La marea creciente de la tristeza global


Antes de la pandemia, la experiencia de vivir con dolor aumentó en todos los grupos etarios


Por David Brooks

Taylor Swift era bastante romántica cuando saltó a la fama en 2006. Cantaba sobre el éxtasis del amor joven y el dolor del desengaño. Pero su tono se ha endurecido a medida que ha ido ascendiendo en el estrellato. Su excelente nuevo disco, Midnights, se desarrolla sobre una serie de emociones negativas: ansiedad, inquietud, agotamiento y, en ocasiones, ira.


"No me visto para las mujeres”, canta en un momento del disco. “No me visto para los hombres / Últimamente me he estado vistiendo para la venganza”.


Resulta que Swift forma parte de una tendencia más grande. Los investigadores Charlotte Brand, Alberto Acerbi y Alex Mesoudi analizaron más de 150.000 canciones pop lanzadas entre 1965 y 2015. Durante ese tiempo, la aparición de la palabra “amor” en los 100 éxitos principales se ha reducido aproximadamente a la mitad. Al mismo tiempo, la cantidad de veces que esas canciones tuvieron palabras de emociones negativas, como “odio”, aumentó de forma considerable.


La música pop no es la única que se ha vuelto mucho más agria. David Rozado, Ruth Hughes y Jamin Halberstadt analizaron 23 millones de titulares publicados entre 2000 y 2019 por 47 medios de comunicación populares en Estados Unidos. Los titulares también se volvieron significativamente más negativos con el tiempo: una mayor proporción de titulares denotaron furia, miedo, asco y tristeza. Los titulares en los medios con tendencia de izquierda se volvieron mucho más negativos, pero los titulares en las publicaciones con tendencia de derecha se volvieron todavía más negativos que esos.


La negatividad en la cultura refleja la negatividad en la vida real. La Encuesta Social General les pide a las personas que califiquen sus niveles de felicidad. Entre 1990 y 2018, la proporción de estadounidenses que se pusieron en la categoría de felicidad más baja incrementó en más del 50 por ciento. Y eso fue antes de la pandemia.


La verdadera mala noticia está en el extranjero. Cada año, Gallup encuesta a aproximadamente 150.000 personas en más de 140 países sobre su vida emocional. Las experiencias de emociones negativas —relacionadas con el estrés, la tristeza, la ira, la preocupación y el dolor físico— alcanzaron un punto máximo récord el año pasado.


En esta encuesta, Gallup les pide a las personas que califiquen su vida en una escala de 0 a 10, en la que 0 significa que estás viviendo la peor vida posible y 10 significa que estás viviendo la mejor. Hace 16 años, el 1,6 por ciento de las personas en todo el mundo calificó su vida con un 0. Desde el año pasado, la proporción de personas que afirman tener la peor vida posible se ha más que cuadruplicado. Las personas más infelices son aún más infelices. En 2006, la quinta parte inferior de la población calificó su vida con una puntuación media de 2,5. Quince años después, ese puntaje promedio del quintil inferior había caído a 1,2.


En una entrevista, Jon Clifton, director ejecutivo de Gallup, afirmó que, en 2021, el 21 por ciento de la población en la India calificó sus vidas con un 0. Clifton afirmó que las emociones negativas están aumentando en India, China, Brasil, México y muchas otras naciones. Muchas personas se sienten bastante miserables en sus trabajos. En la encuesta más reciente, Gallup encontró que el 20 por ciento de todas las personas están felices en el trabajo, 62 por ciento son indiferentes y el 18 por ciento se siente miserable.


Parte del problema es el declive comunitario. Las encuestas sugieren que casi 2000 millones de personas están tan descontentas con el lugar donde viven que no le recomendarían su comunidad a un amigo. Esto sucede sobre todo en China y la India.


Parte del problema es la hambruna. En 2014, el 22,6 por ciento del mundo lidió con una inseguridad alimentaria moderada o grave. Para 2020, esa cifra se había elevado al 30,4 por ciento.


Parte del problema es un incremento de la miseria física. En 2006, el 30 por ciento de las personas que calificaron su vida como la peor dijeron que experimentaban dolor a diario. El año pasado, el 45 por ciento de esas personas afirmaron vivir con dolor todos los días. Antes de la pandemia, la experiencia de vivir con dolor aumentó en todos los grupos etarios.


Muchos de esas cifras me sorprendieron. Lugares como China e India se han vuelto mucho más ricos. Pero el desarrollo no conduce necesariamente a mejoras en el bienestar, en parte porque el desarrollo suele venir acompañado de un incremento de la desigualdad. Este es uno de los puntos centrales que Clifton esgrime en su libro Blind Spot: The Global Rise of Unhappiness and How Leaders Missed It. De forma convencional usamos el producto interno bruto y otras medidas materiales para evaluar cómo les está yendo a las naciones. Pero estas son medidas por lo general profundamente defectuosas de cómo las personas de verdad experimentan sus vidas.


La miseria influye en la política. James Carville dijo la famosa frase: “¡Es la economía, estúpido!”. Pero eso es muy limitado. A menudo, ¡es el desarrollo humano, estúpido! Incluida la cohesión comunitaria, la sensación de ser respetado, las conexiones sociales. George Ward, del Instituto Tecnológico de Massachusetts, ha argumentado que las medidas subjetivas del bienestar predicen mejor algunos resultados electorales que las medidas económicas. Las mediciones de bienestar cayeron en Túnez y Egipto antes de los levantamientos árabes. El bienestar declinó en el Reino Unido antes de la votación del brexit. Los condados en Estados Unidos que obtuvieron los mayores incrementos de votos republicanos para la presidencia entre las elecciones de 2012 y el triunfo de Donald Trump en 2016 fueron también los condados en los que las personas calificaron peor sus vidas.


Si los niveles de miseria siguen aumentando, ¿qué podemos esperar en el futuro? Bueno, primero, niveles crecientes de populismo. Segundo, un mayor malestar de la población en todos los ámbitos. Clifton señaló que, según el índice de paz global, el descontento cívico (disturbios, huelgas, manifestaciones antigubernamentales) aumentó un 244 por ciento, de 2011 a 2019.


Vivimos en un mundo con una creciente desigualdad emocional. El 20 por ciento superior del mundo está experimentando el nivel más alto de felicidad y bienestar desde que Gallup comenzó a medir estas cosas. El 20 por ciento inferior está experimentando lo peor. Es una situación fundamentalmente injusta e inestable. La salud emocional del mundo se está desmoronando.


c.2022 The New York Times Company

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