Defensa del “elitismo” escolar

Y que se me trata de burgués elitista cuando sólo tengo un credo: la Escuela debe llevar a cada alumno a lo más alto de sus posibilidades.



Brighelli plantea crear el hombre republicano

Por Jean-Paul Brighelli


Hace ya muchos años que soy el "malo" del sistema escolar, reaccionario, fascista. Años que lucho por la escuela del mañana y que se me cree partidario de la de nuestros abuelos. Que empuño el sable en nombre de todos y particularmente de los pequeños, de los oscuros, de los no calificados. De los excluidos del conocimiento. De los desheredados, como habría dicho (Pierre) Bourdieu.

Y que se me trata de burgués elitista cuando sólo tengo un credo: la Escuela debe llevar a cada alumno a lo más alto de sus posibilidades.

Pero, ahí está: yo no prometo el éxito de todos, ni futuros soñados. (...)

Es inútil disertar sobre el nivel de quienes convierten hoy al « elitismo » en una mala palabra: (...) me es indiferente ser detestado por tantos hombres pequeños. Pero ese hecho minúsculo y grotesco revela, en el fondo, una gran línea de fractura, en la cual la Escuela de la República está cayendo: el elitismo es republicano y la demagogia se pretende democrática.

Es el tema de mi último libro (1).

Evidentemente, a primera vista, hablo sobre todo de las preparatorias (2) y las grandes escuelas (3). Hablo de quienes tratan de atraer a ellas una mayor cantidad de alumnos y de alumnos diversos, a los que quieren impulsar hacia arriba. Evoco la demagogia de cierta izquierda que preconiza para los demás un igualitarismo que rechaza para sus hijos. O cierta derecha bienpensante que hace caridad con algunos desgraciados más o menos arbitrariamente elegidos y se compra así la tranquilidad de conciencia a bajo precio. Sin olvidar a quienes quisieran imponernos un censo étnico y, a partir de él, deducir una política de cupos.

De hecho, lo que está en juego en las críticas con las que se inunda al elitismo republicano, heredero de la Revolución y del Imperio, es el duelo inmemorial entre una estética política centralizadora (grosso modo, lo que llamamos el Estado en sentido pleno, o el jacobinismo en sentido restringido) y fuerzas centrípetas, ayer los girondinos, hoy los liberales globalizados- o los Verdes calcados del modelo alemán. Querer suprimir las preparatorias y las grandes escuelas porque no existen en los Estados Unidos o en Alemania (pero sus universidades son mucho más eficaces que las nuestras) es pegarse un tiro en los pies, en el mejor de los casos, o en la cabeza, en el peor. A algunos tal vez no les molestaría...

Último punto: hablo mucho en mi libro de los CPES, esas "preparatorias para las preparatorias" (4) que se crean en algunos grandes liceos desde hace algunos años. "bien por aquellos que les sacan provecho", dice Gérard Aschieri a quien interrogué al respecto -tiene mucha razón. Pero paliativos, parches de un sistema que implosiona. Si tantos alumnos llegan al final del secundario en un estado tal que incluso los mejores no logran el éxito en las preparatorias, mientras que sus condiscípulos fracasan en primer año de la facultad, es que algo ha fallado fuertemente en primaria y secundaria. Se crean hoy estructuras eficientes para quince o veinte alumnos -porque se trabaja en la urgencia y no se puede uno cruzar de brazos ante tanta desgracia esperando la Gran Velada de la pedagogía verdadera y el cuestionamiento del colegio único. Esto no nos dispensa de inventar mañana la arquitectura global de un sistema que cesaría de enviar un 18% de analfabetos a 6º (5) a afectar 150.000 niños de la escuela al final de 3º (6), de fabricar recorridos profesionales que huelen a barato e incluso a dumping social, y de darle el título de bachiller a esos desdichados que nada podrán hacer con él, a tal punto se los ha privado de los más elementales conocimientos.

Privados de verdadera cultura -y hay sólo una, la de los "herederos", la mía, la nuestra, en la cual reside la verdadera ciudadanía, no en la enseñanza artificial de un civismo de kermés. Está en Montaigne o Montesquieu. Está en los libros de Historia -nuestra historia. En las ciencias sin complacencia -"Oh, matemáticas severas", decía Lautréamont. La mesura, tan necesaria en estos tiempos de abusos y ultrajes, está en la música como en el deporte (el verdadero, no la "educación física"). La tolerancia, se la aprende mejor mucho mejor en los cuadros de Caravaggio o en los relatos de Oscar Wilde antes que en las conferencias de la Liga por la Enseñanza.

En cuanto a la información sexual, creo por cierto que es más convincente en las Relaciones Peligrosas (7) que en los folletos del Planning familiar.

Evidentemente, formular hoy el elogio de las preparatorias, en nuestra época de compasión y de cretinismo generalizados, es un poco provocador. Decir que el concurso es la única vía realmente igualitaria, porque que es neutra, es ofrecer el palo para hacerse golpear. Afirmar que la Escuela no es el lugar de la felicidad inmediata, sino de la diferida, es ciertamente iconoclasta, en estos tiempos de "ositos cariñosos" triunfantes. Pero está lo que yo creo (que la escuela debe hacer todo por ayudar a cada uno a ser excelente en el campo de sus posibilidades) y está lo que veo: un año o dos (a veces tres) de trabajo encarnizado pueden convertir al inadaptado surgido de un sistema escolar deficiente en un alumno de gran escuela, o configurar un brillante éxito universitario. (...)

Las preparatorias son el modelo de excelencia y es sobre ellas que habría que modelar un primer ciclo universitario general o al menos una propedéutica que pudiese recuperar quince años de programas aberrantes, contra los cuales resisten como pueden, contra vientos, mareas y Meirieu (8), todo lo que queda de docentes voluntarios y voluntaristas, odiosamente elitistas.


(Traducción de Infobae América)

NOTAS:

(1) Tiradores de elite. Editions Plon, 2010

(2) Clases preparatorias: son los dos años que deben cursar los jóvenes tras concluir el bachillerato para poder aprobar el examen -muy exigente- de ingreso a las llamadas escuelas superiores y grandes escuelas (son universidades, las primeras privadas y las segundas públicas). Las clases preparatorias se dictan en los mismos liceos después de obtenido el título secundario. Es decir que un bachiller para ingresar a esas instituciones de elite debe permanecer dos años más en el liceo.

(3) Las grandes escuelas (Grandes Écoles) son establecimientos públicos de enseñanza superior que reclutan a sus alumnos por concurso y les brindan una formación de alto nivel. Generalmente están bajo tutela de un ministerio y los egresados tienen casi asegurada una carrera profesional -si lo desean- en la función pública. Casi toda la dirigencia francesa se han formado en las Grandes Ecoles.

(4) Institutos que brindan clases de apoyo para cursar las preparatorias. Esto se ha vuelto necesario en los últimos años debido a la caída del nivel de la enseñanza en el secundario.

(5) Primer grado de la escuela secundaria, equivalente al 6º grado de la primaria en otros países

(6) Equivalente a 2º año del secundario, en general alumnos de 14 a 15 años.

(7) Novela del siglo XVIII del francés Choderlos de Laclos

(8) Philippe Meirieu es un especialista en Pedagogía que participó de algunas de las últimas reformas educativas en Francia (en particular la de 1989) y de la creación de los Institutos Universitarios de Formación de Maestros. Sus críticos lo acusan de haber contribuido a la caída del nivel de la escuela y al derrumbe de la autoridad de los maestros.


Jean-Paul Brighelli es docente, profesor de letras y ensayista. Tiene un blog, Bonnet d'âne (orejas de burro), donde publica regularmente artículos sobre educación. Es autor de una requisitoria durísima contra la Nueva Pedagogía, responsable a su juicio de la decadencia de la instrucción pública en su país, Francia
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