No conozco evidencias de que estuviese alguna vez atraído por esa región. Casi todos, si no todos los intelectuales caraqueños de la Colonia parecían ajenos a ese inmenso traspatio ganadero.
Adolfo Rodríguez
Aunque buena parte de la familia de don Simón Rodríguez era llanera o llanerizada, no conozco evidencias de que estuviese alguna vez atraído por esa región. Casi todos, si no todos los intelectuales caraqueños de la Colonia parecían ajenos a ese inmenso traspatio ganadero. Como si la obligatoriedad de residir en zonas urbanas (reducción a poblados), fuese para ellos concentrarse en la capital de la provincia. No hay testimonios de tal interés por los llanos como tampoco ninguna respecto a otros miembros de la familia nativos o residentes en esta región. Sin que exista tampoco escritos referido a la importancia que pudo concederle Esteban Palacios, tío de Bolívar, quien visita la zona de Tiznados antes de emigrar a la Península y hacer carrera como diputado por Valencia a las cortes de Cádiz en 1812.
Don Esteban, quien comparte con Simón Rodríguez la crianza de Bolívar, era dueño allí de caballos andones y yeguas, que no quiso vender cuando la partición de 1794.
Bolívar estuvo recluido en la escuela de Rodríguez, hombre andariego, que probablemente pudo aplicar algunas de sus ideas pragmáticas en la formación de los niños que atendía. Era tutor de Bolívar por decisión de los Palacio y cabe la posibilidad de paseos instructivos, como los que cumplirían después por Europa. Aunque fuese en las proximidades caraqueñas. No obstante sus relaciones familiares con el Llano adentro. Una escueta cronología nos permite conocer los nexos de la familia de don Simón con dos pueblos del actual Estado Guárico:
El 18.de enero de.1743, don Mathías Rodríguez, su bisabuelo, figura en remate de tierras de su hijo Juan Rodríguez. Hato de ganado mayor en Ipire y un rincón de tierra al lado de la quebrada de Santa Inés, en la misma zona, exactamente el 18. 1. 1743. Otro en Ledesma.
Pedro, en la misma fecha efectúa remate de un sitio de hato en Ipire. Y al año siguiente otro remate a Joseph Becerra en el sitio de Zuata.
Tanto él como Antonio, el abuelo de Simón, eran nativos de Caracas, ciudad desde la cual se iba hasta la actual ciudad de San Sebastián de los Reyes, saliendo de Macarao y pasando por San Luis de Cura; o por Orituco, saliendo por los valles del Tuy.
Es probable que esta fuese la ruta trazada por don Mathias cuando decide establecerse en la región de Ipire. Quizá por Santa María de Manapire donde residían sus socios Ledezma, entre Orituco y la recién fundada Chaguaramas. De donde se proseguía por el camino hacia la Nueva Barcelona.
Aunque Antonio Rodríguez Díaz, hijo de don Mathías y la esposa de éste, María Teresa Álvarez Carneiro, pasan un tiempo en El Sombrero, donde nace en 1746 Juan Rafael Rodríguez, posteriormente destacado sacerdote en Caracas y, probablemente, quien habría asumido la formación de su sobrino don Simón.
El bisabuelo Mathias hace en 1759 una nueva composición de tierras de pasto en Ipire, entre Santa Inés y Coporo, en medianía con su yerno Julián García. La genealogía de esta familia, de acuerdo con la investigación de Irma Mendoza, sería la siguiente:
Mathias nace en La Vega, Caracas, hijo de los canarios Juan Rodríguez Garbuso y Francisca Gil. Y casa con (cc en adelante) en 1696 con Apolonia Díaz, de Buenavista (Tenerife), hija de los canarios Francisco Martínez y Polonia Díaz. Y son los padres de Juan de la Cruz cc Josefa Duarte, Antonio, Bartolomé, Rosa María que cc Francisco Manchal, María Pascuala que cc José Esparragoza, Margarita que cc Florencio Rodríguez, Paula Polonia que cc Julián García y Miguel.
Antonio Rodríguez Díaz cc María Teresa Álvarez Carneiro son los padres del Pbro. Juan Rafael Rodríguez, famoso letrado, y de Rosalía Rodríguez, madre del músico caraqueño Cayetano Rodríguez y, don Simón Rodríguez según la mayoría de los biógrafos del maestro del Libertador. Rosalía Rodríguez Álvarez nace en Caracas el 25 de febrero de 1743. Casa en primeras nupcias con don Alejandro Aseste y Reina en 1759, de quien enviuda en 1765. Y procrean a Petrona Aseste y Reina, quien casa con Francisco López, hijo del pintor Juan Pedro López, convirtiéndose en concuñada de los músicos Manuel Sucre y Bartolomé Bello, padre de don Andrés Bello. Simón y Cayetano, nacen, respectivamente, en 1769 y 1774, durante la viudez de Rosalía. En 1799 fue fiadora del presunto padre de estos, Alejandro Carreño, en la hipoteca de una casa en La Candelaria, Caracas (Calzavara,p. 245).
Quizá desencantada porque Carreño opta por los hábitos sacerdotales en lugar del matrimonio, Rosalía contrajo nupcias en 1780 con Ignacio Abay, de quien tuvo a María Josefa Joaquina, nacida en 1781.
Cree Calzavara que residió en Caracas hasta 1792, en que viajó a Santa María donde fallece en 1799 (Ibidem, pp. 182 y 250). Una mujer de este nombre aparece en un censo santamarieño de 1781 como dueña de Mahomito. Rosalía, hija de Antonio y madre de Simón, era mayor que Juan Rafael. Fue organista o pianista en Caracas y pudo compartir con su hermano Juan Dionicio Rafael Rodríguez las diligencias requeridas en la preparación de sus muchachos habidos con Alejandro Carreño.
Y esperaba unirse en Santa María de Ipire con sus padres una vez que su hijo Simón emprendiese su apostolado como maestro de lectura y escritura para niños. Ello ocurre en 1791 y ella viaja al Llano un año después. Quizá con Abay, su nuevo esposo, para residenciarse definitivamente en el solaz que siempre ha sido el pueblito. Sin perder contacto, desde luego, con sus nexos caraqueños. Cartas, recados, arreos que conducen los preciosos productos pecuarios apetecidos en la capital. Lo cierto es que Rosalía, cincuentona ya (había nacido en 1743) pudo regresar a la ciudad natal. Entre otras veces, ese 1797 en que Simón se marcha al exterior porque lo han complicado en la conspiración de Gual y España. Y nada extraño que fuesen con él, hasta la Guayra, ella, Juan Rafael, Cayetano, Ignacio Abay, don Alejandro, peones de Santa María. Y regresará inmediatamente, pues son varios los historiadores que atestiguan que fallece ese mismo año en Santa María. Otros que en 1800. ¿Quebrantos por tales ajetreos? Una de las interrogantes que podrían responder registros públicos, archivos públicos y privados, la arqueología, la tradición oral. Dios mediante.
BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA
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