La subasta de las tierras de Ortiz

La trama social sobre las tierras de Ortiz tiene sus orígenes lejanos y, detrás de ellas, algunos personajes valiéndose de algún poder han querido ponerle la mano.



Por José Obswaldo Pérez


Al grito de “ ¿quién da más?”, el 26 de marzo de 1787 se realizó la subasta de las tierras de Ortiz. El Teniente de Justicia Interino, José Alejandro Fernández,  desde una esquina de la Plaza Mayor, hizo dar el tercer pregón y se oyó la voz del indio Gregorio Matute decir: “¿quién da más?”.
Las tierras de Ortiz fueron puestas en remate a un precio base de 70 pesos, como expresión del precio de sus linderos y avalúos. Los subastadores consideraban justo ese valor, argumentando que se trataban de tierras cerrajeras, áridas y estériles. Pocas provechosas para la agricultura.
―A la una, a las dos, a las tres, ¿quién da más?, se volvió a oír a Matute.
A los pocos minutos, se presentó el Capitán Ganadero Don Antonio Barreto y ofreció cinco pesos más sobre los 70 en las que se hallaban evaluadas las anunciadas tierras.
Al publicar Matute la oferta de Barreto, apareció en el lugar el Bachiller don Lorenzo Fonseca- hijo de uno de los principales de San Sebastián de los Reyes, aunque había nacido en Villa de Cura- y ofreció cinco pesos sobre los 75 en que se hallaba fijado en la subasta.
El indio Matute volvió a repetir el pregón: “¿Quién puja más?”.
―A la una, a las dos, a las tres, ¿quién da más?
Y como no hubo otro postor que redoblara la oferta y siendo las doce del mediodía, el Teniente de Justicia ordenó suspender el acto de la venta de las tierras realengas del pueblo de Ortiz,  a la que habían sometido a la puja.
Más tarde, hubo reunión entre los principales del pueblo; pero, también, asistieron los vecinos más pobres, donde acordaron en asamblea hacer oposición a la venta de estas  tierras, con una contra oferta al remate: “(…) ofreciendo dar el tanto en que se haya puesta por el mayor postor, para que concediésemos como legítimos y antiguos poseedores…”, dice un documento al respecto.
Ese tanto, eran 80 pesos oro. Lo que debieron pagar los orticeños a las arcas reales del Rey, para adquirir la llamada Posesión de Ortiz. Así fue. En la propuesta, los lugareños argumentaron, con derecho, a que se le prefiriese, en primer lugar, que a los extraños. Razones prealegadas lo justificaban: por ser antiguos poseedores de la tierra.
Como se verá la trama social sobre las tierras de Ortiz tiene sus orígenes lejanos y, detrás de ellas, algunos personajes valiéndose de algún poder han querido ponerle la mano. Hoy, en pleno siglo XXI, esos mismos personajes existen, aún más con mayor apetencia terrófaga. ¿Cuál será la razón?

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