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El silencio del pionero


Durante su permanencia como redactor-jefe de El Pregonero, dejó un interesante aporte a la historia del periodismo venezolano. En ese tiempo, Ismael logró ver cómo desde diarismo se avizoraban cambios políticos y económicos, en medio de quijotescas andanzas por una Venezuela casi desintegrada por luchas intestinas


Ismael Pereira Álvarez
 (Foto reprodución JOP)
Por José Obswaldo Pérez

La historia es camino, espejo y mensaje, como dice un historiador. Y no puede ser más oportuno e interesante lo que se desprende de la vida periodística de Ismael Pereira Álvarez. Y no sé por qué Oscar Yánez lo calificó de” folclórico general”, cuando al menos este personaje se dedicó al periodismo, dando muestras de vanguardismo profesional durante su andar y desandar por el país.


Por eso viene su presencia historiográfica como uno de los primeros promotores de la tecnificación de la prensa, así como la de introducir cambios incipientes en el manejo de la información periodística moderna, junto con el editor Odoardo León Ponte. De este modo, Pereira Álvarez perteneció al mundo del periodismo, escribiendo con pluma fresca en diferentes publicaciones de provincia.

Durante su permanencia como redactor-jefe de El Pregonero, dejó un interesante aporte a la historia del periodismo venezolano. En ese tiempo,  Ismael logró ver cómo desde diarismo se avizoraban cambios políticos y económicos, en medio de quijotescas andanzas por una Venezuela casi desintegrada por luchas intestinas; pero, también, sacudida por un época de renovación cultural y científica que trae como anclaje histórico el positivismo venezolano.

Los inicios
Desde temprana edad se inició en el periodismo y en la política. En 1878, edita los periódicos La Voz de los Llanos y El Pensamiento Libre, en Ortiz. Entonces, circulaba en aquella ciudad del Departamento Bermúdez, la Gaceta de Guárico, publicación oficial

Eran días difíciles. Apenas adolecente, este guariqueño ya escuchaba las proclamas políticas del pensamiento “progresista” del general Antonio Guzmán Blanco. Consignas como educación, inmigración y vías de comunicación resumían la propuesta políticas fundamentales del Ilustre Americano. Aquellas ideas contagiaron a Pereira Álvarez hasta su fin de su vida. Con ellas se embarcó a la deriva, sin mirar en el horizonte; y, por lo pronto, escogió batallar, en ese mar de circunstancias, sin más armas que el teclado de la máquina de escribir. Incansablemente, todas las páginas, todos los artículos, todas las notas de papel estarán dedicadas a servir a la Revolución Liberal.

Los últimos años del siglo XIX, el periodismo alcanzó relevancia por el auge del positivismo, influyendo en todos los campos de la cultura. Era el positivismo- como planteaba la profesora Asalia Venegas y otros investigadores- una filosofía de estado esbozada a promover un cambio en el desarrollo socio-político del país. Esta teoría constituía un proceso de renovación divulgada, sobre todo, en periódicos y revistas de la época, las cuales estaban más al alcance del público lector.

La idea de modernización, paralelamente, al auge del positivismo también creaba nuevas perspectivas en el ámbito de la comunicación informativa. El siglo XIX constituyó una brecha abierta a posibles nuevos caminos en el porvenir de la prensa venezolana. Es así, como estas ideas, en el terreno del periodismo, fomentaban un hecho peculiar e histórico: el desarrollo tecnológico daría lugar, paso a paso, al auge del periódico informativo e independiente.
Entre 1894-1895 ocurren importantes acontecimientos en el país. Venezuela se desconcierta por el descontento social y la agitación popular. Sin embargo, el 24 de enero de 1894 ocurre un suceso influyente en la vida nacional. La construcción de la línea ferroviaria más extensa de Venezuela, uniendo a Caracas con Valencia. La influencia del ferrocarril dará origen a un nuevo símbolo de la modernidad: la técnica. Su impacto elevará la imaginación de los positivistas cobijados con el estandarte del progreso.

En medio de estos hechos, el general Pereira Álvarez vio nacer este tipo de periodismo informativo que intentaba, como fin, llegar a las masas: buscar y divulgar la información mediante las técnicas de la narración breve y precisa. El periodismo informativo hizo a la prensa diferente y renovadora. He aquí cuando apareció la dinámica concepción de la noticia: el estilo telegráfico.

Este estilo narrativo se muestra mucho antes. En El Lazo de la Unión (1881), periódico apureño, el general Pereira Álvarez deja las primeras señales de este género. Allí transcendió como redactor su modo vertical en el tratamiento de los problemas locales, su objetividad y su independencia comunicacional.
En aquellos días, el general Ismael Pereira Álvarez supo imponerse en el discurrir del oficio. Así, en su vida provinciana- años de mozos- como en la fecunda madurez de su vida capitalina, adquirió y cultivo un talento activo, siempre en posición de vanguardia. Con el fusil de la palabra dejo sembrados varios periódicos de causas políticas en diferentes partes del país. La Voz de los Llanos (Ortiz, 1878), El Pensamiento Libre (Ortiz, 1878), La Revolución (Barcelona, 1891) y El Pregonero (Caracas, 1892). Asimismo fue redactor en otros medios impresos del interior y de la capital.

La Revolución, el primer diario visto luz en Barcelona, fue de su gran importancia personal. No sólo por lo político sino por la amenidad de sus artículos trasmitidos, desde crónicas costumbristas hasta informaciones políticas. En su línea editorial siempre hubo democracia y apertura, también, quienes tenía ideas contrarias podía escribir en él.

Al amparo de la presidencia de Raimundo Andueza Palacios, a quien lo ligan vínculos amistosos, se viene a Caracas. Sus relaciones con el Jefe del Estado la abrieron el camino: su misión ser el periodista oficial del Gobierno. Una especie de asesor que sale adelante para combatir las campañas negativas de algunos medios contras las pretensiones continuistas de Andueza Palacio.

Un hombre de fecunda vida
Cuando ahora retrotraernos a Pereira Álvarez hallamos en él una de las figuras centrales del proceso de modernización de la prensa y el periodismo en Venezuela. Su mejor testimonio fue El Pregonero, donde gerencia los cambios tecnológicos en el taller tipográfico. La imprenta de vapor había sido reemplazada por la maquina eléctrica. Estos equipos introducen mudanzas en el diarismo venezolano, todo bajo el signo del positivismo y el modernismo del liberalismo criollo. Ideas armonizadas que empezaban arraigarse en Venezuela.
Una prueba de la rectitud periodística del general Pereira Álvarez la mostró cuando el doctor R. Villanueva Mata acuso- en una oportunidad- a El Pregonero de haber publicado en sus columnas un comunicado desfavorable relacionado contra él y otras personas amigas de la Isla de Margarita. Respondía el periodista de esta manera: “Basta saber el amigo, que esta empresa es puramente industrial al servicio general del público; y no podíamos, sin faltar a las reglas de ellas, establecer previa censura para los asuntos particulares que paga cada interesado…”[1]

Un romanticismo técnico puso el tiempo a machar de prisa. Pero no fue fácil para un pequeño gremio de tipógrafos ni para los propios periodistas adaptarse a las nuevas técnicas de impresión gráfica Muchas veces, el diario de Torres a Madrices confrontó problemas para su funcionamiento. Durante la crisis del 94, el periódico no tenía maquinista para el manejo de su taller.

Otro reconocimiento de la actividad desempeñada por Pereira Álvarez, en el diarismo, fue el haber apoyado a la creación de la Asociación de Prensa de Venezuela, conocido por su sigla APV. ¡Un hito en la historia del periodismo venezolano!, consideran algunos historiadores e investigadores de la comunicación social. La APV fue presidida por el periodista zuliano Manuel Fernández, conocido en el gremio como don Simón. Fue escritor, poeta y educador. Fernández recibió una pensión de 200 bolívares del Congreso de la República, gracias a las diligencias que realizó la  APV.

La Asociación de la Prensa de Venezuela fue definitivamente la génesis de la AVP y, más tarde, el CNP. La APV no habría existido sin Pereira Álvarez, quien animó y se movió en torno a esa idea. Fue quien realizó esfuerzos colectivos para su consolidación, a pesar de la poca actividad del gremio.

Pereira Álvarez fue siempre, según el escritor aragüeño Rafael Bolívar Álvarez, un hombre de una gran vitalidad marcada por la tendencia a cultivar energías morales “…altas nociones del honor del deber, la rectitud, la probidad y la justicia; cosas que hacen honorable, generosa y fecunda la vida, y rodean al hombre de cierta autoridad moral halagadora, que le da alientos para liberar nuevos combates y que establece uno como cordón sanitario entre el cretinismo infecundo y bajo, y lo que vuela y vale…”

Finalmente, escribir sobre Ismael Pereira Álvarez es referirse a algunos episodios de la historia contemporánea de Venezuela, como la Revolución Legalista o la crisis y la caída del liberalismo amarillo en los últimos días del siglo XIX. Esto nos obliga intentar un examen del inicio de la historia moderna del periodismo.

Con la biografía del general Pereira Álvarez se hace justicia como una manera de recordar a los periodistas olvidados del siglo XIX. Con su historia, también, se llega a entender el proceso histórico de la prensa y sus personajes desconocidos. Por lo tanto, estamos al frente de un personaje activo en la historia nacional, una entidad viva y palpitante de aquellos acontecimientos que dejaron huellas en el pasado. Junto con Odoardo Léon Ponte se había adelantado a la revolución de la prensa moderna en Venezuela.

El telón va cayendo y una foto del general Ismael Pereira Álvarez se plasma como evidencia de su tiempo en el diario El Universal (1912). La fotografía tiene como contexto el anuncio del nuevo gabinete provisional del presidente Juan Vicente Gómez. Pereira Álvarez es designado Ministro de Guerra y Marina.



[1] El Pregonero, 10 de julio de 1895;p.2

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