Análisis

Acerca de la cuestión agroalimentaria venezolana (quince)

En el análisis del consumo, el otro factor estratégico a considerar lo constituye el poder adquisitivo del consumidor, severamente afectado por la crisis multidimensional que se prolonga en el tiempo, sin que se vislumbren salidas concertadas y consensuadas en los planes políticos y económicos



Por Jesús Cepeda Villavicencio


Con la presente entrega, donde abordamos y conceptualizamos los dos últimos subsistemas que conforman todo el andamiaje que hemos denominado sistema agroalimentario venezolano (SAV), culminamos el eje número tres, de los cinco establecidos como propuesta innovadora de políticas para la atención del SAV, y con ello formalizamos lo que se ha denominado la visión de sistema de sistemas (holística), la cual debe y tiene que conformar la base de una nueva interpretacion y valoracion de lo que hasta ahora, ha sido la metodología para la medición de la importancia cualitativa y cuantitativa de las actividades agropecuarias.

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VI.- EL SUBSISTEMA DE LA INFRAESTRUCTURA AGROINDUSTRIAL:


Este subsistema lo conforma toda una amplia gama de redes de industrias, cuyo fin y propósito no es otro que el procesamiento de la materia prima de origen agropecuario, y la respectiva añadidura de valor agregado, para que esta, pueda estar apta para el consumo. Aquí se incluyen a todos los complejos agroindustriales cerealeros (arroz, maíz, sorgo y demás cereales), las plantas oleaginosas, procesadoras de pulpa de frutas, las torrefactoras de café, los centrales azucareros, las pasteurizadoras de leche y de procesamiento industrial del queso, los mataderos industriales y beneficiadoras de variados tipos de carnes, pescados y mariscos, y en menor escala las empaquetadoras de granos, etc.


En términos generales se puede afirmar que el desarrollo agropecuario de un pais, es medido por su capacidad y potencial agroindustrial, y este a su vez, es el que permite y hace posible el impulso de las políticas sustitutivas de importaciones en el área respectiva, (paso previo en la sustentabilidad de una actividad exportadora con visos de competitividad)..


Históricamente la relación entre los gremios de productores y agroindustriales, no ha funcionado con la racional cordialidad que debe imperar entre dos entidades que se necesitan mutua y biunivocamente, sin embargo, se puede decir con cierta propiedad, que la grave crisis por la que atraviesan ambos componentes en los últimos años, ha dado lugar a una disminución de estas tensiones, o por lo menos las ha atenuado, por más intriga que el gobierno impulse para exonerarse de responsabilidades, fomentando discordias, de manera que la presión de los productores por precios justos para sus productos, recaiga sobre la agroindustria, como recientemente observamos con mucha preocupación en distintas regiones agrícolas del pais.


Al igual que el agrocomercio, la agroindustria constituye un engranaje fundamental en todos los diseños de planes para el SAV, diagnosticar su capacidad instalada es un elemento clave para poder medir, no solo la posible expansión del horizonte primario de producción, sino que la manufactura, debe ser vista como uno de los principales epicentros de cualquier estrategia de desarrollo.


La apreciación anterior se reafirma, al visualizar el peso específico que tiene la manufactura agroindustrial; en términos de su contribución al PIB de la industria nacional, y a su representación en el capital y la generación de empleos, que en el caso venezolano la podemos situar en, 36%, 32%, y 25% respectivamente, según el BCV y conindustria.


VII- EL CONSUMO FINAL:


Este subsistema debe ser analizado desde dos ópticas; la primera ya fue discutida en el capítulo número cuatro, donde resaltamos la emergencia humanitaria compleja por la que atravesamos, y se cuantificó la situación en relación a; los medios de vida de la población, su inseguridad alimentaria y la desnutrición que padece. Ineludibles hechos atribuibles a una crisis profunda en materia de consumo alimentario. La segunda la desarrollamos en los siguientes párrafos.


El objetivo fundamental de la producción agropecuaria, como ya lo hemos afirmado, no es otro que la creación de bienes alimentarios destinados a satisfacer las necesidades humanas. Un pais tiene dos fuentes desde donde puede proveer la cuantía alimentaria oportuna y suficiente, para garantizar su seguridad alimentaria; la producción nacional o las importaciones, un adecuado balance de estos dos aspectos debería ser la norma que regule el consumo de alimentos, desde esta perspectiva se orienta uno de los principales objetivos-metas, que se plantean como propuestas de ley y de planes, los que a su vez, serán objeto de discusión en los capítulos finales de esta serie (si en un lapso perentorio de mediano plazo, logramos que el consumo nacional, sea suplido mediante la siguiente inecuación; una producción nacional no menor al 70%, combinada con unas importaciones que no superen el 30%, estariamos dandole un gran impulso a nuestros productores, y se generaría una gran estabilidad en las regiones agrícolas de la nación.


Por otro lado, hay que destacar que una alícuota de la producción nacional puede estar destinada a las exportaciones (con la finalidad de generar divisas y disminuir el crónico déficit de la balanza comercial agrícola), en este caso estaríamos contribuyendo con la satisfacción parcial, de la demanda alimentaria de consumidores no nacionales. Este aspecto también constituye un elemento clave en la búsqueda del respectivo equilibrio productivo, más aún si consideramos que el déficit en la balanza comercial agroalimentaria, históricamente ha sido cubierto por la factura petrolera, que hoy no existe, por las razones que todos conocemos. Equilibrar esta balanza también es otro objetivo-meta, de las propuestas para el ordenamiento y reinstitucionalización del SAV.

En Venezuela, el consumidor final debe ser conjuntamente con la producción primaria, el binomio jerárquico de toda la planificación que se propone, ellos conforman los polos que definen la transversalidad de la visión holística, que elevamos a la consideración nacional; el enfoque de “sistema de sistemas”, escenario que encierra enormes retos, complejidades y desafíos, pero que resulta imposible de soslayar, dentro de la moderna concepción que albergamos en el rostro de la Venezuela futura.


En el análisis del consumo, el otro factor estratégico a considerar lo constituye el poder adquisitivo del consumidor, severamente afectado por la crisis multidimensional que se prolonga en el tiempo, sin que se vislumbren salidas concertadas y consensuadas en los planes políticos y económicos, cuyo impacto lo pudimos apreciar cuando se hizo referencia de ello en la entrega número cuatro, estos impactos nutricionales reflejados en los retardos de talla y peso de nuestros niños y ancianos, son el corolario del desmesurado incremento de la pobreza general que nos asiste, tal como lo testimonian periódicamente las encuestas ENCOVI, que divulgan tres prestigiosas universidades nacionales (UCV, USB y UCAB). De manera que toda propuesta en el ámbito agroalimentario pasa por la necesaria correlación con la normalización de las políticas macroeconómicas del pais, también citadas en entregas anteriores, y constituidas como el primero de los cinco ejes temáticos que se han definido en la discusión del SAV, para que se pueda pensar con responsabilidad y seriedad, en un consumidor capaz de poder adquirir los bienes alimentarios en cantidad y calidad, que demanda su estándar nutricional.


Con este apretado resumen, concluimos lo relativo a los subsistemas que se han definido en la configuración del SAV. En la próxima entrega abordaremos lo relacionado con las ocho disyuntivas de la ruralidad, tal como se plantea en la actualidad con la agenda 2030 y los objetivos del desarrollo sustentable, a los que nos hemos referido como el cuarto eje temático.


RUMBO A LAS PRIMARIAS DE LA UNIDAD DEMOCRÁTICA VENEZOLANA.


Jesús Cepeda Villavicencio es ingeniero agrónomo, MsSc en Desarrollo Rural, doctor en Ciencia de la Educación, profesor universitario jubilado, ensayista y político.


viernes, marzo 24, 2023

Acerca de la cuestión agroalimentaria venezolana (trece)

El subsistema del agrocomercio es una arista vital, en ese complejo pool de acciones que de manera coordinada y sistematizada, se debe llevar adelante con la planificación, para que se pueda poner a funcionar la locomotora productiva.



Por Jesús Cepeda Villavicencio


A propósito de ciertas interrogantes planteadas por algunos amigos que han seguido esta serie de artículos dedicados al SAV, en relación a la finalidad de los mismos y a quienes van dirigidos, me permito responderles lo siguiente: La cruda realidad que le ha tocado vivir a los venezolanos, profundizada gravemente en los últimos años, tiene desde mi perspectiva dos orígenes correlacionados el uno al otro; El primero tiene que ver con el concepto de la política y su adecuada interpretación (la sabiduría no esta en las palabras, sino en su significado). Esta acepción ha sido deformada y degenerada, a través de lo que se conoce como ANTIPOLÍTICA (mayúsculas ex profeso) y la segunda causa, la ubicamos en la demolición de los más elementales valores sobre los que se debe sustentar toda sociedad que se aprecie como democrática. Desde esta percepción, hemos considerado oportuno, necesario y prudente, contribuir con la conceptualización de una gran cantidad de elementos y aristas que complejizan un sistema que nos afecta a todos sin excepción, sin pretender como dijo el filósofo Baruch Spinoza, ser dueño de la verdad absoluta, porque además no comulgamos con ello, y compartimos lo que al respecto precisó Spinoza cuando anunció su profética frase, la verdad es indice de sí misma y de lo falso, a través del proverbio latino (verum index sui et falsi)”. En conclusión, estos artículos están destinados a contribuir con la educación de un tema vital pero complejo y a la posibilidad de coadyuvar en el diseño de un marco de políticas que permitan atacar la problemática del SAV, de una manera integral.

JCV

Rememorando algunos aspectos tratados en entregas anteriores, destacamos nuevamente las cinco grandes líneas de acción políticas que proponemos:


  1. La cuestión macroeconómica.
  2. Las reformas sugeridas.
  3. La visión holística (siete subsistemas).
  4. La ruralidad.
  5. Propuestas para el diseño de los planes de corto, mediano y largo plazo

En el presente escrito, trataremos lo concerniente al agrocomercio, que es el tercer subsistema de los siete que serán conceptualizados.


III). El Agrocomercio: El subsistema referido a la infraestructura agrocomercial o agrocomercio en general, está constituido por toda una amplia gama de empresas y organizaciones públicas y privadas, que se ocupan de la distribución, innovación, asesoramiento y comercialización de insumos, maquinarias, equipos, materiales y herramientas para las actividades agropecuarias. Esta amplia y variada red de capitales de explotación son fundamentales para que el proceso productivo pueda llevarse a cabo. Es necesario destacar en este punto, la importancia de una razonable y oportuna oferta de productos para el cumplimiento pleno y efectivo de los cronogramas productivos. Un plan nacional de la magnitud del que proponemos, debe tener precisión de la infraestructura agrocomercial instalada en el pais, para poder correlacionar la demanda de insumos y otros capitales agropecuarios que exigen los rubros propuestos en el respectivo plan, con la oferta que esta red es capaz de colocar en el mercado y al alcance de los productores agropecuarios nacionales, de manera que estos puedan cumplir con relativa efectividad el compromiso de producir alimentos.


Dentro de este orden se observa uno de los problemas más sentidos por los productores en la actualidad. La escasez de la más variada gama de insumos, ha alterado los cronogramas y programas de producción a todos los niveles; semillas, fertilizantes, agroquímicos, fármacos veterinarios, repuestos para equipos y maquinarias, etc, no solo son difíciles de conseguir, sino de acceder a ellos por los especulativos precios. Esta situación se agravó con la expropiación de la corporación Agroisleña, la cual controlaba cerca del 65% del mercado de insumos en este pais, y su sustituta, la estatal Agropatria, ha resultado un gran fraude, no solo por los hechos de corrupción que se le atribuyen, sino porque ha decepcionado las expectativas del mercado. La disminución estrepitosa de la oferta, aunada a una creciente demanda por parte de la proporcion de productores que aun sobrevive, ha dado como resultado, una cacería de productos escasos que ha disparado los precios, impactando drásticamente en la depauperada rentabilidad agropecuaria, prolongando aún más, el ya notorio rezago de los precios reales (el verdadero precio que deberían percibir los productores por su producción) y contribuyendo con una pronunciada caída de la producción nacional, que se ha hecho mucho más evidente a partir del año 2015, tal como se demostrará cuando toquemos lo referente a los lineamientos y criterios de elaboración de planes.


El subsistema del agrocomercio es una arista vital, en ese complejo pool de acciones que de manera coordinada y sistematizada, se debe llevar adelante con la planificación, para que se pueda poner a funcionar la locomotora productiva. Es a través de él que se puede garantizar ese mundo de necesidades y demandas que deben estar oportunamente al alcance de los productores, por lo menos con dos meses de anticipación, siendo esta la única forma de combatir las improvisaciones en el desarrollo de una actividad biológica, sujeta a muchos márgenes de riesgos e incertidumbres, como ya se ha advertido con anterioridad.


Finalmente a nuestros apreciados y distinguidos lectores, les informamos que se aspira y espera, que con las próximas cinco entregas, culminemos esta serie que como afirmamos al inicio de este escrito, no tiene otra finalidad que no sea la de contribuir con un debate necesario; “El rol que debe jugar el SAV, en la venidera democracia, que en unidad y con constancia, fe y ayuda del Dios todopoderoso, aspiramos construir para el bienestar que nos merecemos todos los venezolanos.


Jesús Cepeda Villavicencio es ingeniero agrónomo, MsSc en Desarrollo Rural, doctor en Ciencia de la Educación, profesor universitario jubilado, ensayista y político.

viernes, marzo 03, 2023

Acerca de la cuestión agroalimentaria venezolana (once)


El Estado está en la obligación de garantizar a través del ordenamiento urbano y rural, y con el diseño de políticas públicas eficientes, la convivencia ciudadana. De ella emana la subsecuente estabilidad productiva y por ende la real posibilidad de que en un futuro cercano, el pais pueda asegurar sus necesidades alimentarias con producción mayoritariamente nacional


Por Jesús Cepeda Villavicencio


Siete subsistemas, siete enfoques para un análisis integral del sistema agroalimentario venezolano (SAV). El desarrollo rural será posible, si y sólo si, se analiza su problemática bajo el prisma de la integralidad de todos y cada uno de los factores que participan en su complejo contexto, siempre bajo la concepción de concebir la vida rural dentro de un marco  de relativo confort, tanto espiritual como material.

JCV

1.2. EL MEDIO NATURAL Y EL ENTORNO SOCIOECONÓMICO.

La entrega anterior fue dedicada a la reflexión sobre los grandes dilemas que acarrean en la contemporaneidad los conceptos de sustentabilidad y cambio climático, y la necesidad de su consideración, para poder entender cómo las actividades agropecuarias afectan y son afectadas por el medio natural. Hoy avanzaremos en lo que,  según  nuestra particular manera de visualizar este asunto, representa lo referido al entorno socio económico.


El entorno socio económico lo constituye todo un conjunto de actividades económicas, sociales, culturales y recreativas que se desarrollan en los epicentros y en las periferias de las zonas agropecuarias, y que de una u otra forma afectan significativamente la estabilidad emocional de todas las personas que se dedican al oficio agropecuario. Esto constituye un aspecto clave en la definición del desarrollo rural integral, porque tiene que ver con las condiciones que facilitan el mejoramiento de la calidad de vida  (el acceso cercano a centros de salud, al comercio, a los entes culturales,  deportivos y recreativos, así como a las entidades financieras, servicios mecánicos y metalmecánicos en general, instituciones educativas y de investigación, y otras actividades de diversa naturaleza). Todo ello conforma el entorno para unas adecuadas condiciones en la dura faena del campo, pero también para el goce y disfrute de la vida, es decir, para la construcción  del andamiaje necesario garantista de la permanencia en el medio rural de los productores y sus respectivas familias, así como del resto de las personas que de una u otra manera dependen del avance y sostenibilidad de la actividad agropecuaria en todas sus escalas.


El Estado está en la obligación de garantizar a través del ordenamiento urbano y rural, y con el diseño de políticas públicas eficientes, la convivencia ciudadana. De ella emana la subsecuente estabilidad productiva y por ende la real posibilidad de que en un futuro cercano, el pais pueda asegurar sus necesidades alimentarias con producción mayoritariamente nacional, tal como lo hemos venido manifestando mediante los objetivos propuestos, tanto en los aspectos legales como de la formulación del plan agroalimentario. La lucha contra la pobreza pasa por entender la necesidad de la ocupación rural, como se podrá apreciar cuando discutamos las disyuntivas de la ruralidad (complemento de la visión de integralidad del entorno socio económico) a la luz de las modernas innovaciones que al respecto se adelantan a nivel global. Sin servicios eléctricos, sin salubridad, con pésimas vialidades y sin la prestación de servicios esenciales, resulta prácticamente imposible la permanencia en el medio rural, y con ello se evapora la posibilidad de garantizar nuestra soberanía alimentaria.


2. SUBSISTEMA DE LA INFRAESTRUCTURA DE APOYO A LA PRODUCCIÓN PRIMARIA


También conocido como el agrosoporte físico, está constituido por todo el andamiaje de obras físicas fundamentales para poder alcanzar producción y desarrollo. Dentro de estas destacan básicamente; las fuentes generadoras de energía (electricidad), las vialidades agrícolas y las grandes, medianas y pequeñas obras de riego y drenaje. Abordar un compromiso de la envergadura que este asunto plantea, requiere de estudios objetivos, detallados y despartidizados (políticas estables en el tiempo, desprovistas de circunstanciales intereses grupales, gremiales o político partidistas), para que las acciones que se diseñen, sean el resultado de reales necesidades y no de coyunturas propagandistas que respondan a fines electorales. Hay que mapear las exigencias que sobre todo este complejo infraestructural, plantean los distintos polos, ejes o sectores de desarrollo agropecuario, los cuales a su vez, deben ser el resultado de la convergencia de los distintos programas locales, regionales y nacionales.


El escrutinio de un evento de tal magnitud debe realizarlo un equipo profesional interinstitucional, capaz de presentarlo ajustándolo a las temporalidades de las propuestas de planes que se han venido esbozando a través de estos escritos.


En la próxima entrega  trataremos de aproximarnos a las condiciones del país, en materia de vialidades rurales, electrificación rural, embalses y capacidades de riego con que contamos.


Jesús Cepeda Villavicencio es ingeniero agrónomo, MsSc en Desarrollo Rural, doctor en Ciencia de la Educación, profesor universitario jubilado, ensayista y político.

lunes, febrero 06, 2023

Acerca de la cuestión agroalimentaria venezolana (diez)


La gran mayoría de los sistemas productivos agropecuarios se realizan a cielo abierto (salvo las excepciones en sistemas controlados; casas de cultivo, invernaderos, estabulaciones pecuarias, etc). Pero estas últimas tienen una escasa participación proporcional, cuando las comparamos con las producciones alimentarias a gran escala


Por Jesus Cepeda Villavicencio


Los problemas agroalimentarios a nivel global tenderán a agravarse, si no los atendemos con políticas que se adecuen a nuevos paradigmas y en función de los objetivos del desarrollo sustentable (agenda 2030). El cambio climático y sus severos impactos a escala universal, son hechos que no pueden ocultar;  ni los gobiernos, ni las grandes corporaciones

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En la entrega anterior distinguimos cinco categorías para organizar el marco de propuesta para el SAV; el asunto de la cuestión macroeconómica, la reinstitucionalización del sistema, la visión holística, los asuntos cruciales de la ruralidad y los elementos a considerar en la formulación del “Plan Nacional Agroalimentario”. Se trataron y consideraron los dos primeros aspectos. En este capítulo, iniciaremos lo referido a la visión holística (la cual hemos enmarcado dentro de la noción de sistema de sistemas), y se han definido siete subsistemas, que deben abordarse de manera integral y simultánea, si queremos alcanzar el desarrollo rural y la seguridad alimentaria, haciendo el máximo esfuerzo por concentrarnos en la soberanía alimentaria, para que esa aspiración pueda concretarse en una perspectiva que abarque las tres temporalidades; el corto, mediano y largo plazo. A tales efectos recordamos los subsistemas propuestos.


I). El medio natural y el contexto socio económico.
II). La infraestructura de apoyo a la producción primaria.
III). El agrocomercio
IV). Las políticas públicas.
V). La unidad de producción.
VI). La agroindustria.
VII). El consumo.

I). EL MEDIO NATURAL Y EL CONTEXTO SOCIOECONÓMICO.


I:1). El medio natural. Todos los ecosistemas o biomas definidos en el planeta, están siendo afectados aceleradamente por la acción antrópica, los estudios científicos revelan  que podemos estarnos acercando al punto de no retorno, con daños irreversibles para la vida de todas las especies. Pero tal contexto parece que comienza a despertar una conciencia mundial sobre dichos fenómenos, que hacen revivir la esperanza de la posibilidad de acuerdos mundiales que coadyuven en la mitigación del cambio climático, de ahí que los relativos recientes acuerdos de París (tratados internacionales sobre el cambio climático jurídicamente vinculantes, adoptados por 196 partes en la COP21 el 12 de diciembre del 2015), con la subsecuente agenda 2030 y los 17 objetivos del desarrollo sustentable, sean un compromiso de responsabilidades gubernamentales a nivel de todos los países que han suscrito tales acuerdos, y es precisamente sobre este último detalle, donde se requiere la firme voluntad de la ONU, para la implementación de las respectivas penalidades que acarrea la violacion permanente de los compromisos adquiridos. Voluntad que tiene que ser acompañada por la conciencia de los pueblos, siendo el caso venezolano un palmario ejemplo de violaciones en cadena, por la hipócrita política ambiental de quienes desgobiernan este lastimado pais. Esa política de extractivismo primitivo, implementada a lo largo y ancho del pais, tiene su expresión más elocuente en esa desgracia conocida como “Arco Minero del Orinoco (AMO) que está afectando el 12,2% (112000 km cuadrados) del territorio nacional, mientras aparecen paralelamente como refrendarios de los tratados ambientales convenidos.


La gran mayoría de los sistemas productivos agropecuarios se realizan a cielo abierto (salvo las excepciones en sistemas controlados; casas de cultivo, invernaderos, estabulaciones pecuarias, etc). Pero estas últimas tienen una escasa participación proporcional, cuando las comparamos con las producciones alimentarias a gran escala, por lo que podemos afirmar, que las actividades económicas tipificadas dentro del campo agropecuario, afectan y a su vez, son afectadas por el cambio climático, aunque sus efectos adversos sobre el clima, son relativamente menores, si los comparamos con el impacto industrial y el mal manejo de los desechos líquidos y sólidos del modelo de desarrollo urbano, en las grandes urbes. Para que tengamos una idea aproximada de estas afirmaciones, citemos lo que al respecto afirmó hace algunos años el director de la organización meteorológica mundial (OMM). “Desde la era preindustrial se han emitido al ambiente un aproximado de 375000 millones de toneladas de gases de efecto invernadero ( dióxido de carbono, metano y óxido nitroso), de los cuales los océanos y bosques del planeta han absorbido la mitad, el resto ha contribuido con el calentamiento planetario. Esta cruda realidad de manera paradójica se ha acelerado en los últimos años, cuando la conciencia mundial en su avance sobre el citado fenómeno, busca acuerdos que permitan la mitigación.


Según el estudio “variación geográfica en el impacto  del cambio climático en el sector agrícola en Venezuela” (F, Ovalles; A, Cortés; M, Rodriguez; J, Rey y E Cabrera)”. El 94,3% de la agricultura venezolana se desarrolla bajo condiciones de secano, lo que la hace más vulnerable al cambio climático, sobre todo si se espera que los valores de precipitación y el número de meses húmedos de varias zonas del pais disminuyan. De manera que el impacto no es igual ni uniforme en todo el pais, lo que nos conmina a que la planificación se dimensione bajo estas consideraciones.


Es necesario que las políticas públicas hacia el SAV, sean atendidas legal y planificadamente, para poder acoplarnos a los convenimientos asumidos como firmantes de tratados internacionales y en base a nuestra propia realidad sobre la base de cuatro orientaciones fundamentales ( la agenda 2030 de la ONU, el cambio climático, la situación de biodiversidad,  los ecosistemas, y la política ambiental, que como afirmamos con anterioridad debe ser tutelada bajo los criterios originales del ministerio del ambiente ), a esto deben anexarseles los nuevos paradigmas que se incorporan  bajo novedosas figuras, como los créditos de carbono y las valoraciones económicas que se derivan de lo que la sociedad estaria estaria dispuesta a intercambiar para conservar sus recursos naturales a través del valor de los servicios ecosistémicos (tablas Groot et al, 2012) . Esto se conoce como “Evaluación de Compensaciones” (aspectos que deben ser objeto de análisis en próximos escritos, una vez finalizada la serie dedicada a la cuestión agroalimentaria), pero como ejemplo podemos citar algunas consideraciones de un trabajo presentado por el Dr Antonio De Lisio:


Valoraciones de los principales biomas afectados por el Arco Minero del Orinoco (AMO)


  • Humedales Continentales; 300000 (CENAMB-CENDES-UCV) x 193845 $-ha-año.(Groot et al)                    58.153.500.000 $ año
  • Bosques Tropicales; 7.000.000 ha (CENAMB-UCV.2003) x 5264 $-ha-año (Groot et al)                               36.848.000.000 $-año

Se trata de un aporte anual que al llevarlo a 20 años alcanza una cifra de 1.899.670.000.000 $, un valor siete veces superior al que reporta el régimen de 280 mil millones en las siete mil toneladas de oro oficialmente anunciadas a extraer en el AMO, pero que nunca han sido certificadas. De extraerse esa cantidad de oro, como resultado no podemos esperar otra cosa que la destrucción de los ecosistemas y del valor de los servicios que estos podrían aportar anualmente, solo se requiere voluntad política para impulsar los indispensables y nuevos paradigmas sobre el ambiente. De manera que detener este etno-ecocidio, es una opción, incluso con racionalidades económicas altamente beneficiosas para el mejoramiento de la calidad de vida de nuestros pueblos. 


Jesús Cepeda Villavicencio es ingeniero agrónomo, MsSc en Desarrollo Rural, doctor en Ciencia de la Educación, profesor universitario jubilado, ensayista y político.

viernes, enero 27, 2023

Acerca de la cuestión agroalimentaria venezolana (nueve)


En la fase que iniciamos con esta nueva entrega, trataremos de sistematizar con mayor grado de especificidades, un marco de propuestas que coadyuven en la búsqueda del necesario consenso nacional, para la estabilización de este estratégico engranaje en la vida de la nación.


Por Jesus Cepeda Villavicencio

Atender la cuestión agroalimentaria venezolana, no es solo un asunto social, económico y político, es también emocional y de estabilización regional y local, por la vocación y el arraigo que tienen con la tierra y el medio rural, quienes le han dedicado su vida a la noble tarea de producir alimentos “

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En las ocho entregas anteriores de esta serie dedicada al análisis del asunto agroalimentario, nos hemos referido a aspectos de carácter conceptual y contextual que nos han permitido visualizar complejidades, elementos estratégicos para su debida atención integral, pero sobre todo, se ha podido observar la magnitud del actual drama alimentario venezolano. En la fase que iniciamos con esta nueva entrega, trataremos de sistematizar con mayor grado de especificidades, un marco de propuestas que coadyuven en la búsqueda del necesario consenso nacional, para la estabilización de este estratégico engranaje en la vida de la nación. A tales efectos hemos dividido los sucesivos capítulos por consignar, en cinco categorías a través de las cuales ubicamos según nuestra particular visión, la mayoría de los criterios a considerar para el diseño de las políticas del sistema agroalimentario venezolano (SAV):


I). El asunto de la cuestión macroeconómica. Lo enumeramos en primer lugar, porque sin resolver como una condición previa e ineludible las graves distorsiones de nuestra macroeconomía, cualquier intento que se haga por el relanzamiento del SAV, sería como arar en el mar.


II). Las reformas sugeridas (institucionalidad) desde donde emanarian las políticas, y sus respectivos ejecútese.

 

III). La visión holística y el análisis de los respectivos subsistemas que conforman el SAV.


IV). Las disyuntivas que hoy se discuten a nivel global, acerca del asunto de la ruralidad.


V). Las propuestas para el diseño de los planes de corto, mediano y largo plazo, que configurarian los elementos claves para la formulación de la “Ley Orgánica  de Desarrollo Agroalimentario Nacional”, sustituta de las vetustas leyes agrícolas actuales y objetivo final de todo este esfuerzo de concientización del SAV.


I). Para tratar este primer asunto, nos auxiliaremos  como valor introductorio, en un párrafo extraído del prolegómeno que presentó el profesor Leonardo Vera, en el recién finalizado congreso ideológico-programático del partido político UNT, cito; “La socialdemocracia se vale de valores democráticos e incluyentes para la construcción de un proyecto político y económico que se aleja del marxismo, que acepta el capitalismo y a la economía de mercado, pero que reconoce que el sistema de libre empresa, por sí solo y sin debido desarrollo institucional y regulatorio, puede generar graves inequidades y otros males sociales”. Es desde este contexto doctrinario donde nos ubicamos para plantear un consenso político, que permita comprender al SAV como una herramienta en la alternativa de vida democrática, económica, de estabilidad social y emocional, capaz de detener el flujo migratorio intra y extra territorial. El componente de políticas macroeconómicas requerido para un planteamiento de esta naturaleza, se inspira en lo hemos venido denominando, “Macroeconomía Socialmente Responsable”.


El tema de la macroeconomía es muy amplio, complejo y difícil de manejar, influye sin lugar a dudas en todos los aspectos de la vida social y económica del país, no es el objetivo de nuestros escritos, pero es imposible soslayar, por lo menos un aspecto crucial para que se pueda concretar el impulso del SAV, y es lo que tiene que ver con la apreciación de la tasa de cambio real (TCR), signo inequívoco de nuestra economía desde varias décadas atrás. Esta particularidad de lo que hasta ahora ha sido nuestra condición rentística, hace inviable toda posibilidad de que nuestra economía agroalimentaria (producción nacional)  pueda competir, lo cual se agudiza aún más con un consumidor empobrecido en sus ingresos y que por una lógica de sobrevivencia, tenderá a la búsqueda de productos alimentarios más baratos, y sin duda en estas condiciones, los bienes importados han sido y seguirán siendo más accesibles mientras continuen las graves distorsiones y desequilibrios que afectan todos los ámbitos de las políticas macroeconómicas. De manera que para poder avanzar en planes y propuestas, debe existir como requisito previo, la certeza en los equilibrios macroeconómicos, porque solo así se puede competir con relativo éxito, con las importaciones de alimentos y bienes- insumos para el agro, y lo que se aspira con la economía agroalimentaria, es que esta sea productiva, competitiva y pueda ser fuente generadora de divisas.


II). El segundo aspecto está referido a la reinstitucionalización del SAV. Estas reformas sugeridas, son el resultado de un amplio consenso logrado, entre un conjunto de personalidades con distintas afinidades dentro del mundo agropecuario, las cuales coinciden en una asociación civil denominada Plataforma Agroalimentaria Nacional (PAN), que dirige nuestro distinguido amigo, ex presidente del Instituto Agrario Nacional (IAN), Ingeniero Alirio Oliveros Hernandez, y que están contenidas en un informe mucho más amplio, que ha sido elaborado por dicha asociación, como un valioso aporte para el desarrollo agroalimentario del país. A tales efectos se formulan los siguientes planteamientos:


II.1). Reorganización del Sistema Público Agroalimentario;


II.1.1). Fusionar los Ministerios de Agricultura y Tierras, Alimentación, Pesca y Agricultura Urbana en un solo ministerio: Ministerio de Agricultura y Alimentación.


II.1.2)Crear nuevamente en base a su concepción originaria el  Ministerio del Ambiente y los Recursos Naturales Renovables.


Estos dos Ministerios actuando de manera correlacionada, deben definir el marco normativo y de políticas que le de sentido holístico e integral, a un proceso agroalimentario que tiene necesariamente que ser sustentable y en franca armonía con el AMBIENTE (mayúsculas ex profeso).

II.1.3) Configurar una estructura institucional pública agrícola de pocos organismos de adscripción, pero de un elevado nivel de gestión técnica, que permita el manejo coordinado de las políticas públicas, de manera cogestionada en áreas fundamentales; como la seguridad jurídica de las tierras, la infraestructura de apoyo a la producción, las ciencias y las tecnologías y la propia alimentación, a tales efectos se considera conveniente la existencia de :


  • Un Instituto Autónomo de Tierras
  • UN Instituto Autónomo Nacional de Investigación y Asistencia Tecnica Agricola.
  • Un Instituto Autónomo de Suelos.
  • Un Instituto Autónomo de Riego.
  • Un Instituto Autónomo de Vialidad Rural.
  • Un Instituto Autónomo de Electrificación Rural.
  • Un Instituto Autónomo  Nacional de Pesca.
  • Una Empresa Pública Nacional de Silos y Almacenamiento.

  • II.1.4) Crear las Unidades Estadales de Desarrollo Agrícola, las cuales deben ser presididas por los Gobernadores de cada Entidad Federal, en el marco de la política de descentralización que debe ser impulsada, como capítulo fundamental del desarrollo nacional.


    II.2). Reformas en el marco jurídico:


    II,2.1). Derogar la ley de tierras y desarrollo agrario, y la ley orgánica de seguridad y soberanía alimentaria, que tiene de todo menos  lo que refiere su enunciado.


    II.2.2). Promulgar nuevas leyes agrarias y agrícolas en consonancia con la consolidación que se propone en sus dos vertientes; el agronegocio y el desarrollo económico y social de las regiones agrícolas (desarrollo rural integral). Donde se establezca el principio de la propiedad privada del factor tierra en sus aristas de uso, goce, disfrute y disposición, por parte de los legítimos dueños, salvo las que por concepto del interés nacional deban quedar en posesión del Estado.


    II.2.3). Definir un cronograma preciso para la realización de un efectivo catastro nacional de tierras agrícolas, estableciendo la obligatoriedad de cada productor a realizar o reafirmar el respectivo registro en la jurisdicción que le corresponda. Este catastro debe correlacionarse con los realizados con anterioridad por el SENIAT, lo cual pudiese ayudar a darle celeridad al nuevo catastro que proponemos, donde la tenencia de la tierra debe contener como prioridad, la legítima demostración de propiedad y que no se desvirtúe su espíritu (el objetivo de la ley es la lucha contra la ociosidad de la tierra).


    II.2.4). Crear los tribunales agrarios en cada entidad federal, los cuales deben encargarse con efectividad, honradez y neutralidad, de dirimir las controversias y disputas que pudiesen suscitarse.


    II.2.5). Dictar una fuerte legislación especial para combatir el secuestro, el abigeato y los delitos contra las personas y los bienes en el medio rural. Sin seguridad jurídica, personal y patrimonial es imposible construir la agricultura que requerimos.


    Hemos hecho referencia sólo a dos aspectos por considerarlos de primer orden, sin embargo las propuestas reinstitucionalizadoras del SAV son mucho más extensas y abarcan  también otros no menos importantes aspectos, que deben funcionar de manera simultánea, para que se puedan alcanzar los tres principales objetivos que se han formulado como guías rectoras del definitivo desarrollo del SAV. Dentro de estos se contempla una reforma a fondo del sistema de financiamiento de las actividades agroalimentarias, la integración vertical de los procesos agroalimentarios (creación de los circuitos agroalimentarios regidos por sus respectivas juntas administradoras, integradas por todos los actores públicos y privados presentes en la dinamica productiva de cada circuito) y finalmente se impone la urgente necesidad de una reforma fiscal que implique la asignación de un adecuado nivel de recursos financieros publicos, en ese sentido proponemos que las asignaciones presupuestarias destinadas al respectivo ordenamiento, no debe ser inferior al 6% del total de los egresos publicos totales, lo cual contrasta de manera significativa con el ridículo 1% que actualmente representa el gasto público agrícola como proporción del gasto público total del país. No es posible un efectivo SAV y la agricultura que requiere la Republica, si no se asignan los recursos financieros de rigor.


    En la próxima entrega iniciaremos el análisis de los subsistemas que integran desde nuestra perspectiva el SAV.


    RESCATAR LA DEMOCRACIA ES REINSTITUCIONALIZAR EL SAV.


    Jesús Cepeda Villavicencio es ingeniero agrónomo, MsSc en Desarrollo Rural, doctor en Ciencia de la Educación, profesor universitario jubilado, ensayista y político.

    viernes, enero 13, 2023

    Acerca de la cuestión agroalimentaria venezolana (ocho)

    El asunto agroalimentario como palanca en el rescate de derechos fundamentales

    El tema de la cuestión agroalimentaria, que ha sido definido como sistema agroalimentario venezolano (SAV), es altamente complejo por la gran cantidad de elementos que se involucran, así como la sensibilidad que afecta su dimensión socioeconómica, por ser su aspecto primario, de carácter biológico.


    Por Jesús Cepeda Villavicencio.


    Luego del receso decembrino, hemos decidido retomar la serie de artículos referidos a la cuestión agroalimentaria, para ello, se ha considerado prudente dedicar la entrega de esta semana, a un apretado resumen, de los principales aspectos resaltados en los siete escritos anteriores.


    • El tema de la cuestión agroalimentaria, que ha sido definido como sistema agroalimentario venezolano (SAV), es altamente complejo por la gran cantidad de elementos que se involucran, así como la sensibilidad que afecta su dimensión socioeconómica, por ser su aspecto primario, de carácter biológico. Pretendemos generar conciencia sobre su importancia y vital necesidad. En la primera entrega introductoria, se parte de la premisa, de que alimentarse no es solo comer, es saber hacerlo para poder nutrirse. Las sociedades actuales, son víctimas de múltiples anomalías, que se configuran como desnutrición, malnutrición, subnutricion y obesidades, que terminan generando, gravísimos problemas de salud pública. Se conceptualizan las citadas deformaciones y se resaltan dos categorías conceptuales, que desde nuestro punto de vista, sustentan todos los aspectos que abarcan el SAV; la seguridad alimentaria (como derecho) y la soberanía alimentaria (como capacidad productiva nacional). También se resaltó el grave problema que padece la sociedad venezolana, tipificado como una emergencia humanitaria compleja, lo cual nos conlleva a plantear el asunto agroalimentario, como palanca en el rescate de derechos fundamentales, visualizando esta complejidad, en el marco de los problemas que a escala global atentan contra la estabilidad alimentaria mundial, que en el caso nuestro nos está acercando a límites muy peligrosos, como lo resaltan las cifras que se han venido señalando.
    • En la segunda entrega se colocaron para sus respectivos análisis, varias consideraciones que explanamos a continuación:
      Se resaltó un hecho concreto, que tiene que ver con la absurda cualidad de la que somos objeto por parte de la organización mundial de comercio (OMC), la cual considera que Venezuela es un país netamente importador de alimentos, lo que evidentemente puede ser relativamente cierto, pero que, en el caso nuestro dicha calificación no se justifica, por las potencialidades que poseemos para la producción de alimentos a gran escala.
      Se insiste en que la actividad agropecuaria, está en la cúspide de la pirámide de riesgos, ya que la misma está sometida a la inclemencia del cambio climático y a las amenazas propias de su naturaleza biológica (afectada por innumerables plagas y enfermedades).
      100 años de absoluto monopolio del rentismo petrolero, tanto en lo político, como en lo económico, social y cultural, nos han alejado de nuestra soberanía alimentaria, y nos ha hecho depender en grado sumo, de las importaciones de alimentos, así como de los bienes e insumos para su precaria producción.
      Insistimos en que el abordaje debe darse bajo el prisma de la visión holística y no de particulares intereses, ni equivocados planteamientos de sectorización.
      Se presenta una panorámica histórica, acerca del origen, evolución y perspectivas de nuestro SAV, lo cual nos ilustra como la era rentista influyó de manera incisiva en la pérdida gradual de su importancia relativa.
      Todo lo cual nos ha conducido a la pregunta del siglo; que hacer y cómo transverzalizamos el SAV?
    En la tercera entrega advertimos que para poder transversalizar el SAV, se debe insistir en tres objetivos concretos; Es indispensable trabajar en una mejora sustancial de las condiciones nutricionales de los venezolanos, una adecuada ingesta alimentaria; calórica, reguladora y proteica, modificar la ecuación productiva nacional, para depender mínimamente de las importaciones de alimentos, y por último, reducir el crónico déficit de la balanza comercial agroalimentaria.
      Se profundizó en los conceptos de seguridad alimentaria, como derechos ciudadanos a tener una adecuada ingesta alimentaria que le garantice a la persona una vida digna y socialmente útil. En la soberanía alimentaria, habida cuenta de nuestras grandes potencialidades agroecológicas y humanas, para producir la mayoría de los rubros alimentarios que demanda nuestra población, y la urgente necesidad de estabilizar social, económica y emocionalmente nuestras regiones agrícolas (16 entidades del país dependen en gran medida de las actividades agropecuarias).
      Se discutió el asunto desde la perspectiva del debate académico, acerca de los orígenes e influencias de los enfoques sistémicos, precisando que las dos escuelas más influyentes sobre nuestras posiciones han sido; La escuela de Harvard (Estados Unidos) con Ray Goldberg y John Devies a la cabeza, y la escuela de Montpellier (Francia) con Louis Malassis como su principal precursor. A través de la influencia de estos aportes académicos, se fue consolidando el modelo del agronegocio en nuestro país, pero con grandes deformaciones, producto de la enorme presión que sobre sectores económicos distintos a la actividad petrolera y a la ausencia de claras visiones políticas de largo plazo, ejerció el rentismo sobre la sociedad en su conjunto.
      Nuestra visión se inscribe dentro de la perspectiva holística. El SAV está conformado por una amplia gama de actores, protagonistas, actividades y procesos, que deben ser analizados de manera integral para definir asertivamente sus políticas (agrocomercio, medio natural y contexto socioeconómico, infraestructura de apoyo a la producción, institucionalidad política, la unidad de producción, la agroindustria y el consumo).
  • En este capítulo dejamos claro testimonio, que lo que hasta aquí se había expresado, no tenía otra motivación, que la inaplazable necesidad de romper con el monopolio del rentismo. Afirmamos que para que esto sea posible, es necesario centrarnos en los tres ejes que se desprenden de sus respectivos objetivos.
    1. Ratificamos que las fuentes de las citas plasmadas en estos escritos, provienen de diversas instituciones, tanto internacionales, como nacionales, tales como; la Cepal, la ONU, la FAO, el programa mundial de alimentos (PMM), las encuestas ENCOVI, y CÁRITAS. Toda esta información refleja condiciones realmente preocupantes (EHC) que el gobierno se empeña en desconocer a través de la mentira, y un cinismo sin precedentes.
  • Proponemos reordenar el SAV, bajo nuevos y modernos estamentos legales, procurando sustituir vetustas e inapropiadas leyes, que atentan contra su desarrollo.
    1. Se insiste en concientizar sobre los conceptos de seguridad y soberanía alimentaria, y en los tres objetivos propuestos. Armar un andamiaje sobre esas bases, puede ser la llave que abra las puertas para significativas mejoras en el SAV.
      Reordenar el sistema bajo las nuevas perspectivas que emergen en la geopolítica y la geoeconomía mundial, TICs y los innovadores conceptos acerca de la ruralidad (eventos que están ocurriendo de manera simultánea a escala global), esto significa que debemos incorporarnos a la locomotora de cambios, nuevos paradigmas.
      Nuestro principal potencial radica en la diversidad de nuestros pisos climáticos y la posesión de una envidiable biodiversidad, condiciones que sumadas a la preparación humana que poseemos, hacen viables la producción de una amplia gama de alternativas (ver el SAV en función de nuestras condiciones y factibilidades, que como ecosistemas tropicales tenemos, y con la mirada social de la estabilidad pais, debe ser el único norte).
      En esa quinta entrega también se hizo mención sobre aspectos, que de no resolverse, terminaran convirtiendo todo lo planteado, en una platónica quimera. Nos referimos a elementos de carácter estructural que atentan contra toda posibilidad de cambios (planos macroeconómicos); tasa de cambio real equilibrada, inflaciones de un digito, producto interno bruto agrícola ampliado, inversiones, ajuste de normativas fito y zoosanitarias, programas específicos por circuitos dentro del SAV, el crucial elemento ambiental, el desarrollo sostenido de las ciencias y la tecnología, y muchos otros aspectos que serán tratados cuando se propongan los lineamientos concretos de lo que aspiramos se convierta en el plan nacional agroalimentario.
  • La sexta entrega se dedicó a denunciar el cinismo, la corruptela, y la exagerada burocratización, a la fue sometido el SAV, por este cancerígeno régimen.
    1. En la actualidad las políticas agroalimentarias no tienen pie ni cabezas, tampoco obedecen a criterios de jerarquía y coherencia, se dictan desde prácticamente cinco ministerios; Ministerio de agricultura y tierras, Ministerio de la alimentación, Ministerio de la pesca, Ministerio de agricultura urbana, y las FANB que controlan todo, además de poseer una serie de institutos autónomos adscritos a ellas (opacos e ineficientes). Una burocracia voraz y sin límites que ha favorecido una descomunal corrupción sin control de ninguna naturaleza.
  • En la última entrega (9_12_2022), nos referimos, con contundentes cifras que demuestran el acelerado proceso de pauperización de la población, a cuatro categorías, que constituyen los ejes de análisis en las evaluaciones alimentarias de cualquier sociedad, ellas son; los medios de vida de la gente, los niveles de seguridad alimentaria, el consumo de alimentos y el estado nutricional de la población. Las cifras aterran, no se pueden obviar, por más que el cinismo intente manipularlas.
  • Con este apretado resumen pretendemos actualizar la discusión, para poder continuar de manera periódica, pero ahora con las propuestas concretas, las cuales aspiramos y esperamos haga suyas, el liderazgo de la oposición democrática del país, pero fundamentalmente las asuma para sí, la sociedad en su conjunto. Si se puede y hay como reestructurar el SAV, requerimos firmeza, voluntad y dedicación. El tiempo es ahora. CONTINUAREMOS.


    Jesús Cepeda Villavicencio es ingeniero agrónomo, MsSc en Desarrollo Rural, doctor en Ciencia de la Educación, profesor universitario jubilado, ensayista y político.

    viernes, enero 06, 2023

    Acerca de la cuestión agroalimentaria venezolana (siete)


    Este es el momento decisivo, para aglutinar a las grandes mayorías nacionales, en un cauce común de conciencia ciudadana, que nos ayude a encontrarnos, con todo aquel que todavía tiene la capacidad de soñar por la causa democrática, pero eso implica el definitivo deslinde, con todo aquello que le hace el juego a este ilegitimo gobierno


    Por Jesus Cepeda Villavicencio


    La vida tiene en la alimentación el elemento más crucial, así ha sido desde los momentos más instintivos, en la prehistoria, hasta  los actuales días de la contemporaneidad humana”. 

    JCV

    Finaliza el año 2022, y el cínico régimen insiste en hablar de mejoras y de una supuesta normalidad, que existe solo en las trágicas mentes de los encumbrados voceros oficialistas, y de sus fieles adláteres, beneficiarios directos de una codicia que no tiene límites, expresada en una grosera burbuja de bodegones y tiendas de lujos, que no tiene nada que envidiarle, a sus similares de los campos elíseos, la avenida mas famosa de la Francia  parisiense, mientras que el flagelo más miserable que conozca la humanidad (el hambre) continúa creciendo a la par de una indetenible inflación, que arrastra al dólar en su alocada carrera. No cabe la menor duda que Venezuela se ha convertido en el país más desigual del mundo, una minúscula élite de multimillonarios encerrados en 912000 KM cuadrados, y una inmensa mayoría (más del 90% de su población en situación de pobreza general de ingresos). Si este doloroso señalamiento no sirve de acicate a la inmensa mayoría social, hoy padeciendo de unos inmerecidos infortunios, por culpa directa de un reducido número de militares y civiles corruptos, que se adueñaron del país, con pretensiones de eternizarse, y que ya no se encuentran calificativos para definirlos, no hay, definitivamente nada que lo haga. Este es el momento decisivo, para aglutinar a las grandes mayorías nacionales, en un cauce común de conciencia ciudadana, que nos ayude a encontrarnos, con todo aquel que todavía tiene la capacidad de soñar por la causa democrática, pero eso implica el definitivo deslinde, con todo aquello que le hace el juego a este ilegitimo gobierno, y se presta para la siembra de la desunión y la desesperanza. Las cifras que mostraremos a continuación, constituyen las verdaderas razones que nos han llevado a presentar, la apremiante necesidad de buscar los máximos consensos posibles, en la reconstrucción y rescate del SAV, que como hemos insistido, debe hacerse en base a tres objetivos (revertir el crítico déficit nutricional de la población,  modificar la ecuación productiva, con preeminencia hacia lo nacional., y disminuir el histórico déficit de la balanza comercial agroalimentaria), y en la elaboración de una nueva legislación y la formulación del “Plan Nacional Agroalimentario”, aspecto sobre el que se ha venido trabajando, desde hace ya, algún tiempo.      


    Para poder definir y planificar el primer objetivo, lo primero que se debe precisar, es el estatus actual, en base a cuatro parámetros claves; medios de vida de la población, seguridad alimentaria, consumo de alimentos y estado nutricional de la gente.


    • Medios de Vida. Desde antes de la llegada de la pandemia del COVID 19, Venezuela ya venía padeciendo los rigores de una descomunal hiperinflación, que pulverizó los salarios reales de todos los trabajadores, tanto del sector público, como del sector privado. A esta terrible situación se le  debe añadir, la pronunciada escasez de bienes esenciales alimentarios, con altos e inaccesibles costos. Según los informes de los organismos internacionales (FAO y PMA), después de 28 meses de prolongada hiperinflación (la cual aun a la fecha actual, persiste, aunque con cierto grado de desaceleración) antes de la aparición del fenómeno pandémico, 24,8 millones de personas ya habían extenuado sus medios de vida de forma irreversible, y aproximadamente el  37% de esa cifra había perdido sus fuentes de ingresos. Como consecuencia de todo ello el 68% de la población del país, no tuvo acceso a los alimentos, teniendo en muchos casos que proceder a la venta de activos para poder comer ante la definitiva desaparición de los ahorros. La acentuación de la caída del principal medio de vida de los trabajadores (la institucionalidad salarial), ha intensificado las dificultades económicas de los hogares, pasando estos a depender de uno de los más desnaturalizados y perversos mecanismos clientelares de control político ( los CLAPs). Hay estados del país donde la crisis es más pronunciada, siendo Guárico, Monagas y Táchira, las entidades más afectadas en la pérdida de medios de vida. El cuadro que presentamos a continuación refleja  la gravedad de la emergencia humanitaria compleja por la que atravesamos.

     

    Marzo  2020

    Junio  2021

    Pob. con vulnerabilidad económica.

    26063468 (91,4%)

    27582862 (97%)

    Pob. con medios de vida agotados

    14942294 (52,4%)

       18485990 (64,4%)

    Pob. que vendió bienes para comer

    5703165 (20%)

       19821767(37,7% )

    Caída del poder adquisitivo

    92,2%

    95,6%,


    • Seguridad Alimentaria. Los datos del PMA, publicados en 2019, los cuales serían utilizados para actualizar el plan de respuesta humanitaria de venezuela del año 2020, confirmaron una crisis alimentaria aguda  de elevada escala, al mostrar que 9,3 millones de personas se encontraban en inseguridad alimentaria, es decir prácticamente habían perdido el derecho a una alimentación adecuada, para tener una vida socialmente útil. Entre 2020 y 2021, aun cuando la cantidad de productos importados subió levemente, pero a costos inaccesibles, la caída más severa de la producción nacional de alimentos y el aumento sostenido de los precios, elevaron a 14,1 millones de personas la situación de inseguridad, las cuales se han visto en la apremiante necesidad implementar estrategias de subsistencia, en las que a menudo las personas mayores se privan de consumir, para que los menores lo puedan hacer. Las entidades más dramáticas en este sentido son; Amazonas, Monagas Zulia y Bolívar.
    • Consumo de Alimentos. Al haber una menor disponibilidad de alimentos, la cual cayó en un 73% entre los años 2015 y 2019,y una mayor inaccesibilidad por privaciones económicas, al finalizar el 2019, la ingesta de proteínas había disminuido en un 76,9% y la calórica en 34%. La población Venezolana ha tenido una dieta insuficiente y desequilibrada, a expensas de carbohidratos y grasas para saciar el apetito y rendir lo poco disponible en la mesa. Este adverso contexto, lo podemos visualizar más nítidamente en el siguiente cuadro.

     

    Marzo  2020

    Junio  2021

    Pob. que redujo porciones de comida.

    17109497 (60%)

    18112826 (63,1%)

    Personas con subalimentación

    9100000 (31,9%)

    13600000 (47,4%)

    Personas que cayeron en subalimentación

    6200000(21,8%)

    10700000 (37,3%)

    Caída de la ingesta de proteínas

    70%

    80%


    • Estado Nutricional. Con una menor disponibilidad y acceso a los alimentos, falta de medios de vida a los cuales recurrir y un severo deterioro del CONSUMO (quizás, el más importante subsistema de los siete que se han definido para el SAV), en la pandemia, las evaluaciones nutricionales indicaron un aumento de la desnutrición en la población, afectando al menos a 3,1 millones de personas, entre niños y niñas menores de diez años,embarazadas, personas mayores y otros grupos vulnerables. En La mitad de los estados más poblados del país, se encontraron riesgos de déficit nutricional en 60% niños y niñas menores de cinco años; de 8,4% a 14,4% aumentó la proporción de niños y niñas con desnutrición aguda global, de acuerdo con los datos de CÁRITAS VENEZUELA; y de 30% a 33% con desnutrición crónica, según las evaluaciones de la FUNDACIÓN BENGOA, como se puede apreciar en este cuadro final.

     

    Marzo  2020

    Junio  2021

    Pob que alguna vez no tuvo alimentos

    14828231 (52%)

    15414560(53,7%)

    Pob con algún grado de déficit nutricional

    _____________

    3106000(10,8%)

    NN  menores de 5 años desnut aguda

    203206 (8,4%)

    355303 (14,4%)

    NN de 0 a 2 años desnutrición aguda severa

    99485 (6,9%)

    174098 (12,1%)

    NN menores de 5 años con desnutrición crónica

    725734 (30%)

    814235 (33%)

           


    Todo este complejo cuadro de gravísimos problemas, que a diario enfrentan las familias en Venezuela, ha contextualizado un panorama de marginalidad estresante, que se materializa en un azaroso dia a dia, en el que; el 84% está permanentemente buscando alimentos más baratos, el 39,5% dispone de los pocos ahorros para comprar comida, el 19,2% pide dinero prestado para adquirir alimentos, el 18,2 pide comida prestada o ayuda a otros, el 18% compra comida a crédito, un 15,4 de los adultos reduce su ingesta para que los niños coman, un 11% reduce los gastos que se deberían destinar a actividades productivas, el 8,4 orienta el consumo hacia los que trabajan, un 6% envía a las persona a comer a otra parte y un 1,9% ha cambiado a los hijos a escuelas más baratas. Pero también se tiene a las familias que están entre la inseguridad moderada y severa, donde se puede apreciar, según los estudios consultados como; un 41,1% de ellas tiende a reducir el tamaño de las raciones o el 27,4% que reduce el número de comidas y otro 27,2 % que reduce gastos de salud, educación u otros para destinarlos a la compra de alimentos, finalmente están las que permanecen con hambre que son cerca del 10%, y las que venden los bienes del hogar, mendigan o migraron, en fin un drama que parece una película de terror, en las que las familias se encuentra atrapadas y sin salidas aparentes. Al fin todos sabemos que la salida de este laberinto, es POLÍTICA (mayúsculas ex profeso), pero se necesita mucha conciencia ciudadana, voluntad y compromiso unitario, para enfrentar un régimen, repito, al que ya no hay que más adjetivos endilgarle.


    HACIA LA REINSTITUCIONALIZACIÓN DEL PAÍS  Y EL RESCATE DE LA DEMOCRACIA. Continuaremos.


    Jesús Cepeda Villavicencio es ingeniero agrónomo, MsSc en Desarrollo Rural, doctor en Ciencia de la Educación, profesor universitario jubilado, ensayista y político.

    viernes, diciembre 09, 2022

    Acerca de la cuestión agroalimentaria venezolana (cinco)

    Autor: fotokostic | Crédito: Getty Images

    En Venezuela existen diversos agroecosistemas productivos, que son a su vez consecuencia de la heterogeneidad de sus pisos climáticos. Esto resulta beneficioso porque garantiza la posibilidad de una oferta diversificada de alimentos, lo cual sin lugar a dudas contribuirá con la presentación de un abanico de alternativas, para suplir la demanda calórica, reguladora y proteica de la población


    Por Jesús Cepeda Villavicencio.


    Cuando el ejercicio de la política, se expresa sistemáticamente a través de la práctica del cinismo, se convierte en uno de los actos más degradantes y viles, de la socialización humana.

    JCV

    En los capítulos o entregas anteriores, hemos insistido en la impostergable necesidad de ordenar el SAV, a través del “Plan Nacional Agroalimentario de Largo Plazo”, se ha tocado lo relativo a la formulación de una legislación orgánica que pueda sustituir las anacrónicas y vetustas leyes agrícolas actuales, basándonos en los mandatos constitucionales que nos ordenan los artículos (305, 306, 307 y 321 de la CRBV), que lo consolide y le de sustentabilidad, así como también se ha hecho referencia a los siete subsistemas que lo conforman. Todo ello en el marco de dos conceptos correlativos (seguridad y soberanía agroalimentaria), que conforman el eje teórico que nos ha permitido atrevernos a proponer un consenso nacional, sobre tres objetivos básicos; el plano nutricional de los venezolanos (extremadamente crítico bajo las actuales circunstancias), el plano productivo (en las peores condiciones de su historia) y la balanza comercial agroalimentaria (históricamente deficitaria). De manera que lo que se persigue, lo situamos, mucho más allá de las respectivas y correspondientes críticas, lo contextualizamos en la apremiante obligación de revertir una lamentable y persistente realidad, que agobia al 90% de nuestra población , asfixiando la estabilidad social y económica, de regiones enteras en el país. Es imprescindible que la plataforma de políticas dirigidas al SAV, se actualice en función de los nuevos escenarios, que emergen como manantiales indetenibles, en la geopolítica, la geoeconomia y los acelerados cambios en las TICs, y en los innovadores conceptos de la ruralidad, que han venido sucediendo como consecuencia, no solo de lo anterior, sino de los impactos del cambio climático. (Eventos que están ocurriendo de manera simultánea a escala global). Incorporarnos a esta locomotora de cambios, exige una serie de consideraciones, que a continuación proponemos, como aportes para un debate pertinente, necesario e inaplazable.


    En Venezuela existen diversos agroecosistemas productivos, que son a su vez consecuencia de la heterogeneidad de sus pisos climáticos. Esto resulta beneficioso porque garantiza la posibilidad de una oferta diversificada de alimentos, lo cual sin lugar a dudas contribuirá con la presentación de un abanico de alternativas, para suplir la demanda calórica, reguladora y proteica de la población, así como también esta diversidad constituye una atractiva via, para la producción de bienes agrícolas no alimentarios, que pueden tributar con la demanda de materias primas, en la industria de la construcción, del vestido, del calzado y del papel. Visto desde esta perspectiva, la planificación del SAV, se convierte en un elemento estratégico del desarrollo regional, y de la diversificación de la economía nacional.


    En relación a este último aspecto es conveniente destacar, que para que esto pueda ser posible, se necesita una visión acorde con un modelo productivo que se ajuste, no sólo a nuestra factibilidad y potencialidad agroecológica, que como país tropical poseemos, sino que guarde a su vez, estrecha correlación con parámetros económicos fundamentales, tales como:

    1. El SAV debe ser visto como un encadenamiento de procesos, que dinamizan y activan un conjunto de subsectores dentro del mismo sistema (por ejemplo; la produccion cerealera; arroz, maiz blanco y amarillo, sorgo, y las importaciones de trigo, dinamizan los circuitos agroindustriales, pastas, harinas de maíz, arroz blanco de mesa y la industria de los alimentos balanceados, la que a su vez impacta los circuitos cárnicos), pero también activa otros sectores económicos como el comercio y redes de servicios hoteleros, entre otros. Es por esta razón que se debe romper con el tradicional esquema de considerar el PIB agrícola, como la referencia clásica para medir el aporte del sector agrícola al PIB de la nación. Consideramos que este enfoque subestima el verdadero valor y aporte del SAV a la economía en su conjunto, y con ello se minimizan las consideraciones macropolíticas hacia el sector, lo cual se suma  al impacto histórico, que sobre la agricultura ha tenido el desarrollo petrolero y la cultura rentística que se instaló con el. En este sentido planteamos la necesidad de que el aporte proporcional del SAV al PIB país, sea medido a través del producto interno bruto agrícola ampliado (PIBAA); asunto sobre el que volveremos en futuras entregas.
    2. Una de las principales características de las economías rentísticas, lo constituye su tendencia, casi permanente, a la sobrevaluación de su tasa de cambio (TCN). Este fenomeno caracteristico de nuestra economía, ha significado uno de los más grandes desafíos, a los que históricamente se ha enfrentado el SAV, en sus aspiraciones de convertirse en un eslabón que contribuya con las exportaciones de bienes no petroleros, y cuando esto ha sido posible, por circunstancialidades que las han favorecido, los volúmenes exportables han sido insignificantes. Uno de los objetivos que se han trazado, tiene que ver con la disminución del déficit crónico en la balanza comercial agroalimentaria, ello implica exportar y generar divisas. Hemos sido incisivos en la necesidad de que el país exporte en aquellos rubros, donde tenemos ventajas comparativas y posibilidades de ser competitivos, para disminuir las asimetrías que han impedido el desarrollo agroexportador, el cual puede y debe sostenerse, sobre cultivos alimentarios o no, tales como;  café, cacao, algodón, sisal, caña de azúcar, frutas tropicales y exóticas, leguminosas, oleaginosas, actividades cárnicas, pescados y mariscos, entre otros. Todo depende de cómo dibujamos el mapa, en el “Plan Nacional Agroalimentario de Largo Plazo”. Esto puede ser posible, si y sólo si, la tasa de cambio real (TCR) permanece equilibrada, es decir, estable en un nivel que evite la la sobrevaloración de nuestro signo monetario, con respecto y fundamentalmente al dólar, porque es la única manera, desde el punto de vista de los intercambios comerciales internacionales, que nuestra producción nacional, sea receptora de ventajas. El reto está en entender que el modelo rentístico se agotó y mantener la TCR apreciada, no permitirá el desarrollo competitivo diversificado. Algunos todavía sueñan, con que el país podrá sustentarse muchos años más, apalancado en la industria petrolera, esto desde nuestra perspectiva es una quimera, por las razones que hemos expuesto en entregas anteriores, sin embargo compartimos la opinión de que su tarea fundamental, una vez logrado el cambio político, debe ser la de coadyuvar, para que la economía venezolana se diversifique ( la eterna discusión de la siembra del petróleo), lo que pasa es que ahora si, de verdad, nos estamos acercando al crepúsculo de la existencia del petróleo como base y soporte indiscutible, del desarrollo de la civilización.
    3. Es imprescindible un marco macroeconómico estable, lo cual significa inflaciones de un dígito, tasa de cambio única, convertible y en equilibrio, tasas de interés de un dígito, bajos niveles de desempleo rural, y en definitiva un PIBAA en franco y sostenido crecimiento.
    4. Grandes inversiones públicas y privadas en toda la infraestructura de apoyo a la producción primaria o agrosoporte físico, tanto en lo externo a las unidades de producción, como al interior de ellas; fundamentalmente en el espacio territorial donde tenga asiento la actividad productiva. Nos estamos refiriendo básicamente a drenajes y saneamientos de tierra, vialidades agrícolas, electrificación, riego y nivelaciones de terreno, actividades que sin duda ayudarán a mejorar productividades y competitividades, así como también contribuirán con el mejoramiento de la calidad de vida rural.
    5. El plan debe contener un capítulo, que permita el manejo oportuno y sistemático, de un tema clave de salud pública, para el tratamiento de los aspectos fito y zoosanitarios, del SAV.
    6. Definición de programas específicos, circunscritos a un grupo determinado de rubros con fines de lograr importantes producciones para la exportación, obviamente, como ya hemos insistido, adaptados a nuestra condición tropical y a la diversidad de pisos climáticos, que podrían favorecer la competencia con frutas exóticas. Estos programas van a necesitar la implementación de estímulos que conduzcan a las reconversiones tecnológicas (lo cual nos lleva a un reto sin precedentes en materia de ciencia y tecnología, habida cuenta que esta es una de las ramas más castigadas por la irresponsabilidad de este régimen), financiamientos y beneficios fiscales, así como planes especiales de formación gerencial, a los productores y servicios de información de mercados, a través de las distintas embajadas y consulados.
    7. Toda la programación debe adecuarse  sin ambigüedades de ninguna naturaleza, a todos los acuerdos y compromisos ambientales, que se definan dentro de la sustentabilidad. Cualquier índice de crecimiento de la actividad agroalimentaria, debe estar orientado a una genuina conservación de los agroecosistemas, porque las alteraciones que signifiquen atentados degradantes contra el ambiente, no pueden considerarse como desarrollo de nuestro SAV, y allí hay dos palabras claves; SUELOS Y AGUAS  (mayúsculas exprofeso).

    Por el rescate de la DEMOCRACIA y del SAV. Continuaremos.


    Jesús Cepeda Villavicencio es ingeniero agrónomo, MsSc en Desarrollo Rural, doctor en Ciencia de la Educación, profesor universitario jubilado, ensayista y político.

    viernes, noviembre 25, 2022

    Acerca de la cuestión agroalimentaria venezolana (cuatro)


    Entre el 2020 y 2021, la falta de políticas de apoyo a la producción nacional (lo cual prácticamente ha sido una constante de este régimen, desde que decidió crear un ministerio para la alimentación, separando este renglón de su nicho natural; la agricultura y la cría, creando  una estrategia que no fue otra cosa, que el fomento a una escala sin precedentes, para favorecer con las importaciones de alimentos, a tasas preferenciales, a elites militares, que fueron las que se apropiaron de ese lucrativo y corrupto negocio


    Por Jesús Cepeda Villavicencio


    Plantear la necesidad de que el SAV, sea analizado, discutido y formateado, bajo el prisma de una visión holística, obedece a la inaplazable necesidad social, económica y política, de romper con el monopolio que para la vida de la nación impuso el rentismo petrolero. Insistimos en que no se trata de una ruptura que descanse en la definitiva erradicación del modelo petrolero (eso sería irresponsable de nuestra parte), porque más allá de las tendencias históricas y la necesaria e ineludible obligación de su sustitución por energías limpias, que ayuden a mitigar los terribles efectos del cambio climático, sabemos que eso todavía se llevara un tiempo relativamente prolongado. Tiempo que advertimos, puede y debe ser asumido con una elevadísima responsabilidad, para que sus relativos beneficios, una vez superada la actual desgracia que tributo en su colapso, puedan apalancar el desarrollo de alternativas económicas, que garanticen el nuevo rostro de la futura Venezuela democrática, sin ataduras que impidan su movilización hacia el progreso (civilidad), ni ilusos atavismos que nos retrotraigan a un pasado que no volverá.


    Hemos insistido que el SAV y los siete subsistemas que se han definido, necesita revertir tres aspectos claves para aproximarse  al estatus que aspiramos y esperamos ocupe, en ese promisorio futuro; primeramente, tiene que resolver el crónico déficit nutricional que padece su población (asunto que destacaremos en la presente entrega), en segundo lugar tiene que modificar su ecuación productiva, para poder satisfacer sus demandas nutricionales, y finalmente, tiene que equilibrar una balanza comercial históricamente deficitaria. Contextualizar y centrarse en esos tres ejes fundamentales, permitirá fijar la brújula, para no desviarnos de un camino que previamente debemos mapear con el plan que se propondrá para tales efectos.
    En relación al primer aspecto, tema del análisis de este artículo, el panorama no puede ser más desolador y desalentador. Necesita más allá de las pertinentes miradas políticas, compromisos verdaderamente humanitarios, como se tendrá la oportunidad de observar con las cifras que a continuación se mostraran, y que jamás han debido ocurrir en una Venezuela a la que Dios y la Naturaleza les legó, todo lo que una sociedad necesita para una civilizada convivencia.


    Los datos e informaciones aquí expresadas, han sido consultados en los informes que al respecto han presentado; la CEPAL, la ONU, el PMA (programa mundial de alimentos), la FAO, la FUNDACIÓN BENGOA, CARITAS y las encuestas de tres prestigiosas universidades Venezolanas (UCAB, USB Y UCV): ENCOVI. Son cifras irrebatibles e inocultables, y por más cinismo, que este degenerado régimen quiera imponer a la sociedad, al pretender ocultar y negar, un gravísimo problema de carácter HUMANITARIO, empujan al país y a toda su población a un espiral de violencia, vorágine y a un tremedal que pareciera no tener fondo.


    Con respecto a los medios de vida, los datos abarcan una población para el año 2021, de 27,6 millones de personas, de las que se considera que su totalidad no dispone de los recursos económicos necesarios y suficientes, para cubrir todos sus gastos esenciales. De ese total, 18,5 millones padecen grandes necesidades humanitarias, porque perdieron o extenuaron sus medios de vida de forma irreversible para poder alimentarse (agotamientos de ahorro, venta de bienes y artículos del hogar). Para junio del año 2021, el salario mínimo real, se había reducido en un 95%, es decir prácticamente había desaparecido, y paralelamente a ello, la capacidad de producción nacional de alimentos se había reducido a un 20% de su capacidad, con relación a la que tuvo alrededor del año 2008.


    Los datos del PMA publicados en el año 2019, confirmaron una crisis alimentaria aguda de elevada escala, en por lo menos 9,3 millones de personas sufriendo inseguridad alimentaria. De esa cifra, 24,5% tienen inseguridad moderada y 8,1 inseguridad severa. Esta situación ha colocado a Venezuela entre los países con las cuatro mayores crisis alimentarias del mundo, y con una tendencia aún más pesimista después de la pandemia, por el agravamiento en todos los órdenes. Una hiperinflación que se ha prolongado por cinco años ininterrumpidamente (una de las más larga del mundo, por no decir la más), una estrepitosa caída de la producción nacional y de las importaciones de bienes alimentarios, que aun cuando estas últimas, han mostrado una leve mejoría a partir del 2020, los elevados precios de esos bienes, se tornan inaccesibles a una depauperada población, todo lo cual ha incrementado en tan solo dos años la inseguridad alimentaria a 14,3 millones de personas.


    Para el año 2019, la FAO actualizaba sus datos con respecto a Venezuela, y como ya habíamos citado, 9,3 millones de venezolanos, se encontraban o subalimentados o con hambre crónica, así mismo los informes del PMA, indican que de esta población, 17,8% había reducido el consumo a niveles inaceptables, 12,3% había llegado a niveles límite, y 5,5% se encontraba en déficit extremo. Entre el 2015 y el 2019, la disponibilidad de alimentos cayó en un 73%, la ingesta proteica disminuyó en ese mismo porcentaje y el consumo calórico se redujo en un 34%.


    Entre el 2020 y 2021, la falta de políticas de apoyo a la producción nacional (lo cual prácticamente ha sido una constante de este régimen, desde que decidió crear un ministerio para la alimentación, separando este renglón de su nicho natural; la agricultura y la cría, creando  una estrategia que no fue otra cosa, que el fomento a una escala sin precedentes, para favorecer con las importaciones de alimentos, a tasas preferenciales, a elites militares, que fueron las que se apropiaron de ese lucrativo y corrupto negocio, en un abierto y descarado perjuicio de la producción nacional y de la estabilidad de las regiones agrícolas del país. Este oscuro negocio pudieron mantenerlo durante todo el periodo de la gran bonanza petrolera). A lo anterior hay que sumarle la aguda escasez de combustible, que se ha hecho crónica, no solo durante la pandemia, sino que aún persiste, y ha complicado más el panorama de la disponibilidad y acceso a los alimentos para la inmensa mayoría de nuestros coterráneos. Esto se expresa al compararlo con el año 2015, en una disminución del consumo de carne, en un 93%, de leche y derivados en un 85%, de arroz en un 89% y de hortalizas en un 89%, todo lo cual configura un escenario de Emergencia Humanitaria Compleja, que el régimen de maduro se niega a reconocer.


    Estos déficits, tanto calóricos como proteicos, se ven reflejados dramáticamente en un estudio realizado recientemente por la Fundación Bengoa, focalizado en niños menores de dos años de los estratos poblacionales C,D y E, encontrándose severos retrasos en el crecimiento en talla (RCT) o desnutrición crónica. A esa edad, este retardo es una consecuencia cuyo origen se ubica no solo en la etapa postnatal, sino incluso con mayor grado de severidad en la etapa prenatal, por la exposición de las progenitoras a deficiencias alimenticias y nutricionales, siendo obvio que estas anomalías impactarán el desarrollo cognitivo de esos niños, asi como los expondrá a sufrir delicadas enfermedades en su ulterior desarrollo, existiendo como derivación de todo esto, una alta probabilidad de ocurrencia de graves problemas de salud pública en el corto y mediano plazo.


               

    En la próxima entrega iniciaremos el abordaje de propuestas, sobre las que creemos debemos consensuar rumbo al rescate de nuestra democracia.


    Jesús Cepeda Villavicencioes ingeniero agrónomo, MsSc en Desarrollo Rural, doctor en Ciencia de la Educación, profesor universitario jubilado, ensayista y político.

    viernes, noviembre 18, 2022

    Acerca de la cuestión agroalimentaria venezolana  (tres)


    Desde estos orígenes y con múltiples matices, se han tratado de definir las políticas y la institucionalidad para la atención del sector agroalimentario, pero con un elevado sesgo hacia la sectorización, desvirtuando con ello, interconexiones, que si no se entienden, jamás se podrá tener ni asertividad, ni eficiencia en dicha concepción sectorial, es por esta razón, que se necesita la visión holística para la atención integral de las políticas, desde la producción de alimentos hasta su definitivo consumo.


    Por Jesús Cepeda Villavicencio


    En las entregas anteriores, hemos insistido en la necesidad de consensuar y concientizar, sobre tres aspectos claves para poder ordenar el complicado y complejo sistema agroalimentario venezolano (SAV): 1) los tres objetivos concretos sobre los que debemos actuar: a) garantizar a toda la población una adecuada ingesta alimentaria, en términos de calidad y cantidad, para que esta a su vez, pueda tener una vida activa, productiva y saludable, aquí nos estamos refiriendo al derecho de tener seguridad alimentaria, b) que ese derecho sea suplido mayoritariamente con producción nacional, aquí nos estamos refiriendo a la necesidad de incrementar nuestra soberanía alimentaria y c) la necesidad de exportar para generar divisas, eso puede ser posible en aquellos rubros en los que el país tiene ventajas comparativas, aquí nos estamos refiriendo a la necesidad de reducir la descomunal brecha negativa en la balanza comercial agrícola. 2) Tener perfectamente claro, los conceptos de seguridad y soberanía alimentaria, ya que estos son distintos, pero necesariamente complementarios en el caso venezolano. Han sido largos y tensos los debates que sobre estos dos conceptos se han suscitado a nivel mundial. Y 3) El esfuerzo que hemos venido haciendo, ante la urgente necesidad del PLAN NACIONAL AGROALIMENTARIO DE LARGO PLAZO( mayúsculas ex profeso).


    En el artículo de esta semana, trataremos lo concerniente al concepto del SAV, y el porqué de la visión de sistema y no la vetusta concepción de sectorialización, también haremos referencia a la amplia gama de actores y actividades que concurren en él, para de esta manera poder percibir la magnitud e importancia que este reviste, para la vida y socialización de la nación.


    Desde la perspectiva del debate académico, acerca de los procesos evolutivos del concepto de sistemas agroalimentarios, podemos afirmar, que en nuestro caso, la mayor influencia se debe a dos escuelas; la de Harvard en los Estados Unidos, con Ray Goldberg y John Deivis como sus máximos exponentes (1957). Estos autores se constituyeron en los principales precursores de la aplicación de la teoría de la organización industrial a la cadena agroalimentaria a través de un enfoque, que convinieron en llamar análisis del sub sector, cuyo origen parte del proceso denominado “ Agribusiness Commodity System”, entendiéndose por este término, a todos los participantes involucrados en la produccion, transformación y comercialización de un producto agrícola en particular. Por otro lado desde un punto de vista parecido al de ellos, Louis Malassis (1973), a quien se considera el más conspicuo representante del “Instituto Agronomico Mediterraneo de Montpellier” (Francia), consideraba el agribusiness de Goldberg, como un sistema compuesto por cuatro grandes sub sectores, 1) el subsector de las empresas que abastecen a la agricultura de los servicios y medios de producción, 2) el subsector agropecuario propiamente dicho, 3) el subsector de las empresas de transformación y 4) el subsector de la distribución.


    Desde estos orígenes y con múltiples matices, se han tratado de definir las políticas y la institucionalidad para la atención del sector agroalimentario, pero con un elevado sesgo hacia la sectorización, desvirtuando con ello, interconexiones, que si no se entienden, jamas se podra tener ni asertividad, ni eficiencia en dicha concepción sectorial, es por esta razón, que se necesita la visión holística para la atención integral de las políticas, desde la producción de alimentos hasta su definitivo consumo. En el país son numerosos los trabajos que al respecto han adelantado nuestras facultades de agronomía y los diferentes centros de investigación, dentro de los que destacan; el Dr Miguel Padron desde la Academia de Ingeniería y Hábitat, y el Dr Alejandro Gutierrez, desde la ilustre Universidad de los Andes, y por supuesto, nuestra casa matriz, el Post Grado de Desarrollo Rural, de nuestra no menos ilustre Alma Mater, la Universidad Central de Venezuela, así como la Facultad de Agronomía de la Universidad de Zulia. En fin, es desde nuestras universidades desde donde se ha tratado de academizar la política agroalimentaria venezolana, pero lamentablemente, sin la efectividad que siempre hemos querido y deseado, a quienes la vida por distintas razones nos empujó hacia el ejercicio de la política.


    Para nosotros y los propósitos conexos que hemos venido exponiendo, el SAV, está conformado por un amplio conjunto de actores, protagonistas, actividades y procesos que van desde la producción agrícola, transformación agroindustrial, comercialización de insumos y bienes agroalimentarios, que deben interrelacionarse de manera coherente, si queremos cumplir los objetivos que previamente nos proponemos, cuando definimos las políticas y propuestas agroalimentarias. Entender que podemos transversalizar el SAV, utilizando metafóricamente el relieve de nuestros cursos de agua, en actividades propias del concepto aguas arriba y aguas abajo, desde un punto fijo espacio temporal que denominaremos unidad de producción, se captará la dimensión que dicho sistema abarca en nuestro país, pero que no guarda relación con la impronta que actualmente dibuja su rostro, y que se expresa en términos muy marginales para la economía nacional, lo que se visualiza como una contradicción, cuando lo analizamos en la interconexión de todas las aristas que configuran sus siete subsistemas, como podremos apreciar a continuación:


    1. El Agrocomercio (aguas arriba); aquí se ubica toda una infraestructura y movilización de grandes, medianos y pequeños productores de insumos, equipos, materiales, maquinarias, que se producen y distribuyen, para que la agricultura sea posible. Hoy como consecuencia de la globalización económica y política, podemos observar grandes cadenas distributivas que compiten por la ubicación de sus tecnologías.
    2. La infraestructura de apoyo a la producción (aguas arriba y aguas abajo). Aquí ubicamos todo lo relacionado a una infraestructura de servicios y apoyo fundamental para que la actividad agropecuaria  ocurra en el ex antes, el durante y el ex post. Nos estamos refiriendo a los servicios viales, comunicacionales, de electrificación y sistemas de riego, y todo lo que ello conlleva en materia de inversiones y generación de empleos.
    3. El medio natural y el contexto socioeconómico e institucional, donde se asienta y circunscribe la vida de quien se dedica a la tarea de producir alimentos (aguas arriba y aguas abajo). La ruralidad no puede ser sinónimo de atraso, subcultura o marginalidad. El ser humano que se dedica y vive de la actividad agropecuaria, también debe ser sujeto de los servicios y derechos de la urbanidad, todo lo cual, también se expresa en una amplia y variada red de servicios auxiliares a la producción, y a los niveles de calidad de vida de los productores; aspectos recreativos, de salud, educativos, culturales, deportivos, así como todas las medianas y pequeñas empresas dedicadas a la prestación de servicio inherentes a la actividad agropecuaria, como talleres mecánicos especializados, metalmecanicos, etc
    4. La Institucionalidad Política (aguas arriba y aguas abajo). Desde donde emanan todas las directrices, planes, programas, apoyos a las ciencias y tecnologías, fomento a la extensión agrícola y a la seguridad, tanto jurídica, como personal, así como todo lo relacionado con las políticas comerciales internas e internacionales. Este subsistema es el que prácticamente regula todo el SAV. Por eso la importancia de la democracia y de una institucionalidad que salvaguarde  justicia, derechos, libertades y valores, en absoluta concordancia con los modernos enfoques de una economía rural sustentable.
    5. La Unidad de Producción; asiento básico de la actividad agropecuaria. Ubicación temporal y espacial. Sujeto Fundamental de la esperada efectividad productiva, y de la necesaria competitividad, para soñar con la exportación,  generación de divisas y con la sana oferta alimentaria nacional. Y por supuesto, ella debe ser rentable económicamente, para que los productores permanezcan en la actividad. Aquí ubicamos a los grandes, medianos, pequeños productores, y la agricultura familiar y campesina.
    6. La Agroindustria (aguas abajo). Este subsistema configura todo un epicentro para el desarrollo regional, la generación de empleos y la agregación de valor. También constituye un eje clave en la sustitución de importaciones y en la lucha contra la reprimarización que agobia y acogota al país, con la irresponsable, primitiva e inhumana explotación irracional minera, que ha impulsado el cinismo de este oprobioso régimen. Desde este punto se desarrolla una intensa red de servicios de transporte y comercio, a pequeña, mediana y gran escala, que dinamiza con mucho empuje las economías regionales y locales.
    7. El Consumo (aguas abajo). Este subsistema integra todo el conglomerado de personas que se expresan como los destinatarios, de toda esta compleja red de procesos y participantes. Es a ellos a los que hay que garantizarles su seguridad alimentaria, y es un deber inaplazable nuestro, que eso se haga mayoritariamente con el eslogan de MADE IN VENEZUELA (mayúsculas exprofeso).

    Finalmente, expuesta la visión, y definidos conceptualmente, los objetivos, la seguridad, la soberanía, el complejo mundo de actores y procesos del SAV, conviene en consecuencia, comenzar en próximas entregas, con el análisis de la  situación nutricional de los venezolanos, los perfiles deseados y como consideramos deberían articularse las acciones para el ordenamiento del SAV.


    Jesús Cepeda Villavicencio es ingeniero agrónomo, MsSc en Desarrollo Rural, doctor en Ciencia de la Educación, profesor universitario jubilado, ensayista y político.

    viernes, noviembre 11, 2022
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