinados a la Avenida Sucre a la sociedad calaboceña.

Dos.- Que se construya el Parque Sucre. Para esta propuesta tomo idea del Profesor Ubaldo Ruiz. Proponemos que la Plaza Sucre se haga en los espacios que están al final de esta Avenida Sucre, a la altura del Barrio San José. Estos espacios beneficiarían a todos los llaneros de los Llanos Colombovenezolanos, se vería beneficiada vuestra gestión de servidores público, saldamos una deuda con la Memoria de Sucre, de manera mucho más cercana beneficiamos al Barrio San José, a Cañafistola, a Brisas de Orituco y a todos los Vicarios.

Tres.- que se le asigne al Cronista de la ciudad la tarea de verificar la veracidad histórica del presente discurso, y que realice las investigaciones que tiendan a determinar el destino del busto de Antonio José de Sucre.

Tienen ustedes la oportunidad de empezar la reconstrucción de la Villa de Todos los Santos de Calabozo. Quisiera terminar, con la venia de ustedes, con Albert Einstein: «Somos arquitectos de nuestro propio destino».

Gracias.

Correo: eduardolopezsandoval@yahoo.es

Doña Guillermina Herrera Trujillo

Por Domingo Silo Rodríguez Trujillo

Doña Guillermina Herrera
Doña Guillermina Herrera Trujillo fue una gran dama, una gran educadora; ejerció el cargo de maestra en su pueblo natal San José de Tiznados, donde nació en la primera década del siglo pasado, en el hogar formado por el matrimonio de Don Teófilo Herrera Medina y Doña Ángela Trujillo Rojas y sus dos hermanos Ángel Domingo y Augusto.

Doña Guillermina Herrera formo parte del personal docente del Grupo Escolar Juan German Roscio, conformando una trilogía de extraordinarias maestras con sus paisanas doña Rosa Rodríguez Medina y la señorita Consuelo Nedeer Rojas. Yo tuve el honor de contarme entre los alumnos de estas tres sabias mujeres.

Doña Guillermina, a finales de los años 50, consiguió cambio para la ciudad de Caracas. Allí, además, de trabajar en varios planteles educacionales, obtuvo el título de maestra normalista en el Instituto de Mejoramiento Profesional del Ministerio de Educación y su labor educativa la finalizó en los primeros años de los 70, en el primer gobierno del Dr. Caldera, cuando fue jubilada.

Finalizada su carrera pedagógica doña Guillermina regresa a su Estado Guárico; pero, a la ciudad de San Juan de los Morros, donde fija su residencia en un inmueble de su propiedad adquirido años antes, ubicado en la calle Salías de esta ciudad. Allí vivió unos cuantos años, poniendo en práctica otra destreza que Dios le dio, las manualidades ya que era una excelente bordadora y tejedora; y sus manteles, sabanas, centros de mesas, abrigos que confeccionaba era muy del gusto de la clientela que tenía. Ya después de varios años de estar residiendo en San Juan volvió a Caracas, ya muy entrada en años con su hijo, mi querido primazo Jesús Emilio, uno de sus tres hijos que procreó: José Guillemo, el mayor, ya fallecido y Mireya, también, muerta prematuramente.

En la primera mitad de los años 90, la maestra y gran dama que fue Doña Guillermina falleció a los casi noventa años en la ciudad de Caracas, donde se encuentra sepultada. La última vez que la vi con vida fue cuando vino darnos el pésame a mi padre quien era su compadre, a mis hermanos y a mí por la muerte de nuestra madre Josefina Trujillo Herrera, quien era su prima hermana por partida doble quien cariñosamente le llamaba (Mina).

Actualmente, aquí en San Juan de los Morros viven la mayorías de sus nietos hijos de José Guillermo. Si actualmente me tocara hacer abstracción de la familiaridad tan cercana que me unía a ella, diría lo mismo que escrito. Porque la tía Mina fue un ejemplo, como madre, como educadora, como mujer luchadora y emprendedora y, si algún día alguien escribiese la historia de los educadores guariqueñas habrá una mención para ella. Honor a quien honor merece.

(Texto tomado de la cuenta del autor en Facebook: https://www.facebook.com/domingosilo.rodrigueztrujillo)

El patrimonio de Ortiz en sus viejas casas

El centro histórico de Ortiz presenta varios ejemplos de esas viejas casas de fines del siglo XIX o comienzos del XX en las que se usaron los antiguos materiales y sistemas constructivos


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Prof. Oldman Botello

INTRODUCCIÓN

Recogemos en estas notas, varios inmuebles vinculados al pueblo dieciochesco de Santa Rosa de Lima de Ortiz, analizados desde su significación dentro de lo que se llama Cuadrilátero Histórico, extendido hasta el sector Las Mercedes; todos los lugares estudiados en esta ponencia son del siglo XIX. Se excluye la iglesia matriz por ser mixta, una parte construida en el siglo XIX, las bases y un 80% de la estructura de ladrillos en obra limpia y la parte final del siglo XX. Son las únicas construcciones que permanecen en pie o en ruinas como relictos del siglo XVIII.


La arquitectura colonial y sus derivados en los siglos XIX y XX


Nuestros viejos alarifes o maestros de albañilería siguieron las pautas de los pueblos españoles y sus materiales constructivos. Don Carlos Manuel Moller, caraqueño experto en arte colonial nos explica […] nuestras casas no fueron palacios con alardes de refinamiento en que los estilos dejaron honda huella; su lujo no consistía en exuberantes decoraciones; lucían por su sencillez y nobleza; eran ricas por sus vastas proporciones, por su ámbito luminoso y fresco que convidaba a vivirlas, a gozar de su holgura capaz para toda grandeza, a reposar con placidez en la serenidad de su ambiente”. (Revista El Farol, N° 192, enero 1961) Casas que no solo fueron para vivir, sino que estéticamente representaban una manera de expresarse. Esos alarifes construyeron casas y diversos inmuebles con altas ventanas y patios interiores para que hubiese libre circulación del viento.

Las leyes de Indias, muy certeras, ordenaban que en los pueblos fríos las calles fueran trazadas anchas y en las calientes y cerca del mar, estrechas, para evitar el acceso de piratas y que se fundasen cerca de ríos para proveerse. Desde un comienzo y así se establece las leyes indianas, de la plaza principal debían salir de sus cuatro esquinas las calles del pueblo y las manzanas –regularmente de 100 metros- hasta configurar un damero o cuadrícula, reminiscencias romanas y árabes. (Recopilación de Leyes de Indias, (1973) Madrid: Ediciones Cultura Hispánica, (I) En la América hispana es muy extraño un pueblo que no siga la forma de tablero de ajedrez español, a menos que lo impida la topografía del terreno como en los pueblos andinos.

Las casas viejas de Ortiz



El centro histórico de Ortiz presenta varios ejemplos de esas viejas casas de fines del siglo XIX o comienzos del XX en las que se usaron los antiguos materiales y sistemas constructivos como el ladrillo o adobe, la tapia y rafa, las tejas y el bahareque con embarrado, más vegetales como las palmas, la madera para los horcones, guafas y muy tardíamente el bambú y algunos bejucos o sarmientos. De todos estos sistemas podemos apreciar en las casas orticeñas.

La más importante a nuestro juicio por su arquitectura y por su antigüedad es la llamada Casa de Alto, en la calle Las Mercedes con la calle San Juan y amenazada de ruina a pesar del abandono y de los parches que so pretexto de restauraciones, se le han cometido a través de los años. La tradición señala que allí estuvo por corto tiempo la sede de la Gobernación del Guárico cuando el general Joaquín Crespo la trasladó provisionalmente mientras él se iba a la guerra. Es una casa de tapia y rafas, muros de ladrillos, con piso superior al cual se accede por escalera de madera. La sección de planta superior tiene el techo a cuatro aguas y la contigua a dos aguas. La superior cuenta con dos balcones con antepechos. Las columnas del corredor interior son de madera. Las tres ventanas de la casa contigua tienen repisa y quitapolvo. La planta en forma de “L” es característica en este tipo de inmueble en Venezuela.

La Nuñera



Inmensa casa donde hoy funciona la Casa de la Cultura “Dr. Luis Acosta Rodríguez” de Ortiz. Es sorprendente el cambio que ha tenido en el tiempo. La conocimos en los años setenta y estaba bastante maltrecha. Luego la Alcaldía local la restauró y la convirtió en Casa de la Cultura, con biblioteca, sala de exposiciones y algunas dependencias de la Alcaldía. Es también una casa en forma de L, con sendos corredores columnados, tejas y su patio central. Fue la residencia del doctor y general José Ramón Núñez, secretario general del general Joaquín Crespo y su amigo personal. La actual sede de la Alcaldía también restaurada, perteneció igualmente a la familia Núñez. Con varias ventanas selladas y el interior muy intervenido para que funcionen oficinas municipales.

Casa de los Utrera



La casa de doña Alida Utrera es de las significativas de Ortiz, en la calle San Juan. Cuenta con su portón de madera, antiguo, con broches de metal y tres hermosas ventanas altas, enrejadas con repisa y quitapolvos originales.

Casa de “La Espuela de plata”.


El pueblo orticeño ha querido ver en este inmueble actualmente en muy técnico proceso de restauración por empresa privada, la casa del mismo nombre que aparece como ficción en el libro de Miguel Otero Silva Casas muertas. Data del siglo XIX y su planta es en “L”. Dos de sus ventanas tienen repisa y quitapolvo con balaustres. La puerta de madera de la fachada principal ostenta a ambos lados pilastras con acanaladuras. Fue construida de tapia y rafa, techo de madera y tejas, con un gran alero con canecillos de madera como soporte. Entre otros usos que ha tenido estuvieron el Registro Subalterno y casa de comercio.

La Rodriguera



Inmueble que perteneció a doña Águeda Polanco, luego a Justo Flores, quien la vende a la educadora doña Beatriz de Rodríguez en 1936 y allí funcionó una escuela para niñas regentada por la notable institutora. Cobró relieve el inmueble porque en 1953-1954 la visitó el escritor barcelonés Miguel Otero Silva para que doña Beatriz y su hijo Nicanor Rodríguez le suministraran alguna información sobre el pueblo, personajes, el paludismo, las vivencias, etc, que darían origen a la novela ficcionada Casas Muertas, publicada en 1955. Tiene casa de comercio y en la calle transversal la entrada principal para evitar el ruido de la calle Bolívar cuando era carretera, antes de ser inaugurada la vía del Llano, actual avenida “Dr. Roberto Vargas”.

Se nos quedan en el tintero otros inmuebles importantes como la casa de los Di Caro, de dos plantas, que en 1933 fue adquirida por el general Juan Alberto Ramírez, presidente del estado Guárico; la de los Rodríguez Trujillo, ejemplo de casas principales del pueblo, ubicada frente a la plaza Bolívar y que perteneció originalmente al boticario señor Herrera; la casa de comercio San Antonio, que perteneció a don Domingo de Silos Rodríguez Moreno, con las puertas para el comercio por la calle Real o Bolívar y la principal por la calle transversal, para evitar el movimiento de la carretera y el sol de la tarde; la casa de la familia Hurtado Donaire, residencia y contigua la casa de comercio. Los puentes llamados Blanco, Rondonero, apellido que recuerda a los dueños del hato Morrocoy, más allá de Dos Caminos y el puente Anastasiero, para recordar el nombre de una de las hijas del general Guzmán Blanco, al parecer todos del tiempo en que gobernaba el Ilustre Americano. Cito un texto del destacado arquitecto restaurador y profesor universitario Graziano Gasparini: […] las muestras valiosas de nuestra arquitectura colonial van desapareciendo por obra de la ignorancia, que para justificar los exabruptos cometidos, intenta ocultarse tras la carreta del progreso”. (Gasparini, 1962: 182)

FUENTES:


GASPARINI, Graziano. (1962) La casa colonial venezolana. Caracas: Editorial

Armitano

___________________. (1965) La arquitectura colonial en Venezuela. Armitano

Editores.

Patrimonio Cultural del municipio Ortiz. (2005) Caracas: IPC

Recopilación de Leyes de Indias. (1973) Madrid: Ediciones Cultura Hispánica

La revista Cuadernos de Historia

Por Arturo Álvarez D´ Armas

Publicación cuatrimestral editada en Caracas por la Facultad de Humanidades y Educación de la Universidad Central de Venezuela. Su director era el profesor Manuel Rodríguez Campos. El Consejo de Redacción estaba compuesto por los docentes Josefina Bernal, Elías Pino Iturrieta, Manuel Caballero y Arístides Medina Rubio. La Secretaria Ejecutiva la ejercía Cesia Ziona  Hirsbbin. Los corresponsales: Orlando Monsalve y Alí López (Universidad de los Andes), Germán Cardozo (Universidad del Zulia) y Elis Mercado (Universidad de Carabobo). Los cuadernos tenían mucha relación con el Instituto de Estudios Hispanoamericanos y la Escuela de Historia de la UCV.

Este índice se realiza en base a los dos primeros números que tengo en mi poder.
Cuadernos de Historia. Caracas: N° 1, Septiembre 1982. 104 p.

“Presentación”. Pp. 3-6.
PINO ITURRIETA, Elías. “Los presos de la Semana del Estudiante de 1928”. (Entrevista al Doctor Isaac J. Pardo, realizada por Elías Pino Iturrieta). Pp. 9-37.
SEGNINI, Yolanda. “Gaceta de América”. (Entrevista al Doctor Inocente Palacios, realizada por Yolanda Segnini, julio de 1981). Pp. 39-47.
KEY SÁNCHEZ, Fernando. “La Primera Tesis Agraria del Partido Comunista Venezolano (1931)”. Pp. 51- 70.
“Institutos de Estudios Hispanoamericanos y de Antropología e Historia”.            Pp. 73-79.
“Escuela de Historia”. Pp. 81-84.
“Primer Congreso Venezolano de Historia”. Pp. 87-92.
“Tercer Centenario de la Publicación de las Leyes de Indias”. P. 92.
“Encuentro de Historia Regional Propuesto”. Pp. 92-93.
MEDINA RUBIO, Arístides. “Ciro Caraballo Perichi: Obras Públicas y Mensajes…” Pp. 97-99. Firmado: A. M. R.
MEDINA RUBIO, Arístides. “Luis González y González: Nueva invitación a la Microhistoria”. Pp. 101-103.

Cuadernos de Historia. Caracas: N° 2, Noviembre 1983. 153 p.
MEDINA RUBIO, Arístides. “Teoría, fuentes y método en Historia Regional”.       Pp. 5-30.
CARDOZO GALUÉ, Germán. “Maracaibo y su región histórica”. Pp. 31-48.
HERNÁNDEZ BAÑO, Adrián. “¿Dónde fundo Ojeda al establecimiento de Santa Cruz?”. Pp. 49-57.
Instituto de Estudios Hispanoamericanos“Historia de la Región Barquisimeto-San Felipe y comarcas adyacentes”. Pp. 59-67.
VERACOECHEA, Ermila de. “Comentarios sobre la Provincia de Barquisimeto”. Pp. 71-74.
RODRÍGUEZ CAMPOS, Manuel. “Críticas a una Historia del Estado Miranda”.    Pp. 77-117.
“Programas de Actos Conmemorativos del Bicentenario de El Libertador Simón Bolívar”. Pp. 121-124.
“Curso de Ampliación sobre la Emancipación  Venezolana y la Obra de El Libertador”. Pp. 125-126.
“Nuevos Programas de Maestría en Historia”. Pp. 127-129.
“I Jornadas de Investigación (2-4 de Diciembre de 1982). Consejo de Investigación de la Facultad de Humanidades y Educación”. Pp. 131-133.
SANTAELLA YEGRES, Ramón. “Región y localidad geoeconómica dependiente”. Pp. 137-139.
MEDINA RUBIO, Arístides.. “Economía y poblamiento en Barinas (1577-1810) de Virgilio Tosta”. Pp. 141-143. Firmado: A. M. R.
“Oposición ciudad-campo en Venezuela de Agustín Blanco Muñoz”. Pp. 145-146. Firmado: M. V. L.
YEPEZ COLMENARES, Germán E. “El Capital y su espacio de Alain Lipietz”. Pp. 147-149. Firmado: G. E. Y. C.
“Libros publicados o en prensa del personal de los Institutos Estudios Hispanoamericanos y de Antropología e Historia”. Pp. 151-153.
Zona de los archivos adjuntos
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Jorge Washington : Yo, el aventurero

Jorge Washintogton Cabrera/ Foto JOP
Por José Obswaldo Pérez

Sí, me llamo Jorge Washington Carrera Andrade, nací el cinco de mayo de 1934, en Guayaquil, Ecuador. Mis padres fueron Carlos Carrera y María Andrade. Tengo ochenta y un años. Soy abuelo y aún trabajo. Los fines de semana me tomo las cervezas en El Portón de Cheo. Allí, en aquel bar converso con mis amigos, escucho música y me río de las cosas de la vida.

A veces la nostalgia me atrapa en mi Guayaquil. ¿Qué te cuente mi piropo por el norte?

Bueno, llegué a Estados Unidos, cuando tenía 15 años. Tenía ganas de conocer y me fui a casa de una hermana que se había casado con un gringo. Pero no me lo lleve bien con sus hijos. Eran malcriados y pienso que los norteamericanos crían mal a los muchachos. Eso fue lo que pasó. Me echaron de la casa el día que cachete a uno porque me insulto. Yo vivía en Nueva York y me fui a Manhattan a trabajar en una factoría, donde laboraba en dos turnos. Al año me vine, de nuevo a Guayaquil.

Me puse a trabaja. Luego me inscribí en servicio militar y tres años después me comprometí con una chica guayaquileña y me casé. Ella se llama Ana Cordero, con quien procreé dos muchachos. Ahora mayores y también casados. Pero mis deseos de conocer y buscar otras oportunidades me llevaron a Venezuela. Invite a mi esposa a que me acompañara, pero se negó. Creo que influida por sus padres ⦋⦌.
De Guayaquil a Puerto Viejo llegué como turista a este país y espere por cinco años a que mi esposa se convenciera de venirse para acá. Bueno, ella decidió quedarse. Ya yo tenía cuarenta años cuando entré a Venezuela. Y aquí me quede y con mi permanencia comenzó una nueva historia, aquí me casé de nuevo y tuve cuatro hijos más.

Sí, como no. Soy un aventurero y como te dije, entré como turista; tenía visa por treinta días que renovaba. ¿Mi decisión de venirme a Venezuela? Bueno, yo conocía aquí un amigo paisano que se llamó Don Pedro Quista, quien estaba establecido en Caracas y quien me informó que estaban buscando albañiles para trabajar. Fue una gran oportunidad para mí.

En 1965 llegué a La Vega, Caracas. Allí conocí a Don Pedro Fajardo, un adeco quien era maestro constructor. Gracias a Don Pedro Quista me dio trabajo y me ubicó en varias construcciones. En Junquito, El Cafetal, 23 de Enero, El Valle, Coche, Cochecito. Así que me quede en Venezuela, pero estaba ilegal. Cuando se me venció la visa fui al Consulado. En dos oportunidades pude renovarla y mantenerme como turista; pero, en la tercera vez, me agarraron mi pasaporte y me pusieron una equis roja. Debía abandonar el país.

- Yo de Venezuela no me voy. Ya yo me quedé aquí, yo me quedo - le dije a un funcionario del Consulado.

Entonces, en Caracas, fue cuando conocí a la abogada Omaira Terciel, vinculada con Carlos Andrés Pérez. Ella me propuso realizar unos trabajos en Mariara, estado Carabobo. Construir unos galpones. Yo aproveche para contarle mi situación irregular en el país. Durante los meses que estuve en condición ilegal tenía que andar con los bolsillos llenos de plata, llenos de billete. Cada oportunidad que la Guardia Nacional me encontraba tenía que aflojar plata. Yo ya estaba obstinado. La doctora Terciel me oyó y me prometió ayudarme.

Sin embargo, la señora no me arregló los papeles. Trabaje con ella durante un año y construí dos galpones, cada galpón de 150 metros de largo por cincuenta de ancho. Aunque me pagaba yo decidí dejar el trabajo y marcharme. Durante ese tiempo en Mariara, me había metido a vivir con Cecilia Landaeta, hoy fallecida.

Simón Muñoz Armas: Académico y científico guariqueño… (Tucupido-Estado Guárico, 21-12-1930—-Caracas, 17-07-2016).


FELIPE HERNÁNDEZ G.
Cronista Oficial del Municipio Leonardo Infante/ UNESR
felipehernandez457@yahoo.com

Recientemente a los 85 años cumplidos, murió en la ciudad de Caracas el reconocido médico, Simón Muñoz Armas, destacado médico, académico y científico guariqueño y venezolano nacido el 21 de diciembre de 1930 en Tucupido, población donde realizó sus estudios primarios; para luego acompañar a sus padres y hermanos cuando deciden trasladarse a Caracas para que sus hijos pudieran continuar sus estudios secundarios y posteriormente universitarios. Y así fue. Simón realizó la educación media en el Liceo “Andrés Bello” de Caracas.

Fueron sus padres, Simón Muñoz y Josefa Armas de Muñoz. Su núcleo familiar está compuestos por siete hermanos, entre ellos el reconocido político Freddy Muñoz Armas, uno de los fundadores del partido político Movimiento al Socialismo (MAS) en 1971. Fue casado con la también tucupidense, María Rodríguez, con quien procreó cuatro hijos: Mercedes, Rafael, José Manuel y Juan Simón Armas Rodríguez. Además, fue padre del Dr. Simón Muñoz Jiménez.

Egresado de la Facultad de Medicina de la Universidad Central de Venezuela, se especializó en cardiología y en el estudio de enfermedades del corazón como la fiebre reumática y la cardiopatía congénita. Luego de culminar sus estudios en la UCV, concursó y obtuvo una beca para especializarse en el estudio de las cardiopatías congénitas en el Hospital For Sick Children, en Toronto Canadá. En ese centro hospitalario adquirió experiencia en lo relativo al control y prevención de las cardiopatías congénitas.

Simón Muñoz es reconocido no sólo en el gremio médico, sino también en el académico universitario a nivel de pre y postgrado. Se dedicó durante más de cinco décadas a la docencia y la práctica médica. En 1990 fue electo Decano de la Facultad de Medicina de la Universidad Central de Venezuela y Rector (1992-1996) como máxima autoridad de esa alta casa de estudios.

Su trabajo en esa institución dejó sus huellas las cuales persisten a pesar del tiempo. Su paso por el decanato y por el rectorado fue una gran oportunidad porque junto con su equipo pudo realizar cambios y adelantar acciones que desde que era estudiante aspiraba para la transformación y modernización institucional. También se desempeñó como miembro del Consejo Superior del Conacit y presidente de la Sociedad Venezolana de Cardiología. Durante su carrera, escribió varios libros, ensayos y artículos sobre: Cardiología Pediátrica, Cardiopatías Congénitas, Embriología Cardiaca, Fiebre Reumática y Cardiopatía Reumática, Epidemiología Cardiovascular y Educación Superior. Entre ellos destaca su libro “La Universidad como destino”, en el que se recogen algunos de los discursos pronunciados durante el período de su gestión rectoral…

En su natal Tucupido, al Dr. Simón Muñoz se le recuerda y se le reconoce, la principal avenida de la ciudad le tiene como epónimo desde los años noventa aproximadamente. Dicha avenida inicia en las inmediaciones del arco donde se lee: “Bienvenidos al Granero del Guárico” hasta la salida hacia Zaraza…

18 de julio de 2016.

Semblanza de Espino. Año 1881


FELIPE HERNÁNDEZ G.
A comienzos de 1983 el Dr. Ramón J. Velásquez fue designado por el Congreso de la República de Venezuela de ese entonces para realizar una obra colectiva: “Venezuela: 1883”, a ser editada dentro del Programa de Celebración del Bicentenario del Natalicio del libertador Simón Bolívar. Con “Venezuela: 1883” se quería tener un punto de referencia con relación a la trayectoria recorrida por el país en un siglo, los cambios del paisaje, las modificaciones de la sociedad, las transformaciones de su economía, las transformaciones del estilo político, el avance cultural, analizados por calificados expertos. Entre esos expertos se contó con la colaboración del Dr. Pedro Cunill Grau, quien escribió la obra “El País Geográfico en el Guzmanato”. Una interpretación del paisaje regional en el Centenario del Nacimiento del Libertador (1984) Ediciones del Congreso de la República. Caracas.

En el proceso histórico que relata, expone que... Valle de la Pascua irradia influencia hasta las riberas del Orinoco, partiendo de esta población por un camino que le une con Espino y el transpaís orinoqueño en Parmana. Espino y los caseríos dispersos hasta la fachada del Orinoco cuenta con 2.190 habitantes, siendo zonas de ganadería extensiva. Algo marginalizado está en ese Año del Centenario el poblamiento de los 515 habitantes de Altagracia de Iguana y vecindarios de Santa Rita, Aracay y Las Peñas, donde conucos de subsistencia complementan la ganadería, caza y pesca.

Miranda y Aragua

Por Oldman Botello


Se está escribiendo y hablando sobre el bicentenario del fallecimiento en el arsenal de La Carraca, del generalísimo y ahora almirante en jefe, Francisco de Miranda (a algunos diputados de alguna legislatura guariqueña, que no la presente, dispusieron que el municipio cuya capital es Calabozo se llame Sebastián Francisco de Miranda, que es su filiación completa, pero nunca usó, como se puede ver claramente en su firma en el Acta de Independencia. Es que esta gente nunca busca asesores.

Francisco de Miranda, cuyo nombre está inscrito en el intradós del Arco de la Estrella de París al lado de otros grandes, tiene diversas vinculaciones con Aragua. Desde el 19 de mayo de 1812 se hallaba en Maracay, en la hacienda La Trinidad, vía El Limón, inmueble en completa ruina hoy día, pese a tantos homenajes y conmemoraciones. Allí le acompañaban entre otros: Antonio Muñoz Tébar, secretario de Estado y Relaciones Exteriores, muerto en Aragua en La Puerta en1814; José de Sata y Bussy, Juan Germán Roscio, Talavera, José Vicente Mercader, Francisco Esteban Ribas, pariente de José Félix; y el inefable Juan Fernández de León, marqués de Casa León, dueño de la casa y hacienda; otras veces se reunían en la casa de la hacienda Piñonal, la más grande de la ciudad y propiedad del prócer Luis López Méndez.

Miranda despachaba desde La Trinidad una tras otra la correspondencia a numerosos amigos y correligionarios y hasta Bolívar, que terminaría echando del país a Miranda, le escribió en 1812, luego del abandono de Valencia, donde permanecían alzados los canarios: “Yo he sacado estos pueblos del abatimiento en que estaban. Espero lograr lo mismo con las tropas. Contésteme usted a La Cabrera dando las órdenes que tenga a bien. Su súbdito y amigo, Bolívar. Me parece que usted hará un bien indispensable con presentarse por estos países. Ut supra” Los países eran los pueblos de Aragua y Carabobo.

Luis López Mendez a comienzos del siglo XIX era propietario de la rica hacienda Piñonal. Casó con una maracayera, María Francisca Da Costa Romero y al enviudar contrajo nuevo matimonio en 1800 con la caraqueña Josefa María Rodríguez Núñez y Miranda, prima suya y sobrina del generalísimo Miranda, pues su madre era hermana del prócer. Fue su descendencia con esta última, Antonio y María Rosario López-Méndez Rodríguez-Núñez, casada con Victoriano Amitesarove. Por el ADN de uno de sus descendientes, en el gobierno de Chávez se buscaron las cenizas de Miranda en el arsenal de La Barraca. El único hijo de los Amitesarove-López Méndez, José María, nació en Maracay en 1830.

La primera estatua levantada al generalísimo Francisco de Miranda en Venezuela fue la de Villa de Cura, figura pedestre, obra original del escultor Rafael de la Cova e inaugurada cuando dicha ciudad era capital del estado Miranda en 1895 y el presidente del estado el general Ignacio Andrade, que de esa ciudad saldría a la Presidencia de la República, como Crespo anteriormente.

Miranda falleció preso en La Carraca el 14 de julio de 1816, en pleno aniversario de la Revolución Francesa, donde participó. Fue a causa de una apoplejía, lo que es lo mismo un accidente cerebro vascular. Fundador de la masonería en Venezuela, no dejaron de castigarlo los curas post-portem. Pedro José Morán, que acompañó al prócer en sus últimos momentos, escribió a otros amigos de Miranda, los comerciantes Duncan Shaw y Compañía de Londres, lo siguiente: “En esta fecha, a la una y cinco minutos de la mañana, entregó su espíritu al Creador mi amador señor Don Francisco de Miranda. No se me ha permitido por los curas y frailes le haga exequias ningunas, de manera que en los términos que expiró, con colchón, sábanas y demás ropas de cama, lo agarraron y se lo llevaron para enterrarlo; de seguidas vinieron y se llevaron todas sus ropas y cuanto era suyo para llevarlo”. Tenía 66 años de edad. En tiempos de Pérez Jiménez fue echada abajo su casa natal, airosa, alta, de ventanales, en el centro de Caracas. Hombre admirable por mil títulos.


oldmanbotello@hotmail.com