Vicente Artaona, de guerrillero a prócer olvidado

En uno de los vaivenes de la guerra de la Independencia, que una y otra vez cruzó por los Llanos de Guárico y en especial por el Cantón de Ortiz, debió Artaona entrar a servir en las armas de la República.

Por José Obswaldo Pérez

bATALLA DEL cENTRO

IMAGEN REFERENCIAL WEB | la Campaña del Centro, período donde los azares de la guerra los patriotas tuvieron que retirarse violentamente de las posiciones ganadas

El soldado Vicente Artaona fue otro de nuestros próceres de la Independencia de Venezuela, natural de Ortiz. Aunque desconocemos actualmente el origen de este apellido en la localidad, ya que en el siglo XVIII, no se hallan miembros de esta familia en la zona. Tampoco conocemos los nombres de sus padres y la fecha de su nacimiento. Sin embargo, la historia de este héroe se resume en los pocos datos documentales y en las fuentes de información primarias halladas en el Archivo Parroquial de la Iglesia Santa Rosa de Lima de Ortiz, ubicado en la Arquidiócesis de Calabozo y alguna que otra indagación encontrada en fuentes secundarias.

Al respecto, Manuel Aquino, entonces Cronista Municipal de El Sombrero, en una ponencia presentada en el II Encuentro de Cronista e Investigadores de Ortiz, celebrado el 23 de agosto de 1997, se refiere a él como llanero criollo que perteneció a los jinetes del general Zaraza, cuando andaba solo por los caminos y bosques después de la Batalla de La Puerta, situada entre La Villa y San Juan de los Morros, en 1818, para salvar su vida de la furia asesina de Boves. Escondido en el monte y luego en una casa amiga, Artaona pudo evitar la persecución enemiga. Un día se topó con otro militar que, como él, disperso deambulaba íngrimo y solo, franqueando montañas abruptas y hondonadas por los mismos parajes. Este oficial fue el Capitán Richard Vowell, de origen británico, autor de novelas Las Sabanas de Barinas, Campañas y Cruceros y El terremoto de Caracas. Obras que se publicaron en inglés en Londres y se consagran en abordar temas de nuestra Venezuela independentista, especialmente, las dos primeras retratan el medio social de nuestros llanos.

Vowell llegó a Venezuela en 1817- en el grupo de mercedarios de la Legión Británica-, con el grado de teniente del Regimiento Primero de Lanceros Venezolanos al mando del Coronel Donald McDonald, antiguo Ayudante de Campo del general Ballesteros en las guerras de la Península. De inmediato, entre ambos, surgió una amistad y una experiencia de vida que se recoge en Campañas y cruceros. Según el testimonio del Capitán nuestro héroe era joven, fuerte y activo. Como conocedor de la zona, huyeron al sur y lograron llegar a Ortiz y de incógnitas fueron recibidos por el Venerable cura párroco, el anciano Don Cayetano Guacardo, que aunque de origen español, simpatizaba con la causa republicana.

Sin embargo, por no existir la Hoja de Servicio no conocemos cómo ni cuándo Artaona comenzó su carrera de las armas, aunque seguramente entró a servir en las filas republicanas desde muy joven- en uno de los vaivenes de la contienda de la Independencia-, más no sabemos los hechos en detalle sino a partir de 1818. Año en que el Libertador emprendía la Campaña del Centro, período donde los azares de la guerra los patriotas tuvieron que retirarse violentamente de las posiciones ganadas, y en su retirada sufrieron la derrota de La Puerta, y más luego, La Cuesta en Ortiz y en el Rincón de los Toros, en San José de Tiznados. Sin embargo hay un dato que nos ofrece el autor de Campañas y cruceros: Vicente Artaona, antes de incorporarse a las tropas patriotas, era miembro de la Guerrilla del Palmar, un grupo armado que acaudillaba el famoso Vicentico Hurtado- un negro de elevada estatura-, también natural de Ortiz quien más tarde se incorporó a las tropas de Simón Bolívar. ¿Qué particularidades estuvieron estos movimientos armados en el accionar guerrillero? ¿Qué motivos políticos y sociales aspiraban como expresión histórica regional-nacional? Son interrogantes que por ahora quedan pendientes para responder más adelante.

Después de la batalla del Semen o segunda de La Puerta, no tenemos noticias precisas de Artaona, y lamentablemente no sabemos en qué cuerpo fue incorporado, ni en cuáles acciones tomó parte luego. Solo entendemos que nuestro héroe, según dice Aquino, fue uno de aquellos lanceros indomables del Escuadrón de Dragones comandado por el Coronel Julián Mellado. También militó en las fuerzas del general Pedro Zaraza, hasta el 1818.

Más allá de estos acontecimientos no conocemos la trayectoria militar de Artaona, en el resto de los años subsiguientes hasta el llamado a las filas en 1835, cuando fue uno de los 31firmantes del pronunciamiento del Pueblo de Ortiz contra la conjura de la Revolución de las Reformas, acaudillada por el general José Tadeo Monagas. En general, los rasgos de su vida se sumergen en la penumbra. Casó en el mismo pueblo con la orticeña María Rojas y procrearon varios hijos. De esta unión es Margarita Artaona Rojas, quien contrae matrimonio en la Iglesia Parroquial de Santa Rosa de Lima de Ortiz, el 23 de febrero de 1854, con Jesús Reina Acosta, hijo de Gerónimo Reina y de Águeda Acosta; Bonifacia Artaona Rojas, quien falleció el 25 de marzo de 1891, a los 40 años de edad; Nela Artaona Rojas, quien esposó en la Iglesia Parroquial de Santa Rosa de Ortiz, el 20 de febrero de 1871, con Manuel Loreto, hijo natural de Teresa Loreto. Fueron testigos del acto nupcial Silvestre Rojas y Estefanía Gutiérrez. Igualmente, Juan Artaona, quien fue apadrinado en sacramentos de confirmación por su pariente Juan Rojas. Casó con Caridad Silva, y son padres de Eusebia e Isabel del Socorro Artaona Silva. Esta última fallecida niña y sepultada el 13 de noviembre de 1859. De manera que la familia Artaona fue extensiva hasta finales del siglo XIX y principio del siglo XX, cuando aún algunos de sus antecesores, descendientes y demás familias sobrevivían.

El soldado Vicente Artaona falleció en Ortiz y fue sepultado el 26 de marzo de 1855. No testó y recibió los sacramentos de rigor por el Dr. Salustiano Crespo, párroco de Ortiz, quien certificó su defunción.

Fuentes consultadas

ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA (1891). Documentos para los anales de Venezuela desde el movimiento separatista de la unión colombiana, hasta nuestros días. Segundo Periodo. Tomo III. Caracas: Imprenta y litografía del Gobierno Nacional.

AQUINO, MANUEL (1997, agosto 23).La odisea de un hijo de Albión después de la Batalla de La Puerta. Ortiz: II Encuentro Orticeño de Historiadores y Cronistas.

ARRAÍZ LUCCA, RAFAEL (2007). Venezuela: 1830 a nuestros días. Caracas: Editorial Alfa. VAWELL, RICHARD (S.D). Memorias de un Oficial de la legión británica. Campañas y cruceros durante la guerra de emancipación hispanoamericana. Madrid: Editorial América (Biblioteca Ayacucho).

Las Calendas de Calabozo. 26 de diciembre de 1876

Se trataba de una celebración que se acostumbraba hacer un día después de la Navidad, durante las horas de la madrugada en las calles de la ciudad de entonces.


Calendas

IMAGEN REFERENCIAL VIA WEB | Las Calendas fue una fiesta tradicional en Calabozo del Siglo XIX, descubierta por el historiador Ubaldo Ruiz


por Ubaldo Ruiz

Una antigua tradición calaboceña, arrojada al cesto del olvido desde hace mucho tiempo, fue lo que en su tiempo se llamó Las Calendas. Se trataba de una celebración que se acostumbraba hacer un día después de la Navidad, durante las horas de la madrugada en las calles de la ciudad de entonces. Contamos con la descripción que de la versión de 1876 de esa fiesta hizo el médico alemán Carl Sachs en su libro De los Llanos. Cuenta el ilustre visitante teutón que entre la una y las dos de la medianoche fue despertado por una gran algarabía proveniente de una multitud que desfilaba por la calle. Se escuchaban fuegos artificiales, una música lejana y mucha gente que gritaba lo que a él le parecía que eran “vivas”. Un mensajero a caballo lo invitó a participar en el desfile. Al salir fue tomado del brazo por un amigo llamado Juancho Rodríguez, y así se sumó al festejo. La música consistía en “una alegre marcha ejecutada con flautas, trompas y violines.” La casa donde se alojaba el narrador estaba ubicada frente a la plaza principal, hoy plaza “Bolívar”, aunque no se indica hacia cuál dirección. El desfile terminó en la casa del mencionado amigo Rodríguez (que no se ubica), en donde la fiesta continuó durante “una horita”, tiempo en el cual fueron obsequiados con café, chocolate y brandy, entre otras cosas, mientras la gente bailaba al compás de la música tocada por la improvisada “orquesta”. Le parece curioso al visitante “que al chocolate siempre se suma en Venezuela queso holandés; se considera a estas dos cosas como completamente inseparables.” Al cabo de esa “horita”, “cada uno volvió a su casa para proseguir el interrumpido sueño.

Cuando uno se levanta por la mañana, le parece que todo ha sido un sueño. ‘Las Calendas’ es el nombre de esta costumbre jovial y original”. Hoy podríamos preguntar a cualquier calaboceño si había oído acerca de esa celebración que un tiempo fue tradición nuestra.

Ubaldo Ruiz es profesor universitario e historiador. Es autor del libro Un símbolo calaboceño. Iglesia y parroquia de Las Mercedes (1795-1858), editado por el Fondo Editorial Ipasme, en el 2007.

La navidad venezolana de Alejandro de Humboldt

Uno de los dos meses de su estadía en Caracas. Días, como siempre, de intensa labor investigativa. El 14 de diciembre escribe a Jerome Lalande informándole sobre sus actividades desde su llegada a Cumaná: 
Haciebda Balandín

ILUSTRACIÓN: WEB INTERNET | Óleo La Hacienda Blandin . Uno de los sitios donde degustaría los clásicos condumios venezolanos de la época. .

Adolfo Rodríguez

S ólo un diciembre pasa Humboldt en Venezuela. El de 1799. Uno de los dos meses de su estadía en Caracas. Días, como siempre, de intensa labor investigativa. El 14 de diciembre escribe a Jerome Lalande informándole sobre sus actividades desde su llegada a Cumaná: “”No permanezco inactivo tan cerca del ecuador”.

Sus amigos caraqueños, que tan solícitamente lo reciben y atienden, le asignan residencia en el lugar más elevado de la ciudad. Al parecer territorio del sitio de La Pastora, que menciona a menudo y atraviesa, llegando de La Guaira, por el camino de los Españoles. Cerca un templo y más distante la Iglesia de la Santísima Trinidad, cuyas campanas oirá desde las madrugadas en aquellos días de conmoraciones religiosas. Habrá establecido ya sus provechosos nexos con la clerecía local, que mucha utiidadl le presta en su largo y difícil recorrido hasta Río Negro. Y, seguramente, con ellos y otros ilustres acompañantes, marcharán después de los servicios, hasta las haciendas de café de los Ibarra, Blandin o Gallegos hacia el Este. La última en Chacao, por donde ascenderá a la Silla d Caracas, en enero. Allí aprecia el “valle fértil en cacao, algodón y café, a cuatrocientos toesas de altura, 11 grados de noche y no más de 17 a 18 en el día. El hilo de agua del río Guaire reflejando “una luz argentada”. Como lo advierte desde aquella cima así como “la faja estrecha de tierra cultivada” contrastando “agradablemente con el aspecto salvaje de las montañas circundantes”.

NOTA: Para elaborar esta nota hice consultas a mis eximios amigos caraqueños Luis Loreto y Arturo Álvarez D´Armas. .

Yesenia Gámez, entre el canto y las artes plásticas

Esta digna artista guariqueña devota del doctor José Gregorio Hernández y la Virgen Milagrosa, cumple una labor altruista con sus paisanos como buena cristiana, aportando sus conocimientos artísticos de manera desinteresada con el fin de ayudar a consolidar crecimiento de las habilidades artísticas de los aprendices al dibujo y la pintura en los cursos que imparte en la Casa de la Cultura “Francisco Lazo Martí” de la ciudad de Calabozo
Yesenia Gámez

FOTO JOVANI  RAMIREZ | Yesenia Gámez



José Manuel Aquino.

E ntendemos por cultura al conjunto de actividades que realizan los seres humanos, con el fin de satisfacer sus necesidades tanto materiales como espirituales, adquiridas desde el ceno familiar y en todo el conglomerado social a través del tiempo. Integrados desde una realidad compleja, todo ese conjunto de saberes, costumbres, hábitos, artes, creencias y cualquier actividad realizada por el colectivo humano desde las comunidades, regiones y naciones en la búsqueda de un bienestar que los identifican desde la particularidad mediante acciones con el fin medir su alcance desde cualquier espacio.

Una de estas actividades realizadas por los seres humanos, con gran esmero son las artes en sus distintas denominaciones, en las cuales encontramos la pintura, la escultura, la literatura, la música, la danza, la arquitectura, el cine entre otras destrezas. Tienen como fin destacar la capacidad de desarrollar las habilidades, en función de la utilidad de la recreación para el conglomerado social, mediante una visión sensible acerca del mundo, utilizado diversos recursos con los cuales se puedan expresar sus ideas, emociones o sensaciones.

Una de esas actividades más cultivadas a través del tiempo es la música, mediante la combinación coherente de los sonidos, tomando en cuenta la melodía, la armonía y el ritmo. El cantante cumple una importante función en la emisión controlada de los ecos en las diversas composiciones. La forma de utilizar la voz por parte del cantante, en una de la garantía para el éxito de las canciones canción. Por tanto son ellos, los máximos exponentes de un determinado género musical.

La música folklórica, es uno de los géneros más importantes que tienen las regiones porque pertenecen a su idiosincrasia como elemento de su cultura. En la República Bolivariana de Venezuela encontramos distintas variedades melódicas como la gaita zuliana, los merengues y vals venezolanos, música andina, el Calipso guayanés y el joropo entre otros efectos sonoros. Siendo este último canto interpretado y escuchado en casi todo en el territorio venezolano y una cuarta parte del espacio colombiano.

Es precisamente la variedad del joropo llanero, una de las modalidades más difundidas en esas dos naciones. En el Estado Guárico resalta por su estilo, la cantante oriunda de la Villa de Todos los Santos de Calabozo, Yesenia Gámez. En sus interpretaciones no solamente acentúa la belleza del paisaje llanero, sino también la el amor y la exaltación a las faenas de la vida del campo. Esta hija de Digna Gámez, instructora de joropo y el cantantautor de música criolla apureño Rafael Bastidas, quienes le dieron las primeras orientaciones en este ambiente artístico a la edad de los 13 años, cuando subió a los escenarios a presentarse cantar en los actos culturales de los centros Educación Primaria y Secundaria de la localidad antes señalada.

Luego complementaría sus conocimientos de este arte, cuando su progenitora se uniera conyugalmente con el destacado cantautor Don Dámaso Figueredo, oriundo de Guardatinajas, población y parroquia Municipio Francisco de Miranda, del Estado Guárico, con quien aprendió todas las técnicas de este medio artístico con el fin de que esta prodigio de la canta criolla, apodada “la Torcacita del Llano” brillara con su fina voz en distintos escenarios, no solamente en el ámbito regional sino también nacional e internacional, al compartir escenario en estos ambientes con importantes concertistas de la talla de Reynaldo Armas, Reina Lucero Eneas Perdomo, Simón Díaz, Cristina Maica entre otros trovadores. Fue tanto el aprecio para con esta interesante vocalista, que el afamado intérprete le dedicara la inolvidable y exitosa melodía “la hija Catira”; además de brindarle todo el apoyo para que esta calaboceña triunfara en esta actividad artística con sus primeras canciones como: “mi Calabozo” del autor Miguel Rengifo,” canoera del Arauca” composición de Asdrúbal Flores” y me lo dijeron tus ojos” de Manuel Bandres entre otras letras de su amplio repertorio musical.

La personalidad de creación artística no solamente es para el canto y el baile que durante gran parte de su vida le ha dedicado, sino también para las trabajar con habilidades pertenecientes a las artes plásticas. Su talento está dirigido para el dominio del dibujo desde temprana edad; al igual que la pintura y la escultura, por tal motivo se dedicó a trabajar con los elementos de la composición: línea, el color, perspectiva, luz o valor, forma, textura con el fin de trasmitir ideas, sensaciones y sentimientos a los bocetos, dándole un toque particularidad y originalidad a sus obras. Las exposiciones tanto es la mayor evidencia de la calidad estética en sus cuadros de esta hija de Calabozo, por los cuales tiene el beneplácito tanto del público, como de los jurados evaluadores. Su prestigio ha traspasando los límites de la localidad y la entidad llanera mediante los reconocimientos y premios por su excelentes trabajos.

Incursiona en la habilidad de moldear las formas, aumentando sus habilidades en las artes plásticas, mediante la realización de esculturas, de distintos materiales como el yeso y el acrílico, en la que ha realizado bustos de personajes de relevancia en la comunidad, destacando igualmente en la creación de las imágenes de santoral cristiano católico como el de Santa Cecilia. Del mismo modo se ha dedicado también a la restauración, con el fin de mejorar la calidad de las estatuas, mediante la compensación o eliminación de distorsiones y deterioro de las figuras, demostrando su buena técnica para optimizar las formas de los cuerpos reparados.

Esta digna artista guariqueña devota del doctor José Gregorio Hernández y la Virgen Milagrosa, cumple una labor altruista con sus paisanos como buena cristiana, aportando sus conocimientos artísticos de manera desinteresada con el fin de ayudar a consolidar crecimiento de las habilidades artísticas de los aprendices al dibujo y la pintura en los cursos que imparte en la Casa de la Cultura “Francisco Lazo Martí” de la ciudad de Calabozo, mediante la utilización de recursos didácticos eficientes y eficaces con el fin de aprovechar al máximo las capacidades de sus educandos en el mundo de las artes plásticas.

Esta destacada maestra de la pintura y escultura siempre ha tenido agradecimiento a las personas que han contribuido con su formación artística. Primero a su madre Digna Gámez quien le dio todo su apoyo para ser una artista consagrada, al maestro de pintura Efrén Loreto, quien lo ayudó a transitar a ese mundo de las artes plásticas. Del mismo modo tiene admiración por la licenciada Georgina Simoni de Sorci, en lo ingenioso en sus trabajos de pintura y trayectoria en pro la cultura calaboceña, a través de su excelente desempeño como presidenta de la Asociación de Artistas Plásticos del Estado Guárico. Igualmente reconoce destreza en la ejecución de las técnicas empleadas por el artista plástico Yovani Ramírez, para la realización de las obras pertenecientes al arte óptico con el propósito lograr profundidad y movimiento, al igual que sus inventivas en el estilo abstraccionismo geométrico para conseguir la expresividad y el simbolismo.

Toda la actividad artística de Yesenia Gámez, es merecedora de su reconocimiento con el fin de difundir su gran aporte a la cultura de la entidad guariqueña. En momentos que las tendencias globalizadoras quieren opacar las manifestaciones populares para impulsar sus estereotipos estandarizados. Por tanto, es necesario difundir su obra y trayectoria de Yesenia Gámez con el fin de que la sociedad global conozca a los cultores como ella, realizan una labor desinteresada en defensa de las expresiones artísticas del llano venezolano. .

Sí a la Consulta Popular de la Oposición

FOTO REFERENCIAL | La sociedad civil se organiza para este proceso político


Por Trino Márquez

La consulta popular prevista para realizarse entre el 5 y el 12 diciembre es la respuesta política de las 27 agrupaciones opositoras firmantes del documento en el cual denuncian por fraudulentos los comicios del 6 de diciembre. Fue la jugada ideada ante la decisión del régimen de mantener esas elecciones, a pesar de la solicitud de los partidos venezolanos y la Unión Europea para que fueran postergadas hasta una fecha que garantizara las condiciones mínimas que les permitieran a los candidatos desplegar su campaña y a los electores mantener contacto con los aspirantes.

La unidad monolítica en torno a la negativa de presentarse a esa cita no fue posible. La fracción reunida en la Mesa de Diálogo Nacional, integrada por varias microorganizaciones, decidió desde hace tiempo entenderse con el régimen para limarle sus aristas más filosas. Por la misma época en la cual este entendimiento se producía, aparecieron los ‘alacranes’, grupo de choque utilizado por Nicolás Maduro para expropiarles Primero Justicia y Acción Democrática a sus genuinos representantes. La ‘oposición oficial’ –esa que promueven los gobiernos autoritarios urgidos de una hojita de parra para no mostrar toda su impudicia ante el mundo democrático- pasó a estar conformada por los miembros de la mesita de noche y por los arácnidos. A estas facciones hay que sumar dos grupos. Uno en el cual se encuentran núcleos e individualidades que antes se conocían como los ni-ni. La otra ala está integrada por parte de los disidentes del madurismo o chavismo no madurista. Se trata de un mosaico variopinto en el que se mezclan organizaciones minúsculas con distintos puntos de vista e intereses, unidos por el deseo de participar en las votaciones del 6-D.

La abstención será muy alta. Probablemente superior a 70%, según proyectan distintas encuestadoras. Esa cita no despierta ningún entusiasmo. En medio de una crisis tan pavorosa como la desatada por la negligencia y corrupción del gobierno durante los últimos ocho años, resulta imposible que unas elecciones parlamentarias que no significan ningún riesgo para el responsable de la catástrofe generen algún atractivo. Son demasiado insípidas y acomodaticias. El país está deshaciéndose y el gobierno y sus aliados les dicen a los ciudadanos que vayan a sufragar porque el Ejecutivo necesita ponerle un poco de colorete a su desgastada imagen nacional e internacional. Pésimo chiste.

En este ambiente tan negativo, el desencanto no afecta solo al régimen. También golpea la credibilidad de la oposición reunida en torno al rechazo a las votaciones del 6-D. El hecho de no haber acabado con la usurpación, ni haber logrado el gobierno de transición, ni las elecciones libres –metas trazadas a comienzos de 2019- ha averiado la credibilidad en el liderazgo nacional e internacional comprometido con el cambio. Mucha gente piensa que ya pasó el momento de las consultas y debe pasarse a las acciones concretas. Pero, ¿cuáles acciones y quiénes serán los sujetos que las emprendan? Esas preguntas obvias no las responden los escépticos. Ni siquiera se las plantean.

En las condiciones actuales del país y de la oposición democrática, no es mucho lo que puede hacerse. El bloque dominante –conformado por la cúpula del Gobierno, del Psuv, el Alto Mando militar y las bandas irregulares- exhibe una solidez granítica. Esos cuatro factores conforman una corporación bien engranada.

Frente a ese aparente hermetismo es indispensable dar señales de vida. Demostrar que a pesar de que la oposición se ha debilitado, no ha claudicado, ni perdido la iniciativa.

Resulta imperativo enseñarles a los venezolanos que esperan un cambio, a la nomenclatura del régimen que pretende petrificar la situación y a la comunidad internacional que nos apoya, que existe el ánimo suficiente para seguir luchando por unas elecciones libres, justas y verificables. En razón de esta necesidad, considero que las próximas semanas hay que dedicar todo el esfuerzo posible para tratar de que la consulta popular sea exitosa.

Juan Guaidó y algunos pocos dirigentes más han asumido con devoción la tarea de animar la gente para que participe en el llamado. Sin embargo, ese reto titánico no puede ser afrontado solo por un núcleo de vanguardia. Hay que incorporar a la mayor cantidad posible de ciudadanos. El desafío consiste en contrastar el seguro fracaso de la convocatoria del 6-D, con una concurrencia masiva el 12-D a los centros donde se recogerán las firmas para rechazar el bodrio parlamentario y demandar que se realicen tan pronto como sea posible unas elecciones nacionales libres.

Los bielorrusos todavía están saliendo a protestar luego del escandaloso fraude perpetrado hace meses por Alexander Lukashenko. Los venezolanos tendremos que hacer lo mismo porque Maduro pretende atornillarse aún más a Miraflores, convocando unas elecciones que solo persiguen diferir el inicio del ciclo que conduzca a la constitución de un gobierno reconocido por los países democráticos.

La jornada del 12-D y los días previos hay que asumirla con el deseo de demostrar que los demócratas somos la inmensa mayoría. @trinomarquezc

Alida Villanueva, toda una vida en defensa de la cultura popular

El profesor e historiador José Aquino destaca en esta crónica el perfil de la artista Alida Villanueva, una de esas personas que trabaja incansablemente por mantener las tradiciones en la región llanera. Esta destacada ciudadana, graduada en Educación Mención Desarrollo Cultural, en la Universidad Simón Rodríguez, nacida en Cazorla, población localizada al sur del Estado Guárico, es una digna representante con su trabajo en defensa de la diversidad cultural y respeto por las tradiciones, irradiando de esta manera con sus actividades la integración entre los pueblos, como única vía para llegar a una sociedad más justa en que reine la paz y la solidaridad global.

FOTO YOBANI RAMÍREZ | Alida Villanueva: Una mujer llanera, promotora de la cultura popular

Todas las actividades que realizan los hombres cumplen mayormente un beneficio social, con el fin de satisfacer sus necesidades tanto materiales como espirituales a través del tiempo. Son fundamentales para la vida de los pueblos, a través de esos conocimientos, creencias, actividades artísticas, costumbres u otras habilidades adquiridas en la interacción entre de los ciudadanos de una localidad, región, nación o el mundo. Forman parte de la cultura y, es fundamental para el avance del anhelado bienestar en las sociedades .Principalmente si se impulsa desde las comunidades, escenario más propicio para la compartir todas sus creaciones.

Así nace, la cultura popular tan necesaria para fomentar y difundir todo ese conjunto de manifestaciones artísticas y folklóricas, que emanan directamente del sistema de creencias, valores y tradiciones de los pueblos ,en momentos en que el modelo de globalización impuesto por los dueños del capital , quieren impulsar mediante la uniformidad de actividades a escala mundial o planetaria, con la única finalidad del beneficio monetario para sus corporaciones , en detrimento de las creaciones realizadas por los habitantes de las comunidades y las regiones , con el interés máximo de vender masivamente sus productos ,tanto materiales como intelectuales.

Por tal motivo, los cultores son indispensables para preservar la identidad cultural de las comarcas .Una de esas personas que trabaja incansablemente por mantener las tradiciones es la licenciada Aída Villanueva. Esta destacada ciudadana, graduada en Educación Mención Desarrollo Cultural, en la Universidad Simón Rodríguez, nacida en Cazorla, población localizada al sur del Estado Guárico. Zona dedicada a la actividad ganadera con una particularidad artística formada desde la ocupación española durante el periodo colonial. Asumió el compromiso por vocación de trabajar en el área pedagógica, en las que combina su actividad docente, con la de socialización e investigación en diferentes centros de enseñanza de los niveles de Primaria y Secundaria de la Villa de Todos Los Santos de Calabozo, en la modalidad de bailes típicos y demás artes escénicos. Desde su etapa de infante pudo demostrar sus aptitudes, lo que motivó a cursar sus estudios relacionados con esta habilidad con el fin de perfeccionar y desarrollar su carrera profesional desde esta orientación.

Es necesario señalar que esta excelente educadora, no tiene solamente un gran dominio de las distintas formas expresivas, físicas, emocionales y de movimiento para los bailes tradicionales, sino que desde el punto de vista didáctico las sabe trasmitir a su alumnos .Muchos de sus estudiantes han representado con éxito en diferentes festivales y encuentros , tanto local y regional para satisfacción de esta docente en el logro de los objetivos propuestos, la institución escolar, así como también la comunidad que se deleita con las representaciones artísticas . Esta digna pedagoga socializa su sapiencia y habilidades en foros , talleres o en cualquier encuentro con el propósito de difundir y preservar este arte del zapateo tradicional , en sus diferentes manifestaciones en momentos en que otras danzas las quieren imponer para sustituirlas por una modalidad descontextualizada de la región . Realiza también investigaciones sobre las distintas peculiaridades del Joropo en el Estado Guárico y otras regiones del país, con el fin de difundirlo no solamente a sus educandos, sino también para que los promotores culturales de la localidad los conozcan y ejerciten.

Esta destacada emprendedora y promotora cultural no solo sobresale en la modalidad del baile tradicional, sino , también elabora manualidades de larga tradición ancestral, como el de tejer hamacas o Chinchorros ,en los diferentes tipos de hilos, tal como nuestros aborígenes los realizaran antes de la ocupación del territorio por parte de los españoles y posteriormente los usaran los llaneros , para descansar o para hospedarse en cualquier sitio.Del mismo modo esta artista ,sobresale en el arte de modelar distintas figuras y utensilios de arcilla ,demostrando alta capacidad para realizar dichos objetos por su excelente técnica en realizar esta expresión plástica.

Esta laboriosa artista llanera, toma en cuenta las tradiciones heredadas por los antepasados, en la elaboración de productos artesanales, como es el caso de la del jabón de la tierra, para uso la de higiene personal y el lavado de determinados objetos. De esta manera, se preserva una tradición que ha pasado de generación en generación de la cual esta destacada educadora, especialista en la rama cultural se interesa en mantener y difundir tanto para sus educandos, como para los diferentes centros educativos donde ha laborado. De igual forma se han beneficiados las comunidades con los cursos y talleres que imparte de manera desinteresada cuando a bien la soliciten.

Esta guariqueña, es una prominente cultora del velorio de Cruz de Mayo ,una de las festividades más importantes de la religiosidad popular en Venezuela ,no solamente en la organización de dicho acto ,que consiste en la ornamentación del saltuario ,sino también como participante en las diferentes actividades de la celebración, reflejadas en juegos, cantos, oraciones y alabanzas en honor al símbolo más representativo de la religión Católica .

Toda esta actividad realizada por esta educadora, en aras de resaltar las manifestaciones de la cultura de la región, de la misma manera de su preservación y difusión en tiempos que las tendencias hegemónicas de la globalización o mundialización, quieren ejercer su dominio con una cultura única. Alida Villanueva, es una digna representante con su trabajo en defensa de la diversidad cultural y respeto por las tradiciones, irradiando de esta manera con sus actividades la integración entre los pueblos, como única vía para llegar a una sociedad más justa en que reine la paz y la solidaridad global. <7p>


José Aquino es doctor en Ciencia de la Educación, historiador y promotor cultural. Profesor Titular Jubilado de la Universidad Rómulo Gallegos, estado Guárico. Venezuela

El Llano Magnificado y disminuido

Adolfo Rodríguez 

 

ILUSTRACIÓN: Al sur de las Mercedes del Llano (Foto de ARR).

La ardua empresa de comprender a Venezuela debe mucho a los positivistas. Sobre todo a Laureano Vallenilla Lanz (10-11-1870 * 16-11-1936). Se esmera en despejar a fondo aquella maraña de desolaciones que deja el siglo XIX y saca sus conejos del sombrerito del determinismo. Aunque se esfuerza en demarcarse de etiquetas: “La historia, como la vida, es muy compleja. No la historia inspirada en el complejo simplista que sólo ve en nuestra gran revolución la guerra contra España y la creación de nuestra nacionalidad, sino la que profundiza en las entrañas de aquella espantosa lucha social, estudia la psicología de nuestras masas populares y analiza todo el conjunto de deseos vagos, de anhelos imprecisos, de impulsos igualitarios, de confusas reivindicaciones económicas, que constituyen toda la trama de la evolución social y política de Venezuela” (Vallenilla L, 1991, p. 75).

Sus meritorios esfuerzos representan, por lo tanto, sondas husmeando en ese temerario compromiso de descomponer y reconstruir lo inasible. Sus vislumbres repuntan finalizando el siglo XIX y resuenan aún en el destartalado XXI. Ratificado, discutido, rechazado, poco evadido, procede situarlo en su tiempo, ciertas tradiciones, insistencias; degustarlo a partir de los derroteros por donde insólitos traspiés ha dado el país. Lectura que me permito desde ese llano y esos llaneros que alborotan en su obra.

Una suerte de causalidades vincula fuertemente alrededor de ese par mítico: la asociación caballo y llanura con lo que denomina bandolerismo. Y la de éste con el caudillismo y el gendarme necesario. Cadena de negatividades que culmina en una presunción, no siempre ejercida gloriosamente.

En conferencia dictada en el Círculo de Bellas Artes de Caracas, el 1 de agosto de 1914, con afirma, sin ambages, la idea de Venezuela como estructura supranacional ya cumplida: ”Hablemos de sociedad, pueblo, Nación, Estado (…) cual fuere muestra formación étnica, Venezuela constituye una entidad Social, psicológica y política perfectamente definida aun comparándola con las otras naciones Hispano-América. Existe el tipo venezolano como existe una sociedad, un Estado, una Nación venezolana. Y me atrevo a afirmar que el sentimiento de nacionalidad y de Patria, la “solidaridad orgánica”, se hallan entre nosotros tan fuertemente arraigados y tan sólidamente establecidos como en cualquiera de las viejas nacionalidades que son la resultante de un proceso secular, a pesar de nuestro mosaico étnico y de nuestra corta edad”.

Conviene en que todos los venezolanos “tenemos algo de llanero”. A cuyo efecto un presunto individualismo y subsecuente caudillismo nacional dimanantes “del modo de vida gestado en el medio físico llanero”. Temeridad que esgrime ya en 1919: “en Venezuela, aun los que nacemos en las cordilleras y las costas tenemos algo de llaneros (1930, p. 344). La circunstancia histórica derivándola de un factor: “el caudillismo nacido de las patas de los caballos empujó violentamente la evolución igualitaria e impuso al país el sistema efectivo de Gobierno por encima y casi siempre en contra de las constituciones importadas” (p. 349).

Desprendiendo, también, distintivos nacionales, más o menos de índole permanente: “en aquellas hordas semi-bárbaras existían los gérmenes poderosos que habrían de determinar los rasgos inconfundibles del Carácter Nacional” (p. 353). “en los países de llanura, como el nuestro, donde la gran parte de la población se había conformado en la vida pastoral y nómada, con todos sus caracteres de individualismo y de barbarie, la revolución asumió fases tan sangrientas, su ferocidad llegó a tal extremo, que las relaciones de aquellos días pavorosos parecen páginas arrancadas a los historiadores que más dramáticamente han descrito la invasión de los bárbaros germanos” (1956 (1921): 84-85).

Cierto “individualismo bárbaro característico de los pueblos pastores” patentizado en “aquel estado de anarquía espontánea”, extensivo a toda Hispanoamérica, “con manifestaciones más bárbaras y sangrientas, más individualistas e igualitarias en aquellos donde prevalece la llanura y la vida pastoral se había desarrollado con todos sus caracteres disgregativos, constituyendo grupos o clases nómades, antagónicos, sin sujeción posible a ningún régimen regular de gobierno, uniéndose ocasionalmente bajo la autoridad temporal de un caudillo, “para llevar a todas partes, a su paso, el terror y la devastación ” (Ib., pp 85-87)

Pormenores, cuyo origen remonta a una de las modalidades en que se forma el llanero de la Orinoquia colombo-venezolana: el caballo y la llanura. Configuración o “constitución geográfica” que le endosa “consecuencias necesarias y fatales”, de acuerdo con teorizaciones euro céntricas que lo asisten:

“Donde existen llanuras y caballos existen bandoleros, asienta Hellward y Schweiger, refiriéndose a lo que aún hace pocos años sucedía con los nómadas de la Mesopotamia respectos a las autoridades turcas, pone a las claras la situación de los llaneros venezolanos en la época colonial y da la clave de los sucesos posteriores...” (1952): 111). Apoyado en Sarmiento, para quien “Es un axioma de sociología americana, el postulado de que en Hispanoamérica el Caudillismo surgió de las patas de los caballos”. Induciéndolo a establecer que “Los pueblos pacíficos y sedentarios no producen caudillos militares” (IBID, pp. 161, 218).

“acción fisio-psicologíca impuesta por el medio...” (1953 (1930) : 171). El papel jugado por los llaneros en el proceso de la independencia, le permite inferir peso decisivo “en el desarrollo histórico de Venezuela” por esas potencias instintivas”. Insistiendo que “en aquellas hordas semi-bárbaras existían los gérmenes poderosos que iban a determinar los rasgos inconfundibles del Carácter Nacional...” (IBID: 188). Y remachando que “el individualismo surgido de las ruinas de la sociedad colonial impuso un elemento de gobierno”, que denomina “el patrocinio militar, la supremacía del más fuerte, del más sagaz, del más vigoroso, del más valiente”, vínculo que “sin destruir la libertad individual ni la igualdad característica de los pueblos pastores… estableció sin embargo una subordinación jerárquica de donde surgió también, como en la Edad Media europea, nuestro feudalismo caudillesco…” (1958 – (1921) : 88).

Presupuesto que amplía en 1929 para legitimar, a partir de principios doctrinarios aportados por Taine, el imperio de gendarmes electivos o hereditarios “de ojo avizor, de mano dura, que por las vías de hecho inspira el temor y que por temor mantiene la paz” (1952 (1929) : 119).

BIBLIOGRAFÍA BÁSICA CONSULTADA 

VALLENILLA LANZ, Laureano Cesarismo Democrático. Caracas, Tipografía Garrido, 1952. VALLENILLA LANZ, Laureano Crítica de sinceridad y exactitud. Caracas Ediciones Garrido, 1956 VALLENILLA LANZ, Laurean Disgregación e integración. Caracas Tipografía Garrido, 1953. 

ILUSTRACIÓN: Al sur de las Mercedes del Llano (Foto de ARR).

El inesperado Adiós de Felipe Hernández

El historiador y profesor universitario, José Manuel Aquino, recuerda la trayectoria vida del doctor Felipe Hernández González, Cronista Municipal de la Ciudad de Valle de la Pascua, recientemente fallecido en aquella localidad. En este artículo, Aquino repasa las dimensiones de este gran hombre de la cultura guariqueña desde su actuación como gremialista, docente e historiador reconocido.

In memoriam

Por José Manuel Aquino H.

El día sábado 3 de octubre de 2.020, en horas de la noche, las redes sociales estuvieron activas en el ambiente académico por la región llanera, con la noticia del deceso del insigne profesor universitario e historiador Doctor Felipe Hernández. La nota luctuosa fue difundida por el cronista de Ortiz, profesor Fernando Rodríguez Mirabal. A Felipe lo conocía desde su estancia en la ciudad de Valencia, cuando él cursaba estudios en la Facultad de Educación de la Universidad de Carabobo, a mediados del año 1.977, cuando quien escribe entró a cursar el tercer semestre en la especialidad de Ciencias Sociales en dicha institución. A partir de ese tiempo, comenzó un inquebrantable aprecio. Desde esa época se destacó por su alto grado de solidaridad con sus compañeros de curso y, especialmente, por el equipo de estudio integrado por Gloria Salinas, José la Gruta, Raúl Ruiz, Arturo Franceschi y Coromoto Domínguez. Demostrando no solamente su camaradería sino también el interés por la formación intelectual del colectivo. En los lugares de esparcimiento y en la biblioteca aportaba no solo sus conocimientos a cualquier otro estudiante que le solicitara su asesoría; también, de manera, desinteresada prestaba sus libros para cualquiera que los necesitase.

Por otra parte, debemos destacar la más firme disposición por obtener una buena formación; por eso, constantemente, lo encontrábamos participando en talleres y foros que el Departamento de Ciencias Sociales programaba, con el fin de despertar el interés del estudiantado en el mejor desarrollo de su consecución académica y es, precisamente, en esos encuentros en que Felipe asistía regularmente conjuntamente con su equipo de estudio y ocupaban los primeros puestos de los eventos cuando floreció la amistad; de ahí radica su éxito como buen estudiante, porque ese intercambio de ideas le permitía no solo orientarse sino también averiguar más de los temas tratados. Así que al concluir su período académico acumuló excelentes calificaciones y una preparación tanto académica como intelectual que le generaría posteriormente ser un eficiente catedrático y un destacado investigador en la rama de las Ciencias Sociales.

Una vez obtenido el título de Licenciado en Educación, Especialista en Ciencias Sociales, con un excelente promedio que le garantizó estar ubicado en el primer tercio de su promoción de 1.981, con la opción de quedarse laborando en la Facultad de Educación de la Universidad de Carabobo, decide volver a su terruño, porque siempre consideraba que en la entidad guariqueña había oportunidades para laborar en Educación Superior en algún momento; porque la economía estaba en expansión debido al aumento de la actividad agropecuaria, en esa parte de la región llanera a través de la siembra de maíz y sorgo y esta demandaba todo tipo de servicios y especialmente el educativo, necesario para impulsar el bienestar de los pobladores. Su primera experiencia docente la tuvo en la Escuela Granja de San José de Tiznados, para luego laborar en la instituciones de Educación Media, Diversificada y Profesional de su ciudad natal, Valle de la Pascua, donde demostró su alta capacidad en el desempeño de su actividad docente en esa modalidad educativa, que le permitió por su currículo ganar un concurso para trabajar a nivel universitario.

Es necesario señalar que en ese lapso de tiempo, mientras Felipe Hernández, trabajó en Educación Media, incursionó en la actividad gremial como miembro activo de la directiva del Colegio de Licenciados en Educación en el Estado Guárico, acompañando a la Licenciada Azucena López de Álvarez en la conducción de dicha organización a mediado de los años 80, destacando logros importantes en el mejoramiento de las condiciones laborales de sus colegas. En su gestión, también, se consiguió aumentar considerablemente el número de agremiados a dicha corporación en Valle de la Pascua e incorporarlos al seguro corporativo de asistencia médica que promocionaba dicha agrupación, demostrando de esta manera la alta capacidad de liderazgo y de convocatoria para el logro de los beneficios sociales de sus colegas de Educación Media.

Un nuevo reto para este destacado paladín de la educación guariqueña, a finales de la década de los años ochenta del pasado siglo, forma parte del cuerpo profesoral del Núcleo de la Universidad Simón Rodríguez. En esa institución de Educación Universitaria desarrolla toda su capacidad tanto intelectual como gerencial al servicio de la comunidad vallepascuense, destacándose por su alto nivel de eficiencia y eficacia en el aula, al igual que en la realización de cursos de extensión universitaria, lo que le permitió recorrer la región actualizando los conocimientos a los miembros del magisterio regional y al mismo tiempo realizó una amplia actividad investigativa, específicamente en la reconstrucción histórica regional y local, ascendiendo al escalafón de Profesor Titular, cumpliendo así con los estándares de un excelente profesor universitario a nivel de pregrado y postgrado mediante el cumplimiento de las actividades de docencia, extensión e investigación universitarias, su éxito de gestión radicó en su permanente interés por perfeccionar el conocimiento. Realiza estudios de maestría y doctorado con gran esfuerzo, al tener que trasladarse desde su localidad, a la capital de la República para cursar y obtener el grado académico de Magister y luego el de Doctor en Historia en la Universidad Santa María.

Es necesario señalar asimismo que este docente también sobresalió en el campo de la gerencia universitaria al desempeñar con acierto la Dirección del núcleo en la institución mencionada durante el lapso establecido, cuando pudo demostrar su capacidad administrativa al valorar principalmente al personal del centro educativo, dando óptimos resultados de su gestión, a través de su marcado liderazgo que permitió llevar a feliz término una excelente planificación, organización, control y dirección de las actividades académicas.

Es importante hacer referencia de manera precisa y explícita de su gran labor investigativa en la reconstrucción de los procesos históricos, desde la matria o patria chica parafraseando al historiador mexicano Luis González. Es la microhistoria de su localidad el interés de este historiador, en indagar la relación temporoespacial mediante su excelente manejo de categorías para presentar los hechos desde una visión de totalidad, al estudiar los momentos del acontecer regional, local y parroquial. En sus escritos está reflejado su estilo de concebir la memoria colectiva de los pueblos, justificando debidamente la importancia del tema a tratar, acompañado siempre de un tratamiento en el buen uso de los tipos de fuentes, en cada una de las particularidades de estudio con el fin de analizar o rehacer el hecho dentro de un contexto espacial. Todas estas consideraciones antes señaladas fueron tomadas en cuenta a la hora de la designar cronista de la ciudad, por parte de la Cámara Municipal del municipio Leonardo Infante, por muerte del doctor Luis Fernando Melo, que antes había relevado al presbítero Rafael Ángel Chacín Soto.

Ante esta designación, como buen llanero de tener la responsabilidad al asumir todos los compromisos que se le presenten, se dedica a cumplir sus funciones como cronista de la entidad municipal, tal como lo estipula la Ordenanza Municipal y los estatutos que rigen la Asociación de Cronistas de Venezuela del cual era miembro activo. Le imprime su estilo personal al cumplir sus funciones inherentes a tal designación, que consiste no solamente en investigar, sino también en recabar, registrar y publicar los hechos y procesos de ese espacio, al igual que ser un celoso guardián en la preservación de la memoria colectiva y del patrimonio cultural de la localidad.

Todas estas disposiciones las cumplió a cabalidad, dejando honda huella en el acontecer historiográfico de las parroquias, la localidad y la región. Su libro Valle de la Pascua, en los llanos del Guárico (1725-2000), es una lectura obligada para conocer la historia de la ciudad llamada por los poetas la princesa del llano. Del mismo modo, la obra titulada Espino y Parmana (Crónicas y Apostillas).También debemos destacar las innumerables trabajos de investigación presentados en los diferentes encuentros de Historia Regional y Local en la Entidad guariqueña y en otros estados del país, en representación del Municipio Leonardo Infante.

De igual manera, gran cantidad de sus trabajos se encuentran insertos en los distintos portales de internet especializados en temas históricos, en el estado Guárico, entre los que se destaca el de Historiografías y Fuego Cotidiano y también aparecen en el diario digital Notipascua, sin dejar de mencionar que en su red social facebook se podrá comprobar la calidad de sus investigaciones con lenguaje sencillo los hechos históricos, aportando de esta manera con su conocimiento e integridad en el ejercicio de la escritura, calificativos expresados por el cronista, Alberto Pérez Larrarte en un encuentro de Historiadores en la ciudad de Barinas, en diciembre de 2.008 titulada: Ponencia para un libro de Felipe Hernández.

Es un serio revés para el haber historiográfico venezolano y la cultura guariqueña este inesperado adiós de Felipe Hernández, tal como lo expresara el Doctor Adolfo Rodríguez al conocer la noticia, pero su obra estará para ser estudiada y difundida a profundidad, tanto en su labor como docente como también en la de sus investigaciones históricas. Por tanto, es un paradigma a seguir para las nuevas generaciones por su entrega, sencillez y vocación de servicio para la cultura guariqueña. Por tal motivo, los próximos encuentros de Historia Regional de Historia deben ser propicios para estudiar su legado y trascendencia para la actividad académica a nivel regional y nacional.

Adelfo Morillo escribe en una de las páginas de la bitacora Calabozo tierra de dios Platón en el Diálogo Simposion, El Banquete, hace hablar a Sócrates, su maestro y a Alcibíades también discípulo de Sócrates, y sendos discursos expresan el invalorable tesoro de la amistad, vaya esta memoria de tiempos griegos, para enaltecer al amigo que se ha ido…

Roso Vilera, una lanza en Carabobo

Uno de los próceres de la Independencia de Venezuela, natural de Ortiz, fue el Comandante Roso Vilera. Peleó en el ejército de José Antonio Páez, en Carabobo; y casó con la nieta de una prima del escritor costumbrista venezolano Daniel Mendoza, también nativo del pueblo de Casas Muertas. Su consorte se llamó Juliana Moreno Hurtado.

Por José Obswaldo Pérez

La vida y las actuaciones del Comandante Roso Vilera se sumergen en unas breves líneas de su Hoja de Servicio como Ilustre Prócer de la Independencia de Venezuela. Este joven llanero se convirtió en una importante figura militar nativa de Ortiz. Aunque no sabemos con claridad en qué año nació ni quiénes fueron sus padres. Sin embargo, se señala que fue hijo natural de María Antonia Vilera. Fue hombre de lanza y heroísmo. Desde 1812 formó parte del afamado Escuadrón de Ortiz, conformado por jóvenes orticeños que respondieron al llamado del cumplimiento del decreto de la Ley Marcial y las instrucciones del general Francisco de Miranda, llamado el generalísimo y comandante en jefe de las tropas patrióticas del país. Dicha convocatoria consistió en reclutar varones entre trece y sesenta años de edad para incorporarse al Ejercito Libertador.

Se trataba de un batallón de lanceros de la “mejor gente” lugareña de Ortiz. Contó con fuero de guerra y fue organizado y entrenado por el sargento José Manuel Olivares, bajo las órdenes del Coronel Luis Santinelli. Estaba conformado por unos 50 hombres aguerridos y patriotas. El brigadier español Domingo Monteverde y Eusebio Antoñanzas los acusó de “insurgentes” y quizás sea esta la razón porque Ortiz pagó con sangre su afrenta al ejercito realista con la toma de la localidad en 1812. Un hecho de la Guerra Magna en nuestra jurisdicción guariqueña que tiene una gran importancia historiográfica por la postura colectiva de sus habitantes frente al conflicto bélico. Dos años antes, La Gaceta de Caracas anunciaba que los pueblos del Guárico se habían abrazado a la causa independentista. Después vinieron las retaliaciones y muchos fueron los sacrificados.

Cuando Ortiz ardió en llamas, por provocación de las fuerzas realistas, era este pueblo distrito, perteneciente a la Villa de Todos los Santos de Calabozo o el llamado Cantón Sur del Departamento San Sebastián de los Reyes, tal como lo expresaba la primera Constitución venezolana, sancionada el 31 de enero de 1812. Precisamente, la población estaba floreciente y su crecimiento demográfico desde 1780 a 1813 era ascendente. Para esta última fecha, alcanzaba aproximadamente 2.000 habitantes, la cual estaba discriminada de la siguiente manera: 58% era gente blanca, 19 % mestizos (entre indios y negros), 15% pardos libres y 8% esclavos.

De ese universo étnico son aquellos hombres integrantes del Escuadrón de Ortiz pertenecieron a una geografía rural, cuyo paisaje albergaba el crisol de la insurgencia contra la opresión española. De una toponimia agraria basada en una estructura monoproductora, sustentada en la explotación de peones en los hatos y haciendas ganaderas. Entre estos individuos se citan a los hermanos Mujica, Santos Utrera, Miguel Antonio Pérez, Manuel Maldonado, Policarpio Díaz, Francisco Salgado, José Francisco Ramos (Capitán de Caballería), Antonio Mariam (Celador de Alta Policía), José Francisco Rodríguez, Evaristo Montenegro, Vicente Pérez, Remigio Tovar, León Ochoa, Vicente González, Antonio Tovar y otros. Todos naturales de Tigüigüe, Mesa de Paya, Los Cartoncitos, El Roble, Las Patillas, Puepe, Mapire, San Antonio y Cañafistula (Alfonzo, 1982; pp.21-22).

Roso Vilera debió ser de Mesa de Paya. Apellido que se funda mediado del siglo XVIII, en el Paya Abajo – recuérdese que existía Paya Arriba, en la actual Parapara-. Después de la pérdida de la primera República en manos del generalísimo Miranda, Vilera se alistó en el ejército del general José Antonio Páez. A su lado participa en la campaña libertadora del centro con ímpetu de luchador hasta el año 21, cuando llegó a la Batalla de Carabobo. En su participación militar logró conquistar el grado de Capitán. Más tarde, en Valencia, el 28 de noviembre de 1826, obtiene el grado de Teniente Coronel, graduado en Caballería (Dávila, 1924).

En julio de 1835, Vilera es uno, entre los orticeños, que acude con el Escuadrón al Hato San Pablo -en la jurisdicción de Ortiz-, propiedad del expresidente y general Páez, donde el Centauro lanza una proclama para enfrentar a los militares que se rebelan contra el poder civil del presidente José María Vargas, en la conjura conocida como la Revolución de las Reformas (Rodríguez, 1994; p.84; Arráiz, 2007; p.32). Desde este hato, Páez se puso en marcha para dominar la situación y restablecer el hilo constitucional. Por ello, el gobierno de Carlos Sublette, el 25 de abril de 1837, lo asciende a primer Comandante con mando en dicho escuadrón. Más tarde, el 12 de abril de 1839, en el segundo gobierno Páez le concedió letras de retiro con goce de sueldo.

El Comandante Vilera contrajo matrimonio en la Iglesia Parroquial de Santa Rosa de Lima de Ortiz, el 17 de septiembre de 1823, con Juliana Moreno Hurtado, hija legítima de Dámaso Moreno Mendoza y Rosa María Hurtado. Su mujer era nieta por línea paterna de doña Micaela Mendoza y Ramos, madre de Dámaso y hermana de José del Sacramento Mendoza y Ramos, padre del poeta y escritor costumbrista venezolano Pedro Daniel Mendoza García, también nacido en Ortiz, y mejor conocido como Daniel Mendoza (1823-1870), autor de "El Llanero en la Capital", publicado en el folleto Flores de Pascua, en 1846.

Entre los hijos de la pareja Vilera-Moreno cuenta con Rita Vilera Moreno, quien casó en la Iglesia Parroquial de Santa Rosa de Lima de Ortiz, el 6 septiembre de 1847, con su pariente Antonio Moreno Sierra, hijo de Juan José María de la Concepción Moreno y de Dolores Sierra. Antonio muere en la Parroquia Santa Rosa de Lima de Ortiz, el 20 de enero de 1857 y doña Rita lo hace en 1861, dejando huérfanos a tres hijos aún pequeños: Evarista, Ana Julia y Adolfo Moreno Vilera.

La mayor de los Moreno Vilera, doña Evarista- nieta de Roso Vilera- esposó en la Iglesia Parroquial de Santa Rosa de Lima de Ortiz, el 18 de junio de 1869, con Fernando Antonio Rodríguez Vargas, hijo de Aniceto Rodríguez Vargas y de María de Jesús Vargas. De esta pareja surge la prodiga familia Rodríguez Moreno, donde provendrán dos figuras destacadas del Ortiz contemporáneo: Nicanor y Arturo Rodríguez, ya fallecidos.

Evarista murió el 8 de septiembre de 1924, a la edad de 80 años, viuda. Fue sepultada en el Cementerio General de Ortiz, con solemnidad y con la Extremadura oficiada por el párroco Francisco Javier Peña. Sobre sus hermanos, sabemos que Ana Julia contrajo matrimonio con Ramón Loreto Pérez, hijo de José de Jesús Loreto Pérez y María Escolástica Pérez López; y de Adolfo aún desconocemos datos de su vida.

En la Casa de los Rodríguez-Moreno – en la vieja Casa de Baranda, ubicada en la Calle del Ganado o Calle del Llano (hoy avenida Dr y Gral Roberto Vagas)- las hazañas de la Guerra de la Independencia habían quedado guardadas en la memoria de doña Evarista Moreno Vilera, mujer férrea, locuaz y memorialista. En su sangre tuvo el linaje de aquellas familias mestizas, provenientes de Valencia, Cojedes y San Sebastián de los Reyes que se establecieron en Ortiz, desde tiempo coloniales. De ella supimos de la memoria viva de don Nicanor Rodríguez, quien nos contó en largas horas del mediodía aquellos anécdotas que venían del más allá. Supimos oírlos gratamente con detenimiento y como un buen sastre de la Historia, entre deconstrucción y reconstrucción, se fueron armando aquellos recuerdos del olvido.

El comandante Roso Vilera murió en Guaderrama, cerca de Barinas y su esposa obtuvo en el año de 1847 una pensión de viudez, refrendada por el Ejecutivo Nacional en el 52 y 67. En el año 1874, doña Juliana Moreno Hurtado hizo una nueva solicitud.

Fuentes bibliográficas

ALFONZO VAZ, CARLOS (1982): Los Muxica Guariqueños de la Independencia. San Juan de los Morros: Editorial Los Llanos.

ARRAÍZ LUCCA, RAFAEL (2007). Venezuela: 1830 a nuestros días. Caracas: Editorial Alfa.

DÁVILA VICENTE (1924). Diccionario Biográfico de Ilustres Próceres de la Independencia. Suramericana. Tomo I y II. Caracas.

PÉREZ A, JOSÉ OBSWALDO (2010, 19 febrero). Roso Vilera. San Juan de los Morros: Diario El Nacionalista, p.5

RODRÍGUEZ, ADOLFO (1994): El estado Guárico. Orígenes, Mundo y Gente. San Juan de los Morros: Ediciones de la Comisión regional Conmemorativa del V Centenario del Encuentro de Dos Mundo.

Julián Mellado Lineros, sombrereño, paladín de la Independencia

Julián Mellado participa activamente en  La  Campaña  del  Centro, en los primeros días  del mes de febrero, con la acción de la toma de las Flecheras, en Apure, a las órdenes del comandante Julián Infante; con el grado de capitán participará seguidamente en la batalla de Villa de Calabozo, cuando los patriotas logran sorprender y  vencer  al  mariscal Pablo Morillo

Por José Manuel Aquino H

 

 E stamos  celebrando  230 años del nacimiento de este  prócer  de la independencia, nacido  en  Barrancas, predio aledaño a la población de El Sombrero, el 14 de septiembre de 1.790. En tiempos en que dicho poblado, fundado en las primeras dos décadas del siglo XVIII, gozaba de un relativo bienestar para los propietarios de las tierras a las márgenes del río Guárico, tal como lo describe el historiador José Antonio De Armas Chitty y también  el obispo Mariano Martí  en su  visita pastoral a esta localidad durante el mes de febrero de 1.783, cuando daba cuenta de  no solamente del acontecer religioso, sino también en el orden social referente a la convivencia de las distintas castas. Así como también el desarrollo de la actividad económica representada en  producción agrícola, donde se destacaba el cultivo del tabaco entre otros rubros y la cría de ganado, que va a ser de gran utilidad para comprender las aptitudes y comportamiento  personal de este destacado patriota durante  el desarrollo de su  vida.

    Este destacado patriota, hijo de José Julián Mellado y de Ana Josefa Lineros, perteneciente a la condición  social de los  pardos, la cual tenía sus limitaciones de acuerdo al orden estamental, impuesto durante el período colonial; por lo cual, se  forma en un ambiente de trabajo  agropecuario desde temprana  edad en las riberas del río Guárico,  que le permitió  aprender las  faenas de ese ambiente llanero, especialmente en manejar con destreza la conducción de los caballos para los distintos trabajos del quehacer diario, que le van a ser de  gran utilidad cuando se convierta en  soldado de la causa republicana.

Julian Mellado

     Llegamos al año 1.813, en plena guerra de independencia, una vez consumada la pérdida de la Primera República por parte del ejército patriota y los intentos de Simón Bolívar por retomar la lucha por la independencia con la Campaña Admirable, ganando batallas sucesivas  sobre la  fuerza armada realista, dirigida por Domingo Monteverde, obligándolo  a replegarse y reagruparse. Nos  encontramos con el Capitán Francisco Rosete, de origen canario que  va a cumplir  órdenes  de sus superiores por el bando de los partidarios de la Corona de reclutar soldados para su causa, así llega a la población de El Sombrero  a  cumplir con  esa misión. Mellado tenía la firme convicción de permanecer en las filas de los representantes del Rey de España, ingresa a dicha tropa, pero ese  mismo día de presentarse al batallón militar, ocurre un hecho inesperado que va cambiar con sus planes, como miembro de la milicia monárquica.

     El altercado de un oficial de la tropa realista con un anciano, que en ese momento se estaba despidiendo de sus dos  hijos  de dicha milicia. Mellado reaccionó de inmediato a detener la acción del soldado  agarrándole su mano, al momento de  agredir al señor entrado en años y asestarle un fuetazo al agente y salir con los dos jóvenes del sitio de concentración, tal como lo reseña la historiografía de  dicho incidente. Este hecho digno de resaltar el alto grado de sensibilidad  social de este patriota, contra el maltrato físico y demás  vejámenes realizados por los partidarios de la  corona española al pueblo para intimidarlo. Actos como estos y muchos más atroces y sanguinarios motivaron durante ese tiempo al Libertador, Simón Bolívar, a emitir el Decreto de Guerra a Muerte el  15 de junio de 1.813 contra los partidarios de la Corona Española.

    A consecuencia de  esta acción, Julián Mellado  y los dos jóvenes del altercado se incorporan  al ejército patriota, a la orden en primera instancia para ese tiempo del capitán  Julián Infante, oficial   perteneciente a las fuerzas de combate del coronel Pedro Zaraza, donde aprenderá todo  lo relacionado con la organización militar, empezando por obtener el valor de la lealtad al código  castrense, expresado en la fidelidad a sus jefes, y a las leyes establecidas en el estamento marcial; de  igual manera, adquirió el compromiso con sus compañeros del ejército por la causa republicana y esto va a contribuir a  elevar su patriotismo por una causa justa, la independencia de España y el  bienestar social  para los  conciudadanos.

    Este accionar cotidiano generó en este prócer el deseo de luchar incansablemente por esos ideales. Su primera incursión guerrera fue en la batalla de San Marcos por los predios de la población de Villa de Calabozo, en diciembre de 1.813, donde el ejército republicano es vencido por José Tomás Boves, que comienza a tomar protagonismo a partir de ese encuentro bélico,  mediante asesinatos, saqueos y quema de propiedades por parte su tropa conformada por llaneros de  El Rastro  y luego de distintos lugares por donde pasaba  con su ejército. Esta derrota no amilana a este destacado soldado sombrereño. Sigue a las órdenes  del comandante Infante y luego  del coronel Zaraza  incursionando con valor y coraje por tierras del  oriente  venezolano  en 1.814, donde participa activamente en la Batalla de Urica, obteniendo el grado de alférez. En  ese encuentro bélico las fuerzas republicanas son vencidas por el sanguinario militar  asturiano Boves, que muere en  el  enfrentamiento de un lanzazo que impacta su cuerpo.

    En el año 1.815, después de haberse perdido la Segunda República los partidarios de la independencia se dispersan. Los principales jefes militares estaban  exilados  en las islas del Caribe esperando el mejor momento para continuar sus propósitos liberadores. Mellado, por su parte, sigue a las órdenes en ese momento del coronel Pedro Zaraza. Se refugian por las riberas del Orinoco. En esa zona se enfrentan a la tropa realista en Manapiare, sitio perteneciente al hoy Estado Amazonas, obteniendo una victoria en dicha incursión. Luego  cumpliendo órdenes de su superior acompaña  al comandante  para esa época Julián Infante en las distintas actividades bélicas  por dicho territorio. El siguiente año lucha con arrojo y valentía  al lado de los generales   Gregorio Mac Gregor y Manuel Piar en los combates de Quebrada Honda y los Alacranes respectivamente que le permitieron ganar  el grado de teniente, por su  alto desempeño en  dichos encuentros, luciéndose y destacándose este héroe de la patria por sus habilidades para manejar la lanza contra sus enemigos.

       Una vez consumada la victoria del ejército patriota en la provincia de Guayana, con la batalla de San Félix en el mes de abril de 1.817, el Libertador, Simón Bolívar, se propuso como meta la Campaña del Centro, para  llegar a la ciudad de Caracas. El operativo se dio inicio en los primeros días de septiembre, Julián Mellado estaba  en ese entonces a  las órdenes del general Pedro Zaraza, que se encontraba por los lados de  Villa de Calabozo, con la misión de esperar la entrega de caballos y municiones provenientes de Angostura, hoy Ciudad Bolívar. Pedro Zaraza desobedece la orden del Libertador  de no atacar a sus contrarios, se enfrenta en los primeros días del mes de  diciembre  al  comando  realista, en La Hogaza, dirigido por el brigadier Miguel de La Torre, que le imprime una costosa derrota para los patriotas con la pérdida de soldados y arsenal  de guerra. Obligado  con  este  percance el ejército partidario de la independencia retarda  los planes propuestos de la Campaña del Centro  de  llegar a la ciudad de Caracas, hasta comienzos del nuevo año.

 

    Este destacado patriota de la independencia, Julián Mellado participa activamente en  La  Campaña  del  Centro, en los primeros días  del mes de febrero, con la acción de la toma de las Flecheras, en Apure, a las órdenes del comandante Julián Infante; con el grado de capitán participará seguidamente en la batalla de Villa de Calabozo, cuando los patriotas logran sorprender y  vencer  al  mariscal Pablo Morillo, hasta  hacerlo huir  y presentarle  breve combate  en el sitio de La Uriosa, para luego enfrentarse con el  ejército realista en su  lugar de nacimiento,  El Sombrero, en la  zona del Samán, a orilla del río Guárico; también tomará acción en los encuentros bélicos de la Cuesta en Ortiz y Semen; igualmente estuvo presente en el intento de asesinato del Libertador,  en  el  cuartel general  instalado en el hato  denominado Rincón de los Toros, cerca del poblado de  San José de Tiznados, el 16 de abril de ese mismo 1.818.

   Una vez fracasada la Campaña del Centro, con el intento  de llegar a la ciudad de Caracas con su ejército, el Libertador, Simón Bolívar, regresa a Guayana. Julián Mellado queda a partir del mes de julio a las órdenes del general José Antonio Páez, en  los llanos apureños. Esa estada por esa región va a ser productiva para este héroe,  porque compartirá con   la tropa patriota todas las estrategias y tácticas puestas en práctica por Páez, para dominar a sus enemigos en las batallas de El Yagual, Mata de Miel y Mucuritas, entre otros encuentros destacados. El sombrereño Julián Mellado aportará su experiencia como soldado usando su lanza en los distintos encuentros bélicos, donde sus superiores reconocieron  su gran empeño en el campo de batalla que le permitió ganarse el ascenso de capitán.

    Llegamos al mes de abril del año 1.819, el general Páez acantonado en la región apureña con el fin de contener la arremetida del ejército realista comandado por el general Pablo Morillo, que intenta aplastar al ejército patriota con su poderoso ejército. En tal sentido, organiza  un ejército  de lanceros a caballo con el fin de atacar a sus contrarios, en ese grupo estará Julián Mellado, junto a los destacados guariqueños, Juan José Rondón y Hermenegildo Mujica y más de un centenar de soldados, que tendrán destacada actuación en el sitio de las Queseras del Medio.

     Después de realizar incursiones de despiste y desgaste el ejército patriota comandado por el general Páez, decide el día 2 de abril de 1.819 entrar en combate una vez adiestrados sus lanceros a caballo; Mellado y los demás soldados tratan de iniciar un ataque, para luego  huir en grupos; después devolverse rápidamente, al grito de vuelvan caras sorprender al ejército enemigo, causándole cuantiosas pérdidas humanas y la huida despavorida del resto de la tropa realista que temían morir de esas armas afiladas; esta operación fue recompensada por el Libertador, Simón Bolívar, al oficial a cargo de la operación y a los 152 soldados al conferirles  la orden de los Libertadores, por tanto este sombrereño se ganó tan distinguida condecoración, según el boletín oficial del Estado Mayor del ejército  que sale publicado en el diario Correo del Orinoco,  el día 4 de abril de ese mismo año y  es  reseñado por Páez en su Autobiografía (1.867 p.186 ).

    Esta acción bélica desplegada por estas milicias, mayormente llaneros, fue considerada  por el Libertador, Simón Bolívar, para sus próximos  objetivos independentistas. Un gran número de estos lanceros fue tomado en cuenta en la conformación de su ejército, para la Campaña de liberación de la Nueva Granada. Julián Mellado y los demás soldados partieron  para tan arriesgada misión; a comienzos del periodo lluvioso, el 27 de mayo de ese mismo 1.819 parten de Mantecal, rumbo a Guasdualito y luego pasan  el río Arauca, para entrar en territorio neogranadino en condiciones difíciles, soportando las      inundaciones  en  las praderas del Casanare; luego toman la decisión estratégica para enfrentar al enemigo de atravesar el páramo de Pisba, en la región andina, pero esta milicia no estaba preparada para transitar tan difíciles condiciones embarazosas por el frío y el ascenso del terreno.

    Luego de haber ascendido las alturas del páramo, el ejército se repone de las inclemencias del viaje, presenta batalla en el sitio de Pantano de Vargas, en  los predios del Municipio de Paipa, el día 25 de julio de 1.819, logra una gran victoria el ejército patriota, en los últimos momentos  del combate, donde el  capitán Julián Mellado tuvo destacada participación al estar entre  los 14 jinetes lanceros que inician la remontada dirigida por el coronel Juan José Rondón, para definir la contienda a favor del ejército patriota y  la retirada apresurada de la milicia defensora de la causa realista.

    Este importante triunfo patriota en este encuentro bélico fue de gran significación, porque el ejército libertador descolocó las intenciones de la milicia defensora de la corona española de contener el avance de los patriotas, que después alcanzaría el triunfo definitivo  de la independencia neogranadina,  días más tarde en la batalla de Boyacá. Debido a su importancia histórica, en  el  sitio de la  confrontación en la ciudad de Paipa, la  república de Colombia construyó el monumento más grade de esa nación, para rendirle honor a los héroes de  tan importante gesta; es un monolito dedicado a Juan José Rondón que comandó la irrupción y a los  14 lanceros que le acompañaron, por tanto, entre estos jinetes está el nombre del capitán Julián Mellado, para honra de los sombrereños, por su destacado valor y coraje por alcanzar la emancipación en esas tierras suramericanas.

    El ejército patriota verá cumplida la Campaña por tierras neogranadinas, cuando el día 7 de agosto intercepta a las milicias defensoras de la causa realista y las derrotan, en el puente de Boyacá que cruza el rio Teatino muy cerca de la ciudad de Tunja, hoy capital del Departamento que  lleva el nombre de la acometida gloriosa que pone fin al mandato del virrey Juan de Sámano. Julián Mellado por pertenecer al grupo de lanceros a caballo,  entró en combate cuando al coronel Juan José Rondón, se le ordenó confrontar al enemigo entrando por el centro de la refriega, dando punto final al choque con la rendición y el desmantelamiento del ejército realista, según el parte oficial del boletín  número 4, emanado por la institución castrense el día 8 de agosto de 1.819, citados por  Franceschi y Domínguez (p.183). Como consecuencia de esta gesta, el Libertador ordenó conferirle tanto  a este soldado, Juan José Rondón y a los demás miembros de la tropa  pertenecientes a los batallones y escuadrones actuantes la orden Batalla de Boyacá, la máxima  distinción por tan importante victoria.

    Una vez terminada la exitosa  Campaña de Nueva Granada, Julián Mellado Lineros está a las órdenes del general Bartolomé Salom, con quien estará combatiendo por los  lados  de San Antonio del Táchira a  finales de diciembre de 1.819. En ese lapso de tiempo, se le reconoce por su sacrificio y abnegación en el campo de batalla por la independencia, al ser ascendido al grado de Teniente Coronel. Sigue luchando con más ahínco por la causa republicana y lo conseguimos luchando por la región andina en la batalla de Carache, a pocos días antes de firmarse el Armisticio y acuerdo de regularización  de la Guerra, en la ciudad de Santa Ana de Trujillo, los días 25 y 26 de noviembre de 1.820 , por el Libertador Simón Bolívar representando a la Gran Colombia y el General Pablo Morillo de parte del Reino de España.

      Estos acuerdos de Armisticio firmados en Santa Ana de Trujillo se mantienen hasta finales de enero de 1.821, cuando el ejército patriota ocupa Maracaibo, para declararla entidad provincial anexada al gobierno de la Gran Colombia, lo que motivó el desacuerdo con el ejército realista, a pesar de las intensas  negociaciones, convienen el reinicio de las hostilidades el 28 de abril de ese año; el transcurso de ese tiempo fue aprovechado por los independentistas para no solamente reagrupar su tropa, sino fortalecer un gran ejército  a través de la recluta de milicianos para  la causa republicana, con el fin de darle el golpe definitivo a los defensores de la Corona española.

    Este tiempo lo aprovecha el Libertador en concentrar su ejército por los lados de Tinaquillo, con más de 6.500 soldados agrupados en tres divisiones enfrenta el 24 de junio de 1.821 al ejército  realista comandado por el Mariscal de Campo, Miguel de  La Torre  que se encontraba en la inmediaciones de la llanura de Carabobo; aquí el héroe Julián  Mellado  estará bajo el mando del general caraqueño Ambrosio Plaza, que comandaba varios  batallones a su mando, incluyendo el regimiento especial de lanceros, creado con el nombre de Escuadrón de  Dragones, donde estaba adscrito el sombrereño; en tenaz lucha la victoria se estaba decidiendo para los independentistas, obligando a sus contrarios a  retirarse. En ese momento Mellado  recibe la orden  de perseguir junto a los demás lanceros a los soldados del batallón Expedicionario 1 de Valencey, que  intentaba  huir por disposición del Teniente Coronel Andrés Riesco, para cubrir la retirada del general La Torre, y al tratar  de darles alcance fueron alcanzados y heridos de muerte por  el fuego enemigo gran cantidad de soldados, incluyendo a los jefes de las divisiones, generales Manuel Cedeño y Ambrosio Plaza, así como también queda tendido  en las  inmediaciones de la quebrada de Barrera, el cuerpo del héroe sombrereño; sus restos fueron enterrados en Tocuyito el día siguiente del encuentro bélico que selló definitivamente la independencia de Venezuela; su nombre aparece en el monumento más grande de la República de Colombia, también en el Arco de Carabobo,  el monolito más grande de la República Bolivariana de Venezuela.  

    En la magna historia está bien significado el calificativo que la historiografía le ha dado a Julián Mellado, paladín de la independencia, porque su desempeño como militar fue excelente. En el campo de batalla demostró su capacidad para afrontar con éxito, todas y cada una de las misiones al servicio de la patria, de las cuales podemos destacar, en primer término, el honor en el cumplimiento de sus deberes no solamente en el renglón castrense, sino también en ocuparse por los problemas del prójimo; un ejemplo de ello es  el episodio  en el día de  incorporación  a las filas españolas  en 1.813, deteniendo la acción de un  oficial realista que intenta vejar a un anciano en un acto público, dando  muestra de rectitud y respeto al desvalido, mediante  tal acto de insurgencia.

     Como segundo aspecto, resaltamos la lealtad por los ideales republicanos desde el mismo momento que asumió esta causa, al incorporarse al bando patriota bajo las órdenes de Julián Infante, expresados en los principios de igualdad y libertad para actuar en los asuntos que le competan a todos los ciudadanos y no para un estamento social en particular. Por último, destacamos su patriotismo representado en cada vez que ascendía de rango tanto de capitán o de teniente coronel, sentía más amor y compromiso por servir a la patria y  dispuesto para afrontar con  éxito, cualquier acción o sacrificar su vida por los intereses del país; expresadas significativamente en las operaciones realizadas en las batallas de Las Queseras del Medio, Pantano de Vargas y Boyacá, demostrando de esta manera el alto sentido de abnegación por los logros  del  colectivo nacional.

    Debemos destacar también su gran muestra de  arrojo en el manejo de la lanza, en los distintos combates en los cuales se enfrentó a sus oponentes. Por esta habilidad  siempre fue tomado  en cuenta para realizar estas intrépidas  acciones, llegando a comandar antes del momento de su deceso, en las sabanas de Carabobo una compañía  especial  denominada Escuadrón  de Dragones; por estas acciones gallardas Julián Mellado se ha ganado un lugar en la historiografía por ser un valeroso soldado que luchó por los ideales de libertad e igualdad social para los ciudadanos de la patria.

    Cabe destacar que estos atributos expuestos de su personalidad, se deben también por su condición de haber nacido y vivido en los espacios de la región llanera, en las  que tuvo que  afrontar en  difíciles condiciones  realizar  actividades productivas de la zona, lo que le permitieron  ser un excelente jinete a caballo y transitar por los diferentes lugares de la geografía colombovenezolana al lado de tantos soldados de estas pampas, entre los cuales podemos destacar al coronel Juan José Rondón, a su coterráneo teniente coronel Juan Ángel Bravo y otros valientes que realizaron un aporte heroico a la causa independentista, en busca de esos esperados estándares  de  bienestar general a través de mejores condiciones de la gente.

    Estas líneas tienen misión no solo para recordar la epopeya, sino también para destacar la voluntad  del teniente coronel  Julián Mellado, por ser un  hombre útil a su región y a la gente en cualquier actividad que se le presentó, con el fin de obtener el máximo bienestar posible para sus conciudadanos, tal como afirmara el Libertador, en el discurso de  instalación del Congreso de Angostura, el  15 de febrero de 1.819; estuvo en el sentir de Julián Mellado su tenacidad y empeño en conseguir el bienestar social, económico y cultural de su patria independiente y soberana y este debe ser el legado a seguir por nosotros sus paisanos.     

          

  

 

 

 

 

Referencias bibliográficas

 

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