La llaneridad de don Simón Rodríguez




No conozco evidencias de que estuviese alguna vez atraído por esa región. Casi todos, si no todos los intelectuales caraqueños de la Colonia parecían ajenos a ese inmenso traspatio ganadero.

Adolfo Rodríguez

Aunque buena parte de la familia de don Simón Rodríguez era llanera o llanerizada, no conozco evidencias de que estuviese alguna vez atraído por esa región. Casi todos, si no todos los intelectuales caraqueños de la Colonia parecían ajenos a ese inmenso traspatio ganadero. Como si la obligatoriedad de residir en zonas urbanas (reducción a poblados), fuese para ellos concentrarse en la capital de la provincia. No hay testimonios de tal interés por los llanos como tampoco ninguna respecto a otros miembros de la familia nativos o residentes en esta región. Sin que exista tampoco escritos referido a la importancia que pudo concederle Esteban Palacios, tío de Bolívar, quien visita la zona de Tiznados antes de emigrar a la Península y hacer carrera como diputado por Valencia a las cortes de Cádiz en 1812.

Don Esteban, quien comparte con Simón Rodríguez la crianza de Bolívar, era dueño allí de caballos andones y yeguas, que no quiso vender cuando la partición de 1794.

Bolívar estuvo recluido en la escuela de Rodríguez, hombre andariego, que probablemente pudo aplicar algunas de sus ideas pragmáticas en la formación de los niños que atendía. Era tutor de Bolívar por decisión de los Palacio y cabe la posibilidad de paseos instructivos, como los que cumplirían después por Europa. Aunque fuese en las proximidades caraqueñas. No obstante sus relaciones familiares con el Llano adentro. Una escueta cronología nos permite conocer los nexos de la familia de don Simón con dos pueblos del actual Estado Guárico:

El 18.de enero de.1743, don Mathías Rodríguez, su bisabuelo, figura en remate de tierras de su hijo Juan Rodríguez. Hato de ganado mayor en Ipire y un rincón de tierra al lado de la quebrada de Santa Inés, en la misma zona, exactamente el 18. 1. 1743. Otro en Ledesma.
Pedro, en la misma fecha efectúa remate de un sitio de hato en Ipire. Y al año siguiente otro remate a Joseph Becerra en el sitio de Zuata.
Tanto él como Antonio, el abuelo de Simón, eran nativos de Caracas, ciudad desde la cual se iba hasta la actual ciudad de San Sebastián de los Reyes, saliendo de Macarao y pasando por San Luis de Cura; o por Orituco, saliendo por los valles del Tuy.
Es probable que esta fuese la ruta trazada por don Mathias cuando decide establecerse en la región de Ipire. Quizá por Santa María de Manapire donde residían sus socios Ledezma, entre Orituco y la recién fundada Chaguaramas. De donde se proseguía por el camino hacia la Nueva Barcelona.
Aunque Antonio Rodríguez Díaz, hijo de don Mathías y la esposa de éste, María Teresa Álvarez Carneiro, pasan un tiempo en El Sombrero, donde nace en 1746 Juan Rafael Rodríguez, posteriormente destacado sacerdote en Caracas y, probablemente, quien habría asumido la formación de su sobrino don Simón.
El bisabuelo Mathias hace en 1759 una nueva composición de tierras de pasto en Ipire, entre Santa Inés y Coporo, en medianía con su yerno Julián García. La genealogía de esta familia, de acuerdo con la investigación de Irma Mendoza, sería la siguiente:
Mathias nace en La Vega, Caracas, hijo de los canarios Juan Rodríguez Garbuso y Francisca Gil. Y casa con (cc en adelante) en 1696 con Apolonia Díaz, de Buenavista (Tenerife), hija de los canarios Francisco Martínez y Polonia Díaz. Y son los padres de Juan de la Cruz cc Josefa Duarte, Antonio, Bartolomé, Rosa María que cc Francisco Manchal, María Pascuala que cc José Esparragoza, Margarita que cc Florencio Rodríguez, Paula Polonia que cc Julián García y Miguel.
Antonio Rodríguez Díaz cc María Teresa Álvarez Carneiro son los padres del Pbro. Juan Rafael Rodríguez, famoso letrado, y de Rosalía Rodríguez, madre del músico caraqueño Cayetano Rodríguez y, don Simón Rodríguez según la mayoría de los biógrafos del maestro del Libertador. Rosalía Rodríguez Álvarez nace en Caracas el 25 de febrero de 1743. Casa en primeras nupcias con don Alejandro Aseste y Reina en 1759, de quien enviuda en 1765. Y procrean a Petrona Aseste y Reina, quien casa con Francisco López, hijo del pintor Juan Pedro López, convirtiéndose en concuñada de los músicos Manuel Sucre y Bartolomé Bello, padre de don Andrés Bello. Simón y Cayetano, nacen, respectivamente, en 1769 y 1774, durante la viudez de Rosalía. En 1799 fue fiadora del presunto padre de estos, Alejandro Carreño, en la hipoteca de una casa en La Candelaria, Caracas (Calzavara,p. 245).

Quizá desencantada porque Carreño opta por los hábitos sacerdotales en lugar del matrimonio, Rosalía contrajo nupcias en 1780 con Ignacio Abay, de quien tuvo a María Josefa Joaquina, nacida en 1781.

Cree Calzavara que residió en Caracas hasta 1792, en que viajó a Santa María donde fallece en 1799 (Ibidem, pp. 182 y 250). Una mujer de este nombre aparece en un censo santamarieño de 1781 como dueña de Mahomito. Rosalía, hija de Antonio y madre de Simón, era mayor que Juan Rafael. Fue organista o pianista en Caracas y pudo compartir con su hermano Juan Dionicio Rafael Rodríguez las diligencias requeridas en la preparación de sus muchachos habidos con Alejandro Carreño.

Y esperaba unirse en Santa María de Ipire con sus padres una vez que su hijo Simón emprendiese su apostolado como maestro de lectura y escritura para niños. Ello ocurre en 1791 y ella viaja al Llano un año después. Quizá con Abay, su nuevo esposo, para residenciarse definitivamente en el solaz que siempre ha sido el pueblito. Sin perder contacto, desde luego, con sus nexos caraqueños. Cartas, recados, arreos que conducen los preciosos productos pecuarios apetecidos en la capital. Lo cierto es que Rosalía, cincuentona ya (había nacido en 1743) pudo regresar a la ciudad natal. Entre otras veces, ese 1797 en que Simón se marcha al exterior porque lo han complicado en la conspiración de Gual y España. Y nada extraño que fuesen con él, hasta la Guayra, ella, Juan Rafael, Cayetano, Ignacio Abay, don Alejandro, peones de Santa María. Y regresará inmediatamente, pues son varios los historiadores que atestiguan que fallece ese mismo año en Santa María. Otros que en 1800. ¿Quebrantos por tales ajetreos? Una de las interrogantes que podrían responder registros públicos, archivos públicos y privados, la arqueología, la tradición oral. Dios mediante.

BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA
CALZAVARA, Alberto. Historia de la Música en Venezuela. Caracas: Edición de la Fundación Pampero, 1987.
CASTILL O DIDIER, Miguel. Cayetano Carreño. Caracas: Biblioteca
Ayacucho, 1993.
CASTILL O LARA, Lucas Guillermo. Villa de Todos los Santos de Calabozo. Caracas, 1975.
DICCIONARIO DE HISTORIA DE VENEZUELA. Caracas: Fundación Polar, 1997 (1988).
´
ESCRITOS DEL LIBERTADOR. Caracas: Sociedad Bolivariana de Venezuela: 1969-1989.
ITURRIZA GUILL EN, Carlos. Algunas familias de Caracas. -Caracas: Talleres Tipográficos Salesianos, 1967.
---------Matrimonios y velaciones de españoles y criollos blancos celebrados en la catedral de Caracas, desde 1615 hasta 1831. Caracas: Publicaciones del Instituto Venezolano de Genealogía, 1974.
FERNÁNDEZ HERES, Rafael. Biografía de don Simón Rodríguez. Caracas. Colección Biblioteca Bibliográfica Venezolana editada por el diario El Nacional y el Banco Caribe (2005).
O´LEARY, Daniel Florencio. Memorias del General... Caracas: Publicaciones del Ministerio de la Defensa, 1981.
RODRÍGUEZ, Adolfo. Las Tierras del Guárico en la Infancia de Bolívar, en Boletín de la Sociedad Bolivariana de Venezuela, 1983 (Capítulo de “El Llano en Bolívar, Bolívar en el Llano”, inédito).

La herencia familiar


Una heurística arqueológica, en los documentos hallados en Registro Principal de San Juan de los Morros, arrojan pruebas del lugar verdadero donde nació el ilustre jurisconsulto guariqueño, los cuales contribuyen con nuevos aportes al revisionismo historiográfico regional y local

José Obswaldo Pérez


EN 1865, doña Juliana Meléndez Roscio de Yánez - hija de don José María Meléndez y Pereira y de doña Paula María Roscio y Nieves -, promovía una justificación sobre sus derechos en la Posesión La Guamita, propiedad de los Roscio Nieves y lugar donde vio luz nuestro insigne patriota, el doctor Juan Germán Roscio. Al igual que su madre, doña Julia fue una mujer que, como actora, se nos devela con una particular dinámica social, la de ser protagonista de una historia de sucesión de mujeres en una herencia familiar.
Sabía leer y escribir. Era viuda, casada con el general don Encarnación Yánez, ganadero y hombre público de San Francisco de Tiznados. Don Encarnación dejó la política y se dedicó a la vida privada, atendiendo su familia y sus actividades agrícolas hasta que la muerte lo sorprendió.

Así pues, la sobrina del prócer de la Independencia, como mujer, no fue un sujeto ausente del quehacer cotidiano de la primera mitad del siglo XIX, todo lo contrario, la podemos ver actuando, litigando, reclamando ante la Ley a través de testimonios registrados por funcionarios de la justicia, en pro de sus derechos como heredera de bienes familiares. No era la primera vez que se procedía a estos menesteres legales sobre la histórica posesión, la cual estuvo ubicada en el siglo XVIII, en el sitio La Guamita, jurisdicción de San Francisco de Tiznados y que, hoy, pertenece a la nueva parroquia de San Lorenzo de Tiznados, debido a la división político territorial ocurrida en 1980.

Una heurística arqueológica, en los documentos hallados en Registro Principal de San Juan de los Morros, arrojan pruebas del lugar verdadero donde nació el ilustre jurisconsulto guariqueño, los cuales contribuyen con nuevos aportes al revisionismo historiográfico regional y local. Dos documentos de 15 folios escritos componen el expediente de la referida propiedad, los cuales narran no sólo la historia de la antigua posesión sino que, también, son excelentes fuentes para observar la vida y las virtudes de la familia Roscio y sus descendientes durante esa época. Así, como también, nos devela a parte el funcionamiento y dinámica del sistema jurídico imperante.

El 11 de octubre de 1819, doña Paula María Roscio Nieves – la única hermana hembra de los Roscio y madre de Juliana, Ángela, Domingo, Decio, Manuel Francisco y Hermenegildo Meléndez Roscio-, solicitaba ante el Teniente de Justicia Mayor de San Francisco de Tiznados, Julián Nieves, un reconocimiento y certificación sobre la propiedad de La Guamita. Debió ser aquel jefe civil un pariente por línea materna y natural de allí. Fue capitán y obtuvo nobleza personal de Rey, por su valiente participación en la infausta Batalla de la Cuesta de Ortiz, el 26 de marzo de 1818, junto con su famoso Escuadrón de San Francisco de Tiznados, integrado por llaneros partidarios de la causa monárquica. De modo que Nieves fue un furibundo realista (Botello, 1998; p.82).

De dichos documentos, los diez primeros, corresponden a los argumentos esgrimidos por doña Paula María para solicitar la justificación legítima de su propiedad. De estos escritos se desprenden que dicha señora poseía desde “hacía muchos años”, entre otras bienes, tres leguas de tierras de labor y cría en el sitio La Guamita, cuya posesión le vino por herencia de sus padres quienes “naturalmente la gozaron con justo título antes de sus fallecimientos y por haber cedido sus derechos y acciones en testamentaria en favor de sus referida hermana la señora Paula María Roscio, sus legítimos hermanos los señores doctores Juan German, José Félix y también Félix Roscio”.

Juan Antonio Paul, vecino orticeño, fungía de abogado de Doña Juliana Meléndez Roscio de Yánez describe las incidencias históricas de la Posesión La Guamita, en un documento introducido ante Juez de Primera Instancia de Calabozo, Martín Fierro, el 19 de agosto de 1865. En él se desprende que doña Julia es la cabeza visible de una herencia patrimonial que, a través del tiempo, deviene de su abuela materna y con ella, es la hembra quien ha tenido el privilegio en el orden de la sucesión.
Con el triunfo de Domingo de Monteverde en 1812, la primera república se perdió y Juan Germán Roscio fue hecho preso y enviado a las cárcel de Cádiz, España. En ese transcurso, nuestro prócer pierde “(…) su fortuna y con ellas sus papeles, entre estos los títulos de la Guamita, su cuna dichosa”, expone Paúl en el manuscrito. Roscio era el primer albacea en la última testamentaria de su mamá y custodio de sus últimos deseos. Sin embargo, en este papel de curador no pudo cumplirle a su madre. Al momento que ocurre su descenso se hallaba como Vicepresidente de Colombia, en cuya función se consagro hasta su muerte. Ya antes lo había sido de Venezuela.

Cuando Roscio se escapó de la cárcel de España, las requisitorias lo describían como un hombre “(…) alto de cuerpo y robusto, moreno, de aspecto adusto, sañudo, como de cuarenta a cincuenta años y barbilampiño. Letrado en su profesión” (Botello, 1998; p.101). En Norteamérica, ya próximo a cumplir los cincuenta y cinco años de edad, nuestro insigne patricio dictó testamento en la ciudad de Filadelfia, el 14 de abril de 1818, en ocasión de sentirse “en peligro de muerte pero en mi entero y sano juicio”. Este documento es un testimonio de recuerdos y de gran valor historiográfico, al que no hemos podido acceder en totalidad y contribuir a su análisis.

A pesar de todo, el gobierno de España respeto los patrimonios familiares de los Roscio, como lo testimonia un dictamen del nueve de diciembre de 1819 del doctor Francisco Rodríguez Tosta, abogado de la Real Audiencia del Distrito. Aunque el Hato La Guamita no fue embargado; sí, los bienes semovientes fueron consumidos por las fuerzas realistas y patrióticas durante los episódicos días de nuestra gesta independentista. Del resultado de aquel éxtasis social, en la posesión “ ya no había más que unas vaquitas”, arguyó doña Paula María. Sus esclavos, que formaban parte de la servidumbre doméstica, fueron puestos al servicio de la “revolución”. Diego Villalobos, un vecino de San Francisco de Tiznados, testimoniaba el 20 de octubre de 1810, ante el Teniente de Justicia Mayor de esa localidad, don Manuel Antonio Rodríguez, al mencionar a tres de ellos: Tiburcio y Nicolás, mientras Bonifacio había muerto en la guerra.

A lo largo de este juicio de reconocimiento de la propiedad La Guamita se puede destacar una línea en el tiempo del relato jurídico que tiene su inicio, en la pareja fundadora, recorriendo una geografía de sus herederos, protagonizada por dos mujeres directas del linaje familiar. El relato no sólo revela una trama jurídica sino la trama social de los Roscio, las normas sucesorias y los sistemas de valores en la naciente República. Es decir, el análisis de los documentos nos ha permitido no solamente atisbar o inferir los actos de los individuos sino también articular el relato en función de las normas jurídicas que lo sustenta.
Como hemos podido observar, Doña Juliana, es una de las mujeres relatadas en las fuentes y es sujeto jurídico perteneciente a una familia con linaje y solvencia moral; así pudo acercarse a los tribunales a pleitear, con abogado de por medio, por los bienes que por justicia y equidad le corresponde en el sistema legal imperante. Esta dama falleció en Santa Rosa de Lima de Ortiz, el 24 de mayo de 1873, a la edad de 70 años.

La semblanza de Toribio Aquino Páez: Entre su acumulación de capital y sus virtudes

En el último cuarto del siglo XIX se instala en la posesión de Tacatinemo, a orillas del caño que lleva el mismo nombre un pequeño propietario de nombre Rafael Aquino, hermano de Román Aquino gran propietario y dueño de las posesiones no solamente de Cabrito sino también de El Manire, Carutal, La Torrealbera, y Juan García, entre otros pobladores; y ahí Rafael Aquino se dedica a realizar actividades de agricultura y de ganadería, formando familia al lado de Rosalía Páez con la cual procrea tres hijos: Esteban, Carlos y Toribio

Por José Aquino´

En un espacio geográfico entre los caños Tacatinemo, el Manire y el río Orituco, ubicado por la parte oeste y a pocas leguas de distancia de la población de El Calvario, Don Toribio Aquino Páez desarrolló una destacada actividad económica y social en las primeras cuatro décadas del siglo XX, que es necesario estudiar tomando en cuenta la hermenéutica, con el fin de establecer una base de categoría para resaltar particularidades desde la visión temporo-espacial, a partir de la relación hombre, medio, sociedad y naturaleza desde la perspectiva geohistórica, con el fin de entrelazarlas a una serie de virtudes que son necesarias de análisis, para entender el comportamiento dentro del contexto histórico que le tocó vivir a través del tratamiento de fuentes documentales y testimoniales.
Esta microregión arriba citada, a finales del siglo XVIII tenía como único propietario a Nicolás Pizarro, citado por Martí, como gran propietario de una extensión considerable de leguas de terreno en el hato Cabrito, ubicado en la margen izquierda del río Orituco, paso obligado para el traslado de vacunos a los sitios de veraneo como de invernadero de acuerdo a la época, conformando posteriormente un núcleo de población dedicado no solamente a las actividades ganaderas sino también brindaba servicios de hospedaje a los transeúntes que llevaban sus semovientes a los sitios de manutención; para 1873 el censo realizado bajo el gobierno de Antonio Guzmán Blanco destacaba un número considerable de pobladores por dichos predios, procedentes de El Calvario y descendientes directos de Pedro Aquino Páez, fundador de la antedicha población.

En el último cuarto del siglo XIX se instala en la posesión de Tacatinemo, a orillas del caño que lleva el mismo nombre un pequeño propietario de nombre Rafael Aquino, hermano de Román Aquino gran propietario y dueño de las posesiones no solamente de Cabrito sino también de El Manire, Carutal, La Torrealbera, y Juan García, entre otros pobladores; y ahí Rafael Aquino se dedica a realizar actividades de agricultura y de ganadería, formando familia al lado de Rosalía Páez con la cual procrea tres hijos: Esteban, Carlos y Toribio; por sucesos de la vida dicha prole pierde a sus progenitores, de los cuales las circunstancias les ha de deparar adversidades, según manifiesta Margarita, hija de Toribio en entrevista realizada en agosto de 2018, cuando contó esta las penurias que pasó su padre Toribio al quedar huérfano; mas el personaje estudiado, Toribio, no se amilanó ante tantas dificultades que le deparó la vida en sus diversos momentos, por lo que su personalidad va a estar supeditada a las variadas tragedias que le tocó sortear y que tales dificultades no fueron obstáculos para lograr bienestar y para ser un ciudadano ejemplar a través de sus virtudes, que lo llevaron a ser un hombre de bien; es pertinente destacar que su tío Román le dará el apoyo necesario en valores y otros los irá adquiriendo en el quehacer cotidiano.

Primeramente, destacaremos la manera de cómo acumuló capital. No fue producto de un proceso de explotación, tal como lo señala el materialismo histórico a través de la plusvalía, por la obtención de la mano de obra explotada o producto de actividades ilícitas. Su acumulación fue producto de la suma de circunstancias que permitieron acrecentar los bienes de capital: una pequeña porción agraria la obtuvo por herencia de sus padres en la posesión de Tacatinemo; del mismo modo, heredó otro pequeño lote de terrenos y semovientes por parte de su primera esposa, María del Rosario que esta había obtenido de su padre, según liquidación de la herencia de Román Aquino (1913) y de sus dos hijas que murieron a corta edad, en tiempos de endemias y enfermedades presentadas a comienzos del siglo XX, las cuales causaron estragos en la población rural por malas condiciones sanitarias de ese momento. Con lo recibido en herencia consolidó una pequeña unidad de producción, El Manire, junto a sus hijos varones que se ocuparon de las labores propias de la vida del llano. En el libro de Dionisio Bolívar De cero a ocho cifras, 1970 , destaca la actividad económica de las primeras décadas del siglo XX en El Sombrero, y resalta personajes importantes que llevaban actividad comercial con su padre Ramón María Bolívar, ganaderos y prominentes ciudadanos clientes de importancia por grandes compras que realizaban, de entre ellos encontramos: Tadeo Noguera, Carrillo Guzmán, Ramón Carvallo, Thomás González, Andrés María Orta, Guillermo y Carlos Anderson, y seguidamente señala el autor a Toribio Aquino en otra lista de clientes de referencia del establecimiento, de lo cual se deduce que para ese momento histórico de 1914 a 1923 dicho personaje todavía no había consolidado su gran capital, por tanto no tenía el renombre que sí obtuvo en las décadas de los años treinta y cuarenta.

En tal marco de referencia, vale la pena señalar que una vez consolidada la dictadura gomecista, a comienzos de la segunda década del siglo XX, la actividad económica en la vida llanera sufriría cambios vertiginosos: el mercado importador sufre los embates de la primera guerra mundial y el gomecismo monopolizaba el comercio, especialmente la compra y venta de ganado, que produce la quiebra de los comercializadores de ganado por la imposición de los precios a conveniencia del régimen y por otro lado los pocos artículos que llegaban a los puertos eran insuficientes para cubrir la demanda por el alto costo que ocasionaron ruina en los comerciantes, específicamente señalamos el caso en El Sombrero, donde el citado Ramón Bolívar decae en su actividad empresarial, mientras emergen otros empresarios que instalaron sus comercios en la referida población, como fue el caso de Heriberto Bustamante, con quien llega Toribio Páez a tener una relación comercial y el cual vio en el personaje estudiado dotes de emprendedor y de honestidad a carta cabal, por lo cual le dio apoyo sustancial, de donde Toribio Aquino paulatinamente llega a tener un nombre singular dentro de la sociedad sombrereña, no solamente en los años treinta sino también hasta mediados de los años 40 del pasado siglo XX.
Ante esta perspectiva, este empresario Bustamante le brindó a Toribio Aquino todo el apoyo al suministrarle el dinero, para que comprara derechos y acciones de terreno de la posesión colindante de sus predios; cuenta su hijo José, que un día Francisco Parra, destacado empresario radicado en Villa de Cura y oriundo de El Sombrero, propietario de la panadería La Modelista, que expendía sus productos por varios municipios cercanos de Aragua y Guárico, según información suministrada por el historiador Oldman Botello, nativo de esa ciudad, visitó el comercio de don Heriberto a quien le ofreció en venta unos derechos de terrenos y ganado que acababa de heredar de Juan Rafael Parra y este le dijo que él no se lo compraría sino que le proponía a Toribio Aquino, candidato ideal para hacer la operación por ser el colindante de dichos predios. Bustamante le trasmitió el ofrecimiento y este se sorprendió por la ocasión y por no contar con el capital para realizar la negociación con Parra, y ante tal situación fue el empresario , Bustamante, el que le da el financiamiento para comprar casi el 75 % de los terrenos que fueron de su tío Román Aquino, las posesiones Cabrito, Carutal, El Tigre y Tacatinemo. Toribio Aquino tuvo que hacer un gran esfuerzo para el pago del préstamo, que en el menor tiempo posible canceló al amigo comerciante, que vio en este joven, para entonces, a un emprendedor con capacidad para asumir los retos no solamente para pagar el capital adeudado, sino también para administrar y preservar la unidad de producción hasta su deceso. No estaba equivocado don Heriberto, en poco tiempo Toribio Aquino saldó la deuda y de esta manera y a partir de entonces este ciudadano asumió nuevos retos en la dinámica social y económica de la localidad, y quedó para con este amigo, Bustamante, una gratitud que le inculcó a su prole, un agradecimiento eterno para con este amigo y su descendencia, por aquel haberle dado la oportunidad de poder fomentar sus bienes.

Una vez Toribio Aquino ha obtenido la consolidación económica, a comienzos de la década de los de los treinta del siglo XX, su entorno estaba caracterizado por el proceso de consolidación de latifundios, por parte de allegados al dictador Juan Vicente Gómez y por los hombres de confianza del régimen, como el caso del general Félix Galavís que fue comprando terrenos de cientos de leguas y vacunos, para los fines de controlar la cría y la comercialización en el medio rural cerca de los predios propiedad de Toribio Aquino, así como también controlar la industrialización de este ramo en el centro del país en beneficio de la oligarquía gobernante. Es el caso particular del hato Palenque que limitaba por la parte sureste de propiedad de Toribio Aquino, al pasar el río Orituco, donde anteriormente había sido propietario el militar del liberalismo amarillo, Luis Crespo Torres, hermano del general Cipriano Crespo, de la China, Palenque, Laguna de Agua entre otras posesiones, siendo testigo también comentaba su hijo José de la cantidad de restos encontrados en la sabana de personas que huían de estos trabajos forzados con sus grillos en los pies de estos horrores violatorios de los derechos humanos.

En este mismo orden cronológico, en la década de los años 40, cuando se desarrollaba el proceso de exploración petrolera en la región centro oriental del país, por sus terrenos se realizaron perforaciones en la búsqueda de hidrocarburos en la zona; la empresa norteamericana Atlantic establecida en los llanos fue la encargada de hacer las operaciones en los campos de Palacios, donde encuentran bitumen; mientras que en sus predios específicamente en el sitio denominado Laguna de Junco realizaron perforaciones con la denominación de Grico 5, encuentran gas natural, el cual hoy forma parte de las reservas de la nación, en ese sitio todavía se observa evidencias de dichos trabajos con tuberías condenadas con precintos de seguridad. A través de exploraciones este dueño recibió de la compañía citada una indemnización por la realización de esos trabajos por sus propiedades o cualquier daño que se presentase, tal como lo establecía la ley de hidrocarburos vigente por esos tiempos.

El proceso de acumulación no se produce como una acción meramente simplista, sino de manera compleja producto de un comportamiento humano por virtudes que va adquiriendo a lo largo de su actividad diaria. En sus formas de actuar va venciendo todas las adversidades (resilencia) desde tempana edad con la muerte de sus progenitores, por lo cual queda marcado para toda la vida, teniendo que ir a estar al cuidado de su tío Román Aquino, del cual adquiere en ese hogar una serie de valores hasta convertirse en un ciudadano altruista en el espacio donde le tocaba interactuar; luego de que se le presenta el deceso de su primera esposa María del Rosario, y de las dos hijas a corta edad; posteriormente la muerte de su segunda esposa Juana, de la cual le quedan a su cuidado tres hijos: María Antonia; Pastor y José; finalmente llega a tener estabilidad matrimonial con Rosa Manuela Delgado Morillo, de esta unión nacen: Manuel,Margarita, Consuelo, Edmundo, José Ramón, Elba, Omaira, Sócrates y Toribio.

Asimismo destacamos la generosidad de Toribio Aquino porque ayudaba a sus familiares más cercanos y a futuros emprendedores que necesitaran apoyo financiero, sin exigirles nada a cambio, con que se demuestra su desprendimiento para ayudar a las personas a su superación; nombramos como caso particular el de un hijo de un amigo suyo al que le dio apoyo económico, para fundar una casa comercial en momentos en que la población de El Sombrero a mediados de los años cuarenta se realizaban las exploraciones petroleras, con la instalación de un campamento en el sitio denominado Carrizal, hoy Base Área Capitán Manuel Ríos, las oficinas principales de la Creole Petroleum Corporation en las ramas de Superintendencia, Con¬tabilidad, Ingeniería, Geología, Correos y Relaciones Industriales, y que requería servicios para la gran cantidad de personas que laboraban en las distintas actividades del acontecer petrolero en esos espacios.

Desde esta perspectiva, destacamos la honestidad a carta cabal, según cuenta su hija Margarita que en toda su trayectoria ciudadana no tenía contradicciones entre lo que pensaba, sentía y hacía, lo que le permitió que le tuvieran confianza por sus planteamientos y la buena convivencia con los demás por sus convicciones; trasmitió a sus hijos que a una persona honesta debía reconocérsele por los hechos de ser siempre sincero en su comportamiento, en palabras y afectos; por cumplir con sus compromisos y obligaciones adquiridos, para no ser maulas; reconocer la imposibilidad de cumplir con una obligación, cuando en realidad no se pueda cumplir; aceptar los errores cometidos en el desempeño de cualquier actividad y esforzarse por superarlos plenamente y evitar estar criticando de manera destructiva a las personas, para afectar negativamente a los demás; lo que llamó su hijo Manuel sabiamente, a quien escribe, de la escuela Toribiera en el comportamiento ciudadano.

De esta manera, damos a conocer con esta semblanza la verticalidad de este personaje, Don Toribio Aquino Páez, que no vivió de la historia de sus ancestros sino que dejó un comportamiento ejemplar del cual me siento honrado en presentar y en estimular, para que se investigue a otros hombres y mujeres que resaltan por sus hechos y virtudes en beneficio de nuestras localidades.

Fuentes bibliográficas
Bolívar, Dionisio (1978). De cero a ocho cifras.
De Armas Chitty, J. A. (1982). Historia del Guárico.
Dirección de Estadística (1875). Apuntes estadísticos del Estado Guárico.

Fuente testimoniales
Entrevista a Margarita Aquino (2018).

















La Escuela de Historia en su noveno aniversario

A lo largo de estos años, esta institución ha cumplido con sus fines y propósitos para la cual fue creada, en la formación profesional de Historiadores capaces de preservar la memoria colectiva de los  pueblos; en especial la de esta entidad y de ser una referencia para la historiografía venezolana


Por José Aquino

El día 20 de octubre se cumple 9 años de la iniciación de las actividades académicas en la Escuela de Historia de la Universidad Rómulo Gallegos en la Villa de Todos los Santos de Calabozo, Estado Guárico. A lo largo de estos años ha cumplido un rol importante en la reconstrucción de los hechos históricos, no solamente en el ámbito de la localidad, sino en lo regional, nacional y mundial. Una gran iniciativa de la sociedad civil representada por el Grupo de Historia Regional Y Local Efraín Hurtado, que realizó la propuesta para este Centro de Educación Universitaria que de manera inmediata le dio respuesta, realizando los debidos estudios de factibilidad y elaboración del pensum, para luego elevarlo a las instancias del Ministerio de Educación Universitaria, y se otorgara la aprobación respectiva.

A lo largo de estos años, esta institución ha cumplido con sus fines y propósitos para la cual fue creada, en la formación profesional de Historiadores capaces de preservar la memoria colectiva de los pueblos; en especial la de esta entidad y de ser una referencia para la historiografía venezolana, por la puesta en práctica de novedosos criterios científicos para abordar las investigaciones. Por tal motivo, esta congratulación es extensiva a sus directivos encabezados por por la Doctora Ledys Lima, Decana del Área de Humanidades, Letras y Artes, el Director del Programa de Historia, Magister Jorge Rodríguez y demás integrantes del personal docente, administrativo y obrero. Del mismo modo, es digno felicitar a los estudiantes del Programa por el empeño realizado en sus actividades, lo cual ha merecido el reconocimiento de la comunidad.


Arístides Medina Rubio

In memoriam
En ocasión del último encuentro del Simposio internacional de Historia de los llanos colombo venezolanos celebrado en San Juan de los Morros, en el año 2014, en su inicio el profesor Arístides Medina se refirió en su intervención a la importancia de la Escuela de Historia para esta macroregión en lo referente a la formación del profesional de esta área del conocimiento, porque en un proceso de integración plena juega un papel importante por ser para ese momento el único centro especializado de Educación Universitaria, ubicado precisamente en Calabozo.
Aristedes Medina Rubio, uno de historiadores venezolanos
promotores de la historia regional
El día primero de octubre de 2019, en horas de la noche, las redes sociales estuvieron activas en el ambiente académico por la región llanera, con la noticia del deceso del insigne profesor universitario Arístides Medina Rubio, difundió la nota luctuosa el poeta Arturo Armas. Arístides Medina desde la década de los setenta ya se conocía por esta localidad, dada su destacada trayectoria como docente universitario, tanto en el Instituto Pedagógico de Caracas como en la Escuela de Historia de la Universidad Central de Venezuela, a través de sus discípulos egresados de las casas de estudio señaladas que desarrollaron actividad pedagógica en las diferentes instituciones de educación media de Calabozo, estos fueron exaltando su labor profesional no solo en la docencia sino también en la acción investigativa y en la realización de talleres de Historia regional y local en diferentes ciudades de nuestro país. Este es momento preciso para recordar a este destacado docente e historiador venezolano con su vinculación con los calaboceños en pro de la difusión y orientación de los procesos históricos. No para exaltarlo a través de una memoriosa laudatoria al amigo, ya que a nivel nacional se conoce su gran labor en el campo educativo como lo hemos descrito y su gran desempeño gerencial, en su paso por el Instituto de Estudios Hispanoamericanos, Biblioteca Nacional, Librería Kuaimare, Centro Nacional de Historia con su alta eficiencia y eficacia. La finalidad de este escrito es resaltar y darle la importancia de todas las actividades desarrolladas en el contexto histórico que le tocó interactuar en beneficio de la cultura de esta ciudad villatodosantina.

Una vez consumado el proyecto de la revista Tierra Firme en 1982, emprendido por Medina conjuntamente con Carlos Viso y Pedro Calzadilla Armas. Al inicio del siguiente año, sale la primera publicación trimestral con la finalidad de divulgar trabajos de investigación concluidos y en proceso de culminación; causando gran impacto en el ámbito de las ciencias sociales con la particularidad que desde su comienzo este medio informativo contaba con corresponsalías en diversas localidades del país. Desde 1984, en la ciudad de Calabozo el responsable seleccionado fue el Profesor Félix Tovar, ex alumno de Medina Rubio, egresado del Instituto Pedagógico de Caracas que se encargó de promocionar la revista en la Ciudad así como también libros del Fondo Editotrial Tropykos, del cual era copropietario , de gran ayuda para los docentes de la especialidad de las ciencias sociales además de la realización de talleres para el aprendizaje de la Historia por docentes del citado centro de educación universitaria, cumpliendo así con uno de los fines y propósitos del trabajo propuesto por este destacado maestro de promocionar los estudios, regionales y locales .

Para el año 1999 el profesor Tovar deja la Corresponsalía, quien escribe esta nota asume estas funciones a pedido del Profesor Arístides, con quien había comenzado amistad durante los diferentes encuentros en Congresos y Coloquios de Historia Regional realizados en la década de los 90, a partir de esa designación se acrecentó una entrañable camaradería hasta su deceso. De esta manera pude apreciar sus grandes virtudes humanas, entre las cuales podemos citar que el conocimiento adquirido a través del tiempo no era para su exclusividad, sino para ser aprovechado por el colectivo, de esta manera su intelectualidad estaba enmarcada con criterio de solidaridad al prójimo en cada una de las facetas que le tocó actuar, ejemplo de ello cuando asistía a cualquier foro o taller referente a la promoción de la historia regional y local realizados en esta ciudad en diferentes ocasiones; promovió en el caso específico del aprendizaje y la investigación histórica abriendo caminos alternativos a los métodos tradicionales, con el fin de que se abordara la historia con valor científico. Además procuró también beneficios de la sociedad calaboceña, a través de acciones necesarias para que estos promovieran y difundieran la cultura popular en tiempos cuando la globalización hegemónica tiende a imponer elementos exógenos en detrimento de la identidad, realizando actividades con el fin de fortalecerla aportando con su afecto y generosidad a estas causas; comprobando de esta manera su bondad y calidad humana en estos fines. Destacando también las virtudes de solidaridad y honestidad a lo largo de su actividad pública y privada; ganando el respeto no solamente del mundo académico local y regional sino también de la sociedad civil organizada, en cada una de las visitas a esta histórica ciudad era motivo de regocijo por su presencia y sus sanos consejos.

A comienzo de este siglo, nace en la ciudad de Calabozo el grupo de Historia Efraín Hurtado con el fin de de promocionar la investigación Histórica, liderizada por el doctor Rubén Páez Díaz, los profesores Ubaldo Ruiz, Erlinda León Abreu entre otros destacados integrantes, invitan al doctor Medina a una serie de talleres referente a la historia local. En las discusiones propias de la actividad sale la propuesta de los integrantes del grupo de crear una Escuela de Historia en esta ciudad por tener unas condiciones ventajosas para su fundación. A este destacado historiador le agradó la idea y contribuyó con este centro de estudio en los requerimientos para que la Universidad Rómulo Gallegos asumiera los estudios de factibilidad y demás exigencias para crear la Escuela y recibir la aprobación del Consejo Nacional de Universidades.

Durante el año 2007 trabajó arduamente con la comisión creada por el rector Luis Gallardo y su equipo hasta culminar el proyecto de creación de La Escuela de Historia y el Área de Humanidades, Letras y Artes en abril de 2008, para que la instancia rectora le diera la aprobación definitiva y comenzara sus actividades en octubre de 2010. Cabe destacar el empeño de Medina Rubio en que esta carrera contara con una estructura curricular que le permitiese al licenciado en Historia desempeñarse en los diferentes roles donde deba actuar, ya sea en la localidad, en la región, haciendo aportes sustanciales a través de la reconstrucción de los procesos históricos y un interés primordial en la formación permanente del cuerpo profesoral, la creación de centros de investigación con unos fines y propósitos definidos con el fin de dar respuestas a los hechos históricos invisibilizados por la historiografía tradicional.

Una vez iniciadas las actividades del programa de Historia en la ciudad de Calabozo, estaba sorprendido de la matrícula cursante en el programa y para el año 2015, los graduandos lo designan Padrino de la Primera Promoción de Licenciados en Historia, lo cual le dio grata satisfacción de haber ayudado a fortalecer esta carrera con su esfuerzo desinteresado. Las veces que se requirió su presencia para una actividad nunca puso obstáculos. La última vez que visitó la Escuela de Historia, en calidad de ponente fue en el mes de marzo del año 2017, en la que da inicio el Primer Seminario de Insurgencia que dio impulso al Diplomado de esta misma temática. En esa misma fecha pudo apreciar el trabajo de los docentes, estudiantes y demás personal de la Carrera y del Área de Humanidades en cumplir sus expectativas por sus promotores con la creación de estos estudios en esta localidad, además presenció que la representación de la Escuela fue la delegación más numerosa tanto estudiantil y profesoral de esta disciplina asistente al último Congreso de Historia Regional, celebrado en San Felipe, Estado Yaracuy, por lo cual se sentía complacido.

En ocasión del último encuentro del Simposio internacional de Historia de los llanos colombo venezolanos celebrado en San Juan de los Morros, en el año 2014, en su inicio el profesor Arístides Medina se refirió en su intervención a la importancia de la Escuela de Historia para esta macroregión en lo referente a la formación del profesional de esta área del conocimiento, porque en un proceso de integración plena juega un papel importante por ser para ese momento el único centro especializado de Educación Universitaria, ubicado precisamente en Calabozo. Por tanto, este programa de historia juega un papel trascendental y geoestratégico para generar no solamente la acción investigativa, sino de ser promotor y difusor de la cultura llanera a gran escala en momentos en que tendencias globalizadoras quieren desaparecerla .De igual manera, por su ubicación geográfica le resulta atractivo no solamente para esta región sino también por estar equidistante con las localidades sur y este del país que no tienen centros de formación no solamente históricos sino también de las otras disciplinas humanísticas.

Todos estos recuerdos nos permiten apreciar las dimensiones alcanzadas por este gran docente e historiador que siempre buscó con su trato ameno y cordial el fomento y estudio de la historia regional y local. Su legado siempre se preservará y estará al lado de otros grandes venezolanos destacados en el campo de la historia militante, Ramón Tovar, Federico Brito Figueroa, Eduardo Arcila Farías que estudiaron y comprendieron los procesos históricos en todas sus dimensiones a partir de categorizaciones temporoespaciales que nos permiten valorar la historia como Ciencia y revalorizar la memoria colectiva de los pueblos, tal como lo expresaba Arístides Medina en cada una de sus intervenciones.

Platón en el Diálogo Simposion, El Banquete, hace hablar a Sócrates, su maestro y a Alcibíades también discípulo de Sócrates, y en sendos discursos expresan el invalorable tesoro de la amistad, vaya esta memoria de tiempos griegos, para enaltecer al amigo que se ha ido…

José Manuel Aquino H.


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La casa de María Luisa Silva


FELIPE HERNÁNDEZ G.*

Antigua casa de María Luisa Silva.




I.- LA CASA DE MARÍA LUISA SILVA: Su ubicación y su estructura arquitectónica huelen a historia, sus paredes de adobe y ladrillo pintadas de amarillo Caterpillar y marrón, bastante gastados, y las viejas puertas y ventanas de madera, reflejan los años de gloria de finales del siglo XIX y principios del XX. Sin embargo, pese al paso de los años y a su evidente deterioro, su riqueza histórica aún se conserva y es admiración de todos los vallepascuenses, visitantes y turistas que transitan por la calle Real y los alrededores de la plaza Bolívar.

Es la vieja casona que fue propiedad de Rafael Silva Carpio y María Luisa Carmona, ubicada en el corazón mismo de la ciudad de Valle de la Pascua, lleva más de 120 años plantada en el lugar, y su nombre lo inmortalizó su antepenúltima propietaria, María Luisa Silva como se le conoció. Informa Archibald Mathison Silva (2019): “Ella solo fue pareja de mi abuelo Rafael Silva Carpio… nunca llegaron a casarse ni tuvieron hijos”.

Rafael Silva Carpio y María Luisa 
y algunos de los hermanos Mathison Silva.
La casona fue declarada por el Instituto del Patrimonio Cultural Venezolano (IPC) (2004-2008) en el capítulo de Lo Construido, como Patrimonio Cultural del Municipio Leonardo Infante del Estado Guárico. Está ubicada en la calle Real frente a la plaza Bolívar (costado norte); y su último propietario es el ciudadano griego, Evángelo Yanopoulos… Como se dijo antes, fue construida a finales del siglo XIX y comienzos del XX, es una edificación de estilo neoclásico de dos plantas, siendo la primera adaptada para uso comercial y la planta alta como vivienda. Es una construcción medianera que originalmente fue construida con bahareque, a las que se suman las modificaciones que posteriormente se le han hecho con bloques, ladrillos y otros materiales modernos. El techo es a cuatro aguas con pares de madera cubiertos con tejas criollas. Su distribución en planta es de forma rectangular con un patio interno y corredor que distribuye las habitaciones. Su fachada principal es de dos niveles, presenta un cuerpo rectangular con seis puertas de madera de doble hoja, tres en cada nivel. El piso superior es de madera y posee un balcón fragmentado con balaustrada de madera y hierro. Para acceder a la planta superior se hace a través de una escalera también de madera. Presenta dos habitaciones de grandes dimensiones con vista a la plaza Bolívar, es una de las pocas edificaciones de dos plantas con ventanas y balcones que se realizaron en Valle de la Pascua cuando moría el siglo XIX y se iniciaba el XX. 

II.- ¿QUIÉNES FUERON MARÍA LUISA “SILVA” Y RAFAEL SILVA CARPIO? La historia de María Luisa Carmona tiene visos novelescos. Natural de Pariaguán, estado Anzoátegui. Cuenta José Gregorio Mathison Silva, que ella fue la última pareja de Rafael Silva Carpio, quien antes fue casado con Clarisa ¿?, y luego con Concepción Ríos de Silva, con quien tuvo dos hijas: Amalia y Concepción “Conchita” Silva Ríos de Mathison, Concepción Ríos fue la abuela de los Mathison Silva, de quien enviudó. Además de Amelia y Conchita, Rafael Silva también fue padre de Tatino Silva en otra relación. María Luisa no tuvo hijos, y al morir Rafael Silva Carpio, heredó (los Mathison Silva dicen que se apropió) la vivienda conocida hoy con el nombre de “La casa de María Luisa Silva”. La recuerdan como una señora morena, bajita, y amante de los animales, especialmente de los perros.
Rafael Silva Carpio y María Luisa.

En ese orden, relata Luis Díaz Rengifo (0110/2019): “Yo conocí a la señora María Luisa Silva, tenía una mercería frente a la plaza Bolívar, mi mamá era costurera y siempre me mandaba a comprar botones y cierres, la recuerdo como una señora de lentes, amable, bajita, morena, era muy buena persona, en su establecimiento vendía además de cierres y botones; hilos, estambre, broches, lanilla, hebillas y otros productos… me llamaba la atención unos frascos bocones grandotes donde guardaba los botones… de todos los colores y tamaños, siempre estaban llenitos”.  

Rafael Silva Carpio conoció a María Luisa en un viaje que hizo a Ciudad  Bolívar, en Pariaguán se detuvo en una estación de servicio a surtirse de gasolina, al parecer la “convenció” para que le acompañara, se la llevó y luego, de regreso, la trajo a Valle de la Pascua como su pareja, no llegaron a casarse. El apellido de María Luisa era Carmona. Los Mathison informan que no le conocieron familiares consanguíneos. Murió en 1984 de un infarto en Villa de Cura, que le sobrevino en el auto donde se trasladaba desde Valle de la Pascua a Maracay, en el cementerio de esa última ciudad la enterraron.
 De izq. a derecha: Amalia Silva,
Rafael Silva Carpio (sentado),
niña Conchita Silva Ríos
(futura madre de los Mathison Silva
 y Tatino Silva.
Rafael Silva Carpio, natural de Santa María de Ipire, a principios de 1900ss compró un terreno en la calle Real frente a la plaza Bolívar de Valle de la Pascua, en 1923 en la esquina noroeste montó un negocio llamado “La Liberal” donde expedía kerosene, posteriormente, entre los años 1927 y 1928 montó la primera bomba de gasolina que hubo en la ciudad (frente a la plaza, en la parte noroeste), el negocio evolucionó y comenzó a vender víveres y mercancía seca: casabe, papelón, café, géneros, ropa, calzados, mercería, aperos, machetes “colín”, sombreros, escopetas, balas, velas de cera y de cebo, tabacos artesanales, cigarrillos, papel de escribir, sobres, lápices, plumas, plumillas y tinta, gasolina, licores: ron Mahoma y brandy Domecq. La bomba estuvo hasta 1943 pero el negocio de víveres continuó. Un negocio bien surtido con productos que le proveían las casas comerciales: Blohm & Cía., Boulton & Cía., Santana Hermanos & Cía., Bherens & Cía., Vera León & Cía., José Boccardo, y otras.

Una descripción aproximada del establecimiento, señala que adosadas a la pared interior estaban las armaduras de madera donde se colocaba en orden preestablecido gran parte de la mercancía… papelones, botellas de ron, aguardiente legal, pues, como era usual entonces, los artículos de contrabando estaban en una caleta donde se ocultaba cerveza, anís el mono, vino tinto, etc.

Silva Carpio también fue propietario tierras, entre otros, los terrenos de la finca “mi Casita” propiedad de su hija Concepción Silva de Mathison, que se extendían desde el actual Matadero Municipal hasta el Aeropuerto al norte, y al este hasta el actual sector La Agustina; atendiendo a la demanda y al crecimiento de la ciudad, a finales de los años sesenta, el Concejo Municipal adquirió esos terrenos de los cuales solo pagó las bienhechurías, ahí se construyó la populosa urbanización Las Garcitas.

Informa A. Mathison (2019) que su abuelo (Silva Carpio) fue propietario de las viviendas ubicadas en la calle Real frente a la plaza Bolívar, “El predio de la casa comprendía desde la vivienda de habitación de la familia Mathison hasta el estacionamiento, la casa de la familia Santaella, incluyendo los locales donde posteriormente estuvieron los establecimientos comerciales El Palacio Musical, Trajes Araujo, la Heladería Eureka y el estacionamiento”. Y la actual sede de la Sociedad Bolivariana, donde antes estuvo la sede de la policía “fue una donación que mi abuelo le hizo al gobierno de Juan Vicente Gómez a principio de los años 30 del siglo XX”.     

III.- LOS MATHISON: Familia vallepascuense de origen escocés, descendientes de Kenneth Mathison Mackensie, apodado El Escocés, quien según A. Mathison Silva, fue “el primer Mathison que llegó a Venezuela”; hijo de Kenneth Mathison y Katherine Mackensie, nació el 20 de abril de 1790 en la ciudad de Perth (Escocia). En 1806, con apenas 16 años ingresó a la armada, y vino a Venezuela en la primera expedición del generalísimo Francisco de Miranda, en la escuadra del vicealmirante Cochrane, continuó en la Marina hasta 1810, cuando pasó a formar parte de la guarnición de la isla de Trinidad con el grado de teniente. Comprometido con la causa patriota, en 1815 fue ascendido a capitán, y en 1816 recibió el grado de mayor. Apoyó a los patriotas venezolanos enviándoles víveres y armas a la costa de Paria. En 1825 estaba en Cumaná, y en 1826 fue nombrado inspector de las tropas africanas acantonadas en Puerto España, Isla de Trinidad. En 1840 es trasladado a Angostura con el cargo de vicecónsul, en 1864 es designado Encargado de Negocios de S.M. Británica de la Legación Británica en Caracas, regresa un año después a su cargo de vicecónsul en Angostura, ciudad donde murió en 1866. En Ciudad Bolívar (Angostura), El Escocés casó con doña Isabel Berris, fueron sus hijos: Carlos, Alejandro, Catalina, Isabel, María, James Buckley, Emilia, Luis, Francisco y Vicente.

IV.- ARCHIVALD MATHISON LEÓN: Ciudadano venezolano-trinitario (nacido en San Félix, estado Bolívar), durante la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) junto con su padre, Jaime Mathison Berris, se dedicaba al transporte de ganado en pie y carne desde Venezuela (Ciudad Bolívar) a Trinidad y a los Estados Unidos; en un viaje, el barco les fue interceptado en aguas territoriales de Trinidad  y fue hundido. En la fatal circunstancia perdieron el barco y la inversión. Dada su nueva situación, se volvieron a Ciudad Bolívar en busca de nuevos horizontes.

El boom petrolero alcanzó a los hermanos Mathison, quienes dada su condición de bilingües fueron empleados como traductores e intérpretes de compañías petroleras norteamericanas en Maturín, Anaco y El Tigre principalmente.

Entre los años 1946 y 1947 cuando se inicia la explotación petrolera en el caserío Roblecito, municipio Las Mercedes del Llano, Archibald Mathison León, hijo, vino al Guárico contratado como traductor por una compañía norteamericana, en esos años conoce y contrae matrimonio con la joven vallepascuense Concepción “Conchita” Silva Ríos, hija de Rafael Silva Carpio y Concepción Ríos de Silva. Una vez casados, se residencian en la calle Real de Valle de la Pascua, frente a la plaza Bolívar, en la hoy llamada casa de María Luisa de Silva, de la unión nacieron nueve hijos, entre otros: Nancy, Archibald, Eduardo, José Gregorio, Cleotilde, Gledys, las morochas Yaniska y Yanitza Mathison Silva.

La llamada casa antigua de María Luisa de Silva como se le conoce, ---hoy muy deteriorada--- es una estructura cargada de historia. Un patrimonio material del municipio Leonardo Infante y de la ciudad de Valle de la Pascua, un valor que al igual que otras edificaciones, debe ser preservada con la finalidad que a través de ellas se pueda mostrar a las presentes y futuras generaciones de vallepascuenses, guariqueños y venezolanos los modos vivendi de otros tiempos. Lo que ha sido nuestra ciudad y lo que hoy es.

REFERENCIAS E INFORMANTES

- Archivo de A. Mathison S.  Kenneth Mathison Mackensie, El Escocés. Papeles sueltos.

-Instituto de Patrimonio Cultural: https: //es.scribd.com/doc/19906200/VALLE-DE-LA-PASCUA, p. 31.

- Archibald Mathison Silva, entrevistas: 29-09-2019 / 01-10-2019.

- José Gregorio, Yaniska y Yanitza Mathison Silva, entrevistas: 16-09-2019 / 21-09-2019.

- Prof. Maritza de Michelangelli, 14-09-2019.

- Sr. Luis Díaz Rengifo, 01-10-2019.

--- Fotografías familiares cortesía de los hermanos Mathison Silva.

--- Fotografía de la Casa de María Luisa Silva: José Antonio Hernández H. (21-09-2019).


Valle de la Pascua, 03 de octubre de 2019.

* UNESR/Cronista Oficial del Municipio Leonardo Infante. Valle de la Pascua-Estado Guárico

felipehernandez457@yahoo.com


La siembra de tabaco y sus repercusiones en la vida de los sombrereños desde mediados de los años cincuenta a los ochenta del siglo XX .

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 Este cultivo de plantación, que tuvo gran impulso con  la llegada  a comienzo del siglo XVIII de gran cantidad de canarios a estas tierras con la suficiente experiencia acumulada para gerenciar las haciendas  en dicho cultivo. Con el tiempo se convirtieron en propietarios de estas unidades de producción


José Manuel Aquino H
   

El  presente trabajo tiene como finalidad reconstruir un  proceso histórico de gran significación para  los sombrereños, cuando  se comienza  a desarrollar la siembra de tabaco a gran escala en las vegas del rio Guárico  de dicha población. Para este estudio se toma en cuenta el criterio de región histórica propuesto  por  el  historiador mexicano Luis González González y sus seguidores, en cuanto a la delimitación del territorio. Las regiones no tienen por qué estar encerradas en un marco geográfico homogéneo, por consiguiente  la extensión del mismo depende de la territorialidad y la forma  con que han interactuado  sus habitantes con los actores sociales tanto internos como externos, tomando en cuenta las características espaciales que están dadas por los diferentes hechos que hacen posible la existencia de una sociedad regional en un tiempo determinado, analizado desde una perspectiva trandisciplinaria, con el fin de favorecer la comparación con otras localidades desde la perspectiva  geohistórica, a partir de la relación hombre-medio y sociedad–naturaleza, desde la ocupación del espacio, a partir de  una dimensión epistémica enmarcada en la topofilogía; el afecto al lugar como eje de transformación y avance de los pueblos en la  búsqueda de bienestar.
      En tal sentido, la población de El Sombrero se conformó en la   margen izquierda del río Guárico, ocupada inicialmente  por aborígenes tamanacos, palenques y cumanagotos, dedicados a las actividades de caza, pesca y recolección de frutos, que luego del proceso  de conquista y colonización, un gran número de ellos   compartió estos espacios a mediados del siglo XVII con los españoles que se establecieron por esos predios, para la realización de actividades de ganadería y  agricultura que dieron lugar a la conformación de un asiento poblacional décadas  más tarde, conjuntamente con  negros libertos, zambos y mulatos (Armas Chitty). A partir de ese momento histórico las actividades económicas estarán siempre  enmarcadas dentro del ambiente  agropecuario, por tanto la relación hombre-medio y sociedad- naturaleza conformarán una caracterización que se abordará en el caso específico de este trabajo, el cultivo del tabaco, tomando en cuenta todos los elementos que intervienen en el desarrollo de las actividades realizadas por los actores  sociales y sus dimensiones en ese determinado tiempo histórico; no solo destacaremos las expectativas sino también la trascendencia para los sombrereños,  desde un ambiente transcomplejo en los ámbitos: local, regional,nacional y mundial.
    Desde esta perspectiva, la planta del tabaco originaria del continente americano consumida por los aborígenes antes del período colonial no solamente con fines recreativos o   embriagantes sino  también con fines  conmemorativos y  medicinales. Al ocupar los españoles estas tierras después de la llegada de Cristóbal Colón y específicamente expedicionarios como Américo Vespucio en su paso  por las islas  ubicadas en el golfo de Venezuela, comprobó la utilidad de esta planta, lo que motivó a que durante todo el siglo XVI se expandiera dicho cultivo por este continente, sino por otras partes del mundo hasta el punto de realizar leyes para el control de la siembra, la fabricación y el comercio de tabaco por las diferentes naciones y principalmente  en  las diferentes  colonias americanas  ocupadas por los europeos. En lo que respecta a la Capitanía General de Venezuela la siembra de este rubro se expandió por muchas zonas de las provincias entre ellas: Barinas, Maracaibo, Guayana y en muchos poblados  que dependían  administrativamente de la capital sede de la Capitanía General como las  esparcidas en los valles de Aragua, Orituco  y los poblados situados a las márgenes de las riberas del río Guárico  como Camatagua, Barbacoas  y  El Sombrero que contaba con tierras de vegas de excelente fertilidad y factores climáticos apropiados para el desarrollo apto  de plantaciones de calidad, lo cual generaba gran demanda, para ello se conjugaron deferentes factores en y para el éxito y expansión  de este cultivo de plantación, que tuvo gran impulso con  la llegada  a comienzo del siglo XVIII de gran cantidad de canarios a estas tierras con la suficiente experiencia acumulada para gerenciar las haciendas  en dicho cultivo. Con el tiempo se convirtieron en propietarios de estas unidades de producción por gran experiencia en estas labores en las distintas islas del otro lado del óceano Atlántico, unida a la cantidad de mano de obra barata que proporcionaba la organización social colonial conformada por mulatos, zambos, esclavos negros y libertos e indios. Por tanto, le dieron renombre al tabaco sombrereño por la calidad del producto, el cual era demandado por los pobladores de Calabozo, San Jaime y demás habitantes ubicados en las márgenes del río Apure que lo intercambiaron con ganado. ( Armas 1980).
    Es necesario resaltar  que la demanda  de tabaco a mediados del siglo XVIII se convirtió en un rubro muy apetecido   principalmente en Europa generando trabas para su libre producción  y comercio en un ambiente de complejidad dentro del sistema mercantilista. En esta dirección España realiza restricciones  no solamente en sus provincias sino también en sus colonias a pesar de proclamar el libre comercio con las reformas borbónicas impulsada por el Rey  Carlos III. Crea  el Estanco del tabaco,  un organismo que  se encargó en la Capitanía General de la “siembra, cosecha, preparación de la hoja, elaboración de cigarrillos, de chimó y de otros productos y también de la comercialización tanto interna como externa a manos del Estado  ocupante de este territorio “ (Calzadilla,1999 p. 115). 
   De la misma manera, una vez se reorientó el cultivo en zonas alejadas   y de difícil acceso para evitar el contrabando. Las zonas donde se estableció el Estanco del tabaco para la realización de  esta actividad  en la Provincia de Caracas, la Real Hacienda  autorizó los cultivos en los Valles de Aragua y en Orituco; mientras en las haciendas establecidas en  las adyacencias del río Guárico no contaron con autorización  para la  realización de esta actividad  a gran escala en esta macro región, lo que motivó a los hacendados  a dedicarse al cultivo de  otros rubros agrícolas  que le generasen   dividendos  en detrimento  de este rubro que les había dado bienestar económico  por décadas; mientras que los plantadores de la región de Orituco vieron incrementar sus ingresos y a su vez alcanzar un nivel de bienestar social y económico al instaurarse una intendecia del Estanco del tabaco en San Rafael de Orituco en 1778.
   En consecuencia de lo antes expuesto, los hacendados pequeños y medianos productores de este rubro ocupantes de estos predios aledaños al río Guárico se vieron limitados a cultivar  esta hojas para el consumo local debido al monopolio ejercido a finales del siglo XVIII por la administración colonial  a través esta intendencia hasta su abolición  en  marzo de 1833 después de haber obtenido la independencia. En la primera presidencia  de José Antonio Páez se decreta la libertad  para el  fomento del cultivo, la fabricación y comercialización del tabaco en todas sus denominaciones sin más restricciones lo que generaría posteriormente un  crecimiento efímero por la inestabilidad  social y política  en los siguientes años como consecuencia de los encuentros belicistas de la Guerra Federal, donde se libraron enfrentamientos entre liberales y conservadores por los alrededores  de la población de El Sombrero y zonas circunvecinas que generaron incendios y destrucción como  en 1859  incluyendo los predios agrícolas. En  el mes de septiembre de 1873, la historiografía reseña que la región sufrió  una tragedia natural por medio de  una  gran inundación del río Guárico,  después de tres días de abundantes lluvias que arrasa  con viviendas, animales y cosechas, siendo también una limitante para el cultivo y la producción del rubro señalado. Los datos reseñados por  el censo del Estado Guárico  en 1875, corrobora lo antes expuesto, donde se destaca la producción  de los siguientes rubros: caña de azúcar, maíz, frijoles, yuca destinados para el consumo  interno. Al igual que la producción de tabaco que cumplía los mismos fines que los rubros señalados con anterioridad,  situación que se mantenía  a comienzos del siglo XX, tal como lo describe  el empresario Dionisio Bolívar en su autobiografía que su padre comerciante establecido en el poblado recibía tabaco en rama de buena calidad procedente de haciendas, específicamente (Corral Viejo  y Guarumen) para   comercializarlas en  Calabozo y  San Fernando de Apure,  situación que se mantuvo hasta  mediados  plazo durante las primeras del siglo XX.
      A partir de 1915 la producción industrial del tabaco tiene nuevo impulso a través del empresario  Luis Bigott  quien había sido un simple  trabajador en una empresa artesanal, en la ciudad de Caracas  funda una pequeña empresa cigarrera denominada Cigarrera  Bigott en esta  misma localidad  con crecimiento vertiginoso por  su alta  demanda. Cinco años más tarde se convierte esta  en la principal industria de este ramo   e  impulsora  de la siembra de este cultivo en los Estados: Carabobo, Cojedes, Portuguesa y Barinas, durante esos tiempos, motivado principalmente  por  la  asociación  de esta empresa con la trasnacional “British American Tobacco  Company” que en la actualidad controla el 55 % de la producción mundial ( Wikipedia, 2012), que después de la primera Guerra Mundial desplegó  gran actividad  a nivel mundial hasta convertirse en una de las dos grandes multinacionales globales de este producto. Esta corporación aprovechó  realizar inversiones en  ese  momento histórico cuando la nación venezolana empezaba a florecer social y económicamente  con el auge  de la actividad petrolera.
    En la década de los años 40 la actividad agropecuaria en la población de El Sombrero solo  sufrió cambios puntuales con respecto  el aumento de la producción  con la llegada de nuevos implementos  para las labores de siembra como el tractor y sus  implementos (rastras y sembradoras) traídos a la zona por Ricardo Montilla Giménez  para la realización de siembras  en sus predios; igualmente otros dueños de hacienda fueron incorporando estos medios de trabajo, los cuales agilizaban las  labores  de siembra, afirmación expuesta con precisión por  el  extinto cronista de El Sombrero,  Manuel Aquino Delgado, en un conversatorio referente a personajes importantes de esa localidad y  también por haber sido testigo de aquel acontecimiento en momentos cuando se establecía la Compañía Creole Petroleum corporation para realizar exploraciones con resultados poco alentadores para la extracción de dicho bitumen.
    En lo que respecta a la década de los años cincuenta, es cuando comienza la siembra a gran escala del cultivo del tabaco en esta región .Esto se debe  a la conjugación de hechos que son necesarios reconstruir de manera integral. En primer término, tenemos la expansión del capital internacional de fortalecer la industrialización de diferentes productos, entre ellos el rubro objeto de este  estudio .Específicamente la transnacional Philip Morris fundada a finales del siglo XIX que crea unas filiales en muchos países por todo el mundo, para  cumplir con sus  fines de control de la producción mundial y aumento de sus ganancias  En nuestro país compra la Compañía Anónima Tabacalera Nacional ( CATANA) que había comenzado a operar  en 1953, para convertirse en la primera empresa en Latinoamérica en cumplir estos objetivos; realiza cuantiosas inversiones  con el fin de producir cigarrillos y demás productos; tanto para el consumo interno como externo. Otro aspecto importante que es necesario resaltar es el relativo al aumento de las extensiones del  cultivo, mediante  el aumento de cupos para que los agricultores  extendieran  su capacidad de siembra, por consiguiente, acuerda   también con la Banca Privada financiamiento, para que estos compraran insumos y maquinarias con el propósito de elevar la producción.
    Otro aspecto de resaltar fue la aceptación de parte de los propietarios de las haciendas de la zona, específicamente  Mack Lee Tocker,  oriundo de Los Estados Unidos de América, extrabajador de una de las industrias cigarreras antes señaladas, que compró una hacienda en las orillas del río Guárico por esos años e inició conjuntamente con  otros productores la siembra del rubro, entre  los cuales podemos citar a Iván Aranaga Henríquez, Daniel Scott Cuervo, Miguel Rodríguez Viso, José Maluenga ; luego se sumarian otros cultivadores con tanto éxito que los sembrados se extendieron por esta región geográfica, El Sombrero, Barbacoas,  Camatagua. Los productores se afiliaron inicialmente a La Unión Nacional de Cultivadores de Tabaco (UNCULTA) y luego en 1965 agricultores sombrereños fueron fundadores  de  otra asociación  denominada   “Asociación Venezolana  de Cultivadores de Tabaco”, (AVENCULTA) que se propuso entre sus fines el aumento  de la superficie sembrada de este  rubro.
    Es necesario señalar que el manejo de la siembra estuvo a cabo de un personal especializado de vital importancia para el fomento del cultivo. Los encargados de las siembras y demás trabajadores dedicados a este rubro en su gran mayoría inmigrantes canarios de gran experiencia en el trabajo agrícola en ese archipiélago español llegados al país como consecuencia de las diferentes crisis política y económica que atravesaban estos  en aquella región, las dos  guerras mundiales y la guerra civil española, que desembocaron en la larga dictadura de Francisco Franco. Las altas expectativas de trabajo y emprendimiento  que ofrecía principalmente  Venezuela, nación con altos ingresos provenientes del  petróleo en esa década exigía por la necesidad capital humano especializado no solamente industrial sino también agropecuario Impulsó a esta oleada masiva de personas.        
 
         
    Es necesario señalar que las expectativas de consolidación del bienestar económico y social de estos migrantes como en lo personal y familiar, se vieron  recompensados porque un gran número de estos  se convirtieron en propietarios de muchas haciendas, diversificaron más tarde  sus actividades agropecuarias con  el cultivo de melón y  tomate que permitió apuntalar a la región como centro agrícola para el consumo nacional e internacional. Estas  actividades fomentaron la migración  interna de personas de otros estados del país. Hasta el punto que  a comienzo de la década de los ochenta personas  provenientes de las comunidades aborígenes  de los estados Amazonas y Apure llegaron a la región para la realización de las actividades agrícolas en carácter de obreros. Con lo señalado anteriormente  se lograron los fines y propósitos de las transnacionales en este tiempo histórico: aumentaron la producción y consolidaron la industria cigarrera en este enclave para seguir produciendo  acumulación de capital.
  En este sentido el auge y consolidación promovió  el  crecimiento de la actividad financiera, comercial y de servicios del ramo agropecuario   no  solamente en El Sombrero sino también en el sur de Aragua. También se fortaleció el sincretismo cultural  de gran importancia para los pueblos, tanto para  sombrereños y canarios residentes por el intercambio de tradiciones y costumbres de los pueblos, no solamente del aspecto agrícola sino también  el gastronómico, religioso, deportivo entre otros aspectos.
  Por tanto, esta reconstrucción de ese período histórico es necesario para establecer de manera concreta la relación hombre medio desde la intervención del espacio y tiempo, tomando en cuenta  las intenciones de los actores intervinientes tanto internos como externos desde una perspectiva global y ser agente de cambio usando a través del  afecto al lugar  como categoría epistemológica en  este ensayo.




REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS

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